DOSSIER
Recepción: 05 Noviembre 2021
Aprobación: 15 Febrero 2022
Resumen:
Se presenta la actividad llevada adelante por la Fundación Sur desde el fallecimiento de Victoria Ocampo, en 1979, y se da cuenta de los proyectos que cobraron impulso con una nueva gestión, a partir de 2003. Entre las propuestas desarrolladas por los miembros del Consejo de la Fundación Sur, se destaca la divulgación de la obra de Ocampo y de quienes formaban parte de su campo cultural. Es de subrayar el convenio firmado por la Fundación con la UNESCO para resguardar el patrimonio histórico-cultural de la autora y sus bienes familiares, así como la protección de escritos, fotografías y la colección completa de Sur, entre otros bienes y valores, en el Centro de Documentación de Villa Ocampo.
El lugar preeminente que Victoria Ocampo daba a la traducción se ve reafirmado, en el presente, gracias a las versiones al español que se han realizado de la correspondencia entre la autora y Camus y entre Ocampo y Maritain, por citar solo algunos trabajos. Asimismo, la Editorial Sur ha reeditado parte de la obra de Ocampo y sigue trabajando en ese sentido para publicar sus Testimonios. Además, se han dado a conocer numerosos ensayos y libros que tienen a Ocampo, su vida y su obra como objeto de estudio.
Palabras clave: Fundación Sur, Victoria Ocampo, Editorial Sur, UNESCO.
Abstract: A summary of the activities of Fundación Sursince the death of Victoria Ocampo in 1979, describing the projects carried out from 2003 after the appointment of a new Board of Trustees. They include the publication of the works of Ocampo and other intellectuals who were part of her cultural circle. Specific reference is made to the agreement with UNESCO for the preservation of Ocampo’s historical and cultural heritage and family belongings and the protection of documents, photographs and the complete collection of Sur, among other valuable materials, in Villa Ocampo Document Center. The important role that Victoria Ocampo assigned to translation activities is again ratified thanks to Spanish versions of her correspondence with Camus and Maritain, among other authors. Editorial Sur is reprinting part of Ocampo’s works and plans to publish a new edition of her Testimonios. It is also publishing new essays and books about Ocampo, her life and cultural activities.
Keywords: Fundación Sur, Victoria Ocampo, Editorial Sur, UNESCO.
La muerte de Victoria Ocampo, en 1979, implicó no solo la desaparición física de un personaje sin par en la cultura internacional, sino también una serie de complicaciones de índole jurídica para la Editorial Sur, que ella había creado en 1931. En efecto, el local, perteneciente a la fundadora, en el que tenía su oficina y donde desarrollaba sus actividades, entró en su acervo sucesorio, por lo que fue adjudicado a sus herederos forzosos, como dispone la ley. La Editorial debió, entonces, desalojarlo. No fue esa la única dificultad: los problemas económicos de la Editorial, que se arrastraban desde hacía años, se agudizaron[1].
En vida de Victoria, su patrimonio personal y el de la Editorial habían formado un todo inescindible. Este estaba organizado como sociedad anónima y si bien, en teoría, había varios otros accionistas, las operaciones editoriales de Sur eran gestionadas y administradas por ella. La existencia de terceros tenía únicamente un sentido precautorio: evitar que una posible expropiación de sus bienes pudiera implicar la desaparición de la Editorial.
El 16 de febrero de 1962, Victoria creó la Fundación Sur y, bajo sus instrucciones, todos los socios de la Editorial entregaron sus acciones a la nueva entidad. Eran, a la sazón, títulos al portador, como permitía la ley. El hecho de que las acciones de la Editorial Sur estuvieran en poder de la Fundación, y no de Victoria Ocampo, hizo que, a su muerte, no fueran distribuidas entre sus herederos. Los tres primeros y únicos integrantes del Consejo de Administración de la Fundación fueron Victoria, Angélica Ocampo, su hermana (que formó parte hasta su muerte, en 1980), y Matilde «Patina» Díaz Vélez, su administradora (entre 1962 y 1986, año de su fallecimiento). Tanto Rodríguez Galán como Guasta siempre estuvieron orgullosos y conscientes de la importancia que tenía el hecho de que la Fundación exhibiera una impecable e ininterrumpida sucesión jurídica de consejeros desde aquel «primer triunvirato» formado por Victoria, Angélica y «Patina».
Más próxima a su muerte, Victoria también cedió todos sus derechos intelectuales a la Fundación[2]. Al desprenderse de sus dos casas (Villa Ocampo en San Isidro y Villa Victoria en Mar del Plata, mediante su donación a la UNESCO), Victoria quedó prácticamente sin otras posesiones materiales más que algunas unidades en el edificio en la esquina de las calles Viamonte y San Martín, en el centro de Buenos Aires. Uno de ellos era el ocupado por la Editorial Sur. La Fundación Sur nunca había requerido un local propio.
