Artículos
Celebrar el campo en los años ‘90: el cambio agrícola en la Fiesta Provincial del Trigo (Tres Arroyos)
Celebrating the countryside in the '90s: agricultural change in the Provincial Wheat Festival (Tres Arroyos)
Celebrar o campo nos anos 90: mudança agrícola na Festa Provincial do Trigo (Tres Arroyos)
Estudios Rurales. Publicación del Centro de Estudios de la Argentina Rural
Universidad Nacional de Quilmes, Argentina
ISSN: 2250-4001
Periodicidad: Semestral
vol. 14, núm. 30, 2024
Recepción: 03 octubre 2023
Aprobación: 15 julio 2024
Resumen: En la década de noventa confluyeron los resultados de los grandes cambios que se venían registrando en la estructura agraria bonaerense desde las décadas anteriores con la profundización de las reformas estructurales que afectaron completamente el accionar del Estado. Las fiestas que celebraban la producción económica local/ regional y que habían nacido al calor de esas transformaciones también fueron afectadas por el devenir de ese campo al cual homenajeaban. En este trabajo nos abocaremos a indagar en torno a los rasgos que asumió la celebración de la Fiesta Provincial del Trigo (Tres Arroyos) en la última década del siglo XX, con el objeto de dar cuenta de cómo estos cambios se manifiestan en el tiempo festivo. Entendemos que la fiesta como producto social está sujeta a la dinámica propia que atraviesan a las sociedades que celebran. ¿Puede observarse en el tiempo festivo las tensiones que despertaron estos cambios? ¿Qué características asumió la celebración bonaerense del trigo en la década del noventa? ¿Qué nos dice ello sobre la sociedad que celebraba? ¿Qué rol cumplía el Estado en esta celebración? ¿Qué campo se celebraba en esta fiesta en aquella década? Estos son algunos de los interrogantes que han guiado nuestro análisis.
Palabras clave: Fiesta, Estado, Campo.
Abstract: In the 1990s, the results of the great changes that had been taking place in the Buenos Aires agrarian structure since previous decades converged with the deepening of structural reforms that completely affected the actions of the State. The festivities that celebrated local/regional economic production and that were born in the heat of these transformations were also affected by the future of that field to which they honored. In this work we will focus on inquiring about the features assumed by the celebration of the Provincial Wheat Festival (Tres Arroyos) in the last decade of the 20th century, in order to account for how these changes are manifested in the festive season. We understand that the party as a social product is subject to the dynamics of the societies that celebrate it. Can the tensions aroused by these changes be observed in festive season? What characteristics did the Buenos Aires celebration of wheat assume in the nineties? What does this tell us about the society it celebrated? What role did the State play in this celebration? What field was celebrated in this party in that decade? These are some of the questions that have guided our analysis.
Keywords: Party, State, Field.
Resumo: Na década de 1990, os resultados das grandes mudanças que vinham ocorrendo na estrutura agrária portenha nas décadas anteriores convergiram com o aprofundamento das reformas estruturais que afetaram completamente a ação do Estado. As festas que celebravam a produção económica local/regional e que nasceram no calor destas transformações também foram afectadas pelo futuro daquele campo a que homenageavam. Neste trabalho vamos nos concentrar em indagar sobre as características assumidas pela celebração da Festa Provincial do Trigo (Tres Arroyos) na última década do século XX, a fim de dar conta de como essas mudanças se manifestam na quadra festiva. Entendemos que a festa como produto social está sujeita à dinâmica das sociedades que a celebram. As tensões suscitadas por essas mudanças podem ser observadas na época festiva? Que características assumiu a festa do trigo em Buenos Aires nos anos noventa? O que isso nos diz sobre a sociedade que celebrou? Qual o papel do Estado nesta celebração? Que campo foi celebrado nesta festa naquela década? Essas são algumas das questões que nortearam nossa análise.
Palavras-chave: Festa, Estado, Campo.
Introducción
En la última década del siglo XX confluyeron los resultados de los grandes cambios que se venían registrando en la estructura agraria bonaerense desde décadas anteriores con las reformas estructurales que afectaron completamente el accionar del Estado (Azcuy Ameghino, 2000; Barsky y Gelman, 2001; Balsa, 2014). Las políticas de corte neoliberal trazaron un nuevo rumbo en el sector, introduciendo nuevos debates a los viejos, con nuevos actores y un Estado cada vez más distanciado de la regulación que lo había caracterizado tiempo atrás. Las reformas estructurales (y su aplicación) y el devenir del agro, no fueron ajenas a la fisonomía que adquirieron las celebraciones vinculadas a la producción económica local que surgieron en la provincia de Buenos Aires hacia mediados del siglo XX. Entendemos que las fiestas que celebraban el trigo, la papa, el ternero o el maíz fueron dando indicios de las transformaciones acaecidas en ese campo que se celebraba.
En este trabajo nos abocaremos al análisis de la celebración de la Fiesta Provincial del Trigo en la década de 1990, la cual emergió en el partido de Tres Arroyos (sur de la provincia de Buenos Aires) en 1970. Esta fiesta, al igual que otras que por ese entonces pasaron a formar parte de los calendarios festivos de las sociedades del interior de la provincia fueron impulsadas por los productores rurales de la zona (vinculados a la producción del trigo), algunos actores pertenecientes al ámbito urbano y el propio Estado. Una fiesta que desde sus inicios tuvo una estrecha relación con instituciones estatales como la Junta Nacional de Granos o el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, no estuvo ajena al destino de las mismas como así tampoco a la cada vez más relevante presencia que las empresas capitalistas tenían sobre la actividad, a los cambios en la producción, a los vaivenes del mercado internacional o a la profundización de la crisis de pequeños y medianos productores. En este abordaje trataremos de dar cuenta de cómo estas trasformaciones fueron vivenciadas durante la celebración.
Las fiestas, como una de las tantas manifestaciones del quehacer humano, resultan un bien simbólico sometido a luchas sociales. Las decisiones sobre los elementos que son celebrados, y la forma en que se celebran da cuenta de esta afirmación. Como toda manifestación cultural, expone un sistema de representaciones, que se manifiesta en el lenguaje que se utiliza, en los símbolos, en las vestimentas y en los discursos (Chartier, 1995). En la medida que la sociedad que celebra vivencia cambios significativos, algunos de estos pueden observarse en el desarrollo de las mismas.
