Bienestar Subjetivo en contextos de desigualdad y derrota social en jóvenes universitarios de Chile y Ecuador

Loreto Villagrán
Universidad de Concepción, Chile
Carlos Reyes-Valenzuela
Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, Ecuador
Yanet Quijada
Facultad de Psicología, Universidad de San Sebastián , Chile

PSOCIAL

Universidad de Buenos Aires, Argentina

ISSN-e: 2422-619X

Periodicidad: Semestral

vol. 7, núm. 2, 2021

psocial@sociales.uba.ar

Recepción: 06 Septiembre 2021

Aprobación: 06 Diciembre 2021



Resumen: Los estudios macroeconómicos evidencian que países con mayor desigualdad social presentan peores indicadores de salud mental y bienestar, sin embargo, otros mecanismos intervinientes no están del todo claro. Recientes investigaciones han propuesto que la percepción de derrota social configura una variable clave para comprender los impactos de las desigualdades. El objetivo de este estudio fue explorar el rol predictor de la derrota social en el bienestar subjetivo de estudiantes universitarios provenientes de países latinoamericanos que exhiben niveles de desigualdad social. Los participantes fueron 347 estudiantes universitarios de Chile y 246 de Ecuador, en los cuales se evaluó la percepción de derrota social, fatalismo, participación social, bienestar social, y bienestar subjetivo. Los resultados del modelo de regresión muestran que la predicción del bienestar subjetivo mejora al incluir las dimensiones de derrota social en el modelo (r2 = .38). Se propone la derrota social como una variable que ayuda a comprender cómo un contexto de desigualdad social puede impactar en el bienestar percibido de jóvenes universitarios.

Palabras clave: derrota social, desigualdad social, bienestar social, bienestar subjetivo, salud mental.

Abstract: Macroeconomic studies show that countries with greater social inequality have worse indicators of mental health and well-being; however, other intervening mechanisms are not entirely clear. Recent research has proposed that the perception of social defeat is a key variable in understanding the impacts of inequalities. The aim of this study was to explore the predictive role of social defeat in the subjective well-being of university students from Latin American countries that exhibit levels of social inequality. The participants were 347 university students from Chile and 246 from Ecuador, in whom the perception of social defeat, fatalism, social participation, social well-being, and subjective well-being were evaluated. The results of the regression model show that the prediction of subjective well-being improves when including the dimensions of social defeat in the model (r2 = .38) Social defeat is proposed as a variable that helps to understand how a context of social inequality can impact the perceived well-being of young university students.

Keywords: social defeat, social inequality, social well-being, subjective well-being, mental health.

Introducción

Derrota social como medida del impacto de desigualdad

La relación entre desigualdad de ingresos económicos y deficientes indicadores de salud física y mental ha sido apoyada por numerosos estudios, planteando que mientras más baja sea la posición social de las personas más dificultades se presentarían en su salud(Ortiz-Hernández et al., 2007; Wilkinson & Pickett, 2010). Para entender esta relación se ha propuesto que los procesos de comparación social desventajosos formarían parte del malestar físico y psicológico (Hounkpatin et al., 2016). En condiciones de bajo nivel socioeconómico y sin posibilidad de movilidad social, las personas podrían sufrir de forma continua las consecuencias de una “derrota social”, variable que se ha propuesto parar entender la relación entre contexto social adverso y mala salud mental (Wood et al., 2012). Este concepto podría tomarse como un mecanismo que explica por qué la desigualdad en el contexto de países como Chile y Ecuador afecta el bienestar y salud mental de sus habitantes, experimentado frecuentemente la derrota social al enfrentar cotidianamente a una clase dominante que maneja el poder, controla recursos económicos y acceso a servicios de calidad.

