Dossier: Nuevas Lecturas sobre Poesía Neobarroca de Nuestra América
Recepción: 13 Mayo 2021
Aprobación: 12 Junio 2021
Resumen: El trabajo propone una lectura ecocrítica del poemario La bestia ser (2018), de Susana Villalba (Buenos Aires, 1956). Como lo indica el subtítulo Monólogos entre el perro, el árbol y la piedra, el libro se trama alrededor del juego de contrastes, proximidades y distancias que se establecen entre estos tres hablantes no humanos. La estructura del poemario resulta cercana al procedimiento de la fuga musical, un género barroco, en tanto que la «com-pulsión» de «aparecer-otro» expone la máscara «cosmética» de la simulación neobarroca (Sarduy, 1982). Se examinarán algunos tópicos de la biopolítica invocados en los poemas que, desde el presente oscuro del Antropoceno, invitan a pensar modelos más solidarios de comunidad y de conexión con el medio ambiente.
Palabras clave: Susana Villalba, Ecocrítica, Antropoceno, Biopolítica, Poesía Argentina, Siglo xx.
Abstract: The paper proposes an ecocritical reading of La bestia ser (2018) by Susana Villalba (Buenos Aires, 1956). As the subtitle Monólogos entre el perro, el árbol y la piedra indicates, the book is woven around the game of contrasts, proximity and distance established among these three non-human speakers. Whereas the structure of the book presents a baroque structure, analogous to the musical procedure of the fugue, the “com-pulsion” to “appear-other” exposes the “cosmetic” mask of neobaroque simulation (Sarduy 1982). We shall examine some topics of Biopolitics invoked in the poems that emerge from the dark present of the Anthropocene and invite us to think of more empathetic models of community and connection with the environment.
Keywords: Susana Villalba, Ecocriticism, Anthropocene, Biopolitics, Argentine Poetry, 20thCentury.
Cambio de Perspectiva
En Stone. An Ecology of the Inhuman, Jeffrey Jerome Cohense pregunta qué sucedería si pensáramos en las piedras como seres parlantes, animados y portadores de afectos (2015, p. 51). Al autor no le interesa tanto la roca como elemento integrado en la arquitectura y la escultura, sino la piedra sin domesticar, aquella que fascina a los geólogos y nos habla de duraciones y de escalas más vastas que las humanas. La propuesta de Cohen es un ejemplo de ecocrítica que invita a repensar los lazos entre literatura y medio ambiente a partir de un enfoque holístico, capaz de entender la vida humana en un vínculo indisociable y no jerárquico con otras formas de vida y de existencia.
Desde estas coordenadas, es posible leer La bestia ser (2018), el volumen de poesía más reciente de Susana Villalba[1]. El subtítulo Monólogos entre el perro, el árbol y la piedra adelanta la peculiar estructura del texto, pues se trata de cinco monólogos en los que estas tres voces asumen alternadamente el rol de hablantes poéticos. Cada poema explora una escena donde se producen encuentros y desencuentros entre ellos, poniendo de manifiesto el talento de Villalba para la escritura dramática. Así, desde un principio, el árbol se muestra pródigo y hospitalario, en armonía con los pájaros, los insectos y el viento:
mi forma de seguir
es quedarme
y cambiar
y volver
en mí
en la verdad del frío
estoy desnudo
rezumo flores
como guirnaldas
y espero a las abejas
a las mariposas
el viento me sacude
me prodigo en frutas
a las avispas
a los pájaros
(Villalba, 2018, pp. 17-18).
En cambio, resultan desgarradores los monólogos del perro, donde la urgencia del sentimiento se conjuga con el movimiento perpetuo:
salto
nunca caigo hacia el suelo
no soy un árbol
aunque estoy atado
salto como un loco
hasta el límite
de mi cuerda
qué rebeldía triste
patética
(Villalba, 2018, p. 20).
La piedra, por su parte, se orienta al reposo:
al fin la noche
me alivia
de la responsabilidad
de la forma
(Villalba, 2018, p. 29).
Todo el libro se trama alrededor del juego de contrastes, proximidades y distancias que se establecen entre los tres hablantes no humanos. Si la dicción de este poemario es escueta, tendiente al minimalismo, en cambio, es barroca su estructura, que se acerca al procedimiento de la fuga[2]. La música de la poesía opera en La bestia ser tensionando las palabras y los tonos de las tres voces que hablan por turnos, luego se llaman al silencio y después vuelven a hablar. De este modo, ciertas palabras y expresiones regresan como melodías, pautando un ritmo que emula una danza y recuerda el flujo atemperado de la vida. No se privilegia el punto de vista del sujeto trascendental kantiano, sino la interconectividad entre objetos y seres (Wilke 2013, p. 68). Se trata de una música-poesía que trae apreciaciones y reclamos que descentran la perspectiva humana, aportando al debate en torno a la biopolítica en tiempos del Antropoceno[3].
