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Representación social y simbólica de la contaduría pública 1
Social and Symbolic Representation of Public Accountancy
Revista Visión Contable Universidad Autónoma Latinoamericana, núm. 24, pp. 58-81, 2021
Universidad Autónoma Latinoamericana

Artículos de Investigación

Revista Visión Contable Universidad Autónoma Latinoamericana
Universidad Autónoma Latinoamericana, Colombia
ISSN: 0121-5337
ISSN-e: 2539-0104
Periodicidad: Semestral
núm. 24, 2021

Recepción: 04 Diciembre 2020

Aprobación: 30 Noviembre 2021


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.

Sugerencia de citación: Giraldo, J., Gutiérrez, A. y Giraldo,D.(2021). Representación social ysim-bólica de la contaduría pública.Re-vista Visión Contable, 24, pp.58-81 https://doi.org/10.24142/rvc.n24a4

Resumen: La teoría de las representaciones sociales de Moscovici estudia cómo estas inciden en las prácticas sociales de algún grupo determinado y producen cambios importantes en su universo simbólico. De igual forma, la teoría de las representaciones simbólicas indica cómo estas surgen ante una necesidad de comprensión de la realidad o de todo aquello que necesite una explicación. Las representaciones sociales y simbólicas dan una amplia visión de cómo el contador público es representado socialmente de acuerdo con sus prácticas y su cotidianidad. Se encuentra además que desde las representaciones sociales coexisten las visiones tradicionales de un contador gris y monótono con aquellas que lo incitan al riesgo en detrimento de la imagen de prudencia asociada a la visión tradicional. Desde las representaciones simbólicas se encuentra en las diversas formas de comunicación contable un medio para superar la visión tradicional de estatismo y oscuridad, y en la imagen de la profesión, la ausencia de un componente simbólico que refleje los nuevos retos del contador público más allá del manido símbolo de la partida doble y de la hegemónica alusión a la internacionalización.

Clasificación JEL: Z13, Z19

Palabras clave: contaduría pública, contabilidad, representación social, práctica contable, profesional contable.

Abstract: The theory of Moscovici about social representations studies how these representations affect the social practices of a given group and produce important changes in its symbolic universe. Similarly, the theory of symbolic representations indicates how these representations arise from a need to understand reality or anything needing explanation. Social and symbolic representations give a broad view of how the certified public accountant is socially represented according to his or her practices and daily life. It is also found that, from the social representations, the traditional visions of a gray and monotonous accountant coexist with those that encourage risk to the detriment of the image of prudence associated with the traditional vision. From the symbolic representations, the various forms of accounting communication are a means to overcome the traditional vision of statism and obscurity, and in the image of the profession, the absence of a symbolic component that reflects the new challenges of the public accountant beyond the hackneyed symbol of the double- entry and the hegemonic allusion to internationalization.

Keywords: Public accounting, accounting, social representation, accounting practice, certified public accountant.

Introducción

Hoy en día, para que el profesional contable pueda ser más competente debe tener en cuenta que no solo es quien lleva los registros en una organización, sino que debe ir más allá de la aplicación de las normas, conceptos y técnicas, integrando así sus habilidades, aptitudes, conocimientos técnicos e interdisciplinares, siempre en el marco de los principios morales emanados de su condición subjetiva. Esta es la demanda social de esta profesión.

Sin embargo, desde la literatura se han analizado referencias a la contaduría pública en diversos contextos y concepciones ideológicas y se concluye que los prejuicios hacia la profesión son un universal cultural, que la reflejan como una práctica monótona, aburrida y rutinaria (Grajales, 2009), por lo cual se plantea la necesidad de formar al contador en la transformación de las condiciones de alienación, represión, discriminación, injusticia y explotación, para buscar la emancipación, la realización, el bienestar, las relaciones equilibradas entre la humanidad y la naturaleza y la democracia participativa, objetivos que deben ser prioritarios en la formación de un contador (Gallhoffer y Haslam citados por Ruiz y Osorio, 2016, p. 23).

El problema se sustenta en el reconocimiento de que la acción humana está mediada por el lenguaje y que, en función de ello, las representaciones sociales y simbólicas vinculadas a la acción constituyen formas de reproducción o transformación. Así mismo, Psaltis, Beydola, Filippou y Vrachimis (2014) afirman que la naturaleza antagónica de estas representaciones resuena con el tipo de representaciones que Moscovici (1988) denominó representaciones polémicas de los conflictos sociales. “Las representaciones polémicas caracterizan las subdivisiones de una sociedad, definen las identidades y están determinadas por relaciones antagónicas entre grupos a menudo formados y evocados en el contexto de la comunicación en relación con formas de acción colectiva” (Psaltis et al. 2014, p. 61).

Por ello, dada la necesidad de representar simbólicamente la profesión contable como una manera de proyectar un deber ser acorde con las necesidades sociales, se hace un análisis del concepto de representaciones sociales. Estas, según Aguirre (2004), surgen cuando la identidad de un grupo es amenazada y la comunicación se enfrenta a nuevas reglas de juego en las que, al verse afectadas las ideas y los prejuicios sobre la realidad, los individuos generan en sus interacciones nuevos marcos comunicativos, con lo cual se desarrolla un conjunto simbólico nuevo y las representaciones simbólicas que surgen ante una necesidad de comprensión, de nuestra realidad o de todo aquello que necesite una explicación. Esto en relación con el campo contable para entender cuáles son las representaciones sociales y simbólicas que coexisten y cohabitan operando en intención con la relación de la profesión.

Lo anterior permite plantear unas nuevas visiones y nuevas exigencias para la contabilidad y el profesional desde la propuesta de diversos autores y con base en la sociología de las profesiones de Bourdieu (citado por Acebedo-Urdiales, 2011), como un desafío y una oportunidad para lograr transformaciones en la práctica, reconocer que nuestras prácticas se forman y nos transforman, constituyendo el rol profesional, para lograr de esta manera una nueva representación social de la contabilidad y sobre todo unas exigencias de las representaciones simbólicas que convoquen nuevas tareas y alcances de la profesión.