Se ha propuesto a la derrota social, que surge al realizar una comparación desventajosa en relación con otros miembros de un grupo, como un posible mediador entre un contexto de desigualdad social y el malestar psicológico (Quijada et al., 2019). Este constructo se define como la sensación de lucha fallida en relación a la pérdida de un estatus valioso o de metas personales importantes (Gilbert & Allan, 1998). La derrota social en condiciones no patológicas tiene asociadas reacciones momentáneas vinculadas a mantener estrategias cognitivas de ineficacia personal, estrategias conductuales de hipervigilancia o inhibición conductual, y estrategias afectivas de reducción del afecto positivo (Taylor et al., 2011). La condición patológica estaría dada por la sensación de estar atrapado en la derrota lo que podría mantener en el tiempo las estrategias recién mencionadas, las cuales tendrían correlatos biológicos con síntomas depresivos (Wood et al., 2012).

Desde una perspectiva social, esta variable ayudaría a comprender fenómenos sociales emergentes en Latinoamérica relacionados con la participación ciudadana y el bienestar social. En este caso, mantenerse en la derrota se alinearía con fenómenos sociales como el fatalismo, definido por Martín-Baró (1973, p. 486) como: “una actitud de aceptación pasiva de un presente y un futuro en lo que todo está ya predeterminado”. Esto constituiría una estrategia desadaptativa caracterizada por la inacción frente a las condiciones sociales. Gilbert (2000) plantea que cuando se experimenta las consecuencias de la derrota social, especialmente las de inhibición conductual, éstas pueden limitar la capacidad para involucrarse y actuar en oportunidades sociales que podrían mejorar la situación de una persona. Consecuentemente, la falta de asociatividad y de participación social o ciudadana podría explicar el continuo malestar psicológico presente en habitantes de países con una marcada desigualdad. Los estudios al respecto, sugieren que esta hipótesis podría ser plausible, dado que existen datos que relacionan la participación con menor sintomatología ansiosa y depresiva en estudiantes (Bonhert et al., 2008), en Chile se ha encontrado una relación entre menor clase social y participación (Denault & Poulin, 2009), baja confianza en las instituciones gubernamentales (Latinobarómetro, 2015) y con la escasa participación social, hasta procedimientos de criminalización de las protestas en Ecuador y en Colombia (Cruz, 2015).

Al contrario de lo recién expuesto, una estrategia adaptativa para salir de la derrota sería el deseo de restablecer el estatus perdido y salir de este estado. El malestar provocado por la derrota individual puede movilizar estrategias, ya no individuales al valorarlas como insuficientes, sino a otras, por ejemplo, de tipo colectivas. Este tipo de procesos se vincularían con estrategias de acción colectiva que surgen cuando un grupo es consciente de su poder para desarrollar acciones tendientes a resolver sus problemáticas o descontento (Sullivan et al., 1980). Si esta acción logra continuidad en el tiempo, se configuraría un movimiento social (Turner & Killian, 1987). Sin embargo, no toda la acción colectiva puede ser considerada como una estrategia adaptativa, ya que a veces la desigualdad y procesos asociados también puede ser un factor de riesgo para episodios de violencia colectiva (OMS, 2002).

En síntesis, la desigualdad un aspecto característico de América Latina, requiere una exploración que no sólo considere indicadores epidemiológicos o de ingreso, sino también de los efectos en correlatos psicológicos y sociales, como los recientemente expuestos.

Contexto de desigualdad social y educativa en Chile

El modelo de salud mental público chileno enfatiza que las características sociales en que viven las personas, como la pobreza, exclusión o acceso a servicios, afectan su estado de salud mental (Ministerio de Salud [MINSAL], 2000). Desde el inicio de la Democracia, se impulsó en Chile una serie de políticas públicas tendientes a mejorar las condiciones sociales y calidad de vida de las clases más bajas. El avance global en las condiciones sociales de Chile parece importante, sin embargo, los indicadores de desigualdad han permanecido estables. Por ejemplo, el coeficiente de Gini, ha fluctuado entre 0,504 y 0,512 entre los años 2006 y 2013, manteniéndose en las últimas décadas por sobre el promedio regional y como una de las más marcadas dentro de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ministerio de Desarrollo Social, 2015).