En un primer apartado haremos un recorrido por los cambios acaecidos en la estructura agraria bonaerense y las principales reformas del Estado en los años noventa, a partir de la recuperación de algunos autores que se abordaron la temática. Posteriormente, en un segundo apartado, haremos una breve descripción sobre la Fiesta Provincial del Trigo, para luego dar lugar al análisis de algunos de los principales eventos que, dentro del programa de festejos, estaban orientados a celebrar la producción triguera y su incidencia en la región (el premio Espiga de Oro, Muestra Industrial y Comercial, Muestra y Concurso de Trigo y la Mesa Redonda). El objetivo de este segmento es observar las repercusiones que los cambios vivenciados en el agro y en el Estado tuvieron en el desarrollo de la fiesta. Finalmente, recuperaremos las voces de algunas de las autoridades de la fiesta y funcionarios que, durante su presencia en el evento, expusieron las tensiones existentes a lo largo de la década en los dos actores que se constituyeron como pilares de la celebración: el Estado y el sector agrario vinculado a la producción agrícola.
Entendemos que los resultados de la incorporación de los paquetes tecnológicos en el agro y el avance de la tecnificación alteró no sólo las características de la producción y comercialización sino fundamentalmente su componente social, contribuyendo a la desaparición de pequeños y medianos productores y a la proliferación de los grandes pools de siembra. Muchas de las problemáticas que hacia finales de la década se esbozaron en la celebración provincial del trigo, configuraron las tensiones que, posteriormente, se erigieron entre el Estado y los representantes del sector agropecuario; pero también, los debates que entorno a los cambios en la genética de las semillas y la aplicación de químicos al proceso productivo proliferaron en el nuevo siglo.
Para el desarrollo de nuestro abordaje hemos recurrido a diversas fuentes que entendemos ayudaron a profundizar nuestro análisis sobre la celebración: prensa periódica local, fotografías, legislación, programas oficiales de celebración, discursos, entre otras.
Cambios en el agro en los años noventa
Las últimas décadas del siglo XX son sinónimo de cambio en el agro bonaerense (Barsky y Gelman, 2001; Balsa, 2006: Pérez Trento, 2014;Villulla, 2014). El fin definitivo de las prórrogas a los arrendamientos, el proceso de agriculturización, el desvanecimiento del mundo chacarero y la desregulación del Estado sobre el sector son algunos factores alteraron los rasgos del mosaico productivo hacia los inicios del nuevo siglo. El cese a las prórrogas de los contratos de arrendamientos sancionado en 1967, fue la última gran intervención estatal orientada a la regulación de la tenencia de la tierra. Los intentos posteriores por incidir en ella, no pasaron la instancia de proyectos legislativos o fueron derogados tempranamente. El fin de estos contratos en conjunto con la migración de los productores a la ciudad donde accedían a servicios que el espacio rural les negaba (estudios supriores, mejor acceso a la salud, electrificación) contribuyeron al desvanecimiento del mundo chacarero que se había configurado en las décadas anteriores (Balsa, 2006). Por otra parte, el proceso de agriculturización iniciado en los años setenta no sólo introdujo nuevas prácticas que modificaron el proceso productivo sino también el rol de los actores que participaban de él. Fue el cultivo de soja, cereales y oleaginosas los más destacados en esta expansión. Barsky y Gelman (2001, p. 369) entienden que esto se debió, en un contexto de precios decrecientes para el conjunto de la producción (período 1970- 1980), a “mejores rentabilidades relativas, fenómeno que también explica el avance de las oleaginosas sobre los cereales”. Azcuy Ameghino (2000, p. 200) sostiene que mientras en 1992 el 34 % de la superficie se dedicaba a la agricultura y el 66 % a la ganadería, en 1999 el 44% de la superficie se destina a la ganadería y el 56 % a la agricultura.
Los cambios en la producción agrícola estuvieron profundamente vinculados a la incorporación de maquinarias, fertilizantes y semillas manipuladas genéticamente. Villulla (2014, p. 315) reconoce que el aporte de las innovaciones tecnológicas, fundamentalmente la práctica de la siembra directa a partir de la década del setenta redujo la participación de obreros en la cosecha. La presencia del trabajador asalariado fue creciendo en detrimento de la mano de obra familiar, fundamentalmente en aquellas unidades productivas manejadas por grandes empresas capitalistas que empezaron a tener mayor incidencia en el mosaico productivo pampeano.
En la década de 1990, las consecuencias sociales y productivas de estos cambios confluyeron con las reformas estructurales del Estado que impulsaron, entre otras cosas, la desregulación completa del sector agropecuario, a partir de la eliminación de los instrumentos de intervención estatal (Balsa, 2014). Por ejemplo, el fin de las juntas reguladoras dejó expuesta la producción y el comercio a los vaivenes del mercado internacional. Como afirman Barsky y Gelman “La inexistencia de un organismo estatal con funciones y recursos que permitieran a la Argentina controlar su comercio exterior de granos pasó así a diferenciar negativamente la situación del país de los restantes grandes exportadores de cereales de clima templado” (2001, p. 376). La Junta Nacional de Granos no sólo intervenía en el mercado de granos para la obtención de precios mínimos, también controlaba el comercio de granos y administraba la red oficial de elevadores (Pérez Trento, 2014, p. 63).
A su vez, la desregulación del sector externo, implicó la eliminación de impuestos que eran destinados al financiamiento de entidades como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y también se “rebajaron los aranceles a la importación de insumos y productos agropecuarios- en particular los provenientes de los países firmantes del Tratado de Asunción, que luego constituirían el MERCOSUR” (Barsky y Gelman, 2001, pp. 374-375).
Las políticas de privatización de puertos y servicios de fletes tuvieron su repercusión en la comercialización agropecuaria (Azcuy Ameghino, 2000). Los productores tuvieron mayores libertades para la contratación del transporte de carga para trasladar sus productos, no obstante, la privatización de las rutas, el cobro de peajes, encareció el movimiento de la producción (Barsky y Gelman, 2001). Por otra parte, en este período hubo un incremento de los impuestos orientados hacia el sector, vinculado al aumento de la presión impositiva provincial y municipal, a través de las tasas del inmobiliario rural que “aumentaron significativamente los costos de vida de los productores y de sus familias” (Barsky y Gelman, 2001, p. 378).
Hacia mediados de la década de los ‘90, los pools de siembra y los fondos de inversión agrícola adquirieron mayor preponderancia en el mundo rural, siendo los que mejor acceso tenían al capital y la tecnología. Al no poder acceder a los paquetes tecnológicos para mejorar la productividad, muchos productores se convirtieron en contratista de labores, el otro sujeto social que proliferó en ese período (Pérez Trento, 2014, p. 73).