Pero, ante la obligación de mudarse, debido a la realidad jurídica de la muerte de Victoria Ocampo, la situación se volvió compleja para la Editorial, que, hasta ese momento, se había manejado con cierta informalidad legal y con absoluta dependencia financiera de la generosidad de Victoria. Las oficinas fueron vaciadas, y su contenido tuvo un destino errante, de depósito en depósito. Este archivo gigantesco contaba, sobre todo, con una enorme cantidad de cartas —o de copias de ellas[3]— que Victoria había intercambiado con un cuantioso número de intelectuales y artistas de todo el mundo y que no fueron incluidas entre las que, algunos años antes, había donado a la Universidad de Harvard. También se guardaban en él manuscritos, como aquellos de la Autobiografía[4], muebles y objetos varios.
La Fundación tuvo escasas operaciones. Bajo la dirección de «Patina» Díaz Vélez y de María Renée Cura (profesora de Letras y ferviente admiradora de Victoria, que se había convertido, en los últimos años de la vida de esta, en su mano derecha), se incorporó al Consejo, se dedicó, esporádicamente, a la actividad editorial, en reemplazo de la que llevaba adelante la sociedad anónima, que, poco a poco, cesó en sus actividades. Así aparecieron la Autobiografía (entre 1979 y 1984)[5], una segunda edición de Virginia Woolf en su diario (1982) y otras reediciones de textos breves (publicados algunos bajo el sello Ediciones Revista Sur y otros bajo Ediciones Fundación Sur[6]). La Fundación también autorizó la cesión de derechos intelectuales para permitir la publicación de textos de Victoria por otras editoriales[7].
Detrás de estos esfuerzos por continuar la actividad editorial a través de la Fundación, había unas pocas personas: por un lado, las ya mencionadas Matilde Díaz Vélez y María René Cura y, por otro lado, Eugenio Guasta, un joven colaborador de Sur que, luego, mientras vivía en Roma, tomó los hábitos de sacerdote católico y se convirtió en uno de los últimos confidentes de Victoria, y Alberto Rodríguez Galán, abogado, que se ocupó, como presidente de la Fundación a partir de 1993, de los aspectos legales de lo que se llevaba adelante. Las tareas no eran puramente editoriales: la Fundación jugó un papel fundamental en los acuerdos que se celebraron entre la UNESCO y otras entidades para poder administrar ese patrimonio histórico-cultural de la mejor manera posible.
Cuando Eugenio Guasta fue designado párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, en el centro de Buenos Aires, hizo trasladar el archivo de la Editorial Sur (a la sazón en un depósito precario en un local, en el barrio de Flores) a un local en el edificio de su parroquia. Allí, con fondos de donaciones recibidas al efecto (en particular de la Fundación Rocca), contrató a Susana Frías, profesora y licenciada en Historia, con larga experiencia en el manejo y la catalogación de archivos, para que, entre 2004 y 2009, informatizara, catalogara y ordenara el archivo de la Editorial.
El proceso de ordenamiento del archivo fue descrito por Frías en los siguientes términos:
Ordenar y catalogar un archivo personal supone el desafío de aproximarse lo más posible a la psicología del propietario; qué guardó, cómo lo guardó, dónde lo hizo y por qué son preguntas que se plantean al catalogar los distintos tipos de documentación; más difícil resulta determinar el qué y el porqué de lo que falta. Es importante intentar descubrir la lógica del propietario a fin de respetar los principios que lo guiaron en su orden y en la guarda documental (2006, p. 1).
Hace dos años, la Fundación Sur comenzó a ordenar el archivo de Victoria Ocampo; previamente hubo que leer la Autobiografía y las biografías existentes para tener una idea aproximada respecto de su vida, de sus intereses y, en lo posible, de sus sentimientos. El diálogo con quienes la habían conocido fue provechoso: anécdotas y testimonios personales fueron de la mano de innumerables preguntas. Comenzó luego el inventario y, posteriormente, la catalogación: fotografías, libros, papeles personales y cartas, recortes periodísticos, contratos de autor y un sinfín de otros documentos, que era preciso ordenar «sin desordenar». Algunos álbumes fotográficos, como el de la visita de Indira Gandhi a Buenos Aires, son ejemplo de la lógica de Victoria Ocampo como propietaria; allí, la coherencia interna es evidente. Sin embargo, esta coherencia resulta menos clara en otros, como en una pequeña colección con fotos de diferentes etapas de su vida y de distintas personas, todo ello con anotaciones de su puño y letra; en este caso, el ordenamiento corresponde a una esfera más personal, más íntima y, por tanto, más difícil de desentrañar, aunque, huelga decirlo, la estructura que ella le imprimió ha sido respetada en su totalidad. Las cartas escritas a sus hermanas desde Europa en el año 1946, que la Fundación publicará en breve, fueron halladas dentro de una caja, totalmente separadas de cualquier otra documentación, lo que demostró que poseían un especial significado. En una de esas cartas, Victoria pidió a sus hermanas que conservaran los textos, pues eran el único testimonio que poseía de ese viaje.
