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El resurgimiento del nacionalismo económico: mercantilismo, estrategia y Estado
The resurgence of economic nationalism: mercantilism, strategy and the State
Relaciones Internacionales, vol. 33, núm. 66, pp. 119-139, 2024
Universidad Nacional de La Plata

Estudios

Relaciones Internacionales
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 1515-3371
ISSN-e: 2314-2766
Periodicidad: Semestral
vol. 33, núm. 66, 2024

Recepción: 16 abril 2024

Aprobación: 29 junio 2024


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Cómo citar este artículo: Sevares, J. (2024). El resurgimiento del nacionalismo económico: mercantilismo, estrategia y Estado. Relaciones Internacionales, 33(66), 189, https://doi.org/10.24215/23142766e189

Resumen: Desde 2007, una sucesión de crisis puso en cuestión la globalización neoliberal iniciada en los años ochenta, dando lugar a un renacimiento del nacionalismo, el proteccionismo y las políticas estatales estratégicas. Esto es, en rigor, una revitalización de políticas que están presentes desde el inicio del capitalismo moderno, inclusive en Gran Bretaña. Para los países periféricos esta tendencia agrava los desafíos económicos y sociales porque puede afectar su capacidad de exportación y acelera la competencia y el desarrollo tecnológico de las potencias más avanzadas aumentando el atraso relativo de estos países.

Palabras clave: nacionalismo, estrategia, reglobalización.

Abstract: Since 2007, a succession of crises has called into question the neoliberal globalization initiated in the 1980s, giving rise to a revival of nationalism, protectionism and strategic state policies. This is, strictly speaking, a revitalization of policies that have been present since the beginning of modern capitalism, including in Great Britain. For the peripheral countries, this trend aggravates the economic and social challenges because it can affect their export capacity and accelerates the competition and technological development of the more advanced powers, increasing the relative backwardness of these countries.

Keywords: nationalism, strategy, reglobalization.

1. Introducción

La globalización liberal dominante desde los años ochenta del siglo XX entró en crisis en el siglo XXI y dio lugar a un nuevo conjunto de políticas estatales y privadas que repiten orientaciones presentes desde el inicio del capitalismo industrial y que, en rigor, en muchos países y períodos de auge neoliberal siguieron practicándose.

En la actualidad la voz de mando en los países más avanzados no es ya la promoción de la globalización indiscriminada, a la que se le atribuía una distribución optimizante de los recursos económicos y de la ganancia empresaria, sino la de políticas industriales y tecnológicas promovidas y financiadas en mayor o menor medida por los estados, y con orientaciones no solo económicas sino político-estratégicas, inclusive en las empresas privadas.

2. El nacionalismo y el Estado en las primeras etapas del capitalismo industrial

El discurso estándar y más difundido de la evolución de la primera etapa del capitalismo industrial, que puede ubicarse desde el fin del siglo XVIII al siglo XIX, sostiene que se caracterizó por la progresiva instauración del liberalismo económico en las economías nacionales, en el comercio internacional y en el sistema monetario internacional (con el patrón oro).

Efectivamente, las energías individuales manufactureras tuvieron un papel decisivo en este proceso, promoviendo el progreso técnico, la acumulación de capital y la ampliación de los mercados. Pero también es cierto que, previamente al auge industrial y del comercio internacional, y hasta entrado el siglo XIX, los estados practicaron políticas de protección económica, promoción de sus exportaciones (y restricción de algunas de ellas que consideraban estratégicas y que no querían que cayeran en manos de sus competidores) y, fundamentalmente, políticas militares y de conquista colonial destinadas a ampliar mercados y a garantizar el acceso a fuentes de materias primas necesarias para las industrias y el consumo.

Estas políticas, denominadas genéricamente como mercantilismo, se basaban en la idea de que el reino necesitaba un Estado fuerte capaz de defender los intereses del mismo frente a sus competidores y enemigos. El mercantilismo, sostiene la socióloga Liah Greenfeld (2001), era de carácter nacional, por encima de las soberanías locales y contribuyó a la unificación del Estado y a la formación de la idea de lo nacional (Greenfeld, 2001, p.111).

A su vez, el nacionalismo, es una forma de conciencia social que emergió en el siglo XVI en Inglaterra y se expandió a los asentamientos ingleses en América y luego hacia otros países europeos. La “conciencia nacional”, considera la autora surge de una imagen de la sociedad, como una comunidad soberana de miembros fundamentalmente iguales (Greenfeld, 2001, p.2).

En Inglaterra, “el efecto del nacionalismo económico fue prodigioso porque fue la redefinición de la sociedad inglesa como una nación que permitió la emergencia de la economía desde su posición tradicionalmente subordinada en relación a las instituciones políticas y religiosa” (Greenfeld, 2001, p.57).

En este contexto, la iniciativa privada y las determinaciones de mercado tuvieron un papel muchas veces secundario y subordinado o dependiente de las políticas de los reinos y, en cualquier caso, no podría haber prosperado en la medida que lo hizo sin el apoyo estatal.

El nacionalismo derivó en la política imperial con la cual Inglaterra sometió a numerosos pueblos en busca de recursos para alimentar su despegue industrial.

3. El nacionalismo y el proteccionismo en Adam Smith

Las posiciones nacionalistas y estatistas británicas no tuvieron solo un carácter reactivo ante la amenaza externa sino que respondieron también a concepciones teóricas vigentes en la época. Una de ellas es enunciada por el propio Adam Smith (1776), padre de la economía liberal: en su obra Investigación sobre las Causas de la Riqueza de las Naciones, de 1776, expone lo que considera que son los deberes del soberano[1] para con la sociedad que incluyen “erigir y mantener las instituciones y trabajos públicos, que si bien pueden ser en ventajosos para una gran sociedad en la mayor medida, son, sin embargo, de tal naturaleza que el beneficio (que proporcionen, nota del autor) nunca podría repagar los gastos para ningún individuo o reducido número de individuos y que, por lo tanto, no puede esperarse que ningún individuo o número reducido de individuos, podrían erigir o mantener…los trabajos e instituciones de esta clase son principalmente los de facilitar el comercio de la sociedad y la de promover la instrucción del pueblo…La protección del comercio en general ha sido siempre considerado esencial para la defensa de la riqueza común y, por esa razón, una parte necesaria del deber del poder ejecutivo” (Smith, 1776).

Como parte de esa visión, al mismo tiempo que pregonaba la especialización productiva y el liberalismo comercial, defendía la aplicación de las Leyes de Navegación inglesas que restringían el uso de los puertos del país a los barcos locales y que fueron aprobadas en 1651 y derogadas recién en 1849, es decir tres años después de la derogación de las Leyes de Cereales en 1846, fecha que generalmente se toma con el inicio del sistema liberal del comercio internacional.

