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Análisis sociopolítico de la construcción mediática del proceso de paz en Colombia (2011-2013)
Sociopolitical analysis of the media construction of the peace process in Colombia (2011-2013)
Analéctica, vol. 7, núm. 48, pp. 24-46, 2021
Arkho Ediciones

Analéctica
Arkho Ediciones, Argentina
ISSN-e: 2591-5894
Periodicidad: Bimestral
vol. 7, núm. 48, 2021

Recepción: 16 Junio 2021

Aprobación: 24 Agosto 2021

Resumen: El presente trabajo tiene como objeto principal el análisis del desarrollo de los Diálogos de Paz en Colombia, del cual se pretende deducir que la construcción de la paz se ha realizado en nuestro país de manera meramente discursiva. Para esto, nos dedicaremos a estudiar la manera cómo el discurso le permite al hombre tanto modificar la realidad social existente como crear nuevas realidades completamente distintas, al igual que la influencia que el análisis del discurso ejerce en el campo político respecto de la conceptualización del poder.

Palabras clave: Discurso, Lenguaje, Significante, Poder, Diálogos de Paz.

Abstract: The main objective of this paper is to analyze the development of the Peace Dialogues in Colombia, which is intended to deduce that the construction of peace has been carried out in our country in a purely discursive manner. For this, we are dedicated to studying the way in which discourse allows man to both modify social reality and create completely different realities, as well as the influence that discourse analysis has on the political field regarding the conceptualization of power.

Keywords: Discourse, Language, Significant, Power, Dialogues of Peace.

Introducción

La realidad social es una construcción discursiva que, por estar inscrita al interior de un sistema diferenciado de signos compartidos, hace que los fenómenos sociales dependan directamente de las palabras que sirven para su descripción, construcción y deconstrucción. Las fronteras de los mismos, sus contenidos y posibilidades valorativas dependerán directamente de la fluidificación del lenguaje utilizado para aprehender, crear y recrear la realidad que posibilita su emergencia. Al interior de dicha fluidificación discursiva es usual encontrar tensiones, antagonismos y acuerdos, los cuales son expresión de los distintos enfoques e intereses ideológicos, económicos o sociales de los agentes que detentan los espacios desde los cuales estos discursos son enunciados al tejido social. Esto quiere decir que no existe un lugar privilegiado desde el cual narrar una realidad social, en la medida en que la coincidencia del proceso descriptivo con la construcción y deconstrucción de la realidad impide toda posibilidad de brecha que asegure algún tipo de hybris del punto cero, entendido como el lugar objetivo de enunciación de lo social, desde donde sea posible describir neutralmente la realidad (Castro, 2005).

El fenómeno que hoy denominamos Diálogos de Paz es en buena medida el producto elaborado por distintas instancias discursivas orientadas a perfilar o priorizar determinadas zonas del discurso una vez construido. Su proceso de socialización-circulación posibilita una determinada naturalización subrepticia de garantías jurídicas, permisividades políticas y justificación social, así como de repudios, sanciones sociales y políticas a sectores poblaciones articulados con los intereses concretos de las agencias que participan preponderantemente en la construcción discursiva del significante.

Al interior de esta dinámica de reconfiguración ideológica de la realidad a partir de la administración del lenguaje los medios de comunicación cumplen un papel de suprema importancia, en tanto son ellos los principales agentes en el proceso de socialización-circulación de significantes al interior de dicho proceso, lo cual incide desde las formas gestuales que acompañan la presentación de la noticia hasta el lenguaje en el que la misma es expresada.

La presente investigación es de corte cualitativo y en su realización se utilizaron técnicas propias de la investigación documental. Tiene por objetivo el análisis del significante “Diálogos de Paz” al interior de los medios de prensa de mayor circulación nacional durante el periodo 2011 y 2013 que permite identificar la forma en la que los discursos de los actores políticos desde los medios de comunicación han perfilado el sentido del proceso de paz construyendo y deconstruyendo la subjetividades concretas que hacen parte del mismo y, sobre todo, abriendo el sentido a nuevas formas valorativas que permitan que los Diálogos de Paz sirvan como plataforma de convergencia de distintos sectores del espectro político colombiano a partir de una relación de equivalencia y hegemonía. El tratamiento mediático que se le ha dado a los Diálogos ha servido como condición de posibilidad para el desarrollo de una agenda que logre articular en su interior cada vez más sectores sociales al interior del campo político colombiano.

La construcción discursiva de la realidad social

En un famoso cuento de Jorge Luis Borges incluido en su libro Ficciones (1996) que lleva por título “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” se narra la historia de lo que inicialmente es un país ficticio que luego pasa a ser un planeta ficticio cuyo único referente en el mundo real se encuentra en una extraña enciclopedia desconocida. Sin embargo, en la indagación por este extraño lugar se muestra cómo lo consagrado en la ficticia reseña del lugar comienza a cobrar existencia real en el mundo del lector progresivamente. En otras palabras, el texto entra a la realidad configurándola y recreando en ella aquello que él mismo había inicialmente consagrado en el imaginario mundo de la especulación y la ficción. Este cuento narrado en primera persona inicia con una discusión entre el autor y Bioy Casares en torno a la fuente de una máxima citada por éste último, quien señala que la referencia se encontraba en un tomo de la Anglo-American Cyclopaedia (reimpresión de la Encyclopedia Britannica). El autor busca en la misma sin encontrar nada, lo que siembra en él un manto de duda sobre la veracidad del testimonio de su amigo. Al siguiente día, Bioy lleva efectivamente lo que era el tomo XXVI de la misma enciclopedia que había sido consultada la noche anterior, pero con la diferencia de que éste contaba con 921 páginas mientras que el ejemplar que reposaba en la biblioteca del narrador contaba sólo con 917. Las cuatro páginas adicionales hablaban sobre Uqbar; en un tono muy verosímil describían minuciosamente el misterioso país, desde sus fronteras hasta su historia, pasando por los conflictos sociales.

La sección Idioma y Literatura era breve. Un solo rasgo memorable: anotaba que la literatura de Uqbar era de carácter fantástico y que sus epopeyas y sus leyendas no se referían jamás a la realdad, sino a las dos regiones imaginarias de Mlejnas y Tlön… (Borges, 1996: 15)

La precisión de la narración generó un gran interés en los personajes del cuento, quienes continuaron indagando sin éxito alguno en varias fuentes y bibliotecas acerca de la existencia de este misterioso lugar. Al parecer Uqbar era un país que sólo existía en unas páginas de más de algunos ejemplares de la célebre enciclopedia. Finalmente, con ocasión de la muerte de un amigo (Herbert Ashe), el narrador encuentra meses después un encargo enviado desde Brasil que el difunto había dejado en un bar.