En algún momento de 2003, fui convocado por Guasta y por Rodríguez Galán a una reunión en la Iglesia de la Merced. En ella me pidieron que, como abogado, me ocupara de poner en orden la situación jurídica de la Fundación (tarea que, hasta el momento, llevaba adelante Rodríguez Galán, pero que, dada su edad, quería dejar). Me ofrecieron, también, designarme en el Consejo de Administración de la Fundación y darme libertad para hacer cuanto fuera necesario para reactivar la entidad.
Omitiré las muchas actividades de naturaleza legal que hubo que llevar a cabo para regularizar algunos aspectos de la Fundación, sobre todo, en materia de redacción de algunas actas faltantes que resumían lo decidido en las reuniones de su Consejo. La puesta al día motivó que una de las entonces integrantes renunciara porque, en su opinión, los textos propuestos por mí no hacían plena justicia a supuestos servicios extraordinarios prestados por ella. Solo haré referencia detallada a la actividad que tuvo mayores consecuencias jurídicas, literarias y prácticas: la revisión y la catalogación del archivo que permitió encontrar las antiguas acciones de la Editorial Sur, emitidas en la década de 1960. Representaban el total del capital, pero este estaba denominado aún en pesos moneda nacional (una unidad monetaria abandonada en 1969) y las acciones eran al portador (prohibidas desde 1984). En 2005, mediante una asamblea de accionistas que, dada la complejidad de la situación, fue convocada por la propia Inspección General de Justicia, se tomaron las medidas necesarias para reactivar la sociedad: se redenominó el capital en pesos, se lo aumentó al mínimo requerido por la ley, se convirtieron las acciones en títulos nominativos y se las emitió a favor de la Fundación Sur, que pudo así confirmar su título de propietaria de la vieja Editorial Sur, tal como lo había pensado hacer Victoria Ocampo antes de morir. También se pusieron al día la contabilidad y los libros sociales. Desde ese momento, la Editorial estuvo nuevamente en condiciones de publicar sus libros bajo un sello que llevaba, tras de sí, setenta años de historia literaria argentina. Desde su reorganización, la Editorial está presidida por Ubaldo Aguirre, integrante del Consejo de Administración de la Fundación Sur.
Junto con la refundación de la Editorial Sur, también se procedió a modificar los estatutos de la Fundación para incorporar nuevos miembros a su Consejo de Administración, que aportaran nuevos puntos de vista o pudieran contribuir con sus conocimientos a la tarea principal de la entidad.
A partir de ese momento, se fueron sumando más hombres y mujeres de la cultura al grupo que sucedió a los tres miembros originales. El Consejo estuvo integrado, en diversos momentos, por Ivonne Bordelois, Gregorio Weinberg, Adolfo de Obieta, Inés de Luynes de Murat, Víctor Massuh y Francisco Bullrich, entre otros. Debido a la rotación natural que producen los años, luego se agregarían Mauro Herlitzka, en 2003; Ubaldo Aguirre, en 2004; Elisa Mayorga y Eduardo Paz Leston, en 2006; Jorge Letemendía y Sara Facio, en 2007; Mercedes von Dietrichstein de Zemborain, en 2010; Lía Rosa Gálvez, Alfredo Corti, Germán Carvajal, Paula Varsavsky y Jorge Torres Zabaleta, en 2013, y María Rosa Lojo y Cristina Viñuela, en 2017. De los miembros actuales, Paz Leston y Sara Facio conocieron personalmente a Victoria Ocampo.
Todos los miembros del Consejo ejercen sus funciones ad honorem. Más aún: la Editorial Sur es, técnicamente, una sociedad anónima, por lo que, al menos desde el punto de vista teórico, debería generar dividendos para sus accionistas. En este sentido, las utilidades generadas por la Editorial, cuando las hay, se destinan a la Fundación, que las aplica a sus actividades. Por su parte, los miembros del directorio de la sociedad anónima tampoco perciben honorarios ni ningún otro emolumento, estipendio o salario.