Materia, Intencionalidad, Deseo
La segunda sección del libro —«Monólogo 2»— incluye tres extensos poemas en los que cada uno de los hablantes reflexiona sobre el amor. El primer parlamento es el de la piedra, que comparte sus experiencias de intimidad con el agua, los metales y las piedras preciosas:
sostener en silencio
como amar
es un arte
¿existiría el mar
si no lo contuviera?
me derrota
algo intangible
como el agua
su transparencia
[…]
a veces una roca
se estremece contra la orilla
perdida
hasta lo irreductible
se amalgama
amar es eso
y te sorprende
un filón de topacio
en el porfirio
entonces qué creías
que es el oro
sino la cicatriz
(Villalba, 2018, pp. 33-34).
El poema va recorriendo los factores asociados a la permanencia y la memoria milenaria de la piedra, cuyo amor eterno está atravesado de soledad (Villalba, 2018, p. 34). La materialidad de la roca no es inmutable, pues la transforman los procesos de sedimentación y de desgaste. La fuerza de la gravedad la une a la tierra, y las estrellas le ofrecen un espejo. Lo que aparenta ser pasividad es magnetismo, fuerza de atracción. La suya es una mirada atomizada, capaz de percibir los detalles y las partes que se integran en un todo.
En el segundo parlamento, el amor del árbol se revela como paradoja constante:
como dios me alimento
de lo que cae
de mí
hojas y flores
frutas
todo se pudre
alrededor
no sé si todo me abandona
o yo lo dejo
el perro salta
me ladra y salta
no puedo
—le susurro—
mi amor es una fuente
perpetua que derrama
y no se llena
nunca
pero nunca termina
—me responde
en pocos días
una enredadera sube
por mí
la altura que me lleva
una vida
me entorpece
me asfixia
al abrazarme
y me ilumina
de orquídeas
estar juntos
es eso
(Villalba, 2018, pp. 39-40).
El árbol que regala también consume. Está fijo en un lugar, pero en perpetuo cambio. Es visitado por pájaros e insectos, pero después es abandonado por ellos. Conoce el amor lejano del perro y el amor apabullante de la trepadora. Axis mundi longevo que vincula el cielo y la tierra, sabe por experiencia propia que «vivir / es un furioso equilibrio» (Villalba, 2018, p. 39). En este punto, el soliloquio poético coincide con la información que brindan los genetistas botánicos. Hoy sabemos que las plantas perciben algunos colores y los rayos UV, que captan aromas y que distinguen diferentes tipos de caricias. Están al tanto de la gravedad, por eso cambian de forma para que sus raíces crezcan hacia arriba y hacia abajo. Y guardan un registro del pasado, de modo tal que, cuando reconocen ciertas condiciones que les propiciaron afecciones, cambian su fisiología (Chamovitz, 2013, pp. 137-141). Desde el punto de vista filosófico, la vida vegetal es pura inmanencia. Se habla de una «intencionalidad no consciente» de las plantas, por obra de la cual se mueven en la dupla sensibilidad-irritabilidad (Marder, 2013, pp. 125-131). No en vano su sabiduría fue alabada por Deleuze y por Guattari, quienes vieron, en el rizoma, el emblema de un pensamiento donde no hay centros ni jerarquías fundacionales.
Frente a la inmovilidad de la piedra y la fijeza del árbol, el amor del perro es un deseo punzante que nunca cesa:
doy vueltas
alrededor del árbol
le salto
salto de amor
y caigo
otra vez en mí
enamorarse es eso
(Villalba, 2018, p. 51).
Los seres parlantes del poemario de Villalba pertenecen a mundos de vida diferentes que coexisten, pero no pueden homologarse. Esa herida inicial, ontológica, vuelve tan conmovedoras las palabras del perro:
salto
pero no soy de altura
ni de profundidad
el árbol
aunque a mi lado
no está en mi mundo
tengo celos de ese animal
de cielo
(Villalba, 2018, p. 57).
Como explicó Aristóteles en el libro ii de De Anima, la captación de los sentidos (aisthesis) implica un universo de emociones (pathé), que los animales comparten con los seres humanos. Muchas veces los textos literarios y otros dispositivos artísticos indagan en determinadas instancias en que ambos se relacionan e imbrican, estableciendo «un continuum orgánico afectivo, material y político» (Giorgi, 2014, p. 12). Aunque compartan el hecho de ser movidos por el deseo, animales y humanos difieren en su modo de actuar. El perro de La bestia ser evoca el abuso de poder y la crueldad como rasgos exclusivamente humanos[4].
quien conoce el dolor
conoce al hombre
por donde pasa
hasta los dioses
retienen el aliento
sigo los restos
de su carnicería
sobrevivo
él lo llama fidelidad
(Villalba, 2018, pp. 83-84).