La desigualdad en la educación ha sido foco de análisis académico y social, así como de importantes movilizaciones juveniles en Chile. En las últimas décadas y de acuerdo a la visión económica de libre mercado, la educación se ha planteado como un bien de consumo, por lo tanto, el “adquirir” educación de calidad ha quedado condicionado al nivel de ingreso económico (Cancino, 2010). De hecho, se discute que el sistema educativo chileno en los últimos 30 años se ha convertido en un mecanismo de segregación social bastante eficiente, esto es, ha agrupado a sectores más vulnerables en colegios públicos los cuales a su vez han disminuido notablemente su calidad, mientras los sectores más acomodados se encuentran en los colegios privados y de mejor calidad, dejando a la clase media en un sistema intermedio, semi-privado (Hernández & Raczynski, 2015). En general, los estudiantes de colegios particulares no solo obtienen mejores indicadores académicos, como en las pruebas de selección universitaria (Koljatic & Silva, 2010), sino también mejores indicadores en salud mental y bienestar(Florenzano et al., 2010; Ventura-Juncá et al., 2010). El acceso a la educación superior igualmente mantiene este status de bien de consumo lo cual se traduce en un endeudamiento a largo plazo de los estudiantes de sectores menos favorecidos (p. ej. Perez-Roa, 2014). Por otro lado, las universidades con mejor prestigio reciben en mayor proporción a estudiantes de nivel socioeconómico alto provenientes de colegios particulares (SIES, 2015), retroalimentando los círculos sociales y proyectándolos al ámbito laboral (Dintrans et al., 2020). Desde el 2006 en adelante, esta situación ha sido resentida y denunciada por los estudiantes secundarios, los cuales iniciaron un movimiento social que permanece activo en demanda de una educación gratuita y de calidad (Varas et al., 2020) y al cual se han sumado activamente los estudiantes universitarios en los años siguientes (Rifo, 2013).

A partir de estos datos, podemos observar que el caso de Chile constituye un ejemplo de cómo el aumento de las condiciones socioeconómicas de un país no se traduce necesariamente, en una mejora de la salud mental de su población, sino que la variable de desigualdad de distribución del crecimiento económico, podría ejercer un impacto negativo en el bienestar de la población.

Contexto de desigualdad social y educativa en Ecuador

Las últimas décadas sitúan a Ecuador con abruptos cambios políticos, económicos, normativos, sociales, educativos, culturales y ecológicos que han propiciado que las cifras de desigualdad social estén variando permanentemente. En la denominada crisis bancaria de finales de los 90, promovió una crisis social sin precedentes, con tasas de desempleo del 17%, subempleo de 57% y salarios mínimos de 53 dólares, con una pobreza alrededor del 65% (Fontaine, 2002). Con posterioridad, en el periodo desde el 2007 se generaron medidas orientadas al “Buen Vivir” que posibilitaron que las cifras de desigualdad fueran históricamente las más bajas, con un 32.8% de pobreza y una pobreza extrema de 13.9% (Instituto Nacional de Estadísticas, [INEC], 2018). No obstante, a pesar de esta reducción, desde la década anterior se mantienen altos niveles de pobreza (32.2%) y un 14.7% en condiciones de pobreza extrema, de acuerdo al INEC (2021), con ingresos familiares per cápita inferior a USD 84,71, aunque el salario básico universal está en 400 USD y el índice Gini se ubica en 0.493 (INEC, 2021). Se presenta una relación directa entre los niveles de desigualdad social y participación ciudadana, de tal manera que se requiere una democratización de los espacios de poder y toma de decisiones (Bastidas & Errejón, 2012).

