Recepción: 17 Enero 2023
Aprobación: 04 Abril 2023
Resumen: El objetivo de este artículo es compartir la noción ético-político-metodológica que he nombrado red afectiva de colaboración (Márquez, 2016). Esta es una propuesta para reconsiderar la interrelación entre distintas corporalidades que se sostiene en el marco de la investigación social colaborativa. Esta nace como una experiencia teorizada que objeta al concepto de informante clave en los métodos que realizan inmersión en campo. Así que constituye una alternativa a las posturas hegemónicas en la interacción entre quienes nos proponemos gestar conocimiento útil, estratégico y aplicable para la revaloración de la vida (Márquez, 2016) de/con/desde las corporalidades que han sido vulneradas sistemáticamente. De manera que la intención de esta propuesta es que sea pertinente para atender y empezar a reparar problemas que involucran las violencias múltiples asociadas a la colonialidad del género (Lugones, 2008) en el proceso de gestación de conocimiento.
Palabras clave: red afectiva de colaboración, feminismos descoloniales, etnografía, informante clave, revaloración de la vida.
Abstract: The objective of this article is to share the ethical-political-methodological notion that I have named an affective network of collaboration (Márquez, 2016). This is a proposal to reconsider the interrelation between different corporalities that is sustained within the framework of collaborative social research. This was born as a theorized experience that objects to the concept of key informant in the methods that carry out immersion in the field. So it constitutes an alternative to the hegemonic positions in the interaction between those of us who intend to create useful, strategic and applicable knowledge for the reapprasial of life (Márquez, 2016) of/with/from the corporalities that have been systematically violated. Thus, the intention of this proposal is that it be pertinent to address and begin to repair problems that involve multiple violence associated with the coloniality of gender (Lugones, 2008) in the knowledge gestation process.
Keywords: collaborative affective network, decolonial feminisms, ethnography, key informant, reapprasial of life.
Preámbulo
Por este medio me interesa compartir una noción que tiene fundamento en mi experiencia al gestar una etnografía colaborativa. Así que es una iniciativa comprometida con la revaloración de la vida (Márquez, 2016) de los vínculos que se tejen durante la gestación de conocimiento. Para ello, ofrezco una propuesta conceptual que nombré red afectiva de colaboración (en adelante referida como RAC). Misma que es útil para evidenciar otros modos de relacionarnos siendo consecuente con los criterios ético-político-metodológicos de los feminismos descoloniales, comunitarios y otras posturas afines que aspiran a desarraigar la violencia múltiple. De forma que es una opción para reparar los sesgos coloniales que se traman dentro de la investigación; algunos de los cuales aparecen signados bajo la idea de informante clave.
En particular, la idea del RAC nació en el marco de una investigación comprometida con la comunidad p´urhépecha de Cherán, gestada entre los años de 2014 a 2016. Esta emergió como un encuentro fortuito con la gente en el marco de una investigación. Fue contingente, porque el hecho de estar en campo físicamente no garantiza la construcción de vínculos afectivos. Ciertamente, la construcción de lazos cualitativamente significativos con la comunidad me permitió cumplir los objetivos de aquel estudio y trascenderlos al encontrar más motivos conjuntos para encontrarnos, tramarnos y compartirnos.
En términos generales, resulta un elemento útil para registrar concretamente el carácter social que conlleva la gestación de conocimiento. Porque permite apreciar la interacción afectiva, creativa y crítica de las personas con las que colaboramos en un proyecto. Pero que, debido al orden de las cosas en la academia y en los circuitos donde se legitiman ciertos conocimientos, las personas colaboradoras han sido obviadas. Al punto de que históricamente aún hay muchos espacios en los que se ha mantenido clausurado el reconocimiento de su contribución. De manera que este es un esfuerzo por desmontar el sesgo colonial y utilitarista en los procesos de quienes nos aventuramos a realizar un estudio comprometido desde cualquier disciplina. Incluso, puede ser de ayuda entre quienes no habitan espacios académicos, pero igual renuevan la creación y la compartición de saberes.