Las representaciones sociales desde la profesión contable

El término representaciones sociales fue desarrollado por Moscovici (1988) a mediados del siglo XX, en su estudio sobre la representación social del psicoanálisis en la sociedad francesa. La representación social “es un fenómeno específico relacionado con una manera particular de comprender y comunicar que al mismo tiempo crea la realidad y el sentido común” (Moscovici, 1988, pp. 353). Es decir, se trata de una modalidad del conocimiento actual que reconoce, simultáneamente, la dimensión cognoscitiva y simbólica del sujeto, quien ya no es pasivo frente a las determinaciones, los sistemas sociales y de interacción en los cuales despliega sus acciones.

Por su parte, Jodelet (1986) las define como imágenes que condensan un conjunto de significados y sistemas de referencia que permiten interpretar lo que sucede, incluso dar un sentido a lo inesperado; son categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con los que se tiene algo que ver (Sáenz, 2012). Estas se forman a partir de las prácticas sociales cotidianas de algún grupo determinado y producen cambios importantes en su universo simbólico; de hecho, surgen cuando la identidad de un grupo es amenazada y la comunicación se enfrenta a nuevas reglas de juego (Aguirre, 2004, p. 6). Según Casas, Téllez y Ramírez (2012), las representaciones sociales tienen algunas características fundamentales, una de ellas es que constituyen la imagen de un objeto, persona, acontecimiento, idea, etc. Otra característica es que las representaciones sociales regulan las relaciones sociales, y suponen un verdadero ambiente en el que se desenvuelve la vida cotidiana (Sáenz, 2012). El estudio de las representaciones sociales es vital porque en ellas, debido a su naturaleza social, subyacen dimensiones subjetivas, intersubjetivas y epistémicas, por lo cual “deben entenderse de manera holística como sistemas de significado que engloban valores, emociones, creencias e ideas, ya que funcionan dentro del contexto de las relaciones sociales” (Psaltis et al., 2014, p. 61).

Por su parte, Grajales (2009), en el ensayo de investigación “Prejuicios hacia la contaduría pública, una mirada a la realidad desde la ficción literaria”, recopila diferentes posturas de varios autores a través de diferentes novelas literarias, resaltando también el caso puntual de la telenovela Betty la fea, en la que se hace una apología recurrente al “maquillaje” de los estados financieros, caso muy conocido en Colombia. Así mismo, trae a colación una de las obras de Álvaro Mutis, Ilona llega con la lluvia, en la que se da una idea preconcebida de los contadores como seres sicorrígidos y autómatas. Luís Fayad y Fernando Vallejo en sus obras Los parientes de Ester y El fuego secreto, respectivamente, se refieren a los contadores como seres monótonos. Adicionalmente, Grajales (2009) critica al sistema capitalista y a la contabilidad, y por ende a los contadores públicos, por contribuir al proceso de acumulación de capital. En la obra Desgracia de John Maxwell Coetzee, aparece la contaduría como un oficio oscuro, tal calificativo puede referir tanto a la monotonía de la contaduría como a su propensión de derivar en actuaciones ilegales. Los autores Imre Kertész y Naguib Mahfouz en sus obras Sin destino y El callejón de los milagros, respectivamente, mencionan el prejuicio hacia la contaduría pública como actividad asociada al delito de estafa y robo. Por último, el autor Gao Xingjian, en su obra El libro de un hombre, menciona el oficio del contador como carente de prestigio social y como una actividad que puede realizarse sin estudios previos (Grajales, 2009).

Al analizar las percepciones anteriormente mencionadas, se puede resaltar la forma en la que el papel del contador es visto, por lo general, como monótono, aburrido y propenso a actividades delictivas. En la mayoría de estas obras se resaltan aspectos negativos del contador y se da poco crédito a las buenas acciones que este desarrolla en su vida laboral. Por ejemplo, Elfriede Jelinek, en su obra La Pianista, señala que los contadores deben trabajar mucho para permitirse el “lujo” de montar a caballo durante una hora los sábados. En resumen, la imagen que se da del contador es la de alguien que está dispuesto a trabajar mucho –incluso horas extras– con tal de ser reconocido socialmente. El prejuicio hacia la contaduría pública en este caso trasciende los antes mencionados, se evidencia aquí la reproducción de los métodos de explotación social. Tal vez sea más acertado hablar del juicio –no del prejuicio– que hacen los críticos del sistema capitalista a la contabilidad, y por ende a los contadores públicos, por contribuir al proceso de acumulación de capital (Grajales, 2009). Lo anterior muestra un aspecto negativo de la imagen del contador y que observado desde una mirada universal de los diferentes prejuicios en ámbitos sociales, políticos y económicos es una idea constante a pesar de la aceptación generalizada de que el contador manifiesta un compromiso hacia su labor, ya que en la mayoría de las ocasiones se ven obligados a largas jornadas de trabajo debido a los vencimientos que desde las mismas entidades estatales imponen para presentar la información fiscal, financiera o exógena. En resumen, estas representaciones son el resultado de concebir la contabilidad como un saber eminentemente técnico y cerrado.

Guerra, Shinzaki, Ichikawa y Sachuk (citados por Canan, Andrade y Pereira de Oliveira, 2017) reconocen la contaduría como “una profesión integral, y ellos (los contadores) se ven a sí mismos como un amigo responsable y que opera en un área en constante evolución, llena de desafíos y adorada por aquellos que prácticas" (p. 319).

El papel de la contabilidad es como un lenguaje empresarial especializado, realizado por un profesional cualificado para satisfacer lo que se define como las necesidades de información de los usuarios. Bajo este concepto, la sociedad entiende mal la contabilidad y no es explotada adecuadamente por las organizaciones, ya que las representaciones sociales tienden a ser negativas: el contador es visto como un burócrata que, a pesar de que es confiable, no se involucra con otros miembros de la organización. Por otro lado, aunque los expertos consideran a la contabilidad una de las invenciones más grandes de los últimos dos milenios, en general se describe como “un mal necesario” (Canan et al., 2017, p. 319).

