Artículos
Fanzines y autogestión como estrategia y sentido. Un estudio en la provincia de Mendoza (2015-2020)
Fanzines and self-production as strategy and meaning. A study in the province of Mendoza (2015-2020)
Fanzines e autogestão como estratégia e sentido. Um estudo na província de Mendoza (2015-2020)
REVCOM. Revista científica de la red de carreras de Comunicación Social
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 2451-7836
Periodicidad: Bianual
núm. 13, e068, 2021
Recepción: 09 Agosto 2021
Aprobación: 06 Diciembre 2021
Resumen: La publicación de fanzines en Mendoza se encuentra en una etapa de crecimiento, al menos desde 2015, a partir de la confluencia de una serie de procesos y experiencias articuladas por la noción de autogestión. El presente artículo busca responder una serie de inquietudes referidas tanto a las características actuales de este tipo de revista artesanal como a sus potencialidades y límites en tanto modo de producción editorial independiente.
Palabras clave: fanzines, autogestión cultural, autonomía, comunicación comunitaria.
Resumo: A publicação de fanzines em Mendoza está em fase de crescimento, pelo menos desde 2015, a partir da confluência de uma série de processos e experiências articuladas pela noção de autogestão. Este artigo busca responder a uma série de inquietações sobre as características atuais desse tipo de revista artesanal e suas potencialidades e limites como modo de produção editorial independente.
Palavras-chave: fanzines, auto-gestão cultural, autonomía, comunicação da comunidade.
Abstract: The publication of fanzines in Mendoza is in a growth stage, at least since 2015, from the confluence of a series of processes and experiences articulated by the notion of self-management. This article seeks to answer a series of concerns regarding both the current characteristics of this type of artisan magazine and its potentialities and limits as a mode of independent editorial production.
Keywords: cultural self-management, autonomy, community communication.
Introducción
El fanzine es un tipo de revista artesanal, de baja tirada y publicada de manera independiente por sus propios autores, ya sean individuales o colectivos. Se caracteriza por la libertad a la hora de elegir temáticas, formatos y la periodicidad de su publicación. Se trata de una serie de pautas éticas y estéticas que distinguen a la auto publicación, una práctica que se intensifica en ciertos contextos y periodos, pero que ha estado vigente desde que las posibilidades técnicas de reproducción lo hicieron posible.
La variedad de piezas que en la actualidad pueden ser llamadas fanzine, incluye desde hojas fotocopiadas y plegadas, hasta ediciones a color impresas en papel ilustración. La diversidad en la presentación marca diferentes posibilidades de producción y de acceso a recursos, pero también se vincula con los distintos objetivos, urgencias o intenciones perseguidas por quienes publican.
Como se verá, estoy haciendo referencia a formas de producción y publicación analógicas, pero sin desconocer que desde hace años conviven con modos y espacios virtuales y digitales. No se trata de un tema menor, ni secundario. La apuesta por la publicación física cobra nuevos sentidos en este contexto y resulta sintomática de posicionamientos y perspectivas que interesa registrar.
Se trata de una experiencia de publicación autónoma que toma distintas formas, una herramienta de expresión accesible para no-expertos, en tanto se materializa a partir de los recursos con que cuente quien pública. En todo caso, lo que unifica esa variedad de formatos es la apuesta por una comunicación liberada de estándares comerciales y de exigencias estéticas excluyentes.
El fanzine es herramienta, vehículo, medio. También recurso estético, elección productiva. La autogestión como afirmación. Un fanzine orientado al humor, a la producción gráfica experimental, a la crítica literaria, a la producción de narrativas, cada microedición es un gesto singular, inaugural en cierta medida, porque pone en marcha el deseo (Schmied, 2018, p. 26).
Esta apuesta está atravesada por la cuestión de la autogestión una noción muy presente en el circuito, asunto que queda plasmado tanto en las argumentaciones de hacedores, como en textos publicados y en convocatorias para participar en ferias. En principio, podemos definir la autogestión como una estrategia de producción –en este caso, cultural- ligada a espacios o proyectos independientes y autónomos respecto tanto del Estado como del circuito comercial. Si bien, esta noción puede aparecer asociada a perspectivas liberales (el llamado self management o el emprededurismo), me interesa en cambio vincularla con las nociones autonomía (Thwaites Rey, 2004) y procesos de singularización (Guattari y Rolnik, [2005] 2019) a fin de reconocer y valorar su potencialidad en esos términos.