Otro paso trascendental desde el punto de vista de la historia literaria y la archivística argentinas fue el acuerdo celebrado entre la Fundación Sur y la UNESCO para que el archivo fuera depositado en Villa Ocampo en comodato (‘préstamo’) como parte integrante del Centro de Documentación de Villa Ocampo. Esto permitió que el enorme acervo documental conservado por la Fundación no solo recibiera finalmente un digno asiento en un inmueble con el que estaba conectado históricamente, sino también una gestión profesional acorde con su importancia y su unificación con los materiales de similar naturaleza existentes en la casa de Victoria Ocampo. Dado que el archivo también incluía el mobiliario que se usaba en las oficinas de la Editorial en el centro de Buenos Aires, se lo dispuso en una habitación de Villa Ocampo (especialmente acondicionada con fondos donados por la Fundación) para reproducir allí el ámbito físico en el cual Victoria Ocampo desarrollaba sus tareas al frente de la revista y la editorial.
La UNESCO (2021) describe el Centro en estos términos:
El Centro de Documentación Villa Ocampo está compuesto por la biblioteca y el archivo personal de Victoria Ocampo y el archivo de la revista y editorial Sur, cedidos en comodato a la UNESCO por la Fundación Sur (creada por Victoria Ocampo).
El conjunto de ambos archivos se compone de más de 11.000 libros, 2.500 publicaciones periódicas, 1.000 fotografías, 4.000 cartas, negativos, papeles, manuscritos, discos, partituras, una colección completa de la revista Sur encuadernada y anotada por Victoria Ocampo, entre otros documentos. El conjunto documental se halla asociado a la historia de Villa Ocampo y a la historia personal y profesional de esta figura excepcional, junto al círculo artístico e intelectual que la rodeó. Constituye un testimonio único e irreemplazable del proceso de producción de uno de los proyectos literarios más importantes en lengua española del siglo xx.
La revista y Editorial Sur, bajo la dirección de Victoria Ocampo, se constituyó en un verdadero puente entre culturas y en un foro de escrituras y lecturas que dio forma a un círculo intelectual que supo leer e intervenir en los grandes debates de su época. De regiones muy lejanas en el mundo, personalidades como Barthes, Borges, Sartre, Huxley, Gandhi, De Sica, De Gaulle, Lacan, Cortázar, Breton, Malraux, Gide, Mistral, Stravinsky y Le Corbusier fueron —entre otros— los interlocutores y productores del conjunto documental que se presenta.
Actualmente el equipo del Centro de Documentación se ocupa de la catalogación, digitalización y conservación de estas colecciones, además de atender a investigadores interesados en consultarlo. Colabora con otros archivos, instituciones y proyectos culturales que contribuyen al enriquecimiento del acervo y la investigación sobre el mismo.
En 2014, el Centro de Documentación del Observatorio UNESCO Villa Ocampo fue inscripto dentro del Registro del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO correspondiente a la Región América Latina y el Caribe, para en 2017 incorporarse al Registro Mundial, por su importancia como símbolo de la memoria colectiva, que debe ser preservado, protegido y cuya accesibilidad debe ser promovida (2021, p. 1).
El hallazgo de las cartas de Victoria a sus hermanas dio a Eugenio Guasta la idea de publicarlas en forma de libro, con las correspondientes notas y traducciones. El proyecto se arrastró lentamente por la falta crónica de fondos de la Fundación. Guasta me pidió que me encargara del asunto y, al mismo tiempo, me señaló la existencia de una numerosa serie de objetos que habían pertenecido a Victoria y que, si bien integraban el archivo, no debían estar en poder de la Fundación. Estos objetos incluían la carta astral de Victoria hecha por Xul Solar, un dibujo de Norah Borges que ilustró el número uno de la revista Sur, dos dibujos de Basaldúa con imágenes de Villa Ocampo, un grabado de Valentine Hugo dedicado a Victoria, un par de gemelos con sus iniciales, su retrato hecho por Manuel Mujica Láinez y dos dibujos de Rabindranath Tagore, entre otros. Dada su naturaleza, eran más propios para su exhibición en un museo que para estar conservados con otros materiales de archivo. Sin embargo, la Fundación no tenía una sede ni los medios suficientes para conservar adecuadamente obras de arte. Luego de cavilosas reflexiones y no sin un cierto regusto amargo en la boca, se decidió poner en venta esos objetos. Con la contribución desinteresada de Saráchaga, una casa de remates de Buenos Aires (que publicó un excelente catálogo dando razón del origen de esos bienes), se hizo la subasta en abril de 2009[8]. Los fondos obtenidos permitieron que la rueda echara a andar. Por supuesto, hubo algunas quejas públicas acerca del modo en el que la Fundación dilapidaba su acervo material.
