Tema Central
Recepción: 21 Diciembre 2022
Aprobación: 06 Mayo 2023
Resumen: Los inmigrantes irlandeses a Argentina estuvieron fuertemente conectados con los asuntos de Irlanda hacia 1900. El diario comunitario TheSouthern Cross, editado por William Bulfin, permitió la difusión del movimiento cultural y político irlandés nacionalista y testimonió en las publicidades de las librerías Our Boys . Europea los movimientos desde Buenos Aires de un mercado editorial del libro en lengua inglesa de conexiones internacionales con las diáspora de Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. A través de los editores irlandeses James Duffy y Michael H. Gill los hiberno-argentinos tuvieron acceso a una narrativa nacionalista «canónica» que fue importante para su proceso identitario y su inserción en una comunidad lectora global católica irlandesa, articulada por la red de diarios diaspóricos de la que The Southern Cross formaba parte.
Palabras clave: The Southern Cross y William Bulfin – literatura irlandesa nacionalista - mercado argentino del libro en inglés (s XIX) - redes de la diáspora irlandesa.
Abstract: Irish immigrants to Argentina were strongly connected to Irish affairs around 1900. The Southern Cross, the community newspaper edited by William Bulfin, allowed the dissemination in Buenos Aires of the Irish nationalist cultural and political movement. In the newspaper’s advertisements for Our Boys Irish Bookstore and Librería Europea we find evidence of a book publishing market in English with international connections between Buenos Aires and the Irish diaspora in the United States, Australia and New Zealand. Through the Irish publishers James Duffy and Michael H. Gill, Irish Argentines had access to a «canonical» nationalist narrative that was significant to their identity process and their insertion in a global Irish Catholic reading community through the diasporic Irish Catholic newspaper network of which The Southern Cross was a part.
Keywords: The Southern Cross and William Bulfin – Irish nationalist literature – English-book market in 19th century Argentina - Irish diaspora networks.
1. Introducción[2]
En la edición del 4 de enero de 1901 del diario irlando-argentino TheSouthern Cross, William Bulfin,[3] su propietario y editor, detalla con satisfacción la apertura de la librería Our Boys .Nuestros muchachos) dedicada exclusivamente a proveer de lecturas a la comunidad irlandesa de la Argentina. El proyecto ha sido concretado por la Sociedad de las Señoras de San José,[4] fundadoras del Instituto Fahy en Capilla del Señor (Provincia de Buenos Aires) que alberga y educa a los hijos varones de los irlandeses. De allí el nombre de la librería, que dice destinar sus ingresos a los niños del instituto.
La noticia de una librería solo para los irlandeses en Argentina plantea incógnitas sobre el mercado editorial argentino y la circulación de libros en lengua inglesa en el Río de la Plata en torno de qué material de lectura recibían los irlandeses antes y después de la creación de dicha librería, tema que no ha sido suficientemente abordado (Delaney 2015; Keegan 2020, 2021). Por otra parte, a la luz de los estudios sobre la circulación de libros en el siglo XIX para la diáspora irlandesa católica extendida en varios continentes, es relevante estudiar en qué medida la oferta que llegaba al puerto de Buenos Aires hacia 1900 formaba parte de esa red irlandesa, una oferta que podríamos denominar canónica por la temática y los autores que conformaban los envíos, y por sus conexiones editoriales y el enfoque nacionalista que la animaba. Desde mediados del siglo XIX la publicidad de librerías en los diarios comunitarios irlandeses de distintos países (Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos) ofrecía un mismo material de lecturas irlandesas católicas (Molloy, 2004; Fanning, 1999).
Resulta también interesante estudiar los motivos por los cuales algunos miembros de la comunidad argentina juzgaron necesaria la existencia de una librería para los irlandeses, ya que, si bien la convivencia con la lengua española dificultó en un principio el acceso a libros y periódicos en lengua inglesa que sí llegaban a la diáspora en Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, en el país y en Buenos Aires en particular, el número de librerías extranjeras que importaban libros en diversos idiomas crecía rápidamente de la mano de la inmigración, el desarrollo del periodismo y el mercado de bienes culturales (Buonocore 1974). Desde los inicios del diario en 1875, varias librerías de Buenos Aires publicitaban su material en el The Southern Cross,[5] anuncios que evidencian la gran oferta de importaciones de libros, revistas y periódicos en inglés desde todo el mundo y con temática específicamente irlandesa nacionalista (TSC [Bs. As., Argentina] enero 28, 1875). Previo a 1875, algunas de estas librerías ya anunciaban estas ofertas en TheStandard, el diario en lengua inglesa para la comunidad británica de Buenos Aires. Cabe preguntarse entonces cuáles eran las necesidades específicas que venía a cumplir la nueva librería que se llamaba a sí misma OurBoys Irish Bookstore. Intentaremos ver si se trataba de proveer a la comunidad libros imbuidos por el nacionalismo imperante en Irlanda y la diáspora a fines del siglo XIX, o si la intención era importar libros católicos irlandeses editados entonces en la isla, o bien ambas cosas.
También intentaremos establecer si la oferta que para 1900 reflejaban las publicidades de librerías de Buenos Aires en el diario irlandés The Southern Cross, coincidía con el material de lectura que se distribuía hacia otros puntos de la diáspora irlandesa como Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos. Es decir, si la comunidad irlandesa de Argentina, tan distante de centros irlandeses como Dublín, Boston y Sydney, recibía y era animada a consumir, aquella literatura canónica nacionalista y católica que se exportaba desde Irlanda a través de empresas editoriales comprometidas con la causa nacionalista e independentista. Y si esto vinculaba el proceso de identidad hiberno-argentina,[6] a un proceso mayor de formación de la identidad irlandesa a escala global. En este aspecto, los diarios comunitarios de los irlandeses católicos que surgieron en la diáspora a mediados del siglo XIX tuvieron un papel fundamental en la construcción de una sólida identidad católica irlandesa fuera de Irlanda y en el apoyo y difusión, a través de las publicidades, de dicha literatura canónica (Fanning 1999; Molloy 2005; Stephens 2015). Entre ellos se encontraba The Southern Cross de Buenos Aires.
