Dossier
Recepción: 09 Julio 2021
Aprobación: 07 Abril 2022
Publicación: 05 Diciembre 2022
Argentina entró al siglo XX en un marco de optimismo que parecía no poder ser puesto en duda. El crecimiento de la economía basada en la exportación y la llegada de inmigrantes en cantidades exponenciales que garantizaban la disponibilidad de brazos para trabajar las nuevas tierras puestas a producir, fueron elementos centrales en ese proceso.
Sin embargo, la modernización traería también sus costados menos auspiciosos, derivados de una transformación cultural, una complejización social y una urbanización acelerada que generó desigualdades y dejó a muchos sectores afuera de los beneficios del desarrollo.
Numerosos discursos dieron cuenta desde los primeros años del siglo (y aun desde finales de la centuria anterior), de las manifestaciones de esos desajustes, entre los cuales la mendicidad callejera y los problemas que atañían a las clases trabajadoras y a los niños y niñas pobres, eran aspectos mencionados con insistencia y estuvieron en el centro de las preocupaciones y debates de legisladores, pedagogos, juristas, prensa y opinión pública en general. Si bien no se trataba de fenómenos novedosos, adquirieron nuevas magnitudes en momentos de crisis como los que se vivieron alrededor de la época de la primera guerra mundial y la inmediata posguerra. Conforme aumentaba el problema, lo hicieron los discursos y diagnósticos que se referían a ellos (Pascual y Roldan, 2015; Remedi, 2017; de Paz Trueba, 2020).
Entre los actores que tempranamente habían advertido sobre los riesgos que para el orden social acarreaban esos desajustes, estaba la Iglesia. Preocupada por la conflictividad laboral, el avance de las ideas de izquierda como el anarquismo y el socialismo, así como por el liberalismo y sus consecuencias sociales, había señalado la necesidad de establecer un nuevo orden basado en la moral cristiana. En él la Iglesia se reservaba el ejercicio de la caridad y la beneficencia, pero al mismo tiempo requería una mayor intervención estatal para prevenir los conflictos que podían desatarse a partir de la lucha de clases (Martín, 2020).
Estas ideas y preocupaciones exceden al contexto argentino, y se originaron en la Europa industrial. Sin embargo, el ámbito local habilitó preocupaciones con elementos comunes. En este marco, la Iglesia fue incrementando su presencia en la esfera pública desde las primeras décadas del siglo XX a través de un laicado renovado y de las acciones de congregaciones religiosas que aumentaron su presencia en el país, con la intención de abocarse a la cuestión social y en un sentido más general para adaptarse a la modernidad antes que oponerse a ella (Mauro, 2010; Lida, 2015; Bianchi, 2015; Suarez, 2020).
En el marco de un Estado liberal y de estructuras embrionarias, no era una novedad que asociaciones emanadas de la órbita de la sociedad civil atendieran requerimientos sociales diversas, como las de la salud, la pobreza y la infancia. En este nuevo contexto sin embargo, vieron reforzada su presencia ante el aumento de las necesidades (Moreyra, 2015; de Paz Trueba, 2020).
Los trabajos que este dossier ofrece se ubican en la intersección de las preocupaciones recogidas por los estudios de las infancias así como aquellos que han mostrado de qué modo en los tramos finales del siglo XIX y a lo largo del XX fueron las instituciones de la sociedad civil, las que desarrollaron una amplia tarea asistencial hacia diversos sectores. También se alimentan de los análisis que retoman diferentes costados del catolicismo social y del papel que las mujeres vinculadas al mismo desplegaron en momentos en que el Estado no se hacía cargo de las necesidades que manifestaban los sectores más vulnerables de la sociedad. Haciendo hincapié en los matices que esas intervenciones fueron teniendo en un marco de renovadas carencias y demandas, se busca dar cuenta del lugar cambiante del Estado y persistente de las mujeres en las acciones llevadas adelante en relación a los y las trabajadores y trabajadoras y a las infancias en espacios provinciales de Argentina y también fuera de ella.
Niños y niñas que no asistían a la escuela regularmente, que combinaban su escolaridad con la realización de diversas labores y un alto tránsito por las calles de pueblos y ciudades, despertaron las preocupaciones de múltiples sectores. En tal sentido, con la idea de prevenir males futuros y solucionar los que planteaba el presente se hizo hincapié insistentemente en la necesidad de formar a estos actores para el trabajo. Como señala Nicolás Moretti en su artículo, “en el contexto de expansión del sistema educativo, la enseñanza de un arte u oficio como expresión de una educación ‘en y para el trabajo’ fue uno de los destinos más significativos imaginados para aquella masa de niños marginados”. Y en ese marco encuentra sentido la apertura de instituciones destinadas a los sectores populares que incorporaron la formación profesional y especialmente las artes y oficios.