Sin embargo, según el estudio realizado en Brasil, donde se recolectaron 822 respuestas de 807 estudiantes de nueve escuelas públicas de secundaria de Uberlândia-MG, los estudiantes preuniversitarios mostraron prejuicios positivos hacia la carrera. Los resultados mostraron que los profesionales contables son percibidos positivamente en cuanto a las variables “creatividad”, “dedicación a los estudios”, “trabajo en equipo”, “comunicación”, “liderazgo”, “propensión al riesgo” y “ética”. Sin embargo, otros estudios realizados sobre la imagen del contador evidenciaron una percepción negativa (Friedman y Lyne, 2001; Hunt et al., 2004, Jeacle, 2008, Carnegei y Napier, 2010, citados por Miranda, Araujo, Lemes y Medeiros, 2015, p. 22).

Adicionalmente, en este mismo estudio se enfocaron en realizar un paralelo entre los estereotipos masculinos y femeninos y analizaron cómo influyen en las representaciones sociales construidas sobre el rol profesional de las personas; en consecuencia, en su liderazgo. Al estereotipo masculino se le atribuyeron características como lógica racional, dinamismo, emprendimiento, estrategia, independencia, competición, liderazgo y decisión. Al estereotipo femenino se le atribuyeron características como intuición, emoción, sumisión, empatía, espontaneidad, actitud maternal, cooperación, solidaridad y fidelidad. Al comparar los estereotipos masculinos y femeninos difundidos en la literatura con las variables encuestadas, se puede identificar alguna correspondencia entre ellos (Miranda et al., 2015).

Respecto al tema de género, se evidencian cambios en las representaciones sociales de la profesión contable. Si bien el estudio ha encontrado evidencia de que se percibe que los profesionales contables son más hombres que mujeres, la relación no es estadísticamente significativa para las variables "trabajo en equipo" y "comunicación". De acuerdo con la literatura sobre género, estas dos variables se asocian con el género femenino, lo que implica cambios como el estereotipo del profesional contable tradicionalmente asociado al género masculino (Miranda et al., 2015).

Estas percepciones contrastan con la necesidad de posicionar al contador en el contexto de las relaciones sociales y académicas. Como afirma Hopwood (citado por Davinson, 2015), la interdisciplinariedad en contabilidad se ha desarrollado fuertemente desde que se afirmó la importancia de comprender la contabilidad en sus contextos sociales y organizacionales, lo cual trae beneficios intelectuales, entre los que se cuestiona la naturaleza de la profesión. Ospina (2006) relaciona al contador con varias disciplinas, por ejemplo, con las matemáticas, sobre las que afirma que ambas se manejan con base en los números, y respecto a la economía ha planteado algo así como una dependencia del contador hacia ella. Otras disciplinas plantean una triada de carácter económico, conformada por la economía y la administración con el contador. El derecho está ligado con el contador, ya que une las actividades que tienen que ver con las organizaciones empresariales y con el Estado; son entornos legítimos y legales para el despliegue de la contaduría pública. El contador y las ciencias humanas se relacionan directamente con la ética del proceso de formación que busca la integridad, entendida como la afirmación de alguien que se comprende así mismo como ser biológico, social, cultural, político, estético, místico, racional y determinado por la colectividad que le posibilita su identificación (Ospina, 2006).

Diana Guzmán y María Alejandra Mondragón (2018) lograron establecer una relación entre la contabilidad y la literatura por medio de la cultura desde los aspectos social, ético y moral, que permitan trascender los supuestos sociales que se le atribuyen al ejercicio contable. Es así como se llegó a la conclusión de que la contabilidad y la cultura incorporan nuevas dimensiones, tales como lo ecológico, lo ambiental, lo social, lo político y lo estratégico, que hacen que haya caminos nuevos y abiertos para la discusión y la redefinición del concepto de la contabilidad cultural. Davinson (2015) menciona la relación entre contabilidad y cultura de la siguiente manera: la contabilidad está asociada con la objetividad y el rigor, mientras que la cultura visual está vinculada con la subjetividad y la imaginación.

Es necesario entonces recalcar la importancia de la constitución del sujeto como aspecto esencial en el desempeño profesional del contador público, ya que “podemos estar frente a un sujeto que cuida de sí y de los otros (sapientia), o frente a un sujeto que no desarrolla ejercicios y prácticas conscientes para esculpir una imagen de sí (stultitia)” (Ospina, Gómez y Rojas, 2014, p. 188). La educación tiene profundos impactos en la constitución de ese sujeto, por cuanto le permite al futuro profesional reconstruir su experiencia a partir de la crítica y la autorreflexión. En ese sentido, se puede decir que la cultura es un factor que influye en la contabilidad y que puede constituirse en un campo de estudio y formación que permita articular la realidad, el ámbito social y la contabilidad. Lo anterior justificado en la sensibilidad inherente a la condición humana, ya sea por las experiencias vividas o por ficciones narrativas como las que ofrece la literatura.

Se debe entonces seguir ahondando en la comprensión cultural y sus implicaciones sociales. Quien lee literatura adquiere en el proceso una visión diferente de la realidad, percibe de otras maneras el mundo. Si la literatura da una visión diferente de la realidad al lector y el lector es un contador, este es un profesional que posiblemente ve más allá del ejercicio mismo de su profesión. Grajales (2009) plantea que “Si aceptásemos mirar la contabilidad desde su condición de mecanismo de narración, estaríamos ante un campo de análisis que puede brindar, al menos potencialmente, grandes herramientas al saber contable” (p. 278). Como afirma Martha Nussbaum (2010), el cultivo de las humanidades es esencial para la formación de la democracia, ya que gracias a la filosofía se desarrolla la capacidad de examinar la propia existencia y de romper las certezas de la realidad social, y gracias al arte, la poesía y la literatura se desarrolla la capacidad de reconocer al otro y la voluntad creadora de imaginar otras realidades.

Como conclusión, se puede argumentar que las representaciones sociales reflejan una perspectiva de la concepción que se ha tenido del contador público, abarcando tanto los prejuicios ya abordados desde la literatura y que en su mayoría aportan una mirada desgastada del profesional, como desde la interdisciplinaria que lo ubica como un profesional polifacético, pues concuerda con estudios y características similares a diferentes disciplinas, las cuales en su mayoría son ciencias administrativas. Lo anterior permite crear nuevos conceptos que permitan una reestructuración tanto de la imagen como de la simbología que lo representan y a partir de esto brindar una mirada más centrada en las exigencias del medio y del mundo globalizado.

