El presente libro forma parte de la colección La Argentina peronista publicado por la Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Eudem) y el Grupo Editor Universitario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GEU).

En el marco de una creciente producción historiográfica en torno a los vínculos entre Estado e Iglesia católica en Argentina, la relación entre catolicismo y sindicalismo durante el primer peronismo aún constituye una temática de escasa investigación.

En esta línea, Jessica Blanco analiza la participación de la Iglesia católica en la vida sindical argentina a través del accionar del laicado. Si bien la autora reconoce su presencia minoritaria en el movimiento obrero organizado, destaca su influencia en la elección política de los trabajadores y en la construcción de una memoria colectiva, la cual se manifiesta más allá del conflicto y de las relaciones entre la jerarquía eclesiástica y la dirigencia peronista.

Durante el periodo analizado, entre 1930 y 1950, Blanco señala que las propuestas del sindicalismo católico adquieren mayor gravedad al tiempo que interactúan con el proyecto de sindicalización del peronismo. Casos como Córdoba, Rosario, Buenos Aires, Tucumán, Salta, La Plata, entre otros, son abordados con el objetivo de mostrar una heterogénea, cambiante y fragmentaria geografía sindical, en la que la religión fue un factor más en la configuración de la identidad de los trabajadores al igual que la clase y la profesión.

Blanco utiliza una multiplicidad de fuentes como la prensa de la época tanto nacional como provincial y local, publicaciones periódicas de las diferentes entidades sindicales abordadas en el libro y entrevistas a antiguos miembros y sacerdotes vinculados a la Juventud Obrera Católica (JOC).

Historia de una relación impensada es un libro escrito, a partir de un trabajo previo de relectura y síntesis de la extensa producción de la autora, con el propósito de llegar a un público amplio. Así, la introducción a cada capítulo, la explicación de determinados conceptos y la formulación de preguntas a modo de claves de análisis invitan a una grata lectura.

Cinco capítulos integran este libro. En el primer capítulo, Blanco nos presenta el accionar del laicado a través de diferentes instancias de asociación. Durante las primeras décadas del siglo XX, tras la crisis del liberalismo y el auge de la llamada “cuestión social”, la Iglesia apuesta por un catolicismo integral de recristianización social atento, principalmente, al sector obrero y en competencia con los grupos de izquierda. Así, se promovieron diferentes iniciativas de carácter social, mutualista, recreativo y sindical como la Liga Demócrata Cristiana (LDC), los Círculos Católicos Obreros (CCO), la Unión Popular Católica Argentina (UPCA), la Acción Católica Argentina (ACA) y la Juventud Obrera Católica (JOC), rama de la Acción Católica, que impulsó su militancia en sindicatos ya existentes.

La edad de oro de estas asociaciones se despliega en el segundo capítulo. Por un lado, las medidas de intervención económica y social que acompañaron al nuevo gobierno militar de 1943, particularmente en la relación capital-trabajo, sintonizaron con los principios de la doctrina social de la Iglesia. Por el otro, la represión sindical gubernamental hacia grupos de izquierda permitió una mayor consolidación institucional del catolicismo en los sindicatos. Sin embargo, un año después, el escenario se modifica. El gobierno impone la sindicalización única, apartidaria y aconfesional, al mismo tiempo que busca capitalizar al asociacionismo católico como plataforma social de su propio proyecto.

El tercer capítulo, muestra cómo más allá de los conflictos que estas medidas provocaron, los vínculos entre catolicismo y peronismo perduraron. En este sentido, la autora indaga en el proceso de conformación identitaria de los jocistas, quienes en gran parte siguieron operando en la esfera gremial y política. Así, a partir del análisis de los discursos, doctrinas e imaginarios tanto del peronismo como del jocismo, Blanco señala cierta afinidad en materia ideología y social como política y religiosa, lo cual pereciera alinear a ambos tras un mismo proyecto católico integralista.

A fines de los años 40, en el marco de una creciente crisis económica, social y política en el país, los conflictos se profundizaron. En el capítulo cuarto, la autora muestra cómo las diferencias entre la Iglesia y Perón fueron, a su vez, expresión de polarización entre peronistas y antiperonistas, entre un nosotros y un ellos, entre el auténtico pueblo y la llamada oligarquía e infiltrados, incluyendo, entre estos últimos, a los católicos sindicalistas. En este contexto, Blanco observa cómo se dirime el ser peronista y católico tanto en el plano identitario como en el imaginario popular de los trabajadores. Y señala que, la adscripción a la tesis de unanimidad sindical peronista en la producción historiográfica ha impedido detectar las grietas y poder dilucidar si los hechos de infiltración católica denunciados por Perón, son, en palabras de la autora, ¿gotas en un “mar sindical peronista” o puntas de un iceberg del activismo católico?

En el quinto y último capítulo, la situación política y sindical pos septiembre de 1955 conforma el nuevo escenario, donde ser peronista y católico se tornó conflictivo debido a la proscripción del peronismo y críticas a la Iglesia como responsable de la caída de Perón. En relación a esto, la autora se propone revisar qué impactó tuvo este nuevo escenario en el jocismo tanto a nivel identitario y organizacional como en relación con las nuevas agrupaciones sindicales cristianas surgidas de su seno, la jerarquía eclesiástica y el gobierno militar.

Para finalizar, el libro incluye un epílogo donde la autora retoma de modo sintético y claro sus principales ideas. Así, Historia de una relación impensada presenta una mirada renovada y reflexiva en torno a los vínculos entre catolicismo, sindicalismo y peronismo, y una invitación a pensar, en palabras de Blanco, otras historias antes impensadas.