Si bien, existieron una serie de propuestas gubernamentales para impulsar el desarrollo de la agricultura y reorganizar la producción de los pequeños productores como el programa PROHUERTA, el Programa Social Agropecuario o el Programa Federal de Reconversión Productiva, los mismos no pudieron revertir la situación.
La llegada del gobierno de la Alianza en 1999 no logró modificar esa situación, acentuando la crisis y eliminando o reduciendo programas en instituciones estatales como el INTA, SENASA o el Instituto Nacional de Semillas (Barsky Gelman, 2001). La reducción del Estado significó no sólo una mayor exposición de los productores a las fluctuaciones del mercado internacional sino también la mayor presencia extranjera en el desarrollo de tecnología agropecuaria, la transferencia de conocimiento generado en el sector público al privado, la falta de financiamiento, entre otras.
Como resultado de estas transformaciones hacia el año 2002 se observa una profunda metamorfosis de la estructura productiva del agro bonaerense (Balsa, 2014). En Tres Arroyos, de las 1806 explotaciones agropecuarias existentes hacia 1947, sólo quedan 692 en el año 2002. De ellas, se observa una disminución de las explotaciones menores a 500 hectáreas y como contrapartida, un crecimiento en los superiores a ese número (Villanueva, 2024, p. 67).
La década del noventa mostró las virtudes de la incorporación de los paquetes tecnológicos para el mejoramiento de la productividad, pero también marcó las carencias a las que muchos productores agrícolas se vieron enfrentados por no contar con el capital para implementarlos. La deuda y la escasez de créditos fueron los problemas más relevantes que afrontaron los pequeños y medianos productores del sector en este momento. El período osciló entre cosechas records y drásticas caídas de los precios internacionales que contribuyeron a la vulnerabilidad de muchos productores. El avance de la soja principalmente hacia mediados de la década, impulsado entre otras cosas por la autorización del uso de variedades transgénicas, resulta significativo. Su forma de producción y comercialización y sus altos rindes, ejerció presión sobre los cultivos más tradicionales y sobre los propios productores. “La contracara de esta expansión está dada por la liquidación masiva de las unidades de producción del extremo inferior de la escala” (Pérez Trento, 2014, p. 62). Hacia mediados de 1999, el 22 % de los productores se encontraba en situación de mora en sus créditos, situación que en realidad era más grave porque en 1997 y 1998 el Banco de la Nación refinanció las deudas vencidas e impagas y postergó ejecuciones judiciales (Barsky y Gelman, 2001, p. 386).
Los dos pilares sobre los que se había erigido la Fiesta Provincial del Trigo, el Estado y el sector agrario vinculado a la producción del rubio cereal, había adoptado una disposición hondamente diferente a la que tenían cuando la fiesta se había originado.
La Fiesta Provincial del Trigo
La Fiesta Provincial del Trigo no fue indiferente a los destinos que las agencias estatales transitaron en el marco de las reformas estructurales del Estado, pero mucho menos, al devenir de los pequeños y medianos productores agropecuarios y a los vaivenes en la producción de ese entonces.
La primera edición de la Fiesta Provincial del Trigo se realizó en 1970 en la localidad de Tres Arroyos. Años antes se había celebrado la Fiesta Departamental también en este partido y la Fiesta regional en Comandante Nicanor Otamendi. Pero era la “Fiesta Nacional del Trigo” realizada en Leones (Córdoba) desde 1947, la de más antigüedad. Un decreto de diciembre de 1968 del gobierno bonaerense reconoció a la localidad como la sede de la Fiesta Provincial del Trigo. Entre otras cosas en ese documento se afirmaba la importancia del cultivo del trigo y del productor agrario en la provincia, y también la incidencia de ese aporte a la economía argentina, así como la relevancia del reconocimiento estatal a la celebración para dotarla de trascendencia provincial y nacional. Afirmaba que tanto el Ministerio de Asuntos Agrarios como la Intendencia Municipal de Tres Arroyos “auspiciarán dicho evento y adoptarán los recaudos del caso para constituir con representantes de las fuerzas vivas una Comisión Organizadora Permanente, la que tendrá a su cargo la programación y realización de los actos alusivos a la celebración de referencia” (Programa oficial de festejos, 1970). El decreto fue firmado por el Gral. Francisco Imaz, quien en ese entonces era interventor de la provincia de Buenos Aires. La Comisión de Honor de la primera fiesta fue presidida por Imaz (ya como Ministro del Interior) y el gobernador de facto de la provincia de Buenos Aires, el civil Saturnino Llorente. La comisión permanente estaba constituida por la Intendencia Municipal (el intendente era el presidente honorario), y representantes de entidades como la Sociedad Rural de Tres Arroyos, la Federación Agraria Argentina, la Asociación de Cooperativas Argentinas, la Liga de Comercio e Industria de Tres Arroyos, las Colectividades y el Centro de Acopiadores de cereales, entre otras instituciones (Programa oficial de festejos, 1970). En sus primeras treinta ediciones la fiesta aglutinó en su organización a los principales referentes de las instituciones locales vinculadas a la actividad agrícola, al comercio, la industria y al propio Estado.
En el período aquí abordado, la Fiesta Provincial del Trigo transitó su tercera década de celebración, en un contexto en el que como se observó, los dos pilares sobre los que se sostenía, estaban asistiendo a una profunda reconfiguración. ¿Cómo repercutió esto en la celebración? ¿Puede observarse en el tiempo festivo las tensiones que despertaron estos cambios?
La celebración del trigo en los años noventa
La Fiesta Provincial del Trigo contaba con algunos eventos específicos que establecieron las bases identitarias de dicha celebración: el premio Espiga de Oro, la Muestra Industrial y Comercial, la Mesa Redonda o el Concurso Muestras de Trigo. A ellos se agregaban otros eventos de carácter más simbólico como el Golpe de reja o al disco del arado o el homenaje al Agricultor pionero[1]. Todos estos eventos rendían un homenaje directo a la labor agrícola y a su impacto en el desarrollo económico local. Desde sus inicios, quienes organizaron la fiesta resaltaron la figura del agricultor pionero, a quien atribuían el progreso de la localidad y la región ya que, con su esfuerzo y dedicación, había surcado la tierra e introducido el cultivo del rubio cereal en la región hacia finales del siglo XIX y principios del siglo XX (Villanueva, 2024).
A lo largo de la década del noventa, las características que asumieron estos eventos en diferentes momentos nos permiten observar como los cambios que transitaba el agro y el Estado repercutieron en el desarrollo de la celebración dando cuenta de las tensiones presentes en la sociedad que celebraba. A continuación, desarrollaremos algunos ejemplos que reflejan esta situación.
