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E(in)migraciones y desplazamientos: claves, constantes y abordajes desde el comparatismo
E(im)migrations and displacements: keys, constants and approaches from comparatism
El hilo de la fábula, vol. 21, núm. 26, e0040, 2023
Universidad Nacional del Litoral

Tres, saberes migrantes (circulación del saber, disciplinas, sujetos, bibliotecas e instituciones)

El hilo de la fábula
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 1667-7900
ISSN-e: 2362-5651
Periodicidad: Semestral
vol. 21, núm. 26, e0040, 2023

Recepción: 08 Noviembre 2023

Aprobación: 09 Noviembre 2023

Resumen: Este trabajo se propone plantear algunas constantes y claves que permiten abordar el fenómeno de la “e(in)migración” desde el comparatismo. A partir de la comprensión del desplazamiento en su conformación poliédrica por la multiplicidad de sujetos, voces, espacios, tiempos, lenguas, memorias, identidades y movimientos, se plantea el estudio comparado de la “e(in)migración” en una indagación compleja y entrecruzada sobre los mitos, arquetipos y genotextos que “narran” y representan las problemáticas y las emociones; las imágenes identitarias desde la imagología; la conformación hodopórica del discurso y de la escritura; los contactos interculturales y lingüísticos. Estas claves de lectura se delinean como una propuesta para abordar las producciones literarias pertenecientes a los espacios geográfico-culturales de Italia y Argentina.

Palabras clave: e(in)migración, comparatismo, genotextos, imagología, escritura hodopórica, contactos interculturales y lingüísticos.

Abstract: This work aims to raise some constants and keys that allow us to address the phenomenon of “e(im)migration” from comparatism. From the understanding of displacement in its polyhedral conformation due to the multiplicity of subjects, voices, spaces, times, languages, memories, identities and movements, the comparative study of “e(im)migration” is proposed in a complex and intertwined inquiry about the myths, archetypes and genotexts that “narrate” and represent the problems and emotions; identity images from imagology; the hodoporic conformation of speech and writing; intercultural and linguistic contacts. These reading keys are outlined as a proposal to address literary productions belonging to the geographical-cultural spaces of Italy and Argentina.

Keywords: e(im)migration, comparatism, genotexts, imagology, hodoporic writing, intercultural and linguistic contacts.

Premisas: desplazamientos poliédricos en clave comparatista

Abordar la literatura desde el comparatismo supone un ejercicio crítico de reflexión sobre las múltiples relaciones que pueden establecerse entre series, producciones y discursos aparentemente lejanos, para “scoprire e conoscere i rapporti, (…) legare insieme i particolari, e (…) generalizzare” (Leopardi, 1997:366), tal como Giacomo Leopardi describió en el Zibaldone (1650, 7 sett. 1821) a la comparación en cuanto facultad y actitud del filósofo y del poeta. Por otra parte, siguiendo la concepción de Armando Gnisci (2002), el comparatismo implica que se comprenda a la literatura como un coloquio constante y al comparatismo como un saber crítico fundado en el diálogo y en el reconocimiento de las diferencias. Se trata, entonces, de una práctica lectora atenta a las multiplicidades de la otredad y de los intersticios en los contactos interculturales, como propuso Adriana Crolla, para así “descubrir las tensiones y metamorfosis que se producen cada vez que las culturas, los textos, los saberes, las lenguas, u otros dominios de la expresión y el conocimiento lindan entre sí” (Crolla, 2011:10).

En cuanto los desplazamientos migratorios construyen espacios semánticos de cruces en los que lo fronterizo se conforma como matriz de articulaciones hermenéuticas, el comparatismo, entendido como indagación de los tránsitos entre “lo uno y lo diverso”, resulta un abordaje enriquecedor, pues atiende los procesos y potencialidades de esos fenómenos socio-históricos y demográficos. El reconocimiento de la multiplicidad y estratificación de cruces y lindes en los desplazamientos migratorios determina que estos se comprendan desde su conformación poliédrica, en las tensiones dialécticas entre varios sujetos, espacios, tiempos, voces, memorias, culturas, lenguas, registros, ideologías e imaginarios. Esto significa que no se trata de fenómenos bifrontes, sino más bien estratificados en una multiplicidad compleja de tal modo que conforman una realidad poliédrica. Por ello se propone comprender a los desplazamientos como fenómenos “e(in)migratorios” (Bravo Herrera, 2002; 2015:33-34), a fin de señalar su configuración múltiple y la necesidad de un abordaje crítico con una mirada elíptica y estrábica, es decir, “al sesgo, observando dos realidades al mismo tiempo” (Piglia, 2016:110) –como la concibió Ricardo Piglia a partir de la escritura de Esteban Echeverría–, y des-centrada en las proyecciones, como formuló Adriana Crolla al definir al estrabismo como “esa disposición viciosa de los ojos por el cual los dos ejes visuales no se dirigen a la vez a un mismo objeto” (2014:114). La categoría de “e(in)migración”, por tanto, busca nominar y hacer evidente en un único término la complejidad y las tensiones que se modelizan tanto en el fenómeno como en las características del abordaje que requiere su estudio, así como la necesidad de acentuar dicha perspectiva en un ‘continuum’. Así, la fragmentación y la estratificación de la emigración y de la inmigración se articulan entre sí en la “e(in)migración”. La complejidad de este fenómeno requiere, además, un estudio abierto a la inter/intradisciplinariedad, y desde la interseccionalidad, para permitir que el comparatista aporte una mirada estrábica, oblicua y elíptica, atenta a textualidades, discursos, sujetos, cronotopos, genotextos, auto y heteroimágenes, contactos, intercambios y fronteras. Esto implica la comprensión de la sociabilidad de la literatura, con la inscripción de ideologías e interpelaciones que pueden ser contrarias y contradictorias, pero que inciden en la estructuración de los sujetos culturales, de las voces y de los espacios.