4. El nacionalismo continental

En lo que respecta a los países del continente, en Alemania el nacionalismo económico fue más explícito que en Inglaterra y en Francia y fue apoyado por la universidad, la élite intelectual y, después de la unión aduanera (Zollverein) de 1834, por el aparato Prusiano. (Greenfeld, 2001, p.154)

Siguiendo sus propios impulsos o reaccionando ante el avance inglés, Francia y Alemania, aplicaron políticas de protección aduanera y estímulo a sectores considerados prioritarios, y casi todos los países establecieron sistemas de compra nacional para actividades que consideraron estratégicas como ferrocarriles o construcción de barcos.

El nacionalismo económico puede ser proactivo o reactivo: W. W. Rostow, estudioso del crecimiento y de la teoría del “take off” o despegue, afirma que los estados-nación pueden tener agendas nacionales “reactivas” de promoción del engrandecimiento nacional en la escena internacional basadas en humillaciones sufridas en el pasado, sean estas reales o imaginadas o por el intento de no retrasarse ante el avance de una potencia rival. Ese “nacionalismo reactivo” explica los esfuerzos de las naciones industriales europeas para despegar, con el propósito de no quedar retrasadas ante el avance industrial inglés. (Greenfeld, 2001, p.8 y 9)

Friedrich List, admirador del industrialismo del primer Secretario del Tesoro estadounidense, Alexander Hamilton, fue propulsor destacado de la unificación alemana y crítico del liberalismo, y sostenía que el proteccionismo era la escalera que Inglaterra había utilizado para crecer y que, una vez llegada a la cima, intentaba quitar a los países que querían seguir el mismo camino.[2]

5. Nacionalismo y proteccionismo “Made in U.S.A”

La economía de Estados Unidos se desarrolló, fundamentalmente, en base a la iniciativa privada, pero, desde la Independencia de 1776, y en función de la rivalidad-asociación económica con Europa, también se desarrollaron la conciencia nacional e imperialista.

“Las primeras fases de la industrialización y el nacionalismo parecen haberse sustentado recíprocamente, sostiene el historiador estadounidense Thomas Bender (2011), y tanto en Europa como en Estados Unidos, la gente comenzó a imaginar la nación como un medio para impulsar el desarrollo económico…Durante un breve período los estadounidenses encontraron una experiencia fundacional en un nacionalismo insular aunque expansivo, y muy pronto comenzaron a abrigar sueños de un imperio mayor que se extendiera sobre el Pacífico y, hacia el sur, hasta el Caribe. El industrialismo también contribuyó a ampliar tanto la experiencia como la idea de una nación más grande” (Bender, 2011, p.125).

El industrialismo nacionalista (y “reactivo”, según la clasificación de Rostow) estadounidense tuvo uno de sus primeros abogados en Alexander Hamilton, primer Secretario del Tesoro del país. Hamilton, considera Greenfeld (2001) hizo todo lo posible en su poder para hacer la nación autosuficiente e independiente del talante y el capricho de otras naciones y promover “la creciente respetabilidad del nombre de América” (Greenfeld, 2001, p.388).

Consideró que la industria, desarrollada por la sustitución de importaciones y ayudada por el proteccionismo, podía generar más riqueza que el agro y reducir la dependencia de las mercaderías importadas, especialmente en lo referido a materiales militares.

Hamilton y otros dirigentes del nuevo Estado estaban preocupados por el poder y el prestigio de su país ante otras naciones, especialmente a partir de la guerra con Inglaterra de 1812 y por la idea de que la antigua metrópoli y otras potencias, como Francia, obstaculizaban las ambiciones de expansión estadounidense. Estas ambiciones se manifestaron muy pronto, primero en el continente Americano y pronto afuera de sus fronteras.

El sur de Estados Unidos, basado en la agricultura extensiva, era liberal y se oponía al proteccionismo industrialista abogado por dirigentes del norte, porque no tenía interés el desarrollo industrial (como sucedía y sucede con las clases dominantes de economías basadas en la explotación de recursos naturales). La diferencia de intereses contribuyó al enfrentamiento entre el Norte y el Sur y, después de la Guerra de Secesión (1861-1865), el gobierno nacional del republicano e industrialista Abraham Lincoln impuso un aumento de aranceles generalizado de hasta un 35%, que se extendió durante todo el siglo XIX.

En ese mismo período, junto con el proteccionismo y las fuerzas expansivas de la acumulación privada, el Estado contribuyó con la organización de grandes obras públicas, la extensión del ferrocarril y con la ampliación del territorio “manu militari” a costa de los pueblos originarios y de México. El poder militar fue utilizado para extender el poder económico en América Central, el Caribe y en Asia, esto último en gran medida a expensas del declinante Reino español y abriendo a la fuerza el mercado japonés en 1853.

6. Nacionalismo y desarrollismo en el despegue japonés

En 1853 una armada de Estados Unidos arribó a Japón y le impuso un “tratado” comercial por el cual el país, hasta ese momento prácticamente cerrado al comercio externo, tuvo que abrir sus fronteras. La invasión provocó un golpe político en la élite del poder que tomó conciencia de la debilidad del país y promovió el movimiento de la Restauración Meiji de 1868. La Restauración unió políticamente al país, hasta entonces dividido en señoríos feudales, bajo el Emperador de la familia Meiji, y llevó adelante una reorganización-modernización política y económica absorbiendo instituciones occidentales y promoviendo la educación.

La prioridad fundamental de la Restauración fue “establecer un estado fuerte e independiente; los nuevos líderes, aunque procedían de los samurái, no representaban en la práctica a las viejas fuerzas feudales, sino a las relaciones capitalistas que estaban emergiendo” (Kemp, 1981, p227)

El nuevo Estado abolió los privilegios feudales y realizó una reforma agraria compensando a los propietarios con bonos públicos y distribuyó la tierra entre los campesinos. Las tierras del Emperador serían repartidas en una segunda reforma agraria, en 1945. “La restauración Meiji, sostiene un historiador, acabó con el parasitismo de las clases terratenientes que han frenado el desarrollo de muchos países subdesarrollados” (Kemp, 1981, p.237).

Los logros económicos se constituyeron “en un valor central de la conciencia japonesa y de la forma en que los japoneses, y no solo la burguesía interesada en el desarrollo y la ganancia económica, comenzaron a verse a sí mismos” (Greenfeld, 2001, p.327).