La Espiga de Oro
La Espiga de Oro era una distinción especial que en el marco de la celebración se le entregaba “al agricultor, científico, periodista, artista, estudiante universitario, club agrario o al obrero de campo que se haya destacado en su labor para el mejoramiento del trigo” (Puente y Puente, 2019, p. 26). No obstante, en la medida que se sucedieron las celebraciones, el perfil de los destinatarios de la Espiga de Oro se fue acotando a ingenieros agrónomos o a instituciones asociadas al mejoramiento de la producción agraria. Si se observa la nómina de quienes fueron premiados, la mayoría de ellos estaban vinculados a la genética de semillas en distintos espacios experimentales, públicos y privados. En los años ochenta, la presencia extranjera fue cada vez mayor en la industria del mejoramiento de semillas, así como también se profundizó el traspaso de conocimiento público al ámbito privado (Gutierrez, 2001). Entendemos que en la década de 1990 este proceso se profundizó en el marco de los cambios antes mencionados que, entre otras cosas, afectaron a los recursos públicos con los que contaba el INTA y por ende, los de sus estaciones y chacras experimentales. En este período, estas fueron premiadas con la Espiga de Oro en varias ocasiones, siendo la de Barrow, situada en el partido de Tres Arroyos, la más galardonada. Diversos ingenieros agrónomos de injerencia pública y privada, como Eduardo Teyssandier (gerente de Fitopatología y Biotecnología de la División Semillas de Cargill) (ver imagen N° 1); Walter Federico Kluger, Guillermo Covas (genetista asociado a varias instituciones estatales) y Bartolomé Schelotto, fueron los destinatarios del premio en este período[2]. Su trayectoria, formación y docencia fueron los rasgos centrales a la hora de mencionar el currículum que los hacían digno de dicho merecimiento.
También la Cooperativa de Seguros El Progreso Agrícola de Pigüé, creada en 1898, en el marco de la celebración de su centenario (La Voz del Pueblo, 8 de marzo de 1998, p. 3) fue destinataria de este premio, así como La Previsión (institución cooperativa de reconocida trayectoria a nivel local y clave en el desarrollo agrícola) que por ese entonces estaba atravesando una crisis que la llevaría a su desaparición[3].
Los ingenieros agrónomos premiados durante gran parte de las ediciones de la Fiesta Provincial del Trigo eran referentes de la genética aplicada a las semillas, y tenían incidencia tanto en el ámbito privado como el público. En tanto los premios otorgados a las cooperativas de seguro, dan cuenta de la importancia que estas asociaciones habían tenido en la producción agraria promoviendo la organización de los productores frente a las adversidades climáticas que debieron enfrentar los pioneros. Se reconocía a través de este premio tanto el aporte de empresas privadas (por ejemplo, Cargill) como el de instituciones estatales (INTA).
Al agricultor pionero de fines del siglo XIX y principios del siglo XX que con su esfuerzo e ingenio superó las adversidades climáticas de la región, le sucedió el productor agrícola que, a través de la incorporación tecnológica contribuyó al crecimiento de la productividad del sector con la ayuda de las agencias del Estado. La Espiga de Oro de alguna manera representaba la premiación a los aportes que la ciencia y la tecnología habían hecho a la productividad del sector, no obstante, finalizando la década, muchas de las instituciones que habían contribuido a su desarrollo estaban atravesando una situación crítica debido a las reformas del Estado y a la situación de endeudamiento de los pequeños y medianos productores.
Como la Espiga de Oro se había convertido en un premio a la innovación genética y tecnológica, hacia fines de la década se sumó un nuevo galardón: el Homenaje al Agricultor pionero, destinado a históricos agricultores de Tres Arroyos y la zona.
La Muestra Industrial y la Exposición Comercial
Otro de los eventos distintivos de la celebración era la gran Muestra Industrial y Comercial. Como se observa en la imagen N° 2, en la primera se presentaban los modernos productos de fabricación nacional e importada destinados a mejorar los rindes del sector. El emplazamiento de maquinaria agrícola a lo largo de la avenida principal de la localidad de Tres Arroyos (Av. Moreno) tuvo sus vaivenes en estos años, acompañando la situación vivenciada por los productores agropecuarios. Al menos así lo manifestaban sus organizadores, quienes, a principio de la década entendían que la escasa convocatoria de la muestra se debía a la situación adversa que atravesaba la agroindustria. Ronald Manzi, el presidente de la subcomisión encargado de organizarla en el año 1990 manifestó que
con gran dolor debemos reconocer una vez más que esta exposición no refleja el verdadero brillo que debería tener, pero no son los señores expositores los que por falta de voluntad han dejado de representar el verdadero potencial de la misma, sino que es éste un reflejo más de la aguda crisis en que estamos sumergidos y que nos deja como enseñanza que el campo unido a la industria y a la agroindustria deberán redoblar sus esfuerzos para que juntos sean los generadores del trabajo fecundo que nos permita mejorar el deterioro de los términos de intercambio y cambiar esta triste situación (La Voz del Pueblo, 9 de marzo de 1990, p. 8).
Evidentemente la situación no cambió en las ediciones siguientes ya que, según la cobertura de la prensa periódica, el sector empresarial ligado a la producción agropecuaria había estado ausente de la muestra, teniendo que ser cubiertos los espacios con fogones y juegos infantiles (La Voz del Pueblo, 10 de marzo de 1992, p. 6). La reducción de la muestra coincide con las medidas asociadas al encarecimiento de los combustibles (que incidió en la movilidad de la maquinaria que se presentaba en la muestra, la cual provenía del centro del país) y también a la apertura de importaciones, que fue generando un impacto negativo sobre la industria nacional. Por otra parte, la crisis atravesada por los productores hacia poco posible la venta de insumos.
Con la cosecha record que acompañó el tiempo festivo del año 1993, varios expositores coincidieron en afirmar el éxito de esa edición, atribuyendo dicho resultado a la buena cosecha agrícola que permitiría a los productores recomponer el stock de herramientas (La Voz del Pueblo, 7 de marzo de 1993, pp. 4-5).
En la edición de 1997, la Muestra Industrial alcanzaba un récord histórico de más de un kilómetro de extensión. Oscar Pedone, miembro de la subcomisión encargada de la muestra, con motivo de la inauguración de la misma sostuvo: “Esta exposición industrial es una vidriera que permite a todos observar y conocer lo que ofrece el mercado. La oferta es amplia y variada, y la industria nacional debe ser eficiente en calidad para competir con las políticas comerciales agresivas de las empresas extranjeras” (La Voz del Pueblo, 7 de marzo de 1997, p. 11).
