Las miradas del tránsito: la construcción de la figura social del migrante centroamericano en su paso por San Luis Potosí

The views of transit: the construction of the social figure of the Central American migrants as he passes through San Luis Potosi

Tania Belinda Jiménez Langarica
El Colegio de San Luis, México

Analéctica

Arkho Ediciones, Argentina

ISSN-e: 2591-5894

Periodicidad: Bimestral

vol. 7, núm. 45, 2021

revista@analectica.org

Recepción: 02 Enero 2021

Aprobación: 24 Febrero 2021



DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.4603439

Resumen: El punto de partida de esta investigación es la reflexión sobre la configuración de la otredad desde una perspectiva sociológica. Considerando que los movimientos poblacionales han transformado las sociedades históricamente (Castles, Haas y Miller, 2014), esta exploración abona a los Estudios Migratorios desde la mirada de quienes “los ven pasar” durante su tránsito y procura complejizar la construcción de estas percepciones. Así, la pregunta que guía la investigación busca definir cómo se mira a la figura social del migrante centroamericano procedente de Honduras, El Salvador y Guatemala que transita por la ciudad de San Luis Potosí.

Palabras clave: San Luis Potosí, otredad, migrante centroamericano.

Abstract: The starting point of this research is the reflection on the configuration of otherness from a sociological perspective. Considering that population movements have historically transformed societies (Castles, Haas and Miller, 2014), this exploration pays for Migration Studies from the perspective of those who “see them pass” during their transit and attempts to make the construction of these perceptions more complex. Thus, the question that guides the research seeks to define how the social figure of the Central American migrant from Honduras, El Salvador and Guatemala who transits through the city of San Luis Potosí is viewed.

Keywords: San Luis Potosí, otherness, Central American migrant.

El punto de partida de esta investigación es la reflexión sobre la configuración de la otredad desde una perspectiva sociológica. Considerando que los movimientos poblacionales han transformado las sociedades históricamente (Castles, Haas y Miller, 2014), esta exploración abona a los Estudios Migratorios desde la mirada de quienes “los ven pasar” durante su tránsito y procura complejizar la construcción de estas percepciones. Así, la pregunta que guía la investigación busca definir cómo se mira a la figura social del migrante centroamericano procedente de Honduras, El Salvador y Guatemala que transita por la ciudad de San Luis Potosí.

La investigación se centra en la lógica de los actores que interaccionan con los migrantes en espacios cotidianos y, especialmente aquellos que manifiestan una intención solidaria. La construcción de sus miradas no puede analizarse sin considerar aquellas que prevalecen en el contexto nacional y que se remiten al imaginario jurídico del Estado que fomentó una concepción negativa del extranjero a lo largo del siglo XX, salvo quienes respondían a una concepción del progreso sustentada fundamentalmente en el aspecto económico.

Es importante mencionar que dentro de los estudios sobre migración hay dos antecedentes: la tendencia a enfocarlos en los países de origen y de destino, sin ahondar en los espacios de tránsito y la predilección por realizar investigaciones sobre la migración mexicana a Estados Unidos, debido a la prevalencia histórica y numérica de estos desplazamientos. Por lo tanto, para el desarrollo de esta tesis, en términos teóricos no hay un desarrollo conceptual que permita analizar la figura social del migrante en tránsito desde la perspectiva sociológica.

Debido a esto, aunque se retoman las principales propuestas sociológicas sobre la otredad, también se consideran conceptos que corresponden a otras disciplinas, intereses, contextos y enfoques. Tal es el caso del concepto antropológico de desarraigados planteado por Durand (2015) o las aproximaciones a la migración en tránsito en el contexto europeo. La finalidad es interrelacionar los elementos de las diversas propuestas que son pertinentes para el análisis de estas miradas en el contexto potosino.

La figura del migrante centroamericano es una imagen socialmente construida “(…) mediante la selección arbitraria de rasgos de las personas y los grupos.” (Izaola, 2016:21) sin que necesariamente haya una relación directa o verídica con respecto a las características objetivas que presenta esta población. Su conformación es consecuencia de las interacciones entre actores locales con sujetos anteriormente ajenos al escenario de la cotidianeidad potosina que requieren de clasificaciones artificiosas para posicionarlos en su esquema de sentido, o en palabras de Schutz (1993) en su mundo de vida social.