Dentro de los posibles abordajes a la “e(in)migración” desde la literatura comparada se proponen cuatro problemas hermenéuticos que no excluyen otros potenciales: la construcción de genotextos, las imágenes identitarias y de la alteridad, la escritura hodopórica y los contactos lingüísticos. Estas cuestiones señalan contrapuntos, ausencias y diálogos que evidencian la necesidad de delinear nuevos corpus y textualidades, rescatar producciones olvidadas o marginadas, revisar estereotipos y mitos, especialmente aquellos que participan en la (de)construcción de proyectos políticos, reconfigurar los sistemas literarios, re-pensar los cánones y sistemas literarios nacionales, así como los métodos y modos de lectura, entre otras cuestiones.

Constantes y variaciones en contrapuntos dialécticos

Son numerosos los núcleos constantes de sentido, los temas, mitos y motivos que atraviesan las producciones y los discursos vinculados con la “e(in)migración”, se declinan de varias formas en los diferentes textos y pueden ser abordados desde la literatura comparada. La polisemia temática, en sus entrecruzamientos e interrelaciones, colabora en la interpretación de la experiencia “e(in)migratoria”, a partir de la selección y disposición de los diferentes materiales e imágenes, que devienen constantes en cuanto instauran explicaciones y modelos que pueden, a su vez, rearticularse a partir de variaciones y desviaciones. La inscripción textual, implícita o explícita, de los mitos literarios vinculados con la “e(in)migración”, que contribuyen a delinearla, conforman el tejido intertextual e imaginario que Piero Boitani (1992) ha denominado ‘campo figurale’ caracterizado por la polisemia de los arquetipos.

Así, la narración y la figuración del proceso “e(in)migratorio” determina, entre otros, la comprensión del desplazamiento bajo la clave de la nostalgia, de la derrota, de la superación, de la aventura, del ignoto, del (im)posible regreso, entre otros valores, mitos, temas y motivos literarios que permiten la organización textual y hermenéutica. Es posible, además, reconocer las relaciones entre las macroestructuras temáticas, que operan como un marco, y otros elementos estructurales de los textos (Fioroni, 2013).

El tiempo y el espacio –categorías esenciales para las nociones de existencia subjetiva y objetiva (Torregiani, 2007)– constituyen, por su parte, coordenadas determinantes en la conformación del imaginario alrededor de la “e(in)migración”, pues permiten no solamente estructurar la narración, es decir la historia y el discurso, sino también comprender el mismo proceso de desplazamiento y las transformaciones del sujeto en dichos desplazamientos polifacéticos en cuanto son físicos, geográficos, culturales, lingüísticos, de la memoria e identitarios. De esta manera, utopías y distopías, proyectos políticos y culturales de organización del Estado-nación, modelos identitarios y comunitarios modelizan las imágenes, los temas y los motivos de producciones que representan los desplazamientos en sus múltiples formas. Estos no solamente expresan sino también revisan mitos, estereotipos e imaginarios que remiten a interpelaciones ideológicas y, en algunos casos, a sus contradicciones y antagonismos.

En los textos que “narran” la “e(in)migración” es muy significativo el material que compone lo que Piglia denominó “la historia secreta” a partir de la teoría del iceberg y que “se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y con la alusión” (Piglia, 2005:108), es decir, con los silencios que elípticamente nombran y representan otros elementos y aspectos determinantes. En cuanto los desplazamientos signados por las migraciones son generalmente traumáticos, estos son nombrados a través de alusiones y silencios, por lo que las representaciones de la “e(in)migración” también se encuentran en esos “espacios” e intersticios textuales, especialmente cuando remiten a experiencias que son índice de un malestar, la remoción de un trauma, la resolución (o no) de un conflicto, la negación de problemáticas. Además, la lectura elíptica con la que, desde el comparatismo, se abordan las producciones, en cuanto se concibe al desplazamiento en su conformación poliédrica, esto es “e(in)migratorio”, conlleva el diálogo de escrituras que pertenecen a diferentes espacios geo-culturales y a diversos sistemas literarios nacionales.

