Artículos
Representaciones sobre el crecimiento urbano y el ambiente durante la epidemia de cólera en el semanal El Inválido Argentino y el diario El Pueblo (Buenos Aires, 1867-1868).
Representations about urban growth and environment during the cholera epidemic on the newspapers “El Inválido Argentino” and “El Pueblo” (Buenos Aires, 1867-1868).
Ambiente urbano durante a epidemia de cólera os jornais El Inválido Argentino e El Pueblo (Buenos Aires, 1867-1868).
Estudios Rurales. Publicación del Centro de Estudios de la Argentina Rural
Universidad Nacional de Quilmes, Argentina
ISSN: 2250-4001
Periodicidad: Semestral
vol. 13, núm. 27, 2023
Recepción: 27 Febrero 2023
Aprobación: 31 Mayo 2023
Resumen: La epidemia de cólera en Buenos Aires de 1867 fue un evento traumático para los habitantes de la ciudad. La prensa se mostró activa visibilizando problemas relacionados con la contaminación de la tierra, el agua y el hacinamiento urbano. En la presente investigación, a través de las herramientas de la Historia ambiental urbana, analizaremos algunas representaciones surgidas en el semanario El Inválido Argentino y el diario El Pueblo. Los artículos periodísticos presentaron posturas tendientes a integrar espacios verdes dentro de la ciudad, articulándose con debates contemporáneos sobre la reforma agraria, el modelo económico y el crecimiento urbano.
Palabras clave: Buenos Aires, Cólera, Epidemia, Historia ambiental.
Abstract: The cholera epidemic in Buenos Aires in 1867 was a traumatic event for the city's inhabitants. The press broadcasted problems related to urban growth and the contamination of resources which were managed by the population. In this research, using the tools provided by urban environmental history, we will analyse some proposals that appeared in the weekly “El Inválido Argentino” and in the newspaper “El Pueblo”. The journalistic articles presented different perspectives tending to integrate green spaces within the city and that were articulated with contemporary debates on agrarian reform, the economic model and urban overcrowding.
Keywords: Buenos Aires, Cholera, Environmental History, Epidemic.
Resumo: A epidemia de cólera em Buenos Aires em 1867 foi um evento traumático para os habitantes da cidade. A imprensa foi ativa em destacar os problemas relacionados à contaminação dos recursos utilizados pela população e ao crescimento urbano. Nesta pesquisa, usando as ferramentas da história ambiental urbana, analisaremos algumas das propostas apresentadas no semanário El Inválido Argentino e no jornal El Pueblo. Os artigos dos jornais apresentavam posições que tendiam a integrar espaços verdes dentro da cidade e que se articulavam com debates contemporâneos sobre reforma agrária, modelo econômico e superpopulação urbana.
Palavras-chave: Buenos Aires, Colera, Espaco urbano, Historia Ambiental.
La epidemia de cólera de 1867 a través de la Historia ambiental urbana
El año 1867 encontró a la República Argentina en una situación delicada en lo político, económico y social a causa de revueltas internas y la Guerra del Paraguay. A los habitantes de la ciudad de Buenos Aires les esperaba sufrir, hacia diciembre de aquel año, una epidemia de cólera que dejaría un saldo de 2000 muertos sobre una población que apenas superaba los 150.000 habitantes (Scenna, 2009). Pese a que la enfermedad arribó desde los campamentos aliados en el curso alto del río Paraná, se encontraba relacionada a la cuarta pandemia global de cólera del siglo XIX (Fiquepron, 2020, p. 51). Su epicentro fue la cuenca del Ganges, desde donde se esparció a través de embarcaciones comerciales y de pasajeros por todo el globo debido al fenómeno de la transnacionalización de la enfermedad.
