Dossier temático
Creando urbanidad a través del vacío: los complejos COMPAZ en Recife, 2016-2021
Creating urbanity through the void: COMPAZ complexes in Recife, 2016-2021
A&P continuidad
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
ISSN: 2362-6089
ISSN-e: 2362-6097
Periodicidad: Semestral
vol. 10, núm. 19, 2023
Recepción: 11 Agosto 2023
Aprobación: 16 Noviembre 2023
CÓMO CITAR: Diniz Moreira, F. (2023). Creando urbanidad a través del vacío: los complejos COMPAZ en Recife, 2016-2021. A&P Continuidad, 10(19), doi: https://doi.org/10.35305/23626097v10i19.442
Resumen: Al igual que otras grandes ciudades latinoamericanas, la ciudad de Recife convive con grandes necesidades sociales, falta de infraestructura y altos índices de violencia. Las experiencias de Medellín y Bogotá, construyendo equipamientos sociales en zonas necesitadas, inspiraron un programa de la Alcaldía de Recife, denominado Centros Comunitarios de Paz (COMPAZ). Iniciado en 2013, el programa generó cuatro complejos, inaugurados entre 2016 y 2020, que ofrecen equipamientos culturales, deportivos y de esparcimiento en zonas necesitadas, brindando asistencia a la población de manera integrada. Este artículo analiza cómo el diseño de dos de estos conjuntos responde a los diferentes contextos urbanos en los que se insertan. Partiendo del supuesto de que debían ser hitos en el paisaje urbano, señalizadores de un cambio en la acción del Estado, buscamos comprender cómo establecieron una mediación con el lugar y qué estrategias se utilizaron para hacerlos francos y abiertos a la comunidad. También se pretende entender cómo se gestionaron los diferentes flujos, accesos y particularidades de cada uso dentro del edificio. Así, este trabajo busca mostrar el potencial de la arquitectura para satisfacer demandas sociales urgentes.
Palabras clave: arquitectura contemporánea, centro social, urbanismo social, Recife, políticas públicas.
Abstract: Like other large Latin American cities, the city of Recife coexists with great social needs, lack of infrastructure and high levels of violence. The experiences of Medellín and Bogotá, with the construction of social facilities in deprived areas, inspired a program carried out by the Municipality of Recife called Community Centers of Peace (COMPAZ). From its beginning in 2013, it generated four complexes built between 2016 and 2020. They offer cultural, sports and leisure facilities in needy areas which aid the population in a comprehensive way. This article analyzes how the design of two of these complexes responds to the different urban contexts in which they are inserted. Based on the assumption that they should be landmarks in the urban landscape highlighting a change in State action, we seek to understand how they established a mediation with the place and what strategies were used to make them frank and open to the community. The aim is also to understand how different flows, accesses, and particularities of each use within the building were managed. Thus, this paper seeks to show the potential of architecture to meet urgent social demands.
Keywords: contemporary architecture, social center, social urbanism, Recife, public policies.
Creando urbanidad a través del vacío: Los complejos COMPAZ en Recife, 2016-2021
Al igual que otras grandes ciudades latinoamericanas, la ciudad de Recife vive con grandes necesidades sociales, falta de infraestructura y altos índices de violencia. A partir de la década de 1950, un intenso proceso de éxodo rural dio lugar a la aparición de zonas densamente pobladas con ocupación precaria e informal. Este crecimiento no ha ido acompañado de servicios públicos esenciales, como el control de la urbanización, el saneamiento básico, la vivienda, el transporte, la salud y la educación. En general, los residentes de estas zonas reciben salarios bajos o sobreviven en el sector informal.
En este escenario de vulnerabilidad, particularmente a partir de la década de 1990, se produjo un aumento explosivo de la violencia, con el florecimiento del narcotráfico y las organizaciones criminales, que atraen a muchos jóvenes y adolescentes de estas comunidades[1]. Las principales víctimas de esta violencia son los hombres, de entre 15 y 35 años, negros o morenos y con un bajo nivel educativo (Ratton y Cireno, 2007). Las estrategias y la eficiencia de las políticas de seguridad pública para hacer frente a esta situación han sido objeto de acalorados debates. Entre los gestores urbanos de diferentes matrices políticas ha prevalecido la idea de que la resolución de estos problemas requiere de un enfoque multidimensional que involucre no solo acciones en el área de seguridad, sino varias acciones concatenadas en las áreas de educación, salud e infraestructura urbana.
En este contexto, se ha señalado de manera positiva una iniciativa de la Alcaldía, que reduce los niveles de violencia y mejora la calidad de vida de ciertas comunidades. Se trata de un programa que busca insertar equipamientos culturales, deportivos y de ocio en zonas necesitadas, brindando asistencia a la población de manera integral. Estas instalaciones se denominan Centros Comunitarios de Paz (COMPAZ).