2. Distribución de lecturas irlandesas para Buenos Aires
2.1 Los irlandeses en Argentina hacia 1900
Con la llegada del padre dominico Antonio Fahy en 1844, quien será su líder espiritual, los irlandeses en Argentina, en su mayoría católicos, se constituyeron como comunidad diferenciándose paulatinamente de la comunidad británica del Río de la Plata, de la que formaban parte como miembros del Reino Unido desde 1800. Hacia mediados de siglo XIX el ingreso de irlandeses aumentó, con picos en las décadas de 1840 y 1860 (Korol; Sábato 46). Se dedican principalmente a la actividad lanar (muchos poseen tierras en la Prov. de Buenos Aires y en el Sur de la Prov. de Santa Fe) y participan de la transformación de la estructura agraria y de la conformación de la burguesía y la pequeña burguesía rural (Korol; Sábato 1981). Hacia fines del siglo XIX habían fundado pueblos, escuelas, iglesias y asociaciones comunitarias, se han afianzado en lo económico, tienen aspiraciones políticas y algunos de sus miembros se asocian a la élite nacional, vinculada por actividades económicas y culturales a Inglaterra. [7] Si bien hay divergencias sobre las cifras reales, se estima que entre cuarenta mil y cuarenta y cinco mil irlandeses emigraron a Argentina durante el siglo XIX (Keogh 29; Korol; Sábato, 45-49). Se trata de una comunidad de inmigración temprana (Cruset 20) y relativamente pequeña respecto de otras comunidades inmigrantes a la Argentina, como la española o la italiana, y mucho menor que los grandes grupos asentados en la diáspora como los irlandeses en Estados Unidos, Canadá o Australia. A pesar de su número y de la distancia, los irlando-argentinos mantienen hacia 1900 un fuerte contacto con Irlanda y la diáspora, mayormente a través de The Southern Cross, que se nutre de noticias de otros diarios irlandeses católicos de la diáspora.
Como solía ocurrir con los diarios comunitarios de la diáspora irlandesa católica, TheSouthern Cross .La Cruz del Sur) de Buenos Aires, fue fundado por un sacerdote, el capellán irlandés Patrick Joseph Dillon,[8] el 16 de enero de 1875, en un intento comunitario por verse representados en su carácter de irlandeses y católicos, como lo definen desde el primer número del diario, y apareciendo como una opción frente a The Standard, en manos de los hermanos irlandeses Mulhall, pero con orientación probritánica y un perfil comercial y de negocios (Izarra 89-97). Hacia 1880 The Southern Cross se había constituido en la voz oficial de la comunidad hiberno-argentina, construyendo una representación y opinión étnica sobre la política local (Castello 2005). El volumen estimado de la tirada semanal en unos ochocientos a mil ejemplares es solo aproximado (Castello 2005) y también lo es el público lector de influencia, ya que el periódico, que se vendía en la ciudad en lugares designados y se distribuía en los pueblos del campo, circulaba ansiosamente de mano en mano, comprado o prestado. The Southern Cross continúa editándose hasta hoy y ha sido la voz de la comunidad hiberno-argentina desde sus inicios. Delaney considera que fue un medio «crucial para la unidad de los irlandeses en la Argentina», actuando como un «termómetro de las situaciones de los irlandeses en su lento proceso de integración, adaptación y asimilación» (40-41).[9] Para 1900 su editor y propietario era el periodista y escritor irlandés nacionalista William Bulfin (1863-1910), llegado al país de joven y habiendo trabajado como peón de campo y profesor.
2.2 La identidad irlandesa a mediados del siglo XIX
La Gran Hambruna que asoló Irlanda entre 1845 y 1851,[10] trajo enormes consecuencias sociales, políticas, culturales, sanitarias y demográficas y, entre otras, la emigración en masa de irlandeses (con preponderancia de católicos y pobres), hacia puntos distantes como Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Argentina, y en tanto soldados del ejército británico, a asentamientos coloniales (Sudáfrica, India), dando lugar al establecimiento de una gran diáspora irlandesa en varios continentes durante el siglo XIX. La lucha por la independencia del gobierno británico cobró fuerza, cruzó las fronteras de la isla y tuvo conexiones en Estados Unidos. La Irlanda post-hambruna también vivió, bajo el cardenal Paul Cullen, lo que Larkin llamó una revolución devocional,[11] más el impulso de un catolicismo irlandés de corte internacional promovido por Roma y Dublín cuyos brazos ejecutores fueron monjas y curas enviados a las distantes diásporas para atender las necesidades espirituales, la educación y la salud de los irlandeses (Gilley 190). Se produjo la difusión de una literatura internacional en lengua inglesa de corte devocional, histórico y teológico. Este masivo movimiento de personas se tradujo en una gran demanda de objetos culturales de Irlanda y de la cultura irlandesa para la formación étnica y la memoria de los inmigrantes, así como para la educación de sus descendientes (Molloy 2005, 70). La explosión de la cultura impresa a mediados de siglo ayudó al establecimiento de redes de contacto entre las comunidades, fundamentalmente a través de los periódicos comunitarios, impresos localmente, y de libros, exportados desde Dublín. Noticias de Irlanda, discursos de sus figuras políticas y obispos, homilías y sermones, celebraciones comunitarias, artículos que hacían a la vida de la comunidad en Dublín y los pueblos rurales, pero también sobre la vida de los inmigrantes en Nueva York, Sydney, Boston o Buenos Aires eran tomadas y reproducidas por otros diarios de la diáspora irlandesa y circulaban en distintos puntos del planeta, creando lazos identitarios que definían un modo de ser irlandés católico fuera de Irlanda (Barr; Carey 21).[12] Las producciones literarias y periódicas difundían ideas, valores y una irlandesidad que se potenciaba en tanto más se difundía. A pesar de las distancias con Irlanda, estas producciones creaban redes de identidad muy fuertes y sólidas entre los inmigrantes, «una fusión de la identidad religiosa, nacional y étnica en la conciencia internacional del inmigrante irlandés católico» (Gilley 189, en bastardilla en el original).
En Irlanda las décadas de fin de siglo XIX son de gran intensidad política y de reafirmación y reconstrucción cultural en torno de una identidad gaélica: el surgimiento de un fuerte sentimiento nacionalista en lo político llevará al Levantamiento de Pascua en 1916 y a la partición de la isla en 1921 (Irlanda del Norte, protestante, y el Estado Libre, católico, en el sur). En lo cultural, en el marco de una intensa búsqueda por definir el ser irlandés frente a la impuesta cultura inglesa, crece la necesidad de difundir la obra de los mejores autores irlandeses y se debate con intensidad en orden a establecer dos cuestiones sustanciales: el corpus de una literatura nacional (cuyos títulos representativos proponen los escritores William Butler Yeats y Charles Gavan Duffy (Farmar 70) y la historia de Irlanda como disciplina de estudio (este último debate dará lugar a la publicación de numerosos libros sobre la historia irlandesa, de corte académico y de difusión para adultos y niños).[13] Desde la década de 1840 existía en Irlanda una cultura editorial que se proponía recuperar la tradición ancestral gaélica. Con el propósito de alentar la educación y el sentimiento de nación en los campesinos irlandeses, el influyente diario The Nationy los jóvenes revolucionarios de Young Ireland proyectaron y publicaron la exitosa Biblioteca de Irlanda .Library of Ireland), veintidós volúmenes de historia y literatura irlandesa a precio módico.[14] El editor James Duffy (1809-1871) de Dublín fue el encargado de publicarla. A mediados del siglo XIX era ya un reconocido editor en la isla y para la década de 1860 su lista de publicaciones incluía gran parte del canon de la emergente literatura patriótica en ediciones accesibles, de calidad literaria y buen formato. Estas publicaciones asociaron el nombre de Duffy al nacionalismo irlandés y la promoción de la literatura de Irlanda. Sus libros también se distribuían en las colonias británicas del mundo, por ejemplo, en Nueva Zelanda (Molloy 2004, 101) y Australia (Molloy 2015, 77).