La mirada sobre la figura social del migrante en tránsito es de sujetos marginales que están sometidos a las fuerzas de los actores que se mueven en torno a ellos. Esta exclusión los convierte en sujetos propicios para la conformación de instancias asistencialistas que satisfagan sus necesidades básicas y proporcionen el acompañamiento en procesos psicológicos y legales. Por otra parte, esta exclusión también es la base para la mirada que los asume como una figura que encarna las características de sujetos peligrosos o al menos sospechosos y, para las autoridades migratorias: ilegales. Son perseguidos por instituciones gubernamentales y cazados por los grupos delincuenciales al significar ganancias económicas o humanas para sus organizaciones.

Debido a estas diferencias, se realiza un recorrido por las figuras sociales atribuidas a la otredad para complejizar las condiciones y experiencias del tránsito migratorio de centroamericanos, que a partir de las miradas construidas en torno a ellos conlleva consecuencias no sólo reales sino trágicas. El elemento distintivo del tránsito como eje que atraviesa estas miradas es un punto de partida para una permanencia incierta y angustiante. Además, mediante la asignación de características que pueden o no pertenecer a los individuos concretos, su posicionamiento en la otredad se mantiene como una marca que los acompaña durante su trayecto.

El eje rector de las miradas es precisamente, la visibilización, concepto recurrente al abordar el tema de la migración centroamericana. Las referencias de su carácter furtivo, de su búsqueda incesante por movilizarse sin ser identificados, a la par de las exigencias que plantean sectores institucionales y de la sociedad civil, ya sea para detenerlos o defenderlos, posicionan a la figura social del migrante en una tensión constante sobre su presencia.

Cabe destacar que la figura social del migrante depende más de su visibilización social que de los datos duros sobre ellos. Es decir, la construcción de las miradas no es directamente proporcional con los datos cuantificables sobre información sociodemográfica de esta población y se encuentra todavía más distante de las experiencias y estrategias que caracterizan su periplo migratorio.

La indefinición de su condición contribuye a su vulneración, su rechazo sin mayores implicaciones, a la construcción de políticas migratorias de las cuales la población local se puede distanciar porque afectarán a los otros. El mantenimiento de esta distancia social, que sin duda varía en sus implicaciones dependiendo de la cercanía/lejanía, permite el mantenimiento de su estar en carencia, de su no ser. Debido a esto, el presente trabajo busca contribuir a la visibilización de las contradicciones en las que los hemos colocado, lo cual genera prácticas que muchas veces son reproductoras de la misma desigualdad que motivó su salida.

Tomando en cuenta que lo distintivo de los procesos migratorios en años recientes es “el alcance global, su centralidad en políticas domésticas e internacionales, así como sus consecuencias económicas y sociales considerables” (Castles, Haas y Miller, 2014: 5-6) los procesos de movilidad humana se han diversificado. Existe una vinculación de la figura social analizada con los migrantes económicos, refugiados, solicitantes de asilo, desplazados, pero no se limita a ninguna de estas clasificaciones.

Por lo tanto, las miradas intercalan elementos sobre las diversas figuras que conforman los flujos mixtos de la actualidad o construyen una figura social ajena a estas categorías, ya sea por desconocimiento, confusión entre sus definiciones o la complejidad de estos desplazamientos que impide encasillarlos en una sola. Las miradas se construyen desde un contexto particular, como comúnmente se menciona, “depende del cristal desde el cual se mire”. Sin embargo, prevalece un componente que alude a estas tipificaciones jurídicas, la ausencia de documentos que acrediten la estancia legal de los migrantes en nuestro país, aunque solamente se encuentren de paso.

Este elemento es la base para la configuración de la mirada que asimila a estos “otros indocumentados” como “indeseados”, legitimando su exclusión de las dinámicas políticas, económicas y sociales en los contextos de tránsito. Esta delimitación ha sido analizada como un proceso que genera vidas desperdiciadas (Bauman, 2015), mediante la obligación de que estos sujetos se mantengan en una condición de “no existencia” (Varela, 2015), al ser asumidos como un excedente sin lugar en la sociedad del capitalismo global.