Las representaciones simbólicas desde la contabilidad

Palacios y Balbuena (2014), en su tesis doctoral “Teoría de la representación simbólica en la comunicación”, afirma que las representaciones sociales son modos de ver la realidad, o la dimensiones que utilizamos para determinar cosas, son más trascendentales, ya que van a regular la forma de uno mismo. Es así pues como las representaciones sociales están inmersas en el inconsciente y son asumidas como naturales, como parte de la identidad. Así, cuando se recibe un mensaje gráfico, la mirada obedece a este conocimiento inconsciente y genera una recepción determinada de lo que ya sabemos (Palacios y Balbuena, 2014, p. 191).

Desde las representaciones sociales podemos llegar a lo simbólico, porque lo social son las costumbres y las vivencias adquiridas a lo largo de nuestra existencia; cada ser humano lleva impregnado en sí mismo todo el conocimiento tradicional enseñado por la familia en un inicio y por los individuos que nos rodean al pasar los años, así como del entorno que finalmente es quien nos moldea y nos lleva a ser quienes somos actualmente en lo moral y lo profesional. Lo simbólico es algo inherente al ser humano.

Las representaciones sociales y simbólicas son importantes en la profesión contable, al igual que, como lo afirma Davinson (2015), las formas visuales son importantes para la contabilidad debido a su poder y su ubicuidad en una sociedad cada vez más visual. Las formas visuales constituyen representación (información incremental) o construcción (impresión gestión) o ambos. Es mezcla de representación y construcción.

Así entonces la representación simbólica surge ante una necesidad de comprensión, de nuestra realidad o de todo aquello que necesite una explicación. De esta manera, los seres humanos somos creadores de símbolos y desde temprana edad empezamos a reconocerlos y a usarlos como artilugios de sociabilidad y empatía con el mundo. Se elaboran “símbolos incluso antes de emitir sonidos, y en todo caso, antes de pronunciar palabras” (Eco, 1976, p. 107, citado en Palacios y Balbuena, 2014, p. 140).

Así mismo, Palacios y Balbuena (2014), en su tesis doctoral, afirma que las representaciones simbólicas surgen ante una necesidad de comprensión de nuestra realidad o de todo aquello que necesite una explicación. Según el documento “Análisis de imágenes visuales y motivos asociados en los informes anuales de HSBC, 1958-2008” se indica que, al momento de elegir, la imagen pasa a convertirse en un espejo y un lente para dar forma a las creencias sociales que puedan establecer o reforzar estereotipos. Se puede decir que las imágenes son intrínsecas a las representaciones culturales; estas pueden ser variables y fijas, eso depende de cómo sea la interpretación de cada lector, con base en lo aprendido previamente por “lenguajes” o “sistemas”. Las imágenes pueden comunicar mensajes diferentes a lo que en realidad se desea transmitir.

Ahora, en cuanto a las representaciones sociales y su proceso cognitivo, la profesora afirma que estas conllevan un proceso simbólico. A su vez indica que las representaciones tienen dos caras, una denotativa, que correspondería a lo figurativo, y otra connotativa, que se ubica en lo simbólico, ambas a partir de la experiencia cultural, social e individual. Esto quiere decir que las representaciones sociales serán capaces de atribuir a toda figura un sentido o significado y a todo sentido una figura (Palacios y Balbuena, 2014, p. 192).

Con base en lo anterior y en la información suministrada por la investigación “Las representaciones sociales en los alumnos de los programas en administración de empresas” de Casas et al. (2012), es posible proponer cuatro elementos referentes de la representación social: 1) la información, que está relacionada con lo que se sabe; 2) la imagen, que se relaciona con lo que se ve; 3) las opiniones, que se relacionan con lo que se cree, y 4) las actitudes, que están relacionadas con el sentir. Por lo tanto, conocer o establecer una representación social implica determinar información, es decir, qué se sabe, qué se cree, cómo se interpreta (campo de la representación) y (actitud) cómo se actúa.

Podemos afirmar, entonces, que las imágenes o las representaciones simbólicas hacen parte de un conjunto de elementos referentes partidarios de la representación social o, como lo indican Palacio y Balbuena (2014), lo simbólico está inmerso en la vida social. A través de las representaciones simbólicas representamos la realidad y un sentido común de esta en una interacción entre lo global y lo particular. Así mismo, las representaciones sociales tienen su propio sello en la sociedad, en la que se “refleja el comportamiento del hombre a través de la búsqueda de ideales, objetivos y metas que culturalmente lo representen” (Palacios y Balbuena, 2014, p. 194). En ese sentido, las representaciones sociales y simbólicas constituyen elementos constructivos y reproductivos de la realidad, por lo cual es necesario explicitar los sentidos que se movilizan a través de ellas, con el fin de favorecer una actitud comunicativa que reconceptualice eventos normalmente significados desde las ideologías dominantes, para comenzar a tener un nuevo sentido desde la oposición y crear una “política de la significación” (Gallofer y Haslam, 2006, citados por Ruiz y Osorio, 2016, p. 21).

La representación simbólica del contador pasa por dos aspectos: en primer lugar, la forma como el contador usa esas representaciones simbólicas para llegar a diferentes usuarios y conectar con el rol y el valor social de su ejercicio profesional y, en segundo lugar, y derivado de lo anterior, la manera como simbólicamente se proyecta a la sociedad, ya que si el contador como comunicador continúa expresando la información de una forma estricta y hermética, esa apariencia de secretismo y oscuridad no va a desaparecer. En los siguientes apartados se desarrollan ambos aspectos.

