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Editorial
Ciencia, Tecnología y Política, vol. 7, núm. 12, 2024
Universidad Nacional de La Plata

Editorial

Ciencia, Tecnología y Política
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 2618-2483
ISSN-e: 2618-3188
Periodicidad: Semestral
vol. 7, núm. 12, 2024

Desde el comienzo del gobierno de Javier Milei, la ciencia y la tecnología en Argentina están pasando por uno de los peores momentos de su historia. Esto forma parte de una situación más general, muy grave, que está viviendo el pueblo argentino. Porque el actual gobierno está haciendo un daño enorme a los trabajadores, a los jubilados, a los empleados estatales y a todos los sectores de la sociedad que considera población sobrante, descartable, de una manera que no se había visto nunca antes. En el marco de una remarcación desenfrenada de precios, sobre todo de alimentos, sin ningún control del Estado, la devaluación de casi el 120% de diciembre y el brutal ajuste económico que la siguió, basado esencialmente en recortes a las pensiones, jubilaciones y transferencias a las provincias y en el congelamiento de salarios, pulverizaron en estos seis meses el poder adquisitivo de la mayoría de la población. A esto se suman los despidos del sector público, la paralización de la construcción, la caída de la actividad en la industria y una política exterior de sumisión colonial y de entrega absoluta de la soberanía nacional. En el paroxismo de su desprecio y crueldad hacia los que menos tienen, este gobierno esconde y deja que se pudran cinco mil toneladas de alimentos, antes de entregarlos a los comedores populares, donde chicos y grandes están pasando hambre. Como decíamos en editoriales anteriores, la distopía imaginada se ha hecho realidad y un gobierno payasesco y cruel, que promociona la injusticia y reivindica los peores sentimientos y valores de la sociedad, nos está llevando vertiginosamente a la destrucción de la Argentina como nación.

En el sector CyT, como lo señala la Mesa Federal por la Ciencia y la Tecnología, se está cometiendo un verdadero cientificidio.1 Las principales medidas que han impactado con mayor inmediatez y dureza están relacionadas, en primer lugar, con la disminución de recursos en todos los organismos de CyT y el ahogo presupuestario de las universidades públicas, que han visto reducido en más de un 50% en términos reales sus partidas de funcionamiento. El gobierno está incumpliendo además la Ley 27.614, que establece el incremento progresivo y sostenido del Presupuesto Nacional destinado a la CyT. Por otro lado, la Subsecretaría de Ciencia y Tecnología, que está a cargo de algunas de las funciones del ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, ha paralizado o disuelto todos los programas que llevaba a cabo el MINCyT y en el primer semestre ejecutó menos del 2% de su presupuesto anual. Asimismo, la inflación interanual del 280% ha licuado los fondos para funcionamiento transferidos a los institutos y centros de investigación. Los salarios del personal del sector (científicos, técnicos, becarios y administrativos), ya de por sí bajos al inicio de esta gestión, han perdido más del 25% de su poder adquisitivo en los últimos seis meses. Se ha despedido a más de 200 empleados administrativos que cumplían funciones esenciales y hay aproximadamente 1.200 más cuyo vínculo laboral podría culminar el 30 de junio. El CONICET redujo el número de becas doctorales de este año a menos del 50% (de 1300 a 600) y los nuevos ingresos a las carreras del investigador y personal de apoyo se encuentran paralizados. Huelga decir que estas políticas están alentando muy fuertemente una nueva fuga de cerebros. Hay, además, una indefinición presupuestaria para la continuidad de proyectos de desarrollo nuclear como el CAREM, el RA-10 y el plan de medicina nuclear. Por otra parte, si se diera curso a la “Ley Bases” que, al momento de escribir estas líneas, tiene media sanción en el Congreso, se dejaría en manos del Poder Ejecutivo Nacional, entre otras medidas, la facultad de modificar las funciones, reorganizar y disolver, total o parcialmente todos los organismos descentralizados, entre los cuales se encuentran gran parte de las instituciones de CyT. Como lo señalaron en la carta enviada al presidente Milei los 68 premios Nobel de ciencias:

El sistema argentino de ciencia y tecnología se acerca a un peligroso precipicio y nos desesperamos ante las consecuencias que esta situación podría tener tanto para el pueblo argentino como para el mundo.2

En términos similares se ha expresado recientemente la Red Argentina de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (RAICYT), así como empresarios y cámaras de PyMEs del país, entre otros sectores.

