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FIJMAN INÉDITO EDITADO EN ESPAÑA Y EN LA ARGENTINA
Gramma, vol. 32, núm. 67, 2021
Universidad del Salvador

Investigación

Gramma
Universidad del Salvador, Argentina
ISSN: 1850-0153
ISSN-e: 1850-0161
Periodicidad: Bianual
vol. 32, núm. 67, 2021

Recepción: 22 Noviembre 2021

Aprobación: 22 Noviembre 2021

Resumen: De los muchos textos inéditos desperdigados de Jacobo Fijman (1889-1970), en esta ocasión, tomamos dos recopilaciones de ellos: una hecha en España, Ocho poemas manuscritos (2014); y otra hecha en la Argentina, Metapoemas (2015). Por una parte, estas publicaciones dan cuenta tanto de cierto conocimiento, como, sobre todo, del reconocimiento valorativo de nuestro autor de un lado y otro del Atlántico. Por otra, sus textos manifiestan el encuentro de, por lo menos, dos culturas dentro de sí mismo: es europeo inmigrante en la Argentina, es judío de nacimiento converso al catolicismo, padeció alteraciones psíquicas que lo llevaron a estar hospitalizado y fue dueño de una mente lúcida como pocas; los testimonios más autorizados al respecto pertenecen a Vicente Zito Lema y a Juan-Jacobo Bajarlía. La publicación de su obra, tanto la que él dio a prensa cuanto la inédita —desperdigada o no—, en ambas orillas del Atlántico, se toca con una condición constitutiva de Fijman: la de ser un fronterizo. Por eso, es el principal exponente de lo que dimos en llamar «violencia de la frontera», categoría y modelo teóricos que nos permiten reunir a varios autores en su disparidad, como Miguel Ángel Bustos y Héctor Viel Temperley, por ejemplo. La no fijeza y lo disruptivo, en diversos órdenes, se revelan como claves de su poética de las huellas, que aquí cuestionamos.

Palabras clave: Fijman, Fronterizo, Inéditos, «Fijmanfilia», Disrupción, Huellas.

Abstract: Of the many unpublished texts scattered by Jacobo Fijman (1889-1970), on this occasion we take two compilations of them: one made in Spain, Ocho poemas manuscritos(2014); and another made in Argentina, Metapoemas (2015). On the one hand, these publications show both certain knowledge and, above all, the appreciative recognition of our author from one side of the Atlantic to the other. On the other hand, his texts show the encounter of at least two cultures within himself: he is a European immigrant in Argentina, he is a Jew by birth converted to Catholicism, he suffered from mental disorders that led him to be hospitalized and he owned one lucid mind like few others; the most authoritative testimonies in this regard belong to Vicente Zito Lema and Juan-Jacobo Bajarlía. The publication of his work, both the one he gave to the press and the unpublished one -scattered, or not-, on both sides of the Atlantic relates to a constitutive condition of Fijman, that of being a frontier. For this reason, it is the main exponent of what we called “border violence”, a category and theoretical model that allows us to bring together various authors in their disparity, such as Miguel Ángel Bustos and Héctor Viel Temperley, for example. The non-fixity and the disruptive, in various orders, are revealed as keysto his poetics of traces, which we question here.

Keywords: Fijman, Frontier, Unpublished, “Fijmanphilia”, Disruption, Traces.

1. El Gran Inédito Editado

Este pequeño trabajo se enmarca en uno mayor, que se ocupa de la poesía no reunida en libro de Jacobo Fijman (1898-1970), mayormente inédita durante su vida. A lo largo de sus últimos veintiocho años, con domicilio en el neuropsiquiátrico de hombres de la Ciudad de Buenos Aires, mantuvo su producción poética y plástica, la que, cuando salía, regalaba a conocidos y a amigos.