Metodología

Las coordenadas espacio-temporales que delimitan el presente trabajo se concretan a la ciudad de San Luis Potosí como el contexto de tránsito migratorio. Aunque el análisis parte de una referencia a las migraciones internacionales y su condición histórica en México, el trabajo de campo y documental realizado se enfoca en la ciudad potosina. Las menciones a otras localidades del interior del Estado se realizan en función de su importancia respecto a características o eventos específicos indicados por los entrevistados. Además, la inclusión de otros lugares se debió a que son las siguientes paradas posibles en los medios de transporte más empleados: Vanegas y Saltillo cuando viajan en tren y Matehuala cuando se desplazan en autobús.

La temporalidad de este trabajo, en términos de recaudación de información, se limita al periodo 2014-2016. No obstante, los datos y condiciones que constituyen la figura social y las miradas se pueden extender a inicios del siglo XXI tras la conjunción de una serie de factores como la privatización de Ferrocarriles Nacionales de México en 1995, modificaciones en la política migratoria y el aumento de la cantidad de migrantes centroamericanos, teniendo su punto álgido en el 2005 “(…) al llegar a cerca de un cuarto de millón el número de eventos de detención de transmigrantes indocumentados” (Casillas, 2011:5).

Existe una interrelación entre los cambios políticos, económicos y sociales, que en ocasiones se implementan como respuesta a eventos específicos, como el 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos o la declaración de la guerra contra el narcotráfico por parte del Gobierno Mexicano en 2007. Sin embargo, lo relevante para los objetivos de esta tesis es analizar si estas modificaciones tienen consecuencias directas en las formas de desplazamiento de los migrantes centroamericanos por el territorio mexicano, en el aumento y diversidad de riesgos durante su tránsito.

La hipótesis orientadora de esta investigación es que las miradas sobre los migrantes centroamericanos, al tener detrás intereses de diversos tipos, desde asistencialistas hasta políticos han convertido la figura social del migrante centroamericano en tránsito en un actor político al ser depositario complejo de los derechos humanos inherentes a cualquier país que se considere democrático. Esta figura social se ha puesto a disposición del debate público, aunque sea en ausencia de su propia voz y mirada, para legitimar las acciones de diversos actores sociales, complicando las experiencias y condiciones de su tránsito.

Si a ello agregamos que en sus países de origen también se han modificado (o complejizado) las condiciones generales de vida, generando el desplazamiento de grupos que anteriormente eran ajenos o se asumían como secundarios a estos procesos (mujeres, menores de 18 años, adultos mayores, familias) y partiendo en situaciones más precarias e inciertas, podemos preguntarnos cómo se construye esta nueva figura social y cuáles son las miradas sociales conformadas sobre ella.

En este sentido, los antecedentes temporales en el contexto potosino que son importantes para el marco de referencia de este trabajo se originan en el 2011 al ser un momento en el que convergen diversos eventos: se cierra el albergue en su ubicación anterior , debido al incremento de la inseguridad y oposición vecinal; el fenómeno migratorio de personas centroamericanas se visibiliza generando un mayor involucramiento de la sociedad civil en las brigadas para atender a los migrantes en las vías ferroviarias y posteriormente contribuyendo a la participación de nuevos actores individuales y colectivos en el fenómeno.

Discusión

Las miradas configuradas sobre la figura social del migrante centroamericano en el contexto potosino comparten la característica del tránsito como un aspecto diferencial de estos sujetos con respecto a otros grupos locales. La presencia de ellos en este escenario se entiende en función de su estar de paso. A partir de la suposición de esta estancia temporal, se justifica el apoyo, el rechazo debido a la posibilidad de que se queden, la criminalización por asumirlos responsables de las problemáticas de inseguridad que se adjudica a su fugacidad o la construcción de una mirada que cuestiona el carácter político de este tránsito en su conjunto. El tránsito es el aspecto transversal que delimita los tipos de interacción que se establecen entre potosinos y migrantes, así como el movimiento constante entre ser sujetos visibles e invisibles social y políticamente.