Ciertamente este es un modo de relación cuya aparición es más orgánica en las experiencias de inmersión en campo. Puesto que una de las condiciones que favorecen la construcción de la RAC es el involucramiento con distintos agentes sociales, comunitarios o grupales en el marco de una investigación. Así como también conlleva el hecho de que los saberes y conocimientos sean genuinamente reconocidos bajo un esquema que permita desarticular las prácticas y sentidos que merman la revaloración de vidas concretas con las que aspiramos confluir. No se descarta la posibilidad de su viabilidad en el trabajo de archivo o procesos virtuales que no acostumbran interacciones significativas de manera directa, siempre y cuando haya un genuino y crítico compromiso por parte de quienes gestamos conocimiento.
Investigar para revalorar la vida
Las condiciones que posibilitaron el sentido de la RAC emergieron en la travesía de tejerme en la cotidianidad p´urhépecha de Cherán. A pesar de nacer en el noreste mexicanizado, mi iniciativa de adentrarme en distintas realidades michoacanas es una vía indirecta para tejerme con mis ancestras y mis raíces familiares. Esto me permitió conectar con la gente. También la decisión de desplegarme con receptividad, voluntad de servicio, sinceridad y disposición al aprendizaje más allá de los objetivos de la investigación que estuvo en curso. Esto fue parte del preámbulo para cultivar la confianza. También se conjugó con mi necesidad de gestar conocimiento útil para trascender las violencias que nos son comunes, como las que se enmarcan en la última militarización de México, iniciada formalmente en 2006.
Ese es el marco en el que nació esta opción para reparar parte de la desestimación y el daño asociados a los acomodos coloniales vigentes. Aquellos que aún nos atoran para enlazar la revaloración de la vida a través de una investigación comprometida y aplicable. Cabe advertir que, en el marco de la RAC, la profundización de las relaciones implica registrar la complejidad, así como los contrastes en la experiencia de investigación. Incluidos los que se gestan entre las corporalidades individuales de la diversidad de mujeres, hombres, intersexuales y personas no binarias que coincidimos en la atención de problemas que nos convoca no solo desde la herida, si no desde la dignidad y la intención de provocar la sostenibilidad de nuestras vidas.
Para lograrlo, sugiero mantener un proceso reflexivo y dialógico con quienes se logre establecer un lazo de honestidad y confianza recíproca. Por supuesto, hay situaciones y trayectorias en donde el proceso de campo tiene como sombra una historia larga de daño por parte de agentes que reproducen los sesgos coloniales hacia las corporalidades que han sido vulneradas históricamente (no grupos ni poblaciones, sino cuerpos. No vulnerables, sino vulnerados). Reconocer las heridas que atraviesan la memoria corporal de una colectividad es importante para no repetir ni reforzar las acciones y los gestos de vulneración. Desde mi experiencia, asegurarnos de no repetir estos daños que atentan contra la dignidad de una colectividad y sumar desde la reciprocidad es lo único que puede ayudar a trascender los muros que forman parte de la estrategia de cuidado mutuo de una comunidad, misma que se entrelazan con la membresía.
Me gustaría destacar que esta propuesta mantiene una actitud crítica, pues el nivel de intimidad que se establece favorece que transcendamos la utopía atribuida a las experiencias de colectividad que a veces suele colarse en las investigaciones colaborativas. Considerando que al aprender más en las relaciones y simultáneamente estar consciente de nuestras ilusiones, nos ayuda a fluir con advertencia del sesgo colonial de proyectar en una colectividad una esperanza mesiánica. Me refiero a acomodar toscamente un ideal político que es ajeno a una realidad puede contribuir al proceso de vulneración ancestral, colonial y neoliberal que pueda estar presente en dicho contexto. El sentido de hacer una autocrítica a las investigaciones posicionadas, militantes o comprometidas es importante, porque he observado las consecuencias de la idealización traducidas en una torsión de la relación. Ello porque se atribuye un sentido homogéneo de lucha a un cuerpo extenso humano y esto a su vez, es retomado por las colectividades como una imposición de cómo se deberían mostrar al resto.