El título de nuestro libro Jacobo Fijman. Una poética de las huellas (2001) aludía ya a esta modalidad de ir desperdigando sus poemas, camino que, más tarde, los fijmanianos tuvimos que andar inversamente. De los poemas fuera de los tres libros por él dados a prensa, en aquel momento, solo habíamos accedido a obra escrita hacia 1923, publicada en una revista de la colectividad judía en la Argentina[2], y a obra dispersa datada entre 1965 y 1970, perteneciente a las colecciones Bajarlía (1992), Zito Lema (1969), Fernández (1986) y Calmels[3] (1996). Contamos hoy con bastante más obra, perteneciente a las colecciones[4] Arias (2005), Gioia (2012) y Dondo (2014; 2015; Pérez Guzmán, 2019), fundamentalmente. Debido al papel imprescindible de los editores en el caso de Fijman, sin cuyo amor fijmaniano no saldrían a la luz sus textos, son sus nombres los que encabezan las referencias bibliográficas en este trabajo. Por un lado, a modo de agradecimiento; por otro, porque es importantísimo saber quién ha tomado las decisiones finales en cada conjunto publicado.

Puede que cuando en 2001 caracterizamos la poética fijmaniana como una suerte de regadero de señales, a modo de obra policial, que habrían sido «guiños al lector» (2001, p. 630), hayamos incurrido en una analogía exagerada. En pos de ser didácticos, nos excedimos hacia el equívoco, deslizamiento que, por suerte, señaló con agudeza Enzo Cárcano (2018, p. 101). Sin embargo, confirmamos ahora que esa modalidad era la suya propia, aunque quizá no necesariamente por haber pretendido jugar con el lector; de todos modos, tampoco podemos descartarlo, teniendo en cuenta los testimonios acerca de su personalidad a veces fuertemente sarcástica, según Zito Lema, Bajarlía y Marechal, por ejemplo.

Haya querido o no implicar a potenciales lectores, la mentada poética de las huellas se infiere de la tendencia de Fijman a una apretada condensación, que deja implícitos varios niveles referenciales en simultáneo. Así sus poemas dispersos construyen, en su totalidad, la selva de símbolos que nuestro autor observa en su ensayo «Mallarmé, lector de símbolos», en febrero de 1931 (La revista Número, 2018). Dice Jacobo que es la capacidad de Mallarmé de leer símbolos en el mundo la que, luego, puesta a crear poemas, hace parecer oscura la poesía mallarmeana. Estimamos que lo mismo puede predicarse de Fijman. En su trabajo compositivo se sospechan observación, reflexión, depuración y encriptación. Por tanto, hacer inteligible la poesía de este poeta, en especial la que escribió después de 1931, requiere que se reconstruya su vastísima cultura de estudioso autodidacta. Hemos ido encontrando llaves para que su hermetismo se abriera en algunos puntos, por ejemplo, en cuanto al léxico, en el que identificamos arcaísmos, latinismos, galicismos y helenismos. En relación con las alusiones y las referencias, es necesario empaparse de diversos repertorios culturales provenientes del judaísmo, de la cábala medieval y renacentista en España, de la literatura del Siglo de Oro, del catolicismo y su tradición, de la patrística, entre varias otras fuentes. El hermetismo de Fijman, entonces, no es todo él provocado por su alteración mental.

Las huellas mentadas, que como lectores y amantes de la obra de Fijman vamos siguiendo de este y del otro lado del océano, están a tono con el aparente oxímoron de inédito editado, sintagma que, nos gusta pensar, habría sido del agrado de Jacobo, quien tenía un particular sentido del humor. Para dejar ver este costado, nos valemos de una autobiografía que Fijman le entregó a su amigo Dondo:

A modo de biografía[5]

Nací en el día de la conversión de San Pablo, y, tal vez me muera en el día de una mas [sic] perfecta conversión en Nuestro Señor Jesucristo.

Según los mas [sic] autorizados prontuarios he crecido en diversas ciudades de diversos paises [sic], y los únicos detalles que se guardan de mi crecimiento (operación misteriosa) son las medidas tomadas por mis sastres per sécula[6] defraudados.