En la edición siguiente, Pedone repitió algunos de estos conceptos, poniendo en consideración los desafíos que la globalización imponía a las empresas nacionales y nuevamente resaltó las oportunidades que brindaba el MERCOSUR a la agroindustria. La libertad de mercado y la apelación a la competencia entre la industria nacional y extranjera que aparece en su discurso expresa la nueva realidad imperante hacia finales de la década, donde el ingreso de productos importados ya surtía sus efectos sobre el entramado productivo local.
Los alcances y características de la Exposición Comercial también estuvieron condicionadas por la situación económica. Esta exposición nucleaba a las principales firmas comerciales locales y regionales. En los años ochenta, empezaron a aparecer en los alrededores de la exposición el sector informal de la economía representados por los vendedores ambulantes, quienes no tenían stands reservados para exponer sus productos. Su proliferación en la década siguiente, generó incomodidades dentro del sector comercial, aunque finalmente fueron incorporados formalmente oferta comercial oficial.
Muestra de Trigo
Otro de los eventos centrales de los festejos era el Concurso Muestra de Trigo, el cual sufrió la desaparición de su principal auspiciante, la Junta Nacional de Granos, como consecuencia de las políticas de reforma del Estado aplicadas a inicios de la década. Este concurso convocaba a los productores agrícolas a participar con sus semillas de un concurso que “era una expresión cabal de la calidad de los trigos que se cosechaban en la zona y que no tiene parangón en el mundo entero” (La Voz del Pueblo, 21 de enero de 1970: s/ n°). Los productores enviaban las muestras a concursar a las cooperativas y a los acopiadores de cereales. Un jurado designado por la Junta Nacional de Granos y la Secretaría de Agricultura y Ganadería de la Nación era el encargado de elegir a los ganadores. Los premios otorgados variaban desde medallas y trofeos hasta bolsas de trigo de variedades especiales, rastra de discos y fertilizantes. Los mismos eran donados por el Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia, la Junta Nacional de Granos, la Federación Agraria, CARBAP, la Cooperativa Agraria de Tres Arroyos, entre otras instituciones vinculadas al sector. Se premiaba según el peso del producto, la variedad y la calidad (La Voz del Pueblo, 27 de febrero de 1970, p. 9). El ganador también era premiado con maquinaria e insumos donados generalmente por empresas locales orientadas a la producción agraria.
En los años noventa, el Centro de Acopiadores y algunos ex técnicos de la Junta fueron los encargados de llevar adelante los veredictos sobre el concurso desarrollado en el stand del Ministerio de Producción de la provincia (antes Ministerio de Asuntos Agrarios) (La Voz del Pueblo, 4 de marzo de 1993, p. 4) y luego del INTA.
Las charlas técnicas (ver Imagen N° 4) auspiciadas por empresas hacedoras de los implementos agrícolas se hicieron más frecuentes en estas ediciones de la fiesta. Pioneer, Cargill, Dow Elanco, BASF fueron algunas de las firmas que erigieron sus carpas o auspiciaron eventos incorporados dentro del programa festivo, orientados no sólo al productor agropecuario sino también a empresarios, industriales y comerciantes.
La Mesa Redonda
La Mesa Redonda o de Debate era uno de los atractivos del programa de festejos orientado específicamente al productor agropecuario. En este espacio convergían representantes del sector (Sociedad Rural, CARBAP, Federación Agraria, CONINAGRO, Confederaciones Rurales Argentinas) funcionarios públicos y especialistas (INTA, Junta Nacional de Granos) con el fin de debatir y exponer diferentes perspectivas sobre problemáticas que afectaban a la actividad. Distintos temas habían sido abordados en las diferentes ediciones de la fiesta: la producción y comercialización de trigo, las políticas orientadas al sector, la situación del mercado internacional. A finales de la década del ochenta, el endeudamiento del productor se convirtió en el eje de los problemas referenciados. La última mesa de ese período refirió a la Protesta Rural y al paro agropecuario (Puente y Puente, 2019). La década del noventa fue un momento bisagra en el desarrollo de esta mesa de debate. El conflicto entre el agro, y particularmente la FAA, y el gobierno de Carlos Menem, se extendió a lo largo de toda la década (Perez Trento, 2014). De hecho, durante varios años la Mesa Redonda no se realizó (1992-1995). En 1992, la misma no estuvo incorporada en el programa, aunque sí se realizó una mesa informativa con especialistas, donde participaron ex miembros de la Junta Nacional de Granos, o de la Bolsa de Comercio, por ejemplo. A esa fiesta asistió tanto el gobernador Duhalde como el Ministro de Producción, Brown, aunque estuvieron ausentes autoridades nacionales. El diario local afirmaba que
la lamentable eliminación de la mesa redonda privó al campo y al gobierno de una tribuna adecuada para debatir temas que no tienen un vínculo directo con el precio del producto pero que en el fondo lo son, como la privatización de puertos, el alza de tarifas públicas que gravitan en los costos, la reforma tributaria, etc., (La Voz del Pueblo, 10 de marzo de 1992).
Los temas abordados en la Mesa daban cuenta de las inquietudes que afectaban al sector por ese entonces: especulación financiera, revolución productiva, comercio nacional e internacional, política fiscal, créditos y endeudamiento, desaparición de la Junta Nacional de Granos, comercialización del grano, privatización del Banco Nación, entre otros.
Las Mesa Redonda de 1991 se inició con un debate en torno a la incertidumbre económica y el panorama agropecuario, y la convocatoria a un paro agropecuario anunciado por Federación Agraria Argentina CONINAGRO y Confederaciones Rurales Argentinas. Asistieron a la Mesa Redonda los referentes estas entidades Humberto Volando (FAA) y Arturo Navarro (CRA) (Imagen N° 5), pero estuvieron ausentes los representantes del Ministerio de Asuntos Agrarios y de la Junta Nacional de Granos, cuyo destino se saldaría en ese mismo año con el decreto 2284/ 91[4].
Posteriormente, si bien la Mesa no se realizó, sí se desarrollaron algunos foros informativos sobre la situación laboral, la falta de crédito, la carencia de una política clara orientada al sector y la presión tributaria. Esos fueron los años de reforma estructural y de eliminación de muchas entidades estatales reguladoras como la antes mencionada, Junta Nacional de Granos.