La amenaza externa promovió también la idea occidental del nacionalismo que, según la citada Liah Greenfeld, “el mejor regalo que Occidente, bien que inadvertidamente, le hizo a Japón” (Greenfeld, 2001, p.327).

Impulsado por el avance económico, el nacionalismo se convirtió muy pronto en imperialismo, y Japón utilizó su recién adquirido poder para dominar amplias zonas de su región (en China, Corea y Filipinas) de las cuales obtuvo recursos para ampliar su crecimiento.

7. Estatismo, nacionalismo, políticas estratégicas y nuevos actores

En los años que siguieron a la Segunda Guerra se implantó un orden caracterizado por las políticas estatales de desarrollo, cooperación internacional por razones estratégicas y distribución del ingreso. En ese contexto tuvo lugar el ascenso de países emergentes, principalmente asiáticos con modelos que combinaron políticas de mercado y diferentes grados de planificación económica y también diferentes grados de subordinación de las empresas privadas a las políticas nacionales estratégicas. Los países pusieron en marcha grandes energías privadas locales, pero estas pudieron desarrollarse por el apoyo de los estados nacionales y también por la ayuda o tolerancia de Estados Unidos.

En primer lugar cuenta la rápida recuperación de Japón impulsada por una eficiente reorganización política y económica y por la ayuda de Estados Unidos, que tenía interés en el fortalecimiento del país que pasaría a ser un socio estratégico en Asia.

Japón se benefició de ayuda financiera y militar y de una política benevolente que le permitió utilizar políticas no ortodoxas y desarrollar una creciente competitividad comercial que incluyó la penetración en el mercado de Estados Unidos.

El desarrollo japonés fue seguido, en lo que en su momento se llamó la “formación de ganso”, por varios países asiáticos, principalmente Taiwán y Corea del Sur.

Un historiador del surgimiento de los llamados Tigres Asiáticos explica que esos países emergentes se beneficiaron también con el apoyo material, civil y militar, de los Estados Unidos (Pempel, 1999) y que sus modelos incluyeron “un conjunto de objetivos de amplia escala al cual importantes segmentos del régimen está particularmente dedicado y que provee un objetivo alrededor del cual movilizar la energía nacional colectiva.” (Pempel, 1999, p.171)

Robert Wade (2004), teórico del Estado Desarrollista, sostiene que en el desarrollo asiático influyeron factores como el orgullo nacional herido por la opresión colonial (factor que opera en la política China desde la Revolución hasta nuestros días) y una justificada apreciación de la situación nacional, definida no sólo en términos de vulnerabilidad externa sino también en términos de la necesidad de la industrialización por la escasez de recursos naturales y la necesidad de mejorar la competitividad. En este modelo los militares están orientados a la eficiencia y la burocracia civil (con una fuerte formación y sentido militar) utilizando métodos de ordenamiento y control propios de la disciplina militar para organizar la economía.

China, por su parte, en 1978 lanzó la reforma de “Las cuatro modernizaciones” en agricultura, industria, defensa nacional y ciencia y tecnología, con la cual montó un modelo híbrido de planificación económica y control estatal con estímulo al capital privado chino y extranjero, con un gran énfasis en el desarrollo de las exportaciones. Como en sus antecesores asiáticos en el camino del desarrollo capitalista, el modelo incluyó apelaciones a las ofensas coloniales del siglo XIX y XX y al nacionalismo y, en lo económico, programas para la sustitución de importaciones y de exportaciones y promoción de la educación y de la tecnología.

Y también, durante varias décadas, China contó con la benevolencia económica y política de Estados Unidos que encontraba beneficioso recibir productos chinos baratos y poder invertir en el nuevo mercado para producir y exportar a costos más bajos que en los de otros mercados.

8. Crisis del neo liberalismo: el retorno del Estado y la confrontación

En los años setenta comenzó un camino de crisis del orden de la Segunda Posguerra, que desembocó en una restauración liberal de privatización, desregulación y liberalización de los mercados. Pero ese modelo también entró en crisis por una sucesión de crisis que incluyen la crisis financiera de 2007 en Estados Unidos, difundida en el resto del mundo especialmente a partir de 2008, el enfrentamiento de Estados Unidos con China a partir de 2018, la crisis de los intercambios internacionales por el COVID a partir de 2020 y la invasión de Rusia a Ucrania en 2022. Últimamente se suma la crisis en Medio Oriente.

Esta sucesión de situaciones puso en cuestión, en pocos años, la confianza ciega en las virtudes de los mercados desregulados y globalizados e impulsó la búsqueda de nuevas políticas de defensa de los intereses nacionales con la intervención de los Estados.

9. La ofensiva estratégica de Estados Unidos: patriotismo mata globalismo

Durante años, la posición dominante en Estados Unidos era tolerar las políticas económicas de China que no seguían o abiertamente contradecían las reglas de mercado, a cambio de recibir productos que permitían abaratar la producción y el consumo interno y vender e invertir en el gran mercado chino. También regía la idea de que el progreso económico y la difusión de la empresa privada en China promoverían la democratización política en el país asiático.

Pero, en diciembre de 2017, a casi un año de iniciada la presidencia de Donald Trump, el gobierno estableció, en el documento anual sobre Estrategia de Seguridad Nacional, que “Rusia y China desafían el poder americano, su influencia e intereses, procurando erosionar la seguridad y prosperidad de Estados Unidos. Esos países están determinados para hacer las economías menos libres y menos justas, aumentar sus fuerzas armadas y controlar la información y los datos para reprimir a sus sociedades y expandir su influencia”.

En julio de 2018 el Gobierno decidió tomar medias acordes con esa visión: en ese momento el presidente Donald Trump anunció una nueva política que incluyó aumento de aranceles y otras restricciones para importaciones provenientes de China y para el acceso de tecnología estadounidense a empresas chinas.

El 25 de septiembre de ese año, ante las Naciones Unidas, Trump explicitó: “Rechazamos la ideología del globalismo y abrazamos la doctrina del patriotismo” (ONU, 2018).

Su grito de guerra fue “América Primero”, una consigna levantada por los nacionalistas y nazis estadounidenses que se oponían al ingreso a la Segunda Guerra para luchar contra el Eje, acompañada por la “Hagamos a América Grande Otra Vez” (MAGA, en su sigla en inglés).