Consciente de las complejidades de la identidad irlandesa tras siglos de colonización británica, Douglas Hyde funda en 1893 la Liga Gaélica[15] (Gaelic League), un movimiento cultural que recorre todas las capas sociales buscando aunar a los irlandeses en torno de una identidad nacional por sobre sus diferencias religiosas a través de la recuperación de su ancestral cultura celta y su lengua (el irlandés o gaélico), en declive y desprestigiada frente a la imposición del inglés.[16] Mientras la Liga Gaélica fundada por Hyde buscaba una identidad nacional a través de la recuperación del irlandés, el Renacimiento Literario encarnado por William Butler Yeats, Lady Gregory, y John Millington Synge buscaba, a través de un estilo literario en lengua inglesa, una literatura que representara la experiencia irlandesa. La búsqueda de un estilo se convertía en la búsqueda de la identidad (Kiberd 115). Otro editor nacionalista de Dublín con proyección internacional fue Michael Henry Gill (1794-1879). Siguiendo el ejemplo de Duffy, Gill se concentró en la publicación de títulos destinados a la creciente clase media nacionalista católica que, desde la obtención por Daniel O’Connell de los derechos parlamentarios en 1829, comenzaba a ocupar nuevos espacios sociales y económicos. Gill publicó obras de autores y académicos renombrados de la cultura irlandesa que incluían los textos de Douglas Hyde y de la Liga Gaélica (Farmar 77). Su hijo Henry J. Gill continuó la línea comercial y transformó la firma en la principal editorial de libros católicos de Irlanda. Tanto James Duffy como M. H. Gill enviarán su oferta irlandesa a Buenos Aires.
2.3 La librería irlandesa Our Boys
El proceso de importación de libros para la comunidad irlandesa de Buenos Aires fue un fenómeno editorial específico de características propias. Sin embargo, no estuvo aislado de la intensa y versátil actividad cultural argentina de la segunda mitad del siglo XIX y del desarrollo del mercado librero de Buenos Aires, que encontrará su expansión en las últimas décadas del siglo con la ampliación y diversificación del público lector, como consecuencia de las políticas educativas y la sanción de la Ley de Educación Común 1420 (1884). El caso irlandés está también estrechamente relacionado con el crecimiento de la prensa comunitaria en Argentina, que busca dar voz a los diferentes colectivos de inmigrantes que se instalan por miles en el país y que en el Censo Nacional de 1895 representan el 34% de la población total (Prieto 13; Eujanián 549). [17] El desarrollo de la imprenta y el mercado librero hacia 1850 estuvo ligado en sus orígenes a la llegada al país de extranjeros con cierta experiencia o estudio en impresión y venta de libros (como Jacobsen, Peuser, Coni y Kraft). A los diarios de mayor tirada como La Nación y La Prensa y una prensa de asuntos científicos y culturales se sumó una prensa en lenguas extranjeras que expresaba los intereses de las comunidades inmigrantes. Editores británicos y franceses iniciaron esta actividad en Buenos Aires con periódicos como The Standard, de los hermanos irlandeses Mulhall, fundado en 1861, y Le Courrier de La Plata (1865-1898), a los que se fueron sumando, entre otros, la prensa italiana (La Patria Italiana, L’Operaio Italiano), los diarios españoles (El Correo Español), la revista vasca La Baskonia y el Semanario Argentino Alemán, lanzado en 1875 por Jacobo Peuser, un mes después de que el Padre Patrick J. Dillon, lanzara The Southern Cross .La Cruz del Sur) para los irlandeses católicos (Sábato 187, 189; de Diego 226). [18] El mercado librero se expandió: surgieron la Librairie Française de Escary y Espiasse, la Librería Inglesa de los hermanos irlandeses Mackern, La Patria Italiana de J. Barbieri, la Librería Italiana de A. Cantiello, la Librería de Mayo de C. Casavalle («el editor nacional») (Eujanián 564). De modo que «[e]l incremento en el número de librerías no era solo reflejo de una ampliación, sino también de la diversificación de un público que comenzaba a adquirir nuevas nociones de gusto y costumbres» (Eujenián 559) y respondía a una demanda de textos especializados y científicos y en diversos idiomas. Ante la amplitud de la oferta y el número de lectores, los libreros recurren a agentes en el exterior y gestionan su publicidad a través de catálogos y avisos publicitarios en los diarios nacionales y comunitarios (tal el caso, como se verá, de la librería de Jacobsen y sus anuncios en The Southern Cross, específicos para sus clientes irlandeses). Con la expansión del mercado, las librerías se convierten en «negocios con vínculos transnacionales diversos y además comprometidos con círculos letrados locales» (Murillo Sandoval 96).[19]
A fines de siglo, la vida librera de Buenos Aires tenía lugar cerca de la Plaza de Mayo, con librerías francesas como la de C. Joly, la de Lajouane y la Librairie Française, que respondían al gusto literario francófilo de la clase alta argentina. En el barrio inglés, en torno de la Catedral Metropolitana y la City porteña, se concentraba, en las últimas décadas del s. XIX, la oferta de libros y periódicos extranjeros en lengua inglesa de Buenos Aires. En 1883 The Southern Cross instala sus nuevas oficinas ubicadas frente a la Iglesia de la Merced, frecuentada por los irlandeses. La Calle Florida albergaba los espacios más sofisticados del Buenos Aires de fin de siglo, y también numerosas librerías del libro extranjero que anunciaban en The Southern Cross, como la Librería Europea que contaba con departamentos en varios idiomas, incluido el inglés, la Librería Moen, el English Book Exchange y la librería Hibbertand Co. En la Calle San Martín se encontraba la Librería Mackern’s y un poco más adelante, la agencia Hood’s, donde podían adquirirse The Southern Cross y muchos periódicos del mundo. Sobre Cangallo (hoy Perón) estaban Maclean’s, Mitchell’s, John Grant y Robert Grant & Son, y sobre Piedad (hoy Bartolomé Mitre) ofrecían sus libros Dewey & Co . la Librería de Londres. Para 1896 las nuevas oficinas de The Standard se ubicaban en Piedad 154. Para 1901 la librería irlandesa y Bazaar Our Boys funcionaba en Victoria 720 (TSC [Bs. As., Argentina] 4 de enero 4, 1901:12). Posteriormente la librería se mudó a Cuyo 488 (hoy Sarmiento). En sus inicios la actividad de la librería-bazar estaba asociada a la venta de otros productos de Irlanda en el mismo local, con el propósito de recaudar fondos para el Instituto Fahy. Desde su diario, el editor William Bulfin elogia la instalación de OurBoys, a la que ayudará con espacios para la difusión gratuita de los libros en el periódico. Le ofrece su aval y respaldo publicitario, pero al mismo tiempo controlará su desempeño, posicionándose como auditor, frente a la comunidad, de la promesa de la librería de proveerlos de lecturas adecuadas (TSC [Bs. As., Argentina] 4 de enero 4, 1901:12).[20] Ferviente católico y nacionalista irlandés, para Bulfin el máximo interés es «impulsar por todos los medios a nuestro alcance la difusión de una lectura sana entre nuestros jóvenes». [21] Con esto Bulfin se refería a la literatura irlandesa católica y nacionalista.