En relación a la educación, Ecuador ha venido generando una mayor respuesta educativa que se ha expresado progresivamente en una mayor tasa de escolaridad y menor de analfabetismo, siendo los más bajos a nivel histórico. En escolarización, la educación primaria alcanza un 95% y la secundaria un 80%, (Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina, 2012), en tanto el analfabetismo es menor al 7% (INEC, 2010). En consideración a las políticas estatales que se han orientado en objetivos nacionales de promover el derecho a la educación en diversos planes nacionales, especialmente, desde el 2009, se evidencia que hay grupos que presentan una alta exposición a vulnerabilidad educativa, como rezago o deserción, especialmente en el grupo sobre los 15 años, con cifras de acceso a la educación primaria de un 51% y población de 18 años con bachillerato completo en torno al 39% (Contrato Social por la Educación [CSE], 2013). Complementariamente, de acuerdo a Madrid Tamayo (2019, p. 9), exhibe que “en Ecuador la educación es un problema de clase”, puesto que población más pobre presenta menos años de escolaridad (alrededor de 7.25 años) que comparado con población de altos ingresos (11,37 años). También se presentan diferencias marcadas por otras variables, generando menor escolaridad entre estudiantes de zonas rurales (7,15 años vs., estudiantes de procedencia urbana con 10.91 años), población afrodescendiente (8.45 años), indígena (5.55 años) en comparación a población blanca (11,71 años) (CSE, 2013). Respecto a la educación universitaria, el acceso ha venido disminuyendo progresivamente, presentando un acceso a universidades públicas un 59.4% y a privadas, un 40.6%, (INEC, 2010) siendo la relación más estrecha, que pone de manifiesto la privatización de la enseñanza superior. Estas cifras revelan que el acceso a la educación se configura como un acceso diferenciado, identificando distintos grupos de acuerdo a condiciones socio-económicas, que fomenta que, en Ecuador, la clase dominanteconsigue logros de aprendizaje que se distinguen de clases más bajas que presentan menos acceso o deserción, los cuales también se relacionan no solo con factores de ingreso, sino también de infraestructura educativa y modelo de educación (Madrid Tamayo, 2019).

El presente estudio

El propósito de esta investigación fue explorar el rol predictor de la derrota social en el bienestar subjetivo de estudiantes universitarios considerando el bienestar social, fatalismo y participación social. Como hipótesis se plantea que la derrota social mejora la predicción del bienestar subjetivo, en relación al bienestar social, fatalismo y participación social.

Método

Participantes

La muestra contó con 347 estudiantes universitarios chilenos, de los cuales el 61.1% eran mujeres y el 36.9% hombres, con media de edad 21.51 años (DE = 5.14). El 2.6% de los estudiantes percibe que su clase social es baja, mientras que el 15.4% la percibe como media baja, 60.3% media, 20.0% medio alta y 1.7 % alta. En el caso de Ecuador, la muestra contó con 246 estudiantes universitarios, de los cuales el 26.5% eran mujeres y el 73.5% hombres, con media de edad 21.27 años (DE = 2.56). De los estudiantes de Ecuador, 2.0 % se percibe de clase social es baja, el 10.9% media baja, 69.3% media, 15.0% medio alta y 2.7 % alta.

Procedimiento

Todos los participantes firmaron un consentimiento informado y no recibieron ninguna retribución. Los participantes participaron de manera voluntaria contestando el cuestionario de manera presencial durante el inicio de una clase regular en dependencias de las universidades. El estudio fue aprobado por el Comité Ético Científico de la Universidad San Sebastián de Chile como por el de la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador. Los datos fueron recopilados el primer semestre del 2016, etapa precursora de las movilizaciones sociales que han caracterizado a estos países en los últimos 3 años.

Instrumentos

Escala de Derrota Social(DS, Gilbert & Allan, 1998; versión en español de Quijada & Villagrán, 2021). Encuesta auto-aplicada compuesta por 16 ítems. Evalúa la frecuencia de percepciones de lucha fallida, impotencia o pérdida de estatus durante la última semana en una escala Likert de 5 puntos con rangos de respuesta entre 0 (raramente), y 4 (siempre/todo el tiempo). Presenta las dimensiones de Triunfo y Derrota que en este estudio presentan un alfa de Cronbach de .68 y .85, respectivamente.