Como parte de su política el gobierno estadounidense reforzó la actividad del Comité sobre Inversiones Extranjeras en los Estados Unidos (CFIUS, Committee on Foreign Investment in the United States), organismo formado por varias agencias del Gobierno que monitorea la inversión extranjera en el país y evalúa su impacto sobre la seguridad del Estado

La política de Donald Trump no era solo contra China. Ese mismo año Estados Unidos presionó a sus socios del Tratado amenazando con romperlo si no obtenía mejores condiciones en comercio y otros rubros. El resultado fue que en 2018 se firmó el nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (USMCA).

Un capítulo especial de la nueva política es el referido a la tecnología. El gobierno de Trump impuso restricciones a la transferencia a China de tecnologías consideradas críticas para la seguridad nacional. [3]

El gobierno de Joe Biden mantuvo y profundizó la política de su predecesor; en un discurso ante una sesión conjunta del Congreso, Joe Biden sostuvo: “Estamos en una competencia con China y otros países para ganar el siglo XXI. (…) Tenemos que hacer más que reconstruir. Tenemos que reconstruir mejor” (…) En los próximos 10 años veremos más cambios tecnológicos que los que vimos en los últimos 50 años. Y nos estamos quedando atrás en esa competencia. Hace décadas, invertíamos el 2% de nuestro PIB en investigación y desarrollo. Hoy gastamos menos del 1%. China y otros países se están acercando rápidamente. Tenemos que desarrollar y dominar los productos y tecnologías del futuro: baterías avanzadas, biotecnología, chips de computadora y energía limpia”. [4]

A poco de lanzada la guerra comercial, el 18 de Agosto de 2018, el gobierno estadounidense creó The Foreign Investment Risk Review Modernization Act of 2018 (FIRRMA) que ayudará al CFIUS a proteger la seguridad nacional de riesgos que puedan emerger.

En mayo de 2019, la empresa de comunicaciones Huawei y sus subsidiarias fueron agregadas a la Entity List, que incluye empresas consideradas como una amenaza para la seguridad de Estados Unidos y se prohibió a los organismos estatales comprar bienes o servicios de esa empresa.

En octubre de 2021 el National Counterintelligence and Security Center (NCSC) de Estados Unidos dio a conocer un listado de acciones para enfrentar “las oportunidades y desafíos que generan las tecnologías emergentes”. “El liderazgo estadounidense en tecnologías emergentes”, sostiene el documento, “enfrenta crecientes desafíos de competidores estratégicos” que han establecido estrategias nacionales para alcanzar el liderazgo en esas áreas. Más aún, espera que en el futuro, el desafío tecnológico surja de muchos otros países.

Con ese propósito fueron seleccionados cinco sectores importantes para la economía y la seguridad nacional: Inteligencia Artificial, sistemas autónomos (drones), computación cuántica, bioeconomía y semiconductores. El documento identifica como fuentes de riesgo inmediato a China y Rusia. En relación a China, sostiene que ese país tiene el propósito de alcanzar el liderazgo en varias tecnologías emergentes para 2030 -aludiendo seguramente al Plan para el Desarrollo de Inteligencia Artificial 2030- y es el principal competidor estratégico para Estados Unidos por su estrategia para adquirir y usar tecnología.

La preocupación de Estados Unidos tiene sentido porque, más allá de que en todos los países las empresas tecnológicas colaboran más o menos directamente con los gobiernos en temas militares y de seguridad, en 2021 China lanzó su Política de Fusión Militar-Civil que, junto con la Ley de Inteligencia Nacional, requiere a todas las entidades de China compartir tecnología con las fuerzas armadas chinas y los servicios de inteligencia y seguridad.

Siguiendo la línea del Ejecutivo, en 2021 el Senado elaboró un proyecto para la promoción de tecnología que se convirtió en la Ley de Semiconductores y Ciencia (CHIPS and Science Act of 2022), sancionada por el presidente Biden el 9 de agosto de 2022. La Ley incluye estímulos fiscales por 2000 millones de dólares para apoyar la industria manufacturera, la investigación y desarrollo tecnológico y de trabajo.

En noviembre de 2021 se aprobó la Ley Bipartidista de Inversión en Infraestructuras y Empleo, que destina miles de millones de dólares de inversión en investigación, desarrollo y demostración de tecnologías e infraestructuras libres de carbono.

El 16 de agosto de 2022, Biden firmó la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, según su sigla en inglés) que financiará la reducción de emisiones de carbono, reducción de costos médicos, entre otros objetivos, y que tiene el propósito de mejorar la competitividad, la innovación y la productividad.

10. La preocupación por la seguridad económica

El concepto de seguridad y las medidas destinadas a garantizarla aumentaron su importancia en las políticas de las potencias y de otros países.

En la última década, sostienen Farrell y Abraham (2023-I) la definición de seguridad se expandió más allá de los asuntos vinculados con la guerra o el terrorismo. Los autores citan al Asesor Nacional de Seguridad Jake Sullivan, quien, en abril de 2023, sostuvo en una conferencia que en las décadas anteriores el fanatismo por el libre mercado fue apologético, ignorando la dependencia económica que se construyó en las últimas décadas y que generó peligros en materias como dependencia energética y dependencia de cadenas de suministro en equipamiento médico, semiconductores y minerales críticos. Esa fe simplista en la magia de los mercados sostuvo Sullivan, vació la industria estadounidense, les dio la bienvenida a los acuerdos de libre cambio de un adversario creciente y acribilló las cadenas de suministros globales con vulnerabilidades críticas en materia de seguridad (Farrell y Newman, 2023-I)

Según los autores, proteger la seguridad económica significa vigilar las trayectorias, anticipando desafíos futuros. Esa seguridad no se reduce a sistemas de misiles o regulaciones de mercado e involucra decisiones económicas para reducir amenazas sin afectar el crecimiento económico. Y llaman la atención sobre el hecho de que varios aliados de Estados Unidos, notablemente Japón y la Unión Europea, han mantenido un mayor control sobre los mercados en interés de la seguridad económica, y que Estados Unidos puede aprender de ellos.

Por otra parte, los desafíos que enfrenta Estados Unidos no se limitan al que plantea China sino que alcanzan al orden global. Según Carla Norrlöff (2024), del Atlantic Council y la Toronto University, “el orden global está atravesando cambios significativos que demanda una nueva agenda de seguridad económica. Desde las guerras calientes y las insurgencias localizadas hasta las posiciones de los grandes poderes, el conflicto geopolítico ha convertido la compleja relación entre economía y seguridad una preocupación para la gente común en todos lados. Las cuestiones se complican más porque los mercados emergentes están ganando más influencia desafiando directamente la dominación de larga data a través de redes y alianzas estratégicas”.