Dicen que soy humorista, pero es rigurosamente inexacto.

Dicen que soy veterinario, tal vez sea cierto. Profesión que me adjudican porque he agotado las nueve musas.

Examen de conciencia[7]: soy un gran poeta.

Jacobo Fijman (s. f.)

En este trabajo, nos replantearemos la poética de Fijman sobre todo a partir de sus inéditos, de los cuales presentamos dos conjuntos, uno publicado en Madrid, en 2014, y otro, en Buenos Aires, en 2015. En la misma línea, añadimos una novedad de hace unas pocas semanas —agosto de 2019—: la publicación de un nuevo libro de Fijman que estaba ya armado como tal por él mismo.

2. Piezas Móviles

El hecho de considerar los textos dispersos de Jacobo Fijman, aparte de las dificultades que acarrea a la hora de su interpretación por no constituir una obra en el sentido más tradicional, nos permite, sin embargo, pensar su producción según una noción diversa. La clave para esa lectura ya la ofrece en 1931 Estrella de la mañana. Su estructura en constelación, según hemos analizado e interpretado (Arancet Ruda, 2001), establece, en primer lugar, la pauta de las piezas móviles. Tomamos como interpretante para este mecanismo el relato de Miguel Ángel Bustos (1933-1976) «Aprendizaje» —de su primer libro, Cuatro murales, 1957—. En él se habla de que existe un «mosaico de cristal pintado» cuasi mágico, porque, sea cual fuere el lugar donde se lo ponga, por su mera ubicación, ese lugar se convierte en centro; consecuentemente, se modifica todo el diseño previo, «toda la acción gira forzosamente alrededor de este pequeño y múltiple mosaico, pintura de toda posibilidad» (Bustos, 1957, p. 22). Una similar lógica estructurante, la de desplazarse hacia el centro que es siempre móvil, es la de Estrella de la Mañana respecto de la figura del «tú».

El dinamismo permanente, junto con este gesto de volver a armarse cada vez en torno de un centro mudable, se repite como procedimiento creativo en la poesía dispersa. Así, la forma total de la producción de Fijman no se puede fijar, como ya vimos que tampoco puede hacerse con la estructura de Estrella de la Mañana (Arancet Ruda, 2001). Esta manera productiva, algunas de cuyas causas están en la situación de vida errante de Fijman, se toca indudablemente con la figura de puesta en abismo, en tanto figurativiza el no poder nunca establecer límites asequibles, porque siempre hay un más allá. Es la figura por antonomasia para un buscador que tiende al infinito, el mismo infinito en el que cree y que lo sostiene para producir sentido. Coincidimos con la psicóloga Fabiana Municoy (2006) en que la poesía y, más aun, la existencia pensada en Jesucristo, le permitieron a Fijman mantenerse equilibrado[8], para decirlo de manera no técnica —puesto que nuestra área del saber no es psi—. Afirma Municoy que ambas coordenadas, ambas prácticas diríamos nosotros, la escritura poética y la vida de fe, le permitieron a Jacobo pasar los últimos años —no podríamos decir cuántos— «sin medicación» y con el permiso de salir libremente (Municoy, 2004, pp. 426-427).

Ante la obra no reunida en libro, dispersa y en potencia siempre creciente, a la figura de la constelación se superpone la de un collage dinámico. Ante la vista de las partes de este collage, surge la semiosis que configura una red. Analizar el entramado de componentes, sus modos de actuar —de significar— y sus interacciones identificables, mediatiza, hasta cierto punto, la intelección de la obra fijmaniana.

3. «Fijmanfilia»

De los muchos textos inéditos desperdigados de Jacobo Fijman, tomamos, en esta ocasión, dos recopilaciones: una hecha en España, Ocho poemas manuscritos (2014)[9]; y otra, hecha en la Argentina, Metapoemas (2015). Estas publicaciones dan cuenta del reconocimiento valorativo de nuestro autor a un lado y al otro del Atlántico. Fijman es uno de esos pocos poetas varias veces reeditados[10].