Me puse a hojearlo y sentí un vértigo asombrado y ligero que no describiré, porque ésta no es la historia de mis emociones sino de Uqbar y Tlön y Orbis Tertius. En una noche del Islam que se llama la Noche de las Noches se abren de par las secretas puertas del cielo y es más dulce el agua en los cántaros; si esas puertas se abrieran, no sentiría lo que en esa tarde sentí. El libro estaba redactado en inglés y lo integraban 1.001 páginas. En el amarillo lomo de cuero leí estas curiosas palabras que la falsa caratula repetía: A first Enciclopaedia of Tlön. Vol XI Hlaer to Jangr. (Borges, 1996: 18)

Ante una evidencia de esa magnitud, donde se hacía referencia a otros tomos y obras relacionados con el misterioso lugar, surgió la pregunta en torno al origen de semejante puesta en escena: ¿quiénes inventaron ese lugar que fue llamado Tlö del que hablan tantas líneas con propiedad y coherencia?

Ese plan es tan vasto que la contribución de cada escritor es infinitesimal. Al principio se creyó que Tlön era un mero caos, una irresponsable licencia de la imaginación; ahora se sabe que es un cosmos y las íntimas leyes que lo rigen han sido formuladas, si quiera en modo provisional. Básteme recordar que las contradicciones aparentes en el Onceno Tomo son la piedra fundamental de la prueba de que existen los otros: tan lúcido y tan justo en el orden que se ha observado en él. Las revistas populares han divulgado, con perdonable exceso, la zoología y la topografía de Tlön; yo pienso que sus tigres transparentes y sus torres de sangre no merecen, la continua atención de todos los hombres. (Borges, 1996: 19)

El misterio en torno a los orígenes de este mundo comienza a esclarecerse cuando es encontrada una carta del fallecido Ashe (amigo del narrador) donde se narra la historia de una sociedad secreta que se reúne para inventar un país. La obra inicia y es entregada la misión a los discípulos de los maestros que iniciaron el proyecto para asegurar su continuidad. Después de varios años de persecución a dicha fraternidad la misma llega a América.

Hacía 1824, en Memphis (Tennessee) uno de los afiliados conversa con el ascético millonario Ezra Buckey. Éste lo deja hablar con algún desdén – y se ríe de la modestia de su proyecto-. Le dice que en América es absurdo inventar un país y le propone la invención de un planeta (Borges, 1996: 28).

Sin embargo, con este curioso inicio de la historia del polémico planeta no se cierra el cúmulo del fenómeno que brinda a este cuento su pertinencia en la presente investigación. La estrategia argumentativa que asume Borges después será la más clara expresión de aquello que desde el estructuralismo francés se denominará el Orden Simbólico (Lévi-Strauss, 1987: 75-136; Lacan, 1984: 471-512), entendido éste precisamente como esa dimensión de la realidad sujeta al significante que en buena medida articula y crea el horizonte de comprensión de la realidad misma.

En la historia, Buckley sugiere una enciclopedia metódica del planeta ilusorio y finalmente, luego de muerto éste,

La sociedad remite a sus colaboradores, que son trescientos, el volumen final de la Primera Enciclopedia de Tlön. La edición es secreta: los cuarenta volúmenes que comprende (la obra más vasta que han acometido los hombres) serían la base de otra más minuciosa, redactada no ya en inglés, sino en alguna de las lenguas de Tlön. Esa revisión de un mundo ilusorio se llama provisoriamente Orbis Tertius (Borges, 1996: 29).

Lo que Buckley quiere demostrar es, en palabras de Borges, “que los hombres mortales son capaces de concebir un mundo” (1996: 28) y que a medida que lo hacen el mundo fantástico creado por un individuo se va desplazando como un intruso dentro del mundo real. La ficción lingüística es un soporte fantasmático que media la interacción del hombre con su propia realidad.

La historia concluye con el descubrimiento de los cuarenta volúmenes de la Primera Enciclopedia de Tlön, evento que causó tanta relevancia en la humanidad que “casi inmediatamente, la realidad cedió en más de un punto” (Borges, 1996: 30). Y no es sólo el hecho de que la realidad va cediendo ante el planeta imaginario sino que ella desea ceder y es en razón de esto que Borges finaliza formulando una pregunta fundamental: “¿Cómo no someterse a Tlön, a la minuciosa y vasta evidencia de un planeta ordenado?” (1996: 31). Frente a esto, sólo es posible una respuesta: La realidad, considerando que esté ordenada (lo cual se pone en duda), está subordinada a un orden creado por leyes divinas, leyes que no provienen del hombre y que, por tanto, nunca podremos percibir totalmente. La realidad cede ante la ficción porque ésta le proporciona lo que aquella no puede: El hombre puede no sólo darle significado a un significante sino que puede crear el significante. A través de las ficciones el hombre es capaz de diseñar un mundo e imponer reglas creadas por él a través del lenguaje y del discurso. “Tlön será un laberinto, pero es un laberinto urdido por hombres, un laberinto destinado a que lo descifren los hombres” (Borges, 1996: 31).

El termino logos tiene en griego una significación literal que significa “habla” (Rede). El habla es la condición de posibilidad del lenguaje. La comprensibilidad del ser-en-el-mundo se halla en el lenguaje y se expresa en el habla. En este sentido, el lenguaje tiene un gran sentido de práctica porque al manejar los útiles se dan las referencias por, para, con, por mor. Hay lenguaje verbal sólo en cuanto se comprende un útil prácticamente en el uso; cuando tiene significación en sentido práctico es cuando aparecen las significaciones expresadas verbalmente.

El habla es lo que permite articular la comprensibilidad; por ende, sirve de base de interpretación y en último término a la proposición. Lo que se articula en la interpretación del habla es la significación como un todo de significaciones y de las éstas mismas surge la palabra. Hablar es articular significativamente la comprensibilidad del ser-en-el-mundo. Pero esta estructura del habla tiene su estructura peculiar: son ingredientes constitutivos del habla lo hablado por ella, el sobre qué se habla, la comunicación y la notificación o declaración.

Todos estos ingredientes no constituyen propiedades que le pertenezcan al lenguaje de una manera meramente empírica sino que son caracteres existenciarios de la constitución del Dasein y que hacen posible lo que se llama lenguaje. El error del lenguaje sería restringirlo sólo al predicado de los objetos. Lo decisivo para Heidegger es estudiar la estructura del habla (existenciario-ontológico) en el terreno de la analítica del Dasein. Si el habla es el modo de descubrir el mundo y de articular el comprender, el retorno a restaurar el logos, el habla en un sentido griego y separarlo de la proposición y la lógica, se pretende aclarar el origen de la significación.