El contador como comunicador

En un artículo publicado por Ruiz y Osorio (2016), se reivindica el papel que cumple la retórica en el ejercicio público del contador. Citando a Gracia , estos autores exponen la necesidad de que la contabilidad piense sus modos de representar y comunicar la información. Ello demanda pensar las condiciones de la información con el fin de ampliar la base social de la profesión y ganar mayor legitimidad. De esta forma, “la representación contable se constituye en un real instrumento para efectos del control social y político” (Gracia, citado por Ruiz y Osorio, 2016, p. 30), idea que se amplía con los aportes de Rueda (2011, citado por Ruiz y Osorio, 2016), quien en pos de una contabilidad para la democracia y la inclusión propende hacia una “Información para la interpretación social, e incluyente de los demás agentes que interactúan en el medio empresarial” (p. 30), además, con los aportes de Jiménez, quien enfatiza en la necesidad de ampliar los usuarios de la información mediante la presentación de informes comprensibles.

Ahora bien, relacionando lo anterior y acercándonos a lo que el contador público ha logrado representar en su ocupación, es decir, a través de la presentación de informes, será necesario traer a colación diferentes investigaciones en las que lo proponen como sujeto que no va más allá de los números. Un caso puntual se puede encontrar en el texto escrito por Jane Davinson, “La retórica, la repetición, la presentación de informes y de las “punto com” de la época: las palabras, imágenes, los intangibles” en el que afirma que esta investigación ha indicado que a los contadores les resulta difícil comprometerse con medios no numéricos, ya sea por su disposición innata o por la falta de una educación que fomente las habilidades necesarias para responder a las formas de expresión creativas y afectivas (Gray, Bebbington y McPhail, 1994 citado por Jane Davinson, 2015, p. 820). El mismo autor, en su artículo “Visualizando la contabilidad: una revisión y síntesis interdisciplinaria”, expresa que en la información financiera existe una necesidad urgente de compromiso con las realidades de la preparación del informe anual y la recepción del lector. El rol de las artes visuales para reflejar los puntos de vista de la sociedad sobre la contabilidad merecería un examen, como el papel de la contabilidad en las artes creativas. También hay un enorme alcance para el trabajo visual en historia y educación contable. Además de trabajar en la imagen/fotografía, es necesario examinar un rango mucho más amplio de formas visuales (Davinson, 2015, p. 18).

Sin embargo, como ya se expresó previamente, al contador se le dificulta el uso de las imágenes en la presentación de sus informes, ya que la naturaleza misma de la profesión hace que este lo deje a un lado. Las formas visuales son importantes para la contabilidad debido a su poder y su ubicuidad en una sociedad cada vez más visual. Las formas visuales constituyen representación (información incremental) o construcción (impresión gestión) o ambos (Davinson, 2015).

Es así entonces que el contador debe empezar a utilizar más las herramientas visuales, ya que estas podrían representar perfectamente lo que quiere mostrar en sus informes y en ese mismo sentido cambiar la percepción de conservador que se tiene sobre él frente a lo numérico. Como mencionan Ruiz y Osorio (2016), citando a un entrevistado, la forma de organizar el conocimiento pasa por la posibilidad de comunicarlo y aplicarlo en la vida cotidiana, con lo cual la forma de comunicarlo se torna vital para alcanzar los fines sociales que tiene la información contable (p. 22).

La simbolización del rol contable

Se puede observar que las diferentes profesiones tienen diferentes símbolos que las representan. Un ejemplo de ello es el derecho, que tiene la balanza de la justicia como simbología principal y alude a lo justo como principal valor de esta profesión. También la salud, cuyo símbolo es el esculapio, que representa la relación desinteresada con los pacientes, las serpientes en forma de ocho representan equilibrio y su verticalidad forman el símbolo de infinito.

En efecto, y con base en el tema principal de esta investigación, se puede decir que no hay objeto, ni símbolo ni una imagen que represente en su totalidad a la contaduría. No se ha creado aquello que al mirar pueda llevar a pensar o incluso identificar esta profesión y todo lo que conlleva. Si se busca un símbolo que la personifique, solo se encuentra aquel diseñado por el simbolista colombiano y arquitecto Dicken Castro, el cual fue avalado por la Asociación Interamericana de Contabilidad (AIC). El logo fue realizado con base en la técnica de la partida doble, el deber y el haber de Lucas Pacioli y la proyección que tiene la contaduría a nivel internacional; sin embargo, al analizar esta representación quizás se pueda quedar corta y con pocos principios para representar gráficamente la profesión. Es por ello por lo que se requiere tener una base tanto en el ámbito social como en lo visual para representar la profesión de manera íntegra.

Es ahí entonces que surge la duda del porqué esto no ha sucedido, pues como bien se sabe la contaduría pública se ha ido transportando e incluso ha ido trascendiendo con el tiempo hasta convertirse en una de las más demandadas en la lista de las profesiones, según Javier Borda Díaz, en la página de ofertas laborales Elempleo.com, en la que se posiciona en cuarto lugar.

Con base en esta representación simbólica y en el conjunto de representaciones sociales planteadas en el capítulo anterior, es posible afirmar que ni los mismos contadores se han atrevido a ir más allá de lo técnico, de pensar en una calculadora y un libro de cuentas para representar su vocación; porque si se ahonda en la figura como tal, este solo se ha basado en cómo representar lo que hace día a día, mas no en lo que le compete como conocedor de la contabilidad como ciencia y como práctica social. Al analizar los diferentes posters de los congresos y simposios de la Federación Nacional de Estudiantes de Contaduría Pública (Fenecop), se encuentra uno en particular del año 2013, del XIV Congreso Nacional de Estudiantes de Contaduría Pública de Colombia, IV Congreso Latinoamericano de Estudiantes de la Disciplina Contable bajo el lema “Construyendo Tejido Social por una Profesión Contable, Humana, Digna y Soberana”, en el que se incorpora un quipu como símbolo de la identidad contable latinoamericana y como una evidencia del despojo colonialista que, ignorando las prácticas culturales del territorio, impuso sus propios métodos contables, los cuales además adolecían de un considerable atraso con respecto al resto de Europa (Franco, 2011). Aquí también suma, pues representan la necesidad que tienen las organizaciones estudiantiles de unirse en bloque para resistir –desde la investigación y la universidad– ante los constantes embates del neoliberalismo y la globalización. En ese sentido se puede observar cómo los quipus son una representación cultural que ha trascendido y se ha ido adaptando a los diferentes grupos sociales que lo han adoptado finalmente como un símbolo contable. En esta pieza se grafica el quipu para hacer referencia a los problemas de América Latina, los cuales, en esencia, son los mismos, pues se enfrentan presiones idénticas provenientes de los centros de poder hegemónico. Por ejemplo, en el ámbito internacional, hay una imposición a la implementación de estándares a la contabilidad, sobre todo al gremio latinoamericano, que no se adaptan a la diversidad cultural de nuestros pueblos, a las necesidades y situaciones de cada país, en especial de Colombia.