[…]
viene un pitbull
tirando de una persona
que lo tironea
qué extraño amor
esa cadena
el humano aprende
con facilidad
a obedecer
un silbato
hacer piruetas
y no enfrentar
al líder
en cruzas sin parámetros
de competición
la selección es natural:
el que golpea primero
es humano de raza
(Villalba, 2018, pp. 85-86).
La lógica del amo y el esclavo, homo homini lupus, la selección natural darwiniana, el sometimiento del individuo al sistema productivo: los tópicos de la filosofía occidental se dan cita en los poemas que abordan, de manera oblicua, la alienación de las sociedades capitalistas. Desde la óptica animal, la civilización no es más que un sistema de violencias que se justifican unas a otras.
Poesía para Tiempos Oscuros
En una entrevista de octubre de 2020, Susana Villalba se refería en estos términos a la génesis de La bestia ser:
Fui desarrollando un punto de vista árbol o piedra. Consideré que dicen lo esencial y entienden distintos matices del silencio; incluso el perro que opina que hablar es la estrategia del animal humano a falta de belleza y de capacidad de escucha. Soy pesimista respecto de la humanidad. Además, la inconciencia sobre un ecosistema y la creencia de una jerarquía piramidal en que el hombre es una cima llegó a este caos que la pandemia pone en evidencia (Halfon, 2021, s. p.).
En efecto, las composiciones del libro cuestionan «la fantasía de la independencia humana respecto de la naturaleza» (Anzoátegui y Femenías, 2015, p. 228) así como la idea del hombre (varón, blanco, occidental) como «dueño, señor y propietario» que puede disponer de ella como un mero recurso (Cragnolini, 2016)[5]. Una vez puesto en crisis este paradigma, resulta posible imaginar modelos más solidarios de comunidad y de conexión con el medio ambiente. En este sentido, los Monólogos entre el perro, el árbol y la piedra se inscriben en una vertiente ecológica de la literatura argentina que podría tener como antecedentes las descripciones de Guillermo Enrique Hudson, las voces delicadas de Juan L. Ortiz y de Jorge Calvetti, el silencio que acecha la palabra en Arnaldo Calveyra, las celebraciones de flores y de pájaros que despuntan en las obras de Diana Bellessi y de Alicia Genovese. En el marco de esta tradición verde, la búsqueda poética se acerca a un vitalismo exultante o bien a un discurso oracular, rico en aforismos. Estas variables se combinan en el texto de Villalba, así como en Geología (2001), de Claudia Masin; Canción de amor vegetal en Tigre (2010), de Javier Cófreces y Alberto Muñoz; Amuleto (2019), de Roxana Molinelli; y Vivero (2021), de Marimé Arancet Ruda.
La apuesta de los poemas examinados en este trabajo resulta neobarroca por el potencial crítico de su erotismo, orientado —como lo proclamó Sarduy— a «subvertir el orden supuestamente normal de las cosas» (1999, pp. 1195-1262). Así, devenir-piedra, devenir-árbol y devenir-animal constituyen tres modos de la «com-pulsión» de «aparecer-otro», que el autor cubano vinculó con el juego de la dupla «cosmos/cosmético» en la simulación neobarroca (Sarduy, 1982).
En su iluminadora lectura de La bestia ser, Roxana Molinelli repara en que los poemas de Villalba nos conducen a los/as lectores/as a un movimiento «de introspección, de espera» (Molinelli, 2020, s. p.). Los fragmentos seleccionados refuerzan esta idea, que es funcional al modelo de la fuga como música de advenimientos, partidas y retornos. Prestemos atención a las voces de lo viviente: nos susurran, por lo bajo, los sucesivos monólogos del árbol, la piedra y el perro. La conciencia ecológica que despiertan estos versos genera «[u]na mirada empática hacia humanos y no humanos» (Puleo, 2011, p. 433), que implica reconocer la inmensa variedad de escalas temporales y espaciales que existen en la tierra (Morton, 2012, pp. 271-72). Podemos afirmar entonces que, frente a la hiperactividad que sostiene las lógicas de la producción y el consumo, la inequidad en la distribución de los bienes, la catástrofe climática y la extinción de los recursos naturales, los poemas proponen una celebración de lo que existe más allá de la intervención humana. No deja de ser «una celebración / melancólica», porque, en muchos sentidos, ya es tarde: «no habrá vuelta / atrás» (Villalba, 2018, p. 111), asevera el árbol en su monólogo final.
