Artículos de reflexión
Recepción: 11 Junio 2021
Revisado: 29 Octubre 2021
Aprobación: 02 Diciembre 2021
Resumen: Este artículo de reflexión explica de manera sucinta los fundamentos de la educación rural en Colombia, los cuales son vitales para poder visibilizar políticas incluyentes que resignifiquen la importancia de los procesos de enseñanza y aprendizaje en la educación rural. En ese sentido, se recurrió a una investigación documental, de la cual se indagaron bases de datos como Dialnet, Scopus y Redylac. En un primer momento se abordarán algunos aspectos fundamentales de la educación rural en Colombia; posteriormente, los aportes de la enseñanza y aprendizaje en el contexto escolar, y, finalmente las políticas educativas en la educación rural del país.
Palabras clave: educación rural, procesos de enseñanza y aprendizaje, políticas educativas, la escuela y contexto escolar.
Abstract: The reflection article explanis the fundamentals of rural education in Colombia, which are vital to make visible inclusive policies that redefine the importance if teaching and processes in rural education. In this sense, a documentary investigation was used, from which databases such as Dialnet, Scopus and Redylac were investigate. Consequently, at first, some fundamental aspects of rural education in Colombia will be addressed; later, the contributions of teaching and learning in the school context, and, finally, educational policies in rural education in the country.
Keywords: rural Education, teaching and learning process, educational policies, the school y school context.
Introducción
La importancia del programa de Educación Rural se fundamenta en que el Estado logre desarrollar políticas educativas que respondan a las necesidades de la educación rural, que carece de una calidad e infraestructura que dignifique realmente la educación de los niños campesinos en la actualidad. De esta manera, este programa busca que todos los niños del campo se les brinde mejores opciones educativas y con ello se les garantice una formación integral en su proceso de enseñanza, esto cohesionado con una educación para el desarrollo (Gobernación del Meta, 2015). Para lograr dichos cambios, es necesario que se amplíe en la educación rural la cobertura y el acceso a esta educación, y esto se puede lograr mediante la adecuada asignación eficiente y equitativa de los recursos para la contratación docente, así como para brindar recursos de mantenimiento a los niños del campo.
En este orden de ideas, se abordarán primero algunos aspectos fundamentales de la educación rural en Colombia, luego los aportes de la enseñanza y el aprendizaje en el contexto escolar y, finalmente, las políticas educativas en la educación rural en el país.
Educación rural en Colombia
De acuerdo con la Ley 115 de 1994, la educación rural como bien lo mencionan los artículos 64 y 65 respectivamente, busca que las entidades territoriales y el Estado colombiano promueva una educación campesina formal e informal como está estipulado en el plan de desarrollo en el ámbito nacional. El hecho de que este tipo de educación se cimente en dicho plan deja entrever que la formación a los estudiantes será eminentemente técnica, enfocada a las actividades agropecuarias, forestales, agroindustriales que les sirvan a los estudiantes para educarse para el trabajo y así poder emprender a futuro. A su vez, esto mejorará las condiciones humanas, de trabajo y la calidad de vida de los campesinos y a incrementar la producción de alimentos en el país (Ley 115 de 1994).
De esta manera, una educación campesina fundamentada en una educación para la producción se puede consolidar desde un proyecto en común, en el que las secretarías de educación y las entidades territoriales logren establecer directrices o mejores estrategias educativas para que a través de estos organismos se visibilicen dichos proyectos de educación rural en el ámbito local y regional (Ley 115 de 1994).
Además de lo anterior, los estudiantes campesinos con base en su formación académica y productiva —el carácter agroindustrial y ecológico de la misma—, tienen la responsabilidad social de prestar un servicio social a su comunidad, que consiste en capacitar y asesorar a las familias campesinas de la región, de manera que trascienda el ejercicio de aprendizaje en el aula y se visibilice en la comunidad.
Ahora, es fundamental que el Gobierno municipal disponga de granjas en las comunidades que ayuden a que la comunidad produzca y mejore su calidad de vida, con base en las asesorías formativas de sus estudiantes. Se trata de un trabajo cooperativo en el que el municipio, los docentes, los estudiantes y la comunidad trabajan en beneficio de mejorar sus condiciones de vida.