La inspiración para esta iniciativa surgió de la exitosa experiencia de Medellín y Bogotá, que dejaron de estar entre las ciudades más violentas del mundo en la primera década de los 2000[2]. Además de los esfuerzos en materia de seguridad y justicia, este logro colombiano se puede atribuir principalmente a un proceso de democratización de la ciudadanía, a través de un conjunto integrado de acciones en regiones con poblaciones de bajos ingresos y altos índices de delincuencia y violencia. Estas acciones van desde la mejora del sistema de transporte público, la oferta de servicios públicos, el estímulo de la participación social y la construcción de instalaciones de ocio y bibliotecas (Cavalcanti, 2014). En el caso de Medellín, además de los teleféricos y las escaleras mecánicas, que facilitaron la integración con la ciudad formal, las comunidades más pobres de los cerros de la ciudad fueron agraciadas con bibliotecas de parques, instalaciones que crearon centralidades (Melguizo, 2017; Echeverri y Orsini, 2011). Según Capillé (2017, p. 8), la arquitectura se utilizaba para marcar la presencia del Estado en estas zonas y esto se debía al contraste entre la escala, los materiales y la forma de los edificios y su entorno. Estos proyectos fueron acompañados por una serie de mejoras en la movilidad urbana, a través de una red de transporte de alta eficiencia y bajo costo, con metros, corredores y autobuses exclusivos.
Los conceptos y acciones integradas por las ciudades colombianas influyeron en la creación del Pacto pela Vida, una política pública del Estado de Pernambuco para prevenir y combatir la violencia basada en un modelo de gestión que prevé el monitoreo permanente de acciones y resultados. Favorecida por la continuidad política tanto en el Gobierno del Estado de Pernambuco como en el Municipio de Recife[3], la Secretaría Municipal de Seguridad Urbana desarrolló, a partir de 2013, una línea de acción complementaria, además de las actividades de represión y vigilancia, que culminó con la estructuración del Programa COMPAZ, Centros Comunitarios de Paz, cuyo primer equipamiento fue inaugurado en 2016 (Santos, Echeverría y Dantas, 2022, p. 48).
Estos centros también fueron tributarios de las edificaciones de Medellín y Bogotá. Entre 2012 y 2017, hubo varias visitas a las dos ciudades por parte de gestores públicos, políticos y arquitectos involucrados en la creación del programa[4] (Cavalcanti, 2014). Por otro lado, importantes figuras al frente de proyectos en ciudades colombianas, como Antanas Mockus, exalcalde de Bogotá, Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín, y los arquitectos Gustavo Restrepo y Ricardo Montezuma, estuvieron en Recife para dictar conferencias, participar en talleres y reunirse con líderes políticos locales, gestores y urbanistas[5]. Este intercambio nos permite afirmar que hubo una influencia directa de la experiencia colombiana en Recife[6].
Estos centros fueron diseñados para ser insertados en zonas con bajo Índice de Desarrollo Humano (IDH) y altos índices de violencia, buscando “construir una cultura de paz a través de la inclusión social” (COMPAZ, 2018). Ofrecen servicios culturales a través de bibliotecas, auditorios y espacios para actividades recreativas, cursos de formación, actividades deportivas, clases de idiomas y tutorías, entre otros. También reúnen servicios de varios departamentos, como la atención psicosocial, la mediación de conflictos, el apoyo a las víctimas de la violencia doméstica y la protección y defensa de los consumidores. Según Santos, los pilares de COMPAZ son: “(1) urbanismo social; (2) centro de servicios; (3) convivencia ciudadana; (4) empoderamiento económico; 5) cultura de paz; y (6) atención a la primera infancia” (Santos et al, 2022, p. 52). Así, estos equipamientos fueron pensados como la representación de la Alcaldía en las comunidades, una vía para que el aparato social llegara a la gente, a través del acceso a un conjunto de espacios públicos y servicios de salud, educación, ocio y también asistencia de diversos organismos públicos.
El programa ha sido señalado por varios autores como una experiencia pionera en Brasil (Ponzi y Leite, 2021; Santos et al, 2022; Rȇgo, 2018; Salla, 2021). Salla destaca el potencial del COMPAZ para atraer a la población de las zonas cercanas a participar en sus servicios públicos y actividades culturales, deportivas, educativas y de formación profesional: “El COMPAZ fue concebido como un lugar seguro para la convivencia de jóvenes, niños y ancianos y como una alternativa para evitar que entren en un ciclo de violencia que permea a las comunidades locales, priorizado y focalizado por el proyecto, dados sus altos índices de violencia, pobreza y desigualdad” (Salla, 2021, p. 84).
