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Testimonios de la imaginación técnica popular en las cartas al Presidente Juan Domingo Perón (1946-1955)
Testimonies of popular technical imagination in letters to President Juan Domingo Perón (1946-1955)
Testemunhos da imaginação técnica popular nas cartas ao Presidente Juan Domingo Perón (1946-1955)
Ciencia, Tecnología y Política, núm. 10, e094, 2023
Universidad Nacional de La Plata

Artículos

Ciencia, Tecnología y Política
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 2618-2483
Periodicidad: Semestral
núm. 10, e094, 2023

Recepción: 07 Marzo 2023

Aprobación: 03 Abril 2023

Resumen: Se presenta una primera aproximación a la reconstrucción de las formas en que las clases populares en la Argentina consumieron, imaginaron y experimentaron con la ciencia y la tecnología de mediados del siglo XX, en el marco de lo que algunos autores han llamado la “imaginación técnica popular”. El artículo presenta un breve recorrido temático de un archivo epistolar que contiene cientos de cartas con ideas, diseños y supuestos descubrimientos científicos y tecnológicos que, durante los años del primer peronismo, las clases populares pusieron a disposición del Estado.

Palabras clave: Imaginarios sociales, cultura popular, historia de la ciencia, peronismo.

Abstract: This is a first approximation to the ways in which popular classes in Argentina consumed, imagined, and experimented with science and technology in mid-twentieth century, within the framework of what some authors have called “popular technical imagination”. The article presents a brief thematic overview of an epistolary archive containing hundreds of letters with ideas, designs, and alleged scientific and technological discoveries which were made available to the State by popular classes during the first Peronist period.

Keywords: social imaginaries, popular culture, history of science, peronism.

Resumo: Neste presente artigo, abordaremos as formas como as classes populares na Argentina consumiram, imaginaram e experimentaram a ciência e a tecnologia em meados do século XX, no quadro do que alguns autores chamaram de "imaginação técnica popular". O artigo apresenta uma breve visita temática a um arquivo epistolar contendo centenas de cartas com ideias, desenhos e supostas descobertas científicas e tecnológicas que foram colocados à disposição do Estado pelas classes populares durante o período do primeiro peronismo.

Palavras-chave: Imaginário social, cultura popular, história da ciência, peronismo.

Introducción

Este artículo busca sintetizar los avances de un proyecto de investigación abocado a la reconstrucción de las formas en que las clases populares de la Argentina consumieron, imaginaron y experimentaron con la ciencia y la tecnología en las décadas del cuarenta y el cincuenta. Desde esta perspectiva, las políticas de Estado y las intervenciones públicas de científicos e intelectuales son elementos relevantes pero secundarios, priorizándose en cambio la descripción de aquellos imaginarios sociales que permiten interpretar, codificar y dar sentido a las transformaciones científicas y tecnológicas de la época por fuera de los ámbitos académicos y especializados (Baczko, 2005).

Para ello, primero se presentarán brevemente aquellos estudios que, enfocados en otros períodos de la historia argentina, ya han avanzado en esta dirección y con los cuales esta investigación dialoga de forma constante. Luego se describirán algunas de las particularidades del período 1946-1955. Particularmente, en lo que respecta a su inserción en una historia de la ciencia nacional de más largo plazo y, más específicamente, en relación a la conformación de un archivo de cartas enviadas por la ciudadanía al entonces presidente Juan Domingo Perón que permite reconstruir una historia de la inventiva popular desde la voz de los propios actores. Finalmente, en la última sección del artículo se recuperarán las líneas más generales del análisis de este archivo epistolar, y del diálogo que el mismo entabló con la prensa, la ficción, los mitos, los miedos y los desarrollos científicos y tecnológicos de su época.