Los problemas sanitarios de la ciudad de Buenos Aires databan de larga data (Brailovsky, 2017). Empero, la situación comenzó a empeorar a partir de 1853 tras la sanción de la Constitución Nacional, pues se promovió la inmigración y el modelo económico librecambista. El arribo continuo de inmigrantes a la ciudad portuaria hizo que estos encontrasen deficientes obras de salubridad y problemas habitacionales (Armus. 2019). La falta de cloacas, aguas corrientes y alcantarillado se sumaron al hacinamiento en conventillos[1], la escasa recolección de basuras y la presencia de industrias contaminantes – ladrilleras, mataderos, caleras, saladeros – cerca de los poblados y cursos de agua (Montoya, 1956;Fiquepron, 2020).
Por otro lado, a raíz del crecimiento acelerado de la ciudad y la necesidad de víveres para el mercado interno y externo, se acrecentó la producción y la generación de desechos. Arroyos y ríos, principalmente, fueron degradándose al perder su biomasa tras recibir los residuos arrojados por industrias como los saladeros y la población (Brailovsky, 2017). Los brotes epidémicos fueron asociados por los higienistas[2] a los miasmas emanados por los entornos contaminados – zanjas, arroyos, baldíos -, ya que generaban gases nocivos para la salud humana (Scenna, 2009).
La tierra y el agua, los recursos urbanos más vulnerables de este período (Brailovsky, 2017), se vieron inmersos en un proceso de degradación que fue percibido por los sectores letrados que dirigían el proceso modernizador del país (Losada, 2012). Es menester remarcar que hacia la segunda mitad del siglo XIX se comenzó a formar dentro del pensamiento liberal europeo y norteamericano una concientización frente a las problemáticas sociales y urbanas. Parte de las elites locales tuvieron contacto con estos saberes que circulaban a uno y otro lado del Atlántico (Suriano, 2000). La degradación de la naturaleza fruto de los procesos económicos también fue observada por estos (Kaltmeier, 2022), derivando en una reformulación de los saberes a favor de las virtudes de los espacios verdes en la ciudad (Silvestri, 2011).
La historiografía argentina ha ubicado a la epidemia de cólera de Buenos Aires de 1867 dentro de un contexto amplio de movilización y cambios sociales, urbanísticos, económicos, sanitarios, políticos y culturales que abarca toda la segunda mitad del siglo XIX (Bordi de Ragucci 1993; Recalde 1994; Álvarez Cardoso, 2012; Pascual, 2017; Agüero e Isolabella, 2018; Ramaciotti y Rayez, 2018; Armus, 2019; Fiquepron, 2020). No obstante, observar este evento epidémico crítico desde la Historia ambiental urbana presenta una oportunidad para comprender cómo los contemporáneos observaron la degradación de aquellos recursos naturales[3] utilizados en sus procesos económicos (Brailovsky, 2006; Zarrilli y Galafassi, 2002), y cómo pensaron mejorar su usufructo dentro del espacio urbano. Intentaremos rastrear representaciones en torno a la integración de los espacios verdes en la ciudad de Buenos Aires en un momento de transición donde la pequeña ciudad colonial se convertía en una gran urbe (Sedrez, 2013; Curvi, 2022, 128).
Fue a través de la prensa desde donde, quienes llevaron adelante el proceso modernizador de la ciudad, expresaron sus disputas, inquietudes e ideas, sobre todo en un período de crisis (Sábato, 1994; Alonso, 2010). Entendemos que el contexto de incertidumbre permitió la difusión de ideas y reflexiones que en un estado de normalidad no podrían haber tenido lugar (Hill, 1983; Visacovsky, 2011). Por lo tanto, como fuente nos valdremos del semanal El Inválido Argentino[4] y del diario El Pueblo[5], dos publicaciones de la época que contaban con miembros de las elites políticas e intelectuales de Buenos Aires entre sus editores y redactores (De Marco, 2006). Si bien no son de las publicaciones más importantes del período, como La República, El Nacional o La Tribuna, el valor de su uso reside en visibilizar posturas reformistas en un contexto de circulación de saberes a nivel local y trasnacional (Suriano, 2000).