Escala de Fatalismo (EF, Díaz et al., 2015). Compuesta por 17 ítems formato Likert de 6 puntos (0= Totalmente en desacuerdo a 6= Totalmente de acuerdo). Compuesta por las dimensiones de predeterminación, falta de control, pesimismo y presentismo. La escala total tuvo un α = .85 con todas las dimensiones con α > .73.

Bienestar Social(BS, Keyes, 1998; Blanco y Diaz, 2005). . Presenta 25 ítems agrupados en cinco dimensiones que miden: integración social, aceptación social, contribución social, actualización social y coherencia social. Formato Likert de respuesta que va de 1 (totalmente en desacuerdo) y 5 (totalmente de acuerdo). En el presente estudio obtuvo fiabilidades de: integración social, α= .70, aceptación social, α= .77, contribución social, α= .68, actualización social, α= .69 y coherencia social, α= .83.

Bienestar Subjetivo (BSU, Diener et al., 1985). Compuesto por 5 ítems formato Likert que evalúan la satisfacción global con la vida. Rango de respuesta de 1 (totalmente en desacuerdo) y 5 (totalmente de acuerdo). Presenta una fiabilidad de α= .85.

Participación Social (PS, Díaz, 2008). Corresponden a 2 ítems que evalúan si se participa como voluntario en alguna ONG o asociación, y si se han resuelto problemas sociales con otros (α=.67).

Análisis de datos

En primer lugar, se realizó un análisis de tipo descriptivo de las variables junto con una comparación de medias a través de la prueba t de Student. A continuación se evaluó la relación entre las variables a través del coeficiente de correlación producto-momento de Pearson y una Regresión Lineal Múltiple que buscaba predecir el bienestar subjetivo. Todos los análisis se realizaron con el programa SPSS-24.

Descriptivos y contraste sobre medias

En la Tabla 1, se presentan los descriptivos y la comparación de medias de las variables en estudio, comparados en los universitarios de Chile y Ecuador: prácticamente en todas las variables se encuentran diferencias significativas entre ambos grupos, con excepción del BSU y dos dimensiones de FT. Se destaca que jóvenes universitarios ecuatorianos reportan mayor derrota y triunfo social que los estudiantes chilenos. Por otro lado, en la variable de BS y dimensiones, se presentan diferencias significativas, con una percepción más alta en universitarios chilenos y, por el contrario, también se observan estas diferencias en la variable de FT y en las dimensiones de predeterminación y pesimismo. Por último, se observan diferencias significativas respecto a PS.

Tabla 1
Contraste sobre medias entre los dos grupos en estudio
Chile Ecuador
Escalas M (DT) M (DT) gl t d 95% IC
Derrota social 13.80 (8.64) 14.07 (9.56) 741 -0.37 0.02 [-1.65 – 1.10]
Derrota social 8.71 (7.67) 10.25 (8.32) 753 -2.508* 0.19 [-2.75 - -.33]
Triunfo social 6.78 (2.25) 8.18 (2.31) 777 -7.955*** 0.62 [-1.74 - -1.05]
Bienestar subjetivo 18.00 (3.94) 17.72 (4.29) 439.93 0.884 0.06 [-.34 - .92]
Bienestar social 64.91 (12.01) 47.27 (8.22) 623.77 22.62*** 1.72 16.10 - 19.16]
Integración social 13.82 (2.99) 12.43 (2.40) 577.86 6.84*** .51 [.98 – 1.77]
Aceptación social 11.00 (4.37) 13.14 (3.17) 616.63 -7.621*** .57 [-2.69 - -1.59]
Contribución social 15.45 (3.16) 8.69 (2.76) 543.58 29.96*** 2.32 [6.30 – 7.19]
Actualización social 12.65 (3.54) 8.38 (2.69) 596.43 18.35*** 1.38 [3.81 – 4.72]
Coherencia social 11.81 (2.44) 4.72 (2.80) 414.97 33.97*** 2.71 [6.67 – 7.49]
Fatalismo 25.04 (12.92) 30.79 (14.22) 463.87 -5.159*** 0.42 [-7.94 - -3.56]
Predeterminación 6.69 (6.40) 8.06 (6.24) 768 -2.785** .21 [-2.33 - -.40]
Presentismo 10.85 (5.32) 11.07 (5.06) 761 -.535 .04 [-1.01 - .58]
Pesimismo 4.78 (3.27) 6.67 (3.53) 758 -7.22*** .56 [-2.39 - -1.37]
Falta de control 2.36 (2.87) 3.83 (3.59) 390.93 -5.594 .46 [-1.98 - -.95]
Participación social 5.72 (2.33) 13.64 (5.12) 278.83 -22.73*** 2.01 [-8.60 - -.7.23]
Nota: * p <.05; **p < .01; *** p < .001; t = t-Student; d =d de Cohen

