Dossier
Vínculos y redes sociales en torno a colecciones de museos: las colecciones arqueológicas del Museo Histórico del Norte (Salta), hacia mediados del siglo XX
Links and social networks regarding museum collections: the archaeological collections of the Museo Histórico del Norte (Salta), towards the mid-20th century
Vínculos e redes sociais em torno de coleções de museus: as coleções arqueológicas do Museo Histórico del Norte (Salta), em meados do século XX
Revista del Museo de La Plata
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 2545-6377
Periodicidad: Semestral
vol. 5, núm. 1, 2020
Recepción: 01 Mayo 2019
Aprobación: 01 Febrero 2020
Publicación: 01 Junio 2020
Resumen: El artículo aborda la conformación de la colección arqueológica del Museo Histórico del Norte (Provincia de Salta), para lo cual se reseña el contexto social y político, nacional y local, bajo el cual se crea el Museo y se hace referencia a las formas de adquisición de la colección durante los momentos iniciales de la institución. Los trabajos realizados sobre la colección arqueológica aportaron información que permitió indagar en problemáticas relacionadas con las redes sociales que se establecieron entre el Museo, benefactores o donantes de piezas arqueológicas y otras instituciones durante la primera mitad del siglo XX. El cruce de diferentes fuentes generó también ideas para pensar los procesos de institucionalización de la práctica arqueológica en la provincia y el papel que pudieron haber tenido las colecciones arqueológicas.
Palabras clave: Arqueología, Historia de colecciones, Salta, Museos.
Abstract: This work analyzes the conformation of the archaeological collection of the “Museo Histórico del Norte” (Salta province). For this goal, the creation of the museum is reviewed in terms of the social and political context of the time at both local and national scales. The manner of acquisition of the collections during the initial moments of the institution is also referenced. The studies carried out on this archaeological collection provided information that allowed us to preliminary define the social networks that were established between the museum, benefactors or donors of archaeological items and other institutions during the first half of the 20th century. Cross-referencing different documentary sources also generated ideas to analyze the processes of institutionalization of archaeological practice in Salta and the role that could have been played by archaeological collections.
Keywords: Archaeology, History of collections, Salta, Museums.
Resumo: O artigo aborda a conformação da coleção arqueológica do Museo Histórico del Norte (Província de Salta), para o qual se resenha o contexto social e político, nacional e local, sob o qual o museu é criado, sendo feita referência às formas de aquisição da coleção nos momentos iniciais da instituição. Os trabalhos realizados no coleção arqueológica forneceram informações que permitiram investigar problemáticas relacionadas às redes sociais estabelecidas entre o museu, benfeitores ou doadores de peças arqueológicas e outras instituições durante a primeira metade do século XX. O cruzamento de diferentes fontes também gerou idéias sobre os processos de institucionalização da prática arqueológica na província e o papel que as coleções arqueológicas podem ter tido.
Palavras-chave: Arqueologia, História das coleções, Salta, Museus.
Introducción
Las colecciones de museos se han constituido en una fuente importante de información para los estudios de la arqueología en Argentina. La conformación de los grandes museos de ciencias, durante fines del siglo XIX y principios del XX, y la necesidad de obtener piezas para acrecentar sus colecciones, generó múltiples redes que involucraban a intelectuales, funcionarios, diplomáticos, militares, científicos, religiosos y pobladores locales de las diferentes regiones cercanas a sitios arqueológicos (Palamarczuk & Grimoldi 2016). Además, se activó un mercado para la obtención de objetos, que competía con las expediciones que se realizaban desde las grandes instituciones que se encontraban centralizadas en Buenos Aires y La Plata (Farro 2008; Pegoraro 2009). Numerosos trabajos han permitido recuperar información tanto desde el estudio de los objetos en sí, pero también a partir de la historia de la conformación de dichas colecciones (Biasatti 2016; Iucci 2016; Lindskoug 2008; Mamani 2007; Palamarczuk et al. 2014; Pupio 2005; Scattolin 2003; Sprovieri & Rivera 2014; entre otros).
Indagar en la historia de estas colecciones abre líneas de investigaciones que aportan datos para trabajar las instituciones, los contextos políticos y sociales en los cuales se desarrollaron, los intereses, los vínculos entre personas e instituciones y otros temas que van más allá de los objetos. En este trabajo presentamos un primer avance sobre la identificación de sujetos y redes definidas a partir de la conformación y circulación de la colección arqueológica del Museo Histórico del Norte de Salta (en adelante MHN), institución nacional que data del año 1949[1]. Entendemos que dichas redes, más allá de ser meros espacios intelectuales, conformaron vínculos políticos y de posicionamiento social importante durante la época. Asimismo, los museos, considerados como campos de construcción de discursos, memorias e identidades, se constituyen también como espacios de enunciaciones políticas y disputas. Localizado en el edificio del Cabildo Histórico de la ciudad de Salta, el MHN es un espacio emblemático para la historia local tradicional. Contiene colecciones históricas, arqueológicas, etnográficas y un archivo bibliográfico y documental, incorporados en calidad de donación o compra.
Este trabajo se enmarcó en el proyecto “El acervo patrimonial arqueológico del Museo Histórico del Norte (Salta): el potencial de las vasijas cerámicas como fuente de información”, Ministerio de Cultura de la Nación, Programa Investiga Cultura (2017/2018), Resolución M.C Nº 1128/16, bajo el cual se abordó el estudio de un conjunto de piezas arqueológicas que forman parte del patrimonio del Museo desde un enfoque que toma a las colecciones como fuentes potenciales de información. Se trabajó con un conjunto de 62 piezas cerámicas que se encuentran en la sala de exposición y en el depósito del Museo, asignables a momentos del prehispánico Tardío-Inca (siglos XI a XVI) dentro de la clasificación propuesta por Nielsen (2007) para el Noroeste argentino (NOA). Es importante mencionar que gran parte de la colección arqueológica del Museo se puede clasificar como no sistemática o casual (sensu Pérez de Micou 1998).
Las tareas implicaron análisis tecno-morfológicos, métricos y estilísticos; además de la identificación de huellas de uso en las piezas, buscando registrar indicios que nos permitieran pensar en las historias de vida de estas vasijas. También se recolectó información sobre su procedencia, analizando datos disponibles en el libro general de registro de la institución[2]. Este último paso dio lugar al trabajo con fuentes escritas localizadas en el archivo del MHN y en la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos (en adelante CNMLyBH)[3], lo cual llevó a identificar donantes o benefactores de colecciones y agentes que se vincularon con la práctica arqueológica en Salta durante la primera mitad del siglo XX. De esta manera, tratamos de delinear redes de familias e intelectuales en torno a estos agentes y a las colecciones con el fin de aportar información que nos permitiera indagar en los procesos de institucionalización de la práctica arqueológica a nivel local y el papel que pudieron haber tenido las colecciones arqueológicas.
El contexto político social y la creación del Museo Histórico del Norte: tensiones entre el estado nacional y provincial
Desde fines del siglo XIX uno de los principales problemas a los que debió dar respuesta la oligarquía gobernante fue la necesidad de configurar y consolidar una nación que legitimara el estado integrado a un orden conservador fundado (Botana 1994)[4]. Bajo este marco, y hacia fines de este siglo y principios del XX, es cuando se fundan grandes instituciones abocadas al pasado nacional, como el Museo de La Plata (1884)[5], el Museo Histórico de la Capital (1889), el Museo Etnográfico (1904)[6], el Museo Municipal de Buenos Aires (1921), el Museo Histórico Nacional (1922), el Museo Histórico y Colonial de la Provincia de Buenos Aires con sede en Luján (1923), entre otros[7].
Con la irrupción del radicalismo entre 1916 y 1930, la cuestión de la nacionalidad continuó siendo uno de los ejes centrales de la agenda política que se evidenció en las tensiones que comenzaron a emanar dentro de la relación entre el Estado Nacional y las provincias[8]. El golpe de Estado que llevó al derrocamiento de Hipólito Yrigoyen, en septiembre de 1930, dio apertura a la llamada “restauración conservadora” (de Privitellio 2001), que significó la vuelta al poder de la oligarquía, tras los gobiernos radicales, y con ello la práctica del fraude electoral. Bajo este contexto, tuvieron inicios las primeras tentativas de proyectar al Cabildo Histórico, como un museo representativo de la nacionalidad argentina (Blasco 2016). Es también hacia la década del ’30 que las colecciones y objetos de museos de carácter histórico son considerados como patrimonio moral dentro de una historia nacional (Blasco 2012).
Cabe remarcar que el golpe cívico-militar de 1930 estuvo promovido por tendencias nacionalistas que se gestaron en el interior de las fuerzas armadas, la Iglesia Católica y, sobre todo, en intelectuales asociados a tendencias historiográficas revisionistas (Devoto 2002; Rouquié 1981). En esta misma línea, el origen de la nación argentina fue uno de los tópicos que preocuparon al gobierno de turno.
Desde la historiografía liberal fundada por Mitre, la nación tuvo su raíz en la Revolución de Mayo de 1810, siendo Buenos Aires el epicentro de la misma, cuya tradición fue retomada por historiadores adheridos a la Nueva Escuela Histórica. Esta propuesta generó discrepancias en torno a esta política centralista y tensiones entre el Estado Nacional y las provincias. Dichas tensiones también produjeron, entre otras acciones, la creación de “juntas provinciales”, abocadas a la producción de historias provinciales y locales que buscaron legitimar a cada provincia dentro del proceso de construcción nacional.