Esto corresponde a una actitud deliberativa con pretensiones de adhesión y de compromiso con las ideas. Moscovici (1988) planteaba que, en los procesos de comunicación relacionados con las representaciones sociales y simbólicas, existen actitudes que se circunscriben a las relaciones entre los grupos y los propósitos y roles que se establecen al interior del grupo. El caso específico de Fenecop obedece a la propaganda, la cual se establece a través de la filiación de personas unidas por una misma creencia:

aglutina a personas que comparten un compromiso político específico, y vislumbran una forma adecuada de organización política donde el centro domina definiendo realidades y se forman lazos afiliados de solidaridad. El grupo interno está compuesto por militantes que pueden estar activos en diversas formas de agitación, pero que dependen del centro para el contenido intelectual de su representación. (Psaltis, et al., 2014, p. 65)

También se analizó el poster del IX Simposio de Contaduría Pública. “La conciencia social del profesional contable” de noviembre de 2014, en el que nuevamente aparecen imágenes muy marcadas, con texturas rígidas y tramos fuertes en representación del contador tradicional, como los son una calculadora, un lapicero y una hoja de extracto bancario, lo que refleja una ilustración basada en la tecnicidad de la profesión contable y a la vez alude a un prejuicio en el que el profesional debe estar relacionado con lo numérico. En cuanto a los colores con los que se pintó la pieza se tiene en color gris el número del simposio y, debajo de este, el lema del evento en color amarillo, que refuerza la intención del simposio, que invita a la generación de una seria conciencia social que permita rescatar la confianza pública en la profesión como generadora de cambios en el mundo. El azul predominante en el fondo de la pieza representa inteligencia, sabiduría y entendimiento, serenidad y estabilidad. Por eso, en su interpretación contemporánea, se asocia con el racionalismo y, más concretamente, con la ciencia, la tecnología y la innovación, que se relacionan con las imágenes anteriormente mencionadas. Por último, se encuentran las líneas cinéticas de color amarillo y negro, colores propios del logo de la UPTC, que denotan dinamismo y énfasis en el sentido heráldico. El color amarillo ocre simboliza riqueza, soberanía, poder, democracia, constancia, virtud, justicia y esplendor, el color negro simboliza prudencia, obediencia, sabiduría y ciencia.

Adicionalmente, el poster del V Simposio de Investigación Contable Región Caribe, con el lema “El conocimiento como base para la transformación de una sociedad globalizada”, de color azul en todo el fondo, tiene como base una líneas cinéticas que denotan globalización, ciencia, innovación y tecnología, líneas que soportan al mundo graficado en el centro de la pieza y sobre el que se encuentra una cinta que contiene cuatro imágenes: la primera es representada por el dinero que crece en forma de planta y denota abundancia; en la segunda imagen aparecen profesionales de diferentes carreras que se relacionan con el conocimiento; en la tercera está la ciudad como transformación, y la cuarta es una imagen de industria que representa el desarrollo y que hace alusión al slogan indicado inicialmente. Este poster hace un llamado a la globalización del conocimiento para la trasformación de la sociedad por parte de los profesionales de la contaduría pública.

Otras concepciones más internacionales de la contabilidad invitan al contador a operar un cambio de mentalidad, bajo la premisa de que es necesario empezar a volverse un poco más moderno y tomar los desafíos que está presentando la actualidad. En la investigación realizada por Baldvinsdottir, et al. (2009) sobre el discurso de los anuncios de software de contabilidad y la imagen del contador, en la que analizan diferentes publicaciones en los anuncios de software de contabilidad que han aparecido en las publicaciones profesionales del Chartered Institute of Management Accountants durante los últimos años, se observa un anuncio publicado en Requisoft con la imagen de una mujer vestida de rojo con una serpiente en la boca. Esta en particular genera todo tipo de opiniones y en la investigación anteriormente mencionada se interpreta de la siguiente manera: el anuncio de dominatriz parece desafiar la imagen tradicional del contador como una persona responsable y confiable, y sugiere un cambio de ser conservador a ser ultramoderno, con el riesgo como valor intrínseco a la profesión contable (Baldvinsdottir et al., 2009).

Siguiendo la línea de lo propuesto por Moscovici (1988), estas visiones corresponden a la propagación. Esto es, a la difusión de unas ideas naturalizadas como centrales e incluso únicas, por una autoridad central, la cual solo es cuestionada en los márgenes del grupo. “Los lazos que unen a los miembros de este grupo de personas aquí es la comunión y los grupos externos se caracterizan por su falta de fe o por su adhesión a creencias alternativas (Gillespie, 2008) o ideologías políticas” (Psaltis et al., 2014, p. 64).

Se considera que esa no es la imagen que debe orientar la labor del contador, ya que el lenguaje, y estamos de acuerdo con que la contabilidad lo es, tiene la posibilidad de incidir en la construcción de la realidad, por lo que contribuye a su transformación. Desde este punto de vista, una visión crítica contextual de la contabilidad en la práctica, contribuiría a que esta se oriente a diversas entidades y asuma diversos enfoques y formas con diversos contenidos, usuarios y usos en formas innovadoras, de tal forma que posibilite nuevas formas de ver (Gallhoffer y Haslam, 2003 citados por Ruiz y Osorio, 2016).

Esto respondería a lo que Moscovici (1988) (citado por Psaltis, et al., 2014) planteó como una actitud de difusión dirigida a aquellos que establecen un vínculo de afiliación en un grupo, independientemente de las diferencias que puedan existir al interior de este, lo que abre así las posibilidades de discusión.