Entre las constantes semánticas que se inscriben en los textos vinculados con la “e(in)migración”, la nostalgia se prefigura como una de las marcas de una subjetividad signada por los desplazamientos, el desarraigo, el difícil proceso de auto-reconocimiento en una alteridad que asedia la mismidad del sujeto y lo hace devenir extranjero incluso de sí mismo. Es un estado que deriva de un distanciamiento y de una disrupción del sentido de pertenencia, que crea inadaptación, inquietud y desorientación. Sonia Floriani explica cómo “la condizione esistenziale del migrante è connotata nel tempo da un senso di frantumazione fra coordinate spazio-temporali diverse, via via più sfumate e distanti, e di progressiva estraneizzazione rispetto a ognuna di esse” (2004:69). Como resultado de una carencia, en cuanto añoranza, puede ser ambigua, como señala Antonio Prete, es decir, “‘dolce e dolorosa’: como lo è la ricordanza” (2007:1669) y, al igual que la memoria, es “rappresentazione di immagini lontane, o perdute, o negate, di immagini che affiorano dall’oblio” (2007:1669). La nostalgia, como indicó Svetlana Boym (2015), asume una doble dimensión entre los inmigrantes y puede ser retrospectiva, cuando se dirige al pasado, o prospectiva, si emplaza fantasías en el futuro. En las escrituras vinculadas con la “e(in)migración”, la nostalgia puede condensar el deseo de reconstruir el ‘nostos’, una patria, un hogar perdido en un nuevo tiempo-espacio que puede estar hecho de palabras. De tal modo, “raccontare la lontananza è dare a quel che è sottratto alla presenza” (Prete, 2009:9) que muestra la disrupción y la añoranza de un espacio-tiempo de experiencias que no se corresponden con los actuales. En ese relato se incorporan marcas que convocan una memoria, una unidad, una “sensación de intimidad con el mundo” (Boym, 2015:329), una voluntad restauradora que busca un reconocimiento y la resolución de una pérdida. La nostalgia es, por ello, un genotexto que condensa la ruptura por el desplazamiento “e(in)migratorio” y desplaza, reconoce, esconde la conciencia de una pérdida. La restauración del origen, siendo imposible el regreso, se concreta en un movimiento que tiende a reafirmar imágenes, “con le voci e con i volti che salgono dal tempo vissuto in quel luogo” (Prete, 2016:197). En La tierra incomparable, Agata solicita a su nieta Silvia, antes de regresar a Italia, que la ayude a diagramar un mapa del pueblo tal como lo conservaba en su memoria:

A medida que avanzaban, sus recuerdos se afinaban y las indicaciones se volvían más precisas. Había comenzado impulsada por la necesidad de fijar en el papel un minucioso mapa de Trani, quería registrar todo lo que pudiera (…). Ahora, mientras dictaba, le parecía que, de haberlo querido, aquel mapa no tendría fin. Podía recuperar detalles mínimos (…). Cosas que la costumbre o la sorpresa habían grabado en su memoria alguna vez y que ahora, en esta reconstrucción, volvían inesperadas y nítidas como si hubiesen ocurrido ayer (Dal Masetto, 1994:20-21).

Este ejercicio de la memoria es un esfuerzo de conservación y de recuperación de un pasado a través de imágenes y el mapa es una defensa para impedir que todo se diluya o modifique en el encuentro con el espacio-tiempo presente:

Ante la inminencia de la partida, había comenzado a obsesionarla la idea de que aquello habría cambiado mucho, tanto que al regresar encontraría muy poco de lo que había dejado. Temía que, cuando se enfrentara con el pueblo, la nueva geografía que seguramente la esperaba empezara a ocupar los espacios de su memoria, suprimiendo las imágenes que había conservado durante años. Había pensado en el mapa como una mínima garantía de preservación. (Dal Masetto, 1994: 22)

Resulta, entonces, un extrañamiento doble si se considera que el regreso a ese tiempo-espacio no es factible, por lo que la palabra, aun cuando puede recoger lo irreversible (Prete, 2016), evidencia que la pertenencia total es imposible, pese al fuerte deseo, y que la única vía es la recreación de ese pasado. De esta manera se produce una paradoja, pues “solo cuando uno reconoce la pérdida se sorprende al descubrir que no todo se ha perdido” (Boym, 2015:333):

El padre, abajo, escuchaba con gran atención. La información que recibía estaba llena de novedades. La casa relatada por la hija comenzó a parecerse a otra. El terreno también. Las dimensiones cambiaban. A partir de determinado momento nada de lo que oía se correspondía con las imágenes que albergaba su memoria, ni con las de la niñez, ni con las de sus viajes de adulto. Se preguntó si la hija no estaría inventando. Se preguntó si él, en sus regresos, no habría visto solamente lo que quería ver. Ahora, ahí, bajo la lluvia que los separaba de todo, supo que también esa casa contada por la hija le pertenecía, que era suya, que formaba parte de su historia. Ignoraba la razón, inútil intentar explicárselo, pero aquel relato que le llegaba desde allá arriba tocaba su sensibilidad a tal punto que hubiese podido llorar. ¿Por la voz de su hija en ese lugar? ¿Por lo nuevo que estaba descubriendo a través de esa voz? ¿Por algo que tal vez estaba ganando? ¿Por algo que tal vez estuviese perdiendo? No lo sabía. (Dal Masetto, 2011:66)