En el caso de Salta, es posible señalar la necesidad de reivindicar la posición de la provincia como protagonista en la conformación de la nación argentina[9]. Esta reivindicación se apoyó en la construcción de héroes locales y representaciones discursivas, como fue el caso de Bernardo Frías y su obra “Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina”; donde se destaca la figura de Güemes a nivel nacional y se exalta una tradición hispana salteña, que se sustentaba en el período colonial (Frías 1971).
En este marco, la creación de un espacio que albergara objetos de interés histórico para la provincia de Salta se convirtió en una necesidad y adquirió importancia frente a los diferentes museos de carácter histórico de Buenos Aires. Como señala Blasco (2016), el Cabildo de la Villa de Luján se había transformado en sede del Museo Histórico y Colonial de la provincia de Buenos Aires a partir de una propuesta cultural promovida por políticos e historiadores que buscaron enfatizar la participación del Cabildo en el proceso revolucionario. Con este antecedente, en 1934 el Senador salteño Carlos Serrey, con el apoyo de las elites políticas y culturales locales, presentó un proyecto de ley nombrando “monumento nacional” al edificio del Cabildo de Salta[10].
Para la década de 1930, se da la institucionalización del espacio historiográfico en las provincias, cuyo fin era rescatar documentación y, por otro lado, elaborar una Historia argentina integradora (Geres & Quiñonez 2018). En este proceso generado desde las provincias, el peso familiar y personal de ciertos agentes vinculados al campo historiográfico fue muy importante. Geres & Quiñonez (2018, p. 8) identifican y destacan la generación de un circuito de intercambio intelectual que posee una fuerte impronta regional.
En Salta, durante la primera mitad del siglo XX, tuvo lugar un proceso de institucionalización de la disciplina histórica y las primeras prácticas asociadas a la creación de espacios públicos para el resguardo de colecciones, lo que constituyó un cambio importante frente al coleccionismo privado por parte de aficionados (Blasco 2012). Podemos señalar que la institucionalización de la historia en Salta se expresó a través de la creación, en 1937, del Instituto San Felipe y Santiago que nucleó a miembros de la Sociedad Amigos de la Historia y de la Unión Salteña[11]. Bajo esta institución se hallaban personas como Atilio Cornejo, Monseñor Vergara, Monseñor Tavella, Gerardo Solá, Carlos Gregorio Romero Sosa, entre otros; quienes provenían de espacios religiosos, políticos y académicos que les permitieron tener contactos con figuras de renombre para la época, como el historiador Ricardo Levene (Blasco 2016).
La creación de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos[12], bajo la dirección de Ricardo Levene, tuvo la intención de establecer una política de recuperación de monumentos históricos en las provincias, con los fines de conservar y restaurar lugares representativos de la historia nacional oficial. En septiembre de 1940 y como parte de un Plan de Restauración de Monumentos Históricos, se abordaron trabajos en el Cabildo Histórico de Salta[13], con la idea de conformar un “Museo Histórico y Colonial” que representara la cultura e identidad en clave regional. Cabe remarcar que esto sería un foco de tensiones con los salteños, quienes pretendieron organizar un museo con exposiciones que dieran cuenta de una identidad local y salteña, reivindicada en el pasado colonial. Aquí también comienzan a tomar relevancia los objetos de colecciones que aluden al pasado prehispánico y que formarán parte de la historia que se construirá desde los espacios intelectuales vinculados a las elites locales.
Dichos espacios, para el caso salteño, conformaban redes y círculos de sociabilidad tradicionalistas con una fuerte impronta regional y tensiones políticas propias del contexto local. A una escala regional, se ha planteado la existencia de procesos generados desde las provincias, con circuitos mantenidos desde una fluida correspondencia con organismos públicos y privados e intercambios a nivel regional y nacional (Geres & Quiñonez 2018, p. 11). Para 1943 se decide la instalación del Museo en el edificio del Cabildo. Debido a la falta de fondos, desde nación se acordó que la provincia se hiciera cargo, de manera provisoria, de la institución y se designó como director de un museo oficialmente no creado, a Carlos Gregorio Romero Sosa, aunque su nombramiento no había sido informado al Ministro de Justica e Instrucción Pública.
Para marzo de 1945, el Ministerio de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública de la Intervención Federal, oficializó la creación del Museo Colonial, Histórico y de Bellas Artes de la Provincia de Salta; fijándose su fecha de inauguración el 16 de abril, fecha conmemorativa de la fundación de Salta (Gutiérrez 2016). En 1946, bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, se reflotó la idea de organizar un museo histórico dependiente de la nación en el edificio capitular salteño. En este contexto, se creó el Museo Histórico del Norte[14], nombrando al Monseñor Miguel Ángel Vergara como director (1949-1954).
Finalmente, el 14 de agosto de 1949 el Museo fue inaugurado con un gran apoyo del gobierno nacional y en medio de un clima provincial tensionado por las diferencias políticas y sociales en el seno del partido Peronista[15]. Nos parece también importante mencionar la propuesta de Blasco, quien destaca el carácter conservador y católico de los sectores dominantes de la sociedad salteña; lo que influyó en la conformación de instituciones como el MHN (Blasco 2016, p. 20).
En la actualidad, el Museo Histórico del Norte es un complejo museístico conformado por el Cabildo de Salta, el Museo Nacional Presidente José Evaristo Uriburu y el Museo Posta de Yatasto, los cuales permanecen en actividad a los fines de representar la historia de la actual provincia salteña, tomando desde el período prehispánico, colonial y el período post-independentista. El Cabildo de Salta funciona como sede de dicho complejo y se localiza en el centro urbano de la ciudad, frente a la plaza principal (Fig. 1).
Los Museos y colecciones en Argentina durante la primera mitad del siglo XX
Desde 1910, la práctica de la arqueología, la etnografía y la antropología se articulaba a través de instituciones estatales, por ejemplo, a partir del vínculo entre universidades y museos, y de canales privados representados por sociedades eruditas, asociaciones, lazos de amistad, vínculos políticos y de parentesco (Podgorny 2004). A partir de 1930, se incentiva la creación de instituciones académicas en las provincias argentinas, junto a la promoción del estudio de las culturas regionales. Para fines de la década de 1930 se fomenta la arqueología, el folclore y las investigaciones regionales a través de la educación y de la Comisión Nacional de Cultura. Bajo este marco, la promoción y consolidación de la arqueología a nivel nacional, tuvieron lugar subsidiariamente a la esfera estatal y vinculada a instituciones académicas (Podgorny 2004).
Para fines de 1940 y principios de la década de 1950 se crean museos en el ámbito municipal de la provincia de Buenos Aires a partir de voluntades privadas y estatales. A diferencia de los grandes museos como el de La Plata, dependiente de la Universidad Nacional de La Plata, y el Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, estas instituciones del interior de la provincia de Buenos Aires surgieron a partir de las actividades de coleccionismo y tuvieron su origen en el traspaso de las colecciones del ámbito estrictamente privado al público (Pupio 2005). Para estos casos, se ha destacado también el papel que tuvieron los coleccionistas en el proceso de creación, en el establecimiento de redes de sociabilidad entre instituciones y como directores de dichos museos (Pupio 2005).
El abordaje de la historia de la arqueología desde una perspectiva que considere a los diferentes actores (profesionales y aficionados), los espacios institucionales y geográficos (tales como universidades, museos universitarios y museos locales y regionales, escuelas) se ha desarrollado como un campo de estudio sistemático que ha brindado importante información a los estudios de la disciplina. Trabajos como los de Farro (2009), Pupio (2005), Biasatti (2016), entre otros, destacan el papel de las colecciones para la cooperación entre distintos actores como directores de museos, estudiosos y residentes locales. Se ha mencionado también la importancia de los informantes locales y su colaboración con instituciones científicas metropolitanas para la obtención de objetos y la logística en el campo (Farro 2009). Las redes y modos de obtención de piezas para los grandes museos, como el de La Plata y el Etnográfico, pudieron ser identificadas y analizadas a partir de trabajos de Farro (2008, 2009) y Pegoraro (2009).
Los trabajos de Pupio (2005, 2013) destacan la importancia de la figura del coleccionista y su actividad vocacional en el origen de los museos y luego como directores de dichas instituciones. Quienes también ocupaban lugares destacados dentro de la esfera social en la que se encontraban insertos; además de que todos estuvieron interesados en la historia y produjeron obras o publicaciones financiadas con dinero propio o con fondos municipales (Pupio 2005).
Otro caso diferente son los museos de las provincias, como el Museo Provincial de Ciencias Naturales de Rosario, los cuales se desarrollan hacia fines de la década de 1940, posteriores a las grandes instituciones vinculadas a las universidades como el Museo de La Plata y el Museo Etnográfico (Biasatti 2016). En este caso, cumplían un papel importante aquellas personas que, aunque no estaban insertas en alguna red institucional, estimulaban la conexión entre el interior y la metrópolis. Estos actores han sido estudiados en los diferentes casos, permitiendo identificar redes que dieron lugar a la conformación de colecciones. Para el ejemplo de los museos del interior, Pupio (2013) identifica, en primer lugar, la acción de científicos vocacionales en las provincias y territorios nacionales y su relación con profesores universitarios. En segundo lugar, reconoce una red de sociabilidad que se estableció entre aficionados a la arqueología. Señala que el intercambio de correspondencia favoreció la formación de estos científicos vocacionales y de una red en torno a las colecciones (Pupio 2013).
Entre las diferentes estrategias para la obtención de piezas arqueológicas en los casos analizados por Pupio (2013) y Biasatti (2016), se menciona la recolección en campo, la posibilidad de obtener objetos mediante el intercambio y obsequio, y la donación de particulares. Respecto a los aficionados, se diferencia entre coleccionistas dedicados a la recolección sistemática y que mantenían comunicación con profesores de universidades y centros de estudio en Buenos Aires y La Plata, por ejemplo, y otro grupo formado por vecinos entusiastas que por única vez ofrecían piezas (Biasatti 2016).