Representación de la contabilidad en la sociedad

Lo dicho previamente pretende sustentar el valor creativo que tienen las representaciones sociales y simbólicas, como vínculo productivo entre los discursos y la acción, ya que “no solo reflejan la realidad sino que intervienen en su elaboración” (Rubira y Puebla, 2018, p. 2), por lo cual más allá de ser un mero indicio de una realidad personal, un síntoma de una concepción individual, se convierten en un factor constitutivo de la propia realidad.

Desde ese punto de vista, surge la necesidad de establecer una disputa discursiva en el seno de las disciplinas, ya que esta lucha ha de permitir que estas amplíen sus posibilidades de intervención en la sociedad. Talcott (citado por Villada, 2007) ha hecho aportes que permiten generar unos interrogantes acerca del sentido atribuido al valor social de las profesiones en general, y de la contaduría en particular. Además, ha analizado las profesiones como “un sistema social en miniatura, en donde el profesional hereda un saber, lo aplica a un campo y esto le permite ascender socialmente” (p. 86). En ese sentido, las profesiones se ven inmersas en unas disputas acerca de su valor, e intentan ganar el reconocimiento que les permita competir en ese proceso de transacción económica que deriva en una retribución acorde con la valoración de su trabajo (Valcarce, 2012). Se añade que ese reconocimiento simbólico legitima sus propuestas en los debates públicos.

Quinché (2012) propone que la contabilidad es una disciplina construida socialmente y es constructora de la realidad social. Sabiendo esto, “es necesario reafirmar que cuando se habla de que la contabilidad posee una retórica particular, en ningún momento se afirma que lo que la contabilidad expresa es falso” (Guzmán y Mondragón, 2018, p. 32), sino que se orienta hacia la discusión de lo posible en procesos deliberativos (Ruiz y Osorio, 2016).

Además, la contabilidad se encuentra en el foco social, porque es por ella y su proceso de producción de la información, y por consecuencia de su resultado, más el conjunto de contabilidades de las empresas e instituciones de un país, territorio, nación o continente, que el resto del mundo clasifica y se hace una imagen del estado o situación que vive quien presenta su información. Por ejemplo, la contabilidad permite evaluar la rentabilidad de un país, si tiene liquidez, cómo se encuentra en cuanto a deudas, qué tan productivo es, cuánto invierte en educación, la riqueza de su población, etc. De tal manera que la contabilidad “reproduce valores cohesionadores que cumplen funciones morales y que determinan las acciones presentes y futuras” (Gómez, 2003, citado por Guzmán y Mondragón, 2018). Así mismo lo expone Jere Francis (1990) en su texto “¿Tras la virtud?, la contabilidad una práctica moral y discursiva”:

la contabilidad es una práctica transformadora que tiene la capacidad de cambiar las cosas en el mundo. Puede haber una diferencia en lo que elegimos hacer. Esto puede afectar nuestras experiencias vividas en forma muy específicas y particulares de modo que cada consecuencia que claman por un discernimiento moral sobre la parte de sus practicantes. (p. 1)

Con base en lo anterior, se ha comprendido, cada vez más, y se ha hecho más evidente, que la contabilidad se asocia con la autoridad, el orden y el poder económico y político, y que ella tiene una influencia significativa en la constitución de las personas, las organizaciones y la sociedad. Así mismo, la confianza pública y el interés público se han considerado propósitos y responsabilidades fundamentales del hacer y el saber contable. Por ello, en la medida en que “autoridad”, “orden”, “confianza”, entre otros, son valores que juzgamos como fines o propósitos loables y “buenos”, la contabilidad está atravesada por cuestiones y condicionantes morales (Miller y O´leary, 1987, citado por Gómez, 2007).

Por lo anterior, se podría llegar a pensar acerca del contador del futuro y cuestionarse sobre ¿cómo evolucionará el profesional de la contaduría pública?, ¿seguirá en la misma línea?, ¿tendrá la necesidad el contador de hacer estudios complementarios?, ¿cambiará la forma de llevar la contabilidad?, ¿podría hacer desaparecer la contaduría pública? Miles de interrogantes pueden pasar por la mente, con pocas respuestas acertadas o solo unas simples especulaciones.

De este modo, un profesor de la Universidad Nacional de Colombia, Mauricio Gómez (2019), da una visión de cómo será el contador del futuro en su artículo “Pensando en el futuro: competencias profesionales del contador público frente a la revolución industrial”, en él expone el rol clave que jugará el contador público en la gestión de las expectativas de inversores, prestamistas, gerentes, empresarios y otros actores dentro y fuera de las organizaciones. Además, dice que implica “una conciencia multicultural, capacidad de análisis de los fundamentales económicos y de los riesgos de las inversiones, así como capacidad para gestionar el conflicto, explicando la estrategia y el desempeño financiero de las empresas en este nuevo contexto” (Villegas, 2019, p. 3).

Adicionalmente, Gómez (2019) expone sobre la importancia en la gestión de riesgos, la planeación estratégica, la medición de desempeño y el gobierno corporativo, ya que son campos que reclaman más presencia de los contadores públicos por los cambios significativos que tendrán en materia de regulación y cumplimento. Además, las herramientas como la inteligencia de negocios y la analítica de datos serán claves para realizar un seguimiento pormenorizado del riesgo operacional del negocio, de las dinámicas de la competencia en el mercado y de la forma en que opera la organización a través de toda su cadena de valor. Gómez (2019) también hace énfasis en un mundo de productos personalizados, hábitos y expectativas de consumo; además de bienes y servicios complementarios y sustitutos, entre otros, que deberán convertirse en información contable estratégica. Para lograrlo se requerirá un contador con liderazgo, con perspectivas globales e intersectoriales, pensamiento estratégico, táctico y con buenas habilidades interpersonales. En cuanto a lo corporativo, los reportes serán con temas sociales y ambientales, lo cual hoy en día se ha convirtiendo en una tendencia emergente que reclama conocimientos técnicos, conciencia y sensibilidad ambiental, así como el trabajo con equipos interdisciplinarios.