De tal forma que hay situaciones donde esto produce un cierto ruido: una creencia de que se debe mantener una imagen aséptica de la lucha, del movimiento o de la comunidad. Ello interfiere con sus propios procesos colectivos de autocrítica, reflexividad y los ajustes o rectificaciones necesarios de un proyecto común decididos por consenso. Ciertamente toda colectividad es heterogénea, con sus contradicciones y contrastes de intereses. Forzar una imagen utópica es una forma de daño velado al momento de hacer investigación. Y ello tiene repercusiones, entre lo que destaco el entorpecer (al menos indirectamente) que la propia colectividad dé lugar a sus propios procesos de revisión y autocrítica, so pretexto de mantenerse como referente de un supuesto “éxito”, en términos de lucha o resistencia.
Una vez expuesto ese punto, la semilla que permite germinar el RAC es la posibilidad de deshabituarnos del intercambio unilateral de información y a la supuesta neutralidad en la investigación. Puesto que más bien, el reconocer las relaciones afectivas y de colaboración recíprocas es una vía para brindar mayor objetividad al momento de apreciar y reconocer la realidad. También permite nombrar el potencial que surge de una confianza mutua que se teje al realizar un estudio (que no se limita a la gestación de conocimiento ni a los objetivos de una investigación). Cabe decir que el involucramiento de y con las colectividades no depende sólo de la confianza. Desde mi punto de vista, implica también que el contenido del estudio les haga sentido con las necesidades sentidas y reconocidas de la comunidad, así como de la resonancia con el propósito que se proyecte para el cuidado recíproco. También depende de la flexibilidad y disposición al aprendizaje por parte de quienes entablamos un estudio.
En esa convergencia, la RAC sirve para nombrar un proceso de desmontaje de la colonialidad del género (Lugones, 2008) en la investigación, en la interacción colaborativa, en la acción pública, en los procesos de enseñaje (la integración entre enseñar y aprender) (Pichón-Rivière, 1985) y en los actos creativos. Es decir, puede ayudar a desmontar en conjunto la vulneración sistemática que se ha justificado históricamente, por medio del entramado de opresiones que implican una jerarquización y oposición inducida a partir de las categorías sexo/género/sexualidad, la racialidad, la heterosexualidad, la monogamia obligatoria, los capacitismos, los especismos u otras formas coloniales que han permeado en las interacciones sociales. Mismas que a su vez, se entroncan con la forma en que se produce valor en el capitalismo. Igualmente, esta es una contrapropuesta ante el utilitarismo, la desafectivización, el individualismo, la despolitización, el antropocentrismo, el etnocentrismo y la apropiación apócrifa de sentidos, prácticas u objetos que se enmarcan como parte de la forma de vida de una colectividad.
De modo que resulta un medio para que las propuestas en distintos ámbitos sean genuinamente dignificantes y sostenibles como para enmarcarlas como ejercicios que tributen a la revaloración de la vida. Ello considerando que la profundización en la relación permite que la colaboración se arraigue en la particularidad de la interacción y se abra la posibilidad de contribuir mutua y significativamente a la resolución de problemáticas socioambientales comunes y a cultivar las condiciones que posibilitan la sostenibilidad de la vida.
El tejido de la red afectiva de colaboración
La RAC es una manera de registrar y reconocer un modo de relación afectiva operativa en términos de reciprocidad y cuidado mutuo entre quien le interesa hacer investigación comprometida y las personas concretas que forman parte de un cuerpo extenso humano (una colectividad). Estas últimas toman una parte activa en el proceso en calidad de colaboradoras, pues trascienden una participación casual. Este vínculo está basado en la dignidad a doble vía y tiene sentido en el marco de un proceso para contribuir a la revaloración de la vida de los cuerpos, así como de los ecosistemas que han sido sistemáticamente dañados. De tal forma que evidencia también una toma de postura ética y política en las decisiones metodológicas de un estudio.