Historia social y cultural de la ciencia y la tecnología en Argentina

La investigación referida a lo imaginario es, por definición, una tarea de carácter interdisciplinario (Altamirano, 1990). En su aplicación a una historia social y cultural de la ciencia y de la técnica, esto puede observarse en la fuerte impronta de la crítica literaria y en el análisis de la prensa en los estudios sobre el tema. En no menor medida, esto se debe al impacto que tuvo sobre el campo la producción pionera de Beatriz Sarlo (2004 [1992]). De acuerdo al planteo de la autora, si los imaginarios sociales representan las bases intelectuales de la acción colectiva, la imaginación técnica se concentra en acciones antes reservadas al ámbito privado, que recién en una coyuntura específica de la historia de Buenos Aires habrían adquirido su carácter colectivo. Una inventiva popular previamente condenada al anonimato y el fracaso comercial, pero que en las décadas del veinte y el treinta construye un público lector, un mercado de consumo, organizaciones de aficionados e instituciones como el Círculo Argentino de Inventores. Y que, en no menor medida, construye también un nuevo tema de la literatura. Así, negado el acceso a los ámbitos académicos y el éxito comercial, los inventores retratados por la pluma (y en parte, por las propias biografías) de Roberto Arlt y Horacio Quiroga compensan esta ausencia mediante el recurso a un saber técnico adquirido en manuales e instructivos, en libros de texto y revistas de circulación masiva, en el taller doméstico y el empleo industrial, en la práctica de la prueba y el error.

Lo que Sarlo observa en estos casos es un discurso en el que los elementos emergentes de la modernidad no integran todavía un continuum, sino que funcionan a modo de avanzada cultural, como un conglomerado de sentidos no sistemáticos, fragmentarios y con un alto contenido mítico, que hacen posible el procesamiento social del cambio tecnológico. Son esos “saberes de los pobres, esa mezcla desprolija de discursos sobre química e ingeniería, metalurgia y electricidad, geografías exóticas y visiones que anuncian la metrópolis futura”, lo que la autora reúne bajo el concepto de “imaginación técnica popular” (Sarlo, 2004 [1992], p. 9). Esta aproximación a la temática demostraría, en los años siguientes, ser particularmente productiva en su capacidad para inspirar nuevas investigaciones.

Miguel de Asúa y Diego Hurtado (2006), por ejemplo, retomaron la problemática del impacto de la teoría de la relatividad sobre la ciencia y la cultura de las primeras décadas del siglo XX para analizar en perspectiva comparada las formas de recepción (científica, intelectual, periodística, artística, literaria, popular) de esta teoría en Argentina y los principales centros científicos a nivel mundial. Sandra Gasparini (2012) focalizó su estudio en la Buenos Aires de los años 1870-1910, período central a una institucionalización de la ciencia en el país que la autora relaciona, a su vez, con el surgimiento de una fantasía científica capaz de “soñar una mitología de la ciencia” al alcance de los no-iniciados y de ofrecer una lectura crítica de la imagen “oficial” de la Argentina moderna. Soledad Quereilhac (2016) trabajó sobre el mismo período, pero su recorte ya no está atado al proceso local de institucionalización de la ciencia. Su trabajo se centra en las transformaciones de los cimientos de toda una concepción “mecánica” o sensitiva del mundo, puesta en cuestión a partir de las nuevas teorías científicas de comienzos del siglo XX y reflejada en las pretensiones científicas del espiritismo, el magnetismo animal, la parapsicología y la teosofía del entresiglos. Por último, Ana Grondona (2018) ha estudiado el diálogo entre divulgación, ciencia-ficción y debate académico que dio sus caracteres particulares a la forma de imaginar futuros posibles en la Argentina de la década de los setentas.

Los autores y autoras citados previamente no pretenden agotar en forma exhaustiva un estado de la cuestión sobre los estudios de los imaginarios científicos en la Argentina, sino mostrar los trazos más gruesos de una línea de investigación que combina con éxito la historia cultural, la historia intelectual y la crítica literaria para ofrecer lecturas complejas sobre las formas en que la ciencia se vivió e imaginó más allá de los ámbitos académicos y especializados. Un estudio de estas características también puede aplicarse a las décadas del cuarenta y el cincuenta, momento en el que se multiplican las voces que participan del debate público sobre la ciencia y la tecnología, se reconfiguran las relaciones entre Estado y comunidad científica, y se transforman las formas mismas de concebir la labor científica. Transformaciones globales todas ellas, en la Argentina se encontraron mediadas por las políticas públicas del peronismo, que supo imprimir a este proceso muchas de las particularidades que se observan en el caso argentino.