Heidegger se enfrenta a la teoría tradicional de la verdad con el objeto de poner al descubierto sus fundamentos ontológicos, en donde el conocimiento estriba en la posibilidad de juzgar y se distingue a su vez en acto psíquico real e ideal. Lo que Heidegger busca poner al descubierto es el fenómeno de la verdad que caracteriza al conocimiento y esto es posible cuando el conocer se comprueba. En la conformación de la verdad se torna ésta en fenómeno expreso y es en el curso de la comprobación donde se hace posible la concordancia. Toda exégesis que cambie lo mentado por la proposición falsea los fenómenos y lo que posteriormente puede comprobar la percepción no es otra cosa que el ente es el mismo que el que estaba mentado en la proposición.

La comprobación para Heidegger entraña únicamente el ser descubierto del ente mismo y este estado de descubierto se verifica mostrándole el objeto de la proposición el ente mismo como él mismo. La verificación consiste en mostrar los entes en su identidad, lo cual es posible porque en el Dasein hay ciertas estructuras que le permiten proferir proposiciones y verificarlas descubriendo los entes mismos en su identidad. Ser verdadero quiere decir ser descubridor. De esta manera, la verdad se entiende ya no como explicación de la palabra sino como resultado de análisis de ciertos fenómenos de ciertas maneras de conducirse del Dasein y los entes que resultan al descubierto son verdaderos en un segundo sentido porque lo verdadero como descubridor sólo lo es el Dasein. Por consiguiente, la verdad misma de la proposición retrocede a la estructura misma del Dasein. La verdad no se funda en la proposición sino que la proposición se funda en el estado de abierto del Dasein. La verdad es una forma de ser del Dasein y sólo por eso puede escapar del arbitrio. El ser de la verdad está en relación original con el Dasein y solamente por esto hay verdad. Esto cuenta para ser y tiempo pero ¿qué hay de los otros términos? Heidegger distingue entre Rede y Sprache, “Habla” y “lenguaje” en la traducción de Gaos y en la de Rivera “discurso” para verterlo en Rede.

Los rasgos estructurales que encuentra Heidegger en la Rede (“habla”) son:

  1. 1. dice algo;
  2. 2. acerca de algo;
  3. 3. va dirigida a otros.

Es un expresarse por medio de quien habla pero no es el habla en su realización sino en la condición de posibilidad de ésta, condición de posibilidad que no es trascendental sino ontológica. Es por esto que el lenguaje tiene el modo de ser del Dasein; posee la función esencial en descubrir (o encubrir), no representar ni expresar. Y ese descubrir se da en el modo de la interpretación que es la exposición del mundo por medio de la estructura del “algo en cuanto algo”. Descubrir es siempre descubrirse del Dasein del lugar donde está, que es de donde salen las palabras del Dasein. La anterior distinción de lo que Heidegger llama “usar” es lo que hace que el habla cotidiana para lograr algo eche mano de la frase aprehendida y ahí la noción de herramienta tiene sentido para el lenguaje. Hablarlo —die sprache sprechen— es la ya instituida que simplemente se repite como modo de señalar aquello a que se refiere. La segunda, la palabra hablante, es la que descubre algo nuevo; es ésta palabra hablante la que puede acercar a la esencia del lenguaje.

Así Heidegger identificará pensar en sentido estricto y hablar, el hablar del lenguaje. Y es esa identificación la que le lleva a hacer una de esas rotundas afirmaciones tan citada: “Pensar (y poetizar) son el hablar que el lenguaje habla a través del hombre”, dicho en otros términos el oír es siempre un oír entendido. No es que se oiga sonidos “puros”, ruidos, y luego, por medio de no se sabe que extraños mecanismos los identifiquemos, dotándolos de significado. ¡No! oímos, decía Heidegger, “el carro que chirría, el tranvía, la moto, la columna en marcha, el viento del norte” (Heidegger, 2006: 71). Esa es precisamente la prueba fenomenológica de que se está de primeras ya siempre en medio del mundo en que se vive. Pues bien, cuando lo que se oye es lo que se habla de igual modo lo que se oye es lo que se dice y no significantes a los que se haya de proveer de significado.

Dos cosas dice la experiencia fenoménica:

  1. 1. que la distinción significante /significado, remedo de la distinción sensible/intelectual, es en todo caso posterior, analítica, fruto de considerar el lenguaje como un objeto y en cuanto tal objeto posible de una ciencia; y
  2. 2. que se está de entrada en lo que se entiende o en lo que se ha entendido.

El lenguaje no es ningún medio para llegar a ningún lugar; el lenguaje opera, cuando se entiende lo dicho, una transformación en quien escucha, le reordena el mundo en derredor, se lo articula de determinada manera. Si eso puede suceder es porque el lenguaje es un modo de ser del Dasein, no es un instrumento a su disposición ni un objeto representacional. De hecho, el lenguaje funciona sólo mientras no se dé efectivamente esa separación.

Pese a todo lo anterior, no es necesario tomar a Heidegger en su literalidad o como él diría “no como tesis acerca de la realidad” sino como precisiones que, por supuesto, se hacen respecto de aquel prejuicio que trata de corregir o desmontar. De ahí que no signifique que no haya realidad empírica alguna sino que si aún se puede decir así, la realidad humana está compuesta de lo propiamente empírico atravesado del lenguaje.

El lenguaje, por lo tanto, forma parte de la constitución de los objetos, de los estados de cosas y de las situaciones, cooperando con la presencia empírica. Eso es lo que significa que la percepción sea ya también lingüística. Las palabras están incrustadas en el mundo, no es que lo recubran como un manto que lo vistieran ni como una red que se apropiara de él.

Cumplen su función precisamente cuando, integradas en aquello a que se refiere disimulando su carácter de signos, transparentándose o corporeizándose, abren el mundo, hacen presente lo que quieren decir; cuando se trata del lenguaje “hablante”, en abrir el mundo y descubrirlo. Ya se sabe que el auténtico dominio del lenguaje no consiste en simplemente conocer muchas palabras y modos de expresiones sino que pasa por la apropiación originaria de las cosas. El lenguaje es modo de producción de ocasionamiento del propio Dasein y eso significa —atendiendo a la expresión alemana— tiempo en acción, existencia existiendo.

Discurso y política

En un texto titulado Discurso (1993), Ernesto Laclau analiza la noción de discurso y los distintos enfoques que ésta ha adoptado en los análisis políticos y las teorías contemporáneas del discurso, distanciándose sustancialmente de las teorías clásicas que surgieron inicialmente con Immanuel Kant y el giro trascendental de la filosofía moderna para las cuales el análisis en torno al discurso debe estar fundamentalmente dirigido no a los hechos sino a sus condiciones de posibilidad la misma posibilidad de percepción, pensamiento y acción depende de la estructuración de un cierto campo significante que preexiste a cualquier inmediatez factual (Laclau, 1993: 7). El autor explica que las teorías contemporáneas del discurso se diferencian de las trascendentales principalmente en que el objeto de estudio de aquellas son los campos discursivos, concepto que depende de una noción de estructura que adoptan estas teorías de la lingüística saussuriana.

