Ensayo
La educación en un contexto global
La educación en un contexto global
Dialéctica. Revista de Investigación Educativa, núm. 2019-1, 2019
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
La educación actualmente se encuentra en un período de reacción, las instituciones educativas son vistas como un fracaso, debido a las altas cifras de deserción escolar, la disminución de una enseñanza funcional, una pérdida de los métodos y la disciplina, la escasez del aprendizaje de un conocimiento real, el fomento de habilidades económicamente útiles, y pobres calificaciones basadas en textos estandarizados-fenómenos asociados a las escuelas estadounidenses.
Lo anteriormente mencionado, ha conducido a la declinación de la productividad económica, al desempleo, la pobreza, a la pérdida de la competitividad internacional, entre otras cosas. Se promueve el retorno a una cultura común, y se pretende hacer las escuelas más eficientes y más adecuadas al sector privado.
Detrás de todo esto se esconde un ataque a las normas y valores igualitarios. Aunque oculto en los regodeos retóricos de los críticos, en esencia la “democracia excesiva” -cultural y política- es vista como una de las causas más importantes de la decadencia de “nuestra” economía y cultura. Tendencias similares también son muy visibles en otros países. El alcance de la reacción se aprecia de las palabras de Thatcher (1975) quién evaluó aproximadamente una década de esfuerzos derechistas en la educación al decir: “la época del igualitarismo ha terminado”, hablaba de manera positiva, no negativa.
La amenaza que estos ataques representan para los ideales igualitarios, no está expresada de forma explícita, sino que a menudo está disimulada en el discurso de mejorar la competitividad, los empleos, los modelos, y la calidad en el sistema educativo que se ve en una crisis total. No Obstante, sería simple interpretar lo que pasa sólo como resultado de los esfuerzos de las élites económicas dominantes. Muchos de estos ataques representan intentos de reintegrar la educación en una agenda económica nacional y global. Aunque no pueda ser completamente reducidos a esto, ni a estar vinculados únicamente con la economía. Las luchas culturales y de razas y género coinciden con las alianzas y el poder de las clases,
La educación es un lugar de lucha, compromiso; sirve también como un enlace para mayores batallas acerca de lo que nuestras instituciones deberían hacer, a quién deberían servir, y quién debería tomar las decisiones. No obstante, por sí misma, es uno de los principales escenarios a través de los cuales son manipulados recursos, poder e ideología específicos para la sistematización, financiamiento, planificación, metodología y evaluación de la educación.
Es imposible comprender la política educativa actual sin ubicarla en su contexto global. Por lo tanto, detrás del énfasis en los altos estándares, las evaluaciones más rigurosas, la educación para el empleo y una relación mucho más cercana entre la educación y la economía en general, está el miedo de perder en la competencia internacional, la pérdida de los empleos y el dinero con Japón y la economía de Los tigres asiáticos, con México o cualquier otro país -a pesar incluso de las actuales crisis económicas-.
En este sentido, es de igual forma evidente la presión en los Estados Unidos de reinstaurar una visión (selectiva) de una cultura común, que pone un énfasis especial en la tradición occidental, en la religión y en el idioma inglés. Una intención similar está profundamente relacionada con los temores con respecto América Latina, África y Asia.
El giro hacia la derecha, ha sido el resultado de una lucha exitosa de la derecha al crear una alianza de base más amplia. Esta nueva alianza ha sido tan exitosa debido a que fue capaz de ganar la batalla sobre el sentido común en alguna medida. Es decir, ha unido diferentes proyecciones y tendencias sociales, y los organizados bajo su liderazgo general en temas que se relacionan con el bienestar social, la cultura, la economía y la educación. Su meta en la política educativa y social es lo que podría describirse como modernización conservadora.
Existen cuatro elementos importantes dentro de esta alianza. Cada uno tiene su propia historia y dinámica y relativamente autónomas; sin embargo, cada uno ha sido vinculado al movimiento conservador mas general. Estos elementos constituyen a los neoliberales, los neoconservadores, los populistas autoritarios y una fracción particular de la móvil y la nueva clase media superior prestar una especial atención a los dos grupos primeros y sobre todo a los neoliberales ya que actualmente constituyen el liderazgo en esta alianza para reformar la educación. No obstante, de ninguna manera quiero disminuir el poder de otros grupos.
Cabe destacar, que los neoliberales son el elemento más poderoso dentro de la restauración conservadora. Se guían por una visión del Estado débil. De esta forma, lo que es privado es necesariamente bueno y lo público es malo. Las instituciones públicas tales como las escuelas, son agujeros negros en los cuales se arroja el dinero y entonces desaparece aparentemente lo cual no proporciona resultados adecuados en ningún lugar.
Para los neoliberales, existe una forma de racionalidad más poderosa que ninguna otra: la racionalidad económica. El análisis de la eficiencia y de una ética del bajo presupuesto, son las normas dominantes. Todas las personas actúan en la dirección de maximizar sus propios beneficios personales, en realidad, detrás de esta postura se esconde una pretensión empírica de que así es como todos los sujetos racionales deberían actuar. Sin embargo, antes que ser una descripción neutral del mundo con las características valoradas de un tipo de clase con un alto poder adquisitivo.