De acuerdo con Rêgo (2018), la propuesta central del proyecto es difundir la cultura de paz, ya que ofrece a los jóvenes actividades educativas, culturales y deportivas que pueden ampliar sus referencias e interacciones sociales y mejorar sus perspectivas profesionales. En estos territorios, la prestación de servicios públicos es fundamental para la calidad de vida de la población. Para reducir la vulnerabilidad económica de estas poblaciones, las instalaciones del COMPAZ ofrecen programas de emprendimiento para la creación de nuevos negocios o capacitación técnica, habilitantes para el empleo (Santos et al, 2022, p. 76).
Estos centros han recibido comentarios positivos por el impacto social que se puede medir por el uso intenso y la disminución de los niveles de violencia en las comunidades donde se asientan, con resultados reconocidos a través de premios nacionales e internacionales[7], pero aún no han recibido ninguna atención por parte de la crítica de arquitectura, a pesar de que aportan una serie de temas importantes a la disciplina.
El diseño y la inserción de estos complejos en el contexto urbano plantea una serie de preguntas. Si se supone que los edificios representan una cara alternativa del Estado, diferente a la represiva a la que están acostumbrados los residentes, ¿cuáles son las estrategias para hacerlos abiertos y receptivos y, al mismo tiempo, puntos de referencia en el paisaje como expresión de este cambio? En general, se cree que los edificios deben ajustarse al contexto, pero ¿cómo seguir esta pauta si este contexto está en constante cambio y tiene características a las que los edificios buscan precisamente oponerse? Pensando dentro de los límites del terreno, ¿cómo se las arreglan estos edificios para encajar en topografías difíciles con las preexistentes? Dada la diversidad del público, ¿cómo se gestionaron los diferentes flujos, accesos y particularidades de cada uso dentro del edificio, conciliando espacios más abiertos y vivos con espacios más introspectivos que ofrecen concentración para el estudio y las actividades administrativas? Este trabajo busca examinar cómo estos edificios responden a algunas de las problemáticas enumeradas anteriormente, contribuyendo así a demostrar el potencial de la arquitectura para satisfacer demandas sociales urgentes.
Al igual que en otros países de América Latina, los edificios públicos fueron fundamentales para la consolidación de la imagen de la arquitectura brasileña moderna. A partir del conocido caso del Ministerio de Educación y Salud Pública de Río de Janeiro, los arquitectos brasileños diseñaron profusamente edificios para actividades de uso público en las décadas siguientes, lo que los llevó a una sutil reinterpretación de los valores clásicos y de la idea de monumentalidad.
El hecho de que la primera generación de arquitectos modernos proviniera de una formación en Bellas Artes contribuyó a la incorporación de principios clásicos en su forma de diseñar, como el ritmo, el decoro y el ordenamiento de Vitruvio, y de la belleza como resultado de la relación entre las partes de Alberti. Así, un cuidado con la relación de lleno y vacío, ejes y jerarquías, uso de columnatas y escaleras estuvieron presentes en varios edificios públicos modernos. Las generaciones formadas hasta la década de 1980 continuaron hablando de proporción, relaciones entre las partes y ritmo en la composición de fachadas, particularmente en ciudades cuyas escuelas se originaron en Escuelas de Bellas Artes, como Río de Janeiro, Porto Alegre y Recife.
Partiendo de la idea de que los monumentos son expresiones fundamentales de la cultura humana, materializando símbolos de su fuerza colectiva, Giedion (1944) subrayó que la gran tarea de la arquitectura de posguerra era la reconquista de la monumentalidad. Los edificios públicos, como museos, teatros e iglesias, deben ir más allá del mero cumplimiento de sus requisitos funcionales y expresar un carácter cívico y comunitario. Giedion planteó preguntas fundamentales para el debate arquitectónico de las décadas siguientes: ¿cómo podría el carácter universalista de la arquitectura moderna garantizar el simbolismo requerido por los edificios públicos? ¿cómo dotar a materiales como el hormigón, el vidrio y el acero de un carácter inmanente y noble? ¿cómo fascinar y conmover al hombre común sin recurrir a formas y soluciones banales e historicistas? ¿cómo integrar murales, esculturas y otras obras de arte arquitectónico en una nueva unidad? ¿cómo diseñar centros cívicos acogedores que representen el desarrollo social y comunitario de la sociedad? A pesar de que la coyuntura que involucra el diseño y la construcción de edificios públicos brasileños en las últimas tres o cuatro décadas no ha dado a los arquitectos la oportunidad de incorporar tales preocupaciones, y mucho menos principios clasicistas, creemos que parte de estas cuestiones siguen siendo de interés para los arquitectos que tratan el tema en la actualidad.