Sin embargo, existe una diferenciación de mayor importancia para arribar a las repercusiones en la conceptualización de la política, cual es la de los diferentes enfoques que se pueden encontrar al interior de las teorías del discurso: Un primer enfoque, representado por el post-estructuralismo, comprende las teorías que están relacionadas a las transformaciones en el campo de la lingüística estructural, mientras que las teorías que se distancian en mayor medida del análisis estructural y de la noción saussuriana del signo conforman un segundo enfoque representado por el trabajo de Michel Foucault.

El primer enfoque se caracteriza, como ya hemos afirmado, por tener una relación directa con la obra de Ferdinand de Saussure (1945), la cual gira en torno a la noción de signo como relación entre un significante o imagen acústica y un significado o concepto. Según el lingüista, hay dos principios a partir de los cuales se organiza la lingüística estructural: Lo primero es el carácter relacional y diferencial del lenguaje, el cual constituye un sistema de elementos interconectados que no pueden ser definidos por sí solos. Dice Laclau en referencia a esto que “en la lengua no hay términos positivos, sólo diferencias” (Laclau, 1993: 8).

Por otro lado, el segundo principio nos informa que para esta corriente el lenguaje es forma y no sustancia, lo cual permite inferir que los elementos del sistema llamado lenguaje están definidos por las reglas de combinaciones y sustituciones entre sí. De este modo, el lenguaje es concebido como un “universo enteramente diferencial, dominado por reglas puramente formales” (Laclau, 1993: 9).

No obstante, a Saussure no le fue posible desarrollar una teoria lingüística del discurso, obstáculo que luego fue superado por la escuela glosemática de Copenhague en la cual se formuló un segundo modelo de lingüística estructural que permitió que se rompiera con la concepción de la relación entre significante y significado y luego generó un creciente formalismo estricto y una aceptación de que el discurso “no refería a un grupo particular de objetos, sino a un punto de vista del cual era posible redescribir la totalidad de la vida social” (Laclau, 1993: 10). Con el post-estructuralismo se dio un paso aún más significativo, dado que éste puso en cuestión la noción de totalidad cerrada propia del estructuralismo clásico, la cual consideraba que “si las identidades son sólo diferencias dentro de un sistema discursivo, ninguna identidad puede ser completamente constituida a menos que el sistema sea cerrado” (Laclau, 1993: 12), y así, ante la imposibilidad de constituir un sistema cerrado, impuso una lógica de la subversión de las identidades discursivas.

Muchos de sus exponentes realizaron importantes transformaciones como parte de esta tendencia, dentro de las cuales encontramos: la reformulación de la lógica de la significación en la obra de Roland Barthes, la teoría lacaniana de la lógica del significante que consiste en un deslizamiento permanente del significado bajo el significante, y por último el movimiento de la deconstrucción que se inicia con Jacques Derrida, con el cual se intenta mostrar “cómo ninguna estructura de significación puede encontrar en sí misma el principio de su propio cierre. La estructura requiere, consecuentemente, una dimensión de fuerza, la cual tiene que operar desde fuera de la estructura” (Laclau, 1993: 12-13).

El segundo enfoque en las teorías contemporáneas del discurso se encuentra en la teoría de las formaciones discursivas de Michel Foucault, la cual, a diferencia del estructuralismo y el post-estructuralismo, no comienza desde la lógica del signo y su subversión cuando las condiciones de cierre son imposibles de alcanzar, sino que parte de aislar las totalidades dentro de las que tiene lugar la producción de sentido en un segundo nivel fenomenológico, lo que conlleva a un movimiento cuasi-trascendental que demuestra que “el significado mismo presupone condiciones de producción que no son en sí reducibles a la significación” (Laclau, 1993: 13). Para Foucault el discurso es la separación de un estrato de fenómenos y la unidad mínima de todo discurso es el enunciado. La pregunta esencial en este punto es ¿qué constituye el principio de unidad de un campo discursivo?. Ante este cuestionamiento, Foucault propone la idea de episteme como una perspectiva que unifica la producción intelectual básica en el período de una época determinada, la cual define como “el conjunto total de relaciones que unifica, en un período dado, las prácticas discursivas que dan origen a figuras epistemológicas, ciencias y sistemas posiblemente formalizados” (Foucault, 1972: 191). Partiendo del concepto de episteme, Foucault propuso una operación llamada arqueología que utilizó para develar las estrategias discursivas básicas de las distintas épocas de la historia y a partir de la cual llegó a concluir que

el principio de unidad de una formación discursiva no puede encontrarse (…) sino en lo que llamó regularidad en la dispersión –la constancia en las relaciones externas entre los elementos que no obedecen a ningún principio de estructuración subyacente o esencial (Laclau, 1993: 14)

Esto indica que una formación discursiva no puede ser reducida a un principio de unidad simple y, por tanto, la regularidad en la dispersión es el único principio de unidad de ésta.

Las anteriores constituyen las principales teorías contemporáneas del discurso y las más influyentes en el campo de la política, especialmente en lo referente a la conceptualización del poder. Es aquí donde podemos aplicar la misma diferenciación realizada entre las teorías del discurso para dividir las tendencias que se presentan en la conceptualización del poder político, las cuales nos dedicaremos a estudiar a continuación.

Por un lado, se encuentra la tendencia que comprende aquellas teorías ligadas a la reformulación del proyecto de Foucault, reformulación que se realizó a partir de la implementación de un nuevo tipo de enfoque que él llamó genealogía, el cual se diferencia de la arqueología en tanto ésta presupone la unidad de un campo discursivo sin ningún principio de unificación más profundo mientras que aquella se concentra en “localizar los elementos que ingresan a una configuración discursiva dentro del marco de una historia discontinua cuyos elementos no tienen ningún principio de unidad teleológica” (Laclau, 1993: 16). El poder para Foucault es ubicuo porque los elementos son discontinuos y su vinculación sólo se puede explicar dentro de ellos mismos.

Pero existe una segunda tendencia en torno a la conceptualización del poder a partir de una teoría del discurso, de la que se destaca el trabajo de Laclau y Mouffe (Laclau Y Mouffe, 1985; Laclau, 1990), la cual se basa en aspectos de la teoría post-estructuralista del signo para la formulación de un enfoque sobre el poder como hegemonía. Es esta tendencia la que nos interesa en el presente trabajo. El aspecto que tomaremos en cuenta y que se adopta del post-estructuralismo es “la noción de discurso como una totalidad significativa que trasciende la distinción entre lo lingüístico y lo extralingüístico” (Laclau, 1993: 15).