En 1995, en el marco de un foro informativo (en reemplazo de la mesa redonda) realizado durante la edición número veinticinco de la fiesta, el ya mencionado dirigente, Humberto Volando (FAA), expresó su preocupación por la situación económica y apeló a “hacer reflexionar al productor y a la opinión pública, acerca de la tremenda crisis económica financiera que atraviesa el plan de convertibilidad encabezado por Carlos Menem y Domingo Cavallo (…)”. Sobre la situación del productor afirmó:
nadie conoce a cuánto va a vender su producción. la gente no puede sacar la cuenta de lo que va a obtener con su cosecha. Por otra parte, no sólo no hay créditos, sino que los bancos tienen orden de empezar a ejecutar a los productores que tienen créditos en mora. Esto crea incertidumbre, ya que empresas como el campo no se pueden adecuar de un día para otro, porque de acuerdo al ciclo, debe tener lo mínimo un año y digamos un horizonte de tres. Acá las cosas se modifican todos los días y el sector está totalmente desorientado. El productor agropecuario se defiende, mucha gente se ha reconvertido, otros lo están haciendo (…) (La Voz del Pueblo, 12 de marzo de 1995, p. 12).
Su discurso daba cuenta de los problemas que paulatinamente emergieron por la fuerte apertura de la economía nacional y de la eliminación de los entes regulatorios.
En 1996, la Mesa Redonda volvió con un tema que postulaba alternativas a la desaparición de la Junta Nacional de Granos y la refinanciación de las exportaciones. En ese entonces, si bien reconocían la gran producción de ese año, los dirigentes de CARBAP y de la Sociedad Rural Argentina, coincidían en manifestar su preocupación por el endeudamiento del sector y la necesidad de refinanciamiento y nuevos préstamos. El representante de CONINAGRO, Roberto Laspius marcó su distanciamiento con las entidades del agro sentadas en la mesa de negociaciones propuesta por el gobierno en ese entonces. “No todos estamos de acuerdo con esta política económica” y en clara alusión a la desaparición de la Junta Nacional de Granos como ente regulador del comercio granario, dijo que Argentina debería haber buscado otras fórmulas alternativas para la desregulación (...), por lo que sentían que el gobierno no los defendió como correspondía. Afirmó:
CONINAGRO ha entregado una propuesta cooperativa para el crecimiento económico, en protección de la estructura agraria argentina que está siendo atacada por la concentración de capitales, con el impacto social que ello significa y en tal sentido cuestionó el avance de los pool de siembra que en la reciente cosecha se han extendido a 500.000 hectáreas, toda vez que ello significa la no contribución al IVA (porque exportan en forma directa) y una degradación del suelo por la explotación intensiva de los recursos (La Voz del Pueblo, 3 de marzo de 1996: s/ n°).
Las Mesas Redondas que se sucedieron luego estuvieron orientadas a la producción y comercialización del trigo, dando cuenta de los cambios de la demanda y competencia del comercio internacional, la diversidad y calidad de la producción triguera y el financiamiento de las campañas agrícolas.
En la fiesta de 1997 los reclamos se centraron en la necesidad de la fijación de una orientación a la producción agropecuaria. También la Mesa abordó la temática sobre la calidad de trigo que se comercializaba y las variantes para mejorar el mismo, considerando que por ese entonces la calidad del trigo estaba asociada a precios diferenciales, conocidos como primas. Por ese motivo, la ingeniera María Laura Seghezzo, titular del laboratorio de calidades de la Chacra Experimental de Barrow, señaló la necesidad de diferenciar calidades ya que Argentina era el “único exportador que no tipifica su producción” (La Voz del Pueblo, 7 de marzo de 1997), no pudiendo acceder entonces a esas primas del mercado internacional. En estos debates apareció de manera cada recurrente la preocupación por la imposibilidad de competir en el mercado internacional del trigo.
En 1998, tanto las entidades representadas en el evento, como los productores agropecuarios que hicieron uso de la palabra, coincidieron en el diagnóstico de que la situación del agro era grave y que no existían respuestas acordes a las necesidades planteadas de parte de los gobiernos provincial y nacional. De hecho, en el debate se hizo notar la falta de funcionarios tanto provinciales como nacionales, que pudieran escuchar a los productores. En ese año asistieron a la Mesa: Alberto Mársico de CARBAP; Carlos Ropell de CONINAGRO; Carlos Vila Moret de la Sociedad Rural Argentina. Tanto CONINAGRO como la Sociedad Rural cuestionaron la ausencia reguladora del Estado y la presión contributiva.
La Mesa Redonda realizada en 1999 contó con la presencia de referentes de la Chacra Experimental de Barrow, la Cooperativa Agraria, la Asociación Argentina de Productores de Trigo, CARBAP, la Sociedad Rural Argentina, la Federación del centro, entre otras. Allí, además de brindar un espacio para asesoramiento sobre aspectos técnicos del cultivo y la producción, se debatió sobre la situación gremial y las características políticas del momento (La Voz del Pueblo, 6 de marzo de 1999, p. 17). Por ejemplo, se seguía reclamando al Estado la necesidad de una política hacia el sector. En 1999, en un año electoral se presentó en la Mesa Redonda, el dirigente radical Elustondo, quien responsabilizó al gobierno de Menem, Cafiero y Solá por la situación del agro. Sostuvo:
Tres Arroyos tomó la decisión de reducir en un 25 por ciento la superficie sembrada con trigo, y aumentar en un 30 por ciento la de girasol, apostando un precio internacional de 210 dólares la tonelada para el oleaginoso. Por eso hoy, en lo que debía ser la Fiesta del Trigo, se siente el funeral del girasol (…). Pero no se le puede echar la culpa a él, sino a la falta de planeamiento estratégico, y a un Estado que se ha preocupado por defender los intereses de otros sectores, y no ha vacilado en absorber 2000 millones de dólares de deuda del sector financiero, cuando es absolutamente ineficiente y nos priva de un instrumento vital para los pequeños productores y empresarios como es el crédito (La Voz del Pueblo, 6 de marzo de 1999).
A dicha mesa, no asistió ninguno de los funcionarios públicos invitados. En el marco de la fiesta, doce entidades ruralistas (Sociedades Rurales de la zona, Asociaciones Rurales de Benito Juárez y CARBAP) firmaron un petitorio en el cual identificaron los principales problemas del agro en (baja en los precios de los commodities, endeudamiento financiero del sector, reforma tributaria), a la vez que pidieron una mejor gestión política y una revisión de la reforma tributaria (La Voz del Pueblo, 6 de marzo de 1999, p. 19).