Los edificios del programa COMPAZ
A la fecha, se han inaugurado cuatro unidades de COMPAZ y estos proyectos siguen un patrón conceptual. El programa de los edificios incluye espacios específicos, como áreas abiertas para convivencia y recepción para actividades colectivas y grandes eventos, recepción central, biblioteca, laboratorio de tecnología, auditorio, salas de cursos, salas de usos múltiples, cancha polideportiva, salón de baile, espacio para artes marciales, piscina, despensa, sala de monitoreo de la Guardia Municipal, salas de administración, área para servicios públicos prestados a la comunidad (clases de idiomas, informática y tutoría para estudiantes), mediación de conflictos, servicios médicos y odontológicos, derecho del consumidor, etc.). Cada uno de estos espacios está sujeto a diferentes disposiciones y dimensiones en cada COMPAZ, pero uno de los elementos más destacados en los proyectos, sin duda, es el gran vacío para albergar actividades comunitarias y el protagonismo de la arquitectura de los complejos circundantes, como en el caso colombiano.
Las cuatro unidades de COMPAZ están ubicadas en zonas de vulnerabilidad social y con incidencia de muchos delitos violentos letales, según indicadores oficiales de violencia.
El primer COMPAZ, el Gobernador Eduardo Campos, fue inaugurado el 12 de marzo de 2016 en la calle Aníbal Benevolo, en el Alto Santa Terezinha, una de las tantas comunidades de las colinas de la zona norte de Recife. Abarca barrios de ocupación irregular y prácticamente sin espacios públicos: Água Fria, Alto Santa Terezinha, Beberibe, Bomba do Hemetério, Dois Unidos y Linha do Tiro. Diseñado por Avellar, Fernandes y Montezuma (AFM), el nuevo edificio ocupa el sitio de un antiguo centro social, del cual solo se utilizó la manzana.
El segundo COMPAZ, Ariano Suassuna (Cordeiro), fue inaugurado el 27 de marzo de 2017, en el oeste de la ciudad, entre barrios de clase media, media-baja y comunidades informales (Bongi, Cordeiro, Mustardinha, Prado, San Martín y Torrões). Ocupaba el gran terreno de un antiguo club en la esquina de una importante intersección de las avenidas General San Martín y Abdías de Carvalho. También diseñado por AFM, el nuevo edificio en forma de U se inserta entre las estructuras usadas del club (cancha y piscina).
El tercer COMPAZ, Miguel Arraes, fue inaugurado el 26 de diciembre de 2019, ocupando partes de una fábrica en la avenida Caxangá, también en el sector oeste de la ciudad, pero más cerca de la zona central. Atiende a los barrios de Iputinga, Torre, Zumbi, Madalena, Ilha do Retiro, Derby, Graças y Santana. Su enfoque está en ofrecer cursos de computación, robótica, animación digital y otros cursos profesionales. Las salas para estos cursos, así como las destinadas al servicio de la comunidad, se dispusieron dentro de la estructura de la fábrica existente, mientras que la cancha, las pistas de patinaje y las pistas de atletismo se construyeron en el área libre del terreno.
El cuarto COMPAZ, Dom Hélder Câmara, inaugurado en diciembre de 2020, está ubicado en la comunidad de Coque, un barrio muy necesitado en la zona central de la ciudad. El sitio era pequeño, ubicado entre casas okupas pobres, viejos almacenes y una línea de metro, pero tenía tres frentes. El proyecto fue el resultado de la adaptación de un edificio diseñado para ser biblioteca por los arquitectos Zeca Brandão y Luiz Carvalho para el Gobierno del Estado. El edificio de forma triangular se ubicó en la parte posterior del lote con un atrio central, que permite el ingreso de luz natural, y se apoyó en la parte posterior del lote, abriendo así amplias perspectivas a las calles.
Como los edificios principales del tercero y cuarto COMPAZ se construyeron con estructuras anteriores, se decidió suprimir estos dos ejemplos y centrar nuestra atención en el primer y segundo ejemplo.
Gobernador de COMPAZ, Eduardo Campos (Santa Terezinha)
El primer COMPAZ se ubica en una zona de cerros de la ciudad que comenzó a ser ocupada en la década de 1940, con un diseño urbano espontáneo, pero que, con el paso de las décadas, se hizo más densa y perdió prácticamente todos sus espacios libres. El nuevo edificio fue construido donde antes había un antiguo centro social (Afrânio de Godoy), que se encontraba en condiciones precarias.