El norte es la intención explicitada y conocida por los actores potosinos “Ellos dicen: yo me voy para el norte” (Entrevista Antonio S., SLP, 13/01/2017), siendo Estados Unidos el principal país destino. No obstante, a lo largo del trayecto este norte puede no ser tan lejano o incluso se reconfigura con base en las experiencias dramáticas del camino, el conocimiento de alternativas para regularizar su situación en México o el surgimiento de oportunidades de trabajo. En este sentido, San Luis Potosí es reconocido como un lugar de ruptura en el que se decide si continuar, regresar o quedarse:

Vaya, la verdad es que la ciudad de San Luis Potosí tiene una posición muy estratégica en cuanto al flujo migratorio. Es acá donde prácticamente nuestros connacionales y no sólo los nuestros, sino que todos los migrantes del Triángulo Norte: Guatemala, Honduras y El Salvador, pues es aquí donde deciden qué ruta tomar hacia la frontera norte de México (…) (Entrevista Cónsul de El Salvador, SLP, 11/11/2016)

El período del tránsito es indefinido, de carácter móvil y efímero, aunque tienen clara la dirección y el sentido del desplazamiento. Pueden regresar, atravesar todo o parte del camino o continuar rondando indefinidamente de un lugar al otro en el que consideren pueden encontrar los medios para sobrevivir en el “mientras tanto”. Así, mantienen el sentido o la intención de la dirección. Se relacionan con los actores locales en situaciones ambiguas en donde los extremos son el asistencialismo y la legalidad, con sus respectivas tesituras.

La distancia social construida entre los actores potosinos y los migrantes se encuentra atravesada por estas dinámicas del medio de transporte, de sus tiempos y la lejanía de estas condiciones riesgosas y precarias. Sin embargo, precisamente estos elementos suelen servir de puente para la empatía y las acciones solidarias.

O sea, ellas me platicaban es que mañana me voy a despertar a las siete de la mañana porque va a pasar el tren y yo me voy a subir y yo les preguntaba pues ¿es que no tienes miedo? y me decían, pues sí tengo miedo, pero qué hago ¿no?”. Entonces yo, así, en las noches me dormía pensando en ellas. Así como, no sé, deseando que les fuera bien, porque ya no las iba a volver a ver, no sé dónde están ahora. Pero esas cosas son, como, te abruman, te angustian. (Entrevista colectiva Castilla Combativa, SLP, 20/06/2016)

La indefinición de la temporalidad de la estancia, como expresa una joven de un colectivo feminista que estuvo atendiendo regularmente el albergue, incide en los tipos de relaciones que se pueden establecer con los migrantes, así como las emociones asociadas a ellos, aspecto que es destacado por la mayoría de los voluntarios como una razón para involucrarse con esta población en lugar de otra.

De esta manera, la estancia transitoria se convierte en fundamento de las miradas benévolas y del mantenimiento de los migrantes en la figura social de víctima. La imposibilidad de elegir la duración, ubicación y circunstancias de las paradas expresa la precariedad y la distancia de otras figuras sociales sustentadas en su condición de extranjeros. El tren, se convierte al mismo tiempo en un potencial peligro para su seguridad y a la vez, su principal aliado para consumar el trayecto hacia ese otro lugar donde la vida digna es posible.

A su vez, el tren los dota del carácter móvil “como migrante, no eres de aquí, o a lo mejor eres de aquí, pero te estás yendo” (Entrevista Colectivo Vida Sobre Ruedas, SLP, 02/06/2016). Esta breve definición del migrante coincide con el planteamiento de Simmel (2012) sobre el extranjero en cuanto a su característica inherente de mantener la posibilidad de irse y a su vez, condensa la dificultad de clasificar a los migrantes centroamericanos con respecto a otros, incluyendo a los mexicanos. Comparten con estos últimos el uso del ferrocarril, pero no son de aquí, cuestión que se podría argumentar por la ausencia de una regularización migratoria.

No obstante, la violencia a la que están expuestos durante su desplazamiento constituye un elemento fundamental para la configuración de las miradas sobre ellos. Las acciones encaminadas a visibilizarlos se sustentan en gran medida en su conceptualización como (potenciales) víctimas de múltiples actores y el que transiten por topografías con condiciones extremas, como el desierto. Además, la violencia que permea la figura social del migrante centroamericano no se limita al tránsito por México, se relaciona con las mismas causas del desplazamiento.

Si bien los migrantes económicos prevalecen, el aumento de la migración forzada ya sea por desastres naturales, violencia o la imposibilidad de tener acceso a oportunidades para una vida digna en sus países de origen ha contribuido a la modificación de los argumentos que legitiman estos procesos y la asistencia/acompañamiento que se les debe otorgar, desde la perspectiva de los actores que interaccionan con ellos.