Como se evidencia, las consecuencias sociales del cambio productivo de las últimas décadas se empezaban a avizorar: por un lado, productores endeudados y por otro, el avance de las grandes empresas capitalistas beneficiadas por la política fiscal.
Las inquietudes de las autoridades de la Fiesta
Las nuevas miradas sobre el agro y los problemas que aquejaban al sector, y que exponían sus referentes en el marco de la fiesta, fueron abordados por las máximas autoridades de la fiesta.
En el transcurso de los años noventa, cinco fueron los presidentes que presidieron la comisión organizadora de la fiesta: Neldo Tracanna (Centro de Ingenieros Agrónomos) Helmuth Petersen, Jorge Boonstra, Roberto Rojas (Banco Español) y Pedro Alonso (Cooperativa La Previsión). En sus presentaciones oficiales esbozaron algunas ideas sobre la fiesta y manifestaron en ellas las problemáticas que la realidad de ese entonces imponía sobre la celebración. Así, en 1990, Neldo Tracanna llamaba a la participación de la comunidad en la fiesta a través de sus instituciones, dando cuenta de algunas dificultades que había atravesado la organización en dicho año:
esta comisión que presido se compromete a analizar y realizar la autocrítica que sea necesaria de su gestión, pero invito, fundamentalmente a algunas entidades del movimiento cooperativo a realizarse, juntamente con otras instituciones representativas de Tres Arroyos, porque esta fiesta necesita de la participación de todos para que todos juntos trabajemos por ella y que, en todo caso la falta de participación no provenga de criterios mezquinos de sus dirigentes porque esa no es seguramente la voluntad de los asociados a los cuales representan (La Voz del Pueblo, 12 de marzo de 1990, p. 4).
Las palabras de Tracanna (si bien no especifican qué entidades se alejaron de la organización de la fiesta) muestran el distanciamiento que en los últimos años venía produciéndose entre sector agropecuario (que demandaban políticas concretas para solucionar los problemas del sector) y el propio Estado. En la fiesta del año 1991, Helmuth Petersen, presidente de la comisión dejó entrever la continuidad del conflicto entre ambos sectores. En su discurso, agradeció la posibilidad de que la fiesta finalmente se haya realizado calificándola como “difícil fiesta”. Evidentemente, estas tensiones y la crisis económica en general hicieron difícil la labor de organizar el evento. Sostuvo además que “aun cuando parecía que no hay solución posible, todavía queda una luz en la voluntad de trabajar para celebrar el esfuerzo en la memoria de aquellos que ya no están pero que hicieron posible esta patria” (La Voz del Pueblo, 11 de marzo de 1991, p. 7).
En la edición de 1992, el presidente de la comisión Roberto Rojas, ante los conflictos por la organización de la fiesta sostuvo: “ya hemos hablado reiteradamente de autofinanciar la fiesta y hoy proponemos la privatización de la misma, conformando una sociedad civil para la adquisición de un predio, y paulatinamente realizar las instalaciones” (La Voz del Pueblo, 9 de marzo de 1992, p. 12). Finalmente, este proyecto no se concretó, pero su mero planteamiento, nos permite percibir los problemas de organización y financiamiento que atravesaba la celebración, en un momento de políticas de recorte hacia el sector público.
La edición de 1993 se celebró en un contexto bastante diferente al de sus precedentes, debido al éxito de la cosecha de ese año. Así lo hizo saber Rojas:
Este año tenemos sobrados motivos para festejar, ya que los factores climáticos se asociaron a la fertilidad de estas tierras para brindarnos una cosecha con rindes destacados, que superaron los cálculos más optimistas; no obstante, la situación económica es difícil, tanto para los agricultores como para los otros sectores de la producción (…) (La Voz del Pueblo, 8 de marzo de 1993, p. 8).
Dándole nombre a esos cambios que habían marcado el devenir de la sociedad argentina y de la ruralidad en especial en el último tiempo, Pedro Alonso (histórico productor local, miembro de La Previsión y varias veces presidente de la comisión de la fiesta) se refirió a la aceleración del proceso de globalización. En sus palabras se evidenciaban las principales situaciones que daban cuenta de cómo la nueva realidad del agro estaba llegando a la región. Durante la celebración de 1998, Alonso sostuvo:
Estar de fiesta significa hacer un alto para celebrar y homenajear al productor agropecuario, pero- en nuestro caso- también significa dar espacio a la reflexión, al análisis de los temas que nos ocupan y preocupan, escuchar a especialistas, recibir propuestas, intercambiar ideas… Ya casi finaliza el siglo y cada día comprobamos que vivimos momentos de cambios acelerados, de avances tecnológicos, de nuevas ideas y crecientes desafíos y con ellos se agudizan nuestros problemas (La Voz del Pueblo, 9 de marzo de 1998, p. 10).
En 1999, con motivo de la clausura de la edición que celebraba los 30 años de la “Fiesta Provincial del Trigo” Alonso retrataba en sus palabras ese nuevo agro que se había esgrimido a lo largo de la década y que tenía al productor rural (pequeño y mediano) como la principal víctima:
con un mundo globalizado, con fuertes inversiones extranjeras en tierras, con altos costos de explotación y bajos precios de la producción, con medianos y pequeños productores agobiados por impuestos y deudas crediticias, el hombre de campo merece, más que un homenaje, ocupar el lugar que le corresponde, con la justa retribución por lo que hace y la oportunidad de que el producto de su trabajo sirva para crecer y no para endeudarse más.
La situación de endeudamiento del productor rural y el rol del trabajador y su familia en la actividad agropecuaria fueron enfatizados por Alonso en su alocución estableciendo una relación entre el récord producido en esa campaña y el monto de deuda que tenían los productores (La Voz del Pueblo, 8 de marzo de 1999, p. 10).
Empezaba a visualizarse en estos discursos cuál era el principal perdedor de este proceso de transformación productiva que desde finales de la década del sesenta había incidido en el devenir del agro pampeano: el pequeño y mediano productor agropecuario. El periódico local La Voz del Pueblo, en los albores de las treinta ediciones de la fiesta, manifestaba que el problema ya no era solamente de los productores. Cooperativas y acopiadores, sectores de gran expansión en el partido de Tres Arroyos también habían quedado en medio de la crisis (La Voz del Pueblo, 7 de marzo de 1999, p. 1).