A su vez, sus textos manifiestan el reiterado encuentro y desencuentro de dos formas culturales dentro de sí mismo: es europeo y es inmigrante en la Argentina; es judío de nacimiento y es converso al catolicismo; padeció de alteraciones psíquicas que lo llevaron a estar hospitalizado largamente y, a la par, fue un andariego por Sudamérica, por Europa y por las calles porteñas; los poemas dispersos son escritos en Buenos Aires, pero abunda en ellos una cuasi obsesión con Castilla.

Las dos ediciones son poco o nada conocidas, en gran medida, debido a que son ediciones de bibliófilo, formato acorde con la mayor parte de la obra fijmaniana, dispersa en colecciones personales. De la edición madrileña no conocemos el origen de los manuscritos[11]. De la porteña sabemos, de primera mano[12], que pertenecen a la Col. Dondo.

En el caso de Ocho poemas manuscritos, se trata de una caja de 36,5 por 23,5 cm forrada en tela azul, cuyo interior está tapizado con un papel de diseño característico de las hojas de guarda, en este caso jaspeado[13], marmolado o papel de aguas en blanco y grises. A todas luces emula un libro añejo y contiene ocho hojas sueltas, cada una con un poema en reproducción facsimilar. Se trata de una tirada de tan solo cien ejemplares, numerados y firmados por el editor, Claudio Pérez Míguez, realizados en forma totalmente artesanal.

En el caso de Metapoemas, se reúnen solo cinco poemas ofrecidos por Ariel Gustavo Fleischer, editor al frente de Ediciones Kalós, que, desde 2013, hace ediciones de bibliófilo[14]. La tirada es de setenta y cinco[15] ejemplares confeccionados según la tradición de la impresión con tipos móviles y con el trabajo de grabadistas para acompañar los textos, como se acostumbraba en la primera mitad del siglo xx. El grabado del ex libris es de Julieta Warman.

Hay, en suma, un total de trece poemas que han pasado a integrar la masa documental que constituirá nuestro «dossier genético» (Lois, 2001, p. 5) de poemas de Fijman no reunidos en libro por el autor. En ambos casos, hemos podido apreciar los manuscritos, que podríamos considerar pre-textos, en tanto, en vida de Fijman, nunca pasaron a integrar una obra impresa, es decir, con un mayor índice de cerrazón o acabamiento. Los ocho poemas de la colección de 2014 son, a saber: 1. «Prospectiva», 26 de noviembre de 1957; 2. «Campos azules», 7 de febrero de 1958; 3. «Cordonera», 11 de febrero de 1958; 4. «Aran los campos», s. f.; 5. «Canción de arroz y trigo y primavera», s. f.; 6. «[Se anuncian en la flor…]», s. f.; 7. «Álamo de Castilla», 16 de… ¿marzo/junio? de 1965; 8. «Canon[16] de mística teología», 8 de diciembre de 1965. Los cinco poemas de la colección de 2015 son los siguientes: 1. «Teórica», marzo de 1961; 2. «Única», enero de 1962; 3. «Metalógica de ensueño», diciembre de 1961; 4. «Metasomática», s. f.; 5. «Metalógica con un halcón debajo», enero de 1962.