¿Qué perspectivas y miradas sobre la autogestión conviven en el circuito fanzinero local? ¿De qué formas se ponen en práctica? ¿Qué límites encuentra la autogestión en la práctica? ¿Con qué sentidos se produce y publica de manera analógica?
Estas son algunas de las inquietudes que orientaron un trabajo de investigación sobre la producción de fanzines en Mendoza entre 2015 y 2020 –previo a la pandemia- en la que se buscó obtener elementos para responder estas inquietudes a partir de dos elementos principales: discursos (las definiciones y referencias publicadas en los fanzines y obtenidas en las entrevistas) y prácticas (la manera de llevar a cabo la autogestión para la publicación de materiales y la organización de ferias).
Panorama de la producción de fanzines en Mendoza
El actual circuito de revistas artesanales en Mendoza cuenta con una cantidad importante de personas que publican por esa vía (a partir de proyectos individuales o grupales) y que participan y/u organizan encuentros o ferias de diversa envergadura.1 Respecto de las ferias, hay que destacar la centralidad que las mismas poseen en la circulación de materiales, en tanto ámbito privilegiado para su difusión y fuente de recursos para el sostenimiento de los proyectos. Pueden listarse un encuentro específico de fanzines (la Fanzifiera) y una serie de eventos de menor envergadura (Feria de Fuego, Feria DIY entre otras), en la que aquellos conviven con otro tipo de producciones artesanales, como ropa, cerámicas y materiales gráficos. También se encuentran en recitales, marchas y algunos espacios culturales que funcionan como puntos de venta.
Pueden distinguirse distintos tipos de fanzine a partir del contenido que en ellos prevalece. Hay fanzines de ilustración, de narrativas, de militancias y de escenas musicales, entre los principales. Además, se han publicado fanzines que provienen del campo del arte y otros surgidos en el marco de proyectos sociales y educativos desarrollados en escuelas, bibliotecas o en contexto de encierro. Existen numerosas ediciones en las que los contenidos están imbricados, en diálogo, es decir que esta clasificación no es más que una manera de ordenar la vasta producción local de los últimos años (Bravo y Alvarado, 2020).
Vale remarcar que el circuito local de fanzines es activado sobre todo a partir de instancias independientes (ferias en casas culturales) e iniciativas de hacedores (talleres, presentaciones). Se trata de un red -por momentos efímera, siempre informal y dinámica- de iniciativas que se retroalimentan y concretan en espacios físicos adaptados como centro cultural, en sintonía con lo que Alicia Valente (2019) señala para el caso de La Plata.
Para el año 2010, los nuevos espacios que empiezan a aparecer en la ciudad se acercan y se identifican más con la idea de taller abierto, estudio, galería, espacio o casa cultural. Suelen ser lugares más pequeños no solo ediliciamente, sino también con relación a sus actividades e intereses que parecieran más recortados o específicos (ya sea en el tipo de actividades, el público al que se dirigen y las disciplinas que abarcan) (p. 50).
Son escasas las oportunidades en las que se promueve el fanzine desde ámbitos gubernamentales, y nula la intervención del sector privado o comercial. Es decir que, si bien la autogestión aparece muchas veces como única posibilidad, también emerge como una intención, como un posicionamiento frente a modos de producción y lógicas dominantes.
Autogestión, autonomía y singularización
Para abordar las prácticas y discursos sobre autogestión que forman parte del circuito de fanzines en Mendoza, propongo tener en cuenta las perspectivas teóricas que subyacen a los conceptos autonomía y procesos de singularización.
En su estudio sobre los procesos de autonomía emergentes como respuestas a la crisis de 2001, Mabel Thwaites Rey (2004) plantea una primera aproximación a la cuestión.
Autonomía es una palabra bella. Nombra la posibilidad de expresión sin condicionamientos, sin ataduras, sin restricciones, de actuar por voluntad propia y de pensar sin límites. Evoca el campo deseado de la libertad. Casi como su opuesto, la palabra estado se asocia a las fronteras, los obstáculos, los constreñimientos, las imposiciones, la opresión. Es el ámbito temido de la represión. Pero las prácticas concretas en las que se expresan autonomía y estado, libertad y coacción, presentan los matices, las sutilezas, las búsquedas y las contradicciones que conforman el material con que se construye la realidad, en su vital acontecer de materialidades y símbolos diversos (p. 9).