William Bulfin, editor de TSC entre 1896 y 1910, había participado de la fundación de la rama de la Liga Gaélica en Buenos Aires en 1899 (Keogh 103). Desde las páginas de The Southern Cross, en sus editoriales, artículos y notas sobre la cultura, la historia y el idioma de Irlanda, Bulfin alentaba en jóvenes y adultos la lectura de los textos que promovían la identidad cultural nacional irlandesa católica. The Southern Cross dedicaba su segunda página a la Liga Gaélica y al irlandés (Keegan 2020) y también publicaba material de lectura de otros diarios católicos irlandeses diaspóricos, lo que contribuía a la difusión de una identidad irlandesa transnacional.[22] Por la reciente presencia de una rama de la Liga Gaélica en el país y la intensidad del movimiento cultural en Irlanda resulta comprensible que Bulfin considerara que el momento era adecuado para el éxito de una librería «exclusivamente» irlandesa, teniendo en cuenta, además, que el contacto con Irlanda era más cercano debido no solo a las mejoras en el transporte y la agilización de la difusión de noticias a través de la prensa, sino también a los frecuentes viajes del propio Bulfin, que era figura reconocida por los principales líderes de movimiento cultural y político nacionalista irlandés como Douglas Hyde y Patrick Pearse (Keogh 106-110). Si bien Bulfin no era librero, era escritor, periodista y dueño de un diario que representaba a la comunidad argentina. En este sentido, su trabajo de orientación y difusión de una literatura nacionalista católica fue similar al de los libreros irlandeses de Australia y Nueva Zelanda, que, interesados en las cuestiones católicas e irlandesas del mundo colonial británico y la búsqueda de una dimensión internacional irlandesa y católica, desarrollaron un sistema de importación de dicha literatura canónica para sus colonias (Molloy 2015, 76).
2.4 Provisión de libros desde Irlanda a Buenos Aires
Cumpliendo su promesa de difundir la actividad de la librería irlandesa de Buenos Aires, el 25 de octubre de 1901 The Southern Cross publica una pequeña noticia sobre el arribo, en el barco Honorius, de un cargamento de libros consignados para OurBoys (se trataba de títulos por encargo). La noticia resulta de particular interés porque en ella se mencionan las dos casas editoriales irlandesas elegidas para enviar a Our Boys los libros para la comunidad de Buenos Aires y también da cuenta del itinerario de las compras de libros desde Irlanda a Buenos Aires por barco (Dublín-Liverpool-Buenos Aires).[23] No resulta curioso que la provisión de libros se estableciera a través de los dos grandes editores irlandeses ya mencionados, que exportaban sus libros al mundo irlandés: James Duffy y M.H.Gill / Gill & Son. Ambas eran firmas muy reconocidas en Irlanda y en la diáspora irlandesa. La actividad editorial de ambas casas estaba estrechamente vinculada a los círculos nacionalistas y católicos más importantes y de primera línea intelectual en Irlanda. Si bien la posición de Londres como centro editor, junto a Edimburgo y Oxford-Cambridge, reducía las posibilidades de publicación en Irlanda, hacia 1900 - fecha que nos interesa - se produjo una aceleración de la actividad editorial por la que M. H. Gill duplicó su producción y Duffy la triplicó (Farmar 75). Resulta evidente que por su trayectoria, prestigio, experiencia y línea editorial, tanto James Duffy como Gill & Son se ajustaban perfectamente a las necesidades de los irlandeses de Buenos Aires.
2.5 Una vigorosa y genuina literatura nacional irlandesa
Our Boys publica otro aviso, muy significativo, sobre el arribo de una gran cantidad de libros nacionales irlandeses: «Este envío de vigorosa y genuina literatura nacional irlandesa es el más completo que haya llegado a Buenos Aires» (TSC [Bs. As., Argentina] 25 oct. 25, 1901: 17), asegurando que «No ha habido nunca nada igual en Buenos Aires». [24] Aquí se ve claramente que el propósito de la importación a dos grandes proveedores de Dublín es la difusión, entre los irlandeses de Argentina, de aquella literatura genuinamente irlandesa y nacional (y también nacionalista), que en Irlanda rescataba la historia y tradición cultural gaélica, aquella que había inspirado a los miembros de The Nation y agitado los debates de Gavan Duffy y Yeats. Afirmar que el envío de la librería Our Boys era el más completo que hubiera llegado a Buenos Aires no es solo un artificio comercial para atraer clientes, sino una declaración de principios de la gestión de la librería, pues se define así frente al resto de sus competidores: su catálogo se presenta como el único entre las librerías de lengua inglesa de la ciudad que puede proporcionar a la comunidad irlandesa este tipo de literatura en gran variedad y número, a la medida de sus demandas. Veremos, sin embargo, que otras librerías de Buenos Aires como la Librería Europea también importaban esta literatura irlandesa. Se trataba también de delimitar un terreno simbólico e identitario dentro del creciente mercado del libro en lengua extranjera de Buenos Aires. Si surgían librerías para las comunidades francesa, italiana, inglesa, española y alemana (Buonocore 1974, Murillo Sandoval 2020, De Diego 2011), parece obvio que los irlandeses, imbuidos de un sentimiento independentista y nacionalista (y católico), tuvieran también una librería que los representara y los diferenciara de otros miembros de la comunidad británica, asumiendo también un lugar dentro de las comunidades irlandesas del mundo con un espacio de consumo identitario. De este modo, el material del que disponían los editores James Duffy y Gill and Son, respondía a la demanda de aquella «vigorosa y genuina» literatura nacional para la comunidad de Buenos Aires.[25]
2.6 Autores y obras ofrecidos por Our Boys
El material de lectura que tuvo un impulso de recuperación, creación, edición, consumo y ventas en la segunda mitad del siglo XIX en Irlanda y que se extendió a la diáspora, incluida la Argentina, estaba constituido por varias categorías: antologías de poemas, textos sobre historia de Irlanda y del catolicismo, textos sobre filosofía y teología, discursos políticos y revolucionarios irlandeses, textos biográficos, colecciones de canciones tradicionales irlandesas, cuentos y novelas de autores irlandeses, y textos devocionales.