En esas acciones como el autor muestra, se destacaron las congregaciones religiosas que, como los salesianos, hicieron que la primera escuela de artes y oficios en Córdoba fuera de carácter confesional. Estos, en armonía con una matriz de ideas de la época, compartían la convicción sobre la importancia del trabajo manual para contrarrestar la vagancia y la mendicidad, uno de los problemas del momento. Sin embargo esta congregación religiosa como otras contemporáneas, no estuvo sola a la hora de llevar adelante su obra de intervención, sino que, como lo señala Lucía Bracamonte en este dossier, se vieron auxiliados por comisiones de damas como las Cooperadoras Salesianas y sus subcomisiones auxiliares que, dentro del organigrama de la Orden, si bien no administraban instituciones propias, hicieron las veces de nexo entre los demandantes de ayuda y los colegios salesianos para propiciar la matriculación en ellos de niños y jóvenes carecientes.
La certeza sobre la importancia de asistir, asilar y formar para el trabajo, formó parte también de otras asociaciones que aspiraron en el mismo período a contribuir a la tarea de socorrer a los menores de edad en peligro (o peligrosos). Es así que en pueblos de la provincia de Buenos Aires como el que trabaja Yolanda de Paz Trueba, es posible observar preocupaciones de un cariz similar a las que agitaban a las élites morales cordobesas o a las cooperadoras salesianas que desde la Capital Federal operaban en el sur del país. Y en estos lugares del interior provincial fueron asociaciones laicas compuestas mayoritariamente por mujeres insertas en una densa trama asociativa y con fuertes vínculos con la Iglesia católica local quienes gestionaron esas obras.
No obstante, el avance de las preocupaciones e intervenciones hacia la infancia no fue solo patrimonio de las congregaciones religiosas ni de las asociaciones laicas. Hubo también desde comienzos del siglo y aun entrados los años 20, un marcado interés progresivo del Estado por intervenir, como propone el mencionado artículo de de Paz Trueba en el caso del Patronato Provincial de Menores de la provincia de Buenos Aires. También es posible advertir intenciones análogas en el artículo de Moretti en relación a la construcción de la primera escuela profesional de Córdoba en 1912.
Al mismo tiempo, ambos trabajos manifiestan las deficiencias de esas obras estatales, los retrasos en su ejecución y el protagonismo sostenido que tuvieron las instituciones de la sociedad civil que dirigían sus atenciones al mismo colectivo social.
Un elemento que deseamos subrayar al hablar de instituciones de la sociedad civil y del Estado y que se desprende de estos tres primeros artículos presentados: la densa trama de relaciones e interdependencia en la que desenvolvían sus acciones las instituciones particulares, las congregaciones religiosas y los miembros y funcionarios de los diversos niveles del Estado. De manera más o menos armónica, y a veces en tensión, todos estos actores formaban ese entramado institucional de socorro hacia la infancia pobre y trabajadora, en momentos en que el Estado estaba recién configurándose como un actor con intenciones de involucrarse en algunos aspectos de la acción social, pero carecía del poder de gestión que las instituciones privadas habían cultivado desde finales del siglo anterior, lo que ralentizó la concreción de sus objetivos.
En muchas de esas organizaciones, las acciones femeninas adquirieron protagonismo. Y si bien como sostiene Bracamonte en relación a las cooperadoras, los sacerdotes “normaban y guiaban la acción social femenina (…) eran proclives a tener en cuenta las opiniones de las autoridades de las comisiones”. Su acción por ende se desenvolvía en un marco de negociaciones constantes, algo que también se ve en el caso de las asociaciones que trabaja de Paz Trueba. Todo lo cual nos remite además, no solo a la agencia femenina que se despliega en la acción social de comienzos del siglo XX, sino también a la cuota de autonomía que poseían. Asimismo pone de manifiesto la manera en que este hacer se fue reacomodando y resignificando en el marco de necesidades sociales diversificadas y en aumento, y de una Iglesia que aunque deseosa de controlar al laicado en expansión, otorgó al mismo tiempo nuevos espacios de acción. Algo que como muestran los trabajos de Ana Paula Vosne Martin y Valeria Alejandra Olivares Olivares, se replicó en otros espacios de la región.
La figura de Stella de Faro permite a Vosne Martins exponer ese protagonismo femenino y al mismo tiempo su trasformación, en el marco de un movimiento religioso más amplio que busca reforzar rasgos tradicionales en una sociedad atravesada por la modernización como la brasileña. Este trabajo refiere a otra de las grandes preocupaciones de ese catolicismo de comienzo del siglo XX: las mujeres y jóvenes trabajadoras que cada vez más lo hacían fuera del hogar. Stella en tanto referente moral del activismo católico, fue convocada por miembros de la jerarquía religiosa a formar una nueva asociación para fortalecer el apostolado social entre las mujeres y jóvenes que buscaban trabajo dignamente. Si el trabajo asalariado femenino era una realidad imposible de soslayar, se buscaron maneras de darle un contenido moral y católico a quienes debían emplearse fuera del hogar.