La autora parte de una definición de autonomía que la equipara con la libertad de elección y –por lo tanto- con la puesta en cuestión de algún tipo de autoridad que imponga su voluntad o limite la de otros. El Estado aparece como una figura paradigmática de esa autoridad que, contradictoriamente, garantiza ciertas libertades, bloquea otras, pero en definitiva establece condiciones.
Thwaites Rey (2004) especifica una serie de niveles de autonomía, que resultan importantes para el análisis, más allá de que estén enfocados en procesos más políticos que culturales, con todos los matices que puedan encontrarse en esa forma de presentar los procesos sociales que siempre son complejos:
- Autonomía del trabajo frente al capital, es decir “la capacidad de los trabajadores para gestionar la producción, con independencia del poder de los capitalistas en el lugar de trabajo” (p. 17).
- Autonomía en relación a estructuras de organización que pueden representar intereses colectivos -como partidos políticos o sindicatos-. Hace referencia a la auto-organización como forma de evitar liderazgos surgidos de la delegación de responsabilidades.
- Autonomía respecto del Estado. Implica la “organización de las clases oprimidas de modo independiente de las estructuras estatales dominantes, es decir, no subordinada a la dinámica impuesta por esas instituciones” (p. 17).
- Autonomía frente a las clases dominantes. Es decir “no someterse pasivamente a las reglas de juego impuestas por los que dominan para su propio beneficio” (p. 18).
- Autonomía social e individual. “el proyecto social de autonomía exige individuos autónomos, ya que la institución social es portada por ellos. Entiende a la autonomía individual como la participación igualitaria de todos en el poder, interpretando –a este último término–, en el sentido más amplio” (p. 20).
Si bien existen diferencias evidentes entre las apuestas por la autogestión que sirven de base para el trabajo citado y el tipo de procesos que se da en el ámbito de la auto publicación, es posible derivar de aquellas algunas premisas importantes. La producción de fanzines, en un nivel práctico, posee puntos de contacto tanto en la apuesta por gestionar la producción, como con la auto-organización y la participación igualitaria. A nivel más general, también es posible reconocer posicionamientos independientes respecto del Estado.
Por su parte, Guattari (Guattari y Rolnik, [2005] 2019), ubica la autonomización de un grupo como la “capacidad de operar su propio trabajo de semiotización, de cartografía, de insertarse en el nivel de las relaciones de fuerza local, de hacer y deshacer alianzas, etc.” (p. 65).
Aquí entran en juego no sólo la capacidad de una acción libre sino la de significar la realidad, de definirla y definirse. Posibilidad que debe enfrentarse ni más ni menos que a la “fábrica de subjetividad serializada” del sistema capitalístico –concepto que engloba a las sociedades capitalistas centrales junto a las del Tercer Mundo y a las de los países socialistas, por su modo de producir subjetividades y formas de relación- que garantiza el funcionamiento del sistema.
A esa máquina de producción de subjetividad opondría la idea de que es posible desarrollar modos de subjetivación singulares, aquello que podríamos llamar “procesos de singularización”: una manera de rechazar todos esos modos de codificación preestablecidos, todos esos modos de manipulación y de control a distancia, rechazarlos para construir modos de sensibilidad, modos de relación con el otro, modos de producción, modos de creatividad que produzcan una subjetividad singular (Guattari y Rolnik, [2005] 2019, p. 25).
Dos extremos posibles marcan las opciones para transitar la subjetividad capitalística: alienación y opresión en tanto aceptación pasiva de sus imposiciones; expresión y creatividad como forma oponerle a aquella lo que el autor denomina procesos de singularización enmarcados en la lucha por la reapropiación de los medios de producción y de expresión política.
Desde estas premisas, es posible derivar preguntas orientadas al caso de estudio de este trabajo. ¿La producción de fanzines habilita sensibilidades disidentes? ¿Esa experiencia -definida como autogestiva- permite procesos de singularización?