De los poemas publicados por Del Centro Editores, en verdad los tres últimos ya habían sido dados a conocer anteriormente. Sin embargo, no todo es idéntico, lo cual merece algunas observaciones y comentarios. «(Canon)[*] de mística teología», del 8 de diciembre de 1965, fue publicado en 1992 por Juan-Jacobo Bajarlía (1992, p. 211), pero sin registro de la tachadura. Creemos importante leer las dos posibilidades, la inicial y la segunda decisión del autor —no sabemos si final, o no—, puesto que la presencia o la ausencia de la palabra «canon», como mínimo, aporta o quita rigidez. En su transcripción, Bajarlía optó por dejar esta palabra; Arias, por el contrario, la quitó (2005b, p. 149). «Álamo de Castilla», del 16 de… ¿marzo/junio? de 1965, figura exactamente igual en Bajarlía (1992, p. 210), pero sin mes, tal vez a causa de la dificultad de descifrar la grafía manuscrita. «[Se anuncian en la flor…]» está en Arias (2005b, p. 221), incluso con una pequeña fotografía del original (2005, p. 295), pero con título, «Epístola rural», fecha del 19 de abril de 1964. Aparte, otras diferencias de edición, de orden de versos y de variantes lexicales, a saber:

  1. 1. En Arias no están los números que en Del Centro encabezan los versos.
  2. 2. El verso sexto en Del Centro es el octavo en Arias; y, además, hay una variante lexical:

    Del Centro: «correrán en la lluvia[17] de la luna creciente».

    Arias: «correrán en el agua[18] de la luna creciente».

  3. 3. El verso sexto en Del Centro es el séptimo en Arias; y, nuevamente, una variante lexical:

    Del Centro: «las manzanas redondas con sus noches».

    Arias: «las manzanas redondas con sus días y noches».

Esta doble versión manuscrita lleva a la pregunta inevitable acerca de cuántas veces Fijman habrá copiado y cambiado sus poemas, y con cuáles lo habrá hecho. La existencia de más de un dactiloscrito sugiere, asimismo, que los textos no eran fruto de un arrebato momentáneo plasmado en cualquier papel al alcance de la mano, como alguna vez se ha pensado. Por algún motivo, que no tenemos modo de conocer, elige el mismo texto para regalar reiteradamente.

Vía la edición facsimilar nos topamos con un autor que, lejos de la idea extendida de cierto descuido o de desatención respecto de sus composiciones diseminadas, era un poeta detallista y atento, que, en todo caso, al regalar sus obras, practicaba a conciencia el desprendimiento más extremo.

Ver la cocina de la escritura en estos facsimilares y en dactiloscritos habilita el descubrir un minucioso trabajo de composición y de selección. Así, por ejemplo, tener a la vista las tachaduras hace posible develar esta faz. Tal la que vemos en «Cordonera»: «Bien tu cuerpo (llegando)[*] saliendo, bien tu cuerpo llegando», donde la tachadura muestra la decisión de anteponer la salida y de posponer la llegada del «tú». Este manejo de la secuencia lógica —ya que para llegar primero se ha de salir— e incluso de la expectativa del «yo» habla de un pensar poético preciso, que no responde en absoluto al sinsentido que algún lector desprevenido le otorgara a la poesía no reunida en libro de Fijman.

En relación con Metapoemas, hemos de decir que la cuidadísima edición en cuanto al procedimiento de producción ofrece, sin embargo, puntos discutibles respecto de la fijación de los poemas. Teniendo los dactiloscritos delante, hallamos que hay decisiones de los editores que no son del todo fieles al original. Comprendemos que no se ha querido hacer una edición crítica ni genética. Sin embargo, algunas opciones hechas, como la de introducir puntuación que no estaba o la de quitar signos entre estrofas, son discutibles, pues se ha incorporado un factor de corrección que creemos habría sido mejor evitar.

La selección de estos cinco poemas, realizada por María Julia De Ruschi y por Ariel Gustavo Fleischer, responde, hasta donde vemos, a que poseen elementos que podrían pensarse como puertas de ingreso o lugares donde hacer pie. Evidentemente, las dedicatorias de los poemas los tornan más relevantes dentro del campo cultural —«para Jorge Luis Borges», «para Victoria Ocampo», «para Igor Stravinsky»—. Y, en tres casos, el prefijo meta- facilita una rápida conexión entre los poemas —«Metasomática», «Metalógica de ensueño», «Metalógica con un halcón debajo»—, conexión reflejada en el azaroso título que los editores resolvieron poner a esta pequeña colección: Metapoemas.