El cientificidio que se está llevando a cabo tiene un objetivo muy claro. Milei y su gente, como ellos bien lo dicen, buscan “destruir el Estado desde adentro”. Y para ello se proponen eliminar de raíz la identidad y las capacidades acumuladas por el estado argentino a lo largo de su historia en materia de leyes y derechos laborales, educación, salud, ciencia y tecnología, política previsional, entre otras. Si en algún momento esta situación cambia y asume, como ha ocurrido en otras etapas del país, un gobierno que tenga al menos una mínima perspectiva de desarrollo más industrialista y soberana, el objetivo del gobierno actual es que sea imposible, o al menos muy difícil, reconstruir estas capacidades que tiene la Argentina y poner en práctica derechos elementales. Por ello, el ataque al sistema científico tecnológico argentino es el ataque a sus capacidades desarrolladas y a sus potencialidades para construir un país más justo, equitativo y soberano.

El proyecto que impulsa el gobierno de Milei no necesita de la ciencia y la tecnología porque se propone convertir a la Argentina en un país de economía primarizada, que en el mapa geopolítico mundial y de América Latina posibilite los negocios de los sectores de poder locales transnacionalizados y las empresas multinacionales con intereses en energía, minerales, alimentos y otros recursos naturales. Un complejo CyT como el que, con contradicciones y dificultades, ha logrado construir la Argentina representa un impedimento para la consolidación de este proyecto.

Para poder llevar a cabo esta tarea, Milei y sus seguidores hacen uso además de la mentira, la provocación y la designación de personajes en instancias y organismos del sector, muy bien pagados por cierto, pero sin experiencia, aptitudes, ni voluntad, para ejercer las funciones para las que son nombrados. Tal el caso de la designación de Lilia Lemoine como 1ª secretaria de la Comisión de Ciencia y Técnica de la Cámara de Diputados de la Nación, quien ha asegurado, entre otras manifestaciones, que la Tierra es plana, duda de que el hombre haya llegado a la Luna y ha difundido teorías conspirativas sobre el coronavirus.3 Este personaje se fotografía con el presidente del CONICET, Daniel Salamone, quien festeja su designación y es capaz, como lo ha demostrado, de censurar publicaciones de becarios e investigadores del organismo si se lo ordenan, de mentir sobre el presupuesto del organismo (como lo señaló la RAICYT) y sobre la productividad de sus investigadores. O de vanagloriarse del ajuste que está llevando a cabo en el CONICET con los despidos de empleados y la reducción de las becas doctorales.4 Con estas acciones los funcionarios de Milei buscan amedrentar, dilatar respuestas y distraer la atención sobre la magnitud del daño que se está produciendo en el sector. Estos personajes pretenden que se validen esas conductas, las mentiras y los exabruptos del gobierno al que pertenecen, basándose en una presunta legitimidad democrática por el hecho de haber ganado las elecciones en segunda vuelta. Sin embargo, como bien se ha dicho, gobernar es otra cosa. Por eso, en el caso del presidente del CONICET, cabe preguntarse si la comunidad de CyT nacional debe aceptar, y más aún naturalizar, como está ocurriendo, que uno de sus integrantes sea el responsable de tomar medidas que efectivicen la destrucción del organismo. Por el contrario, creemos que es necesario poner un límite a quienes, siendo integrantes de la comunidad científica, habiendo usufructuado de la universidad pública y realizado sus carreras pagadas por el estado argentino, presten abierta y desembozadamente su concurso para la destrucción de la ciencia y la tecnología del país. Más allá del hecho político que representa exigir su inmediata renuncia, creemos que se trata de un imperativo ético.

Está claro que el sector de ciencia y tecnología en Argentina no se puede salvar solo. No hay posibilidades de modificar esta situación si no es en conjunto con aquellos sectores de la sociedad que, o porque no votaron a este gobierno o porque comienzan a darse cuenta que está llevando el país a su disolución, estén dispuestos a ponerle un límite a la actual situación. La extraordinaria marcha en defensa de la universidad pública y gratuita que tuvo lugar el 23 de abril es un claro ejemplo del camino a seguir, así como las movilizaciones y paros emprendidos por las centrales sindicales y movimientos de trabajadores. Porque lo que está en juego en esta etapa histórica de la Argentina es la existencia del país como nación y la posibilidad de un futuro digno para las próximas generaciones.