En lo que sigue, se presentan elementos (discursos y prácticas) surgidos del trabajo de campo que serán puestos a dialogar con estas inquietudes y propuestas conceptuales.
Autogestión, sentidos y significaciones en el circuito local
Como se dijo, la palabra “autogestión” surge de manera reiterada a la hora de describir proyectos, intenciones y posicionamientos. Las publicaciones actuales en las que más presencia tiene, son aquellas que poseen vínculos con el fanzine punk de los 90. Durante aquella época, el fanzine se consolidó en la provincia como medio de comunicación y expresión a partir del impulso que recibió en campos como el de la ilustración, el de la poesía y el de la escena musical hardcore punk. Es allí donde se publicaron numerosas referencias sobre autogestión, tanto a partir de reseñas históricas –en general, las ocurridas en Europa desde mitad del siglo XIX y hasta la guerra civil española- como de crónicas sobre situaciones más cercanas, por ejemplo, el zapatismo mexicano o las fábricas recuperadas en Argentina en plena crisis neoliberal.
Ese proyecto colectivo de búsqueda de autonomía a partir de prácticas autogestivas tiene, en las experiencias históricas que por lo general se citan, un alcance amplio que abarca a la sociedad en su conjunto o a la clase obrera. Vale reconocer que desde mitad del siglo XIX (cuando cristalizaron experiencias de impugnación y transformación del sistema capitalista) a esta parte, las posibilidades de concretar tamaña propuesta se han visto drásticamente reducidas, cuestionadas, puestas en debate. Pero esto no implica la extinción de proyectos autogestivos, sino más bien su persistencia a escala.
Ejemplo de esto podría ser otra de las fuentes de las que surge el concepto autogestión en el circuito local de fanzines y que proviene del punk como movimiento cultural surgido en Inglaterra y Estados Unidos en la segunda mitad de la década de 1970. La consigna “Hazlo tú mismo” (do it yourself o DIY, según sus siglas en inglés) resume esa apuesta por la independencia y la importancia de la práctica misma, más allá de los conocimientos o destrezas requeridos o legitimados.
Entre quienes hoy plantean vías de comunicación expresa con aquellos contenidos y posicionamientos pueden nombrarse los siguientes fanzines: Alien Disidente, Amapola, Sucia, Todo Rompen, Todo, Indómita, Fauna Intestinal, Nomhem Zine entre otros. El concepto autogestión también aparece nombrado, sin mayores desarrollos, pero acompañado de imágenes y palabras que aluden a la organización o la independencia, es decir, como parte de un vocabulario que se asume conocido por los posibles destinatarios del fanzine. Los flyers de las ferias o las invitaciones en redes, también la incluyen de esta forma.
Es decir, si bien no tiene la centralidad que tuvo en otros periodos, siguen existiendo referencias sobre la cuestión de la autogestión en las producciones fanzineras actuales. La mayoría de las veces como un concepto propio de ese circuito, esto es, intuyendo que es conocido y consensuado por quienes forman parte de esa comunidad o participan en algún tramo del circuito.
El repaso de los textos que ofician como notas editoriales en algunos fanzines, ofrece una primera oportunidad para desentrañar posicionamientos y significados atribuidos a la autogestión.
En Denzel Records creemos que el futuro es la autogestión, la lucha constante por liberar nuestra creatividad como artistas de las necesidades del mercado tradicional, porque la situación económica de nuestro país ha causado que la cultura se deje muy de lado por parte de nuestro gobierno, porque la sociedad ve a los artistas no consagrados como gente que está al pedo, que no labura, y porque todos estos problemas repercuten directamente en nuestra cultura, en nuestro arte, dejando condenada a la obra de muchas personas al olvido, a jamás salir a la luz, imagínate cuántas obras de arte, de la disciplina que sea, se han perdido por la falta de difusión, de preservación, o de atención. En fin, nuestra intención es brindar esa atención, crear un espacio de difusión, pero sobre todo de apreciación y admiración, desde nuestro pequeño agujero en un barrio de Guaymallén, con esfuerzo y con los recursos que tenemos, vamos a intentarlo. Gracias a vos por leer y que disfrutes nuestro fanzine! (Denzel Records nº1, noviembre de 2019).