Este vínculo trasciende la noción de informante clave. Aquellos que se acotan comúnmente como señala la antropóloga argentina, Rossana Guber, donde “se lo entrevista intensivamente […] para obtener una descripción etnográfica relativamente completa de los patrones sociales y culturales de su grupo. Es una fuente de información especializada en el marco de objetivos altamente focalizados” (2004, p. 99). En contraste, la RAC implica un modo de relación entre investigadoras/es y colectividades concretas (que también pueden ser investigadoras, si es que lo desean y se lo proponen) que favorece:
La posibilidad de vincularnos dignamente. Más allá de los objetivos concretos de investigación, el potenciar la investigación en estos términos es una manera activa de formar parte de una red de apoyo de una colectividad, gestando aportes útiles para la revaloración de la vida (Márquez Méndez, 2016); no un estudio solo para acumular conocimiento u obtener un grado académico.
La compartición y construcción colaborativa de datos. Es cierto que la comprensión de una problemática implica recuperar información. Pero al poner al centro la revaloración de la vida, no es posible reducir su obtención a una idea de recolección. Como si las versiones de una verdad caleidoscópica fueran evidentes y estuvieran ahí esperando a ser recogidas unilateralmente. Eso es parte del sesgo aunado a la imagen del informante, que a veces es acomodado como si fuese un testigo pasivo del contexto. Desde lo que he observado, el proceso de remembranza es paralelamente un acto de politización renovado cada vez que se cuenta y que se alimenta también del diálogo que establecemos.
Pertinencia del estudio. Ayuda a recalibrar los objetivos, el método y los productos de la investigación en función de un propósito común de revalorar la vida y gestar condiciones de posibilidad para el cuidado sostenido de la vida, al detectar las vulneraciones, las violencias y las necesidades compartidas, así como de gestar una ruta para reconocer y desarticular el sufrimiento social y el daño ambiental. Pero procurando la crítica, el autorrespeto, la ética del cuidado y la autodeterminación de las partes, para no hacer una investigación a modo.
Cuidado mutuo y seguridad. Pues la profundización de las relaciones favorece la protección efectiva a la integridad en contextos excepcionales de violencia (tales como los asociados al conflicto armado que ocurre en distintos cuerpos territorios mexicanizados); en situaciones de enfermedad y de sostén emocional recíproco en momentos críticos.
Ética y honestidad. La RAC requiere superar la idea distorsionada de lo que representa tener objetividad y la despolitización que se asume como mantener un tratamiento impersonal en la investigación. Lo más objetivo en este esquema es nombrar los motivos subyacentes a la investigación, que ciertamente no se limitan a los intereses teóricos.
Descoloniza la reflexividad. Dado que se promueve el reconocimiento de una mutua afectación y la implicación en la construcción social del conocimiento con la idea de superar el supuesto solipsismo en estos procesos.
Favorece la triangulación de datos y fuentes. Pues al compartir reflexiones profundas sobre el campo o su teorización es posible corroborar o comprender más cabalmente cómo se compaginan o se desestiman mutuamente las versiones sobre un acontecimiento.
Discutir, co-sentir y copensar. Esto puede gestarse para dialogar y contrastar posturas con relación al objeto de estudio, la problematización, sus afectaciones en la vida cotidiana, así como también la RAC ayuda a reconocer la contradicción y la complejidad existente en toda situación humana, así como a la revisión y discusión respecto a los puntos críticos durante el proceso de sistematización e interpretación de los datos.
Crédito a cada aporte. En dado caso, también permite reconocer la coautoría de ideas, en contraposición al intercambio unilateral y extractivista de información, así como las supuestas jerarquías en ese marco.
Mirada caleidoscópica. Pues favorece la comprensión de distintos significados, prácticas, lenguas, contextos, múltiples intereses y racionalidades, así como las condiciones, contradicciones, contingencias e historicidad de lo que estemos estudiando.