A modo de cierre
Celebrar el campo en los años noventa significó para la Fiesta Provincial del Trigo un momento de transición. Tanto el Estado, como el agro del cual había emergido la idea de homenajear al rubio cereal y a quienes lo producían, habían cambiado de manera rotunda. La eliminación de la Junta Nacional de Granos y el desfinanciamiento del INTA, junto a la política cambiaria del período profundizaron la crisis del sector de los pequeños y medianos productores que históricamente habían contribuido al desarrollo del cultivo del trigo en la región. El discurso productivista y de la reconversión de productores fue común a los funcionarios públicos tanto provinciales como nacionales en ese período. No obstante, los cambios introducidos en el cultivo de oleaginosas y cereales y las variaciones en los precios internacionales agravaron la situación de los productores que intentaban reacomodarse a los nuevos tiempos. El agro adquirió por ese entonces una configuración social y productiva diferente. Por el lado de las entidades agropecuarias, fue la Federación Agraria Argentina la que más padeció las consecuencias sociales de este proceso, dado que fue su base social las más afectada por la situación del agro en este período. Tanto, FAA como CONINAGRO y CRA fueron las entidades que confrontaron con el gobierno de Carlos Menem hacia finales del siglo XX (Pérez Trento, 2022, p. 550).
Los dos pilares sobre los que se había erigido la Fiesta Provincial del Trigo se desencontraron una y otra vez a lo largo de la década poniendo muchas veces en entredicho el desarrollo de la celebración. La manifestación definitiva de esta separación se haría en las primeras décadas del siglo XX, cuando la fiesta pasó depender enteramente en su organización de la Municipalidad de Tres Arroyos.
Las fluctuaciones en las cosechas y los precios internacionales, así como la desregulación del comercio y la producción del sector tuvieron su incidencia en los alcances de la Muestra industrial y comercial. La injerencia que la genética de semillas fue adquiriendo en las últimas décadas del siglo y la mayor presencia del sector privado en esta industria quedó plasmada en los destinatarios de la Espiga de Oro. La presencia de las chacras experimentales y de las cooperativas de seguros dentro de los destinatarios del premio manifestaba la importancia que quienes organizaban la fiesta daban a estas instituciones. Los temas que fueron abordados en las Mesas Redondas, sintetizan las problemáticas que los representantes del sector agropecuario entendían que afectaban al productor. Quienes presidieron las comisiones de la fiesta dejaron entrever en distintas ocasiones del tiempo festivo apreciaciones que referían a las tensiones que atravesaban a la celebración: la participación del Estado y de las entidades representativas del agro en la organización de la fiesta, la posibilidad de privatizar la fiesta; el júbilo por los buenos precios del cereal y su contrapartida cuando estos disminuían; la situación de los pequeños y medianos productores y el impacto del proceso globalizador.
En un contexto de reconfiguración de la estructura agraria pampeana, las formas de pensar, significar y representar el campo, como espacio, pero también como entramado social se vieron modificadas. Los partidos y localidades, cuya existencia se erigió paralelamente a la expansión y dinámica que fue adquiriendo la actividad agrícola ganadera no quedaron exentos de los vaivenes que atravesó el sector a lo largo del siglo XX. Estas fiestas que habían surgido del común acuerdo entre Estado y agro, también vivenciaron el desapego entre ambos. Fue el conflicto visibilizado en el 2008, la manifestación pública de un distanciamiento que se había gestado años atrás y del cual estas celebraciones nos brindan indicios.
Referencias bibliográficas
Azcuy Ameghino, E. (2000). Las reformas económicas neoliberales y el sector agropecuario pampeano (1991-1999). Ciclos en la Historia, la Economía y la Sociedad, 10(20), 191-219.
Balsa, J. (2006). El desvanecimiento del mundo chacarero. Transformaciones sociales en la agricultura bonaerense 1937-1988. Universidad Nacional de Quilmes.
Balsa, J. (2014). Estructura y política agraria. En O. Barreneche (Dir.). Historia de la provincia de Buenos Aires, Tomo 5: Del primer peronismo a la crisis del 2001 (pp. 147- 180). UNIPE Editorial Universitaria EDHASA.
Barsky, O. y Gelman, J. (2001). Historia del agro argentino. Desde la conquista hasta fines del siglo XX. Montaldo.
Chartier, R. (1995). Sociedad y escritura en la Europa Moderna. La cultura como apropiación. Instituto Mora.
Gutierrez, M. (2001). Semillas mejoradas: desarrollo industrial e impacto sobre la producción agrícola. En O. Barsky et al., La agricultura pampeana. Transformaciones productivas y sociales. Fondo de Cultura Económica.
Pérez Trento, N. (2014). Transformaciones en la estructura social agraria pampeana y acción política de las organizaciones agrarias. El caso de la Federación Agraria Argentina (1990-2008). [Tesis de Maestría] Universidad Nacional de Gral. Sarmiento.
Puente, H. y Puente, M. (2019). 50 años Fiesta Provincial del Trigo. Municipalidad de Tres Arroyos.
Villanueva, S. (2024). Sociedad rural, sociedad urbana y fiestas populares. La construcción de representaciones e identidades en el campo bonaerense (1969-1999). [Tesis de Doctorado]. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
Villulla, J. M. (2014). La experiencia de los obreros rurales bonaerenses. En O. Barreneche (DIR.), Historia de la provincia de Buenos Aires, Tomo 5: Del primer peronismo a la crisis del 2001 (pp. 303- 328) UNIPE Editorial Universitaria.
Fuentes hemerográficas
Diario La Voz del Pueblo, Tres Arroyos. 1990-1999. (febrero-marzo)
Edición especial, 100 Años de La Voz del Pueblo, 2002.
Álbum del Centenario de Tres Arroyos, 1884- 1984. La Voz del Pueblo, 1984.
Fuentes documentales
Documento Presidentes Fiesta Provincial del Trigo. Corpus documental Secretaria de la Fiesta Provincial del Trigo, Tres Arroyos.
Folleto promocional 29 Edición de la Fiesta Provincial del Trigo, Tres Arroyos, 1998. Corpus documental Secretaria de la Fiesta Provincial del Trigo, Tres Arroyos.
Guía de la Ciudad de Tres Arroyos, 2000. Corpus documental Museo Mulazzi, Tres Arroyos.
Historial de los Premios Espiga de Oro, 1970-2007. Revista 38 Fiesta Provincial del Trigo, Año 2007.
Corpus documental Secretaria de la Fiesta Provincial del Trigo, Tres Arroyos.
Programa oficial de festejo Fiesta Departamental del Trigo 1968. Corpus documental Museo Mulazzi, Tres Arroyos.
Programas oficiales de festejo Fiesta Provincial del Trigo (1970-1999). Corpus documental Secretaria de la Fiesta Provincial del Trigo, y Museo Mulazzi, Tres Arroyos.
Notas