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Tianxia en la cooperación México-China para la electromovilidad
Tianxia in Mexico-China cooperation for electromobility
Analéctica, vol. 9, núm. 57, pp. 1-11, 2023
Arkho Ediciones

Analéctica
Arkho Ediciones, Argentina
ISSN-e: 2591-5894
Periodicidad: Bimestral
vol. 9, núm. 57, 2023

Recepción: 11 Enero 2023

Aprobación: 09 Febrero 2023

Resumen: La segunda década del siglo XXI inicia con la emergencia de la República Popular China (RPCh) como potencia mundial, a pesar de las disparidades socioterritoriales que aún prevalecen en ese país. El proceso de acumulación endógena que ha seguido la RPCh permitió el diseño de estrategias agresivas hacia el exterior, como la iniciativa la Franja y la Ruta, para impulsar proyectos de infraestructura y movilización de capitales hacia el exterior. China ofrece financiamiento a países en desarrollo para realizar proyectos que reduzcan las emisiones de CO2, como es el caso de la electromovilidad. En este trabajo se formula la pregunta sobre el papel de China como líder mundial, y la congruencia de su acción internacional con los principios de inclusión, armonía y desarrollo sustentable que difunde, de acuerdo con la tradición confuciana. El presente ensayo contribuye a la sistematización de los aportes en torno a la noción Tianxia –“todos vivimos bajo el mismo cielo”- y cómo esta idea podría contribuir a guiar la relación sino-mexicana, para el beneficio mutuo en materia de electromovilidad. Tianxia es un concepto en desarrollo, que puede orientar las relaciones en la globalidad.

Palabras clave: electromovilidad, cooperación internacional, Tianxia, México-China..

Abstract: The second decade of the 21st century begins with the emergence of the People's Republic of China (PRC) as a world power, despite the socio-territorial disparities that still prevail in the country. The endogenous accumulation process that the PRC has followed allowed the design of aggressive outward strategies, such as the Belt and Road Initiative, to promote infrastructure projects and capital mobilization abroad. China offers financing to countries in development to carry out projects that reduce CO2 emissions, such as electromobility.This work asks the question about China’s role as a world leader, and the congruence of its international action with the principles of inclusion, harmony and sustainable development that China spreads, in accordance with its Confucian tradition. This essay contributes to the systematization of the contributions around the Tianxia notion – “we all live under the same sky” – and how this idea could help guide the Sino-Mexican relationship, for mutual benefit in terms of electromobility. Tianxia is a concept in development, which could guide relationships globally.

Keywords: electromobility, international co-operation, Tianxia, Mexico-China..

Introducción

La segunda década del siglo XXI inicia con la emergencia de la República Popular China (RPCh) como potencia mundial, a pesar de las disparidades socioterritoriales que aún prevalecen entre las áreas rurales y las ciudades globales de ese país.

China ocupa el primer lugar a nivel mundial por el tamaño de su economía medido por la paridad del poder de compra (PPP) y el segundo, después de Estados Unidos, de acuerdo con el producto interno bruto (PIB) que, en 2021 fue de 17.73 billones de dólares[1]. Las altas tasas de crecimiento económico que ha mantenido China en las últimas décadas han favorecido su proceso de acumulación, logrado al amparo de su régimen político y de las políticas de libre comercio en el marco de la globalización, convirtiéndose en la segunda economía mundial que, después de Japón, ha registrado el mayor monto y porcentaje de salida de inversión extranjera directa (OFDI) con un promedio de 153,464 millones de dólares durante el período 2016-2020, lo que representó el 12.68% de la OFDI global (UNCTAD, 2021, citado en Dussel, 2022). Asimismo, la RPCh se ha convertido en el principal exportador mundial, registrando un cambio significativo en el contenido y complejidad tecnológica de sus productos exportados. En la década de los noventa, el nivel tecnológico medio y alto de sus exportaciones representaba 23%, mientras que en 2020 subió a 51.77% (Dussel, 2022).