Para ello, es indispensable que las instituciones educativas rurales brinden las herramientas necesarias a los estudiantes para que ellos puedan pedagógicamente asesorar a su comunidad, por eso es indispensable que la institución educativa oriente prácticas agropecuarias con base en la economía solidaria para que los estudiantes apoyen a la comunidad en general.
Por lo anterior, el Ministerio de Educación Nacional de Colombia tiene la responsabilidad social de brindar a todo el país, regiones y localidades, una atención educativa rural enfocada en responder a las necesidades de los niños del campo (MEN, 2018). Para este propósito, se cuenta con cuatro líneas de acción que son necesarias ejecutar en la ruralidad.
Primero, la cobertura con calidad. Aquí se facilita el acceso a la educación rural en todas las zonas del país, esto va de la mano con una educación de calidad donde es fundamental que los niños del campo tengan una buena conectividad al internet, computadores y una adecuada planta de docentes con buena preparación académica.
Luego, el fortalecimiento institucional. El gobierno brinda herramientas necesarias para que los municipios logren priorizar las necesidades de la educación rural y con ello, generen planes de acción que contribuyan no solo a responder a dichas problemáticas sino a su vez, a desarrollar estrategias pedagógicas encaminadas a fortalecer a las instituciones educativas rurales.
Posteriormente, se encuentra la línea de acción y convivencia escolar. Se busca que el Estado cree las condiciones necesarias a través de proyectos que logren mejorar la convivencia y la resolución pacífica de conflictos, a partir de una educación para la paz en las comunidades educativas rurales y, finalmente, aparece la línea de acción, media técnica rural: “donde se diseñaron los lineamientos generales de política” ( Gaviria, 2015, p. 12), es decir, donde se impulsan los lineamientos educativos para la educación rural, desde los planes formativos de una educación técnica.
A continuación, se revisarán los modelos que están contemplados en la actual política educativa rural:
Aceleración del aprendizaje: se pretende con este modelo que se apoyen a los niños campesinos en miras de mejorar su proceso de aprendizaje. Es decir, donde ellos tengan las herramientas pedagógicas necesarias para desarrollar su potencial de aprendizaje, para ello el docente requiere de actualizar sus procesos de enseñanza para así brindar una educación pertinente que potencie las habilidades de los niños del campo. Un ejemplo de este modelo educativo se denomina la posprimaria, “cuya finalidad es que los niños desarrollen su potencial académico con base en la formulación de proyectos pedagógicos productivos y mediante el uso de guías de aprendizaje” (Colbert, 1999, p. 34), entonces, con dichas guías, los estudiantes mejorarán su proceso de aprendizaje en la escuela.
Otro modelo educativo que es fundamental para mejorar el aprendizaje en la educación rural corresponde a la telesecundaria, que pretende que la institución educativa genere a través de la televisión educativa procesos de enseñanza más dinámicos y didácticos, generando en los niños una motivación por aprender en el campo.
Finalmente, aparece el modelo de servicio de educación rural, que parte en reconocer las potencialidades que existen en los contextos rurales a los cuales pertenecen los niños, y desde ahí el gobierno municipal y la institución educativa desarrollan estrategias o mejores núcleos temáticos orientados a integrar las áreas del saber (Colbert, 1999), que se brindan en la escuela con proyectos transversales en la institución.
La enseñanza y el aprendizaje en el contexto escolar
La enseñanza en la escuela no se puede comprender sino es en relación con el aprendizaje, por eso el docente debe generar procesos encaminados a cohesionar los contenidos que se enseñan con los aprendizajes de los estudiantes. En este aspecto, el aprendizaje cobra sentido en la medida que se logra dar un intercambio entre lo que el profesor enseña en el aula, desde sus estrategias didácticas, y lo que el estudiante aprende con base en las herramientas de enseñanza del docente. Por tanto, enseñar y aprender es un ejercicio pedagógico que permite que los saberes y los contenidos que están en la malla curricular sean pertinentes en el aula.
En esa perspectiva, la enseñanza y el aprendizaje en el contexto escolar se desarrolla en un proceso de interacción donde se intercambia conocimiento, experiencias y saberes encaminados a fortalecer y a fomentar la formación integral de los estudiantes rurales, y sobre todo en miras a un aprendizaje con énfasis en la productividad (Rovira, 2007). Por lo anterior, se infiere o se plantea “que el proceso enseñanza aprendizaje aparece como un sistema de comunicación intencional que se produce en un marco institucional y en el que se generan estrategias encaminadas a provocar el aprendizaje” (Rovira, 2007, p. 23).
