Reseñas
Recepción: 01 Febrero 2022
Aprobación: 08 Mayo 2022
Publicación: 05 Junio 2022
| Rougier Marcelo, Mason Camilo. A las palabras de las lleva el viento, lo escrito queda. Revistas y economía durante el peronismo (1945-1955). . 2020. Buenos Aires. Eudeba. 496 pp. |
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Desde hace algunos años, quienes hacemos investigación histórica convertimos a las revistas, muchas veces nuestras fuentes primarias, en objeto de investigación. Esto, que comenzó en revistas de otras disciplinas como la ciencia política o el derecho (como el volumen sobre la Revista Argentina de Ciencias Políticas compilado por Darío Roldan, por ejemplo) y culturales e intelectuales (se pueden mencionar los estudios sobre Contorno, Pasado y Presente y Crisis, entre muchos otros), no se había hecho para revistas sobre economía salvo contadas excepciones como los trabajos sobre la Revista de Economía Argentina de Juan José Llach, Natacha Bacolla y Hernán González Bollo, por citar algunos. Sí se habían estudiado publicaciones peronistas (los volúmenes de Claudio Panella y Guillermo Korn para revistas culturales y sectoriales producto del peronismo, por ejemplo), la propuesta del volumen que coordinan Marcelo Rougier y Camilo Mason tiene algunas particularidades.
El recorte temporal durante el peronismo, como presenta el subtítulo, supone una serie de decisiones que resultan atinadas a la luz del resultado obtenido. Las revistas que el volumen presenta existían antes del peronismo, y lo sobrevivirán. Analizar a las revistas durante el peronismo implica un juego con la temporalidad y, a través del mismo, da cuenta de la relación entre estas publicaciones y contexto político. Es decir, ¿qué tanto se acompasan las revistas a los tiempos de la política, o de la política económica, a la coyuntura? Esto llama la atención sobre la politicidad de los posicionamientos económicos, aun cuando esas posturas vistan ropajes de cientificidad. Entonces, cuando se analizan las revistas durante el peronismo se propone un análisis sobre el peronismo (al menos sobre su política económica), sobre las revistas y, a mi entender, sobre algunas cuestiones más.
En primer término, durante el peronismo se dan una serie de fenómenos, algunos por el peronismo y otros coincidentemente con él, que pueden advertirse en el foco en las revistas que propone el libro: por un lado, la conformación de un mundo editorial que había ya puesto atención en la economía (vale mencionar a modo de ejemplo los emprendimientos editoriales regionales específicos como la creación tanto de la editorial Fondo de Cultura Económica como de la revista especializada El Trimestre Económico, ambos en México en 1934). Junto a esto, debemos mencionar a la clásica Revista de Economía Argentina, creada por Alejandro Bunge en 1918. Es decir, al momento peronista ya existía un corpus de publicaciones que hacía de la economía su objeto principal, sino único. Esto implica la presencia de un público también interesado en esas lecturas y entrenado a partir de ellas. El volumen no se detiene solamente en aquellas publicaciones que explícitamente hicieron de la economía su tema, sino que toma también revistas que tomaron temas económicos, sin ser especializadas. Esto, por otra parte, permite vislumbrar la presencia pública del contenido económico más allá de los espacios exclusivos. Junto con esto, el mundo académico de la economía, que se había institucionalizado décadas antes en la creación de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires en 1913, aunque es rastreable antes también, llega al momento de peronismo con la crisis de 1930 a cuestas y con el keynesianismo temprano como momentos impulsores de un debate (que fue a la vez político y técnico) acerca de las relaciones entre Estado y economía. Esto dio como resultado una presencia pública del contenido económico, un público entrenado en la lectura de esos contenidos, aunque no fuera especialista. El libro recoge las posturas de diversas publicaciones cuando, por citar algún ejemplo, el capítulo de Marcelo Rougier sobre Camoatí presenta que la revista consideraba que el Estado tenía un rol muy importante que cumplir, en especial una función “anticíclica”. Los capítulos dejan en evidencia la extendida presencia de conceptos económicos en espacios editoriales corporativos, de interés general, etc. Las revistas corporativas y sectoriales eran, como indica el capítulo de Leandro Sowter sobre los Anales de la SRA, el canal donde sentar posiciones y demandas dirigidas a funcionarios. Esto reafirma la intención del volumen en posar el foco en las revistas, esos espacios a medio camino entre el libro y el periódico, con intención manifiesta de intervención en el espacio público, en la toma de decisiones. Y esto es otra apuesta del volumen: las publicaciones permiten reponer también el juego del mundo corporativo, las relaciones que al menos intentaba establecer entre sus demandas particulares y la toma de decisiones. Las revistas corporativas, entonces, se proponen en el libro como una forma de analizar la intención de intervención pública de las organizaciones que las editaban. Como sostiene Patricia Jerez en su capítulo sobre Metalurgia, la publicación de la Cámara Argentina de Industrias Metalúrgicas, a través de sus páginas es posible de rastrease el “diálogo”, no siempre explícito, entre la representación sectorial y los funcionarios por cuestiones nodales como la inflación y su manejo, o la preocupación por la competencia entre industrias públicas y privadas.