Posteriormente, se presentan las correlaciones entre las variables en estudio (ver Tabla 2). Como era de esperar, se producen relaciones significativas inversas entre la variable y dimensiones de BS con FT y DS, a la vez que relaciones significativas directas entre las variables de BS, BSU y PS. Sí resulta llamativa la relación significativa, inversa, entre el BS y la PS, porque podría esperarse que tal relación fuese directa.

Tabla 2
Análisis de correlaciones de las variables en estudio
Variables en estudio DS BSU BS FT PS
Derrota social (DS) 1 -.57** -.17** .33** -.08*
Bienestar subjetivo (BSU) 1 .18** -.12** .09**
Bienestar social (BS) 1 -.12** -.23**
Fatalismo (FT) 1 .07*
Participación social (PS) 1
Nota: *p < .05, **p < .01

Análisis de regresión

En la Tabla 3 se presenta un análisis de regresión que buscaba predecir el bienestar subjetivo. Para ello, se consideraron como predictores en un primer bloque las variables de fatalismo, participación social y bienestar social y, en un segundo bloque, las dimensiones de derrota social. El modelo resultó significativo (F(12.503) = 27.31; p < .001) con un r2 = .39 (ΔR2= .38). En el primer paso, los predictores significativos sobre BSU fueron: Integración social, Contribución social y Presentismo. En el segundo paso, se agregan los predictores de DS y TS, en la cual la contribución social queda marginalmente significativa (B=.103. p =.054).

Tabla 3
Análisis de Regresión para Bienestar Subjetivo
Paso Variables B R2 R2 Corregido 95% IC [ ]
1 .273 .259
Aceptación -.024 [.59. .07]
Coherencia .042 [.00. .19 ]
Integración .416*** [.00, .54]
Contribución .190** [.41,.30 ]
Actualización .043 [.29,.14 ]
Predeterminación .030 [.01,.09]
Presentismo .074* [.72..13]
Pesimismo -.024 [.14, .11]
Falta de Control -.101 [.68, .03 ]
Participación Social .028 [-.10,.16 ]
2 .395 .380
Aceptación -.055* [ -.14, .03]
Coherencia -.044 [ -.18, .10]
Integración .182** [ .05, .31]
Contribución .103 [ .00, .21]
Actualización .009 [ -.08, .10]
Predeterminación .027* [-.02, .08]
Presentismo .071* [ .02, .12]
Pesimismo -.049* [ -.17, .07]
Falta de Control .010 [ -.11, .13]
Participación Social .063* [ -.06, .18]
Derrota Social .276** [ -.14, .41]
Triunfo Social -.206** [ -.25, .16]
Nota: *p <.05, **p < .01, ***p < .001

Conclusión

En este estudio se buscó explorar el rol predictor de la derrota social en el bienestar subjetivo de estudiantes universitarios considerando el bienestar social, fatalismo y participación social como predictores. Los resultados muestran que la derrota social no solo explicaría elementos de salud a nivel individual como lo proponen las investigaciones(Taylor et al., 2011; O’Connor et al., 2013), sino que también podría vincularse a elementos ligados al bienestar y al modelo de salud predominante en la actualidad, que reconoce determinantes sociales donde está reconocida la desigualdad como un elemento contextual influyente (MINSAL, 2000; Castaño, 2009).