11. La tecnología, acelerador de la competencia estratégica

La carrera tecnológica, especialmente en las áreas más avanzadas como la Inteligencia Artificial o la computación cuántica, promueve una mayor utilización de políticas públicas, tanto porque las empresas privadas no tienen por sí mismas la capacidad para invertir lo necesario en el desarrollo de esas tecnologías o porque los estados quieren influir en ese desarrollo en función de sus objetivos estratégicos.

Es así que, el Informe sobre el Comercio Mundial 2020 de la Organización Mundial de Comercio (2020) señala, precisamente, que el giro hacia a digitalización y la economía basada en el conocimiento resalta la creciente importancia de la innovación y la tecnología en el crecimiento económico y que, por ese motivo, los gobiernos implementan “nuevas políticas industriales” para orientar la producción local hacia nuevas tecnologías y facilitar la modernización de las industrias maduras o tradicionales. Algunas de esas políticas, puntualiza la OMC, procuran acelerar el desarrollo, otras buscan construir una economía más verde y equitativa, otras quieren alcanzar o mantener el liderazgo en sectores estratégicos clave. Y, en las economías más dirigidas por la utilización de datos (Big Data) y más desarrolladas tecnológicamente, se fortalece la idea de la necesidad de la intervención estatal.

Un punto importante de la preocupación occidental por el efecto de algunas tecnologías en la seguridad es la discusión sobre la instalación de sistemas de 5G de Huawei, que Estados Unidos y otros países consideran vinculada a las fuerzas armadas de China y que temen que comparta en el gobierno chino información recogida en las redes occidentales. Otro punto, que genera una gran polémica en 2024, es el pedido de Estados Unidos de que la empresa china ByteDance venda su participación en la empresa TikTok (que no opera en China) porque también considera que la información que recoge la aplicación de videos puede afectar la seguridad del país. Si no lo hace, la red no podría seguir operando en Estados Unidos.

12. Polémica sobre política industrial

Las iniciativas para la promoción de las industrias desató una polémica entre los partidarios del liberalismo que califican ese tipo de programas estatales como promotores de la ineficiencia y el aumento de costos, y los defensores de las políticas de industrialización que consideran que la apertura indiscriminada provocó el debilitamiento o la desaparición de industrias, afectando los ingresos, las zonas de radicación de esas industrias y la capacidad de creación tecnológica, esto último teniendo en cuenta que la creación de tecnología está vinculada, entre otros motores, al “aprender haciendo” (learning by doing) en el proceso de producción. Es decir, a menos proceso industrial local, menor campo para la creación de tecnologías.[5]

Laura Tyson (con John Zysman, 2023), que fuera miembro del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Clinton, profesora en la University of California, y partidaria de la política industrial, sostiene que el desafío actual de su país es mantener la seguridad económica, previniendo shocks que pueden desestabilizar la sociedad.

Advierte que, con el complejo de las cadenas de suministros y la emergencia de China, la soberanía nacional entendida como una economía integrada verticalmente, es inviable.

Por eso, sostienen los autores, los objetivos de seguridad económica requieren que Estados Unidos y otras economías avanzadas utilicen la política industrial para asegurar una oferta adecuada y competitiva de productos y tecnologías y asegurar una posición del país en el desarrollo de tecnologías de próxima generación que serán esenciales para la seguridad nacional y la transición hacia una economía neutral en carbón. Los programas contenidos en las leyes de Inversión en Infraestructura y Trabajos, CHIPS y de Reducción de la Inflación (IRA), lanzados por el gobierno de Biden, sostiene Tysen (2023), no son programas tradicionales de estímulo de la demanda, sino de inversiones para ampliar la capacidad productiva, especialmente en sectores como semiconductores y energías renovables.

Las políticas públicas son necesarias porque las decisiones orientadas por la lógica del mercado y el beneficio de las empresas por sí mismas no tienen en cuenta las preocupaciones de seguridad nacional o los costos económicos y sociales relacionados con el cambio climático.[6]

13. El control de Estados Unidos sobre las redes de comunicación y financieras

Las políticas de control de las redes de comunicación y financieras por motivos de seguridad de los Estados Unidos comenzaron décadas antes del inicio del enfrentamiento con China y se profundizaron a partir de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2011.

Analizando este tema, Farrell y Newman (2023-II) consideran que, así como, debido a los caminos construidos por el Imperio romano, en gran parte de Europa “todos los caminos conducían a Roma”, en la actualidad las redes mundiales de fibra óptica, los sistemas financieros y las cadenas de suministros de semiconductores, convergen a los Estados Unidos, permitiéndole ejercer su poder sobre esas redes…para proteger a su país, el gobierno estadounidense convirtió las redes económicas en instrumentos de dominación (Farrel y Newman, 2023-II, p.3 y 5). En otras palabras, y aludiendo al título del libro citado, Estados Unidos convirtió en un arma (weaponized) la interdependencia profundizada en las décadas de globalización liberal.

Un instrumento de ese ejercicio es el sistema de clearing SWIFT, basado en Bélgica, y que es el principal sistema de registro de pagos en dólares de bancos mundiales y al cual Estados Unidos obliga a compartir información en función de sus objetivos de seguridad. El mismo tipo de exigencia ejerce sobre los bancos internacionales y sobre grandes empresas tecnológicas, todos los cuales, por obligaciones legales o conveniencia económica, admiten los pedidos del gobierno estadounidense.

Un caso destacado, según los autores, es el progresivo alineamiento de Microsoft con las exigencias y necesidades estratégicas estadounidenses, lo que la lleva a compartir información recogida en su red mundial de servicios (Farrell y Newman 2023-II, p. 152). Esto explica, por ejemplo, que el gobierno chino haya decidido reemplazar el software de Microsoft de las computadoras oficiales. Otras empresas tecnológicas también recibieron exigencias para compartir información y redirigir su oferta hacia países y empresas amigables con Estados Unidos. Gina Raimondo, la Secretaria de Comercio del presidente Joe Biden, informó que les comunicó a las productoras de semiconductores: “no quiero imponer nada en forma obligatoria, pero si no cumplen (con los pedidos del gobierno) no me van a dejar otra opción” (Farrell y Newman, 2023-II, p.168).

Ante esta situación, fuentes del gobierno chino, advirtieron que la provisión de datos al gobierno estadounidense por parte de los fabricantes de semiconductores compromete seriamente el interés comercial y el secreto de los negocios de las industrias semiconductoras chinas (Farrell y Newman, 2023-II, p.169)

14. La trinidad china de Nación, Estado y Partido

En el caso de China, cuestiones como las políticas públicas industriales y tecnológicas y el interés nacional, son parte del modelo instaurado en 1949 y siguen presentes y dominantes a pesar de la política de apertura al capital local y extranjero a partir de las reformas iniciadas en 1978.