Las publicidades de la librería OurBoys reflejaban un abanico de autores irlandeses que podríamos llamar clásicos en tanto forman parte del canon nacionalista consagrado de la época, leídos y distribuidos no solo en Irlanda, sino también en la diáspora. Las obras anunciadas en las publicidades de Our Boys para la comunidad de Buenos Aires incluían, entre otros, a los siguientes autores consagrados: el revolucionario John Mitchel, los hermanos John y Michael Banim, William Carleton, Gerald Griffin, el sacerdote y poeta Charles Patrick Meehan, Charles Joseph Kickham, el Libertador Daniel O’Connell, el poeta James Clarence Mangan, y los muy populares Rosa Mulholland y Thomas Moore (TSC [Bs. As., Argentina] oct. 25, 1901:17).
Las grandes antologías fueron un rasgo distintivo del siglo XIX y tuvieron un papel clave en la consolidación de una literatura anglo-irlandesa. Sobre la tradición literaria irlandesa clásica del Duanaire se difundieron antologías de poemas de tono nacionalista, sobre la lucha por la independencia y la idea de una nación irlandesa. Las antologías de los escritores del diario TheNation, Ballad Poetry of Ireland de Charles Gavan Duffy y The Spirit of The Nation de Thomas Davis, [26] sumamente populares, fueron muy importantes para la construcción de un espíritu nacional, «hechos culturales definitorios» que permitieron que los lectores se reconocieran como parte de una cultura común (Kelleher 441). The Southern Cross ofrecía la obra mencionada de Davis y colecciones de poemas de Griffin y de Moore (TSC [Bs. As., Argentina] ago. 9, 1901).
Los textos sobre historia de Irlanda incluían obras de su tradición clásica como las crónicas de la historia irlandesa medieval (Annals of The Four Masters) ,[27] obras de redacción reciente, y textos de historia de la iglesia y el catolicismo. Our Boys ofrecía los ensayos de Thomas Davis (Literaryand Historical Essays), los del poeta James Clarence Mangan y de G. Griffin (The Invasion, sobre costumbres y tradiciones de los irlandeses en relación con los anglosajones). [28] La toponimia de la isla también era un tema de interés creciente relacionado con la genealogía, la identidad y la lengua irlandesa (Places Names of Co. Longford Collected from Various Sources, J. Duffy, 1908).
La novela histórica de hechos de Irlanda también generó lectores en la diáspora. La prolífica escritora Mary Anne Sadlier («la voz irlandesa de América») publicó en Estados Unidos numerosas novelas históricas y didácticas que solían aparecer primero por entregas en el diario The Boston Pilot, líder de la prensa irlandesa católica en Estados Unidos, luego reproducidas en otros diarios irlandeses católicos de ese país y finalmente, publicadas por D.&J. Sadlier en formato libro (Fanning 114-115). Tanto las entregas como los libros eran exportados a toda la diáspora, incluida la Argentina (Molloy 2004, 95). Our Boys ofrecía, por ejemplo, el tomo de Daughter of Tyrconnell, a tale of the reign of James I. Bulfin publicó en The Southern Cross al menos una novela de Mary Anne Sadlier por entregas, The Confederate Chieftains: A Tale of the Rebellion of 1641 .TSC [Bs. As., Argentina], abril 28, 1905).
Dirigida al clero o al lector culto la categoría llamada de textos polémicos ofrecía conferencias y obras de filosofía, teología, análisis bíblico, religión y ciencia, de autores como el Cardenal Newman, el Cardenal Manning, el obispo John Milner y el Cardenal Wiseman. De este último The Southern Cross ofrecía Meditations on the Sacred Passion. El rol de las biografías, la historia y la oratoria era también didáctico. Los discursos de las figuras políticas y revolucionarias de Irlanda evocaban el brillo y patriotismo del Parlamento Irlandés del siglo XVIII (Henry Grattan) y las luchas por los derechos de los católicos (Daniel O’Connell), y mostraban modelos de conducta patriótica. Lo mismo ocurría con las biografías de grandes hombres o la historia de Irlanda de autores como McGee, Mitchel y Alexander Sullivan. Our Boys ofrecía en un solo tomo los discursos de los patriotas y rebeldes T. Wolfe Tone, William Orr, W. Smith O’Brien, John Mitchel y C. J. Kickham (Speeches from the Dock subtitled: Protests of Irish Patriotism, 1878) y los discursos de Daniel O’Connell y del Padre Burke (TheSermons, Lectures and Addresses). Entre las biografías figuraban Life of John Mitchel, Memoirs of Lord Edward Fitzgerald de Thomas Moore, y The Life of Thomas More y A Memoir of the Life and Conquests of Art McMurrogh, de Thomas D’Arcy McGee, publicado por Duffy and Sons en 1847.
Otra variedad de colecciones era aquella de las canciones tradicionales, en algunos casos acompañadas de la partitura de la pieza. Estas colecciones se difundieron en Irlanda y en la diáspora, en Estados Unidos, en Australia y en Nueva Zelanda como una forma de mantener vivo el recuerdo de la isla. Eran consideradas parte muy importante de su tradición literaria y tuvieron significativa importancia en la construcción de la identidad pues circulaban de mano en mano e iban dondequiera que fueran los irlandeses, cantadas en grupo cada vez que estos se reunían. Los poemas del poeta romántico irlandés Thomas Moore (1779-1852) (Irish Melodies) en diez volúmenes (1808-1834) se hicieron inmensamente populares a principio de siglo XIX y seguían circulando para fines de siglo, como lo atestigua la publicidad del diario The Southern Cross en Argentina. El diario British Packet de Buenos Aires señala que durante la celebración de San Patricio del año 1844 los asistentes de la pequeña comunidad británica de la ciudad entonaron las canciones de Moore al término de los brindis ofrecidos en la cena (Hanon 71). Además de las canciones de Moore, Our Boys ofrecía otras colecciones musicales (Irish National Songs with Symphonies and Accompaniments for Piano-forte, Songs of Ireland with Music, The National and Historical Ballads of Ireland, Rory of the Hills, canción tradicional atribuida al nacionalista Charles J. Kickham, Songs of Erinn y Songs of the Glens of Antrim).
Hacia la década de 1830 el interés por los relatos y escenas irlandesas produjo un número de antologías populares en prosa como las de Samuel Lover (Cuentos populares y leyendas de los campesinos irlandeses, 1834, Handy Andy, 1842) y las de Charles Lever, de tono caricaturesco. Eran muy populares las novelas de los Hermanos John y Michael Banim, que detallaban la vida campesina en la saga de la familia O’Hara (Relatos de la Familia O’Hara, 1825). OurBoys ofrecía obras de Lover y Lever, así como de los hermanos Banim (TheCroppy, A Tale of the Irish Rebellion of ’98). Las obras de William Carleton tenían gran circulación en Irlanda y la diáspora. La librería irlandesa de Buenos Aires ofrecía muchos de sus relatos (PaddyGo-Easy and his Wife Nancy, The Evil Eye, or the Black Spector, Humorous Tales). Los Hermanos Banim, Gerard Griffin y Carleton eran muy leídos y editados en los Estados Unidos (hacia 1830 habían aparecido en primera plana del Boston Pilot en la sección dedicada a ficción). De Griffin Our Boys ofrecía The Collegians y Young Milesian and the Selfish Crotarie, A Tale. También circulaban obras de autores como Standish O’Grady (The Bog of Stars and Other Stories and Sketches: Of Elizabethan Ireland) y Lady Wilde, madre del escritor Oscar Wilde, (Ancient Legends of Ireland), que recopilaban y volcaban al inglés leyendas irlandesas. Por otra parte, también tenían su espacio en Our Boys autores consagrados como Oliver Goldsmith (The Vicar of Wakefield - A Tale, Supposed to be written by Himself) y las obras de Rosa Mulholland, «intensamente católicas, aunque sin sentimiento anti-protestante, e intensamente nacionales» (Farmar 90).