En la medida en que no existan espacios públicos en las inmediaciones, la solución fue crear una gran plaza a nivel de calle, asignando los espacios internos a veces por debajo, a veces por encima de la línea de calle. Por debajo de esta línea hay dos pisos: el primero alberga una recepción y 8 salas para una serie de servicios dirigidos a la comunidad y el segundo contiene una biblioteca (con 850 m² y una colección de 5.500 libros) y dos aulas para 20 personas cada una. Este bloque inferior cuenta con grandes aberturas de suelo a techo hacia el exterior, que proporcionan acceso directo a los jardines y espacios circundantes, como el parque infantil, la piscina, el campo de fútbol y las terrazas. Así, el edificio cuenta con cuatro plantas y una superficie de 13.100 m².
Sobre la plaza se encuentra un piso de doble altura, que alberga un dojo, un espacio para la práctica del judo, deporte muy practicado en la comunidad que ya había generado jóvenes judokas destacados. La circulación en el interior del edificio se realiza desde el lateral a través de rampas. El resto del terreno fue pensado como un parque abierto a la población, ya que se rehabilitó una piscina semiolímpica, una cancha de fútbol y una cancha deportiva que formaban parte del antiguo Centro Social Urbano, pero la no implementación del proyecto paisajístico comprometió esta idea, aunque logra funcionar como una especie de parque, dada la falta de espacios de ocio existente en la región.
Ante la difícil pendiente del terreno y con edificios antiguos para ser utilizados, los arquitectos eligieron el punto más alto y cercano a la calle para arrendar el nuevo edificio, que reúne la mayoría de las funciones y está más presente para el público. El nuevo edificio nace de la concepción de una gran plaza cubierta, abierta a la comunidad, con acceso directo a la calle. Una amplia escalera que conduce a esta plaza y el ritmo de los robustos pilares dan un carácter cívico al conjunto. Con un área generosa, protegida del sol y la lluvia, la plaza comenzó a funcionar como un gran salón para toda la comunidad, que rápidamente se apropió de este vacío para la música, la danza, el teatro, entre otras actividades. Este espacio público y abierto es una condición fundamental para la convivencia y el fortalecimiento de los vínculos entre los residentes.
Al entrar en la plaza, se nos insta a caminar a través de ella, porque nuestra mirada es inmediatamente atraída por la luz que emana de su rostro. Más adelante, la asombrosa vista abarca un mar de casas y edificios de tres pisos que dominan por completo el conjunto de colinas ligeramente onduladas. La plaza funciona como un gran mirador que permite la vista del territorio y de la ciudad, una vista a la que ni siquiera los lugareños tenían acceso.
El elemento principal del proyecto es el vacío que crea con esta plaza. En lugar de establecer un volumen sólido, los arquitectos ampliaron la calle, creando una gran plaza cubierta que se convirtió en el alma del edificio, apropiada de las más diversas maneras por la comunidad, incluso con ferias y eventos. La gran escalera también se convirtió en un lugar de encuentro, cuando estaba sombreada por el propio edificio, y esto creó una nueva referencia espacial en la comunidad.
La prolongación del hastial lateral y el forjado superior no solo crean un marco que envuelve, sino que generan un generoso alero que protege la fachada del sol. Las grandes aberturas con persianas metálicas permiten una sombra y ventilación constantes en el interior. Estas persianas bloquean la visibilidad del interior, pero aseguran la vista del paisaje para los que están dentro.
La ventilación e iluminación de la caja de circulación está garantizada por elementos huecos de hormigón (cobogós) colocados a ambos lados, que dan un efecto luminoso al reflejarse en las paredes laterales revestidas por cerámica. La circulación en el interior del edificio se realiza por el lateral a través de rampas que dan acceso a las plantas y que garantizan una buena gestión de los flujos entre los diferentes usuarios del conjunto. En el proyecto original, este elemento tenía más protagonismo, siendo más libertino y opuesto a la caja grande, pero en el desarrollo del proyecto, con el objetivo de reducir costes, se incorporó prácticamente a este último, lo que comprometió el resultado final. La necesidad de reducir costos también llevó al cambio de algunos materiales y a un menor cuidado en la etapa de construcción, pero al final se mantuvo la fuerza del concepto.
Este primer COMPAZ fue considerado un éxito, pues al año siguiente ya contaba con 14 mil usuarios registrados. A través de entrevistas y visitas a sitios, podemos ver la gran cantidad de jóvenes que buscan entrenamientos, actividades deportivas y niños que buscan actividades recreativas en la biblioteca; personas mayores que practican aeróbic acuático y varias personas que buscan atención en los servicios públicos allí representados, así como personas que utilizan la plaza cubierta como lugar de encuentro.