Enlace. Nos vincula con posibles participantes o actores dentro o fuera del campo (similar a lo que brinda el concepto “bola de nieve”, pero acá puede darse en situaciones colectivas y no solo a partir de que una sola persona te vincula con otra).
Profundidad. Ayuda a atravesar múltiples capas de sentidos sostenidos en una comunidad y permite construir distintas unidades de observación. Permite la accesibilidad a eventos y lugares de acceso controlado o donde se requiere probar la membresía a un grupo. También favorece la identificación y compartición a doble vía de registros audiovisuales y documentos que forman parte de archivos personales, bases de datos o compilaciones de difícil acceso.
Divulgación. Permite forjar un criterio de cómo plantear comunicar los resultados de una investigación, cuidando de no exponer a las colectividades ni los ecosistemas por ingenuidad o desconocimiento.
Reflexiones finales
Ninguna investigación está exenta de la reproducción de la vulneración y la violencia múltiple. Por ello es importante reflexionar su producción desde la perspectiva de la revaloración de la vida (Márquez Méndez, 2016) para replantear la gestación de conocimiento sentido de forma pertinente, ética y aplicable. Incluso, es importante renovar la forma en que nombramos los distintos componentes de un estudio, con miras a descolonizar tanto el proceso, como la forma de designar ciertos conceptos metodológicos. Mismos que son susceptibles al cambio, en función del potencial que la colaboración nos ofrece. Pues la investigación es una de las vías que puede tributar a la reivindicación política de la vida. Siempre y cuando lo que se planteé sea útil no solo para la academia, sino para las colectividades y ecosistemas que han sido vulnerados históricamente y que se buscan abrir paso para trascender una posición ligada al daño.
De ahí que este planteamiento reformula los términos de la relación entre la gente y quienes gestamos conocimiento situado y comprometido con la revaloración de la vida. Pues, si bien es valiosa en sí misma la acumulación de conocimiento e información, es necesario trascender esas formas que encubren ciertas prácticas académicas que pueden enmarcarse como coloniales. Me refiero a aquellas que albergan posturas que les llevan a secundar formas de vulneración hacia las colectividades y ecosistemas con quienes se colabora. Sea porque se produzcan investigaciones que están desvinculadas de las necesidades humanas o ecosistémicas de los cuerpos. O sea, porque hay daños que acontecen cuando este tipo de relación se enmascara como una interacción desafectivizada y despolitizada (como si fuera posible). También es común que se produzca un acercamiento a las colectividades con un sentido instrumental o utilitario, con objetivos planteados con una exterioridad a la realidad de estudio o que solo se busque favorecer los intereses de quien diseña de manera unilateral un proyecto o en beneficio de agentes políticos o económicos particulares.
Es así como la RAC es parte importante de un proceso de reparación del daño colonial que se reproduce en el marco de la investigación y otro tipo de interacciones sociales. Además, la confianza y la cualidad del vínculo influye en la calidad del dato, dada la profundidad y el reconocimiento del carácter social de la construcción de conocimiento que se establece. Incluso, esto puede ayudar a que la relación trascienda la temporalidad y los objetivos de una investigación particular. Esto es relevante, pues el valor de generar lazos de colaboración sostenidos a través del tiempo, así como el de gestar investigación aplicada, es incalculable y puede coadyuvar a la protección efectiva de la vida, en términos materiales y simbólicos. A por fin dar el salto cualitativo en la cotidianidad en términos de revaloración de la vida.
Referencias
Guber, R. (2004). El salvaje metropolitano. Reconstrucción del conocimiento social en el trabajo de campo. Buenos Aires: Paidós.
Lugones, M. (2008). Colonialidad y género. Tabula Rasa, 73-101.
Márquez Méndez, C. (2016). Revaloración de la vida: la comunidad p´urhépecha de Cherán, Michoacán ante la violencia, 2008-2016. Ciudad Juárez: El Colegio de la Frontera Norte.
Pichón-Rivière, P. (1985). El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social. Buenos Aires: Nueva Visión.