La experiencia del regreso, entonces, puede ser la del extrañamiento o bien el reconocimiento de rasgos y elementos de pertenencia, por lo que puede garantizarse un particular regreso al hogar, a la patria imaginada. Este mecanismo dialéctico de conservación y pérdida, que en cierta medida es el proceso de la memoria y del olvido declinado por el devenir del tiempo (Bravo Herrera, 2021), puede explicarse a través del mito de Teseo y la paradoja de su nave de Teseo, como son narrados en Vidas paralelas de Plutarco:

El barco en que navegó con los jóvenes y regresó a salvo, la triakóntoros, la conservaron los atenienses hasta la época de Demetrio Falereo, arrancándole los maderos viejos y poniéndole otros fuertes y tan bien ajustados que hasta a los filósofos les servía de ejemplo la nave para el discutido tema del crecimiento, ya que unos decían que seguía siendo la misma y otros que no la misma. (Plutarco, 1985: 183)[1]

A fin de sostener un recorrido de continuidad en una pertenencia, no obstante las transformaciones y las pérdidas, se elabora una estrategia de conservación imaginaria para tutelar una estructura identitaria que se supone inmutable, pero que es, en última instancia, dinámica en cuanto es un proceso. La narración del proceso “e(in)migratorio” supone esta constante temática, que puede ser abordada desde el comparatismo para el reconocimiento de las diversas declinaciones y persistencias. Desde esta problematización se concibe como genotexto, en el sentido que Edmond Cros da a este concepto, la resolución que da el sujeto cultural (Cros, 1997) al asedio de una identidad por los desarraigos y los múltiples “exilios”. El relato de la “e(in)migración” supone, entonces, incluso en los silencios y obliteraciones, la expresión de un conflicto y la resolución del mismo:

Il migrante (…) consapevole della sua condizione esistenziale deprivata del senso di appartenenza e di quello di consistenza e di continuità, organizza strategicamente le sue risorse esperienzali al fine di contrastare il senso di estraneità o quello di frantumazione biografica, e di ridefinire le appartenenze o di ricomporre i frammenti del suo vissuto. (Floriani, 2004: 92)[2]

La casa resulta, en estas escrituras, la representación privilegiada del espacio interior, primer universo que condensa las imágenes y los recuerdos del “país de la Infancia Inmóvil, inmóvil como lo Inmemorial” (Bachelard, 2012:36) y de la estructura del cuerpo y de la psique humana (Cirlot, 1992). A su vez, se entrelaza simbólicamente con el concepto de ‘dimora’, a través de su etimología, es decir, el espacio de permanencia con un tiempo ilimitado (Rubino, 2007) y con el de “lengua madre”, a partir de la propuesta de Martin Heidegger del lenguaje como “la casa del Ser” (2013) por la cual, como explica Rubino, “fra l’attività essenzialmente del parlare (e comunicare culturalmente) e quella dell’abitare in una cosa e non nelle tane della natura stava una delle qualità peculiari dell’uomo” (2007:633). La relación de la casa con el devenir es determinante, por lo que su articulación con la problemática del desplazamiento confiere estabilidad y continuidad o su deseo. El espacio, especialmente el de la casa, como observa Bachelard, confiere “una serie de fijaciones (…) de la estabilidad del ser, de un ser que no quiere transcurrir, que en el mismo pasado va en busca del tiempo perdido, que quiere ‘suspender’ el vuelo del tiempo” (2012:38). En Varia imaginación, Sylvia Molloy estiliza este conflicto con la historia de la “casa tomada”, en el reconocimiento de la casa natal “cambiada, sí, (…) pero todavía reconocible” (2022:11). En la confrontación con la propia percepción de la casa y la que construye un amigo, se contraponen dos reestructuraciones del devenir, que se materializa en la casa. Es la paradoja de la nave de Teseo que despliega las poliédricas rearticulaciones identitarias y de pertenencia tras los desplazamientos “e(in)migratorios”:

Cuando a mi regreso hablo con Pablo, le digo cómo se te ocurre mandarme decir que demolieron la casa, si sigue en pie. Pablo insiste, pero está totalmente cambiada, le han agregado casi un edificio entero, de dos pisos, enorme, y tampoco está el patio del frente, ni un árbol enorme del que me acuerdo muy bien. Pero el patio y el sauce estaban detrás de la casa, no adelante, le digo, y la casa está apenas ampliada, sigue igual. Porfía que no, que ya no es la misma casa sino otra, y que el árbol estaba al frente. Me doy cuenta de que es inútil insistir en lo contrario. Acaso los dos tengamos razón. (Molloy, 2022:11)