En las tres visitas realizadas a lo largo de 2022, se pudo constatar esta diversidad de usuarios. En todas las ocasiones, el dojo estaba siendo utilizado. En entrevistas in situ, los profesores de judo J.A.C. y C.A. comentaron el intenso uso de la cancha por parte de los judokas de la región y otros practicantes informaron de la realización de muchas clases de judo allí, hecho que se puede comprobar en las páginas de estos grupos en las redes sociales[8]. Numerosas publicaciones grupales en la página de Facebook de COMPAZ revelan la existencia de muchas clases de ballet, natación, capoeira, jiu-jitsu, aeróbicos acuáticos, gimnasia funcional y danza popular, lo cual puede ser comprobado[9]. En las salas de visitas, se puede apreciar la presencia de ciudadanos en busca de servicios, especialmente los de protección al consumidor, hecho que fue confirmado por el empleado R.A.S. en julio de 2022.
La plaza ha sido utilizada continuamente para acoger actividades imprevistas, como ferias, prácticas de breakdance entre los jóvenes, un lugar de adopción y vacunación de perros y gatos, entre otros, como se puede comprobar en dos de las visitas y por las numerosas publicaciones de eventos en las redes sociales. Durante la epidemia de covid, esta plaza jugó un papel esencial como lugar de vacunación y distribución de canastas básicas de alimentos. La gran sombra de la plaza se ha convertido, sin duda, en un lugar de encuentro para la comunidad, especialmente para los jóvenes. De acuerdo con Melguizo (2017, p. 1), exsecretario de Cultura y Desarrollo Social de Medellín, el tema de la convivencia fue una de las primeras acciones para reducir los índices de violencia en esa ciudad.
El diseño de COMPAZ tuvo en cuenta el entorno como relieve y contexto construido. Se suponía que era un hito en el paisaje y este se revela como tal cuando nos acercamos a él. Como una caja robusta flotando en medio del paisaje, se impone por su diseño y su forma, pero sigue siendo acogedora. Contrasta con las casas que existen en la región, que, a pesar de haber recibido mejoras a lo largo de los años, no pueden ocultar la precariedad de la condición urbana de la comunidad.
COMPAZ Ariano Suassuna (Cordeiro)
Está ubicada en el barrio Cordeiro, en el oeste de la ciudad, entre barrios de clase media, media-baja y comunidades informales. Ocupa un gran terreno perteneciente a un antiguo club desactivado de una empresa hidroeléctrica, un lote esquinero de una concurrida intersección de las vías estructurantes de la ciudad, las avenidas Abdías de Carvalho y General San Martín, lo que le da un alcance metropolitano. El paisaje del lugar está marcado por grandes extensiones de muros y avenidas con un alto caudal motorizado, que ofrecían retos muy diferentes al ejemplo anterior. Inaugurado en marzo de 2017, este complejo, también diseñado por AFM, cuenta con un área de cobertura mayor, pues según el ayuntamiento, da servicio a 28 barrios y cuenta con ocho escuelas municipales en un radio de 1 km cercano.
En el proyecto original había un bloque principal en forma de L que incluía una nueva cancha cubierta, un bloque de talleres y una piscina ubicada cerca de la avenida Abdias de Carvalho. El bloque principal sería enteramente sobre pilotis, creando una especie de calle interior cubierta. A través de la manipulación de la topografía, se insertó un auditorio semienterrado, cuyo acceso daría lugar a esta calle interna, generando un suave alzado frente a la avenida San Martín, que daría un gran protagonismo al volumen principal.
Sin embargo, los recortes presupuestarios hicieron que las estructuras deportivas del antiguo club se incorporaran al proyecto del nuevo COMPAZ: una piscina semiolímpica, una pista polideportiva cubierta, un campo de fútbol y dos pistas de tenis, lo que hizo que el proyecto cambiara significativamente. Estos cortes tampoco permitieron que el auditorio quedara semienterrado y acabó quedando en la planta baja, lo que desembocó en una escalera que conducía al suelo del bloque central, generando un gran protagonismo en el conjunto.
La solución encontrada fue la inserción de un volumen principal en forma de U entre el resto de pistas y la piscina del antiguo club. Al elevar este volumen en forma de U sobre pilotis, los arquitectos crearon una gran sombra que genera espacios habitables y que conecta las canchas y piscinas, ahora recalificadas y acompañadas por una rampa de patinaje y una pista de atletismo. Al ritmo de la columnata, este espacio bajo pilotis funciona como una calle cubierta que se ha convertido en la columna vertebral, articulando todas las funciones del complejo.