La nota de presentación del fanzine Denzel Records remarca las diferencias con el mercado, las políticas culturales del gobierno y hasta con “la sociedad”, buscando ubicarse como un espacio de difusión y apreciación del arte. La autogestión, es aquí, una “lucha constante” contra las perspectivas de aquellos.
En el fanzine “Che, qué es ser mujer?”, de Yamiluna, puede leerse:
Nos parece necesario publicar para proporcionar información que no circula cotidianamente por los medios hegemónicos y que posibilita un cuestionar crítico de las realidades que nos rodean día a día sin que les prestemos mayor atención y no para “revelarles la verdad” o decirles qué es lo que tienen que hacer (como sí hacen los medios hegemónicos). Esta publicación intenta develar nuestros desaprendizajes, colectivizarlos, porque el conocimiento se comparte, se modifica, se mueve incesantemente sin ser uno mismo, sino muchos. Esperamos que genere en ustedes miles de formas de pensar y moverse en estas realidades (Che, qué es ser mujer?, s/f).
Se apela aquí a la autogestión como modo de difundir información y posturas que quedarían por fuera o enfrentadas a la agenda de los medios masivos a partir de generar preguntas, debates, incomodidades.
Lo que quiero remarcar con estas citas, es que la autogestión del proceso de publicación, se esgrime como posibilidad de cuestionar la perspectiva de poderosos emisores (medios hegemónicos, gobierno, mercado) en términos propios y sin condicionamientos. Esas expresiones giran en torno al ámbito cultural pero desde allí buscan vincularse con “la lucha social” o la “contra hegemonía”. Existe una base argumental orientada por la noción de libertad –de pensamiento, de opinión- desde la que se hace factible algún tipo de oposición o resistencia.
El análisis de estas afirmaciones debe incluir, sin dudas, las limitaciones efectivas de materializar dichas intensiones. Sin embargo, lo que me interesa es destacar el sentido otorgado a la producción de fanzines en tanto práctica autogestiva, más allá de sus efectos o impacto en términos de la recepción. Aquí la autogestión queda vinculada con la necesidad de garantizar la independencia de pensamiento y la libertad de expresión.
Estos aspectos también pueden asociarse a la vocación por cuestionar la serialidad de la cultura de masas que, siguiendo a Guattari y Rolnik (2019), produce individuos normalizados, jerarquizados (p.25). De allí, la apuesta por discutir la agenda mediática, pero también la de no ajustarse a las frecuencias de publicación de diarios y revistas comerciales y la de vincularse con los lectores de manera personal.
Otras referencias sobre autogestión, surgen en las palabras registradas en entrevistas a quienes publican fanzines en el circuito local.
En mi opinión, (la autogestión) definitivamente se liga a un modo de política cultural, una actitud de no esperar la aprobación, la habilitación de nadie ajeno a vos misma para poder “activar” con lo que tenés ganas de hacer. O sea, no permitir condicionantes sobre cómo queremos que sea ese producto. La autogestión refleja dos protestas interesantes: una de tipo “estética”, en la que nuestra producción puede tomar una forma que poco tiene que ver con lo que espera la industria, el mercado o el capitalismo. Y una protesta “académica”, porque no hace falta ser licenciada en algo, con miles de años de experiencia, contactos o recursos para publicar. Así se demuestra que todo ser humano tiene la capacidad de expresarse y hacer algo valioso (Entrevista a Ana, 26/07/2019).
La autogestión aquí se justifica a nivel de una contraposición con el academicismo y las pautas estéticas que se asumen esperables, como formas de protesta contra modos de privatización de la palabra.
Estas argumentaciones que se instalan en el terreno de la oposición a la lógica productivista, conviven con otras en las que la publicación artesanal se esgrime como estrategia informal de subsistencia.
Si ha crecido la autopublicación, también es porque puede ser una changa. Yo me vengo moviendo con esto y si me tengo que ir de viaje a un lugar, esta es la forma. Hay que pensar la precariedad como un motor (Entrevista a Yamiluna, 16/09/2019).
Hacer fanzines para mí, surge como una necesidad, para poder viajar. Empecé vendiendo en los micros. Trabajaba en la vigilancia privada, también fue para entretenerme, muchas horas sin dormir a la noche. Caleidoscomic está hecha a mano y la repartía en los micros y así viajaba, siempre a colaboración. Me sirvió para subsistir (Entrevista a Pancho Vega, 17/09/2019).