Para terminar el libro (cuyos originales venían pasando de mano en mano entre los miembros del Consejo sin que nunca terminara su revisión), comenzamos una serie de reuniones en mi casa los sábados por la mañana. No fueron demasiadas, pero suficientes como para tomar todas las determinaciones necesarias para que la redacción del libro llegara a su fin. En rigor, no estaba en discusión el texto del libro, sino la necesidad de brindar explicaciones adicionales a lo escrito por Victoria. Recuerdo debates encendidos acerca de la conveniencia de incorporar o no ciertas notas: ¿a quién estaba destinado el libro?, ¿quiénes serían sus lectores?, ¿sería un público educado o, por el contrario, un grupo de individuos con tabula rasa?, ¿era necesario, por ejemplo, explicar en una nota al pie quién había sido Ortega?, ¿o nuestros lectores provendrían de una clase intelectual con intereses y con conocimientos amplios que no necesitarían un dato semejante? Eugenio Guasta se oponía terminantemente a que el libro tuviera más notas que texto; Eduardo Paz Leston sostenía que las notas no podían eludir juicios críticos acerca de las personalidades reseñadas. Así fue como Wallis Simpson, por ejemplo, fue definida, en una de las notas, como «una aventurera».
Esas reuniones constituyeron, de alguna manera, un ámbito adecuado para tomar decisiones de política institucional y editorial que se han mantenido desde entonces: Victoria Ocampo puede ser criticada, pero la Fundación no es ni puede ser un organismo de censura. Únicamente «saldrá al cruce» —sugiriendo enmiendas o correcciones en obras ajenas— ante la falsedad objetiva de hechos o circunstancias; solo debió hacerlo en una ocasión[9] sin mayores consecuencias.
Cuando Cartas de posguerra (2009) estuvo terminado, pareció que el retorno de la Editorial Sur a los anaqueles y los estantes de las librerías debía ser hecho con cierto estrépito y magnificencia. No por nada había llevado casi cinco años de elaboración. La Embajada de Francia cedió sus salones para que la presentación fuera un verdadero acontecimiento. Así fue como ese libro se convirtió en un hito para la Editorial: aparecía una nueva obra de Victoria bajo el sello editorial que ella había creado. Desde el punto de vista literario, además de describir las vicisitudes de Victoria Ocampo en una Europa destruida por la Guerra, con ciudades diezmadas por los bombardeos y heridas abiertas por las diferencias ideológicas aún sin cicatrizar, el libro muestra el proceso mental de la autora al convertir sus vivencias personales (narradas en tono confidencial a sus hermanas desde el lugar y el tiempo de los hechos descriptos) en capítulos de sus Testimonios. Allí hay un evidente cambio de tono ante la modificación de su audiencia y la incorporación de reflexiones de calibre mayor que las proferidas por una viajera exhausta que, noche a noche, llena cuartillas a mano[10].
La revisión del archivo de la Fundación (que, más de una vez, he comparado con un océano en el que la red se engancha en las piezas más inverosímiles)[11] permitió encontrar textos inesperados: así fue como dimos con la correspondencia entre Victoria y el místico estadounidense Thomas Merton. Lamentablemente, así como Victoria era prolija para guardar las cartas que recibía, sus corresponsales eran descuidados. Es por eso que, en este caso, gran parte de las cartas enviadas por Victoria no fueron conservadas. De todos modos, el corpus sobreviviente, más los textos de Merton que Sur fue publicando a lo largo de los años, permitió compaginar un libro que refleja, en grado sumo, las inquietudes espirituales de Victoria. Así nació Fragmentos de un regalo (2011), la recopilación de la correspondencia entre Victoria Ocampo y Thomas Merton, en edición bilingüe[12]. El libro sirve también para destruir algunos de los mitos creados alrededor de Victoria por críticos que condenan más a quien ha nacido en una clase social que no goza de sus simpatías que al contenido y la manifestación de sus ideas. Así, ante la mención de que Victoria «coleccionaba» contactos como quien lo hace con figuritas o sellos postales, se puede comentar que, en el caso de Merton, es este quien deja en claro que es él el interesado en tomar contacto con ella: había encontrado un ejemplar de Sur (probablemente a través del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal) y, como sus textos llamaron su atención, contactó a Victoria Ocampo para iniciar, de ese modo, un diálogo intelectual y espiritual.
«El arte de amanecer», uno de los dos prólogos de la obra, fue escrito por Miguel Grinberg[13], colaborador de Sur y, quizás, el argentino más cercano a Merton, cuyas obras tradujo al español. Grinberg había traducido también a varios poetas y prosistas de la generación beat estadounidense. Algunos de ellos, como Jack Kerouac, Henry Miller, Lawrence Ferlinghetti y, sobre todo, James Loughlin, fundador de la editorial New Directions, eran, a su vez, amigos de Merton. Gracias a los reiterados pedidos de Victoria Ocampo, Merton los puso en contacto con textos de Jorge Luis Borges. La aparición de Labyrinths, en 1962, puede ser atribuida directamente a la influencia de Victoria sobre Merton y a la de este sobre sus amigos, que, a través de New Directions, decidieron publicar, por primera vez, a Borges en idioma inglés[14].