Esto surge de la imposibilidad de una totalidad cerrada, la cual destruye la conexión entre significante y significado. Esto conlleva a que haya una proliferación de “significantes flotantes” en la sociedad, lo cual implica a su vez que la competencia política se perciba como “intentos de las fuerzas políticas rivales de fijar parcialmente esos significantes a configuraciones significantes particulares” (Laclau, 1993: 15).

En otras palabras, existen en la sociedad un sinnúmero de significantes vacíos que Laclau define como significantes sin significado, lo cual genera una lucha constante entre los distintos grupos políticos por llenar dichos significantes a partir de su ideología particular. Se trata de luchas discursivas sobre las formas de fijar el significado de un significante, luchas que constituyen el centro de la semántica política en el mundo actual.

En este sentido, la importancia de los significantes vacíos reside en que ellos constituyen formas de construcción de estructuras hegemónicas, razón por la cual ellos son condiciones, tanto de posibilidad como de imposibilidad, de la sociedad y más específicamente de la hegemonía que para Laclau no es más que la fijación parcial de la relación entre significante y significado.

Los diálogos de paz en Colombia: una aproximación a la construcción discursiva de la paz

En el año 2011, cuando se iniciaron los Diálogos de Paz entre el gobierno representado por el Presidente Juan Manuel Santos y los grupos armados en Colombia, el país se encontraba sumido en profundo escepticismo en torno a la posibilidad de iniciación de los mismos, este fue un proceso complejo que permitió la construcción de uno de los modelos de justicia transicional más ambiciosos del mundo (Florez & Villareal, 2020). En numerosos artículos de prensa se menciona la importancia de buscar mediante el diálogo una salida negociada y pacífica al conflicto armado y se resalta la supuesta intención del Presidente Juan Manuel Santos de dar inicio a las negociaciones para un proceso de paz. Sin embargo, las noticias muestran precisamente que tal voluntad no pasa de las palabras y a lo largo del año no se da ningún avance significativo que permita materializar el deseo de ambos sectores.

Una de las principales razones por las cuales esto no fue posible consiste en que desde hace más de 30 años el gobierno y la guerrilla se encontraban en un juego de acusaciones mutuas de falta de voluntad para negociar una salida pacífica al conflicto armado, acusaciones que no hicieron más que impedir que se dieran las bases para poder dar comienzo a un proceso de paz. Por un lado, el gobierno no confiaba en la voluntad de estos grupos de abandonar las armas; y, por otro lado, dichos grupos acusaban al gobierno de no tener voluntad de paz al no crear reformas económicas, políticas y sociales que garantizaran la justicia social.

En un artículo del periódico nacional El Espectador de fecha 23 de septiembre de 2011 Frédéric Massé afirma:

Sin voluntad política de llegar a un acuerdo, la negociación se vuelve estéril y no se logra nada. Sin embargo, la voluntad no es un hecho innato o inflexible. No es un concepto estático, o fijo. No se trata sólo de buenas intenciones o de convicciones. Es también el resultado de necesidades, de correlación de fuerzas, de presiones y de intereses particulares (Massé, 2011).

Este conflicto de intereses es precisamente lo que podemos notar al analizar las diversas afirmaciones que a lo largo del año proclamaron el Presidente Juan Manuel Santos y los voceros de los grupos armados tales como las FARC y el ELN, lo cual nos dedicaremos a analizar a continuación.

El Presidente Juan Manuel Santos afirma que desde su discurso de posesión el 07 de Agosto de 2010 él señaló que “la puerta no está cerrada”, con lo cual quería expresar su invitación a las FARC y a los demás grupos armados de hacer acercamientos de paz con el actual gobierno. A partir de ese momento, el Presidente en varias ocasiones se dedicó a resaltar las condiciones que le permitirían a las FARC hacer dichos acercamientos, tales como “la renuncia a las armas, al secuestro, al narcotráfico, a la extorsión y a la intimidación, y la liberación de todos los miembros de la Fuerza Pública que hoy están en poder de las Farc” (Santos, 2010).

Esto se muestra en gran parte de las noticias que citan al Presidente en torno al tema de los diálogos de paz, ya que varias veces afirmó que sólo se podría dar inicio a negociaciones para un proceso de paz con las FARC cuando este grupo mostrase una real voluntad de diálogo y realizase verdaderos actos de paz. En noticia del 16 de Agosto de 2011 en el diario El Espectador se resaltó que el Presidente colombiano dijo que las FARC son un grupo terrorista que ejecuta actos de tal naturaleza y, por lo tanto, seguirán siendo tratados de tal forma. En consecuencia, la ofensiva militar en su contra no sólo continuará sino que se fortalecerá. Para esto se citan las palabras del Presidente cuando afirmó: “El Estado colombiano está dispuesto a abrir esa puerta de un posible diálogo siempre y cuando –y esto no lo hemos visto hasta ahora– den la demostración más que fehaciente de que quieren algún tipo de acuerdo” (Santos, 2011).

Días antes, en un artículo de 03 de Agosto de 2011 publicado en El Espectador se consigna la afirmación del Presidente Santos de que si bien el gobierno tenía la voluntad de diálogo y paz él no iba a permitir que se siguiera engañando al país con la negociación para la paz, ya que él podía percibir que las FARC estaban haciendo uso de esto para rearmarse, oxigenarse y tomar fuerzas. A raíz de esta falta de confianza en la palabra de los grupos armados, el Presidente dejó claro que “mientras no haya hechos no hay diálogo. Las palabras no son suficientes” (Yamhure, 2011), y que solo sería posible pensar un diálogo de paz con estos grupos terroristas cuando dejen de serlo (Yamhure, 2011).

Es por esta razón que Ernesto Yamhure escribe la columna de opinión el 17 de Agosto de 2011 en El Espectador, en la cual habla de las condiciones que señaló el Presidente de Colombia para que se pudiera pensar en un diálogo de paz, entre las cuales se encontraban: la liberación de los secuestrados, retorno a la vida civil de los menores combatientes, suspensión de la violencia y tráfico de drogas ilícitas. Ante esto, el columnista niega la posibilidad de que las FARC cumplieran con tales requisitos, por lo cual considera que es muy poco probable la instalación de diálogos de paz entre el gobierno y este grupo armado. Para el columnista, cualquier proceso de paz que se pretenda instalar debe responder a pautas establecidas por el gobierno, y no a las que establezcan las FARC, tales como la amnistía, zonas de despeje y continuos ataques violentos contra la población. “En pocas palabras, la guerrilla tiene que dejar de ser lo que es si quiere pasar a una mesa de negociación con el Gobierno” (Yamhure, 2011).