La producción y venta de fanzines, resulta un ejemplo –tal vez incipiente o moderado- de experiencias de autogestión que no dependen de un patrón, ni de estructuras jerárquicas para su concreción, al tiempo que permite una participación igualitaria. Características presentes en la descripción que Thwaites Rey (2004) hace de los posibles niveles de autonomía.
Si bien en los ejemplos citados, los recursos económicos logrados con la venta de fanzines se justifican ante necesidades cotidianas como viajar en transporte público o “moverse”, existe total sintonía con la lógica que subyace en el sostenimiento de los proyectos de publicación.
El precio de venta del fanzine va de acuerdo al costo del mismo. Hay quienes en esos costos incluyen lo que se gastaron en impresiones o en fotocopias y otros que le suman el tiempo de trabajo que les llevó. Siempre se calcula algún margen para poder seguir publicando, pero en general la idea es que sea económico, barato (Entrevista a Teke Dellapenna, 20/05/2019).
Las posibilidades de producir y mantener la publicación de fanzines depende exclusivamente del capital con el que sus autores cuenten, por lo que el precio de venta sintetiza en muchos casos, la tensión entre lograr fondos suficientes para cubrir gastos y garantizar nuevas publicaciones, por un lado y la vocación de hacerlas accesibles para el público, por el otro.
Lo analógico como mensaje
Tal como se anticipó, otra de las dimensiones que me interesa abordar es la materialidad del fanzine como expresión y posicionamiento. Ante la pregunta por las razones para apostar por lo analógico en un contexto de creciente e intensa virtualización, surgen una serie de motivaciones y perspectivas que conviene considerar:
Algún día internet se va a apagar o van a cambiar las bases y condiciones y todo lo que tenés en el drive se va a quedar ahí. En cambio, el papel si está, lo podés conservar y duplicar más fácil. Como lector también hay diferencias, hay otros tiempos de lectura. El fanzine también es una pausa del resto de los estímulos, tiene otra calidez (Entrevista a Nico, 29/08/2019).
Yo me siento milenian y está todo lo de las redes, pero hay algo que me gusta de la materialidad, que no lo da la virtualidad. Me llevó casi 6 meses hacerlo, porque tiene dibujos, diseño, detalles. Todo lo hice yo. Lo imprimo y lo entrego en marchas, a las profes, a mis compañeres (Entrevista a Libertad, 02/10/2019).
En principio, una de las cuestiones que surgen desde los testimonios es la oposición material / virtual, en la que se ubica lo analógico como garantía de perdurabilidad, pero sobre todo como vehículo para la relaciones interpersonales y como espacio de creación y lectura divergentes.
La disputa está en el sentido, por eso está bueno que la circulación no sea sólo por internet, aunque también esté bueno. Pero es importante el material físico, por la labor artesanal, por esa disputa de sentido. La virtualidad nos mantiene encerrados y se pierde el goce, la posibilidad de encontrarse cara a cara. Tenerlo en papel es mejor para guardarlo, por ahí lo tenés en pdf pero nunca te lo imprimís. Creo que tiene que ver con la posibilidad de reunir. En la compu esa posibilidad no está, o están mediadas por otros estímulos. Inclusive si querés podés hacer fuego con un fanzine. Mucho más de lo que permite un celular (Entrevista a Yamiluna, 16/09/2019).
Las motivaciones para hacer fanzines de manera física que fueron expresadas aquí, giran en torno a una serie de ejes –conservación de los materiales, posibilidades del trabajo artesanal, colectivización basada en contactos personales- que profundizan las ideas que subyacen en todo el proceso. Se trata de modos de producción que generan sentidos divergentes, por momentos a contramano de la lógica de circulación de información que prevalece. Resuenan aquí las premisas propuestas por Guattari y Rolnik ([2005] 2019) respecto de la necesidad de producir subjetividades liberadas de las codificaciones que impone la realidad capitalística.
Conclusiones
El concepto autogestión, atraviesa toda una serie de apuestas de participación cultural basadas en la apelación a los recursos propios -tanto técnicos como económicos- entre las que se encuentra la producción de fanzines. Más allá de las particularidades que se expresan en la diversidad de contenidos publicados, en general la autogestión habilita prácticas y discursos en los que se valora positivamente la autonomía, la independencia y la libertad de expresión.