Nuevas aproximaciones a la relación del peronismo con la ciencia y la tecnología

Si hasta hace relativamente pocos años no se contaba con investigaciones como las antes mencionadas para el período peronista, en parte esto se debe al lugar (o no-lugar) tradicionalmente otorgado al período 1946-1955 en las historias de las ciencias en Argentina. Con muy pocas excepciones, durante toda la segunda mitad del siglo XX fue dominante una interpretación sobre la relación peronismo-ciencia ya no en clave crítica, sino más bien en clave de antinomia. En trabajos previos se ha argumentado que, hasta comienzos del presente siglo, la historia de la ciencia durante el período había sido descartada a priori como un no-tema por parte de una historiografía que veía en el peronismo un movimiento político invariablemente enfrentado a toda expresión de la “alta cultura” (Comastri, 2022). Este problema se complementaba con un acercamiento a la historia de las universidades y otras instituciones científico-académicas organizado alrededor de diversas expresiones de lucha, persecución y resistencia eminentemente políticas, que suponía a las voces autorizadas de la ciencia en un extremo y a un peronismo monolítico en el otro. A pesar de avances recientes, se podría argumentar que esta clave interpretativa centrada en el conflicto político subsiste aún al día de hoy, tanto en estudios de caso específicos (Benente, 2019), como en trabajos de síntesis sobre la historia de la universidad en la Argentina (Buchbinder, 2005).

Parte de la renovación en los estudios sobre el peronismo experimentada en las últimas décadas, sin embargo, ya ha demostrado lo artificial de esta imagen del monolito peronista y, en ese mismo proceso, ha abierto nuevos temas de investigación antes considerados carentes de cualquier valor historiográfico. Así, una revisión de la relación ciencia-peronismo permitió recuperar y jerarquizar las políticas públicas y experiencias institucionales del período 1946-1955 a través de trabajos como los de Federico Neiburg y Mariano Plotkin (2004), Diego Hurtado (2010) o Adriana Feld (2015). Estos estudios resultan interlocutores privilegiados para una historia cultural de la ciencia como la que aquí se propone, pero por otra parte no dejan de ser historias de más largo plazo (1930-2000, en el caso del libro de Hurtado; 1943-1983, en el de Feld) en las que el primer peronismo representa apenas un capítulo, y que, por lo tanto, pueden ser sometidas a lecturas que tiendan a privilegiar las continuidades con períodos previos y posteriores, diluyendo las particularidades y excepcionalidades propias de la experiencia peronista. Una de cuyas características particulares fue, justamente, el fluido diálogo que estableció con la cultura popular también en lo que respecta a las políticas en ciencia y tecnología.

Para reconstruir este diálogo, se ha analizado el universo de cartas recibidas, procesadas y respondidas por la Secretaría Técnica de la Presidencia (STP). Este organismo, sucesor del Consejo Nacional de Posguerra, fue creado en 1946 para centralizar los servicios de estadística y de ordenamiento económico-social (entre ellos, la redacción de los Planes Quinquenales), y desde 1949 funcionó bajo la órbita del nuevo Ministerio de Asuntos Técnicos. Si bien las cartas de la ciudadanía ya llegaban espontáneamente a distintas dependencias estatales desde el comienzo del gobierno peronista, su tratamiento burocrático fue parte de una política gubernamental apuntada a recopilar ideas, proyectos y reclamos de la ciudadanía a ser incluidos en el Segundo Plan Quinquenal (proyectado para el período 1953-1957, pero interrumpido en 1955 a causa del golpe de Estado contra el gobierno de Perón). Cuando en diciembre de 1951 el propio Perón hizo pública esta convocatoria a través de radios, periódicos y revistas, además, el número de iniciativas aumentó de una manera significativa.

Este archivo epistolar ha sido trabajado previamente por otros autores, desde perspectivas y recortes temáticos diversos. Así, Favio Josin (2004) y Rosa Aboy (2004) han analizado, respectivamente, aquellas demandas sociales apuntadas al problema de la salud y de la vivienda, mientras que Omar Acha (2008) ha utilizado este archivo para observar la construcción de lazos sentimentales entre los autores y autoras de las cartas y su destinatario, el presidente Perón. Por su parte, Eduardo Elena (2011) se ha concentrado en las diversas problemáticas ligadas al consumo popular y su relación con la planificación peronista. Y finalmente, Donna Guy (2017) ha incluido esta correspondencia en un corpus mayor, que contiene también las misivas enviadas a la Fundación Eva Perón, recomendaciones para la reforma constitucional de 1949 y otras, y que busca recuperar la importancia que la práctica epistolar tuvo en la construcción del “carisma peronista” de Juan y Eva Perón.