En lo que respecta a CTyP queremos compartir con nuestros lectores la triste noticia del fallecimiento de Manuel Marí, integrante del comité académico de nuestra revista y miembro fundador de la Red PLACTS. Oscar Galante y Nancy Pérez realizan en este número una cálida semblanza de este querido compañero y amigo.

Entrevistamos en esta ocasión a Miguel Benasayag, médico argentino y doctor en psicología, residente en Francia, quien aborda diversos aspectos de las relaciones entre tecnología, neoliberalismo, subjetividad y política y nos presenta un inquietante panorama vinculado con la delegación masiva de funciones del cerebro a las máquinas.

Diego Hurtado, integrante del Comité Académico de CTyP, realiza un análisis de la evolución del sector científico-tecnológico en Argentina durante las cuatro décadas de democracia (1983-2023) y su interrelación con dos proyectos de país en pugna. En este marco, propone la necesidad perentoria de definir qué políticas de CyT necesita la Argentina para acompañar un Proyecto Nacional basado en un sendero de desarrollo sostenible, democrático, con inclusión, equidad, trabajo digno y soberanía.

Diego Martín Cúneo discute la reformulación europea del enfoque de Políticas Orientadas por Misiones y, mediante un análisis del caso argentino, muestra las limitaciones e incompatibilidades de este nuevo enfoque para ser trasladado acríticamente a países periféricos y semiperiféricos.

Partiendo de una revisión de la literatura sobre ciencia e innovación abierta y colaborativa, Mariano Fressoli y Adrian Smith reflexionan acerca del papel que deberían tener los actores emergentes en un nuevo marco de innovación y de cómo co-crear con ellos una pluralidad de modelos en torno a formas de desarrollo más democrático, justo y sustentable.

Diego Aguiar y Fernando Svampa utilizan un enfoque socio-histórico para analizar la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico del CONICET en el periodo 1983-2016 y realizan sugerencias para mejorarla.

Facundo Rodríguez aborda la problemática de la comunicación pública de las ciencias proponiendo la utilización de controversias sociocientíficas como una estrategia para brindar una imagen más realista, humanizada y contextualizada de la producción del conocimiento.

Enzo Scargiali y Santiago Sosa nos presentan una reconstrucción de la trayectoria del Instituto de Investigaciones Bioquímicas, Fundación Campomar de Buenos Aires, Argentina, entre 1943 y 1983.

Con el objetivo de darle a la revista una perspectiva más federal incorporamos, a partir de este número, una nueva sección denominada Políticas de Ciencia y Tecnología Provinciales y Regionales. Marita Benavente inaugura esta sección analizando la trayectoria de la política científica en la provincia de San Juan, a partir de la creación, en el año 2012, de la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación Provincial.

En la sección Trabajos de cursos CTS y otras contribuciones, presentamos dos artículos. Uno elaborado por Raúl Carnota que da cuenta de las principales características de la supercomputadora Clementina XXI, instalada en el Centro de Datos del Servicio Meteorológico Nacional y nos brinda un breve recorrido histórico del desarrollo de la computación académica en Argentina. El otro artículo, de Martin Moretti, realiza un análisis de la tecnología espacial de Argentina desde una perspectiva sistémica a través de sus diversos desarrollos en cohetería y satélites desde 1960 hasta la actualidad.

Para la sección Fragmentos, seleccionamos parte de una entrevista a Elisa Frota-Pessoa, destacada física experimental brasileña y una activa promotora del desarrollo científico y tecnológico de su país. Cerramos este número con la habitual sección Recomendados y Clásicos.

Agradecemos a la Universidad Nacional de La Plata, a Devp S.A., a Open Computación S.A, a ATE Provincia de Buenos Aires y a todos los colegas y amigos que colaboraron económicamente, en este difícil momento del país, para que pudiéramos hacer posible la edición de este nuevo número de CTyP. Reiteramos finalmente, como es habitual, nuestro agradecimiento a la Coordinación General de Revistas de la UNLP y al Portal de Revistas de esa Universidad, que sostiene la plataforma informática sobre la que trabajamos.



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