De esta manera vemos cómo en la prensa se presenta una tendencia hacia el apoyo a la gestión del Gobierno de Juan Manuel Santos en torno a los diálogos de paz (Santos, 2011; Santos, 2011b; Santos, 2011c; Santos, 2013), dejando de lado las consideraciones que los demás sectores del país podrían tener. Respecto de las afirmaciones hechas por las FARC y otros grupos armados existen pocas noticias. En una entrevista realizada a Alfonso Cano, comandante de dicho grupo armado, entrevista publicada el 13 de Noviembre de 2011 en el diario español El Público en la cual se dedica a presentar los objetivos de la lucha de las FARC y los factores que le dieron inicio y que aún continúan vigentes, el comandante no niega la posibilidad de dar inicio a conversaciones con el Gobierno, afirmando que

Siempre será posible construir escenarios e iniciar conversaciones directas de horizontes ciertos, con cualquier gobierno incluyendo al actual pese a que este, empezando con su mandato, redujo las posibilidades al imponer una ley que cierra puertas a diálogos dentro del país. Pero somos optimistas sobre la eventualidad de lograrlo (Cano, 2011).

Por su parte, el grupo terrorista ETA hizo declaraciones de su interés de poner fin a 43 años de terrorismo, ante lo cual el Presidente Juan Manuel Santos respondió que era bienvenida tal decisión y que invitaba a las FARC a unírsele a tal grupo y así poner fin a los actos terroristas que han venido ejecutando (Santos, 2011b).

A pesar que las FARC consideraban que el Gobierno venía reduciendo las posibilidades de un acuerdo con la creación de una ley que imposibilitaba la realización de diálogos en territorios colombianos, en las noticias se insiste que el Gobierno se encontraba trabajando en un marco legal que, en caso de darse inicio a un proceso de paz, posibilitara que se obtuvieran resultados satisfactorios para ambas partes, con el fin de permitir la desarticulación de los grupos de autodefensa que no estuvieran dando frutos desde la Ley de Justicia y Paz, garantizándose así la recuperación de derechos de todas las partes afectadas con el conflicto y el abandono de las armas de los miembros del grupo armado para que pudieran abrirse puertas al debate político.

Esto se vuelve a mostrar en noticia del 19 de Septiembre de 2011 publicada en El Espectador, la cual a partir de declaraciones hechas por el Presidente Santos muestra que se había venido estudiando el nuevo marco constitucional y legal para la paz, el cual cursaba en su momento en el Congreso por propuesta hecha por la comisión de paz del Senado, la cual apoyaba el Presidente ya que consideraba que podía solucionar los inconvenientes causados por la Ley de Justicia y Paz. A su vez, el Congreso aprobó el proyecto de Ley con el que se pretendía dar marco legal a futuras desmovilizaciones, pero puso como primordial condición la previa liberación de secuestrados. Sin embargo, el naciente marco legal establecido que otorgaba beneficios a quienes se acojan a él, no constituía – en palabras de Roy Barreras- amnistías, ni indulto para ningún agente de las guerrillas (Barreras, 2012).

De esta forma, vemos cómo el sector mediático se encontraba respaldando la gestión del Gobierno de Juan Manuel Santos, enfocándose en resaltar las declaraciones hechas por el Presidente y las condiciones de éste para iniciar las negociaciones en torno a la paz. Otros sectores también mostraron su apoyo al gobierno en distintas ocasiones, entre los cuales podemos encontrar la Cruz Roja, organismo representado por el comisionado para Colombia, Cristhophe Beney, quien señaló que con la llegada de Juan Manuel Santos hubo un “cambio de tono” alrededor del cual se “está creando un entorno favorable hacia la opinión pública para que esta última entienda que muy probablemente la paz se logrará en este país por vía de discusiones y no a punta de fusiles" (Beney, 2011). Por su parte, la ONU mediante resolución en el día de la paz hizo llamado de atención a todos los pueblos del mundo para que ejecuten actividades tendientes a la educación y sensibilización del cese al fuego para la paz, especialmente para aquellos países en los que la guerra se vive día a día. Se señaló además que:

Poner de relieve el tema de la paz es el propósito que la ONU encomienda a todos los países. En Colombia la fecha parece caer como anillo al dedo para los anhelos de paz y diálogo que por estos días están promoviendo Juan Manuel Santos y su Unidad Nacional. Desde el inicio de su mandato, el presidente había manifestado —pese a hacerse elegir montado en la ola del discurso de guerra contra el terrorismo de su predecesor— que la llave del diálogo para llegar a la paz no iba a ser desechada. Dijo que él la guardaba en su bolsillo y que la sacaría cuando la guerrilla diera muestras honestas de buena voluntad (Beney, 2011).

Para finalizar con el año 2011, cabe resaltar otra columna de opinión escrita por Frédéric Massé titulada “Rumores de Paz” y publicada el 20 de Septiembre de 2011 en El Espectador, en la cual El columnista inicia planteando una pregunta: ¿Es posible la paz en Colombia?. Ante tal interrogante, el columnista considera que vale la pena tener en cuenta los rumores sobre posibles diálogos de paz entre el gobierno y las guerrillas, los cuales se han venido divulgando a partir del surgimiento de un proyecto de ley que favorecería la desmovilización de las guerrillas así como el creciente número de columnas, artículos y tímidas declaraciones del gobierno alrededor del tema (Massé, 2011). A partir de esto, podemos concluir que, tal como lo contempla el columnista, resultan positivas todas las manifestaciones de intención de una posible salida negociada al conflicto, tanto por parte del Gobierno como por parte de los grupos armados. No obstante, la misma se encontraba entorpecida debido a la desconfianza entre las partes.

En el 2012 se dio un giro completo a la actitud inmóvil del Gobierno y de los grupos armados para iniciar las negociaciones de un proceso de paz. En este año hubo un avance significativo con la instalación formal de una mesa de diálogos que inició en Oslo, Noruega en el mes de Octubre y finalizó en La Habana, Cuba, donde el Gobierno de Colombia en cabeza de Juan Manuel Santos y miembros de las FARC firmaron un acuerdo con el cual se da inicio a los diálogos de paz. Sin embargo, no es el mismo caso con el ELN, a quienes el Presidente del Congreso durante el desarrollo de la mesa regional de paz invitó a unirse a estos diálogos para que pudieran recibir el mismo tratamiento que se le daría a las FARC (Santos, 2011).