La resolución dialéctica, además de remitir a la paradoja y a las contradicciones del conflicto hermenéutico, convoca intertextualmente al desplazamiento cultural, a la resolución de pertenencias y a la conjetura de “traiciones” que Jorge Luis Borges relata en “Historia del guerrero y la cautiva” en El Aleph. En lo irrecuperable de ambos destinos, aparentemente antagónicos, Borges sugiere que “acaso las historias (…) son una sola historia. El anverso y el reverso de esta moneda son, para Dios, iguales” (2010:672). En el desarraigo de los desplazamientos, sin embargo, puede imponerse el deseo de una permanencia, aun con la conciencia del no-estar. Así, Fabio Morábito en “La extinción de los continentes” conjetura la posibilidad de encontrar estabilidad en el movimiento, es decir que “la vida podía recomenzar en otra parte (…), que valía la pena moverse y que cruzar un gran mar de agua o de arena o de hielo para arribar a la misma tierra conocida era por fin nacer en esta tierra” (2014:156). La persistencia de los “lugares de la memoria” (Ricœur, 2013:62) señala su permanencia y garantiza los recuerdos, es decir, la habitabilidad no obstante las mudanzas y los desplazamientos, por lo que el desarraigo que lleva a “no pegar / los muebles a los muros, / a no clavar muy hondo, / a atornillar sólo lo justo” (Morábito, 2002:68) se resuelve en una forma de contratación de estabilidad fantasma, estratificada, colectiva:



He aprendido a respetar las huellas
de los viejos inquilinos:
un clavo, una moldura,
una pequeña ménsula,
que dejo en su lugar
aunque me estorben.
Algunas manchas las heredo
sin limpiarlas,
entro en la nueva casa
tratando de entender,
es más,
viendo por dónde habré de irme.
Dejo que la mudanza
se disuelva como una fiebre,
como una costra que se cae,
no quiero hacer ruido.
Porque los inquilinos
nunca mueren.
Cuando nos vamos,
cuando dejamos otra vez
los muros como los tuvimos,
siempre queda algún clavo de ellos
en un rincón
o un estropicio que no supimos resolver. (Morábito, 2002:68)

Los lugares memorables, entonces, conceden permanencia en la paradoja y en la dialéctica de transformaciones, desarraigos, persistencias y continuidades. La casa, en algunas escrituras, puede ser sustituida por otros elementos y símbolos que dan continuidad a este genotexto. En Ommi! L’America… de Vanni Blengino el baúl deviene áncora identitaria, que acompaña en los desplazamientos, confiriendo una continuidad y persistencia en los devenires y, al mismo tiempo, la constancia de los movimientos y de la fragilidad: “Durante le sue varie peripezie, anche negli anni della sua palese inutilità, quando volevamo sbarazzarcene, il baule continuaba a essere una prova tangibile di continuità ed insieme una minaccia di instabilità, la tentazione o la maledizione del movimento perpetuo” (Blengino, 2007:172-173). El baúl es, además, la única herencia material, junto a una mesita, que sobrevive a las migraciones y deviene símbolo de los movimientos, “uno scomodo, ma indispensabile compagno di viaggio, un muto testimone di tutte le vicissitudini dei traslochi in patria prima e poi nell’emigrazione” (Blengino, 2007:167).

En Árbol de familia de María Rosa Lojo, el castaño plantado por el padre deviene representación de una pertenencia que se conserva pese al exilio. Este castaño, “árbol fundador” y “árbol madre” (Lojo, 2010:102) expresa “la esperanza del reencuentro” (Lojo, 2010:102) y “siempre había estado allí sólo para encarnar la fuerza del deseo, la poderosa pulsión de la nostalgia, el primer mandamiento que se le impone al hijo del exilio” (Lojo, 2010:103). La memoria paterna, familiar, que se explica en cuanto el desplazamiento “e(in)migratorio” es un fenómeno trans e intergeneracional, implica viajes no necesariamente físicos, de regresos, de partidas continuas, de resolución de conflictos de pertenencia y desarraigos. La problemática identitaria se resuelve y se plantea en ese cruce que se produce en el devenir y en el espacio. Así, la reflexión sobre el sujeto, su autopercepción y su historia, implica plantearse preguntas en movimiento:

¿Era la vida otra cosa que un querer irse, y lamentarse luego por no haberse quedado, y volver a partir y añorar nuevamente lo que se dejaba atrás? ¿No era el tiempo un viento errátil y a veces furioso que arrastraba a su paso aun a aquellos que habían decidido estarse empecinadamente quietos?

Cuando la noche se oscurecía por completo, ella buscaba un espacio imaginario donde no hubiera tiempo ni viento, antes de que todo lo irremediable se hubiese consumado. Y lo encontraba entre el mar y la tierra, en una franja de oro donde cabía la ilusión de permanecer para siempre en el territorio del viaje y de la espera, en la inminencia de la partida y del encuentro con el destino, antes de que esa eternidad resplandeciente se despeñase en la sucesión. (Lojo, 2010:69-70)

El desplazamiento “e(in)migratorio”, intergeneracional y poliédrico, entonces, se configura en esos espacios intersticiales y dialécticos, tensionados entre tiempos, espacios, pertenencias y pérdidas. La inscripción de este genotexto en las escrituras vinculadas con los procesos migratorios constituye un mapa hermenéutico de estas producciones. La memoria individual, compartida en los diálogos, en la comunidad, se vuelve colectiva y supone la estratificación solidaria de rememoraciones. Clara Obligado en Una casa lejos de casa. La escritura extranjera reconoce cómo “se diluyen los límites entre lo que recuerdo, lo que imagino, lo que cuento” (2020:21) y percibe la memoria en su estructuración colectiva, discursiva y en herencia: “Nos contamos historias y los ligeros cambios de perspectiva las modifican por completo. Todos los días reformulo el pasado” (2020:21). La conformación poliédrica de la “e(in)migración” supone, además, una estructuración bifronte, múltiple, signada por partidas y llegadas. Así, el regreso en herencia, transmitido como destino propio en otro sujeto de la misma estirpe, marca otra declinación de la nostalgia y de los desplazamientos.