Además, considerar las necesidades de los usuarios en cuanto a la información que requieren para la toma de decisiones no solo es de suma importancia, sino que también constituye la base para un adecuado desarrollo de la teoría que sustenta la constitución de sistemas contables. Parte de las dificultades que presenta actualmente la contabilidad tienen que ver con la constitución de estructuras teóricas y categorías que en forma integral y sistemática le entreguen respuestas adecuadas al entorno, que estén en función de los desarrollos de la organización, de la sociedad y, en especial, de los usuarios de la información que demandan nuevos referentes para operar en el marco de acciones integrales, en las que lo financiero y lo económico constituyen un segmento del conjunto de intereses que se manifiestan en la toma de decisiones (Jiménez, 2012).

Todo lo anterior implica redimensionar el papel social que cumple la contaduría pública, comprender las tensiones y diálogos en los cuáles se ve inmersa. Además, que representa simbólicamente la contaduría pública ante una sociedad envestida de paradigmas, prejuicios y mitos, todo esto enmarcado dentro de una sociología de las profesiones.

La interpretación sociológica de la profesión contable implica mantener posturas teóricas interdisciplinarias y críticas, desde las disciplinas económicas y sociales. En este sentido, se hace importante la formulación de proyectos bajo perspectivas de investigación analítica y comparativa, en los cuales con base en el abordaje sociológico de la profesión se analice la autonomía relativa del campo contable y su interacción con los campos socioeconómico y geopolítico (Villada, 2007, p. 13).

De esta manera, Villada (2007) en su artículo “Sociología de la profesión contable en Colombia” concluye que es posible contrastar las dinámicas de los agentes que constituyen el “campo contable”, sus luchas, creencias y capitales predominantes, con el fin de analizar el papel desempeñado por los profesionales contables en las interacciones con otros campos, como el económico y el jurídico (y agregaríamos el simbólico), y de esta manera ofrecer la nueva interpretación de la estructura profesional contable en la sociedad contemporánea.

Con ese propósito, la discusión acerca de las representaciones sociales y simbólicas y la búsqueda de nuevos símbolos que reconozcan las tensiones, avances y nuevas aspiraciones de la contaduría se convierten en una tarea política y educativa esencial, ya que existe una íntima relación entre los valores y actitudes de un grupo y los patrones de comunicación característico que lo sustentan (Mocovici, citado por Psaltis, et al., 2014, p. 63).

Conclusiones

Se puede afirmar que la imagen del contador a través de los años ha tenido diferentes prejuicios y que, según lo analizado desde los anteriores antecedentes, la gran mayoría de estos son negativos, entre los que predominan ser aburrido, monótono, practicar actividades delictivas y acciones antiéticas. Aunque algunos con posturas positivas afirmaron que el contador se observa en algunas películas como honesto, disciplinado y respetuoso de la ley, lo que lleva a suponer que el profesional de la contaduría pública es visto de forma radical ya sea de manera negativa o positiva sin haber puntos medios.

Se concluye, además, que en las últimas décadas la imagen del contador ha cambiado significativamente, han surgido nuevas representaciones del contexto social y el carácter de los contadores ha pasado de ser percibido como responsable y luego racional a un hombre de acción instruido y más recientemente a un individuo hedonista. En 1970 y 1980 se presenta un contador responsable y racional, que proporciona información para la toma de decisiones racionales. A principios de la década de 1990, el discurso emergente construyó una imagen más aventurera y poderosa de contadores, como exploradores atrevidos y buscadores de emociones. Las nuevas tecnologías han reemplazado la disciplina, las normas prescritas y los controles sociales. Este cambio en la imagen del contador sigue a un cambio en la práctica social más amplia, de premodernidad a alta modernidad y, más recientemente, a hipermodernidad (Baldvinsdottir et al., 2009, p. 858).

También se tiene en cuenta que la profesión, a lo largo de los años, se ha venido reorientando y ha evolucionado gracias a la tecnología hasta llegar a un punto de reconvertirse y redefinirse. Así entonces se pretende que el contador de hoy en día redefina la imagen que se ha visto de él mismo a través del tiempo para que se cambien las percepciones negativas por positivas y que esta profesión obtenga el alto grado de credibilidad que necesita para desarrollar sus actividades libremente.

Es necesario que el contador comprenda la importancia de las representaciones simbólicas y las utilice en su deber diario, para que asimismo le dé la importancia necesaria a la representación simbólica de la profesión misma. Como bien pudimos observar a lo largo de este escrito, aunque la tarea que ha desempeñado el contador ha sido invaluable y en sus informes logra representar la realidad de ciertos hechos económicos que están a su alcance, se ha quedado corto en la representación de él mismo en su profesión, en la misma contaduría, que lo permea y que le ha permitido llegar a tal punto para realizar lo anteriormente mencionado.

Finalmente, es un asunto que compete a un sinnúmero de personas y que puede ser la motivación para empezar a buscar aquello que represente la profesión, para no seguir pasando de largo en la evolución de estos tiempos y para tomar un papel significativo en la sociedad.

La representación del contador va encaminada a diversos factores del entorno, como la cultura, la literatura, la responsabilidad social ambiental, el bienestar social, el impacto social y el hecho de evaluar información para la toma de decisiones en una organización. No se queda simplemente en la presentación de los estados financieros o el cumplimiento de una normatividad. Además, el profesional contable debe ser consciente de que debe tener espíritu investigador, debe ser curioso, creativo e innovador. Es así como los contadores tienen un reto en lo poco o mucho que lleven como profesionales. De hecho, desde las academias se podría evaluar dicho aspecto, porque, como bien hemos experimentado aquellos que estudiamos dicha profesión, nunca se ha mostrado lo que simbolice o represente nuestra carrera, sería penoso que a un recién graduado le pregunten por dicha problemática y no tenga nada en su mente más que una cuenta T o una calculadora.

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Notas

1 Artículo destacado para la publicación anual de un trabajo de estudiantes como parte del plan de mejoramiento de la Facultad de Contaduría Pública, Universidad Autónoma Latinoamericana.

Información adicional

Sugerencia de citación: Giraldo, J., Gutiérrez, A. y Giraldo,D.(2021). Representación social ysim-bólica de la contaduría pública.Re-vista Visión Contable, 24, pp.58-81 https://doi.org/10.24142/rvc.n24a4



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