En diversas ocasiones tanto voceros de las FARC como el Presidente Santos manifestaron mediante comunicados de prensa la importancia de la mesa de diálogo para el proceso de paz, tal como lo venían haciendo desde hace un tiempo. En discurso hecho ante el Congreso del Partido Verde, el presidente manifestó que el proceso de paz que se venía adelantando con las FARC no se extendería más allá de noviembre próximo y afirmó además que “es necesario que dejen la violencia y empiecen a hace política, de esa forma el gobierno otorgará garantías y posibilidades” (Santos, 2011).

Respecto del desarrollo de este proceso de paz, en Diciembre 21 de 2012 se publica un artículo en El Espectador, el cual muestra que, en cabeza de Humberto de la Calle, el equipo negociador del gobierno en La Habana presentó un informe de lo que se había venido desarrollando en el transcurso de las negociaciones de paz, sobre las cuales afirmó van por buen camino atendiendo a las ideas de ambas partes, de manera satisfactoria y que cualquier acuerdo al que se llegue estará de acuerdo con nuestra Constitución.

Por su parte, el Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, señaló que el proceso de paz que entablará el Gobierno con la guerrilla de las Farc, demuestra la superioridad de las Fuerzas Militares que además de seguir con las operaciones, "le garantizarán a los colombianos que ese grupo terrorista no utilizará este proceso como un respiro para rearmarse" (Pinzon, 2012). Para el Ministro de Defensa, el proceso de paz es producto del debilitamiento de las FARC que han venido ejecutando las Fuerzas Militares. Ante estos ataques en la prensa, los representantes de las FARC expresaron en un comunicado de prensa su preocupación por los mensajes confusos que la prensa colombiana podría estar creando en los colombianos y que llegarían a afectar el proceso de paz que se inició con el gobierno. Este grupo armado solicitó a la prensa no descontextualizar las informaciones que proporcionan y que surgen en el desarrollo del proceso de paz y resaltó además que se hace necesario que los medios de prensa independiente también entren a cubrir lo que ocurre en el proceso de paz. Las Farc están haciendo un llamado para que el proceso de paz

sea informado a los colombianos de manera eficaz, oportuna y sin sesgo alguno (…) Urge abrir un espacio veraz, eficiente y oportuno, el canal público y los medios democráticos, que permitan que Colombia tenga un conocimiento cierto de los desarrollos del proceso; es decir lo que transcurra en La Habana entre gobierno e insurgencia, como el desenvolvimiento de la participación popular, especialmente (FARC, 2012).

Finalmente, es importante mencionar un artículo crítico publicado por Cambio Total Revista del 06 de septiembre de 2012, en el cual el autor inicia con una pregunta ¿por qué el actual presidente Juan Manuel Santos quiere la paz ahora y por qué no la quiso antes? Considera el autor que Santos está consciente de que la única garantía para evitar que sobre el recaigan las consecuencias de las ejecuciones extrajudiciales perpetradas durante su servicio como ministro de defensa, así como las derivadas de los actos de lesa humanidad conocidos como la masacre de Angostura, Ecuador. Para el autor, el presidente de Colombia no está sino más que queriendo convertirse no sólo en el “salvador” de su clase, sino quedar registrado en la historia como el presidente que “pacificó Colombia”.

Este primer paso que se tomó para iniciar las negociaciones en el 2012 ha traído consigo numerosos avances que se han podido ver a lo largo de estos primeros meses del año 2013. Ambos actores manifestaron en distintas oportunidades su deseo de acelerar el proceso de negociaciones para la paz con el fin de lograr una solución en el diálogo. Antes de partir para La Habana, Humberto de la Calle Lombana, jefe de la delegación gubernamental para los diálogos de paz con las FARC-EP, expresó el interés del Gobierno de “meter más ritmo al proceso” para obtener acuerdos en la mesa de negociaciones, con el fin de mantener el apoyo e interés de la sociedad activo y rodeando al proceso.

Por su parte, el jefe del equipo negociador de la guerrilla, Iván Márquez, pidió este lunes al gobierno nacional "cesar en la retórica guerrerista de falsas promesas de solución a los problemas sociales" y pidió “propuestas claras” para avanzar en la negociación. Tal declaración fue hecha por Márquez en la lectura de comunicado de prensa realizado en La Habana, también señaló que se necesita por parte de la delegación del gobierno “voluntad de avanzar” en el proceso de diálogo, y que urgen soluciones tangibles, prioritarias y alejadas de la demagogia.” (Márquez, 2013).

Cumpliendo con las tan repetidas palabras de voluntad para el diálogo, en noticia del 23 de Enero en Redacción Semana se indica que las recién iniciadas negociaciones de paz entre el Gobierno y las FARC en La Habana rinden sus primeros frutos, lo cual se puede contemplar en dos cartas dirigidas a los representantes de Venezuela y Chile, en las cuales los representantes de las FARC afirmaron que “existen coincidencias diagnósticas con el Gobierno en el tema agrario”. Esto resulta altamente satisfactorio pues el tema agrario siempre ha sido un punto neurálgico en la confrontación armada que afecta a Colombia desde hace varias décadas. Frente a esto, el Presidente Santos realiza una intervención radio-televisiva, que luego es reseñada por un artículo publicado en Redacción Política El Espectador el 08 de Abril de 2013, en la cual le dio al pueblo colombiano un papel importante en el tema de los diálogos de paz cuando afirmó que cualquier acuerdo al que se llegue en las mesas de diálogo, será objeto de referendo, para que sea el pueblo colombiano quien tenga la última palabra en el proceso de paz que se viene adelantando. El presidente, señaló además, que su deber como presidente es hacer todo lo posible por poner fin al conflicto armado que desde hace muchos años azota a nuestro país (Santos, 2013).

No obstante, se presentó un retroceso en el proceso de paz cuando el 16 de Abril el diario El Espectador informó que se aplazó la octava ronda de diálogos y que, aunque se desconocen las razones, delegados del Gobierno en La Habana señalaron que sólo se retomaran negociaciones a partir del 22 de abril del presente año, es decir, cinco días después de lo que se tenía planeado. Se cree que tal decisión responde a la necesidad de cada delegación de consultar y estudiar los puntos sobre los cuales se ha dialogado en el primer tema de las mesas de negociación, el cual es el sector agrario.

Otro aspecto importante a analizar es la recepción de los diálogos proceso de paz en los diferentes sectores tanto nacionales como internacionales, dentro de la que encontramos un apoyo notable al proceso de paz en Colombia en ambas comunidades. En el ámbito nacional, se ha manifestado el Partido Conservador a través del Presidente el Senador Efraín Cepeda, quien a inicios de Abril se reunió con Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador en los diálogos con las FARC, y Sergio Jaramillo, comisionado de Paz, a quienes manifestó el apoyo que el Partido Conservador hace a los diálogos de paz que se vienen desarrollando y señaló que si bien aún quedan “matices minoritarios dentro del partido” toda la colectividad se encuentra apoyando el proceso de paz (Cepeda, 2013).