Este archivo contiene más de 20.000 cartas con pedidos de trabajo y obra pública, mensajes de apoyo y de denuncia, sugerencias, ideas y reclamos de política pública. Sobre este total, el programa de investigación aquí presentado identificó alrededor de 500 misivas con ideas, proyectos, teorías y modelos que dan cuenta de la imaginación técnica popular del período. Estas cartas provenían de los más variados sectores sociales y de todas las provincias y territorios nacionales. Sin obviar esta diversidad de orígenes, se utilizará en adelante la noción de cultura popular con plena conciencia de los abusos y polémicas de los que ha sido objeto en las últimas décadas, y reconociendo que, tal como indica Jaques Revel (2005), su definición más clara continúa operando desde la negativa, es decir, desde aquello que la cultura popular no es. Para el caso que nos ocupa, no es la cultura universitaria, aún muy restringida en la Argentina de la época, ni es la del diletante de clase alta, cuyos hábitos de lectura y consumo no son los del mercado de masas, ni su principal medio de expresión la correspondencia con el Estado peronista.

A través del estudio de este archivo epistolar y de su contraste con otros discursos públicos con los que el mismo dialoga (prensa, publicidad, propaganda, ficción, intervenciones de científicos e intelectuales, etc.) será posible, entonces, observar el universo de objetos, problemas y mitos que dieron forma a un particular modo de imaginar la ciencia “desde abajo”. Y, en el mismo proceso, llenar de contenido efectivo esta categoría del “abajo” (Cerutti, 2015).


Imagen 1
Representación de las posibles aplicaciones de un nuevo motor de aire comprimido
Fuente: Archivo General de la Nación, Fondo Secretaría Técnica, Caja 91, Iniciativa 18978

Temas, obsesiones y fantasías de la imaginación técnica popular durante el primer peronismo

En el diálogo entre los espacios académicos/especializados y los imaginarios populares cumplen un rol fundamental las figuras de los mediadores culturales. Figuras que ponen su propio capital intelectual y científico al servicio de la divulgación o que actúan como voceros de inquietudes sociales más amplias. Con las especificidades de cada caso, muchas de las autoras analizadas en la primera sección de este texto han construido sus investigaciones alrededor de estas figuras: Roberto Arlt y Facundo Quiroga en el caso de Sarlo, Eduardo Holmberg en los trabajos de Gasparini y Quereilhac, Oscar Varsavsky en el de Grondona. Para los objetivos de esta investigación (Comastri, 2014), la obra de Héctor Germán Oesterheld puede ser leída en la misma clave. A la vez egresado de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y guionista de historietas de consumo popular, Oesterheld utilizó la ficción como un vehículo para una forma de divulgación científica que tiene uno de sus ejemplos más claros en la serie Bull Rockett, promocionada justamente como “la historieta científica”. La energía atómica como panacea y a la vez como amenaza universal, el nuevo fenómeno de los platillos voladores, los avances en la aviación y la cohetería, la exploración de geografías exóticas, las conspiraciones internacionales y las posibilidades de la telepatía; todos estos elementos están presentes en los guiones de Oesterheld, que utiliza la voz del protagonista de su serie para explicar a un público masivo las posibilidades, los mitos y los últimos avances de la ciencia y la tecnología modernas. La relevancia de esta operación se hace aún más clara cuando se constata la coincidencia de estas temáticas con las ideas y proyectos populares que, en ese mismo momento, estaban llegando a las oficinas de la STP.

Las cartas en sí mismas son extremadamente variadas, abordando desde comentarios sobre noticias del ámbito científico y teorías de elaboración propia, hasta proyectos bosquejados en planos y esquemas, o incluso prototipos ya terminados de nuevas maquinarias, cuyas fotografías muchas veces se adjuntan a las cartas dirigidas a Perón. La única constante a todo el archivo de cartas es la presencia dominante de la voz masculina: apenas un 1% de todas las cartas analizadas son firmadas por mujeres, pero más allá del dato estadístico, en la propia forma de presentar sus ideas y diseños estos inventores populares ponen en juego un conjunto de símbolos y representaciones que hablan de una división sexual del trabajo técnico (Pérez, 2012), y que refuerzan la idea de la imaginación técnica popular como un espacio aún netamente masculino.