Una última cuestión que se puede leer transversalmente en el volumen alude al conocimiento económico. Como se dijo, para el momento peronista había ya cierta institucionalización de la economía como saber, pero la profesionalización tenía todavía camino por recorrer. El repaso que ofrece la compilación de Rougier y Mason permite un pantallazo sobre qué era durante el peronismo el (amplio) campo de la economía, quiénes eran sus voces. Allí vemos a ingenieros civiles (en La ingeniería, que analiza Claudio Castro), periodistas y empresarios como Francisco Rizzuto de Veritas que toma Hernán Comastri, a miembros de las Facultades de Ciencias Económicas de las universidades de Buenos Aires de Córdoba no necesariamente economistas, todavía. Como presenta Mariano Arana para el caso de la FCE-UBA, se trataba en todo caso de “figuras de la política económica local relacionadas orgánicamente con la Facultad”. Esto se ve también en Horizontes económicos, analizada por Camilo Mason y en la Revista de la FCE de la Universidad de Córdoba, estudiada por Florencia Sember. Silvia Simonassi da cuenta de la conjunción deseada entre empresarios e intelectuales que buscó la Revista de la Federación Gremial del Comercio e Industria de Rosario para pensar la economía. Hay otras publicaciones anfibias en varios sentidos: por su presentación en lenguas extranjeras, por el público al que se orientan y por la composición de su misión entre académica y de información. En este grupo está Economic Survey, analizada por Juan Odisio y Federico Guibaudo y ArgentinischesTagesblatt de y para la comunidad alemana en la Argentina, cuyo capítulo está a cargo de Ricardo Cortes.
Analizar las revistas permite dar cuenta también de qué públicos tenía como interlocutor ese espacio económico en formación, al menos como interlocutor deseado de sus escritos sobre economía: empresariado industrial y el “hombre de negocios” (como proponía Temas Económicos e Industriales analizada por Omar Bascur y Mario Raccanello, Veritas tomada por Hernán Comastri, y en la Review of the River Plate que analiza Maria Helena Garibotti); el público amplio (es decir no estrictamente académico) al que apuntaba la Revista de Economía Argentina, que analizan Ramiro Coviello y Juan M. Graña, pero también el de Qué, capítulo escrito por Omar Bascur), o más precisamente el público letrado al que apuntaba Hechos e Ideas, publicación que estudia Martín Stawski.
El acierto de la apuesta editorial está en todo lo que podemos saber a partir del libro: no solo del peronismo, no solo de las publicaciones, sino que a partir del peronismo y de las publicaciones el libro repone un estado del mundo de los saberes económicos de entonces: sus voces y sus públicos no solos académicos, sino profesionales, corporativos e interesados. Es sabido que el conocimiento no circula ni se crea solo es espacios universitarios o académicos. Con el recorrido analítico propuesto por estas publicaciones tan diversas entre sí vemos que ese mundo de conocimientos económicos por entonces en formación (es decir cuando la clausura profesional no había establecido aún cuáles era los espacios válidos para “hacer economía”) era diverso, amplio y plural.