El modelo chino de desarrollo económico se distingue de las economías liberales en cuatro elementos esenciales:

  • el despliegue de grandes inversiones en servicios públicos, con recursos y empresas del Estado;

  • la fuerte competencia económica y política entre los gobiernos subnacionales y con el gobierno central de China, mediante diversas empresas gubernamentales, instrumentos financieros, incentivos y estrategias de planeación del desarrollo urbano-regional, basadas en el impulso a la innovación y el escalamiento tecnológico, mediante la articulación de las capacidades científico-tecnológicas para el desarrollo industrial;

  • la defensa del multilateralismo comercial y participación en diversos acuerdos de libre comercio con distintas regiones del mundo, sin excluir las negociaciones bilaterales a favor del libre comercio y la inversión y,

  • la oferta de financiamiento internacional, con recursos públicos de entidades financieras chinas que ha permitido el fortalecimiento del renminbi, debido a la colocación de crédito en países en desarrollo para proyectos de infraestructura, lo que contribuyó a que la moneda china pudiera ser parte de la canasta de divisas del Fondo Monetario Internacional (FMI) desde 2016 (Dussel, 2022).

El rápido proceso de acumulación e inversión en infraestructura para acelerar el proceso de urbanización, así como la decisión estratégica de abrir la economía china a las inversiones extranjeras directas -condicionadas a coinversiones con empresas gubernamentales y transferencia tecnológica- potencializaron el desarrollo interno de la República Popular[2], registrando tasas promedio de crecimiento económico del 11%, después de tres décadas de aislamiento (1949-1976).

La acumulación sostenida que ha logrado China ha contribuido a reducir los niveles de pobreza absoluta en los que se encontraba su población en la década de los noventa. Según cifras del Banco Mundial, en 2021 la economía china creció 8.1% y aún en plena crisis económica ocasionada por la pandemia COVID-19, en 2020 su economía creció 2.24%. En 2021 su población fue 1,412.36 millones de personas, de las cuales, según la cifra del 2019, sólo el 0.14% de la población (1.98 millones) tuvo ingresos diarios menores a los 2.15 dólares, lo que significa una importante reducción de la pobreza absoluta si se considera que, en 1990 el 71.96% de la población (816.91 millones de personas) vivía por debajo de los 2.15 dólares diarios. Ahora, el ingreso per cápita es de 12,556 dólares anuales (2021) y el promedio de esperanza de vida de la población es de 77 años.[3]

En el ámbito internacional, China logró su ingreso a la OMC en 2001 y tiene 16 acuerdos de libre comercio y negociaciones en curso con más de 20 países y regiones (Dussel, 2022). En América Latina tiene acuerdos de asociación estratégica firmados con algunos países como es el caso de México, Brasil, Venezuela, Perú, Argentina, Costa Rica, Uruguay, Ecuador, Chile y Bolivia. De especial relevancia para la economía china es la reciente firma del acuerdo de libre comercio entre países de la región del sudeste asiático (ANSEA)[4], denominado Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), cuyas quince economías representan un tercio del PIB mundial y un tercio de la población mundial.

El proceso de acumulación endógena que ha seguido la RPCh permitió el diseño de estrategias agresivas hacia el exterior, como la iniciativa la Franja y la Ruta, para impulsar proyectos de infraestructura y movilización de capitales en el exterior. Desde hace una década, la política exterior china gira en torno a esta iniciativa mediante la cual extiende su economía hacia el mundo. De acuerdo con compromisos internacionales suscritos como el Acuerdo de París y la orientación de sus políticas hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el marco de la Agenda 2030[5], y las negociaciones internacionales sobre cambio climático, China ofrece financiamiento a países en desarrollo para realizar proyectos que reduzcan las emisiones de CO2, como es el caso de la electromovilidad, que implica la adquisición de productos de complejidad tecnológica para sistemas de transporte urbano, y realización de proyectos de energías renovables.

En este contexto en el que China es un actor internacional central, cabe preguntarse sobre su papel como líder mundial, y sobre la congruencia de su acción internacional con los principios de inclusión, armonía y desarrollo sustentable que difunde, de acuerdo con su tradición confuciana. Desde el proceso de reformas emprendido después de la Revolución Cultural, el Estado chino busca recuperar la historia y el pensamiento político de filósofos clásicos como Confucio para justificar sus decisiones estratégicas. En las últimas dos décadas, la comunidad académica china, especializada en estudios internacionales, está reinterpretando las aportaciones de los clásicos chinos, para la configuración de la idea de mundo de la que, según el filósofo contemporáneo Tingyang Zhao, carece la sociedad internacional.