Para los autores Coll y otros (1999), el proceso de aprender en el aula es vital, ya que esto ayuda a que los estudiantes mejoren sus habilidades cognitivas y además les mejora su actividad mental, desde el constructivismo, es decir, que en la medida que el docente logra desarrollar estrategias pedagógicas enfocadas a que el estudiante aprenda desde el ser, el hacer, el conocer y el convivir, pues esto ayudará precisamente a que se forme integralmente y pueda desarrollar nuevas maneras de aprender y además otros conocimientos que le son dados en el aula de clase.
Entonces, se evidencia, desde el constructivismo, que el aprendizaje en la escuela contribuye a que los niños del campo puedan integrar los contenidos y saberes transmitidos por el docente. De ahí que el niño pueda fortalecer su ser, comprender lo que hace en la clase, conocer otras miradas o perspectivas del conocimiento y todo esto encaminado a que los niños consoliden su formación integral en la escuela.
Esta capacidad del niño de lograr integrar holísticamente lo que aprende en el aula le va a permitir que mejore sus capacidades personales, sus interacciones sociales y las mismas habilidades sociocognitivas como el describir, argumentar e interpretar que son necesarias en su proceso de aprendizaje (Coll, Palacios & Marchesi, 2001).
Ahora bien, un adecuado sentido del aprendizaje en el aula permite que los niños desarrollen su capacidad activa para poder transformar su realidad social. Específicamente, esa capacidad de inventiva, creatividad e indagación son necesarias para que el niño pueda desarrollar sus potencialidades en su entorno social, y se convierta en un ser dinámico, para ello, es indispensable que el estudiante encuentre su sentido sobre lo que realmente quiere proyectar en su futuro profesional.
Para encontrar el sentido de lo que el niño aprende en el aula se requiere de la motivación, ya que esta capacidad es necesaria para que él se desempeñe mejor en el aula y además para que se relacione mejor con los compañeros de clase, con sus docentes y por supuesto su entorno social. Esto conlleva que el niño consolide un proceso de socialización que es necesario “para que el niño encuentre el sentido por el cual el estudiante adecua el aprendizaje como algo vital en su existencia” (Coll, 1999, p. 102).
Es así como el aprendizaje es una construcción personal que parte del incentivo y motivación del docente para que luego el estudiante comprenda lo que le brinda el docente y puede cognitivamente abrirse al aprender. Esta construcción personal y social del aprendizaje en los niños rurales les va a implicar que ellos puedan generar nuevas maneras de aprender, desde esos conocimientos previos que ya poseen en la experiencia (Coll, 1998).
Para lograr lo anterior, la figura del otro más experto (Coll, 1998), en este caso el docente, que detecta el conflicto de aprendizaje que tiene el niño para así poder brindarle las herramientas didácticas necesarias que este necesita para aprender. Entonces, el docente se convierte en el motivador de los niños para que puedan aprender en el aula, y para ello él busca resolver las inquietudes de por qué se les dificulta aprender, y aquí el docente logra intervenir” de forma ajustada a los progresos de los estudiantes en la escuela” (Coll, 1988, p. 78).
Este proceso de intervención educativa en la ruralidad va a permitir que el estudiante tome conciencia de cómo aprende, de por qué no aprende, de para qué aprende, y así pueda el niño encontrar un sentido en su proceso formativo en la escuela, por consiguiente, él pueda desarrollar una educación productiva que le permita formarse integralmente y además ayudar a crear trabajos cooperativos en su comunidad.
Al respecto, el investigador Escobar (2011) enfatiza:
La importancia de que los estudiantes fortalezcan su proceso de aprendizaje en el aula radica en que a partir de un aprendizaje significativo ellos tengan la disposición de aprender, y esto se consigue en la medida que el sujeto con sus compañeros de clase logra generar relaciones en su aprendizaje y desde ahí ellos pueden comprender mejor aquello que ya sabía de un saber específico y resignificarlo con lo que aprenden en sus procesos pedagógicos del aula (Escobar, 2011, p. 20).