En 2013, luego de años de apertura e integración, al menos parcial, a las reglas del mercado mundial, tuvo lugar una corrección del rumbo. El nuevo Presidente y Secretario General del Partido, Xi Jinping, comenzó un discurso y una práctica de mayor énfasis en la presencia del Estado y del Partido en la sociedad, un mayor control sobre el sector privado y una también mayor preocupación por el ajuste de las orientaciones de este último a las orientaciones estratégicas del Partido. Ese cambio se aceleró, inevitablemente, a partir de 2018 con el comienzo de la ofensiva de Estados Unidos.

Como parte de su política, en sus últimos años el Gobierno chino acentuó la importancia de la educación ideológica para promover las ideas de nacionalismo y patriotismo, como sustento político y cultural de los planes oficiales de largo plazo para el avance económico y estratégico del país.

Esta política no es nueva porque desde el inicio de la Revolución el Partido enfatiza la importancia del adoctrinamiento político como parte de la consolidación de su poder. En esta línea, en 1991, Jiang Zemin, Secretario General del PCC lanzó la campaña de Educación Patriótica para profundizar la conciencia histórica del pueblo chino, especialmente en relación a las humillaciones sufridas por las incursiones occidentales y de Japón a partir del siglo XIX. El Partido consideraba que el nacionalismo era la fuente más confiable para fortalecer la lealtad popular y, aún hoy, postula que el logro del sueño chino de Rejuvenecimiento Nacional depende de una trinidad inseparable: Nación, Estado y Partido (Chávez Mazuelos, 2022).

El gobierno de Xi Jinping profundizó la política de remarcar el carácter nacionalista de la Revolución china, aludiendo a las humillaciones sufridas en el siglo XIX y XX a manos de potencias europeas, Estados Unido y Japón, y proyectando un futuro de rejuvenecimiento y engrandecimiento nacionales hasta llegar, en 2049, cuando se cumplen los 100 años de la Revolución.

En un discurso pronunciado en la exhibición “El Camino del Rejuvenecimiento”, en noviembre de 2012, siendo todavía vicepresidente de la RPC (asumió su primera presidencia el 14 de marzo de 2013), Xi Jinping (2012) sostuvo que “La exhibición “El Camino del Rejuvenecimiento es sobre el pasado, el presente y el futuro de la nación china… imbuidos del espíritu nacional del patriotismo, lanzamos la gran causa de construir el país. Habiendo revisado nuestra experiencia histórica y habiendo hecho dolorosos esfuerzos para probar nuestro camino hacia adelante…nos hemos finalmente embarcado en el correcto camino para alcanzar el rejuvenecimiento de la nación china”.

La política de consolidación y proyección internacional de China se tradujo en una serie de programas de promoción de la innovación productiva (como el Plan Made in China 2025), la reducción de la dependencia del mercado mundial como palanca de crecimiento y la sustitución de importaciones de tecnología avanzada, como surge de la experiencia de los últimos años en el desarrollo de microprocesadores de alta tecnología hasta hace poco importados de Estados Unidos. En 2013 el Gobierno lanzó la Iniciativa de la Franja y la Ruta, para promover las inversiones chinas en el exterior y anudar alianzas políticas con países interesados en recibirlas. También extendió sus acuerdos de pases (swaps) con bancos centrales y promovió la internacionalización del RMB. [7]

En los años recientes la idea de la nación amenazada y compelida a fortalecerse se consolidó con el lanzamiento de la guerra comercial, tecnológica y estratégica por parte de Estados Unidos, con la amenaza derivada del COVID y con la creciente intervención de Estados Unidos apoyando la independencia de Taiwán.

En otro discurso de 2018 el presidente Xi Jinping afirmó en una conferencia: “nuestra situación, en la cual tecnologías claves y esenciales son dominadas por otros, no ha cambiado fundamentalmente” y llamó a una nueva “Larga Marcha” para comenzar nuevamente, construyendo la fuerza que China necesita para confrontar el viejo imperio agazapado detrás de sus fortificaciones en lo alto de las alturas que dominan la nueva economía. Parte de esa Marcha es el plan trianual para reconstruir el sistema científico tecnológico chino con el objetivo de promover la autosuficiencia en tecnología. Se trata, según el gobierno chino, de identificar los cuellos de botella que pueden ser utilizados para estrangular compañías chinas, identificando oportunidades para reemplazar las importaciones de tecnología de Estados Unidos por bienes producidos localmente. (Farrell y Newman, 2023-II, p.105).

Más recientemente, en un discurso de apertura de la 14° Sesión del Congreso Nacional del Pueblo, en agosto de 2023, Xi Jinping, sostuvo que para construir un país socialista moderno y avanzar en el gran rejuvenecimiento de la nación china, así como para elevar las fuerzas armadas a estándares mundiales, es necesario consolidar e integrar estrategias nacionales y capacidades estratégicas. Para eso hay que integrar los diseños estratégicos, recursos y fortalezas en todas las áreas, para mejorar la fortaleza del país ante riesgos estratégicos, salvaguardar intereses estratégicos y alcanzar objetivos estratégicos”.

En este sentido urgió avanzar en la innovación en ciencia y tecnología con el foco en la innovación independiente y original, a procurar nuevas ventajas en el desarrollo nacional y la competencia internacional y aumentar la resilencia de la industria y las cadenas de suministro. Como parte de esa orientación, ordenó coordinar la construcción de infraestructura y acelerar la construcción de reservas nacionales. También llamó a esforzarse para construir y salvaguardar la defensa nacional consolidando y fortaleciendo estrategias nacionales integradas y construir un país fuerte con fuertes fuerzas armadas.

El politólogo Minxin Pei (2022) analiza el lenguaje utilizado por Xi Jinping en sus informes a los Congresos del Partido y encuentra que el del 20° Congreso, de 2022 es más asertivo y hasta más confrontativo que el del Informe al 19° Congreso de 2017 y utiliza con mayor frecuencia los términos “seguridad” y “seguridad nacional”. El empleo de estos términos es, también, mucho más frecuente que en el Informe de Hu Jintao al 18° Congreso de 2012.

Una parte central de esa política es fortalecer la colaboración entre el sector civil y el militar. En 2017, en un Plenario de la Comisión Central para el Desarrollo Integrado Militar y Civil, Xi Jinping dijo que “la integración de las decisiones y planes militares y civiles debe ser completamente implementada en todos los campos del desarrollo económico nacional y del sistema de defensa”. [8] Esta política se denomina Fusión Militar-Civil (MCF) e influye sobre las decisiones de inversión militares y la atención estatal sobre las inversiones privadas, el reclutamiento de personal y el desarrollo tecnológico.