En Árbol de familia, María Rosa Lojo consigna, en cuanto hija exiliada, esos desplazamientos en lugar de otro: “Desde que volví al lugar en donde nunca había estado, obediente al reclamo de un castaño mal plantado sobre la pampa, el viento ha seguido soplando y destruyendo” (2010:135). Y reafirma su identidad en esos movimientos que expresan rearticulaciones, siempre tensionadas en el devenir y declinaciones de una identidad migrante: “Volveré yéndome. Me partiré volviéndome. Como Jano, el dios de dos caras, el de las puertas y las llaves, el de los comienzos y los finales, el que tiembla entre el presente y el porvenir” (Lojo, 2010:139).

El destino colectivo se manifiesta en algunas escrituras a partir de una organización coral de voces que relatan los desplazamientos y se conforman como piezas de un mosaico. El mandato familiar supone convocar voces de muertos, inscribir los diálogos con los espectros, habitar una memoria que puede ser fragmentada, confusa y llena de contradicciones y vacíos. El movimiento que plantea Mempo Giardinelli es el del regreso, es decir, “volver para recomenzar. Pero ahora sabiendo que la confusión es eterna como es eterna la comedia. Y que es circular. Como la memoria” (Giardinelli, 2004:554-555). Este “escribir hacia atrás” (Saraceni, 2008), que busca hacer legible un pasado y un presente a través de un articulado trabajo arqueológico, recrea un diálogo con mandatos y voces, incluso sumergidos, no dichos, en elipsis, sobreentendidos y aludidos, en forma polémica o dialéctica en los acuerdos. Se evidencia en ello una pertenencia múltiple que evidencia un estar en el otro, un cruce que, desde el comparatismo, es índice de diálogo intercultural e intertemporal. La memoria se define, a partir de esto, desde una nostalgia que es imbricación de voces y configuración inter/intrageneracional, poliédrica y desplazada en la “e(in)migración”:

Ese continuo y desgastante galanteo con la muerte, con la memoria viva que es la memoria de los muertos, con el juego macabro que es la inaguantable rememoración, con el intolerable desatino que es pensar y pensar, con el huir de lo que es doloroso para caer, siempre y cada vez más, en el fangoso terreno de las culpas, los recuerdos, los destinos impuestos por la familia, la distancia de la Patria (no hay más patria que la memoria, imbécil), todo eso me dolía, laceraba mi regreso y lo manchaba con máculas sutiles que eran formas vagas, rostros, voces, sitios, instantes, fotografías, extravíos (…) (Giardinelli, 2004: 554)

El viaje de la “e(in)migración” signa la escritura, conformándola según un modelo hodopórico (Nucera, 2002) que conlleva la representación de una experiencia hermenéutica en la cual no solamente se “narra” un desplazamiento geográfico o cultural sino identitario y en la memoria. La palabra, de esta manera, configura el regreso como posibilidad de vivir aquello que no se ha vivido, de realizar lo que otros no han podido cumplir. El viaje, por esto, cumple un recorrido de transformación de una identidad en las múltiples alteridades, no solamente aquellas que se presentan en el reconocimiento de los otros, en el cruce de las fronteras culturales, sino también en las que se reconocen en la ipseidad, en la mismidad. La multiplicación de estructuraciones del sujeto permite, además, comprender la complejidad del proceso “e(in)migratorio” y “la asunción del otro como uno mismo, a la alteridad como parte esencial de la ipseidad, adquiriendo previamente la memoria común, la recuperación de esa parte del otro que le faltaba a uno mismo, y haciéndolo por medio del relato de lo vivido” (Mariño, 2006: 117).[3] La memoria y el olvido signan el viaje y proponen una estirpe, aun cuando esta no se mencione. En Mar de olvido de Rubén Tizziani, el recuerdo propio puede volverse ajeno y viceversa, en un movimiento de reconocimiento de reversos que conduce a “descifrar atávicos mandatos” (Tizziani, 1992:288). El viaje, con suplantaciones y juegos entre la alteridad y la ipseidad, permite conjeturar, como en “Historia del guerrero y la cautiva”, una reestructuración identitaria que se construye a partir de asunción de destinos en contrapunto con otros. La memoria y el olvido, en la novela de Tizziani, inician el relato con una sola voz, en la unidad de sus contrarios, en un único sujeto discursivo, para pronunciar la enunciación de una profecía, “reverso imaginario de la memoria” (Tizziani, 1992:14) y conducir así a su cumplimiento:



Tú harás el viaje, fue su último mandato.
(…)
Tu llegada ha cerrado el círculo. No importa que sean otra carne y otro barco quienes regresen al puerto primero: es la misma memoria.
Éstos son los lugares y la gente a través de los cuales se fue devanando la furtiva hebra del destino. (Tizziani, 1992:14)