Así mismo, los autores Coll y otros (1999) infieren que, cuando el estudiante aprende, este genera nuevas interacciones con lo aprendido, y eso va a permitir que el aula de clases se convierte en un espacio dialógico de interacción entre lo que enseña el docente y lo que aprende el estudiante y es en el curso de esas interacciones cuando “se construye la motivación intrínseca, que no es una característica del estudiante, sino de la situación de enseñanza-aprendizaje, y que afecta a todos sus protagonistas” ( Coll, 1991, p. 67), que trae como consecuencia que el aprendizaje se adecue a las necesidades de los estudiantes rurales.
Desde esta visión, el estudiante se acerca realmente a lo que es aprender y cómo de su práctica cotidiana logra relacionar esos contenidos de aula con lo que aprende en su contexto social, es decir, que la exigencia de aprender debe propiciar que genera una implicación contextual en la vida del estudiante rural, donde el campo, la agricultura, la naturaleza, los animales y el medioambiente que lo rodea constituye su visión de lo que aprendió en el aula, y desde ahí construye nuevos aprendizajes, desde lo que conoce y vive en su entorno social, entonces, en términos de Coll (1998), se trata de que los niños logren estar dispuestos a establecer relaciones y tomar conciencia de aquello que aprende en el aula.
Por tanto, el proceso de enseñanza y aprendizaje en la escuela tiene como propósito a saber que el estudiante encuentre la razón de ser de su formación académica, y aquí aparece como se mencionó con anterioridad el sentido de aprender, es decir, cuál es el propósito del aprendizaje para el estudiante rural, realmente aprender unos contenidos le ayudará a su formación personal en el campo, o cuál es la finalidad que se persigue cuando se aprende, estos cuestionamientos son necesarios que el estudiante rural se los haga para saber y entender qué le aporta el aprendizaje a su proceso formativo y cómo esto le ayudará a él a desarrollar nuevas manera de aprender y deformarse como persona a nivel productivo, con base en las orientaciones del docente.
La respuesta a estos cuestionamientos o a otros parecidos que contribuyan a que “el estudiante tenga claro el objetivo que se persigue con una tarea y las condiciones de realización, resulta fundamental para que pueda atribuirle sentido” (Gil, 2009, p. 12). Esto exige entonces que los docentes ayuden a través de sus prácticas pedagógicas en el aula a que los estudiantes comprendan por un lado que se quiere enseñar y para qué, y por otra parte, que existe un sentido en el acto de enseñar y de aprender en la formación del estudiante rural.
Adicionalmente, el docente en la medida que planifica y organiza sus clases está planteando el sentido de aprender y cómo esas propuestas de su acto de enseñanza recrean y hacen atractiva su clase (Coll, 1999). Por eso es necesario que dicho proceso de enseñanza y aprendizaje se reconstruya desde una pedagogía del sentido de aprender en el aula, y en esa dinámica los estudiantes rurales entenderán su ser en el aula como en sus entornos sociales.
Al respecto, Escobar (2011) plantea el aprendizaje como un proceso de interacción pedagógica, es decir, donde se integra lo social, lo dialógico y lo sistemático en el aprendizaje. Esto va a permitir que el niño en la ruralidad pueda desarrollar sus potencialidades con sus compañeros de clase y su entorno social. Entendiendo que al aprendizaje es un proceso social y dinámico que requiere de la acción del maestro al estudiante, de interacciones sociales para poder construir intersubjetividades en la construcción del conocimiento entre el docente y el estudiante.
En suma, el aprendizaje se considera un proceso consciente, en el cual el estudiante relaciona la inteligencia que posee para poder llevar a cabo la resolución de problemas en el aula. De manera que a partir de lo consciente el sujeto busca aprender desde una disposición personal que él realiza en su mismo proceso formativo. En esa línea, aparece la creatividad como esa capacidad el sujeto de poder comprender lo que aprende con esa capacidad de inventiva e imaginación.
A partir del proceso de aprender el estudiante rural puede mejorar su capacidad reflexiva y de toma de decisiones que le va a facilitar resolver nuevas problemáticas en el aula o en otros escenarios de aprendizaje.