Entendiendo al ambiente como el entorno donde se interrelacionan material y culturalmente las sociedades humanas con el mundo físico y biológico (Sörlin y Warde, 2009, p. 2), nuestro objetivo será constatar la aparición de ideas reformistas y cómo estas problematizaron y representaron la relación entre la población, la economía y el mundo no humano. Para nuestro propósito, se tendrán en cuenta los debates coyunturales sobre reforma agraria y crisis económica. No analizaremos a la epidemia en sí, sino cómo los contemporáneos asociaron su presencia a los problemas socioambientales que presentaba la ciudad.
Nuestra hipótesis consiste en que se buscó la integración de lo verde en la experiencia cotidiana de los habitantes, como también la producción agrícola para el autoabastecimiento local y así modificar algunas prácticas económicas que degradaban recursos como la tierra y el agua. Las propuestas reformistas se insertaron en debates contemporáneos sobre la tenencia del suelo y el modelo económico. Estas se articularon con la coyuntura epidémica y dieron pie a posturas que criticaban el crecimiento descontrolado de las grandes urbes, representando a Buenos Aires como una consumidora de recursos y alimentos, y una masiva excretora de residuos (Fara, 2016, p. 99; Alier, 1993, p. 33).
Quintas y jardines en una ciudad insalubre
Hacia diciembre de 1867, el semanal El Inválido Argentino reprodujo en su primera página un artículo del periódico francés Le Moniteur Universel, donde no sólo se ponía en debate los problemas de la industrialización y del crecimiento urbano, sino también los de la agricultura intensiva para saciar las bocas proletarias de las grandes urbes. El autor, que en ediciones siguientes se revela bajo el nombre de Edmundo About[6], estaba preocupado por la calidad del trigo que llegó a la Exposición Universal de Francia aquel año. Si bien no había diferencias palpables a simple vista, reconoce que el trigo proveniente de Egipto y América parecía tener la misma calidad que el de Francia. Ante la evidente degradación de los suelos franceses, la competencia ofrecida por los nuevos mercados podría llevar a que una exigencia en la productividad y los rendimientos degraden aún más los suelos francos.
Dice About:
Pero de estos tres locales de apariencia igualmente satisfactoria, uno representa una mano de obra casi gratuita: los desgraciados que lo han sembrado y recogido son esclavos o siervos; no han recibido otro salario que un poco de harina y azotes [en el caso egipcio]. La segunda muestra es el producto de un trabajo libre y atrevido, pero ignorante, mezquino, imprevisor. Un pobre diablo sin instrucción, mal dirigido sin instrumentos se ha consagrado a un pedazo de tierra: se ha privado de lo estrictamente necesario; al fin del año se encuentra un poco menos robusto que antes, menos rico también porque se halla en la imposibilidad de restituir a su tierra el equivalente de lo que ha sacado de ella; pero el grano es soberbio, pero de otro modo no hubiera merecido el honor de ser admitido en la Exposición [en referencia al americano][7].
Lo que se extrae del artículo, a primera lectura, es el determinismo geográfico que el autor le otorga a las capacidades productivas de diferentes regiones del globo. ¿Quiénes eran esos trabajadores que nombra? Pues en Egipto, siervos semi esclavizados que producen bajo el azote. Por el lado americano, los campesinos si bien son libres, lo que no poseen en conocimientos técnicos, lo compensan con rudeza. La naturaleza pródiga de las tierras americanas otorga lo que el saber aún no regalado. Por otro lado, con referencia al método francés, argumenta que “no es más ni menos bella que las otras dos, pero es el fruto de un trabajo libre y razonado. Capitales acumulados lentamente por la economía han adquirido un gran dominio y el natural de una explotación irreprochable”, haciendo la restitución al suelo “en una justa medida y la tierra podrá producir este mismo trigo sin decaer”[8].