Fragmentos de un regalo ha merecido un análisis profundo desde el punto de vista del contenido espiritual y religioso del diálogo entre los dos corresponsales en una obra publicada recientemente[15]. Una breve reseña de Pablo Gianera fue publicada al momento de su aparición[16].
Al año siguiente, 2012, y ya con mayores recursos, la Editorial reeditó Testimonios primera serie, que reúne los ensayos publicados por Victoria Ocampo entre 1920 y 1934. Fue la tercera reedición de ese volumen luego de la inicial, ocurrida en 1934 y efectuada por la Editorial Revista de Occidente de Madrid, y una segunda de 1981. La reedición estuvo a cargo de Ubaldo Aguirre, integrante del Consejo de Administración de la Fundación.
En su reciente recopilación El ensayo personal, Chikiar Bauer (2021, pp. 63 y ss.) destaca el papel crucial que jugó Virginia Woolf al incentivar a Victoria Ocampo no solo a escribir, sino a publicar lo escrito. Ello explica que el primer tomo de Testimonios incluya textos muy anteriores a la fecha de su primera edición.
También, en 2012, la Editorial Sur, al publicar Correspondencia 1960-1976, de María Rosa Oliver y Eugenio Guasta, comenzó a expandir el alcance de su horizonte editorial al ir más allá de la propia Victoria Ocampo y alcanzar a otras personas de su círculo. Eugenio Guasta era, en 2012, autor de varios libros de viajes y memorias[17], traductor consagrado[18] y activo gestor cultural como presidente de la Comisión Arquidiocesana de Cultura. En 2008 había recibido el Premio Trasandino en Santiago de Chile y, en 2011, el Gratia Artis de la Academia Nacional de Bellas Artes. La larga vinculación de María Rosa Oliver con Victoria Ocampo es ampliamente conocida y no necesita ser descrita en este lugar[19]. Las cartas entre ambos personajes muestran el giro espiritual de Oliver desde sus años de militancia materialista como simpatizante del Partido Comunista a católica practicante y la transformación de Guasta de periodista en sacerdote.
La Editorial Sur (en coedición con la Editorial El Ateneo) reeditó Diálogo con Borges (2014b) —que había publicado originalmente en 1969— con una introducción de Odile Felgine y un prólogo de María Kodama, quien resaltó cómo «ambos escritores a través de caminos diferentes convergían en su percepción y busca del sentido estético en la literatura, en el arte y en una inquebrantable ética» (p. 11). El volumen constituye una larga entrevista que Victoria Ocampo le hizo a Borges, ilustrada con fotos sobre los temas que este desarrolla, relativos a su infancia, la génesis creativa del escritor, los ancestros, sus padres y su hermana Norah, entre otros.
Al aparecer la primera edición, en 1969, Manuel Mujica Láinez dijo lo siguiente:
Es como si los diversos personajes que en el libro figuran y los dos conversadores fuesen contemporáneos entre sí, y estuviesen situados, simultáneamente, en un aire, más allá de los días, que convoca para la historia, en pie de igualdad, a seres cuyas existencias y cuyos pensamientos se vinculan con lo profundo del alma humana (Télam, s. d.).
La expansión temática de la Editorial Sur fue aún mayor cuando, en 2015, se publicó la versión en español de El gran río de plata: apuntes de una estadía en Buenos Aires en 1880 y 1881, del inglés Horace Rumbold[20], traducida y anotada por Teresa Caro Ballester. Los vínculos de la traductora con Victoria Ocampo[21] mantenían vigente, sin embargo, los lazos de esta publicación con el grupo de intelectuales que rodearon siempre a la revista Sur.
En 2018 la Editorial Sur publicó Borges-Kafka, una compilación de textos de varios autores presentados en ocasión de la vi Bienal Borges Kafka, celebrada en Buenos Aires mediante la tarea conjunta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, el Centro Franz Kafka de Praga, la Kathedra Borges-Kafka de Literatura Comparada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina, el Museo Judío de Buenos Aires y el Museo Judío de Praga.
La Fundación Sur también ha incrementado las posibilidades de publicación de otras obras vinculadas a Victoria Ocampo mediante acuerdos de coedición con otras editoriales, sobre todo, en los casos en que textos cubiertos por derechos de autor conforman gran parte de la obra respectiva. Eso sucedió con Victoria Ocampo, cronista outsider, de María Celia Vázquez, publicado en 2018.