Las colecciones arqueológicas del Museo Histórico del Norte como foco de estudio: abordajes desde las fuentes materiales y escritas
Los trabajos que realizamos con colecciones del MHN implicaron el estudio de una muestra de 62 piezas cerámicas, las cuales se encuentran en dos salas de exposición y en el área del depósito de la institución. En particular, nos hemos centrado en las del prehispánico Tardío (sensuNielsen 2007), enfocándonos en los estilos Santamariano, Inca y una variedad denominada “pucos Poma”. A partir de ello, buscamos aportar información sobre la colección y, a una escala más amplia, sumar nuevos datos que permitan plantear discusiones sobre la articulación de espacios geográficos a partir de datos tecnológicos y estilísticos. En los últimos años, el trabajo con piezas de colecciones arqueológicas se ha incrementado permitiendo destacar el potencial de las mismas como fuente de información para la investigación, conservación y su puesta en valor (Balesta & Zagorodny 2000; Igareta & Collazo 2013; Palamarczuk et al. 2014; Sprovieri & Rivera 2014; entre otros). Para el caso de los museos históricos, se ha señalado la escasez de investigaciones asociadas con la conformación de las colecciones y su relación con el campo historiográfico (Blasco 2012).
Además del registro tecnológico de las piezas, nos interesó también rastrear datos que nos permitieran conocer información sobre la procedencia, origen, nombre de donantes de las colecciones y año de ingreso a la institución. Esta información fue necesaria a la hora de trabajar en la historia de las colecciones arqueológicas del museo pero, además, permitió también abrir nuevas líneas de investigación vinculadas con las redes sociales que se fueron generando entre el MHN, personajes y familias locales a través de los objetos.
Trabajamos con fuentes documentales del archivo de la institución, de la Biblioteca Monseñor Miguel Ángel Vergara (Museo Uriburu) y de la CNMLyBH. Esto implicó el abordaje de fuentes escritas primarias y secundarias, realizando una lectura enfocada en las colecciones y en su historia al momento de ser ingresadas como parte del acervo patrimonial de la institución.
Entre las primarias se consultó el Libro General de Registro e inventario del MHN, tomando como rango temporal de interés el período que abarca desde la apertura del Museo (1949) hasta 1970. Consultamos también el archivo documental del MHN, el cual contiene memorias del Museo, cartas de correspondencia y recortes de diarios. Agregamos, asimismo, documentación referida a las colecciones arqueológicas que se encuentra en la CNMLyBH; tomando en particular las carpetas 1 y 2, que datan desde 1949 hasta 1970, y una carta de Hortensia Eufrasia Cornejo Mollinedo de Arias (1897- 1978) enviada al Barón Erland Nordenskiöld de 13 de mayo de 1926, disponible en el Archivo de Erland Nordenskiöld, Gotemburgo, Suecia. La correspondencia epistolar[16] y las memorias de la institución, fueron una fuente de información importante para este trabajo. Las fuentes secundarias comprenden publicaciones del Boletín del Instituto San Felipe y Santiago (desde 1938 hasta la actualidad), artículos de la Revista del Museo Histórico del Norte y bibliografía específica como Gutiérrez (2016), Blasco (2016), entre otros. Además de noticias referidas en el Diario El Tribuno del año 1954, de la hemeroteca del Archivo y Biblioteca Históricos de Salta.
Sobre las colecciones del Museo Histórico del Norte y su disposición museográfica
Las
Las primeras colecciones con las que contó el Museo fueron piezas arqueológicas que aludían a un pasado prehispánico y objetos históricos que referían al pasado colonial de Salta. Gutiérrez (2016) señala que al cierre del Museo Provincial de Fomento de Salta[17], hacia 1947, parte de las colecciones de la institución pasaron a la órbita del Museo Histórico Regional del Norte y al Museo de Ciencias Naturales de Salta. Es posible, entonces, que el conjunto inicial de materiales arqueológicos del MHN hayan provenido de dicha institución.
Para los primeros años del MHN se menciona la existencia de trece secciones dispuestas en las diferentes salas y espacios del Museo[18]. Puede pensarse que la forma de exposición de los objetos en torno a secciones configuró una narrativa visual atravesada por intereses políticos, sociales y culturales (Pupio 2005). En este sentido, el ordenamiento en el MHN respondió a una lógica cronológica, de corte evolutivo, que abarcó el periodo prehispánico, colonial y republicano del siglo XIX, en el afán de representar y consolidar una identidad regional en boga que buscaba legitimar su participación y posición en el proceso de construcción de la nación argentina.
La sección “Arqueología”, abierta el día de la inauguración, comprendía tres salas (1 a 3) y contaba con objetos donados por H. Cornejo de Arias, Amadeo Sirolli, Luis Azán Arteaga, piezas adquiridas por el Museo, además de una urna extraída en El Portezuelo (en las afueras de la ciudad de Salta). La sección religiosa, que estaba dispuesta en la sala 4, presentaba cuadros, objetos religiosos, algunos de los cuales formaron parte de iglesias como la Compañía de Jesús, la Catedral primitiva de Salta y La Merced. En la sala 5, se encontraba la sección “Numismática y Periodismo”, donde se exponían monedas y medallas. Mientras que en la 6, denominada sección de “Impresos y Manuscritos”, se exhibían documentos, cartas históricas, impresos y mapas antiguos, un incunable y ejemplares de diarios antiguos.
La sala 7 presentaba una colección histórica, con piezas de corte militar como trajes, fusiles, sables, bayonetas, además de baúles, cuadros y óleos. La sección “Carpintería y Cerrajería”, en la sala 8, contenía puertas, ventanas y dinteles de casonas antiguas, del cabildo y de instalaciones del Ingenio San Isidro, en Campo Santo, Salta. En la sala 9 se encontraba la sección “Folclore Calchaquí”, donde se exponían piezas vinculadas al arte textil y a la producción vitivinícola, además de objetos regionales como monturas de animales, cuchillos, tinajas, entre otros.
La sección “Biblioteca” contaba, principalmente, con libros de derecho e historia. En la sala 11, llamada sección “Documentos y Modas”, funcionaba la dirección, la secretaría y el despacho del jefe de secciones del Museo. Se exponían aquí óleos y retratos de antiguos gobernadores de Salta, documentos y copias de firmas de personajes militares, además de objetos suntuarios que fueran donados por familias de renombre de la sociedad salteña.
La sala 12 estaba destinada al folclore del Chaco Salteño y presentaba objetos etnográficos y actuales del norte salteño. Finalmente, la última sección se denominaba “Petroglifos” y contenía 12 grandes bloques con grabados que procedían de San Carlos (valle Calchaquí) y que se hallaban dispersos en el patio y en los arcos coloniales.
De la sección “Biblioteca”, libros, revistas y manuscritos fueron trasladados a la biblioteca del Museo Casa Uriburu; el cual, hacia el año 1955 fuera presentado como museo y declarado Monumento Histórico Nacional, dependiente del Museo Histórico del Norte.
Las diferentes colecciones que fueron parte de las salas del MHN provenían de los grupos aristocráticos de la sociedad salteña, cuyo círculo también estaba vinculado a otras instituciones y asociaciones como la Sociedad Salteña y el Museo Provincial de Fomento (Gutiérrez 2016). Este espacio constituía, además, un punto de referencia que permitía visualizar el pasado histórico local y provincial, a través de relatos y objetos que formaban parte del patrimonio de familias de la oligarquía salteña. Asimismo, el edificio y la institución que albergaba permitía destacar la relevancia de algunos grupos sociales con el devenir histórico de la provincia (Gutiérrez 2016).
Las formas de adquisición de piezas de la colección arqueológica del Museo Histórico del Norte
A diferencia de los casos señalados para los grandes museos como el Museo de La Plata y Museo Etnográfico (Farro 2008; Pegoraro 2009), o los museos del interior de la provincia de Buenos Aires (Biasatti 2016; Pupio 2005), en el MHN la colección se conformó a partir de las donaciones realizadas por familias de la aristocracia salteña, quienes también promovieron la creación de la institución. Para el MHN podemos señalar dos canales por los cuales se obtuvieron piezas. Uno de ellos vinculado con la compra de objetos, donde se establecía un espacio de negociación configurado por el establecimiento de un valor monetario y, el segundo, asociado a la donación. En este último, primaban las relaciones de amistad y vínculos familiares entre miembros de la institución con el medio social de la época.
En el primer caso, entre las memorias del Museo, observamos un dato que señala que a pesar de la existencia de legislaciones sobre patrimonio[19] que regulaban transacciones de compra-venta de piezas arqueológicas, se contaba con una partida de dinero para ello: “Para el año 1949 recibimos $3600 para adquisiciones patrimoniales de muebles urgentísimos y piezas de museo preciosas que se nos van de entre las manos por no disponer de fondos y estar atados por las reglamentaciones que impiden un rápido trámite para adquirir una cosa valiosa en el concepto museológico, y que hay urgencia en vender, como ocurre diariamente” (Memorias Descriptivas del Museo Regional del Norte 1950, folio 16). Como parte de las memorias del Museo, a un año de su apertura, se menciona la exhibición en la sala de arqueología de 31 piezas que fueran adquiridas por compra en los Valles Calchaquíes, en particular en la localidad de Cachi (Memorias Descriptivas del Museo Regional del Norte 1950, folio 3). Además, se refiere que para esta actividad se “(…) comisionó personal del establecimiento, quien se trasladó al lugar por el conocimiento que se tenía de la zona y de sus habitantes” (Memorias Descriptivas del Museo Regional del Norte 1950, folio 3).