Más allá de esto, uno de los primeros elementos a destacar es la capacidad de respuesta de estos imaginarios frente a las noticias y novedades de su tiempo, la inmediatez de su recepción e integración al universo de sentidos y las prácticas de los inventores populares. Un claro ejemplo de esto puede observarse en el surgimiento del fenómeno platillista: es en junio de 1947 que estos Objetos Voladores No Identificados son avistados y por primera vez descriptos en los Estados Unidos como “platillos voladores”; en menos de un mes los diarios locales ya están dando cuenta de avistamientos similares en Córdoba, luego en Balcarce, en Bahía Blanca, Mar del Plata, La Quiaca... Las explicaciones para este nuevo fenómeno no se hacen esperar, y pronto la ciudadanía escribe a Perón ofreciendo teorías, revelaciones místico/religiosas y consejos sobre cómo tratar la problemática (Comastri, 2018a). Las noticias con las que dialogan estas cartas se combinan, además, con los proyectos de exploración espacial que comenzaban a tomar forma a nivel internacional, y las cartas ponen ambos elementos en relación, discutiendo la posibilidad de interpretar el fenómeno platillista como evidencia de vida extraterrestre avanzada.

La mayoría de las cartas apuntadas a esta temática, sin embargo, adhieren a la teoría dominante en la época, que en cambio ve en estos objetos prototipos de nuevos armamentos secretos de las potencias lanzadas a la carrera armamentista de la Guerra Fría. El surgimiento de estos nuevos objetos del imaginario social fue sin dudas un fenómeno de alcance global, que tuvo como epicentro a los Estados Unidos, pero la expresión local de estos objetos culturales tuvo también su especificidad, construida en no menor medida por la promesa de desarrollo y soberanía técnica del gobierno peronista. Así, si los Estados Unidos y la Unión Soviética estaban desarrollando estas nuevas tecnologías, también la Nueva Argentina debía avanzar en este sentido, por lo que son varias las cartas que ofrecen diseños e ideas al gobierno. Una de ellas ha avanzado incluso en la construcción de un primer prototipo de platillo volador que habría sido probado con éxito, y que le vale a su inventor ser caracterizado por un diario local (la carta incluye el recorte periodístico) como un “Soldado Anónimo de las Masas Luchadoras” (Comastri, 2018a, p.51).

Esta capacidad de adaptación a los cambios y novedades de la cultura de masas global permite poner en discusión algunas de las caracterizaciones de la época sobre la cultura popular, especialmente aquellas que la entendían como refugio de la tradición, la “patria profunda” y el “alma de la nación argentina”, íntimamente ligada al territorio. Así, en su libro de 1942, Pueblos abandonados, Alfredo Palacios observaba en los cerros riojanos de Famatina y Velazco el “alma” de la Argentina, “que con su inalterabilidad presentan el aspecto religioso, trascendental del patriotismo” (Halperin Donghi, 2003, p.183). Años después, Juan José Hernández Arregui describía en términos similares las “estructuras geográficas” en las que se “conserva enclavada” una “napa profunda centro-andina” que constituiría la base de sustento de una cultura colectiva nacional “impermeable a la influencia inmigratoria” (Hernández Arregui, 1973, pp.83-88).

Lo que el archivo de la STP muestra, en cambio, es la imagen de un territorio a ser transformado por la técnica moderna (Comastri, 2018b). Trabajadores agrícolas, pequeños chacareros y habitantes de pueblos del interior escriben para proponer nuevas producciones que permitan el desarrollo de regiones atrasadas, ofrecen sus diseños de maquinaria agrícola frente a la imposibilidad de su importación, trazan nuevos cauces para los ríos que atraviesan el país, planifican canales de riego y vías navegables, buscan organizar viajes de exploración a la Antártida e incluso una “Expedición al Sub Suelo” para confirmar o refutar la “doctrina” de Julio Verne en Viaje al centro de la Tierra (Comastri, 2018b, p.143). El territorio allí imaginado no es “inalterable”, ni “impermeable” a la influencia extranjera, ni se encuentra determinado únicamente por el pasado. Estas iniciativas, en cambio, disputan la idea de la modernidad como un atributo netamente urbano: los frutos de la técnica ya no son propiedad exclusiva de la gran ciudad, desde donde el “progreso” irradiaría, sino que la representación de la ciencia y la técnica modernas como transformadoras de las condiciones materiales de vida y de ocupación del territorio se han nacionalizado, expresándose con formas específicas desde, y en relación con, el “interior” argentino.