¿Por qué el semanal argentino reprodujo esta noticia? Durante la década de 1860 se visibilizaron algunas limitaciones del modelo librecambista, que condujo a la implementación de posturas proteccionistas en los principales países industriales a raíz de la aparición de nuevos mercados exportadores (Caravaca, 2011; Béjar 2018, p. 18; Hora, 2010). En la prensa porteña se produjeron acalorados debates en torno al espíritu del modelo librecambista de la República Argentina. La suba de los aranceles aduaneros extranjeros desfavorecía la colocación de productos argentinos, como en el caso de la lana, mientras que al país ingresaban mercancías sin ningún tipo de restricción (Chiaramonte, 1971; Pannetieri, 1983). En 1866 nacería la Sociedad Rural Argentina bajo la dirección del ingeniero agrónomo Eduardo Olivera, fomentando desde su Anales el proteccionismo junto al apoyo de catedráticos como Vicente Fidel López, decano del nacionalismo económico argentino (Schvarzer, 1997, p. 74). También adhirió a posiciones cercanas al ideal farmer, que asociaban la finca familiar a la formación de la conciencia nacional, los hábitos republicanos y el perfeccionamiento productivo (Hora, 2018, p. 40)
Pero la difusión del artículo del Le Moniteur Universel por parte de El Inválido Argentino no reside únicamente en el debate económico a favor del proteccionismo. Otros de los problemas a identificar por About es el de las grandes urbes, cuestión que en el país aún se desconocía pero que pronto se revelaría también en el espacio de la ciudad de Buenos Aires. No harían falta las grandes fábricas a la europea para generar condiciones sanitarias y habitacionales deficientes y movimientos tendientes a las reformas urbanísticas (Brailovsky, 2017; Gorelik, 2018).
Volviendo al artículo del periódico francés, junto al crecimiento de las ciudades y su “rol devorador”, está la preocupación malthusiana del crecimiento de la población y del agotamiento de los recursos a causa, nuevamente, de la degradación de la tierra:
Desgraciadamente, por su imprudencia, el hombre es un terrible destructor de humus. Desde los siglos mas remotos hasta la víspera del día en que estamos, nuestra especie ha hecho todo para arruinar el suelo que la alimenta; aun mismo ha realizado asombrosos progresos en el arte de hacer sufrir hambre a la posteridad. Casi todos los perfeccionamientos de la agricultura han tenido por efecto disminuir en provecho de los vivos el patrimonio de los hombres por nacer. Recorred los países que han sido habitados antes que los otros, visitad las ruinas y alrededores de las ciudades más ilustres, veréis un suelo esterilizado, despojado, arruinado, sin recursos […][9].
Vemos en este extracto una preocupación por el porvenir, ya que el usufructo desmedido de los recursos en el presente, a raíz del modelo productivo, cercenará el bienestar de las generaciones futuras.
El hombre es el único animal que sabe encender fuego; ha abusado cruelmente del don de Prometeo. Los salvajes de todo país han quemado y queman bosques, esas admirables fábricas de tierra vegetal. He ahí una montaña enteramente rodeada de hermosos y frondosos árboles; el hombre llega, les prende fuego por un interés miserable y aún mismo sin interés, por pura estupidez. En el espacio de algunos días, el incendio desparrama bajo forma de ácido carbónico un verdadero tesoro de carbono que había reunido la naturaleza en varios siglos. El humus queda, pero sin estar sostenido; la primera lluvia algo reacia lo arrastrará hacia el valle. El valle era ya fértil, helo ahí rico. El hombre corre hacia él, lo cultiva, obliga al humus a producirle trigo, carne, vino, lana, cueros y cien otras cosas útiles. El sitio es bueno para construir una ciudad; un rio lo atraviesa: la ciudad se funda, se puebla y aumenta. La civilización marcha; se visten, se calientan, se alumbra, beben y comen a expensas de ese pobre humus. Lo explotamos como si fuera inagotable, y no pensamos siquiera en devolverle los residuos de nuestra vida tan ruinosa para él. Las deyecciones del hombre; de los animales domésticos de derecho le pertenecerían, es ciertamente poca cosa darle lo que no puede conservar nuestros cuerpos. Pero se halla mas cómodo y mas breve confiar estos residuos al río que los lleva el mar en derechura[10].