2.6.1 Textos devocionales
Otro punto para considerar respecto de la importación de libros era la condición católica de la mayoría de los irlandeses de la comunidad argentina. Los miembros ingleses y escoceses de la pequeña comunidad británica en Buenos Aires en las primeras décadas del siglo XIX eran protestantes de diversas confesiones, un punto que establecía algunas diferencias dentro de la comunidad británica, de la que los irlandeses formaban parte. Los sacerdotes solían atender las necesidades de lecturas y en sus viajes ocasionalmente traían libros del exterior (Keegan 2021), pero era muy poco probable que los irlandeses contaran en el país con lecturas espirituales en lengua inglesa si no era a través de la importación de libros que replicaran de algún modo su especial relación con el sacerdote irlandés. Algunas librerías de Buenos Aires ofrecían algunos textos católicos en lengua inglesa, pero sus dueños eran protestantes (Mackern’s) [29] o tal vez la oferta no era suficientemente irlandesa para la comunidad. No sorprende, pues, que una de las temáticas prominentes en la importación de libros para Our Boys fuera la de textos católicos.
Entre 1850 y 1890, los textos devocionales dominaban las listas de importación de libros en Irlanda, Gran Bretaña y América del Norte. Los lectores británicos consumían obras religiosas más que cualquier otro género. En Irlanda la revolución devocional católica posthambruna y una mayor alfabetización conllevaron también el desarrollo de un mercado editorial que satisfizo el interés por la lectura religiosa. Se publicaban en gran cantidad catecismos, misales, libros de oración, biblias, historias de santos y sermones, en diferentes ediciones, tamaño y precio, siendo los más populares los textos para la oración y reflexión espiritual. James Duffy fue pionero en la publicación de textos religiosos de bajo costo (Molloy 2015, 81). Por otra parte, debemos destacar que en la diáspora la importación de textos religiosos católicos y la de literatura nacionalista se daba conjuntamente, («una relación simbiótica en lo cultural y lo comercial»), ya que la identidad religiosa de católicos se unía a la de irlandeses nacionalistas como resultado de siglos de complejas realidades políticas y sociales (72, 83). La Iglesia Católica fue la única institución que aglutinó y sostuvo identitariamente a los irlandeses luego de la catástrofe de la Gran Hambruna y durante su proceso de emigración. Entre los numerosos textos religiosos ofrecidos por Our Boys (1901-1902) figuran biblias, libros de oraciones y vidas de santos cuyo precio oscilaba entre $1 y $6, además del Catecismo de Rev. Patrick J. Plunkett, [30] que era muy popular. También se incluían dos novelas clásicas, en especial dirigidas a las mujeres para ilustrar el ejercicio de la fe. Se trataba de Callista (1855), del Cardenal Newman y de Fabiola (1854) del Cardenal Wiseman.
Pero en Argentina las publicaciones de la Society for the Catholic Truth of Ireland .Sociedad de Irlanda para la Verdad Católica) solo eran ofrecidas por las publicidades de Our Boys. Esta sociedad se estableció en Irlanda en 1899 con la intención de difundir, por medio de publicaciones económicas, la literatura católica en formato popular, de modo de brindar instrucción y principios religiosos y despertar el interés del lector general. La preocupación por la calidad de la literatura que circulaba especialmente en Irlanda era un tema que concernía fuertemente tanto a los intelectuales irlandeses como a la Iglesia Católica y al clero. Establecida a mediados del siglo XIX como nuevo mercado de bienes de consumo de Inglaterra, Irlanda quedaba más expuesta a la cultura inglesa impresa, en palabras del presidente de la Sociedad, obispo de Clonfert, «basura inmunda» (filthy garbage), «publicaciones infieles o inmorales salidas de imprentas de Gran Bretaña» (Rains 2017). La influencia desde Londres de una producción popular juvenil de escasa calidad literaria que transmitía los valores imperiales preocupaba también a los nacionalistas.[31] El editor Michael H. Gill deploraba «la gran invasión de un efímero material de lectura inglés (…) cuya mayor atracción parece ser lo barato, lo morboso (…) y un exagerado romance» (Farmar 78). Para el poeta Gavan Duffy, las historias de detectives y otras narraciones sensacionalistas provenientes de Inglaterra o Estados Unidos, ponían a la juventud de Irlanda en «serio riesgo de degradarse y tal vez pervertirse» (Farmar 70).[32] La literatura que se planteaba como una sana lectura eran libros de autores populares irlandeses y publicaciones sobre temas de especial interés en Irlanda y la diáspora (Farmar 72). Esta sana lectura era la que William Bulfin esperaba fuera difundida entre la comunidad hiberno-argentina. Buscando contrarrestar este peligro, la Catholic Truth Society publicaba cuadernillos sobre la historia del catolicismo en Irlanda y la vida de algunos santos, que se vendían en iglesias y escuelas o por suscripción a precios bajos.[33] Aquellos vendidos en Buenos Aires a veinte centavos incluían relatos de la prolífica autora Rosa Mulholland, y obras de autores diversos sobre temas históricos o culturales de Irlanda.[34]
2.6.2 La Librería Europea de Luis Jacobsen y su oferta para irlandeses
Varias eran las librerías de textos extranjeros que ofrecían sus títulos en inglés en publicidades aparecidas en The Southern Cross desde su primer número en enero de 1875: entre otras, Dewey & Co, la Librería Europea de Luis Jacobsen, Hibbert & Co, Maclean´s, la Librería de Londres, John Grant, W.M.P. Daws, Robert Grant. La famosa librería de los hermanos irlandeses George y Hector Mackern funcionaba desde 1849, pero sus publicidades no aparecen en el Cross en su primera época.[35]
De todas ellas, la más prolífica y profesional, y con mayor desarrollo dentro del mercado local del libro extranjero fue sin duda la Librería Europea de Jacobsen (Buonocore 72-74). Por otra parte, fue la única que tuvo una oferta de literatura irlandesa nacionalista católica que podía competir con la librería irlandesa OurBoys. Fundada en 1869 junto a su socio Théodor Söderstedt, la librería abrió sus puertas en Florida 242 y luego en Florida y Lavalle. De origen danés, Luis Jacobsen, bibliófilo y políglota, se formó en Leipzig y en la casa Hachette de París. La Librería Europea ganó prestigio por su trato profesional y su puntualidad. Ofrecía libros en inglés, alemán, italiano, español y francés, por lo que la atención se dividía en departamentos por idiomas y con catálogos especializados (Murillo Sandoval 99). Jacobsen contaba con una red de agentes europeos. Vega menciona corresponsales en Madrid, París, Londres, Leipzig, Nápoles, y en dos centros de edición irlandeses, Dublín y New York (10).[36] Para difundir sus ventas Jacobsen publicaba sus listas bibliográficas en los diarios, entre ellos TheSouthern Cross y TheStandard, en lengua inglesa. Pero la oferta variaba según el público lector al que estaba dirigida la publicidad.