Esa autonomía se postula en ocasiones como resistencia al mercado y sus leyes, pero también en respuesta a modos de producción seriada y pensamientos uniformizados que resultan sentido común. Esas resistencias u oposiciones pueden ser interpretadas como procesos de singularización en los que se ensayan y ponen en práctica modos de relación y producción disidentes, cuestionadores, creativos. En efecto, se trata de vías de subjetivación basadas en la reapropiación tanto de medios de producción como de la palabra en sí misma, crítica en términos éticos y estéticos de un status quo excluyente y jerarquizante.
En términos más generales, las experiencias de auto publicación en las que se inscribe el fanzine quedan ancladas a una memoria de la autogestión, inscripta en una temporalidad extensa que permite rastrear referencias para una temporalidad de largo plazo. Desde la aparición de la imprenta móvil en el siglo XV, pasando por experiencias políticas durante el siglo XIX hasta llegar a la recuperación de fábricas a fines del siglo XX en Argentina. La reseña de esos eventos históricos, multiplicada aún hoy, pero sobre todo en la década del 90, aseguró la centralidad de la palabra auotogestión en el circuito de publicaciones artesanales. Más allá de la diferente escala entre aquellos proyectos y la producción analizada, los significados que articula se relacionan todavía con la búsqueda de libertad y la independencia.
Sin embargo, la potencia del fanzine no solo debe evaluarse a partir de los significados atribuidos por sus hacedores, sino también considerando su impacto o alcance. En este sentido, así como es posible hablar de una temporalidad extensa, es necesario señalar que la espacialidad del fanzine –los lugares por los que circula de manera física, su territorio- es más bien acotada. Quiero decir, tanto por la cantidad de ejemplares que por lo general se imprimen (entre 10 y 50 en promedio), como por la especificidad de contenidos y las particularidades de su circulación, en muchas ocasiones los contenidos se elaboran para el propio colectivo, es decir, para quienes pueden leer, interpretar, discutir, compartir, disfrutar ese lenguaje y en ese formato). La autogestión necesaria para sostener un proyecto fanzinero varía, pero sigue siendo accesible para todo público. La diferencia de escala entre las experiencias históricas que son referencia y el circuito actual, también cobra la forma de un trabajo artesanal que no alcanza para subsistir (nadie vive del fanzine) pero sí para expresarse sin ataduras o condicionamientos.
En definitiva, el fanzine resulta una estrategia de publicación que queda atravesada por inquietudes expresivas y posicionamientos valorativos que lo distinguen de otros formatos. En este sentido, se trata de una experiencia de comunicación social de la que surgen elementos importantes para la elaboración de colectivos de identificación y, en términos más generales, habilita prácticas y discursos orientados por la búsqueda de autonomía, la libertad de expresión y el contacto interpersonal.
Referencias
Bravo, N. y Alvarado, M. (2020). Modulaciones fanzineras en la frontera academia / activismos de los feminismos del Sur. Intersticios de la política y la cultura, 9(17), 201-224. Recuperado de https://revistas.unc.edu.ar/index.php/intersticios/article/view/28001
Guattari, F. y Rolnik, S. (2019) [2005]. Micropolítica, cartografías del deseo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Tinta Limón.
Schmied, A. (2018). Libro de fanzines. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Tren en Movimiento.
Thwaites Rey, M. (2004). La autonomía como búsqueda, el Estado como contradicción. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Prometeo.
Valente, A. (2019). Centros Culturales autogestionados de la ciudad de La Plata. Apuntes para un recorrido. En M. C. Fukelman, Espacios autogestivos de la ciudad de La Plata: estudios de casos: 2010-2016 (pp. 41-60). La Plata, Argentina: Papel Cosido. Recuperado de http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/85581
Fuentes consultadas
Entrevista a Exequiel DellaPenna. Recuperado de http://www.elotro.com.ar/el-fanzine-es-luchar-contra-la-idiosincrasia-individualista-del-mendocino/
Che, qué es ser mujer? [Fanzine], s/f.
Denzel Records [Fanzine], nº1, noviembre de 2019.
Te Veo Tan Loca [Fanzine], nº1, octubre-noviembre de 2018.
Notas