Es interesante la asociación que About realiza sobre degradación de la naturaleza y las ciudades. Si bien identifica ya en sociedades “salvajes” el usufructo desmesurado de los recursos naturales, el verdadero problema es con la llegada de las grandes ciudades industriales, donde la “civilización marcha” a costa de la explotación de la tierra para alimentarla, ofreciendo únicamente como devolución deyecciones contaminantes. Por otro lado, identifica que en las sociedades no sólo viven los “hombres”, sino también animales domésticos que contribuyen a ese proceso.
Entonces, ¿Existió, por parte del editor de El Inválido Argentino, una pretendida analogía entre el ejemplo citado por el artículo y la ciudad de Buenos Aires? No podríamos saber las verdaderas intenciones, al menos en este aspecto, pero las semejanzas son llamativas y responden a las problemáticas que, como expusimos al comienzo de este trabajo, ya se visibilizaban en el ambiente de la Gran Aldea. Leemos en un artículo del 22 de diciembre de 1867:
Veinte millones de franceses trabajan con perjuicio propio para cinco o seis. […] Pero una quinta, por ejemplo. La tierra no sería esterilizada tan pronto; daría menos granos, menos papas y más carne; en resumen produciría más o menos la cantidad de alimentos sin agotarse, como hoy. […] No os apureis a apostrogar la utopía. Mirad a vuestro alrededor y veréis los síntomas precursores de una revolución feliz y pacífica. Desde luego, la agricultura desdeñada en otros tiempos esta hoy en boga. Las familias de más títulos se enorgullecen de cultivar la tierra y de pasar en sus campos las dos terceras partes del año. […] Las clases ilustradas empiezan a saber que la tierra, al precio que se paga no podría ser un instrumento de fortuna; toda pequeña cultura, excepto la de la vida, arruina al hombre y al suelo; la gran cultura no lo arruina ni enriquece; mantiene al suelo en buen estado y da al propietario la existencia más larga y feliz[11].
La salida que propone el autor, bajo la influencia verticalista de las clases cultas, sería el de la quinta hogareña: esta permitiría generar una producción doméstica menos nociva hacia la tierra. En este sentido, se descentralizarían las ciudades y sus efectos nocivos sobre la moral y la conciencia de los sectores más tendientes a radicalizarse (Gribaudi, 2008).
En lo que respecta a Buenos Aires, la producción quintal estaba circunscripta a los barrios periféricos del casco antiguo de la ciudad y sus alrededores inmediatos. Poblados como el de San José de Flores, Belgrano, San Isidro y Tigre (Las Conchas) poseían quintas en las que se producía para el consumo local y el aprovisionamiento de la ciudad decana. La ciudad ideal carecía de espacios verdes planificados y el antiguo casco urbano presentaba problemas habitacionales e higiénicos ante la falta de obras de alcantarillado, cloacas y aguas corrientes (Lienur, 2000).
Se constata una relación entre la línea editorial del semanal y las reformas agraristas defendidas por la recientemente fundada Sociedad Rural; “las columnas del Inválido, desde algún tiempo atrás, han estado abiertas generosamente a los sostenedores e iniciadores de este pensamiento […]”[12]. Bajo el liderazgo del ingeniero agrónomo Eduardo Olivera y a favor de la subdivisión de los latifundios, se buscaba habilitar la disponibilidad de tierras y descentralizar las ciudades. Como objetivo secundario estaba el perfeccionamiento productivo no especulativo, mas ameno frente al desgaste de la tierra – que About expone hablando del humus francés -. Olivera había observado estas problemáticas en sus viajes por Europa en las décadas de 1840 y 1850 (Hora, 2015, p. 40).
El director de la Sociedad Rural pronunciaría un discurso en la cámara de diputados de la nación en septiembre de 1867, siendo transcripto y publicado por El Inválido Argentino bajo el título de “Un instituto agrícola y la Cámara de Diputados”:
Las ocupaciones agrícolas tienden a morigerar y tranquilizar la falsa ambición de las naciones, a calmar las animosidades de partido y a presentar al hombre una nueva arena adonde la lucha se establece solamente para el trabajo y las mejoras sociales. La adquisición de la riqueza comparativamente lenta, pero segura, extraída de la tierra y vuelta a invertir en ella, desarrolla la salud del cuerpo, presenta la oportunidad de llevar una vida sencilla e independiente […]. Los hombres de las ciudades, viviendo en medio de excitaciones de todo género, tanto políticas, sociales, monetarios y aún morales, son con frecuencia ellos los que producen aquellas causas que traen consigo siempre la ruina de la nación, como por ejemplo el espíritu de especulación, de monopolio, de lujo, de afeminación, de corrupción política y de ambición personal[13].