El presente ensayo contribuye a la sistematización de los aportes en torno a la noción Tianxia –“todos vivimos bajo el mismo cielo”- y cómo esta idea podría contribuir a guiar la relación sino-mexicana, para el beneficio mutuo en materia de electromovilidad.

El confucianismo en la cultura política de la República Popular China

La teorización sobre las relaciones internacionales es relativamente reciente en China. Su institucionalización como disciplina científica data de la época de las reformas económicas llevadas a cabo durante los años setenta y ochenta por Deng Xiaoping.

La teorización de las Relaciones Internacionales se caracteriza por: a) la demanda de investigación orientada por la política de Estado; b) la presencia del Estado en los círculos académicos y, c) la ideología del partido comunista y el fomento a la identidad nacional (Song, citado en Callahan, 2001). Song afirma que estos esfuerzos son más de carácter político que de construcción teórica. Ello se debe a la simbiosis que hay entre el partido hegemónico, el Estado y la comunidad académica. Los primeros departamentos universitarios de asuntos internacionales fueron creados directamente por el Ministerio de Relaciones Internacionales de la RPCh (Song, citado en Callahan, 2001). Los planes y programas de estudio en esta área incorporan temas de economía internacional, así como contenidos de carácter lingüístico y político-filosófico para indagar, de manera sistemática, en las raíces filosóficas del pensamiento político occidental, y de la civilización china, a lo largo de la historia. En los albores de este siglo, los esfuerzos epistemológicos de la disciplina de Relaciones Internacionales se orientan a construir herramientas conceptuales a partir de las cuales puedan formularse nuevas teorías sobre el orden mundial, considerando a China como potencia mundial emergente y, formulando teorías alternativas de contrapeso al acostumbrado eurocentrismo.

Los nuevos planteamientos teórico-conceptuales buscan ser el soporte científico desde las relaciones internacionales para justificar las decisiones políticas del Estado chino en la esfera internacional, mediante la reinterpretación deontológica del pensamiento confuciano en el contexto de la globalización, y desde las aportaciones del socialismo con características chinas. La necesidad de dar vigencia al pensamiento político confuciano ha sido un elemento estratégico de la cultura política de la RPCh desde el período de las grandes reformas de los años ochenta.

China ha definido sus estrategias de seguridad basadas en el enfoque del realismo cultural mediante la construcción de elementos simbólicos y cognitivos de comprensión de la realidad mundial (Johnston, 1995). En gran medida, la identidad del Estado chino y la fortaleza ideológica de la República Popular se arraigan en los valores que divulgó Confucio,[6] pues representan un símbolo emblemático de la cultura política y civilización chinas.

Se entiende la cultura como “sistemas cognitivos que relacionan personas y comunidades con su ecología o su ambiente en una relación evolutiva y simbiótica” (Keesing, 1974, citado en Johnston, 1995:33). Esta definición de cultura resalta el sentido adaptativo de las relaciones y conductas al entorno, ya que la cultura se asume como:

“un patrón de supuestos básicos—inventado, descubierto o desarrollado por un grupo dado a medida que aprende a lidiar con sus problemas de adaptación externa e integración interna—que ha funcionado lo suficientemente bien en el pasado como para ser válido y, por lo tanto, para ser considerado y enseñado a los nuevos miembros como la forma correcta de percibir, pensar y sentir en relación a los problemas” (Barnes, 1986, citado en Johnston, 1995: 33y 34).

Los supuestos culturales son formas de control contenidos en diversos instrumentos políticos, como las estrategias, los planes y programas, así como en el marco jurídico-normativo de las sociedades. Por lo que constituyen un "sistema de concepciones heredadas expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales los hombres se comunican, perpetúan y desarrollan sus conocimientos y actitudes ante la vida” (Geertz,1973, citado en Johnston, 1995: 34). La cultura se reproduce mediante prácticas, procedimientos y rutinas que dan un orden y estructuran la realidad social. La cultura se aprende, evoluciona y es dinámica. Múltiples culturas coexisten en el espacio-tiempo.

Para Johnston (1995:36), la cultura estratégica de los Estados “es un sistema integrado de símbolos [que comprende] estructuras argumentativas, lenguajes, analogías, metáforas, [que actúan] para establecer preferencias […] duraderas mediante la formulación de conceptos sobre el papel y la eficacia de la fuerza militar en los asuntos políticos interestatales” mostrando que las estrategias y decisiones que se toman son óptimas y eficaces.