Un instrumento de esta política es la Ley Nacional de Inteligencia de la RPC, adoptada por el Congreso en 2017 y modificada en 2018, que establece en su artículo 7 que “Todas las organizaciones y ciudadanos deben apoyar, asistir y cooperar con los esfuerzos de inteligencia nacional de acuerdo con la ley, y deben proteger los secretos del trabajo de inteligencia nacional en los cuales están al corriente”. (China Law Translate, 2017)

Por su parte, la Ley Anti-Espionaje, aprobada en 2014 y revisada por el Congreso en abril de 2023, en su artículo 4° (Actos de Espionaje) también incluye un amplio espectro de actividades y agentes que pueden estar involucrados en el delito. En sus artículos 7 y 8 involucra a organizaciones privadas y ciudadanos en el contraespionaje, estableciendo que “Todos los órganos del estado y las fuerzas armadas, cada partido político, todas las organizaciones populares, empresas, instituciones públicas y otras organizaciones sociales, tienen la obligación de prevenir y parar actos de espionaje para preservar la seguridad nacional. Los órganos estatales de seguridad deben confiar en el apoyo de la población en los esfuerzos de contraespionaje…Todos los ciudadanos deben apoyar y asistir los esfuerzos de contraespionaje de acuerdo con la ley”. (Chila Law Translate, 2023)

El estado chino también aumenta su control sobre las empresas tecnológicas en forma indirecta. La profesora de la University of Hong Kong, Angela Huyue Zhang (2024) explica que fondos de inversión apoyados por el gobierno o empresas propias, compra acciones de subsidiarias claves de los gigantes tecnológicos. Esas “acciones de oro” le permiten ejercer más control sobre las políticas de moderación de contenidos y otras decisiones.

15. La reacción europea

En los últimos quince años la UE dejó de enfocarse exclusivamente en la globalización financiera con una óptica optimista sobre los beneficios de la interdependencia, que se apoyaba en la seguridad proporcionada principalmente por Estados Unidos, y pasó a explorar sus vulnerabilidades y comenzar a diseñar sus políticas estratégicas.

Este cambio fue promovido por una serie de eventos como la crisis financiera-económica mundial que obligó al Banco Central Europeo y a los gobiernos a tomar medidas monetarias y fiscales contracíclicas y heterodoxas; la ofensiva del gobierno de Donald Trump contra China y parcialmente también contra Europa, que pusieron en cuestión el optimismo globalista; la epidemia de COVID que mostró la dependencia de Europa de insumos sanitarios claves y la vulnerabilidad de las cadenas de valor montadas con el principio de inventarios reducidos (sistema “just in time” basado en la seguridad de fluidez de las cadenas de abastecimiento) demostrada por la reducción del tráfico comercial internacional y, finalmente, la invasión rusa a Ucrania que mostró la vulnerabilidad de muchos países europeos ante el abastecimiento de gas ruso. Más recientemente se agregó, especialmente para Alemania, la invasión de autos eléctricos chinos, posible por la lenta actualización (en relación a China) de la industria automotriz europea.

Reaccionando ante esta situación, el Consejo Europeo, órgano ejecutivo de la UE, promovió en 2018 un acuerdo que permitirá el control de las inversiones de terceros países en sectores estratégicos, y asegurarse así de que no supongan una amenaza para la seguridad o el orden público (Consejo Europeo, 2018).[9]

Según el Consejo, la UE es el primer destino de las IED y un mercado muy abierto. Sin embargo, en los últimos años se ha registrado un aumento de inversiones relacionadas con activos fundamentales de la UE que no se derivan de las fuerzas normales del mercado. Por ejemplo, sociedades de titularidad pública opacas o empresas privadas estrechamente vinculadas al sector público vienen comprando empresas de la UE que utilizan tecnología punta o de doble uso (como inteligencia artificial, robótica o nanotecnologías) y activos en infraestructura estratégica que podrían tener consecuencias para la seguridad y el orden público de la UE. Para instrumentar el control, en 2019, el Consejo emitió el reglamento Marco para el Control de las Inversiones Extranjeras Directas (EurLex, Sin fecha de publicación) [10]

En 2020, la UE lanzó el Pacto Verde Europeo, que incluye un conjunto de programas para que la UE sea climáticamente neutral en 2050 objetivo que es considerado estratégico para la preservación del medio ambiente y de las condiciones de vida de la población (Comisión Europea, Sin fecha de publicación)

En los años siguientes, ante la agudización del enfrentamiento EEUU-China, la invasión rusa a Ucrania y los síntomas de bajo crecimiento de Alemania y la UE en general, la preocupación estratégica se agudizó. Un síntoma de ello es la advertencia del ex presidente del Banco Central Europeo, y mencionado como candidato a próximo presidente del Consejo Europeo, Mario Draghi, quien en enero de 2024 opinó que la UE perdió posiciones en las redes de valor internacionales frente a Estados Unidos y China y flaquea en el ámbito geopolítico. Las afirmaciones se basan en un estudio realizado por sus asesores por encargo de la Comisión y, en base al mismo considera que Europa corre el riesgo de no poder cumplir las metas de cambio climático, no poder brindar seguridad a sus ciudadanos y perder su base industrial frente a competidores que ofrecen mejores condiciones a la inversión (El Debate, 2024).[11]

Para hacer frente a ese horizonte, la Unión Europea (Consejo Europeo, Sin fecha de publicación) debate una “Agenda Estratégica 2024-2029”, por la cual busca acordar objetivos de desarrollo. En su página oficial, el Consejo Europeo, órgano ejecutivo de la Unión sostiene que “A medida que el mundo se vuelve más complejo e inestable, la UE se enfrenta a retos tanto económicos como geopolíticos. Ahora más que nunca, los dirigentes deben establecer un plan estratégico claro para los próximos años y proporcionar un marco sólido para nuestras acciones más inmediatas”.

En una reunión en Granada, en octubre de 2023, los dirigentes de la UE debatieron prioridades futuras de la Agenda que incluyen la seguridad y la defensa, la resilencia y la competitividad, la energía y la migración, entre otros temas. La UE prevé que la Agenda comenzará a aplicarse en junio de 2024.