En el segundo caso, el acervo patrimonial del Museo se incrementó notablemente a partir de las donaciones que recibiera de personas que se ligaban a la institución por medio de redes de amistad y vínculos familiares, y en algunos casos, solicitadas como donación por pedido expreso de su director, el Monseñor Vergara. De esta manera se fue conformando una red de cooperación y amistad (Pupio 2005), establecida a partir de las donaciones, donde resulta sugestivo ver como los benefactores contaron con la particularidad de estar emparentados a familias tradicionales salteñas portadoras de un capital social y simbólico (sensuBourdieu 2013) reivindicado en el pasado colonial. Así, por ejemplo, entre los principales benefactores se menciona a Atilio Cornejo, Hortensia Cornejo de Arias, Luis Azán de Arteaga, Amadeo Sirolli, entre otros. Algunos de los cuales trabajamos de forma particular en apartados siguientes.
La colección más numerosa es la donada por Hortensia Cornejo, casada con Víctor Arias, quien efectuara la donación una vez que él falleciera. Cabe destacar que la figura de H. Cornejo fue mencionada durante el proceso de valorización del Cabildo de Salta, en cuanto espacio histórico (Gutiérrez 2016). Como parte de este proceso, durante el año 1942 se realizó en el Cabildo Histórico de Salta, una Exposición Histórico Regional organizada por la Sociedad Amigos del Arte para celebrar la recuperación del edificio. Según lo mencionado por Gutiérrez (s/f), dicho grupo estaba:
“(…) bajo la dirección del Dr. Atilio Cornejo y secundado por los Des. Marcos Benjamín Zorrilla y Pedro T. Cornejo y la colaboración del Dr. Carlos Serrey, sucesión de Bernardo Frías, Canónigo Miguel Ángel Vergara, señora Hortensia Cornejo de Arias, Fanny Ortiz de Pereyra Rozas, Francisco Güemes de Arias y Martín Güemes de Figueroa”.
El papel de la figura femenina en las ciencias puede registrarse desde comienzos del siglo XX (Arias 2016). En algunos casos, esta participación se realiza gracias a las relaciones familiares y a las redes de familias o por estar vinculadas a personajes que mantienen contactos afines a las ciencias, asumiendo distinto grado de compromiso y posición en diferentes redes de intercambio de objetos e información, en tareas burocráticas que se generaron en torno a las colecciones de los museos (Arias 2016). En el caso de H. Cornejo, debemos resaltar su pertenencia a una de las familias de la aristocracia salteña que mantiene un papel importante en la esfera social y política local, y por ende, ello le permite acceder a los circuitos culturales locales. Es importante aclarar que, en 1949, cuando se inaugura el MHN, H. Cornejo cede, a modo de préstamo, la colección arqueológica. Recién para 1970, es donada de manera definitiva y pasa a formar parte del acervo patrimonial de la institución; según datos de una carta emitida por H. Cornejo al director del MHN, M. A. Vergara (Cornejo, H. [1970] 1982).
En otra carta, con fecha de mayo de 1926, H. Cornejo escribe a Erland Nordenskiöld, etnógrafo sueco y director del Museo de Gotemburgo durante 1915 a 1932, detallando un listado de 318 objetos que fueran parte de la colección arqueológica que conformara su esposo Víctor Arias. El objetivo expresado en dicha misiva refiere al pedido de asesoría para la venta de la colección:
“Me tomo la libertad de dirigirle la presente con el objetivo de que Ud. como persona entendida en Arqueología, me indique a quién puedo dirigirme ofreciéndole la colección de objetos de alfarería indígena Calchaquí, que recopiló mi esposo en sus diferentes excursiones por la provincia de Salta, parte de Jujuy y Catamarca; desearía venderla siempre que me abonaran un buen precio” (Cornejo, H., 1926, carta a E. Nordenskiöld, 13 de mayo de 1926).
Es interesante mencionar que desde 1920 el Museo de Gotemburgo comienza a adquirir de manera sistemática colecciones arqueológicas y etnográficas de América. En este contexto, E. Nordenskiöld, como jefe del Departamento de Etnografía de dicha institución, mantiene contacto con americanistas dispersos en todo el mundo, siendo posible que haya conocido a V. Arias y, quizás también, a H. Cornejo. Razón que llevaría a compartir datos sobre colecciones y solicitar algún tipo de asesoramiento.
La lista completa de ejemplares que enumera H. Cornejo y envía a Nordenskiöld, se compone de piezas cerámicas, líticas, objetos de madera, piezas de metal y de hueso, y restos óseos humanos. El detalle del número y la clasificación realizada por tipo de objeto y materia prima, se enlistan a continuación en la Tabla 1.
Además de las donaciones por parte de personas que poseían objetos como parte de un patrimonio que podríamos denominar “familiar”, también se realizaron donaciones de piezas que fueron recuperadas en rescates que se hicieron en el ejido municipal a partir del avance de obras urbanas. En particular, contamos con información de dos rescates arqueológicos que se realizaron a los pies del cerro San Bernardo y en pleno centro de la ciudad.
El primero de ellos se hizo en el año 1948 en la zona de El Portezuelo (en la propiedad del Tiro Federal) (Fig. 2). El trabajo estuvo a cargo de Amadeo Sirolli, entonces director del Museo de Ciencias Naturales, quien dio cuenta de la presencia de urnas funerarias de gran tamaño, lo que permitió considerar a dicho contexto como un cementerio:
“(…) ya que en dieciocho perforaciones cumplidas en aquel lugar dieron por resultado la aparición de otras tantas urnas con restos funerarios muy antiguos. Se llegó a estimar que provenían de época muy anterior a la conquista española y que probablemente pertenecieron al primitivo grupo de los indios Vilelas y Lules que vivieron en las primeras faldas de nuestra precordillera” (El Tribuno 1954).
Lo interesante de la nota es que también se cruzan datos y realizan hipótesis sobre la cronología de los contextos a partir de otros hallazgos en zonas del valle de Lerma:
“Esta presunción parece confirmarse según conjetura del profesor Sirolli, frente a los hallazgos arqueológicos de que hacemos mención, así como otros encontrados en Cerrillos, Humaitá y en nuestra misma ciudad últimamente. El asiento de estas tribus del tronco guaranítico o parcialidades afines o emparentadas con aquellas surgiría, precisamente, por la forma peculiar de enterrar a sus muertos y las características de las urnas de arcilla cocida carentes de toda ornamentación” (El Tribuno 1954).
Estas interpretaciones realizadas sobre los contextos y las materialidades, donde además de cruzar datos sobre cronología también se buscaba generar hipótesis sobre las relaciones entre dichas materialidades y las posibles poblaciones que las utilizaron, dan cuenta de una práctica que va más allá del objeto como algo aislado o simplemente como una pieza para exposición.
Tipo de objetos | Cantidad | Tipo de objetos | Cantidad | Tipo de objetos | Cantidad |
Hachas de piedra | 34 | Piezas de bronce | 5 | Vilques pequeños | 5 |
Cabezas antropomorfas | 14 | Topos o alfileres de hueso | 2 | Urnas funerarias (vilques pintados) | 9 |
Cabezas ornitomorfas | 4 | Pequeños pucos | 14 | Vilques grandes | 1 |
Cabezas zoomorfas | 4 | Pucos | 20 | Yuros | 2 |
Ídolos | 14 | Redondel de piedra | 1 | Illas o amuletos piedra | 3 |
Instrumento musical | 1 | Piedras varias trabajadas | 11 | Illas varias | 1 |
Jarras | 9 | Tazas | 1 | Puntas flechas | 96 |
Jarros | 2 | Vasos antropomorfos | 9 | Piedras arrojadizas | 9 |
Morteros pequeños piedra | 3 | Vasos diversos | 7 | Conanas piedra | 3 |
Muyunas | 20 | Ornitomorfos | 1 | Calaveras humanas | 8 |
Piezas madera | 3 | Zoomorfos | 2 | ||
Total | 318 |
El segundo contexto de rescate se localizó en los alrededores de la plaza 9 de Julio, en el centro de la ciudad y frente al edificio del Cabildo. Las noticias del diario local del 26 de noviembre de 1954, relatan el hallazgo de una urna funeraria para párvulos en la intersección de las calles Eva Perón[20] y Mitre, el cual fuera trabajado también bajo la dirección de A. Sirolli. Los medios locales mencionan el hallazgo de una urna funeraria conteniendo en su interior fragmentos de restos óseos humanos, que fueran encontrados a los 35 cm de profundidad (El Tribuno, 1954)
Las actas de ingreso de materiales y el Libro de Registro e inventario del MHN dan cuenta de un conjunto de cuatro piezas que fueron halladas en la plaza 9 de Julio, sobre Caseros, mientras se realizaban trabajos sobre la calle. El mismo fue donado por Rogelio Gallo Castellanos y Marcelo Figueroa Caprini e ingresado al patrimonio del Museo durante el año 1956, bajo los números 1908 y 2205 (pucos Poma), 1909 (puco de la variedad Negro pulido del Tardío) y 2204 (vasija calceiforme, de manufactura tosca) (Fig. 3).
Un primer acercamiento hacia los circuitos y las redes entre benefactores e instituciones a través de las colecciones arqueológicas
A partir de la documentación analizada pudimos recuperar algunos datos sobre la proveniencia de las piezas. Aunque, en la mayoría de los casos, sólo se cuenta con nombres de áreas generales, no de asentamientos. No obstante esto, las diferentes procedencias fueron volcadas en una cartografía que nos permitió observar a una escala gráfica las áreas de donde se obtuvieron las piezas de la colección del MHN (Fig. 4). Asimismo, el cruce de datos del registro tecno-morfológico y estilístico junto con aquellos obtenidos de la documentación del archivo del MHN, posibilitó también establecer una localización espacial a los diferentes estilos cerámicos identificados.