Algunos autores sostienen que las estrategias de seguridad chinas se basan en el realismo cultural que rescata los valores históricos de la cultura china enfatizando la no violencia al recurrir a la política y los canales diplomáticos para negociar con los adversarios (Johnston, 1995)[7]. Es decir, es un enfoque que defiende las instituciones y los valores para el mantenimiento del orden mundial, construidos a lo largo de la historia, para regular las relaciones políticas entre los Estados.

Las ideas de armonía cósmica del confucianismo defienden las prácticas pacifistas que declara el Estado chino en el plano internacional. A diferencia de Rusia y Estados Unidos que basan sus decisiones de seguridad en sus capacidades armamentistas y bajo amenazas bélicas, China despliega discursos en los que se recurre a valoraciones defensivas, en armonía con el orden cósmico, enfatizando la seguridad de la unidad internacional.

La posición defensiva del Estado chino se confirma con las recientes declaraciones sobre la visita a Taiwan de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, en agosto de 2022, manifestando que China sólo respondería militarmente ante un ataque en cualquiera de sus territorios. La cultura defensiva en materia de seguridad, es parte de un sistema estratégico de soft power soportado en una ideología basada en valores, más que en amenazas bélicas o de cualquier otra índole. Ésta ha sido una estrategia seguida por China y tiene sus raíces en la dinastía Zhou cuyo modelo se basó en la reciprocidad comunal que promovía el bienestar general de los pueblos que integraron dicha comunidad bajo el liderazgo de la familia Zhou (Song, 2014).

El sistema de valores es un prisma a través del cual los problemas políticos son filtrados, es decir, interpretados, y refractados (Segal, 1985, citado en Johnston, 1995). Representan procesos cognitivos que afectan las decisiones estratégicas del Estado chino. En la historia del pensamiento chino prevalece la idea de que el uso de la fuerza para propósitos expansivos tiene un límite natural pues una vez que dicho límite se alcanza, se desencadena un declive moral, de capacidades y de recursos (Xu, 1986, citado en Johnston, 1995), lo que en la actualidad puede relacionarse con los valores de responsabilidad que tienen los gobiernos con el desarrollo sustentable.

El concepto Tianxia y el orden mundial

La emergencia de China como potencia económica ha suscitado cuestionamientos tanto en la arena política como en los círculos académicos, sobre todo por el papel que podría desempeñar el Estado chino en la definición del orden mundial, trastocado por su posicionamiento dominante en la reestructuración de la economía internacional, y su influencia en el terreno político, debido a su fortaleza económico-comercial y financiera.

Tingyang Zhao, filósofo chino miembro de la Academia china de Ciencias Sociales, propuso la noción de Tianxia en su libro The Tianxia System: A Philosophy for the World Institution, en 2005. Tianxia es entendida como una estructura; un sistema de valores que vincula el orden cosmológico con la política, a través de un conjunto de instituciones jerarquizadas. Para Zhao (2005), Tianxia es un ideal relativo al logro del orden cosmopolítico, en el que prevalece la diversidad cultural en coexistencia armónica. Dicho orden trasciende el internacionalismo (Pintado, 2018) y se basa en relaciones de beneficio mutuo, con el reconocimiento de todos, sin exclusiones. Tianxia asume que todos habitan bajo el mismo cielo, sin negar la existencia de desigualdades. Para Confucio, es indispensable la existencia de una institución común encargada de gobernar para preservar la armonía, aún en la diversidad cultural. Dicha institución debe procurar que las personas se cultiven, y asegurar el cuidado de la naturaleza, a fin de evitar el desorden social, pues éste es ocasionado por el quiebre del equilibrio, debido a las guerras, la degradación social y el uso desmedido de la naturaleza.

La propuesta de Zhao, desde la teoría política, se ubica en el enfoque de la filosofía idealista y normativa al concebir la idea de mundo. Sostiene que en el mundo las relaciones ocurren por instituciones organizadas jerárquicamente y están sustentadas en valores compartidos que constituyen la identidad mundial y norman las relaciones de todo lo que está debajo del cielo, es decir, las personas, la tierra y el mar. Su propuesta implica imaginar una organización mundial basada en la moral que respete las instituciones que rigen las relaciones y prácticas mundiales. Sugiere una universalidad que vaya más allá de las relaciones entre los Estados (Song, 2014).