4. Generosa Sorpresa

Más allá de las dos colecciones de poemas inéditos de Jacobo Fijman que nos ocupan, no podemos dejar de mencionar que, hace no más de quince días —en agosto de 2019—, salió a la venta otro libro de Fijman, Libro de la cántiga de pasión. Es un importante nudo de convergencia de textos que viene a añadirse a la mentada red de su producción. En este caso, sí podemos decir «libro» y no mera reunión de poemas, puesto que se trata de una obra guardada durante cincuenta y siete años por lo menos, ya que su propietario murió, joven, en 1962. Osvaldo Horacio Dondo (Buenos Aires, 1902-1962)[19], «que fue un poeta y un gran lector» (Dondo, 1995, p. 16), fue además el amigo de nuestro autor que legara a sus herederos este libro ya armado. Desde entonces, está listo para su publicación: abrochado, con portada e índice incluidos. Suponemos que tal cuidadoso acabamiento proviene más bien del empeño de Dondo en preservar la obra de Fijman, que de una moción de Fijman mismo. Sabemos que, en 1998, los libros de Jacobo dejaron de ser tres, cuando Alberto Arias publicó el libro de cuentos que nuestro autor iba a dar a prensa, San Julián el pobre —según se comprueba en los anuncios dentro de la revista Número—. Y, en 2019, pasaron a ser cuatro, al sumarse este poemario recién publicado por Editorial Duino[20]. Respecto de tres de los cuatro libros de Jacobo Fijman, Osvaldo Horacio Dondo[21] fue el gestor cultural, de diversas maneras, tarea que, de acuerdo con los testimonios de sus hijos, solía desempeñar naturalmente en los ámbitos en que se encontraba.

En esta ocasión no abundaremos en detalles acerca de Libro de la cántiga de pasión. Solo diremos que consta de treinta y ocho poemas, que la edición incluye fotografías de diecisiete dactiloscritos, el índice y un dibujo hecho por Fijman —no sabemos si incluido por el autor o por Dondo—. La obra editada por Duino cuenta, además, con un apéndice constituido por siete dibujos y pinturas realizados por nuestro poeta y artista plástico. Finalmente, hay una serie de notas que refieren características de los originales, las que no están registradas en la transcripción por decisión de la poseedora, María Teresa Dondo. En conversación personal con ella nos reveló haber elegido esta modalidad con el fin de ofrecer una lectura más agradable a la vista, cosa que, en su opinión, se habría visto impedida por las anotaciones marginales y al pie. Sin duda, el suyo es un parecer más que válido, ya que proviene de quien ha atesorado este material con tanto esmero y ha cumplido con el cometido de la publicación, expresamente encargada por su padre cuando ella contaba apenas dieciséis años. En la publicación de este libro María Teresa ha reunido el amor por la poesía —íntimamente vinculado con su figura paterna, de poeta— y el riguroso cuidado que ejerciera como museóloga a lo largo de muchos años —muy especialmente, en el Museo Larreta, del que fuera directora—. Llegar a la forma que le resultara adecuada para editar estos poemas de Fijman no ha de haberle sido nada fácil. Valoramos y agradecemos tan dedicada labor.

5. Quien Deja Huellas, Atención Pide

Retomamos el título de nuestro trabajo más extenso sobre Fijman, Una poética de las huellas, y lo unimos a algunas de las ideas vertidas en los prefacios a Libro de la cántiga de pasión. El editor, Pérez Guzmán, afirma en su «Prólogo» que acercarse a Fijman «implica entrever las columnas de su pensamiento y de su canto» (2019, p. 7). Luego, María Teresa Dondo, dice en su «Presentación» que Jacobo Fijman «[…] inició un juego infinito acorde con su personalidad […]. Desde hace más de 50 años, el “juego” consiste en lograr la circulación de obras inéditas entre poetas, psiquiatras, coleccionistas, libreros anticuarios… para armar el “rompecabezas final” hasta lograr las obras completas» (Pérez Guzmán, 2019, p. 19). A ello sumamos la consideración de las dos ediciones mencionadas que, si bien dan a conocer textos que estaban guardados, lo hacen en ediciones de bibliófilo, es decir, difíciles de alcanzar.