De igual forma, un extenso número de intelectuales y artistas colombianos manifestaron su apoyo al proceso de paz que se viene desarrollando a través de una carta, en la cual afirmaron que “que la paz es un viejo y caro anhelo de todos los ciudadanos de Colombia. Compartimos la valoración del momento histórico contenida en el documento cuando dice que estamos en un momento crucial: el de demostrar si nos jugamos por la paz de Colombia”. En consecuencia, instan a todos los colombianos, sin distingo de profesión, edad, sector, etc., a que respalden a viva voz el diálogo que se realiza en La Habana. También expresó su opinión Andrés Gil (2013), vocero de la Marcha Patriótica que organizó la Marcha por la paz, quien en entrevista publicada el 06 de Abril en la Redacción Política de el periódico El Tiempo, señaló que el naciente movimiento político no hace parte de las FARC o del ELN, sino que son el brazo político de la movilización agraria, estudiantil y popular.

Desde el sector de los grupos armados se manifestó también en apoyo al proceso de paz Joaquín Villalobos, el ex jefe guerrillero de El Salvador, quien hace referencia a la actual situación de la guerra, las FARC y el Estado colombiano y señala que diez años después del Caguán, el Estado Colombiano se ha fortalecido, mientras las FARC por su parte se han visto debilitadas y Cuba quiere normalizar relaciones internacionales con los demás Estados. Para Villalobos, la suma de estos factores posibilita y proporciona un buen ambiente para el desarrollo de los diálogos de paz. Finalmente, afirmó que para las Farc “la oportunidad es dejar las armas y hacer política a la mayor brevedad posible. Mantenerse armados es un suicidio político y el mejor camino para terminar como simples bandidos” (Villalobos, 2013).

Un hecho que cabe destacar dentro del ámbito del Derecho Internacional es el aval que la delegación de la Corte Penal Internacional concedió al proceso de paz. El Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo Caro se reunió con tres miembros de la oficina del Fiscal de la Corte Penal Internacional con el fin de dialogar a cerca del proceso de paz que se viene adelantando con las FARC en La Habana. Los miembros de la comisión de la CPI acogieron con agrado el informe que hizo el comisionado para la paz, pero hicieron énfasis en las obligaciones adquiridas por Colombia con la ratificación del Estatuto de Roma; y coincidieron con el comisionado en la necesidad de un continuo diálogo y retroalimentación entre Colombia y la Corte Penal Internacional a cerca del estado del proceso de paz (Jaramillo, 2013).

Respecto de este apoyo internacional que hemos podido estudiar, el Presidente Santos afirmó a comienzos de año que quiere que las FARC escuchen a la comunidad internacional y sus voces de apoyo al proceso de paz que se viene adelantando, reiterando su posición de garantizar derechos a los miembros del grupo guerrillero, así como también su intención de que los mismos se hagan activos en la vida política y la democracia (Florez, 2013). Sin embargo, el Presidente dijo: “La decisión del Gobierno ha sido: nosotros no vamos a bajar la guardia en ningún frente, y mucho menos en el militar, sino hasta que lleguemos a los acuerdos. O sea que el conflicto continúa” (Santos, 2013). En este mismo sentido, Iván Márquez, representante de las FARC en La Habana, arremetió verbalmente en contra de los ex presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana a quienes señaló como alacranes venenosos que no quieren la paz de y afirmó que el ex presidente Uribe no quiere nada más que prolongar la guerra con sus afirmaciones. Estas declaraciones de Iván Márquez surgen a partir del llamado hecho por el Senador Roy Barreras para que se aceleraran las negociaciones, a lo que respondió que no era posible hasta cuando se cerrara el primer punto de negociaciones que es el tema agrario (Márquez, 2013).

Con estas declaraciones por parte del Gobierno y de los grupos armados, se hace claro que, a pesar de la innegable evolución que ha tenido el proceso de paz en los últimos años, aún se conserva el escepticismo que ha caracterizado a ambos sectores en la evolución del proceso de paz en los últimos años, lo cual en gran medida constituye un factor de imposibilidad de avanzar hacia el cumplimiento de los resultados que se desean obtener con los diálogos iniciados.

El Gobierno aún se encuentra en una posición defensiva respecto de la actitud de las FARC, quienes a su vez manifiestan su inconformidad con la las propuestas que el Gobierno les ofrece. Todo esto ocasiona un freno en el desarrollo del proceso de paz y una falta de constancia en el desarrollo de las negociaciones entabladas.

Conclusiones

Desde su instalación en el gobierno de Juan Manuel Santos, Los Diálogos de Paz entre el gobierno y los grupos armados en nuestro país han tenido un desarrollo en el cual ha jugado un papel importante el discurso que maneja cada parte. La influencia que han ejercido los medios de comunicación sobre la percepción del pueblo frente a este proceso ha sido notoria y es en extremo relevante para el análisis realizado.

La percepción de los Diálogos de Paz iniciados bajo la administración del Presidente con las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la ciudad de La Habana por parte de la opinión pública en Colombia y en general por parte del ciudadano común, en tanto fenómeno social, es el resultado de una compleja proliferación de discursos de distinta fuente u origen, destinado a la construcción simbólica de una realidad que de hecho escapa a la percepción directa de la mayor parte de la población en Colombia, teniendo acceso a la misma únicamente a partir de los significantes contenidos al interior de los discursos académicos (artículos científicos, libros y conferencias de estudiosos y analistas), oficiales (comunicados, conceptos e intervenciones de las instituciones estatales) y el discurso sostenido desde los distintos medios de comunicación (televisión, radio y prensa).

El “acceso” del individuo a la paz se plantea en la necesaria inscripción de una dinámica simbólica orientada a consolidar un sentido concreto del significante “Paz” a la luz de un renovado contexto político que precisamente imprime nuevos contenidos ideológicamente prevalecientes y de esta forma administra una realidad a partir de los significantes que la determinan (Florez, 2020). Lo que es “Paz” en Colombia en el marco de la implementación de los Diálogos de la Habana es probablemente una idea de “Paz” radicalmente distinta a la naturalizada durante la administración de Álvaro Uribe Vélez, en tanto el espectro político se tiñó con valores guerreristas asociados a la acción bélica y la imposibilidad de negociación por fuera de procesos de rendición. Esto sólo para señalar un ejemplo de la política como lucha por el significante o, dicho de otro modo, de la construcción discursiva de la realidad social a partir de la cual se desarrolla la práctica política concreta.

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