El sistema Tianxia considera tres componentes de significado interrelacionados: a) Tianxia como el mundo geográfico que permite pensar los problemas desde el mundo y no acerca del mundo; puede interpretarse como el componente que hace referencia a la territorialidad integrada en un Todo; b) Tianxia como todas las personas, donde nadie es excluído y no se rechaza al Otro; se reconoce la alteridad y se busca la transformación cultural cultivando al individuo para transitar de la concepción de muchos, a la configuración en uno; esta dimensión humana es el componente psicosocial de Tianxia; pretende la cohesión de las personas por su voluntad, más que por su conquista y, c) Tianxia como institución mundial que se refiere al factor instrumental para lograr el orden cosmopolítico (Zhao, 2005, citado en Callahan, 2008). El no-mundo al que se refiere Zhao, obstaculiza la construcción de la idea mundo. Para este autor, el desorden mundial se debe a la carencia de una institución política universalmente aceptada, legítima y responsable.

Para significar Tianxia como el orden cosmopolítico, debe superarse la imagen del sistema internacional westfaliano basado en entidades estatales divididas por intereses individuales, como herencia del pensamiento maquiavélico, para crear la idea mundo en la que coexisten las diferencias estatales dentro de una unidad dialéctica. Tianxia es una noción que se encuentra en construcción teórica tanto desde la filosofía política normativa, como desde la reflexión teórica de las relaciones internacionales dentro del realismo cultural. En ambos campos disciplinarios, implica una epístemología de modelos mentales alternativos a los existentes, para la proyección de una nueva imagen cultural sobre el orden mundial, a partir de la reinterpretación del pensamiento clásico de Confucio (Johnston, 1995). De hecho, Zhao considera Tianxia como un método (Zhao, 2005) que permita el abordaje de los problemas desde la propia mundialidad.

Zhao afirma que Tianxia representa la institución moral que requiere el mundo para el establecimiento y mantenimiento del orden mundial. La legitimidad de Tianxia como institución mundial, deviene de estar dedicada a la construcción de un orden superior al orden interno de los Estados individuales. En este sentido, Tianxia gobernaría todas las relaciones que suceden debajo del cielo (Zhao, 2005). Tianxia ha sido utilizada por la comunidad académica china para explicar la relación entre la política doméstica e internacional del Estado chino, por lo que Tianxia orienta la política exterior china, tratando de continuar el legado filosófico del confucionismo para contribuir a la organización de instituciones y conceptualización del orden mundial contemporáneo, pues éste carece –según Zhao- de una identidad mundial.

Tianxia es un elemento constitutivo e instrumental del confucianismo contemporáneo, utilizado por el gobierno chino como una estrategia soft power que la República Popular despliega en su papel de potencia mundial emergente. Ser una potencia mundial no es sólo cuestión de que un Estado cuente con recursos de poder duro (hard power), como son el tamaño de su economía, de su población, de su territorio, sus avances científicos y tecnológicos, o su capacidad logística bélica o para movilizar grandes cantidades de mercancías por todo el mundo. Ser potencia mundial requiere de alianzas político-miitares y construcción de recursos de poder suave (soft power), de carácter ideológico-cultural y simbólico, de imágenes de gobernanza -en términos de Kooiman- para desempeñar el liderazgo mundial. El soft power es relacional, comunicacional, cultural, ideacional, de índole simbólico, con intencionalidad sociopolítica, basado en valores universales e instituciones sociales legítimas para la regulación de las relaciones en la sociedad mundial, y la construcción del equilibrio del poder mundial en favor de un orden planetario, construido desde nuevas epistemologías.

China es la única civilización antigua que ha logrado preservarse a través de milenios, sin ser colonizada. Se proyecta al mundo como una civilización con características sociopolíticas únicas, cuya cultura milenaria ha dado aportes a la Humanidad y ha hecho posible su configuración como potencia mundial en el siglo XXI, debido a la mezcla de estrategias sobre la organización sociopolítica y económica extraídas y adaptadas de los modelos de desarrollo capitalista y socialista.