Desde distintos puntos de vista, de acuerdo con variadas voces y con diferentes acontecimientos, se confirma que, para llegar a Fijman, tanto a los textos materiales cuanto al meollo de sus poemas y a su, tal vez, desciframiento, es necesario buscar, descubrir y seguir las huellas que fue dejando en y con su producción artística.

El inacabamiento en la obra de Fijman no es una falla ni una carencia. Es parte de su propuesta poética y vital, signada por el auténtico desafío de despojarse. Coincidimos con Roberto Cignoni cuando entiende la poesía fijmaniana como «apertura», y destaca que, para acceder a «lo abierto», es necesario darse a la «errancia» y a la «fascinación» (Gioia, 2012, p. 10). Estos estados espirituales, arduos, puesto que piden el abandono de las certezas de sí, son los que Fijman practicaba para lograr lo que llamaba «estado de poesía»: un estado sufriente y, a la vez, gozoso, ordenado rigurosamente hacia la espiritualidad más pura y desinteresada. A la par, más modestamente, estos estados constituyen la disciplina requerida a nosotros, lectores.

Hay varios hechos que hablan de, entre otras cosas, una autofiguración del todo coherente con la imposibilidad de fijar su obra, tanto como su existencia. Algunos de estos hechos son el que nuestro poeta, como señalara Bajarlía (1992), diera por lo menos dos versiones distintas de la mayoría de los detalles conocidos de su vida; el hecho de que perteneciera sucesivamente a los grupos de Martín Fierro y de Número, pero solo por un lapso y no del todo; el hecho de su paso del judaísmo al catolicismo y, en este marco, el hecho del rechazo de las figuras que pudieran ser demasiado ortodoxas por mera postura. Así, respecto de Jacobo Fijman casi nada es seguro. Esta ausencia de certidumbre podría pensarse, simplemente, como efecto de su posible inestabilidad; pero, también, podría verse como una construcción sobre la base de lo escurridizo y de lo inaprehensible, desde el temperamento personal hasta el horizonte de comunicación.

El inacabamiento no es, por tanto, un defecto. Sí, en todo caso, un problema para el estudioso, porque exige la inmersión absoluta; y, en simultáneo, el desnudarse de pautas conocidas. Así, quien quiera abarcarlo por completo habrá de ser burlado, necesariamente. Creemos que es la clave última de Fijman, con su famosa risa, resonante y estruendosa, oyéndose por detrás.

Referencias Bibliográficas

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Arias, A. A. (ed.). (2005). Obras (1923-1969), Jacobo Fijman, 1: Poemas. Buenos Aires: Araucaria, pp. 35-56 y 190-275.

Arias, A. A. (ed.). (2005). «Breve crónica biográfica de Jacobo Fijman», apéndice añadido en su Obras (1923-1969), Jacobo Fijman, 1: Poemas. Buenos Aires: Araucaria.