En la medida en que solo se ocupan partes de las patas en U del volumen –con un comedor en un lateral y cuatro salas de administración– y se han eliminado los muros, se ha creado un generoso espacio público en forma de galería que invita al público a entrar en el edificio, transformando significativamente el paisaje urbano anterior.
El gran volumen aglutina prácticamente todos los nuevos usos introducidos por el COMPAZ. La biblioteca y el auditorio ocupan la esquina con una amplia transparencia para captar la luz natural y la vegetación existente. También en la planta superior, se encuentra la recepción, una sala de baile, 11 salas para cursos y otros servicios para la población y 4 salas para la administración del complejo.
Para continuar con la fluidez de la planta baja y crear una especie de paseo, se dispusieron dos escaleras para dar acceso al volumen elevado, una más pequeña en la cara interior de la U y otra exterior, monumental. Este último se abre a la intersección de las avenidas y funciona no solo como acceso, sino también como tribuna y lugar de encuentro. También es un hito de todo el complejo, ya que es visto desde lejos por quienes pasan por la avenida, un cambio muy positivo en comparación con la enorme muralla que allí existía.
Al subir las escaleras, nos fijamos en la ciudad y la zona verde que la rodea y nos topamos con un gran atrio marcado por columnas azules que reafirman su carácter clásico. De importancia central para todo el complejo, este atrio recibe la escalera interior y contiene el acceso al resto de la planta, donde se encuentran la biblioteca, las salas para cursos y administración y otros servicios.
Las escaleras, sin embargo, no funcionan como un lugar para sentarse, ya que la mayoría de los usuarios prefieren ingresar al bloque principal a través de las escaleras internas, que también están abiertas. La calle interior comenzó a jugar un rol de encuentro en lugar de la escalera que, desprotegida del sol, se convirtió en un lugar de paso, aunque también en un hito visual del nuevo conjunto, especialmente para aquellos que se mueven por las dos avenidas.
La columnata revestida de azul retranqueada de la línea de la fachada refuerza la impresión de que el volumen blanco flota. Este volumen está cubierto de cerámica blanca y perforado por aberturas muy profundas que remiten a la tradición moderna local que enfatizaba el uso de elementos de mitigación climática que pudieran adaptarse mejor al clima tropical.
A pesar de que la falta de espacio hizo que el volumen en forma de U quedara demasiado cerca de las instalaciones deportivas existentes y no se llevara a cabo el proyecto de paisajismo, no se puede negar que el proyecto recualificó esa zona de la ciudad.
Al igual que el anterior, este COMPAZ también fue muy apropiado para la población, pero tuvo un alcance más amplio. Según datos de la Alcaldía, con poco más de seis meses de funcionamiento, COMPAZ Ariano Suassuna contaba con más de 9.600 usuarios registrados y 54 mil servicios realizados[10]. Los jóvenes viajan desde diferentes puntos de la ciudad en busca de actividades deportivas y formativas, pero también en busca de un espacio para leer y acceder a internet. Las personas mayores que practican aeróbicos acuáticos también son una presencia constante. En esta unidad de COMPAZ, las oportunidades son para fútbol sala, baloncesto, voleibol, jiu-jitsu, tenis, fútbol de campo, natación, gimnasia, danza recreativa, clases funcionales y de ballet, y algunas de estas actividades podrían atestiguarse en las dos visitas realizadas en 2022[11]. Son múltiples los usos y, en consecuencia, los diferentes públicos que lo utilizan.
Reflexiones finales
Desde hace algunas décadas existe un consenso en que los edificios deben ajustarse al contexto, pero en muchas zonas de las grandes ciudades latinoamericanas estos contextos son claramente insatisfactorios en términos de calidad urbana. Esta es una realidad en los casos aquí estudiados, ya sea en una zona densa y sin espacios públicos, como en el primer caso, o en una zona sacrificada por autovías, muros interminables y poca permeabilidad, como en el segundo caso.
Trabajando en situaciones urbanas dispares, a veces en carreteras principales y a veces dentro de una comunidad, los arquitectos tuvieron que interpretar estos diferentes contextos y buscar soluciones creativas para la inserción y el uso de las estructuras existentes. Tuvieron que crear puntos de referencia en el paisaje y, de hecho, grandes escaleras y volúmenes suspendidos. Aunque ajenos a esos contextos, representaban bien la presencia de los poderes públicos en estos ámbitos. Tienen una imagen fuerte, pero al mismo tiempo, han logrado ser abiertos, francos y receptivos con sus usuarios
Las estrategias que guiaron los diseños de los dos edificios mantienen fuertes vínculos con la tradición de la arquitectura moderna brasileña, en particular la forma en que interpretó la tradición clásica. Las escaleras y las columnatas se utilizaban para simbolizar la imagen del poder público, pero también para dar paso a grandes espacios cubiertos. Hay ecos de espacios memorables de la arquitectura moderna como la columnata del Ministerio de Educación y Salud (1936-1943) y en la gran extensión del Museo de Arte de São Paulo (1957-1968), pero, evidentemente, en una escala reducida y con presupuestos extremadamente limitados. En ambos ejemplos, también hay una preocupación por la relación entre llenos y vacíos y por los ritmos en la composición de las fachadas.