En el ámbito académico, la recuperación del pensamiento confuciano ha recibido críticas. William Callahan (2008) sostiene que el sistema Tianxia carece de fundamentos teóricos. Afirma que su amplia difusión se debe a su uso discursivo en las redes del poder político, así como entre los círculos académicos y la diáspora china. Callahan argumenta que conceptos como imperio y globalismo, así como jerarquía, nacionalismo y cosmopolitanismo (estos dos últimos tratados en la teoría política liberal como antagónicos), no han sido suficientemente desarrollados en la teoría de las Relaciones Internacionales desde la tradición del confucianismo.

Callahan concluye que la propuesta normativa de Zhao basada en Tianxia, carece de un modelo teórico sobre el orden mundial post-hegemónico, pues sólo reproduce el modelo westfaliano, basado en el realismo político anglosajón, de herencia maquiavélica. La conceptualización del orden mundial del siglo XXI debiera trascender la idea de un imperio jerárquico en torno al nuevo hegemón que representa China, dada su supremacía económica.

En palabras de Barry Buzan, China trata de desarrollar una teoría de las Relaciones Internacionales con características chinas (Buzan, 2018) pero sus aportes a partir del sistema Tianxia están recibiendo serias críticas debido a su debilidad epistémica.

El pragmatismo cultural chino puede ser un obstáculo para teorizaciones que trasciendan la generación de conocimiento para su aplicación práctica, limitando el desarrollo de innovaciones teóricas desde la riqueza de las epistemes heterogéneas del sur global. El posmodernismo en el debate teórico contemporáneo de las Relaciones Internacionales rechaza posturas positivistas, para enfatizar en aspectos culturales, identitarios y de comunidades que construyen realidades desde las intersubjetividades, abriendo nuevas rutas epistemológicas para la construcción teórica de la sociedad post-internacional y el orden mundial. El pluralismo profundo al que se refieren Acharya y Buzan (2019) debe sustentarse en una historia mundial que reconozca la multiplicidad de civilizaciones y culturas, entre ellas la herencia de la modernidad, como legados de la propia humanidad.

China y México bajo el mismo cielo: la cooperación bilateral en el marco de la Franja y la Ruta

La Franja y la Ruta orientan el contenido de las relaciones internacionales de China en la actualidad. Fue anunciada durante la visita de Xi Jinping a Kazajastán en 2013, como El Cinturón Económico de la Ruta de la Seda (The Silk Road Economic Belt) y, al siguiente mes, en Indonesia, como la Iniciativa de la Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI (The Twenty-first Centruy Maritime Silk Road Initiative) (Li y Zhu, 2019).

La Franja y la Ruta es una estrategia geopolítica y geoeconómica de largo plazo. Sustentada en los principios del confucianismo, tiene un carácter inclusivo al abrirse a cualquier región del mundo, no sólo Eurasia y África, sino también a América Latina. Está orientada al financiamiento y desarrollo de proyectos de infraestructura y servicios públicos como la electromovilidad, la energía, las telecomunicaciones y la modernización de puertos. Los servicios públicos mejoran las condiciones de vida de las personas y son detonadoras de crecimiento económico y desarrollo de las naciones. Son inversiones estratégicas que fortalecen las relaciones económico-comerciales y políticas, de China con el mundo.

La Franja y la Ruta ha sido discutida en América Latina en el marco del Foro CELAC-China, creado en 2014.[8] En materia de cooperación financiera, China pone a disposición de la región un paquete financiero para el desarrollo de proyectos estratégicos de infraestructura que contribuyan al desarrollo sustentable. La cooperación en este campo incluye el diálogo y acuerdos entre instituciones financieras chinas y de la región latinoamericana, así como la posibilidad de liquidación en monedas locales, de las deudas contraídas por países latinoamericanos. China creó el Fondo de Cooperación en Capacidad de Producción Sino-Latinoamérica; el Programa de Préstamo Especial para el Proyecto de Infraestructura China-América Latina, y el Fondo de Cooperación China-América Latina (Li y Zhu, 2019, citado en Lemus-Delgado, 2020). Se promueve la cooperación entre gobiernos locales y la creación de Hermanamientos de ciudades, así como intercambios entre instituciones de educación superior y centros de pensamiento (think tanks). Hay iniciativas en cooperación para el impulso a las nuevas tecnologías en la transición energética hacia el uso de energías renovables y la electromovilidad.