Antes vemos a la persona como (…) el forastero que está pidiendo ayuda, es el rostro de Cristo en la persona migrante, que viene desprotegido, que viene buscando un oasis y que la casa para eso fue hecha. Para servir a todo aquél peregrino sin distinción de credo, nacionalidad, raza, preferencia sexual, viendo nosotros en ellos un auténtico signo de los tiempos (…) Entonces, cuando llega a esta casa, hacemos esa labor asistencial que es algo inmediato: darle de comer, darle zapatos, estabilizarlo emocionalmente, físicamente, anímicamente en los departamentos de psicología, de medicina, pero también un acompañamiento en la defensa de sus derechos humanos. (Entrevista Geraldine Estrada, SLP, 04/11/2016)

Debido a esto, el discurso humanitario y de derechos humanos, incluso desde los gobiernos ha ido en aumento, aunque sea para justificar políticas de control y detención. Así, el cuestionamiento sobre el lugar que ocupan los derechos humanos en la práctica se mantiene desde los diferentes actores que de alguna manera participan en los procesos migratorios. El desconocimiento de estos derechos o la ausencia de una implementación de ellos implica tratos discriminatorios. Los espacios predominantes en los que esto ocurre, es precisamente en las Estaciones Migratorias. A ellas llegan quienes fueron “rescatados” por autoridades migratorias. “Rescate” y “resguardo” son algunos de los conceptos más reiterados en los medios de comunicación sobre operativos de detención de migrantes. “Estos ´rescates´, sin embargo, antes que proteger han servido como medidas de control frente a cuerpos y migraciones vistas como ´descontroladas´.”

Los riesgos de accidentes, así como la violencia, que se mezcla con la corrupción, son factores que contribuyen a la victimización de esta figura. Sin embargo, esta mirada sirve para la justificación de políticas de control, que implican detención y como consecuencia, el tránsito por condiciones más vulnerables para los migrantes.

Colocarlos como sujetos en el lugar de la “ilegalidad” (o su equivalente “irregularidad”, término utilizado con aires de neutralidad, extirpándole la idea de “delito”, pero que no deja de ubicarlos en el lugar de la falta, el error, la infracción), como transgresores de las leyes del Estado, es uno de los modos más violentos de legitimar la desigualdad y la exclusión de quienes han sido producidos histórica y socialmente como sujetos indeseables. (Domenech, 2016:14)

Sin embargo, el límite entre el migrante como víctima y su discriminación es borroso y una vez que se cruza, escala incluso a su estigmatización y criminalización por parte de las instituciones, los medios y la sociedad civil. Así, la otredad encarnada por los migrantes centroamericanos se relaciona con la figura social del enemigo (Beck, 2000) siendo entonces sujeto de riesgo y peligro y aumentando el temor de su posible permanencia. Uno de los jóvenes del colectivo Nómadas Sin Rumbo, que atiende regularmente el albergue lo explica de la siguiente manera: “Está la gente que no les cae bien, que sienten que son una plaga, un peligro. Dicen que nos van a quitar nuestros trabajos, por ejemplo, ese es el argumento que más se ha escuchado.” (Entrevista Marcos G., SLP, 01/06/2016).

Por tanto, los migrantes centroamericanos transitan entre sombras por México. Debido a las inclemencias del camino, recurren al anonimato y camuflaje como estrategias de seguridad. De esta manera, mantiene una continua dualidad entre su identificación para ser acreedores de la ayuda necesaria para continuar el trayecto y su encubrimiento ante autoridades migratorias y grupos delincuenciales en sus diferentes variantes (incluidos elementos de autoridades migratorias o policiacas).

La mirada que les retribuye autonomía a los migrantes no desconoce los límites estructurales que se imponen a los individuos en las condiciones actuales. Más bien, se reconoce su capacidad de “negociar desde una posición de inferioridad, de vulnerabilidad, sin o con poco recurso defensor de sus derechos ciudadanos, con el pragmatismo necesario para sobrevivir" (Casillas, 2016:9). Las condiciones de vulnerabilidad en la que son posicionados a lo largo del tránsito es innegable pero la misma acción de realizar el trayecto con la convicción de que otra vida es posible, escapa de la simplicidad binaria con la que se ha caracterizado el fenómeno migratorio y que configura las principales miradas encontradas en la ciudad de San Luis Potosí.