Sin embargo, la figura de esta benefactora, permite a la autora no solo exhibir un catolicismo que busca adaptarse a la modernidad, sino también la importancia de pensar en los matices del activismo católico femenino, que dio espacios de acción a las mujeres. Finalmente, la autora presenta distintos aspectos del pensamiento de Stella de Faro, quien sin dejar de ser una mujer leal y obediente al clero, “defendía un papel nuevo para las mujeres, en equilibrio entre la obediencia y la acción en el mundo, entre la sumisión a las autoridades masculinas civiles y religiosas y la afirmación del valor de las capacidades de las mujeres”.
Del mismo modo, el artículo de Valeria Alejandra Olivares Olivares, se posiciona desde la acción social de las mujeres católicas en los inicios del siglo XX en Chile. En el contexto de las preocupaciones que despertaba la cuestión social y de las transformaciones en materia institucional impulsadas por el Estado liberal en ese país, algunas mujeres encontraron espacio para fortalecer públicamente los valores católicos. Y si bien como se señala también para Brasil, lo hicieron de la mano de ideas tradicionales como portavoces de la moral familiar, al defender los valores de la iglesia en público desarrollaron importantes labores asistenciales hacia los enfermos pero en especial hacia la infancia desvalida y las mujeres de sectores trabajadores y sus familias, tal como se vio para otros espacios de la región. Ese artículo tiene un valor adicional como es el de acceder a las ideas de las asistentes sobre su labor a través de las Actas del Congreso Mariano Femenino de 1918. Por su medio, es posible advertir la autonomía de su accionar así como su acercamiento con los preceptos científicos y al discurso médico, punto sobre el que sabemos más sobre sus enfrentamientos y tensiones que sobre sus diálogos. Tampoco desconocían el lugar político que tenía su lucha, como lo reconocían ellas mismas al señalar la urgencia de hacer algo por las “hermanas de la clase media o de la obrera”, para que el socialismo no ocupara su lugar y les ganara “la delantera”. Una función política cimentada como afirma la autora, no solo en su pertenencia de clase, sino también en haberse legitimado como voz autorizada en relación a la labor con las clases pobres, a raíz de su trabajo cotidiano y su contacto directo con las necesidades de las mismas.
En síntesis, esta breve presentación es no solo una invitación a leer los artículos que contiene este dossier así como sus diálogos y las similitudes de un proceso que más allá de los contextos específicos tiene numerosos elementos comunes tanto en las preocupaciones, como en las acciones y los destinatarios de las mismas.
Estas lecturas buscan constituirse también en excusa para reflexionar sobre los vínculos cambiantes (y duraderos) entre los distintos costados de la pobreza y su relación con las mujeres en su rol de cuidadoras y asistentes. Propone finalmente pensar en el reposicionamiento de los actores particulares y de las asociaciones de la sociedad civil en momentos en que tímidamente los Estados comenzaron a dar muestras de querer intervenir más activamente en lo social.
Referencias
Bianchi, S. (2015). Acerca de las formas de la vida religiosa femenina. Una aproximación a la historia de las congregaciones en la Argentina. Revista Pasado Abierto 1, 168-199. Recuperado de https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto/article/view/1220
de Paz Trueba, Y. (2020). Mujeres católicas y Estado en torno a la pobreza y la infancia: viejas y nuevas intervenciones en la provincia de Buenos Aires, 1913-1926. Anuario Digital 33, 1-22. Recuperado de https://anuariodehistoria.unr.edu.ar/index.php/Anuario/article/view/297
Lida, M. (2015). Historia del catolicismo en Argentina entre el siglo XIX y el XX. Buenos Aires: Siglo XXI.
Martín, M. P. (2020). Los católicos y la cuestión obrera. Entre Rosario y Buenos Aires (1892-1919). Buenos Aires: Imago Mundi.
Mauro, D. (2010). De los templos a las calles. Catolicismo, sociedad y política. Santa Fe, 1900-1937. Santa Fe: Ediciones Universidad Nacional del Litoral (segunda edición Prohistoria 2018).
Moreyra, B. (2015). Los católicos sociales y la modernización del paternalismo. Córdoba, Argentina (1914-1930). En J. M. Cerdá, M. D. Lorenzo, G. Guadarrama y B. I. Moreyra (Coords.), El auxilio en las ciudades. Instituciones, actores y modelos de protección social. Argentina y México. Siglos XIX y XX (pp. 111-136). Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”-El Colegio Mexiquense.
Pascual, C. y Roldán, D. (2015). La Gran Guerra y sus impactos locales. Rosario, Argentina 1914-1920. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 42(2), 75-101. Recuperado de https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/53330
Remedi, F. (2017). Pululan por nuestras calles infinidad de menesterosos. Miradas y concepciones sobre la mendicidad. Córdoba (Argentina), en el tránsito del siglo XIX al XX”. Historia 396, 2(7), 507-535. Recuperado de http://www.historia396.cl/index.php/historia396/article/view/215/104
Suarez, A. L. (Ed.), (2020). Religiosas en América Latina: memorias y contextos. Buenos Aires: Pontificia Universidad Católica Argentina, Instituto de Investigaciones, Facultad de Ciencias Sociales.