En cuanto a las diferencias de media inter países, los resultados podrían mostrar que en Chile los estudiantes son conscientes de vivir en un contexto cotidiano de desigualdad social donde experimentan las consecuencias de su dimensión educativa, podrían estar redireccionando su motivación hacia nuevas metas relacionadas en particular con movimientos sociales, como formas colectivas de restablecer el estatus perdido (Quijada et al., 2019). La toma de conciencia de la desigualdad en estos términos, se ha materializado en que estos estudiantes en los últimos años comenzaron a demandar que la educación deje de ser un bien de consumo y pase a ser un derecho garantizado por el estado, lo que caracteriza al movimiento estudiantil que se viene desarrollando ya desde el 2006 con grandes manifestaciones el 2011 y que culmina en el estallido social del 2019 (Marambio et al., 2015; Parker, 2019). En cambio, en Ecuador, la alta desigualdad social y económica presente evidencia percepciones de derrota social y fatalismo más alto, con menor percepción de bienestar social: a pesar de esto, los niveles de participación surgen como una respuesta a estas condicionantes sociales, las cuales motivarían una participación más comunitaria y progresivamente, en acciones como el movimiento de mujeres (Bustillos et al., 2019). Sobre las dimensiones de derrota social se presentan una mayor magnitud en Ecuador, lo cual estaría relacionado con los abruptos cambios en las condiciones sociales y, especialmente educativas que se ha venido presentando en los últimos 15 años, que se caracterizan por una desigualdad clasista (Madrid Tamayo, 2019) que invisibiliza a los jóvenes en sus formas de organización y representaciones sobre la política (Vázquez et al., 2021). Por otro lado, los jóvenes presentan claridad de los efectos del modelo neoliberal, que se expresa en malestar. Para los jóvenes, aunque la educación sería un derecho que les permitiría un desarrollo personal, profesional y movilidad social, sin embargo, su consecución implica un alto endeudamiento para las familias lo que limitará sus condiciones de vida a futuro, reforzando su descontento (Espinoza et al., 2013; Perez-Roa, 2014). Respecto a los indicadores de bienestar, se aprecia en Chile una mayor intensidad en las dimensiones de BS, lo que no es tan visible en Ecuador y no se presentan diferencias en el BSU. De este modo, a partir de la hipótesis que se presenta en este trabajo, la derrota social permite identificar más claramente las diferencias que se producen en estos dos contextos latinoamericanos, los cuales podrían tener mayor relevancia en acciones de tipo más individualista, que continua un canal de meritocracia para la movilidad social (Frei et al., 2020) o con la generación de búsquedas y organización de otras acciones universitarias, más orientadas a un plano colectivo y de igualdad.

En cuanto a los resultados de participación social, la cual se presenta mayor en Ecuador, esta podría explicarse dado que en la medida de una mayor percepción de bienestar social, la participación se ve limitada en universitarios chilenos. Por el contrario, la mayor percepción de derrota social y de fatalismo en jóvenes ecuatorianos, podría estar a la base de una mayor participación.

Finalmente, entre las limitaciones del estudio, en primer lugar, tenemos que los datos fueron recogidos el 2016, con anterioridad a los estallidos sociales de 2019 en Ecuador y Chile. Estas movilizaciones, en ambos casos, contaron con amplia participación de estudiantes universitarios, por tanto, aunque van en la línea de lo argumentado sobre cómo las personas pueden hacer frente a contextos de desigualdad social, se necesitará profundizar con participantes de estos movimientos su percepción ante estos eventos. En segundo término, aunque la participación social requiere ser evaluada no solo en términos políticos y comunitarios, sino que aparece como un mecanismo colectivo adaptativo frente a la insuficiencia de recursos personales en un contexto adverso. En este sentido, los resultados de este estudio avanzan en demostrar su relación con las variables estudiadas como las dimensiones de derrota social, las que, no obstante, requieren de otros estudios para su confirmación.

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