Para comenzar a trabajar sobre los donantes y las piezas, realizamos una primera clasificación siguiendo como criterio las donaciones mayores a cinco piezas y menores a cinco (Tablas 2 y 4). A partir de ello, se construyeron tablas que contienen datos sobre los donantes, el año de donación, el tipo y cantidad de piezas donadas y la procedencia de las mismas (Tablas 3 y 5).
Para el primer grupo de donaciones, se encuentran conjuntos que, posiblemente, provengan del mismo sitio arqueológico o área. En este caso, se destaca el conjunto donado por Hortensia Cornejo, el cual fuera la colección que conformara Víctor Arias y que luego de su muerte, fue donada por ella al MHN.
Aquí nos interesa señalar que la correspondencia epistolar mantenida entre H. Cornejo y Mons. Vergara nos permite sugerir o al menos manejar la posibilidad, a manera de hipótesis, de que Cornejo también participaba de los trabajos que realizó V. Arias en algunos asentamientos arqueológicos del valle Calchaquí. En una de sus cartas se autorefiere como “colaboradora” de su esposo en las investigaciones realizadas en San Carlos (Cornejo [1970] 1982). Pero, además, cabe la posibilidad de que se haya interesado en indagar sobre el pasado prehispánico a través del estudio o la consulta de material bibliográfico y piezas de colecciones, ya que para el año 1952 escribe una carta a M.A. Vergara solicitando una constancia escrita en la cual “(…) consten mis deseos de colaboración y que a la vez me sirva de presentación ante las instituciones” que iba a visitar con motivo de un viaje que realizaría a Europa (Cornejo 1952). Ambas correspondencias nos llevan a preguntarnos si H. Cornejo no realizaba también algún tipo de trabajo, en terreno, a la par de su esposo y en diferentes repositorios como, por ejemplo, en museos.
La mayoría de las piezas de esta colección provienen de los Valles Calchaquíes y en algunos casos, la proveniencia hace referencia a sitios de la zona del actual pueblo de San Carlos. Otro grupo importante es el donado por Luis Azán de Arteaga, quien aporta piezas del valle Calchaquí, la Puna salteña y el valle de Lerma. Una persona a tener en cuenta, y que también realiza donaciones al Museo, es Amadeo Sirolli, quién tendrá un papel precursor luego en el desarrollo de la arqueología en la provincia.
Años | Donaciones de conjuntos de más de 5 piezas |
1949 | CORNEJO DE ARIAS, Hortensia (ARIAS, Víctor) en calidad de Préstamo. SIROLLI, Rodolfo Amadeo |
1950 | ARJONA DE NOLASCO, Petrona ARJONA, Máximo AZÁN ARTEAGA, Luis PLAZA, Veranda |
1951 | FARFÁN, Felipe MARTINEZ, Juan Carlos |
1955 | DE LA PALENQUE, Carlos Alberto CHAGARAY DE MAIDANA, Sabina |
1964 | NOLASCO, Valentín |
s/f | MORALES, Vicente |
Benefactores Colección Arqueológica del MHN | Año | Piezas identificadas | Procedencia | Fuente |
SIROLLI, Rodolfo Amadeo | 1949 | Conjunto de 13 piezas entre las que se mencionan: 2 yuros, 1 vaso, urnas, puco, 1 fuente de piedra. 1 urna de gran tamaño. Yuro aribaloide. 2 conanas. 1 trozo de barreta lítica. Mortero de piedra. Arma de piedra. | Urna de gran tamaño de Susques. Yuros de Piul, Payogasta, Salta. Urna de Amaicha, Molinos. Otras dos de La Paya, Cachi. Puco de La Paya, Cachi. Yuro aribaloide: Cachi Adentro. Barreta lítica: Cachi. | Memoria descriptiva del Museo Regional del Norte. 1950.CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
CORNEJO DE ARIAS, Hortensia | 1949 (calidad de préstamo) 1970 (donación) | Un total de 570 piezas. Entre ellas: Pucos Poma. Vasija Yavi–Chicha. Puco Santa María bicolor, negro sobre crema, interior pintura roja. Puco Inca local. Plato Hispano Indígena. Plato Inca monocromo rojo. Puco Santa María bicolor. Urna Santa María tricolor. Urna Peñas Azules tricolor. Urna Santa María bicolor. | El Barrial, San Carlos. Valle Calchaquí, Salta. Las Peñas Blancas, San Carlos, Valle Calchaquí. Salta. | Memoria descriptiva del Museo Regional del Norte. 1950. Registro en marco del Proyecto Investiga Cultura (2017-2018). |
ARJONA DE NOLASCO, Petrona | 1950 | 2 husos con torteros de piedra. Yuro de barro (compra). 2 piedras arrojadizas y 1 bola de piedra. Piedra arrojadiza. | Puerta la Paya (Cachi). Yuro de Cachi. Cachi. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
ARJONA, Máximo | 1950 | Martillo de piedra (compra). Trozo de cobre en forma de hacha. 3 espátulas de cobre (compra). | Cachi. Trozo de cobre: Cachi Adentro. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
AZÁN ARTEAGA, Luis | 1950 | Conjunto de 44 piezas de diferentes zonas de Salta. “armas de piedra, hachas, rompecabezas, amuletos”. 7 pucos, 8 vasos, urna funeraria, 4 vasos, 3 vasijas. Jarrita Inca polícromo. Plato Inca monocromo rojo. Puco Santa María bicolor. 1 virque. Vaso de barro. Rompecabezas de piedra. Colección ingresa en mes de agosto de 1950. | Rosario de Lerma, Salta. Valle Calchaquí, Salta. El Barrial (San Carlos), Anta, Valles Calchaquíes, Cerrillos, Chicoana, Rosario de Lerma, El Portezuelo y Los Andes. | Memoria descriptiva del Museo Regional del Norte. 1950. Registro en marco del Proyecto Investiga Cultura (2017-2018). Registro de ingresos al museo. Archivo del MHN. |
FARFÁN, Felipe | 1951 | Hacha de piedra labrada, con cabeza antropomorfa. Martillo de piedra. Trozo de vaso de barro cocido con cabeza antropomorfa. Tiesto rojo con trazos negros. Herramienta de cobre y lámina de cobre. Colección de 39 puntas de flechas líticas. Falo de piedra. Arandela de piedra. | El Manzano, Rosario de Lerma. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
CHAGARAY DE MAIDANA, Sabina | 1955 | Puco Poma. Colección de 11 pucos. 1 con figuras alegóricas y picos incrustados sobre la boca. | Puco Poma: Las Lomitas, departamento Coronel Moldes. Once pucos: Puerta La Paya (Cachi), Escalchi Adentro (Cachi), Las Lomitas (C. Moldes). | Registro en marco del Proyecto Investiga Cultura (2017-2018). CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). Registro de ingresos al museo. Archivo del MHN. |
DE LA PALENQUE, Carlos Alberto | 1955 y 1956 | 2 piedras arrojadizas de boleadoras, de los indios pampas o tehuelches. 3 puntas de flechas. Vasija de barro cocido. 2 pucos de barro (Tiahuanaco y Nazca) y 1 vasija Nazca. Collar precolombino de moluscos rosados y otro con cuentas de vidrio. | Piedras arrojadizas: Sin datos. Puntas: 2 de Tres Arroyos (Buenos Aires), 1 de Abras Viejas (La Rioja). Vasija del Chaco santiagueño. Pucos: sin datos. Collares sin datos. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
NOLASCO, Valentín | 1964 | Puco Santa María bicolor, negro sobre crema, interior pintura roja. Plato Inca polícromo. Hacha de piedra, olla de barro, 5 pucos. 5 yuros de barro cocido. Vaso de barro cocido. | Puerta La Paya, Cachi, Salta. | Registro en marco del Proyecto Investiga Cultura (2017-2018). CNMLyBH. MHN. Carpeta 2 (1957-1978). |
MORALES, Vicente | s | Colección de 11 piezas consistente en 3 tiestos, 2 yuros, platillo, pipa, urna funeraria, olla, jarro y vaso. | Puerta la Paya (Cachi), El Manzano (Rosario de Lerma), Samenta (San A. de los Cobres). | Documentación del archivo del MHN |
Años | Benefactores de piezas sueltas |
1949 | CHOCOBAR, Alberto LAGORIA, Crisanto LÓPEZ DE BRILS, Celia MATORRAS DE LÓPEZ, Carmen SOLARI DE GALLO CASTELLANOS, María Julia VÉLEZ DE GALLO CASTELLANOS, Elvira |
1950 | ARJONA, Horacio BURGOS (SRA.) FUNES, Severina FUNES, Catalina LÓPEZ, Silvestre LÓPEZ, Anselmo MULLER, Hickler PALERMO, José A. PUCA, Froilán RODRIGUEZ, Manuel |
1951 | CASAS, Roberto LAGORIA, Mercedes Dalinda NANNI, Pedro y NANNI, Benjamín RODRIGUEZ, Manuel |
1952 | AGUIRRE, Leandro ALVAREZ TAMAYO, Antonio SOLÁ DE SOLÁ, Emma SUÁREZ, Juan A. |
1953 | MORENO, Alberto |
1955 | ESTEBAN (ING.) KAGEL, Isaac José |
1956 | AGUAISOL, Gervasia VALERO, Salvador FIGUEROA CAPRINI, Marcelo GALLO CASTELLANOS, Rogelio |
1957 | ROMERO SOSA, Carlos Gregorio SOSA ARIAS, Oscar |
1958 | KRILOV, Anatolio |
1960 | SOLÁ DE SOLÁ, Emma |
1964 | ALDERETE, María G. DE VALDIVIESO, Agustina PÉREZ, Carlos María |
1970 | BARBAGALLO, Jesús Miguel |
s/f | GUITIÁN, Demetrio |
Benefactores | Año | Piezas identificadas | Procedencia | Fuente |
SOLARI DE GALLO CASTELLANOS, María Julia | 1949 | 1 fuente de piedra y 1 mortero de madera | Sin datos. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
VÉLEZ DE GALLO CASTELLANOS, Elvira | 1949 | 1 trozo de puco labrado. 1 trozo de yuro labrado | Finca Miraflores, La Candelaria. Salta. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