Por tal motivo, en palabras de Castañeda (2004), esgrime que la importancia de un aprendizaje contextualizado va a propiciar la construcción de nuevos conocimientos, y es el escenario educativo rural el espacio de aprendizaje vital donde los niños campesinos pueden resignificar lo que aprenden en el aula, para ello, las instituciones educativas requieren ser adecuadas en infraestructura y en calidad de docentes, de manera que se permita “ un adecuado desarrollo de la enseñanza en la educación escolar” (Castañeda, 2004, p. 2).
El aprendizaje en la educación escolar está destinado a contribuir al desarrollo en la medida en que aprender no es copiar o reproducir la realidad. Los autores Coll y otros (1999) profundizan en la importancia del aprendizaje desde el aprender, puesto que se aprende cuando el estudiante tiene la capacidad de elaborar una representación personal sobre un objeto de la realidad o contenido que se pretende aprender; implica aproximarse a dicho objeto o contenido con la finalidad de aprehenderlo; no se trata de una aproximación vacía, sino tomada desde las experiencias, intereses y conocimientos previos que presumiblemente pueden dar cuenta de la novedad; “el aprendizaje en la educación escolar busca que los estudiantes aprendan y desarrollen en la medida en que puedan construir significados adecuados en torno a los contenidos que configuran el currículum escolar” (Coll et al., 1999, p. 19). Esto incluye la aportación activa y global del estudiante, su disponibilidad y conocimientos previos en el marco de una situación interactiva, “en la que el profesor actúa de guía y de mediador entre el niño y la cultura, y de esa mediación que adopta formas muy diversas, depende en gran medida el aprendizaje que se realiza” (Herrera, 2001, p. 12).
Políticas educativas de la educación rural
En Colombia, el tema sobre políticas educativas en la ruralidad ha tenido cierta complejidad, por un lado, por el tema de los recursos económicos que se destinan a este tipo de educación, que por lo general no cumple con las expectativas que realmente se necesitan para mejorar las condiciones económicas, sociales, culturales y de infraestructura de los estudiantes en la ruralidad; de hecho, con motivo de la pandemia de la COVID-19, que todavía se presenta en el país, se ha encontrado que las políticas que ha instaurado el Gobierno nacional para afrontar la pandemia en estos sectores rurales no cumple con los requerimientos de esta población, específicamente con una buena conexión de internet en la escuela, computadores, y además la precaria situación de muchas de las vías rurales en el país, esto conlleva que la educación rural necesite repensarse y buscar estrategias pedagógicas y educativas para poder enfrentar la situación actual que vive el país a nivel económico, cultural, social y de salud.
La escuela rural es una institución social que ha vivido innumerables desafíos a lo largo de la historia, desde problemas de comunicación, de conectividad, de difícil acceso, y entre otras situaciones que ha generado precisamente que se vaya transformando de acuerdo a las necesidades de la educación actual, y especialmente de acuerdo al modelo capitalista que vive el país donde se prepara a los estudiantes más como productos mercantiles que realmente como sujetos empoderados y formados integralmente (MEN, 2009).
Lo anterior ha llevado al debate en la academia sobre qué tipo de estudiantes se requieren para el futuro de la sociedad, y preguntas como: ¿Qué se debe enseñar en la ruralidad? ¿Son necesarios los contenidos en la enseñanza rural? ¿Qué políticas educativas se deben implementar en la educación rural? Esto nos lleva a reflexionar críticamente para qué educar en la ruralidad y el papel del Estado en visibilizar una educación rural integral con dignidad, a su vez, se requiere pensar desde las políticas educativas una educación que aparezca “como pedagogía rural y saberes campesinos” (MEN, 2009, p. 53).
A continuación, aparecen algunos aportes que las comunidades rurales organizadas pueden hacer de acuerdo con sus contextos sociales:
El Estado debe garantizar una educación rural donde se logre fomentar la identidad de su cultura; el arraigo a la tierra; la sostenibilidad ambiental y el reconocimiento de sus derechos en la sociedad. Es decir, que las políticas educativas en la ruralidad deben visibilizar y legitimar una educación identitaria del campo donde los estudiantes reconozcan sus raíces culturales y sus costumbres ancestrales, de manera que esto sirva para que los niños en la escuela logren tomar conciencia de su idiosincrasia, y desde ahí puedan formarse en una educación rural productiva e integral.