La creación de aquel instituto agrícola promovido por Eduardo Olivera, pese a que fueron proyectados otros en el interior junto a la apertura luego de la Quinta Experimental en Buenos Aires, no suscitó cambios significativos en los sectores más amplios de la sociedad (Silvestri, 2011, p. 109). Empero, uno de sus logros personales a través de la Sociedad Rural fue la aprobación del Código Rural de la provincia de Buenos Aires en 1870. Allí se aclara, entre otras cosas, que quedan destinados “principalmente a chacras y quintas los partidos de Belgrano, San Isidro, San Fernando, las Conchas, Moreno, Merlo, Morón, San Martín, Flores, Matanzas, Quilmes, Lomas de Zamora y Barracas al Sud y al Norte […]”[14]. En 1871 se fundaría también el Departamento Nacional de Agricultura.
La degradación del entorno físico, dado lo expuesto en esta serie de artículos reproducidos por El Inválido Argentino, comenzó a ser percibida como una de las problemáticas del crecimiento urbano. Dentro de la cosmovisión liberal se le intentó dar respuestas a cuestiones que surgieron al calor de la expansión económica y poblacional. La epidemia de cólera sirvió como justificativo para articular debates de tinte agrarista que buscaban justificar las posturas de tipo farmer, incluso dentro del espacio urbano. La exteriorización de las necesidades y cuidados de recursos como la tierra y el agua, frente al avance de los procesos productivos, traería tanto problemas de aprovisionamiento a futuro, como posibles revoluciones que tan temidas eran aún hacia las décadas finales del siglo XIX.
El problema habitacional, ya evidente hacia 1868, debería buscar una solución dado que la aglomeración de personas dentro del municipio porteño había llegado a un límite y se mostraba necesaria la expansión urbana hacia las afueras del antiguo casco de Buenos Aires (González Leandri, González Bernaldo de Quirós y Suriano, 2010). Algunos emprendimientos habitacionales privados, sin embargo, comenzaron a llamar la atención de la prensa.
En este sentido, el diario El Pueblo comentaba hacia comienzos de 1868 sobre un proyecto que contemplaba la creación de casas populares entre el centro porteño y San José de Flores que, “según se nos ha informado, esta […] sociedad será puramente especulativa, puesto que la idea que le da vida es la de emplear considerables capitales en esos edificios, de manera que pueden redituar fabulosos intereses”[15]. El carácter “especulativo” de la empresa hace referencia a la construcción, como dijimos, de viviendas populares para ser alquiladas (Cravino, 2016), dado que, por aquella zona aún descampada, pasaba el tranway que conectaba Once de Septiembre con el poblado de San José de Flores a través de la calle Rivadavia. El artículo continúa remarcando que,
Mas es preciso pensar que no basta atraer la gente por el estímulo de la baratura del alquiler y la facilidad del tránsito, pues no se debe olvidar que el rápido traslado de esa parte de la población que vive actualmente en las orillas en pésimas condiciones de higiene a causa de su ignorancia y de sus privaciones, llevaría allí el mismo germen propensivo a ser apestado y no habríamos conseguido más que cambiar la localidad donde se supone que se forman los focos de infección que atraen la peste[16].