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Notas

* Doctora en Letras por la Pontificia Universidad Católica Argentina e Investigadora Adjunta del CONICET. Contacto: marancetruda@conicet.gov.ar
[*] En el dactiloscrito el término aquí entre paréntesis figura tachado.
[1] Este trabajo fue presentado en el Congreso Internacional Argentina Transatlántica, vii Jornadas de Literatura Argentina, del 15 al 18 de octubre de 2019, Buenos Aires.
[2] Más tarde, a la producción de ese período temprano, Alberto Arias (2005) sumó poemas gracias al aporte de la colección de Carlos Moisés Grünberg (2002).
[3] Calmels la heredó de Lysandro Galtier.
[4] En adelante, para aludir a las colecciones de poemas, usaremos la abreviatura «Col.».
[5] Subrayado en el dactiloscrito.
[6] Ídem.
[7] Ídem.
[8] Observa Municoy: «Son muchas las anécdotas sobre su estadía en la institución, así como también su producción literaria y plástica la cual logró también encaminar hacia un fin sagrado. Lo cierto es que pese a las vejaciones que sufrió hubo alguien que pudo entender su fiebre creadora y permitirle el espacio necesario para la creación, citamos en esta línea al doctor Saurí y al Doctor Melgar, directores en diferentes momentos del hospital que le permitieron vivir aislado del resto de los pacientes y que le proporcionaron los elementos necesarios para sostener su unidad con Dios. Los últimos años de su vida transcurrieron sin medicación y con el permiso para trasladarse a sitios elegidos por el autor, lo cual denota la ausencia de los fenómenos de intrusión propios de la psicosis que el sujeto creador logró apaciguar. El alojamiento de los lazos libidinales que lo vinculaban al mundo apuntalado con la particular solución de la muerte corporal hizo que nunca pudiera nuevamente insertarse en él y finalmente su caso pasó a ser “un problema social”» (Municoy, 2006, pp. 426-427).
[9] Fuimos convocados por Claudio F. Pérez Míguez, de Del Centro Ediciones, para hacer el prólogo del libro.
[10] El tema de las reediciones merecería ser especialmente tratado. En parte ya lo toma prolijamente Enzo Cárcano (2014) desde el punto de vista del canon.
[11] Aunque identificamos que algunos son idénticos a los de la Col. Bajarlía.
[12] Lo sabemos por haber sido convocados por María Teresa y Felipe Dondo para tomar contacto con los manuscritos y por haber participado, junto con ellos dos y con Annie Schmidt, en la organización de una muestra sobre Jacobo Fijman, la que no pudo concretarse, lamentablemente, por falta de fondos. Se iba a hacer en 2014, en el Centro Cultural La Abadía, sito en el convento de San Benito, en Belgrano, en cuya capilla Fijman fuera bautizado en 1930. Por ello íbamos a llamarla «Fijman vuelve a la Abadía».
[13] El papel jaspeado es conocido en Europa alrededor de mediados del siglo xv y principios del xvi, traído por viajeros a Turquía, a Persia y a Oriente próximo. Se trata, originariamente, del arte turco llamado «ebru», que, desde 2014, es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. URL: https://ich.unesco.org/es/RL/el-ebru-arte-turco-de-fabricacion-de-papel-jaspeado-00644
[14] La impresión estuvo a cargo de Rubén Lapolla.
[15] De los setenta y cinco, hay cinco en papel japón nacarado de 105 gr, numerados del 1 al 5, fuera de comercio y destinados a los colaboradores; diez ejemplares en papel Vélin d’Arches crema de 160 gr, de origen francés, numerados del 1 al 10, con estuche; y sesenta ejemplares en papel Dauphin de France crema de 105 gr con un grabado a modo de ex libris. Rústica en rama. Ejemplar en papel Vélin d’Arches crema de 160 gr Colección Ariel Fleischer.
[16] El tachado está en el dactiloscrito.
[17] El subrayado es nuestro.
[18] Ídem.
[19] La obra literaria de Dondo fue reunida y publicada por sus hijos, especialmente por Gabriel Dondo, como Obra poética y andanzas del lector (1995).
[20] Ya que juzgamos pertinente, según dijimos antes, destacar el papel de los editores respecto de la obra fijmaniana, es necesario nombrar a Ariel Pérez Guzmán, editor responsable de Duino, en cuyo catálogo figura también, por ejemplo, una joya por largo tiempo desconocida de la poesía española como Sonetos del amor oscuro y otros textos recobrados (2018), de Federico García Lorca.
[21] Recordamos aquí que fue Dondo quien se hiciera cargo de la publicación de Hecho de estampas (1929) y de Estrella de la mañana (1931).


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