También la educación rural debe darles cabida a los saberes locales —campesinos—, ya que esto afianza su identidad cultural. Aquí resulta interesante y pertinente que los docentes en sus procesos de enseñanza y aprendizaje fomenten en los estudiantes rurales saberes ancestrales que son vitales para su formación personal y profesional, esto se puede establecer desde la capacidad creativa del docente para implementar dichos saberes en el aula, con base en didácticas contemporáneas que le permitan dar a entender cómo estos saberes son esenciales en el proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Otro aspecto importante para que las comunidades rurales se puedan organizar sería la construcción de herramientas metodológicas encaminadas a fortalecer el aprendizaje en los estudiantes rurales, esto va de la mano con recurrir a la utilización de currículos flexibles que permitan precisamente un acercamiento más contextualizado del aprendizaje en el aula.
De lo anterior, surge la necesidad de diseñar currículos que permitan evaluar efectivamente el aprendizaje de los estudiantes, para ello, cuestiones cómo para qué ellos deben estudiar, qué espacios escolares les puede ayudar a su proceso formativo, o, por ejemplo, cómo se debe estructurar el calendario escolar de los estudiantes, bajo qué necesidades y “cuál es el perfil que debe tener el docente rural (MEN, 2009, p. 60).
Con base en lo anterior, el MEN (2009) deberá garantizar la cobertura a la primera infancia; ofrecer modelos educativos flexibles que se adapten “a las necesidades de las comunidades y del medio rural, con un enfoque diferencial (MEN, 2015, p. 65).
Adicionalmente, es importante que se implemente el mejoramiento y adecuación de la infraestructura educativa; así mismo, la permanencia del personal docente y el acceso a las tecnologías de la información.
Lo anterior va de la mano con la necesidad de que se garanticen las condiciones de gratuidad para que los niños campesinos puedan estudiar; y para ello se requiere que el MEN (2009) incorpore la formación técnica agropecuaria en la educación rural, que se ofrezca becas para que los hombres y mujeres rurales puedan acceder a la educación.
Además de lo anterior, se necesita que se fomente en la ruralidad la investigación en ciencia y tecnología para el sector agropecuario y, finalmente, el MEN (2009) debe incrementar los cupos o becas para que los niños campesinos puedan acceder a la educación universitaria, incluyendo a personas en situación de discapacidad.
Sobre la infraestructura en la educación básica rural
En la actualidad, en el país existen 45.480 sedes rurales con base en los registros que posee el MEN (2020); sin embargo, se “encontró que un 70 % de las sedes no tiene red de gas y un 60 % no cuenta con alcantarillado en la ruralidad, además un 30 % no tiene acueducto” (p. 3).
Es así como en la mayoría de las zonas rurales del país no se dan condiciones de vida digna para que los niños puedan estudiar con una calidad de vida digna y así ellos puedan responder a los retos de la educación rural. Esta problemática mencionada, es decir, la falta de infraestructura ha generado que existan otras modalidades distintas a la educación normal, como por ejemplos los centros de desarrollo infantil, que actualmente existen 5.987 centros en la ruralidad, estos espacios por lo general “cuentan las condiciones mínimas de funcionamiento para la atención en el marco de los estándares definidos por el Ministerio de Educación, en el marco de la Comisión Intersectorial para la Primera Infancia, para la educación inicial” ( MEN, 2015, p. 4).
Docentes y directivos en la educación básica rural
Actualmente, las escuelas rurales enfrentan el desafío de poder incluir en sus procesos pedagógicos la articulación de proyectos productivos y la consolidación de procesos de paz y reconciliación (con los aportes del Acuerdo de Paz (2014) entre el Gobierno y las Farc), que contribuyan a crear conciencia en la formación integral de los estudiantes de la ruralidad.
En ese sentido, los directivos y los docentes de las instituciones educativas rurales tienen la responsabilidad moral y social de fomentar y de promover en sus prácticas educativas acciones democráticas que legitimen una educación para la paz y convivencia en medio de situaciones de conflicto y de guerra que por lo general se vive en la ruralidad, así como el desplazamiento forzado y la violencia exacerbada que atenta contra los derechos y dignidades de las comunidades; al respecto, se encontró que entre 1990 y 2000 se dieron 331 casos de violencia o ataques violentos hacia instituciones educativas rurales en el país (Parra, 2020), y por tanto esto afecta considerablemente la formación integral de los niños del campo.