Vanni Blengino propuso entre los desplazamientos el movimiento de “ritorno” para representar la emigración de regreso y el doble desarraigo de quien torna a su propio país después de la experiencia emigratoria. Al respecto afirmó que se trata de “un paradosso semantico, poiché non si può emigrare verso il proprio paese. Siamo di fronte a una forzatura delle parole che accade cuando non si ha un lessico a disposizione e si ricorre a parole vecchie per situazioni nuove” (Blengino, 2007:161). Esta necesidad de crear nuevos términos también ha sido planteada por Tommaso Bordonaro en La spartenza quien recurre al siciliano para expresar el dolor de la ‘separazione’ y de la ‘partenza’: “dolorosa e straziante è stata la spartenza, ma trovando tutto ciò al contrario di ciò che io credevo” (Bordonaro, 2018:54).

La emigración de regreso significa, a partir de las reflexiones de Vanni Blengino, un círculo vicioso en el que los mecanismos de asimilación, analogía, antítesis y defensa propios de un emigrante/ inmigrante se alteran. La descripción señala las contradicciones que se producen en los procesos dialécticos de reconfiguraciones identitarias en las que la ipseidad y la mismidad se colocan en contrapunto con la alteridad que se reconoce en sus múltiples manifestaciones:

L'altro è diventato il grupo di appartenenza, l’altro è diventato sé stesso così com’era prima di partire. Insomma una grande confusione di emozioni contrastanti e contraddittorie, come lo diventava nuevamente il linguaggio, un italiano condizionato ora dallo spagnolo, un italiano da stranieri. Soltanto il dialetto mi concedeva una tregua lessicale. Comunque il ritorno non mi aveva fatto ritrovare le mie radici (non ci aveva fatto ritrovare le nostre radici), anzi le aveva divelte, sostituendole con un groviglio imaginario di spazi e di mondi diversi, troppo lontani fra di loro, per ricongiungerli nella realtà. (Blengino, 2007:166-167)

La lengua, en las imágenes identitarias y de conformación de la memoria, deviene índice de conflictos y decisiones, de pérdidas y ganancias. El estar entre lenguas es también mostrar un desgarramiento, la irresolución de conflictos, como en las novelas de Roberto Raschella, Diálogos en los patios rojos (1994) y Si hubiéramos vivido aquí, en las que el desarraigo familiar se expresa y se lee en la lengua “miscitada”:

Tu madre te habló el dialecto, porque nuestra juventud no practicaba casi lengua. En la escuela tuya, emparaste el castellano… Pero tu mente, ¿qué hizo con la confusión? ¿Pusiste palabras del dialecto en medio del bello discurso español? ¿Tocaste las entrañas del orden, y en lugar del verbo se te ocurrió implantar un sustantivo, o donde corresponde la o metiste una u, como es nuestra usanza? O has preferido articular el sonido con el pensamiento en las aguas más inquietas, en el fondo de ti mismo. Forse es mejor así, forse serás un infierno del vocabulario… (Raschella, 1998:172)

El bilingüismo supone un ejercicio de elecciones. Sylvia Molloy observa el estado alterado de quien está entre dos lenguas, pues “habla como si siempre le faltara algo, en permanente estado de necesidad” (2015:23), por lo que la escritura determinada por los procesos “e(in)migratorios” en los que hay también un desplazamiento lingüístico significa escribir “desde una ausencia: la elección de un idioma automáticamente significa el afantasmamiento del otro pero nunca su desaparición” (Molloy, 2015:24). Este desarraigo cultural que se manifiesta lingüísticamente en un doble arraigo, supone, como describió Adrián Bravi un “spaesamento irrimediabile” (2016:19). Al igual que Blengino, la emigración de regreso, transmitida en un mandato familiar, supone el ejercicio de otra voz y la re-configuración de la propia identidad. Así, la perspectiva identitaria del sujeto cultural se fragmenta y estratifica, evidenciándose en la lengua, en el desarraigo que conlleva este proceso:

Ora, qui in Italia, sento di aver recuperato la lingua paterna della mia famiglia, senza però aver perso la maternità dello spagnolo argentino. Dunque, parlo e scrivo l’italiano, ma sullo sfondo di una lingua nascosta che ancora mi suggerisce parole e toni che appartengono alla mia infanzia. Eppure mi sento di non avere una lingua senza tormenti, senza insicurezze; ovunque vada sono uno straniero che deve rovistare tra le parole e, se non trova quella giusta, deve cercare nel bailamme delle perifrasi. Accade così che per gli argentini ho un accento tipicamente italiano e per gli italiani ho un accento spiccatamente argentino. Mi capita delle volte di rattristarmi in una lingua per poi rallegrarmi nell’altra. E così, saltellando da una lingua all’altra, mi succede di cambiare umore. Non avendo un’infanzia in italiano, raramente provo nostalgia in questa lingua, mentre se ricordo un fatto dell’infanzia nella mia lingua madre, sento di avere a che fare con un mondo imprigionato in quelle parole che lo evocano. (Bravi, 2016:23)