Conclusión

La justificación sustentada en los derechos humanos ha sido el principal argumento para la visibilización de las condiciones de precariedad en la que se realiza el tránsito, como hace referencia el ex Diputado Jorge Escudero sobre la creación de la Ley Estatal de Migración “No, no había postura, porque no había política pública. Era un fenómeno que les resultaba además invisible. Primero había que sensibilizarlos y visibilizarlo.” (Entrevista Jorge Escudero, SLP, 23/06/2016)

La sensibilización nos remite nuevamente a la perspectiva humanitaria. La semejanza básica que encontramos en los diversos argumentos solidarios es la humanidad compartida entre ellos y nosotros. De acuerdo con Aradau (2004), el discurso humanitario se vincula de manera directa con lo que denomina una “política de la compasión”. Esta mirada permite la interrelación de la búsqueda por proteger a quienes se asumen como seres más indefensos mediante la puesta en marcha de políticas -que cobijadas con la intención protectora- en la práctica controlan los desplazamientos migratorios.

La “política de la compasión” tiene como eje las emociones, un aspecto fundamental en la construcción de las miradas y sus consecuentes actitudes e interacciones con los migrantes centroamericanos. Por lo tanto, la dimensión afectiva no sólo permea los discursos sobre estos desplazamientos, sino que sustenta las políticas migratorias implementadas.

Desde la guerra contra el terrorismo hasta las intervenciones en situaciones de crisis (por ejemplo, la hambruna y catástrofes naturales), las acciones políticas dependen de o están limitadas por las emociones. Un aspecto constitutivo de las relaciones intersubjetivas, las emociones se convierten en una tecnología de gobierno en la medida en que puedan ser utilizadas para orientar las acciones de los ciudadanos. Debemos ser emocionalmente afectados y experimentar la solidaridad con víctimas de catástrofes o ataques terroristas, pero permanecer inmunes al sufrimiento de los terroristas. (…) En las condiciones de la posmodernidad, de fragmentación, discontinuidad e intrascendencia, el sufrimiento y las emociones están en el corazón de un nuevo tipo de solidaridad. (Aradau, 2004: 255-256)

Así, estas nuevas solidaridades basadas en la asimilación de los migrantes como víctimas construyen el entramado de acciones asistencialistas y se conjuntan con los discursos que apelan a la dimensión humanitaria de la migración para la elaboración de estrategias que no necesariamente se encaminan a garantizar su tránsito y sobrevivencia digna. Sin embargo, posibilitan el incremento del migrante centroamericano en la mirada pública, mediatizando y politizando estas movilizaciones de desarraigados en la actualidad.

La figura social del migrante centroamericano se convierte en un actor político, no porque ejerza plenamente sus derechos humanos ni debido a que su voz sea la más escuchada por la sociedad civil o en las discusiones sobre las políticas que implican la implementación de prácticas que afectarán directamente la experiencia y condición de su tránsito, sino debido a su posicionamiento por los demás actores como elemento central para la definición de las circunstancias locales.

Esta figura social se convierte en un sujeto de disputa porque sirve para justificar la inseguridad, voltear la mirada hacia la miseria posible y justificar las medidas implementadas para mantenernos, a nosotros, lejos de ella. Por otra parte, la sensibilización buscada desde la mirada humanitaria entra en conflicto con el paulatino aumento de las sospechas sobre el emplazamiento de su tránsito por San Luis Potosí, que puede desembocar en su establecimiento en la ciudad si son apoyados económicamente.

Las buenas intenciones individuales y asistenciales, aunque mitigan la carencia, suelen apoyarse en la indefensión del migrante para legitimar su actuar, contribuyendo en ocasiones a resultados contrarios al interés de origen. La prevalencia de la mirada humanitaria desde estos actores se entrelaza con las diferenciaciones de los migrantes en las que perduran prejuicios racistas, clasistas, sexistas, etarios, construidos históricamente. Con base en ellos, se determina la veracidad y legitimidad de atención o detención del sujeto en cuestión, aspecto que es retomado por los actores estatales para recrudecer las políticas de control.