Por lo anterior, es necesario que las instituciones educativas rurales enfrenten y resuelven aquellas dificultades mencionadas que atentan contra la libertad y la dignidad de los niños del campo y, por ende, a su proceso educativo. De esta manera, es indispensable que se construyan y se ejecuten políticas educativas donde la escuela sea el centro del capital social, y en ese sentido se le dé participación a las familias y a otros actores comunitarios que contribuyen a la formación de los estudiantes.
Para ello, los directivos desde la gestión organizacional de las instituciones educativas rurales tienen la responsabilidad de trabajar mancomunadamente con la secretaria municipal, de modo que se creen proyectos educativos productivos y que ayuden a fomentar el desarrollo en la escuela ya que esto favorece el proceso formativo de sus estudiantes. Esto significa que tanto maestros como directivos busquen la transformación de la realidad de la institución. Para lograr esto se requiere de un cuerpo directivo calificado y a su vez de docentes preparados académicamente y con una ética profesional, expertos en pedagogía y en didáctica, ya que así ellos puedan orientar y acompañar los procesos pedagógicos de sus estudiantes.
Sin embargo, en la actualidad es indudable que se requiere una mayor formación profesional a los docentes rurales, de hecho, muchos de ellos no tienen estudios de posgrado, y tampoco ellos se capacitan en cursos de formación docente, entonces, esto afecta considerablemente una educación rural con calidad y un aprendizaje con calidad.
Además de ello, muchos de los recursos destinados por parte de los municipios a los docentes no se llevan a cabo por temas de corrupción estatal, y si le agregamos que en varias zonas del país no existen programas de calidad para formar docentes rurales, ya que son zonas de difícil acceso o los docentes no pueden pagar dichos cursos de formación (MEN, 2009).
Entonces tanto directivos como docentes requieren de los medios o herramientas necesarias para que ellos puedan ofrecer un servicio de calidad en la escuela rural, de lo contrario los niños campesinos seguirían siendo los afectados al momento de estudiar en la escuela y en un futuro cercano.
Conclusiones
La importancia de promover una educación constructivista en la escuela rural, ya que esto ayuda a que los niños rurales puedan comprender mejor lo que aprenden en la escuela y darle un sentido a su formación integral, es primordial este enfoque educativo para que los niños sean conscientes de su aprendizaje y además logren transformar su realidad social no solo en la escuela sino también en otros contextos sociales.
Para lograr eso, las escuelas rurales tienen el desafío de generar espacios de convivencia donde se vinculen a las comunidades en un trabajo cooperativo donde estudiantes, docentes, directivos y la comunidad cooperen en pro del mejoramiento de la educación rural, y por supuesto en concordancia con los lineamientos del MEN ( 2009) se fomente una educación para la paz que permita la resolución de conflictos en la escuela y con ello se garanticen unos mínimos de convivencia en la institución educativa que sirvan para fortalecer una cultura de paz en la ruralidad.
Dentro de las políticas educativas de la educación rural es indispensable que los municipios apuesten la construcción de un capital social que esté ligado a la escuela rural, de manera que se le brinde una mayor participación a la familias y a otros actores de la comunidad, en función de una educación rural cooperativa y pertinente; adicionalmente, se requieren políticas educativas donde se creen redes de apoyo, específicamente con el actuar de padres de familia y la comunidad en general en aras de ayudar a los procesos de aprendizaje de los estudiantes en el campo, para ello se recomiendan políticas educativas orientadas a crear proyectos productivos de desarrollo, los cuales son fundamentales en la formación integral de los niños.
No obstante, se requiere de un esfuerzo mancomunado del Gobierno nacional y de los entes territoriales para generar políticas educativas que coadyuven a fortalecer la educación rural, desde una adecuada infraestructura en las instituciones educativas; pero, especialmente generar acceso ilimitado a internet a esta población y, por ende, un acceso gratuito a la educación rural, esto va a facilitar que los docentes logren promover acciones pedagógicas dinámicas en el aula y a su vez se implementen nuevas didácticas, desde los aportes de las TIC en los escenarios rurales.
Referencias
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