Esta oscilación identitaria también se encuentra en la escritura de Mariangela Sedda, que registra el cruce entre el castellano, el sardo y el italiano (2007; 2009), entre la escritura y la oralidad, en el intercambio epistolar de dos hermanas, una que emigró a Argentina y otra que quedó en su pueblo natal. El espacio deviene territorio de reflexión sobre el desarraigo y la pertenencia, sobre la memoria y el olvido. En Vincendo l’ombra la nostalgia y el ‘spaesamento’ signan una doble pertenencia o una radicación que se modeliza en el desplazamiento y, por ello, en la continua movilidad manifiesta también lingüísticamente, en sus cruces:

Querida, comprendo la tristeza de los mericanos, l’Oceano ci ha fatto una maghìa e in due ci ha diviso per sempre. Chi ha lasciato la terra sua, un desterrado, no puede ser mas de un solo lugar. In Buenos Aires cerca il monte di Nurdis nevicato e in Olai las luces de Calle Corrientes. Però la neve in Buenos Aires una volta nella vita puoi vederla y las luces de Corrientes en Olai no las encuentras. E i figli sono italiani di Argentina e la tristezza per la Patria dentro la tieni. (Sedda, 2009:99)[4]

El paisaje es, pues, territorio y espacio de anclaje identitario que puede traducir un vaciamiento de conciencia identitaria y el sentimiento de desarraigo. La pérdida, la sustitución, la rememoración constituyen mecanismos para que la memoria y la nostalgia expresen el desplazamiento “e(in)migratorio”. Blengino en la llanura siente la ausencia de la nieve y de las montañas, como Dal Masetto lo expresó en su narrativa. El paisaje así, deviene no tanto escenario sino manifestación tangible de un devenir y de rearticulaciones:

La gente, il paesaggio, la lingua perdevano la propria solidità fisica e temporale. All’improvviso cessavano di essere qualcosa che era lì, da sempre e per sempre, su cui potevo comunque contare. Dovevo rassegnarmi a considerare la mia coscienza un recipiente da svuotare di tutti i contenuti che le erano familiari, dal paesaggio alla gente, per sostituirli con ricordi, immagini. Il mio corpo era lì, ma era come se appartenesse ad un altro, a uno che stava per scomparire. (Blengino, 2007:65)

La semántica del extraño en esta percepción del sujeto que peligra muestra el encuentro con el Otro que se cela en la propia identidad, tras los desplazamientos. Aguiluz Ibargüen la plantea como el “conjunto de experiencias sociales ligadas con el desarraigo, la alineación, la partida hacia un destino, siempre incierto, la errancia misma, el destierro, la expulsión, el exilio, la marginalidad, el descubrirse ajeno, la extranjería, la diferencia, al sentimiento provocado por el viaje sin retorno” (2009:19). Es en este proceso que la identidad se configura delineando auto y heteroimágenes, que muestran tanto la emergencia de la subjetividad como el proceso ideológico manifiestos en el discurso y en la lengua (Cros, 1997). El viaje resulta, pues, el proceso definitorio, en última instancia, que define a los sujetos y modeliza el desplazamiento “e(in)migratorio” como clave hermenéutica.

A manera de cierre y apertura

Este breve recorrido por las múltiples problemáticas alrededor de la “e(in)migración” y los abordajes que pueden proponerse desde el comparatismo permiten vislumbrar otros espacios de reflexión, por una parte, sobre los procesos identitarios y la conformación de la memoria y, por otra, sobre la misma literatura en un ejercicio crítico. Narración y poética del desplazamiento, organización de voces, recepción de interpelaciones ideológicas, configuración de sujetos, (des)montaje de mitos e imaginarios, indagación sobre los cruces temporales y espaciales, hospitalidad de lenguas otras, diálogo intercultural e intertemporal son algunas de las claves interpretativas que se presentan al indagar las producciones sobre la “e(in)migración”. En última instancia lo que Susanna Regazzoni comprende, a partir de Marc Augé como “lugar antropológico”, es decir, “la costruzione concreta e simbolica di uno spazio da rivendicare come proprio, capace di riassumere il percorso culturale e, allo stesso tempo, identitario, relazionale e storico di ogni essere” (2022:46). El comparatismo y la literatura comparada, al asumir la indagación y la búsqueda de diferencias y similitudes en los cruces culturales y en las fronteras lábiles, ofrece una vía enriquecedora para re-pensar estas problemáticas y sus debates.

Referencias

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Notas

[1] Cursiva en el original.
[2] Cursiva en el original.
[3] Cursiva en el original.
[4] Grafía como en el original.

Notas de autor

* Doctora en Literatura Comparada y Traducción de Textos Literarios, Magíster en Conservación y Gestión de Bienes Culturales y en Literatura Comparada por la Università degli Studi di Siena; Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Salta. Publicó Parodias y reescrituras de tradiciones literarias y culturales en Leopoldo Marechal y Huellas y recorridos de una utopía. La emigración italiana en la Argentina, por el cual recibió el Premio Internazionale Ennio Flaiano 2016 en Italianística.


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