La iniciativa la Franja y la Ruta en México se ha concretado en proyectos relacionados con el transporte urbano, proyectos de energías renovables en los estados de Sonora, Aguascalientes y Yucatán, así como en el nuevo Puerto de Veracruz. En La Paz, Baja California se hizo un tendido de fibra óptica.


Proyectos de infraestructura China en México (2017-2021)

Elaboración propia con base en Dussel, E. (2022). Monitor de la Infraestructura infraestructura china en América Latina y el Caribe. Disponible: http://www.redalc-china.org/monitor/

En el período 2017-2021, se realizaron trece transacciones en transporte urbano por un monto de 2,892 millones de dólares, de los cuales, 1,863 millones se destinaron a la modernización de la línea 1 del Metro de la Ciudad de México; 64 millones de dólares para la adquisición de 146 trolebuses y 8 millones de dólares para la compra de 10 unidades para el Metrobús, por lo que la Ciudad de México destinó un total de 1,935 millones de dólares para el Sistema de Transporte Eléctrico.

Las nuevas unidades de transporte urbano fueron adquiridas de la firma china Zhengzhou Yutong Group Co., Ltd., localizada en la provincia de Henan. El resto se dedicó para la construcción del tramo 1 del tren Maya (658 millones USD) y del tren Tijuana-Tecate (170 millones USD). En este período el gobierno de Querétaro adquirió 227 autobuses; Jalisco 204 y Aguascalientes compró 55 unidades en 2018.

México ha desplegado una estrategia de movilidad a nivel nacional, a cargo de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) en el marco de la primera Ley General de Movilidad y Seguridad Vial (2022). Por su parte, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) conduce la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica, con una visión de largo plazo al año 2030. En este contexto nacional, la Ciudad de México definió su estrategia de electromovilidad en la que participan diversos agentes empresariales del sector automotriz y financiero, centros de pensamiento, fundaciones internacionales, agencias de cooperación para el desarrollo, la CEPAL, y diversas instituciones del gobierno federal y de la ciudad, así como de gobiernos extranjeros, particularmente de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y España (Marquina-Sánchez y Álvarez, 2022).

En la estrategia nacional y de la Ciudad de México en materia de electromovilidad se considera indispensable el marco regulatorio, la definición de normas y estándares técnicos, así como el equipamiento urbano. En la estrategia nacional se fomenta la investigación y desarrollo; el desarrollo de proyectos piloto relacionados con autobuses eléctricos así como la formación de capital humano. En este sentido, la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México ha formalizado la Red ECOS para vincular al sector científico-tecnológico con empresas relacionadas con la electromovilidad. Para la Ciudad de México es relevante la capacitación para el personal involucrado en el Sistema de Transporte Eléctrico para el adecuado mantenimiento de las nuevas unidades eléctricas.

Con la llegada de la compañía china MG Motor a México, perteneciente al grupo empresarial SAIC, se han desarrollado proyectos de vinculación con la UNAM para el desarrollo de capacidades tecnológicas para el mantenimiento de vehículos eléctricos (Marquina-Sánchez y Álvarez, en prensa). Este primer proyecto tiene el potencial de escalar a otros con mayor envergadura para la formación de capacidades en electromovilidad en México.

Reflexión final

El crecimiento de China en los últimos 50 años ha sido resultado de políticas domésticas orientadas hacia el desarrollo de capacidades endógenas para atender la demanda del mercado internacional, vía coinversiones con capitales extranjeros y la exportación de productos de mayor contenido tecnológico.

La emergencia de China como potencia mundial tiene repercusiones en la estructura del orden internacional. Las potencias occidentales demandan de China una mayor participación en la esfera de la política mundial que respalde sus intereses económicos desplegados a escala internacional, sobre todo, desde el anuncio de la iniciativa de la Franja y la Ruta.

China se proyecta como un país defensor del multilateralismo para la reproducción del orden mundial y, desde su historia y su filosofía, busca reinterpretar las imágenes y los valores del confucianismo para la construcción teórica del orden mundial. Desde el confucianismo se acepta la diversidad cultural, y se asume que todos los pueblos viven bajo el mismo cielo. Tianxia pretende constituirse en una institución moral que contribuya al orden mundial. Es una imagen del soft power chino que busca llegar a las ideologías de los pueblos mediante discursos defensivos para salvaguardar la vida nacional sin recurrir al uso de la fuerza, a menos que cualquier parte de su territorio sea violentado.