Quisiera concluir con una reflexión acerca de la actualidad de esta propuesta poética. Tras las huellas de Nietzsche y de Barthes, Giorgio Agamben define al poeta contemporáneo como «[a]quel que mantiene la mirada fija en su tiempo, para percibir, no sus luces, sino su oscuridad» (2014, p. 21). El pensador italiano invoca la explicación de la astrofísica que indica que la oscuridad del cielo es, en realidad, la luz de galaxias lejanas que se alejan a gran velocidad de nuestro planeta. Entonces agrega:
Percibir en la oscuridad del presente esa luz que trata de alcanzarnos y no puede: eso significa ser contemporáneos. Por eso los contemporáneos son raros; y por eso ser contemporáneos es, ante todo, una cuestión de coraje: porque significa ser capaces, no solo de mantener la mirada fija en la oscuridad de la época, sino también de percibir en esa oscuridad una luz que, dirigida hacia nosotros, se nos aleja infinitamente (2014, p. 23).
Los poemas de La bestia ser se alejan como estrellas en fuga, dejando en quien los lee una nostalgia profunda. Los humanos somos seres condenados a construir ciudades y temerles a nuestros deseos; sin embargo, podemos aprender de otros seres que también están hechos de materia, cuentan con sensibilidad y experimentan afectos. Como luces que no vemos, a través de los poemas nos llegan —desde el fondo de oscuridad— las voces que acaso podrían reencantar el mundo.
Referencias Bibliográficas
Agamben, G. (2014). «¿Qué es lo contemporáneo?». Desnudez. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, pp. 17-29.
Anzoátegui, M. y Femenías, M. L. (2015). «Problemáticas urbano-ambientales: un análisis desde el ecofeminismo». Alicia H. Puleo (ed.). Ecología y género en diálogo interdisciplinar. Madrid: Plaza y Valdés Editores, pp. 219-240.
Chamovitz, D. (2013). What a Plant Knows. Nueva York: Scientific American.
Cohen, J. J. (2015). Stone. An Ecology of the Inhuman. Minnesota: University of Minnesota Press.
Cragnolini, M. B. (2016). Extraños animales. Filosofía y animalidad en el pensar contemporáneo. Buenos Aires: Prometeo Libros.
Giorgi, G. (2014). Formas comunes. Animalidad, cultura y biopolítica. Buenos Aires: Eterna Cadencia.
Halfon. M. (2020). «Una novela poética sobre la conquista de América». Entrevista a Susana Villalba. Página 12, Radar Libros (6/10/2020). Disponible en https://www.pagina12.com.ar/297314-la-luna-en-harapos-de-susana-villalba-ve-la-luz-30-anos-desp
Marder, M. (2013). «What is Plant-Thinking?». Klesis, revue philosophique, 25, pp. 124-143.
Molinelli, R. (2020). «Salir de la propia especie. La bestia ser, de Susana Villalba». Revista-blog de poesía argentina, hispanoamericana y traducida (27/9/2020). Disponible en https://www.opcitpoesia.com/?p=12097
Morton, T. (2019). Humanidad. Solidaridad con los no-humanos. Buenos Aires: Adriana Hidalgo.
Puleo, A. H. (2011). Ecofeminismo para otro mundo posible. Madrid: Ediciones Cátedra, Universidad de Valencia.
Roca, D. y Molina, E. (2006). Vademecum musical. Metodología IEM. Madrid: Enclave Creativa.
Rousseau, J.-J. (2007). Diccionario de música. Edición de José L. de la Fuente Charfolé. Madrid: Akal.
Sarduy, S. (1982). La simulación. Caracas: Monte Ávila Editores.
Sarduy, S. (1999). «Barroco». Obra completa. Tomo II. Madrid: Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, 1195-1262.
Solinas, E. (2012). «Pórtico». Susana Villalba. Susy, secretos del corazón. Buenos Aires: Ruinas Circulares, 5-6.
Villalba, S. (2011). Matar un animal. Ciudad de México: Curandera Ediciones.
Villalba, S. (2012). Susy, secretos del corazón. Buenos Aires: Ruinas Circulares
Villalba, S. (2018). La bestia ser. Buenos Aires: Hilos Editora.
Wilke, S. (2013). «Anthropocenic Poetics: Ethics and Aesthetics in a New Geological Age». RCC Perspectives, n.. 3, Anthropocene: Envisioning the Future of the Age of Humans, 67-74.
Notas