En sus saludos de Año Nuevo para 1894, Jacobsen evidencia un trato preferencial con los lectores hiberno-argentinos («los más fervientes y apreciados de todos ellos, los residentes irlandeses del campo, a los que se envía la siguiente lista de buenos libros que seguramente apreciarán, todos merecedores de tener un lugar en cada hogar» (TSC [Bs. As., Argentina] enero 12, 1894). [37] Para ellos, Jacobsen destina un material específico. En 1889 publica:
Es decir que en 1889 su oferta era equivalente a la que en 1900 comenzaría a ofrecer la Librería Our Boys. Se trata de las mismas categorías que organizaban los títulos en las editoriales irlandesas a la diáspora. En cuanto a los libros católicos, la oferta de Jacobsen es muy completa, e incluso ofrece textos más académicos sobre cuestiones de fe. Además, la presentación de los títulos es muy cuidada y bien acompañada del precio correspondiente, mientras que las publicidades de Our Boys, como ocurría también en Australia y Nueva Zelanda, suelen traer los títulos incompletos o abreviados (se trataba de libros muy populares y reconocibles por los lectores del diario) o con errores tipográficos o sin indicación de precio (Molloy 2004, 91). Por otra parte, si analizamos las publicidades de la Librería Europea en TheStandard, diario probritánico y no exclusivamente católico, vemos que la oferta literaria en inglés es diferente a la irlandesa, ya que pone a la venta libros más pasatistas o más populares en Inglaterra (como las novelas de Miss Braddon (TheStandard, [Bs. As., Argentina] junio 1,1897), libros de temática científica, libros para niños, libros de viaje (TheStandard [Bs. As., Argentina]1 dic.1,1885:3; abr.6,1883) y una enorme variedad de periódicos y revistas de todo el mundo (TheStandard [Bs. As., Argentina] oct.13, 1881:2). Es decir, que la oferta de Jacobsen en lengua inglesa en The Southern Cross está pensada exclusivamente para el público lector católico irlandés, cuyo gusto difiere del de la comunidad británica del Río de la Plata.
3. Distribución del libro irlandés: redes internacionales, categorías y su llegada a Argentina
Para el estudio del comercio del libro irlandés católico hacia las colonias de New South Wales y Victoria en Australia, y hacia Nueva Zelanda, el especialista Kevin Molloy examinó las redes internacionales que operaban entre los editores irlandeses y católicos de Irlanda, Inglaterra y América del Norte (Molloy 2004, 2005, 2010, 2015). Su estudio se basó en el análisis de las publicidades de los importadores locales aparecidas en los diarios comunitarios irlandeses, tal como ocurría en Argentina con The Southern Cross y la oferta librera cuyas publicidades nos permitirán establecer la coincidencia de la oferta que llegaba a Buenos Aires En el caso australiano, la importación de libros a precio módico, producidos en masa, desde Inglaterra, Irlanda y América del Norte, se hizo posible gracias a sistemas de distribución muy eficientes. La provisión de literatura católica e irlandesa a Australia, muy ligada a Gran Bretaña por motivos políticos, administrativos y culturales, pero muy distante geográficamente, solo fue posible hacia mediados del siglo XIX por una «industria de importación del libro muy sofisticada y comercialmente viable, más que en el desarrollo de la imprenta local o iniciativas de edición». Para la industria librera fue también indispensable la existencia, desde 1850, de establecimientos bancarios en Australia que dieron lugar a un sistema de facturación confiable (Molloy 2015, 71-72, 77-78).
Algo similar sucedió con la distribución de libros para irlandeses en Buenos Aires. No se trataba de editar y publicar textos localmente, sino de lograr que los grandes editores de Dublín, que suministraban material a Estados Unidos y Australia, también lo hicieran a Buenos Aires. Si bien a fines del siglo XIX en Buenos Aires se produjo una explosión del mercado editorial y librero (Buonocore 1974; Sorá 2009/2011; Murillo Sandoval 2020), esto no dio lugar a la impresión de textos en inglés para la comunidad irlandesa, sino que se estableció una importación de libros a través de redes internacionales de distribución editorial preestablecidas en la diáspora. Desde mediados del siglo XIX los editores nacionalistas de Dublín como James Duffy y M. H. Gill formaron parte de la producción y distribución de literatura nacionalista en Irlanda y hacia la diáspora (Molloy 2015, 78-79). En Buenos Aires, el cambio en la oferta librera se produjo en las vías de importación que desarrollaron algunas librerías de idioma extranjero para públicos específicos como la Librería Europea de Jacobsen, y luego Our Boys. En Estados Unidos no solo fue importante el flujo de importación de libros por las editoriales tradicionales irlandesas, sino que, además, se dio un fenómeno local: el desarrollo de grandes editoriales irlandesas católicas como P. J. Kenedy (New York), Patrick Donohoe (Boston) y D.& J. Sadlier & Co. que fue la casa editora católica más grande de EEUU, con sedes en New York, Boston y Montreal. Esto no ocurrió en Argentina.
Resulta interesante destacar que las editoriales exportadoras como James Duffy o M. H. Gill organizaban sus ventas dentro de categorías que clasificaban los libros para irlandeses católicos en diferentes áreas. Estas categorías se corresponden con los textos que eran importados para los irlandeses a Argentina. Como vimos, giraban en torno de Irlanda e incluían textos históricos, teológicos, biográficos, antologías de poemas y canciones tradicionales, discursos notables, relatos y novelas de los grandes escritores irlandeses y textos devocionales (Molloy 2005, 91). Varios de los títulos ofrecido en los diarios australianos coinciden con aquellos aparecidos en las publicidades de TheSouthern Cross de Buenos Aires para Our Boys y para la Librería Europea. Aunque Molloy no desarrolla el tema del mercado del libro irlandés en Argentina, sí menciona que dicha oferta internacional también llegaba al Río de la Plata,[39] según la información obtenida en documentos comerciales de libreros de Australia y Nueva Zelanda.