FUNES, Severina | 1950 | Arma de piedra. Olla de barro cocido. Miniatura: Platillo de piedra (compra) | Cachi, Salta. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
PLAZA, Veranda | 1950 | 5 pucos de barro cocido. (color negro y otros de pintura colorada) | Cachi, Salta. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
SOLÁ DE SOLÁ, Emma | 1952 y 1960 | Puco de barro cocido color negro. Yuro de barro cocido con asa vertical. | Sin datos. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). CNMLyBH. MHN. Carpeta 2 (1957-1978). |
FIGUEROA CAPRINI, Marcelo | 1956 | Puco Poma. Puco variedad negro pulido del Tardío. | Plaza 9 de Julio, sobre calle Caseros, ciudad de Salta. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). Registro en marco del Proyecto Investiga Cultura. |
GALLO CASTELLANOS, Rogelio | 1956 | Vasija Tosco Tardío. Puco Poma.Yuro de barro cocido con dos asas horizontales. | Plaza 9 de Julio, sobre calle Caseros, ciudad de Salta. Yuro: Puerta La Paya, Cachi. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). Registro en marco del Proyecto Investiga Cultura. |
ROMERO SOSA, Carlos Gregorio | 1957 | Fragmento de cerámica diaguita/calchaquí (24 trozos) | Fragmentos sin procedencia. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
SOSA ARIAS, Oscar | 1957 | 2 yuros de barro cocido. | San José de La Viña, Chicoana. | CNMLyBH. MHN. Carpeta 2 (1957-1978). |
GUITIÁN, Demetrio | s/f | Trozo de pipa de barro cocido. Martillo de piedra. Trozo de barreta de piedra. | Cachi, Salta | MHN. Carpeta 1 (1949-1957). |
En el segundo caso, donaciones menores a cinco piezas, se trata principalmente de objetos sueltos. Aunque debemos tener en cuenta que aquellas donadas por Marcelo Figueroa Caprini y Rogelio Gallo Castellanos, son las piezas recuperadas en el rescate realizado en las inmediaciones de la plaza 9 de Julio; por lo tanto, no se trata de piezas sueltas sino que proceden de un mismo contexto.
Esta primera clasificación nos permitió identificar diferentes agentes/personajes que estuvieron vinculados al Museo a partir de la donación de piezas arqueológicas pero, además, observamos que, en algunos casos, los benefactores del Museo no estuvieron relacionados sólo a la práctica del coleccionismo. Este es el caso de Víctor Arias, Carlos G. Romero Sosa y Amadeo Sirolli. Los dos primeros, de la provincia de Salta y el tercero, de Buenos Aires, quienes desarrollaron sus estudios y dieron impulso a la arqueología como disciplina en el ámbito local. Brevemente queremos destacar los aportes de ellos al MHN a partir de colecciones, pero además, remarcar sus trabajos en el marco de una incipiente práctica de la arqueología en la provincia durante la primera mitad del siglo XX.
Víctor Arias y sus pasos por la arqueología: la conformación de una colección clave para el Museo Histórico del Norte y sus aportes a la historia prehispánica salteña
Víctor José Arias Figueroa nace en Salta en 1880 y fallece en 1925. Fue Ingeniero Civil y docente del Colegio Nacional de Salta. Participa como miembro del XXI Congreso Internacional de Americanistas (Gotemburgo, Suecia, 1924) y de la Sociedad Científica Argentina. Romero Sosa (1938, 1940) señala su interés en la arqueología, historia del arte, historia y filatelia. Arias deja apuntes sobre la historia genealógica de su familia donde figuran los apellidos Arias, Figueroa, Cornejo y Toledo. Entre esa diversidad de intereses también se incluye su colaboración con el dibujante salteño Jorge Auspurg para el libro de Miguel Solá “Arquitectura Colonial de Salta” (Romero Sosa 1938, p. 58). Excava “antigales” en Los Los (Chicoana) y La Candelaria (Rosario de la Frontera). Junto con Atilio Cornejo, en 1916, realiza excavaciones arqueológicas en Incahuasi y descubre un “antigal” en la Quebrada de Usuri (valle de Lerma) (Cornejo 1937). Entre las actividades que nos interesa destacar, señalamos la “Exposición de Antigüedades” que organizara hacia 1921, la cual se incluye como parte de la agenda de eventos en conmemoración del centenario de la muerte de Miguel Martín de Güemes.
A la muerte de Arias, su viuda, Hortensia Eufrasia Cornejo Mollinedo de Arias, se queda con la colección arqueológica y la cede en calidad de préstamo cuando se inaugura el Museo Histórico Regional del Norte (posterior MHN). Como señalamos en párrafos anteriores, recién para 1970, se realiza la donación definitiva al MHN. Es importante mencionar que Hortensia Cornejo era hermana de Atilio Cornejo (1899-1985), abogado y reconocido historiador vocacional, miembro del Instituto Güemesiano de Salta y del Instituto San Felipe y Santiago, en cuya revista publica varios trabajos dedicados a la historia colonial de Salta. La obra de V. Arias fue destacada por Romero Sosa (1938, 1940), quien reconociera la importancia de indagar sobre el desarrollo local del conocimiento de la historia y la arqueología (aunque incipiente) durante esta primera mitad del siglo XX.
Carlos Gregorio Romero Sosa y sus aportes a la historia local
Carlos Gregorio Romero Sosa nace en Salta en 1916 y fallece en el año 2001. De profesión periodista, se especializa en genealogía y es un estudioso de la historia salteña. Participa en la Unión Salteña, en el Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta y como miembro fundador del Museo Histórico Regional del Norte. Fue discípulo de Christian Nelson en el Museo Provincial de Fomento, donde, según los relatos de su hijo, se inicia en las investigaciones arqueológicas a partir de trabajos que realizan en la zona de Chicoana, además de vincularse con el Museo de Gotemburgo (Suecia). A su traslado a Buenos Aires, es nombrado jefe de la sección archivo y documentos de la biblioteca del Congreso de la Nación (Romero Sosa 2016).
Desde un marco al que podríamos llamar localista, C.G. Romero Sosa presenta una importante producción intelectual sobre la arqueología salteña durante la primera mitad del siglo XX. Entre sus aportes nos interesa señalar las obras “Antiguos curiosos de la arqueología calchaquí-salteña (1939)” y “El Arqueólogo Salteño Ing. Víctor J. Arias, verdadero descubridor de la Cultura Antigua de La Candelaria en la Provincia de Salta” (1940).
En una de sus publicaciones, transcribe algunas de las cartas intercambiadas entre Eric Boman y Víctor Arias en 1922. En estos escritos señala comentarios que le brinda el Padre León Strube sobre las piezas que V. Arias había colectado a propósito de las excavaciones que se realizaron para la construcción del Dique de San Carlos, en los Valles Calchaquíes salteños. En una carta posterior (23 de marzo de 1922), puntualiza que también le había mandado el “Boletín Oficial con el nuevo reglamento para excavaciones arqueológicas” (Romero Sosa 1938, p. 56). En las misivas, Boman estaba interesado en delimitar la distribución septentrional de pipas que él consideraba parte del acervo cultural de los Diaguitas y solicita le envíe datos sobre dimensiones y decoración de las piezas que formaban parte de la colección de Arias, además de otra información como asociación con otros materiales, lugar de procedencia de las pipas, dibujos o fotografías. Romero Sosa publica la respuesta de V. Arias hacia E. Boman, con información sobre ejemplares de su colección y le comenta sobre otras dos piezas provenientes de Cachi, en ese momento en manos de un Señor Díaz Olmos (Romero Sosa 1938).
En otra de las misivas de V. Arias a E. Boman (19 de julio de 1922), le comenta sobre los hallazgos de fragmentos cerámicos en el departamento de La Candelaria (Salta) y señala que serían de la misma jerarquía que los ceramios calchaquíes, sin dejar de mencionar la presencia del pueblo Lule en esa zona, al menos en momentos de la conquista española. En una carta posterior, E. Boman contacta a V. Arias con Alfred Métraux, y le solicita su gentil hospitalidad y cooperación con este investigador[21]. Estos intercambios han sido rescatados por Romero Sosa (1940), quien se refiriera a Arias como el arqueólogo salteño, verdadero descubridor de la cultura antigua de La Candelaria en la provincia de Salta. Entre los contactos de C.G. Romero Sosa podemos mencionar a José Imbelloni, Fernando Márquez Miranda, Antonio Serrano, Ricardo Jaimes Freyre y Roberto Levillier. Trabajó además bajo la dirección de Ricardo Levene y Guillermo Furlong (Romero Sosa 2016).