16. Impacto de la geopolítica en el comercio y la inversión mundiales

Las medidas derivadas de la política económica estratégica influyeron en los flujos de comercio y de inversión, especialmente en el área tecnológica. Según un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, 2024) encuentra que, desde hace varios años, hay una tendencia creciente a introducir medidas de seguridad nacional que afectan a la inversión externa y que el concepto de seguridad nacional ha sufrido transformaciones conectando cada vez más consideraciones de seguridad nacional y económica. En materia tecnológica los gobiernos expandieron sus evaluaciones estratégicas y sus políticas sobre inversión externa para incorporar conocimientos y tecnologías críticas para resguardar su interés nacional y mantener ventajas tecnológicas. La UNCTAD incluye en este tipo de políticas a Estados Unidos, China y la Unión Europea.

La UNCTAD (2023), también registra que, desde principios de 2022, el comercio bilateral entre países geopolíticamente cercanos creció, mientras el realizado entre países geopolíticamente distantes se redujo y el realizado entre países muy distantes cayó aún más. El comercio bilateral de mayor crecimiento se produjo en el comercio entre Ucrania y la UE, y entre Rusia y China, mientras las mayores caídas son en el comercio entre Rusia y la UE y entre China y Taiwán.

17. Lógica pública vs. lógica privada

La competencia entre potencias y las sanciones de uno y otro lado hace que también las empresas privadas deban tener en cuenta criterios estratégicos, además de los basados en la obtención de beneficios, para la localización o deslocalización de sus inversiones externas, buscando mercados “amigables” (friendshoring) que las preserven de eventuales dificultades.

Esta reorientación es en parte decisión de las empresas basada en la evaluación sobre las perspectivas de su negocio, pero en otras es un cambio forzado por las políticas estatales de restricciones de venta de productos o tecnología de sus propios países o de competidores.

18. Conclusión con referencia a la Periferia

Una sucesión de crisis y enfrentamientos puso en cuestión la globalización neoliberal iniciada en los años ochenta y profundizada en los noventa, y dio lugar a una revalorización de los conceptos de seguridad económica y estrategia nacional y del papel de los Estados en la formulación de políticas de desarrollo y competitividad.

Por décadas, muchos países periféricos adoptaron una inserción pasiva en la globalización que afectó de diferentes formas a la economía y la sociedad. El nuevo escenario acentúa los desafíos a medida que las potencias y países emergentes, que disponen grandes dotaciones de capital y conocimientos, despliegan políticas destinadas a proteger sus mercados y a impulsar su competitividad.

Indicadores de esfuerzo tecnológico, como el gasto en I&D y el número de solicitudes de patentes muestran, por caso, un enorme rezago de la periferia en relación a los países más avanzados y más comprometidos con el avance tecnológico. (Sevares, 2022). En las condiciones actuales la brecha entre avanzados y rezagados amenaza con ampliarse, incrementando su vulnerabilidad económica y su debilidad política relativa en el mundo.

La única alternativa a esa perspectiva es incrementar el esfuerzo en la modernización económica, teniendo en cuenta metas de integración social y resguardo del medio ambiente, con políticas nacionales o sumando masa crítica con acuerdos regionales.

19. Bibliografía

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Notas

1 Es decir, del Estado (Nota del Autor)
2 Tema desarrollado por el economista coreano Ha-joon Chang en “Kicking Away the Ladder. Development Strategy in Historical Perspective. Tanthem Press, 2002. London.
3 Una exposición más amplia de las medidas de los gobiernos de Estados Unidos y China y bibliografía para la actualización del tema en Julio Sevares, “La guerra tecnológica Estados Unidos-China y las amenazas para la Periferia”. Revista Ciclos del IDEHESI-FCE UBA. Vol XXIX N°59. Diciembre de 2022.
4 Citado por Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA). Boletín “En cont@cto China” N°152, 04/2021, Sección “China-EEUU: Los primeros 100 días” Página 4.
5 Una discusión sobre las políticas industriales y su reivindicación a la luz de nuevas evidencias empíricas en Dani Rodrik, Réka Juhász y Nathan Lane, “Economists Reconsider Industrial Policy” Project Syndicate, 04/08/2023 https://www.project-syndicate.org/commentary/new-economic-research-more-favorable-to-industrial-policy-by-dani-rodrik-et-al-2023-08. Tambien, Willy C. Shih. “The New Era of Industrial Policy Is Here. Are you prepared?” Harvard Bussiness Review. September–October 2023. https://hbr.org/2023/09/the-new-era-of-industrial-policy-is-here
6 Sobre la competencia tecnológica entre EE.UU. y China, Julio Sevares “La guerra tecnológica Estados Unidos-China y las amenazas para la Periferia”. Revista Ciclos del IDEHESI-FCE UBA. Vol XXIX N°59. Diciembre de 2022. https://ojs.econ.uba.ar/index.php/revistaCICLOS/article/view/2598/3357
7 Sobre estos temas, Julio Sevares (2023). Choque de Gigantes. Estados Unidos vs. China y la Reglobalización y Julio Sevares (2023). Uso internacional del RMB. ¿Desplaza al dólar?. Anuario en Relaciones Internacionales 2023. Departamento de Relaciones Económicas Internacionales, IRI. Uso internacional del RMB ¿Desplaza al dólar? por Julio Sevares – Instituto de Relaciones Internacionales
8 Wang Lei “China names key áreas of military-civilian integration”.CGTN.COM 21/06/2017 https://news.cgtn.com/news/3d41444d7751444e/share_p.html
9 Consejo Europeo. Consejo de la Unión Europea. Control de las inversiones: se alcanza un acuerdo político en el marco de la UE.
10 Eur Lex. Reglamento (UE) 2019/452 por el que se establece un marco para el control de las inversiones extranjeras directas en la Unión Europea
11 Cabe señalar que las preocupaciones por la evolución europea son justificadas porque, de las estadísticas de participación de países y regiones en el PBI y el comercio mundial, publicadas por el Banco Mundial Datos, se desprende que, en las últimas décadas la Unión Europea perdió mayores porcentajes de participación que Estados Unidos, ante el avance de la participación china. Japón corrió la misma suerte que la UE.

Notas de autor

* Doctor en Ciencias Sociales (UBA), economista, profesor FCE-UBA e IRI-UNLP. Miembro del Grupo de Trabajo sobre China del CARI. Autor del libro "Choque de Gigantes. EE. UU. vs China y la Reglobalización" de Editorial Corregidor, 2023.

Información adicional

Cómo citar este artículo: Sevares, J. (2024). El resurgimiento del nacionalismo económico: mercantilismo, estrategia y Estado. Relaciones Internacionales, 33(66), 189, https://doi.org/10.24215/23142766e189



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