El trabajo de Molloy interesa porque pone el foco en el estudio de «una comunidad lectora irlandesa global y sus considerables redes, una comunidad lectora que ocupa un lugar central en la cohesión étnica que se encuentra en muchos de los asentamientos católicos irlandeses del siglo XIX» (Religious Texts 72, mi subrayado). En su número inicial el diario New Zealand Tablet habla de la dificultad para conseguir «buenos libros» que son «una bendición y una urgente necesidad» (NZT, Mayo 3, 1873). Esto se debía no solo a las grandes distancias, sino a que los intereses específicos de los lectores irlandeses eran ignorados o dejados de lado por los importadores de la cultura anglo-sajona (Molloy 2005, 77). Pero desde la década de 1840, la circulación de libros para los irlandeses católicos diseminados en diferentes países a consecuencia de la emigración por la Hambruna, significó el acceso a un mismo material de lecturas centradas en la historia, la literatura y la música de Irlanda que claramente influyó en la construcción de una identidad irlandesa fuera de la isla, común a la diáspora y fuertemente sostenida por los diarios comunitarios católicos locales como el Boston Pilot en Estados Unidos,[40] el Freeman’s Journal en Sydney o el New Zealand Tablet en Nueva Zelanda. Insertado en la red internacional de diarios diaspóricos (James 2015), el periódico irlandés católico de Buenos Aires The Southern Cross cumplió un rol fundamental en la construcción de la identidad hiberno-argentina. La presencia de William Bulfin como propietario y editor dio al diario un perfil profundamente nacionalista y el peso público de su figura lo vinculó de forma más estrecha a la comunidad internacional.
4. Conclusiones
La aparición en 1900 de una librería exclusivamente para irlandeses de la comunidad argentina resulta un hecho digno de análisis. Es probable que el interés que movía a las Señoras de San José al abrir la librería Our Boys fuera solo el mantenimiento del colegio para varones de la comunidad. Pero la apertura de Our Boys es considerado un hecho trascendente por Bulfin, dueño de TheSouthern Cross. Es la importancia que Bulfin le da a la librería y el espacio de difusión que le abre en su diario lo que nos permite establecer la inserción de la comunidad argentina en la diáspora y los vínculos comerciales con las editoriales irlandesas hacia 1900. El rol primordial que los diarios y periódicos comunitarios han tenido en el estudio de la historia del libro irlandés del siglo XIX se hace evidente en el caso del diario hiberno-argentino The Southern Cross, ya que es a través de sus publicidades que hemos podido establecer la conexión librera con Irlanda desde Buenos Aires, la elección de dos reconocidos editores irlandeses (James Duffy y M.H. Gill), el itinerario de las exportaciones (Dublin – Liverpool - Buenos Aires), el material de lectura ofrecido (la «genuina literatura irlandesa y católica»), y el flujo de ideas que nutría al nacionalismo irlandés católico a fines de siglo a través de los autores y títulos que formaban parte de los envíos a Argentina, todo lo cual confirma la relación de la comunidad de Argentina con la red diaspórica. Bulfin no tiene un propósito comercial, sino ideológico: para la construcción de una identidad irlandesa fuera de Irlanda, Buenos Aires debía consolidar sus lazos con otras comunidades irlandesas católicas y esto se llevaba a cabo a través de los libros y los periódicos: un mismo material de lecturas ofrecidas a través del órgano de difusión de cada comunidad, el diario católico irlandés local. Además, los diarios comunitarios de la diáspora tenían el hábito de reproducir noticias de otros diarios católicos irlandeses, asegurando así la difusión en red de una identidad homogénea, lo que con el tiempo estableció una misma comunidad lectora global. Hacia 1900 Buenos Aires formaba parte de esa red de lecturas canónicas por la temática, los autores, por sus conexiones editoriales y el enfoque nacionalista que la animaba. La elección que Our Boys hace de sus proveedores James Duffy y M. H. Gill era lógica: se aseguraban el asesoramiento y envío del material adecuado, el mismo que recibían miles de irlandeses por el mundo. La oferta que para 1901 reflejaban las publicidades de librerías de Buenos Aires en el diario irlandés The Southern Cross coincidía con el material de lectura que se distribuía hacia otros puntos de la diáspora irlandesa como Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos desde mediados del s. XIX. Por otra parte, se trata de un mercado pequeño en relación con la diáspora y con el mercado argentino, cuya provisión no solo estaba asociada a las redes de distribución irlandesas, sino que se beneficiaba de una fluida conexión comercial preestablecida entre Argentina e Inglaterra. Finalmente, como para estudios similares, las listas publicitarias de los libreros indican el material ofrecido, no necesariamente lo que se compraba o lo que se leía, y solo sugieren un campo lector de recepción. En el caso de la comunidad argentina, más que de posicionarse frente al mercado editorial local, se trataba de establecer vínculos sólidos desde dentro de la comunidad con los proveedores de Dublín mencionados, ya que, a pesar de su abundante oferta específica de literatura canónica irlandesa en Buenos Aires, la Librería Europea de Jacobsen no pertenecía al mundo irlandés. A la comunidad hiberno-argentina también parece haberle interesado una relación directa y estrecha con la Catholic Truth Society of Ireland recientemente fundada, tal vez como modo de participar en el fortalecimiento de la editorial y acompañar un proceso similar de difusión editorial de la Iglesia Católica en Argentina (Lida 2005). A su vez, comparando la oferta de libros en las publicidades de la Librería Europea de Luis Jacobsen en el diario TheStandard para la comunidad de habla inglesa del Río de la Plata con aquellas que publicaba en The Southern Cross, hemos podido identificar, por un lado, un mercado específico irlandés en lengua inglesa en el Río de la Plata, diferente del mercado de lecturas británicas, y por otro, un público lector de gustos definidos, que formaba parte de una comunidad lectora global.
La importación de libros en lengua inglesa al Río de la Plata durante el siglo XIX, que no ha sido estudiada en profundidad, reviste gran interés tanto para el mercado argentino como por sus numerosas vinculaciones internacionales, el intercambio de ideas y de objetos culturales. Finalmente, resulta evidente que el devenir irlandés (Murray 2006), proceso de identidad que los irlandeses desarrollaron hacia fines del siglo XIX en nuestro país, no puede plantearse por fuera de las redes de contactos diaspóricos que funcionaron desde mediados del siglo XIX entre varios continentes. ◊
Obras Citadas
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Fuentes
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Notas
heredadas de los propios irlandeses» («it is not merely the collection of places to which the Irish migrated. Rather, Greater Ireland was a shared cultural space in which a sense of home and shared identity jostled with the varying challenges of the host societies and the inherited divisions of the Irish themselves») Colin Barr y Hilary M. Carey, eds. «Introduction». Religion and Greater Ireland: Christianity and Irish Global Networks, 1750-1969. McGill-Queens University Press, 2015, p.21
Christian Doctrine, un catecismo que fue el más usado en la diócesis hasta la década de 1940. Otros títulos de la misma publicidad son Path to Heaven, Guardian of the Soul, Catholic Piety, Holy Week Book, The Christian Father, Life of St. Patrick, Life of St. Cajetan, Life of Las Casas, Meditation of the Sacred Passion, Holy Bible, etc., TSC Ago 9, 1901.