Amadeo Rodolfo Sirolli y su aporte al desarrollo de la arqueología en Salta
Amadeo Sirolli nace en Buenos Aires el 15 de diciembre de 1900 y fallece en Salta el 17 de mayo de 1981. Parte de su desempeño laboral trascurre en Salta, en el ámbito de la administración provincial y nacional. Su orientación política está signada por su incorporación como miembro del partido FORJA (de corte radical) y luego por su amistad con Juan Domingo Perón. Sus intereses y obra discurren por diversas ramas del arte, como el teatro, el registro cinematográfico y la literatura. En su juventud en Buenos Aires, asiste a clases con profesores de la Universidad de Buenos Aires y La Plata y conoce a las figuras de Ambrosetti, Debenedetti, Imbelloni y Vignati. Fue miembro de la Sociedad Argentina de Antropología que presidía Casanova[22].
En el ámbito científico desarrolla investigaciones en la rama de la Paleontología y Arqueología y consideraba la relación ambiente-hombre como marco interpretativo de la vida en el pasado. En 1944 colabora con Francisco de Aparicio[23] en investigaciones en Humaitá (margen izquierda del río Arias), con el Padre Vergara en la excavación de un entierro en una vasija de grandes dimensiones en El Portezuelo, en las inmediaciones de la ciudad de Salta (1948); de manera independiente en un cementerio prehispánico en La Pedrera (1964). También realiza “exploraciones” en el sitio de Tastil en 1949, en Antofallita en 1954, y por pedido de la Universidad Nacional de Tucumán en 1954 se dirige a Tolombón y Tinte. Publica trabajos de corte interpretativo sobre la funcionalidad de figuras antropomorfas de cerámica del valle de Lerma, sobre aspectos tecnológicos del uso de pigmentos en la cerámica antigua y los resultados del análisis de los restos óseos humanos recuperados en La Floresta, ubicado en cercanías de la ciudad de Salta, en 1955 (Sirolli 1969a, 1969b, 1971, 1972).
En cuanto a sus vínculos, se destacan aquellos en el ámbito local, por ejemplo, con el director del Museo Histórico del Norte, Monseñor Vergara. Fue activo propulsor y creador de instituciones de educación para la formación en Biología y Geología, por ejemplo, el Instituto Superior de Ciencias Naturales. Con ello también se entronca la creación y su desempeño como primer director del Museo Provincial de Ciencias Naturales en 1950, con parte de las colecciones del Museo de Fomento de Salta, institución ideada e impulsada por Christian Nelson. Se considera a A. Sirolli como uno de los fervientes propulsores de la creación de una universidad pública en Salta (Alonso 2011). El interés de A. Sirolli no sólo se restringe exclusivamente al tema del coleccionismo en arqueología, también se dirige a otros temas como el arte sacro (Revista del Museo Histórico del Norte 1999).
A modo de discusión: delineando redes sociales y vínculos desde las colecciones arqueológicas del Museo Histórico del Norte
Las investigaciones que realizamos sobre las colecciones arqueológicas del MHN nos han permitido ampliar nuestros objetivos iniciales y abordar estudios sobre su conformación desde las fuentes documentales. Asimismo, el cruce de información recuperada nos ha brindado la oportunidad de identificar personas, instituciones y campos sociales (académicos, políticos) para tratar de sumar datos que nos permitieran entender estos vínculos o redes que se pudieron trazar entre las materialidades o piezas arqueológicas, los sujetos donantes y las instituciones. Hemos destacado la figura de tres personas, que a nuestro parecer son importantes tanto para la constitución del MHN como institución, como también para el desarrollo inicial de la práctica arqueológica en la provincia de Salta durante la primera mitad del siglo XX.
Centrándonos en los tres casos mencionados, podemos señalar algunos datos sobre los vínculos familiares de los dos personajes locales (V. Arias y C.G. Romero Sosa) que, además de ser benefactores del MHN, tienen una participación en el desarrollo del “quehacer arqueológico”[24] durante los momentos analizados. Víctor Arias es esposo de Hortensia Cornejo, quien será una de las principales benefactoras del MHN a través de la donación de una colección de 570 piezas arqueológicas. A su vez, ella es hermana de Atilio Cornejo, de profesión abogado e historiador vocacional. A. Cornejo fue discípulo de Bernardo Frías y continuó con su tradición historiográfica; participó como miembro de la Unión Salteña, del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta y actuó como benefactor del MHN a partir de la donación de numerosa bibliografía de carácter histórico. En sus escritos señala su participación, junto a su cuñado Víctor Arias, en el descubrimiento de un antigal en el valle de Lerma (Cornejo 1937). Si bien hacemos referencia al papel destacado que tuvo Arias, no debemos olvidarnos que Hortensia Cornejo pudo haber también trabajado a la par de él; o, por lo menos, es lo que nos permite sugerir la correspondencia que analizamos. Carlos Gregorio Romero Sosa está emparentado con la familia de Juan Carlos Dávalos, poeta y escritor salteño, también vinculado con la familia Patrón Costas y la familia Güemes, ambas de corte tradicional en la sociedad salteña.
Respecto a las redes intelectuales que pudimos identificar, señalamos, por un lado, las de carácter local y, por otro, aquellas que llamamos extra local (es decir, generadas mediante un vínculo hacia fuera del ámbito salteño). Como parte de las redes intelectuales de contexto local es importante mencionar al Museo Provincial de Fomento[25]como antecedente, con Christian Nelson como director. Este estudioso, de origen danés, nace en 1867 y fallece en 1947. Fue miembro fundador de la Unión Salteña (1915) y además participó en la creación del Museo Provincial de Fomento (Gutiérrez 2016).
Otro espacio intelectual importante es el Instituto San Felipe y Santiago, entidad iniciada por el Primer Arzobispo de Salta, Monseñor Roberto J. Tavella, el 7 de junio de 1937. Entre sus miembros fundadores se encuentran personas vinculadas a la institución eclesiástica y a las familias tradicionales de la sociedad salteña, como Ricardo Solá, Atilio Cornejo, Rafael P. Sosa, Carlos Serrey, Juan Carlos Dávalos, Julio C. Torino y Mons. Miguel Ángel Vergara. Remarcamos en este caso, la participación de personajes que luego darán lugar al MHN en el marco de un espacio donde se generaron vínculos ideológicos y políticos. Tal como lo señalan Geres y Quiñonez (2018, p. 7), la conformación del Instituto San Felipe y Santiago permitió la reaparición de la producción historiográfica salteña, como parte de un marco general que se estaba gestando en las provincias desde la década de 1930.
Entre los vínculos intelectuales —y personales, aunque no de carácter institucional— generados a una escala extra local, podemos mencionar el intercambio de correspondencia que mantiene Víctor Arias con Eric Boman, jefe del Departamento de Arqueología del Museo Nacional de Historia Natural, actual Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, por consultas sobre pipas de cerámica. Es precisamente E. Boman, quien luego recomienda a Alfred Métraux que se comunicara con V. Arias al momento de realizar trabajos de campo en Salta. Por otro lado, también se destaca la correspondencia remitida a Erland Nordenskiöld, por parte de Hortensia Cornejo, y no podemos dejar de mencionar el vínculo que además existía entre el primer investigador y E. Boman (Gustavsson 2018).
Destacamos también la relación que mantiene C.G. Romero Sosa con Antonio Serrano, por ese entonces director del Museo Histórico Provincial Martiniano Leguizamón de Entre Ríos, y con José Imbelloni, quien para 1947 fuera nombrado director del Instituto de Antropología del Museo Etnográfico y por entonces, también miembro de la Academia Nacional de Historia de Argentina. Pero además, C.G. Romero Sosa establece vínculos intelectuales con Roberto Levillier y Ricardo Levene, figuras destacadas dentro de disciplina histórica argentina (Romero Sosa 2016).
Las cadenas de reciprocidad intelectual que se fueron generando a partir de la circulación de piezas arqueológicas en el MHN reafirmaban los lazos o vínculos de amistad entre las familias o sujetos donantes y la institución. A su vez, podemos pensar también que estos lazos tenían larga data a través de vínculos familiares y relaciones de familias locales con instituciones religiosas, en el seno de una sociedad salteña tradicionalista y ligada a la religión (no debemos olvidar que el primer director del MHN, fue el Monseñor M.A.Vergara). Pero también esas redes se podían sustentar en otras de corte intelectual que se habían formado anteriormente entre miembros de instituciones locales como el Museo de Fomento de Salta, el Instituto San Felipe y Santiago, entre otros.
Por otro lado, más allá de destacar las figuras de estas personalidades a nivel personal y en el marco de un espacio de producción histórico en la provincia de Salta, es interesante mencionar como un punto importante el paso de las colecciones de manos privadas a la esfera pública (en el caso abordado, el MHN). Lo cual implica un trabajo que va más allá del mero coleccionismo y que se inicia con el registro y catalogación de las piezas para la conformación de un acervo patrimonial público. Podgorny (2005) ha identificado dos aspectos en el pasaje de la esfera individual a la estatal, por un lado, la apropiación y creación de los objetos por parte de las instituciones y, por otro, la entrega por parte de los depositarios anteriores. En el caso particular del MHN, el objetivo inicial estuvo centrado más hacia una finalidad expositiva y, de alguna manera, educativa. Remarcamos esto, ya que se diferencia de otras instituciones nacionales contemporáneas como, por ejemplo, el Museo Etnográfico, que tuvo como origen una proyección orientada hacia la investigación (Pegoraro 2009). Cabe destacar que la procedencia mayoritaria de las piezas que ingresan al MHN en sus inicios, corresponde a las regiones geográficas que serán trabajadas posteriormente con dispar profundidad, como son el valle Calchaquí norte y sur, el valle de Lerma y el sureste de la provincia de Salta.