Los recortes presupuestales y las vicisitudes de la construcción para las entidades públicas provocaron cambios en los proyectos, falta de detalle y la no ejecución de los proyectos de paisajismo, lo que afectó a la calidad final del complejo, pero el concepto se mantuvo, sobre todo en el primer caso.
Los edificios del programa COMPAZ fueron exitosos porque se insertaron en topografías difíciles, permeadas por otras preexistentes, con las que tuvieron que dialogar, y porque conciliaron diferentes flujos, accesos y particularidades de diferentes usos. La plaza, en el primer caso, y la calle interior, en el segundo, son los espacios más significativos, ya que favorecieron el encuentro y la integración entre los diferentes públicos, habiendo sido apropiados por los usuarios con una serie de usos imprevistos. Son espacios donde la comunidad local puede reunirse, comunicarse entre sí en igualdad de condiciones, algo que parece difícil en la ciudad. La gran sombra es una condición fundamental para ello. En este sentido, parece que el primer caso tuvo más éxito debido a que se encuentra en una gran comunidad que puede acceder a ella rápidamente, mientras que, en el segundo caso, la llegada de usuarios de partes más lejanas hace que este acercamiento sea más lento.
Los edificios necesitan tener su coherencia interna, expresada a través de una imagen de orden e integridad, pero necesitan establecer interacciones con la calle, lo que puede llevar a concesiones y adaptaciones que pueden comprometer esta misma imagen. Sabemos que los edificios por sí solos no pueden crear urbanidad, pero pueden ayudar a fomentarla. Esto nos pareció claro en los ejemplos estudiados, en la medida en que ofrecen espacios que pueden acercar a las personas y hacer legible esta convivencia. Al crear el gran vacío de Santa Terezinha (o la calle cubierta abierta al barrio de Cordeiro), los arquitectos hicieron importantes contribuciones al entorno inmediato
Estos complejos forman parte de una estrategia para mejorar la calidad de vida de la población necesitada que vive en el entorno, ofreciendo una serie de servicios públicos y actividades de ocio y cultura. De hecho, los datos apuntan a una reducción de la tasa de homicidios[12] y a una mejora del rendimiento escolar en estas zonas, lo que demuestra que la arquitectura también puede contribuir a satisfacer las demandas sociales (Rȇgo, 2018, pp. 23-26). Si las intervenciones urbanas llevadas a cabo en las décadas de 1970 y 1980 en la ciudad de Curitiba en Brasil sirvieron de inspiración inicial para la transformación de las ciudades colombianas a partir de la década de 1990, desde la última década estas últimas han sido un referente para otra ciudad brasileña, mostrando la necesidad del intercambio de experiencias entre estas ciudades latinoamericanas que enfrentan problemas similares.
Agradecimientos
Agradecemos a la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Recife, al arquitecto Roberto Montenzuma y a la diseñadora Débora Echeverría por su acceso a los edificios y por la información proporcionada.
Referencias bibliográficas:
Capillé, C. (2017). Arquitetura como dispositivo político. Revista Prumo, 2(3). Recuperado de http://periodicos.puc-rio.br/index. php/revistaprumo/article/view/325.
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Notas
Los datos son de G1 en colaboración con el Foro Brasileño de Seguridad Pública y el Centro de Estudios de la Violencia de la USP. https://g1.globo.com/monitor-da-violencia/noticia/2022/02/22/am-tem-a-maior-taxa-de-mortes-violentas-do-brasil-sp-tem-a-menor.ghtml
https://g1.globo.com/pe/pernambuco/noticia/2023/03/01/pernambuco-tem-maior-numero-de-mortes-violentas-por-100-mil-habitantes-no-brasil-e-registra-aumento-de-assassinatos-em-2022.ghtml
Notas de autor
ORCID: 0000-0002-1387-4036
fernando.moreira@ufpe.br
Información adicional
CÓMO CITAR: Diniz
Moreira, F. (2023). Creando urbanidad a través del vacío: los complejos COMPAZ
en Recife, 2016-2021. A&P Continuidad, 10(19), doi: https://doi.org/10.35305/23626097v10i19.442
Enlace alternativo
https://www.ayp.fapyd.unr.edu.ar/index.php/ayp/article/view/422 (html)