Las inspecciones higiénicas por parte de funcionarios y de la policía eran el recurso utilizado por los organismos municipales para controlar estos establecimientos. Debe reconocerse la carencia presupuestaria de las autoridades para financiar un cuerpo mayor para tal tarea. El mismo problema ocurría con los funcionarios de higiene portuarios dependientes del poder ejecutivo nacional (Scenna, 2009). Por tal motivo, donde se presenta revelador el artículo es en la solución propuesta: crear establecimientos con parques integrados, donde primen los espacios abiertos y arbolados por sobre la cantidad de habitaciones por terreno:
Desde que hay terrenos suficientes, debe procurar dar la mayor expansión posible a las construcciones, y recordar cuan inconvenientes son las habitaciones apiñadas a estilo de colmenas. No porque en menos terreno pueda alojar mas gente, debe ser el proyecto apoyado; antes que las pingües ganancias que se propone una empresa, debe consultarse la conveniencia pública. Esa conveniencia exige que en vez de comprarse cuarenta o cincuenta varas de tierra en ambos lados [de la calle Rivadavia], se compre una cuadra, y que en el centro de las ciento cincuenta varas que da una, se establezca una calle con arbolado y jardinería. […] Que a la distancia de cada cinco cuadras se destinase una para formar una plaza que pudiera servir de solar a aquellos moradores en las épocas de calor[17].
Esta reformulación de la conciencia agrarista en el espacio urbano fue la que llevaron adelante los reformistas norteamericanos del Park Movement. De esta manera, “el parque es pensado como ‘antídoto natural´ frente al hacinamiento de la ciudad pobre y la insalubridad del trabajo en la fábrica” (Gorelik, 2018, p. 80). Si bien en el artículo en cuestión no se rastrea la aplicación de quintas dentro de las manzanas, sí se entrevén formulaciones símiles a la del movimiento norteamericano por la integración del verde en los espacios citadinos y la descentralización.
El Park Movement buscó aplicar “lo mejor de las ciudades y lo mejor del campo, removiendo lo peor de estos”, donde las casas “se construirían en amplios espacios”, y la tierra “se fertilizaría con los desperdicios de las ciudades y, en devolución, se producirían los productos precisados por los mercados locales (Hardy, 1991, p. 20). Observamos nuevamente una postura integrativa entre beneficio económico y social con el mundo no humano.
La quinta hogareña o los jardines y parques dentro de las manzanas integrarían las realidades urbanas y rurales, un espacio individual autosuficiente que permitiría también desarrollar las actividades urbanas características del progreso capitalista en el que se estaba insertando el país, pero sin depender estrictamente de las presiones de este (Sedrez, 2013). Sucedería un “mundo móvil, verde pero ´civilizado´”, donde dominen “chacras y quintas”. Así, en la extensión urbana tendría una “sensibilidad verde” […], ya que “estos lugares parecen condensar un imaginario que subsiste hoy, el idilio de reunir todas las ventajas, las de la civilización y las de la naturaleza, sin la ´cháchara insustancial´ y la conflictividad política de la primera, sin la dura sujeción a la necesidad de la segunda”. Esto estaba ligado al “gusto pintoresco, en íntima relación con la vocación naturalista de la burguesía”, y respondía “a cambios internacionales de vastos alcances en la cultura común” de fines del siglo XIX (Silvestri, 2011, p. 182), donde se buscó la dominación y racionalización de la naturaleza, especialmente en el espacio pampeano (Kaltmeier, 2022, p. 104).
Conclusiones
Este trabajo indagó en las representaciones sobre el crecimiento urbano y los problemas ambientales que se dieron durante la epidemia de cólera de 1867 y 1868. Luego de analizar una serie de artículos en el semanal El Inválido Argentino y el diario El Pueblo, arribamos a las siguientes conclusiones.
Observamos la problematización de los inconvenientes del hacinamiento y el agotamiento/degradación de los recursos naturales utilizados por la población para sus procesos económicos. Se observan propuestas tendientes a insertar pequeñas producciones agrícolas dentro del espacio urbano, tanto con un fin económico, como también para conservar recursos como la tierra y el agua. Constatamos una relación entre estas propuestas y debates contemporáneos sobre reforma agraria, urbana y económica.
En conclusión, la epidemia alertó a los sectores letrados sobre la degradación del espacio urbano e insertándose en una coyuntura de reformulaciones dentro del liberalismo. Si bien excede los propósitos de este trabajo, también se observa una circulación de saberes trasnacional.
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Notas