Algo similar es el de Darse, una antología de textos de la Autobiografía y Testimonios seleccionados y prologados por Carlos Pardo, aparecida en España, en 2016, como parte de la Colección Obra Fundamental publicada por la Fundación Banco Santander y presentada en el Instituto Cervantes de Madrid.
Otro tanto ha ocurrido con la correspondencia entre Victoria Ocampo y Albert Camus, publicada conjuntamente por las editoriales Sur y Sudamericana en 2019, en conmemoración de los setenta años de la accidentada visita de aquel escritor francés a la Argentina, con prólogo de Eduardo Paz Leston y traducciones de Elisa Mayorga de O’Farrell y de Juan Javier Negri. La presentación del libro fue efectuada el 13 de agosto de 2019 en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, en Buenos Aires, con una lectura pública de algunas de las cartas incluidas en él, a cargo de los actores profesionales Muriel Santa Ana y Diego Manso, en el contexto de una serie de notables manifestaciones culturales bajo el nombre de «Un extranjero en Buenos Aires», que incluyó la exhibición del manuscrito original de La peste.
Algo parecido es lo sucedido a raíz de la correspondencia entre Victoria Ocampo y Virginia Woolf, publicada en 2020, que incluye una reedición de Virginia Woolf en su diario, inicialmente publicado en 1982 por la Fundación. Las traducciones de las cartas de Victoria Ocampo fueron hechas por el autor de estas líneas.
En todos los casos anteriores, como en aquellos en los que el archivo queda a disposición de los respectivos autores, editores o compiladores, la Fundación no emite opinión alguna sobre el contenido de las obras, excepto cuando identifica errores fácticos, lo que está ocurriendo con sendos volúmenes de la correspondencia entre Victoria Ocampo y José Ortega y Gasset y Soledad Ortega, en prensa por la Fundación Ortega y Gasset Argentina, que aparecerán con prólogo de Juan Javier Negri. En ambos casos, la Fundación Sur verificó la inexistencia de errores que pudieran alterar hechos o circunstancias. Lo mismo se hizo con relación a Victoria: paredón y después (2021), una obra de Ivonne Bordelois de reciente aparición.
Un trabajo similar se está llevando a cabo con relación a la obra de Craig Stephenson basada en la correspondencia entre Carl Jung y Hermann von Keyserling acerca de Victoria Ocampo, The Woman who was Everything, que será publicada en los Estados Unidos próximamente.
En marzo de 2019, se publicó, con el sello de la Editorial Sur (y gracias a una generosa donación de Eduardo Paz Leston), Un encuentro fecundo: Rabindranath Tagore y Victoria Ocampo, de la profesora Ketaki Kushari Dyson, un volumen de casi ochocientas páginas, con prólogo de Eduardo Paz Leston y traducción y notas de Juan Javier Negri, ambos miembros del Consejo de Administración de la Fundación. El libro es la versión castellana de In your blossoming flower-garden, publicado originariamente en la India por la Sahitya Akademi, en enero de 1996, que describe minuciosamente los detalles de la estadía de Tagore en Buenos Aires, en 1924. El libro incluye, además, la correspondencia entre ambos personajes. Dados, por un lado, la distancia entre la edición original en inglés y la fecha de publicación de la edición castellana y, por el otro, el distinto público lector al que una y otra están dirigidas, se agregaron numerosas notas y detalles aclaratorios. En homenaje a Victoria Ocampo, la autora del libro declinó recibir derechos de autor.
Otras obras más recientes publicadas por la Editorial Sur incluyen la aparición de No sé rezar: cartas y otros textos 1936-1943, en noviembre de 2021. Este libro, que reúne la correspondencia de Victoria Ocampo con Jacques Maritain, es, quizás, la evidencia más notoria y reciente de la progresiva conversión de la Fundación (a través de la tarea de los miembros de su Consejo de Administración) en un centro de análisis e investigación de la obra de Victoria Ocampo. Esto se demuestra en su capacidad de brindar análisis fundados y pruebas documentales acerca de las ideas, posiciones, puntos de vista, opiniones y realizaciones de su fundadora. En el caso de No sé rezar, la Fundación Sur puso a disposición de la investigadora María Laura Picón, especialista en la obra de Maritain (y autora del prólogo y de la compilación de la obra), no solo los documentos utilizados como referencia, sino también la asistencia necesaria en ciertos tramos de la investigación para lograr completarla. La obra tardó dos años en ser finalizada dadas las dificultades para ubicar, publicar y transcribir las cartas del filósofo francés. La Fundación, a través del autor de estas líneas, tuvo a su cargo la traducción del francés al castellano de las cartas entre ambos y la investigación y redacción del texto vinculado con el trasfondo intelectual y político del encuentro entre las dos personalidades en Buenos Aires durante el Congreso del PEN Club, en 1936, el año en que Sur asumió, por primera vez, una posición política muy neta.