La temática del territorio se relaciona de forma estrecha con otro conjunto de iniciativas, muy numerosas, apuntadas a las tecnologías del transporte en una época en que las mismas atravesaban un proceso de cambio profundo (Comastri, 2018c). En este sentido, resulta interesante observar cómo la experiencia y los recursos técnicos de estos inventores populares guiaban sus ideas y proyectos. Así, por ejemplo, son muchos los mecánicos que utilizan su experiencia laboral para ofrecer soluciones al problema de la falta de piezas importadas o incluso para proponer mejoras a los modelos que circulan en el mercado argentino. Y son muchos, también, los antiguos empleados del ferrocarril que escriben al Estado con sus sugerencias para la mejora del servicio recientemente nacionalizado.

Pero si en este punto la experiencia laboral resulta importante, no lo es menos la experiencia del transeúnte y el habitante de la gran ciudad. En una época de masificación de la tecnología del automóvil, el tránsito y los accidentes viales se convierten en problemas recurrentes del espacio público. La inventiva popular respondió a este nuevo desafío a través de numerosas iniciativas apuntadas a regular y vigilar el tránsito, ya sea mediante artefactos que registraban velocidad e infracciones para futuros controles policiales (en una especie de “caja negra” que cada automóvil debía llevar), o que directamente denunciaban las faltas con luces y sirenas, mediante “sistemas automáticos para dirigir el tránsito” o con sistemas que detenían los motores de todos aquellos vehículos que pasaran por debajo de un semáforo en rojo (Comastri, 2018c, p.13).

Si en relación al automóvil y el ferrocarril los trabajadores pueden poner en juego su experiencia laboral, frente a los nuevos desarrollos de la aviación comercial el inventor popular es apenas un espectador, y las iniciativas apuntadas a esta temática son escasas. Esta es otra demostración de la autonomía relativa de la imaginación técnica popular en relación a los grandes temas de la agenda pública presentes en la prensa, la literatura y la industria cultural. Algo similar ocurre frente al desarrollo de la energía atómica (Comastri, 2018d): aun cuando estos avances se encuentren en la primera plana de diarios y revistas, sirvan de inspiración para el cine y la literatura, o sean motivo de encendidos debates en la arena pública, el hecho es que los mismos resultan inaccesibles para las posibilidades técnicas del taller hogareño montado en un altillo o un cuarto del fondo. Así, las promesas de la energía atómica pueden llamar la atención de quienes escriben, pero raramente se traducen en iniciativas concretas.

Conclusiones

Las páginas precedentes buscaron ofrecer una síntesis de un programa de investigación abocado a la imaginación técnica popular durante el primer peronismo. El mismo dialoga con otros estudios de caso, pero ofrece uno de sus principales aportes a través del archivo de cartas que inventores populares y pensadores autodidactas dirigieron a Perón con motivo de la preparación del Segundo Plan Quinquenal. Por ese motivo, se ha buscado presentar algunas de las temáticas que lo atraviesan, a modo de ejemplo, como una forma de ofrecer al lector un primer acercamiento a un acervo documental extremadamente heterogéneo y aún abierto a nuevas lecturas e interpretaciones.

Por motivos de espacio, no se ha hecho referencia a los cruces que podrían realizarse, a partir de este archivo, con las discusiones en torno a la productividad, que caracterizaron a la segunda presidencia de Perón (Comastri, 2020a), ni con una reflexión sobre la imaginación técnica popular en una más larga duración, que excede largamente el período 1946-1955 (Comastri, 2020b). La continuación de esta agenda de investigación, sin embargo, se enriquecería a partir de su inserción en debates más amplios sobre la relación entre políticas científicas y cultura popular, ya presentes en los programas del Partido Socialista argentino de fines del siglo XIX (Barrancos, 1996), y todavía relevantes en la elaboración de tecnotecas que reúnen los saberes digitales de los jóvenes en el siglo XXI (Zukerfeld et al., 2022).

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