Consideraciones finales
De manera inicial, nos propusimos tratar de identificar indicios que nos permitieran trabajar el proceso que fue sistematizando a la práctica arqueológica durante la primera mitad del siglo XX en la provincia de Salta. Arribamos a dicho tema a partir del registro de un conjunto de piezas de la colección arqueológica del MHN. En este sentido, destacamos la importancia del estudio de la conformación de las colecciones de museos y la necesidad de realizar un abordaje interdisciplinario.
El trabajo con las materialidades, como punto de partida, ha permitido abrir el juego a nuevas temáticas para comenzar a investigar sobre el “quehacer arqueológico” durante la primera mitad del siglo XX. A partir de las colecciones hemos podido llegar a identificar la figura de tres actores que, a nuestro entender, fueron fundamentales en el devenir de los inicios de la práctica arqueológica en la provincia.
Observamos que la práctica del coleccionismo de piezas arqueológicas tuvo cierto interés en un grupo de intelectuales vinculados a la producción histórica, y provenientes de familias de la aristocracia salteña. Pero además, en los casos locales que señalamos (V. Arias y C.G. Romero Sosa), consideramos que los intereses fueron mucho más amplios que sólo una cuestión ligada al coleccionismo. Es evidente el interés de ambos en la producción de conocimiento sobre el pasado a partir de las materialidades (evidenciado, por ejemplo, en los intercambios de correspondencia entre V. Arias y E. Boman, trazando comparaciones entre pipas de la provincia de Salta y de otras regiones). Pero también observamos que se realizaban trabajos en el terreno, posiblemente no sólo con fines de proveerse de materiales para sus colecciones privadas, sino que, al parecer, estas primeras investigaciones en campo se realizan con algunas preguntas previas. Quizás, de esta manera, se estaba dando inicio a un modo de hacer arqueología institucionalizada y organizada desde las relaciones epistolares mantenidas por agentes locales con instituciones nacionales y extranjeras, y desde los trabajos de campo realizados con mayor rigurosidad e interpretados siguiendo preguntas iniciales.
Somos conscientes de que este trabajo constituye un primer avance en esta línea de investigación que comenzamos a desandar para tratar de entender las redes y vínculos sociales que se dieron lugar a partir de la circulación de colecciones arqueológicas en la provincia de Salta, durante la primera mitad del siglo XX. El caso del Museo Histórico del Norte nos abre nuevas líneas de investigación que, además, aportan datos sobre el proceso de institucionalización de la disciplina arqueológica en la provincia y las personas e instituciones vinculadas con ello.
Agradecimientos
Una versión preliminar de este trabajo se presentó en el simposio “El aporte de las colecciones museológicas a la arqueología en Argentina”, del I Congreso de Historia de la Antropología Argentina. Agradecemos a María Emilia Iucci y Marina Sprovieri, coordinadoras de dicho simposio, por invitarnos a participar del dossier. A la ex Directora del Museo Histórico del Norte, Profesora Ester Ríos y al actual Director, Arquitecto Mario Lazarovich. A María Campero, del área de Conservación, a Mario Conrad y a todo el personal del MHN. A Mirta Paz, de la biblioteca Monseñor Vergara por compartir la imagen de la excavación en El Portezuelo. Al personal del archivo de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. A Mercedes Quiñonez, Osvaldo Gerés y Telma Chaile, por atender nuestras consultas y por el aporte bibliográfico. A Teresita Gutiérrez y Rubén Darío González por compartir bibliografía. A Florencia Becerra, por compartirnos la carta de H. Cornejo localizada en el Archivo de los Museos Nacionales de la Cultura del Mundo, Gotemburgo, Suecia. A los evaluadores externos, que ayudaron a mejorar una primera versión con valiosas sugerencias y aportando bibliografía. Ninguno de ellos es responsable de lo expresado en este trabajo.
Notas
[1] Inicialmente llamado Museo Regional del Norte.
[2] Donde se registran todas las piezas que forman parte del acervo patrimonial del MHN, conteniendo información sobre donantes, tipo de pieza, año de ingreso a la colección del Museo, sigla o identificación otorgada por el Museo.
[3]Inicialmente denominada Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, posteriormente se llamó Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. Actualmente, funciona como organismo desconcentrado de la Secretaría de Gobierno de Cultura de la Nación (Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología). Tiene como misión ejercer la superintendencia sobre todos los bienes declarados, debiendo autorizar las intervenciones que se propongan en ellos, junto con el ejercicio de la custodia y conservación de todos los bienes declarados; además de llevar un registro público de los bienes declarados. Página oficial: https://www.cultura.gob.ar/institucional/organismos/museos/comision-nacional-de-museos-y-de-monumentos-y-lugares-historicos/
[4] Al hablar de orden conservador, seguimos a Botana (1994) para referirnos a la forma de organización política adoptada en el estado argentino a partir de 1880 hasta 1916, caracterizada por un sistema de gobierno republicano en el marco de una participación política restringida a un sector de la oligarquía, quien se apoyó en estas instituciones y que se encargó de conservar y proteger el poder político.
[5]Sobre el contexto de fundación y las colecciones del Museo de La Plata, consultar Farro (2008).
[6] Sobre las colecciones del Museo Etnográfico y el contexto de creación de la institución, consultar Pegoraro (2009, 2017).
[7] Para más información sobre el contexto social y político bajo el cual se crean estas instituciones para el resguardo de objetos de “valor histórico”, consultar Blasco (2012).
[8]Para citar un caso concreto encontramos los conflictos por la cuestión de los derechos a la explotación del petróleo entre Salta y el Estado Nacional. Para más información sobre este caso, ver Favaro et al. (1989).
[9] Como señala Blasco, para el grupo de salteños involucrados en la conformación de la institución “(…) el Museo Histórico, Colonial y de Bellas Artes era el ícono representativo de la participación provincial en la historia patria” (Blasco 2016, p. 20).
[10] Propuesta que finalmente fue aprobado en 1937 por la Ley N°12.345. Este edificio quedó bajo la dependencia de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, creada en 1938 y dependiente del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, la cual se encontraba dirigida por el historiador Ricardo Levene.
[11] Para datos sobre estas instituciones consultar Blasco (2016) e Instituto de San Felipe y Santiago de Salta (s/f).
[12] La Comisión Nacional de Museos y Monumentos y Lugares Históricos estuvo bajo la dirección de Ricardo Levene, quien estableció vínculos con Monseñor Vergara y Romero Sosa, participantes en dicha Comisión (Blasco 2016).
[13] El edificio del Cabildo data de la segunda mitad del siglo XVIII, fue creado en el marco de las Reformas Borbónicas y funcionó como sede de poder local de la Intendencia de Salta del Tucumán. A partir de 1821, con la configuración del Estado Provincial salteño, el edificio quedó reducido al uso como sede de casa de gobierno y como cárcel hasta la década de 1880, período en el que fue vendido a un particular para espacio de vivienda, negocios e incluso hotel (Gómez 1995, 2010).
[14] La convivencia en el mismo edificio entre el Museo Histórico del Norte, de carácter nacional, y el Museo Colonial, Histórico y de Bellas Artes, bajo esfera provincial, se mantuvo hasta 1982 cuando se trasladan las colecciones de arte al Museo de Bellas Artes (Blasco 2016).
[15] Para más detalles sobre el contexto político, institucional y social, a nivel nacional y provincial, en el cual se crea el MHN consultar Blasco (2016).
[16] Trabajos como los de A. Ravina (2009) destacan a la correspondencia epistolar como fuentes importantes para la investigación histórica.
[17] Algunos datos del Museo de Fomento, en Gutiérrez (2016).
[18] Dichas secciones no fueron creadas en el mismo momento de apertura, sino a lo largo de los primeros años de la institución. Datos de las Memorias Descriptivas del Museo Regional del Norte (1950), Documentación del Archivo del MHN. Es interesante observar algunas discrepancias que generaba la convivencia de ambas instituciones, expresadas en cartas como la que redactara C. G. Romero Sosa al entonces director del Museo, M. Vergara, señalando que “Salta no puede ni debe tener dos museos de historia, sino uno sólo –el nacional-, el que usted dirige y que está llamado a cobrar una extraordinaria importancia” (Romero Sosa C.G., 1949, carta al Monseñor M. A. Vergara, 29 de septiembre de 1949).
[19] Ley Nº 9080 que declaraba propiedad de la Nación a las ruinas y yacimientos arqueológicos y paleontológicos de interés científico y peticionaban por su reglamentación (Ley N° 9080, 1913). Sancionada el 26 de febrero de 1913, actualmente derogada.
[20] Nombre que llevara la actual calle Caseros, durante 1952 a 1955 (Sáenz Quesada 2007).
[21] En 1930 A. Métraux y R. Schreiter, miembros del Museo de Historia Natural de la Universidad de Tucumán realizan una expedición arqueológica al departamento de La Candelaria (Métraux 1930).
[22] Consultamos una copia del CV de A. R. Sirolli disponible en la Biblioteca del Museo de Antropología de Salta.
[23] 1892-1951, autodidacta, fue docente en la Universidad del Litoral y Universidad de Buenos Aires, director del Museo Etnográfico y realizó numerosos trabajos arqueológicos en el Litoral, Córdoba y valle Calchaquí (d'Harcourt 1951).
[24]Nos referimos al desarrollo de una práctica arqueológica que podríamos denominar como incipiente, donde aún la idea del coleccionismo es fuerte, aunque se están generando los primeros trabajos de investigación sistemática (de alguna manera) en campo.
[25] Inicialmente, sería llamado Museo de Fomento Agropecuario, de Ciencias Naturales, Antigüedades y Arqueología; también conocido como Museo Provincial de Fomento o Museo de Productos Regionales (Gutiérrez 2016).
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