La propuesta conceptual Tianxia aún dista de tener suficiente consolidación y validez en la comunidad de relaciones internacionales pues carece de justificaciones y enunciados que permitan explicar cómo se construye el equilibrio de poder mundial; cuáles son y cómo funcionan las instituciones que consolidan la sociedad post-internacional global; cuáles son los fundamentos del cosmopolitanismo y cómo se podría combinar con la permanencia del nacionalismo. Son tan sólo algunos temas aún no resueltos desde los intentos por iniciar una escuela china de Relaciones Internacionales. Los críticos de Tianxia argumentan que, como concepto, sigue teniendo una fuerte debilidad teórica.

Respecto a la cooperación bilateral, se observa el interés de México por importar tecnología china para la movilidad eléctrica y avanzar en los compromisos internacionales de la Agenda 2030, a pesar del incremento del déficit comercial que tiene con China. La Ciudad de México tiene una trayectoria de electromovilidad desde los años 40. Las nuevas unidades chinas de trolebuses y autobuses que utilizan baterías eléctricas continúan esta senda evolutiva, pero en el marco de un paradigma de convergencia tecnológica e industrial con los sectores eléctrico y de TIC, en los que China es una potencia.

La cooperación bilateral debiera avanzar hacia el desarrollo de capacidades en México para sumarse a este cambio tecnológico y de acuerdo con los principios que sustenta Tianxia, respecto a la importancia del individuo culto para el bien común. La idea de que todos vivimos bajo el mismo cielo y que está contenida en Tianxia podría interpretarse en acciones de beneficio mutuo entre las Partes, y para mejorar las condiciones de vida en el planeta, a fin de asegurar bienestar y recursos para las futuras generaciones.

Referencias

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Zhao, T. (2005). The Tianxia System. An Introduction to the Philosophy of World Institution.China: Renmin University Press.

Notas

2 El proceso de desarrollo endógeno de China se vio colapsado en el siglo XIX y primera mitad del XX, debido a la competencia con las potencias occidentales, particularmente Gran Bretaña, y las consecuencias de las guerras del opio que desembocaron en el término del imperio y el surgimiento de la república liberal como nuevo modelo de organización política hasta que se fundó la República Popular China, adoptando el modelo socialista en 1949. La senda del desarrollo logró retomarse una vez que China alcanzó estabilidad interna, al término de la Revolución Cultural, y con el proceso de reformas económicas anunciadas después del maoísmo, pues dichas reformas permitieron fortalecer el camino que ha distinguido a China como una potencia comercial en el mundo.
4 La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA) se formó en 1967. Actualmente, está integrada por diez países: Tailandia, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Brunei, Vietnam, Laos, Myanmar y Camboya. En 2020 se firmó el RCEP entre países de la ANSEA con cinco países no miembros: Australia, China, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur. RECEP entró en vigor como acuerdo de libre comercio en 2022, después de ser ratificado por países miembros.
5 La agenda internacional para el desarrollo sostenible se ha ido configurando paulatinamente desde la Cumbre de la Tierra en 1992. El antecedente inmediato de la Agenda 2030 fueron los Objetivos del Milenio de la ONU.
6 Los valores clave del confucianismo son: benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y confiabilidad. A ellos se suman otros como reguladores de las relaciones familiares: piedad filial; lealtad y contingencia. Algunos de estos valores se mantuvieron en un estado de museolización (Dupuy y Cruz, 2018) durante la Revolución cultural, debido a la efervescencia política de los movimientos sociales y la acción del Estado chino.
7 A. Johnston (1995) sostiene que el realismo cultural no es exclusivo del Estado chino, pero sí característico del enfoque estratégico de este país, en sus relaciones internacionales.
8 En 2008, en plena crisis financiera internacional, el gobierno chino emitió el primer Documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe. En él, China propuso establecer una asociación de cooperación integral con ALC, basada en los principios de igualdad, beneficio recíproco y desarrollo en conjunto. Disponible: https://politica-china.org/secciones/documentacion/texto-integro-del-documento-sobre-la-politica-de-china-hacia-america-latina-y-el-caribe


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