A principios de diciembre de 2021, se hizo una presentación virtual de ese libro con la participación de Michel Fourcade, presidente del Institut Maritain de Francia; Manuel Río (desde París, hijo de un amigo personal de Maritain), la investigadora Miranda Lida y el filósofo Roberto Bosca. Las contribuciones fueron tan interesantes que la Fundación las publicará próximamente en un cuadernillo.
Una reseña acerca de No sé rezar apareció en la revista Criterio en febrero de 2022[22]. En febrero de 2022, se publicó Amarte no fue un error, la traducción castellana de Lettres d’un amour défunt, publicado por Éditions Bartillat en Francia (donde recibió el Premio Sevigné), en 2011. El libro contiene la correspondencia entre Victoria Ocampo y Pierre Drieu la Rochelle, anotada y comentada por el germanista francés Julien Hervier. La versión castellana agrega notas y comentarios a cargo de Juan Javier Negri y materiales no incluidos en la versión francesa, como el «Testamento» de Drieu. El libro mereció una reseña de Daniel Gigena en La Nación de Buenos Aires (reproducida luego en El Universal de México)[23]. Su aparición intenta cerrar muchos de los interrogantes de tipo ético que, tiempo atrás, se habían planteado en torno a la relación entre Ocampo y Drieu[24]. A su vez, la versión del texto original francés al español pone en evidencia varias «zancadillas de la traducción» usadas por Victoria Ocampo para transigir con su amigo e intentar echar una buena luz sobre sus miserias materiales. El texto es también la culminación de una estrecha colaboración entre Éditions Bartillat y la Editorial Sur, que se reflejó en la publicación de varias obras de Victoria Ocampo en Francia en los últimos años, como Drieu, con prólogo y notas de Julien Hervier, y traducción de André Gabastou, en 2007; Le Rameau de Salzbourg (2008), con prólogo y notas de Gabastou, y Dialogue avec Jorge Luis Borges (2014a), con prefacio de María Kodama, introducción de Odile Felgine y traducción de Gabastou[25].
La Editorial tiene previsto reeditar el número de la revista Sur dedicado a William Shakespeare con artículos originariamente recopilados por Jorge Luis Borges a pedido de Victoria Ocampo en 1964 para, en su momento, celebrar los cuatrocientos años del nacimiento del dramaturgo inglés. La obra (con el título Borges y Victoria Ocampo en búsqueda de Shakespeare) lleva prólogo de María Kodama y un análisis crítico de Cristina Viñuela, miembro del Consejo de la Fundación.
Quizás el proyecto más ambicioso a cargo de la Fundación sea la reedición crítica de los diez tomos de los Testimonios, de Victoria Ocampo, varios de los cuales son inhallables. La tarea ha sido encomendada por el Consejo de la Fundación a Ernesto Montequin y será llevada a cabo en un plazo de cinco años.
El papel que la Fundación ha asumido en la difusión (y, cuando es necesario, en la defensa) de la obra de Victoria Ocampo la ha convertido en interlocutor necesario en numerosos pedidos de asistencia para publicar sus obras o trabajos sobre ella. Así, por ejemplo, la Embajada de la India en la Argentina pidió un texto sobre su relación con Tagore para ser incluido en la antología dirigida por Lía Rodríguez de la Vega que acaba de ver la luz como Rabindranath Tagore: visiones desde América Latina. El artículo lleva el título Tagore otra vez en la Argentina. La India sigue interesada en el curioso periplo de Tagore por esta parte del mundo y en su relación con Victoria Ocampo. La profesora india Nilanjana Bhattacharya (que realizó trabajos de investigación en los archivos de Villa Ocampo y fue orientada por la doctora María Rosa Lojo, miembro del Consejo de la Fundación) publicó, en Inglaterra, An annotated English Translation of Tagore en las Barrancas de San Isidro (2021), con prólogo de mi autoría.
En marzo y en septiembre de 2021, aparecieron, en Francia y en España, respectivamente, reediciones de De Francesca a Beatrice. El libro francés está prologado por Victoria Liendo y acompañado de un Ensayo de Roland Béhar, con interesantes materiales prácticamente desconocidos con relación al impacto de esa obra de Victoria en España y en Francia al tiempo de su primera publicación en 1924[26]. El publicado en España lleva prólogo de Juan Javier Negri.
Las tareas de la Fundación Sur en pro de la difusión de la obra de Victoria Ocampo son consecuencia (¿o son la razón?) de un fuerte y creciente interés en su obra y su trayectoria, que trascienden las fronteras que impuso su muerte. Ello nos mueve a la satisfacción por cumplir con un legado explícito que nos impuso Victoria Ocampo.
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Notas