De esta manera, la disputa entre humanismo y derechos humanos se mantiene alrededor de la figura social del migrante en tránsito. Aunque ambas miradas sostienen discursivamente la igualdad entre los seres humanos, en la práctica se utilizan manteniendo la distancia social entre unos y otros, la separación con quienes se busca defender o proteger. En este sentido, una reflexión pendiente y urgente es reivindicar en términos éticos el concepto de derechos humanos y su inherencia a los procesos democráticos que se intentan construir. Los derechos humanos de los migrantes aluden necesariamente a la posibilidad de decidir resistir o huir de una vida sin posibilidades de ser digna, independientemente de cuál sea el origen, por lo que el mismo acto de migrar es una acción de resistencia ante las condiciones que abrumadoramente se imponen sobre el individuo.

Desde esta mirada, el acompañamiento solidario a estos procesos será desde la valoración de las diferencias estructurales y situacionales privilegiando la voz de quienes realizan este periplo migratorio para limitar las imágenes políticas y mediáticas que polarizan su condición en víctimas pasivas o criminales. Como se ha reiterado, la migración es un fenómeno humano histórico, es parte inherente de la configuración de las sociedades, siempre encontrará caminos. Los intentos de contención, cada vez más crudos, traen como consecuencia la vulneración de las vidas que se desplazan y que, al afianzarse como situaciones cotidianas, quienes todavía tienen la fortuna de mantener la esperanza de la certidumbre, solamente las ven pasar. Quizá la alternativa que prevalece es retomar la apelación a un sentido de comunidad más allá de la nación, trascender la coyuntura histórica que separa a unos de otros y reconfigurar la colectividad como soporte de la condición humana.

Referencias

Aradau, C. (2004). The perverse politics of four-letter words: risk and pity in the securitisation of human trafficking. Millennium, 33(2), 251-277.

Bauman, Z. (2015) Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. México: Paidós

Casillas R. (2011) “La labor humanitaria y los organismos civiles: la experiencia de los albergues y casas de migrantes, realidades y desafíos” en Las políticas públicas sobre migraciones y la sociedad civil en América Latina. Los casos de Argentina, Brasil, Colombia y México.

Casillas, R. (2016) “Entre la política deseada, la practicada y los flujos migratorios emergentes" en Documentos de trabajo, No.4, Fernández, R, Casillas, R. y Rodríguez, E. (Coords.), México: Instituto Tecnológico Autónomo de México, 42 páginas

Castles, S., De Haas, H., & Miller, M. J. (2014). The age of migration: International population movements in the modern world. Macmillan International Higher Education.

Domenech, E. (2013). “Las migraciones son como el agua”: Hacia la instauración de políticas de “control con rostro humano”: La gobernabilidad migratoria en la Argentina. Polis, 12(35), 119-142.

Durand, J, (2015) “Los desarraigados”, recuperado en abril 2016 de La Jornada, en: http://www.jornada.unam.mx/2015/05/17/opinion/016a1pol

Entrevista (2017) Antonio S., Café Starbucks de Himalaya, 13 de enero 2017

Entrevista (2016) Geraldine Estrada, Coordinadora de la Casa del Migrante, Oficinas de la Casa de la Caridad Hogar del Migrante, 04 de noviembre de 2016

Entrevista (2016) Jorge Escudero, La Parroquia de Morales, 23 de junio 2016

Entrevista (2016) Marcos G., colectivo Nómadas Sin Rumbo, café Starbucks, 01 de junio 2016

Entrevista (2016) Lic. Milton Atilio Chinchilla, Cónsul Titular de El Salvador en San Luis Potosí, Oficinas del Consulado de El Salvador, 11 de noviembre de 2016

Entrevista (2016) Representantes de la colectiva La Castilla Combativa, café en el Centro Histórico, 20 de junio 2016

Entrevista (2016) Representantes del colectivo Vida Sobre Ruedas, Restaurante Sanborns, 02 de junio 2016

Izaola, A. (2016) Miradas entrecruzadas. La construcción social de la Otredad. España: Ediciones Bellatierra

Schutz, A. (1993) La construcción significativa del mundo social. Barcelona: Paidós

Simmel, G. (2012) El extranjero. Sociología del extraño. Madrid: Sequitur

Varela, A. (2015). “Luchas migrantes”: un nuevo campo de estudio para la sociología de los disensos Andamios. Revista de Investigación Social, vol. 12, núm. 28.

Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R