Una visión de los estudiantes como capital humano sostiene esta posición, el mundo intensamente competitivo a un nivel económico, y a los estudiantes como trabajadores futuros les deben ser dadas las habilidades y disposiciones requeridas para competir eficiente y eficazmente. Además, cualquier dinero invertido en las escuelas, que no está directamente relacionado con estas metas económicas, es sospechoso. De hecho, las escuelas y otros servicios públicos, como los agujeros negros, actualmente derrochan recursos económicos que deberían ir a las empresas privadas por la forma en que los organizan y controlan.
Por lo tanto, las escuelas públicas no sólo fracasan en que sus niños sean futuros trabajadores, sino que al igual que casi todas las instituciones públicas, succionar la vida financiera de la sociedad. Las escuelas son creadas para los profesores y los burócratas del Estado, no para los consumidores.
En este punto, la idea del consumidor es crucial, para los neoliberales, el mundo en esencia es un supermercado, la elección del consumidor en la garantía de la democracia; de hecho, la educación es vista simplemente como un producto más, al igual que el pan, los autos y la televisión, al convertirla al mercado mediante certificados de planes de opciones, se vería autorregulada en gran medida; de allí que, la democracia se convierte en prácticas de consumo.
En este sistema, el ideal del ciudadano es el comprador, los efectos ideológicos de éstos son momentáneos. Antes que la democracia sea un concepto político, es transformado en un concepto totalmente económico. El mensaje de tales políticas es lo que podría llamarse particularismo aritmético, en el cual el individuo no incorporado como consumidor es aborrecido, desclasado y degenerado.
Las metáforas del consumidor y el supermercado en realidad están aquí en contradicción, al igual que en la vida real, hay individuos que en realidad pueden ir a los supermercados y escoger entre una amplia gama de productos similares y diversos; y están los que sólo encajan en lo que se puede llamar consumo “posmoderno”. Están fuera del mercado y sólo pueden consumir su imagen.
El proyecto completo de neoliberalismo, nacional e internacionalmente, está conectado un proceso mayor de exportación de la responsabilidad de las decisiones desde los grupos dominantes hacia el Estado y las personas pobres. Aunque hacen énfasis en el consumidor y no en el productor, las políticas neoliberales también necesitan ser vistas como parte de un ataque más amplio a los empleados de los gobiernos. En la educación en particular, constituyen una ofensiva contra los sindicatos de profesores, que son vistos como muy poderosos y demasiado costosos.
Existen varias iniciativas políticas que han surgido de los segmentos neoliberales de la nueva alianza hegemónica. La mayoría se ha concentrado ya sea en crear vínculos más cercanos entre la educación y la economía o en colocar a las escuelas mismas en el mercado. Esto último se refleja en los ambiciosos propósitos de los programas escuela para el trabajo y educación para el empleo y por fuertes ataques a los recortes del Estado superdimensionado.
Todo esto se va generalizando y se hace cada vez más poderoso. Y encuentra su representación en los propósitos tanto nacionales como internacionales, por certificados y programas de opiniones. Detrás de esto se esconde un plan para someter a las escuelas a la disciplina de la competencia del mercado.
Algunos partidarios de las “opciones” sostienen que sólo buscan una voz paternal y que las opciones proporcionarán una oportunidad para la salvación educativa de minorías de padres y niños Moe (2015), por ejemplo, sostiene que la única esperanza para los pobres de ganar el derecho a dejar las escuelas malas y buscar las buenas es a través de una alianza no ortodoxa. Sólo al aliarse con los republicanos y los negocios los grupos más poderosos, supuestamente dispuesto a transformar el sistema los pobres pueden tener éxito.
Existe una evidencia empírica creciente en todo el mundo de que el desarrollo de los cuasi-mercados en la educación ha conducido a la exacerbación de las divisiones sociales existentes que rodea las clases. Actualmente existen argumentos convincentes de que mientras las supuestas metas públicas de la certificaciones y los planes de opciones, sean encaminar a las personas pobres en derecho a graduarse en las escuelas públicas, entre los efectos a largo plazo pudieran estar el incremento de los traslados de las escuelas públicas hacia las escuelas privadas y religiosas, y crear las condiciones para que las abundantes fuentes de ingresos se niegan a pagar impuestos al apoyar a las escuelas públicas que sufren cada vez más de los respetos debilitadores de la crisis fiscal del Estado.
Moe (2015) sostiene que mientras los que abogan por las opciones asumen que la competencia buscará la eficiencia y la responsabilidad de las escuelas, de la misma forma dará oportunidades -que en la realidad no tienen- a los niños desventajados, lo que pudiera crear una falsa esperanza. Es de acotar, que estas esperanzas no se hacen realidad ahora, ni tampoco en un futuro ya que no encontramos en un contexto de políticas más amplias que no hacen nada por desafiar las profundas desigualdades sociales y culturales; y continúa: la toma de decisiones atomizada en una sociedad altamente estratificada pudiera parecer que da a todos igual oportunidades, aunque la transformación de la toma de decisiones de la esfera pública a privada, en realidad puede reducir el alcance de la acción colectiva para mejorar la calidad de la educación para todos.
Esta posición es ratificada por Henig, (1994) quién dice:
la triste ironía del actual movimiento de reforma de la educación, es que, a través de una identificación excesiva con los propósitos de las opciones escolares, el impulso saludable que considera la reforma como radicales señala que los problemas sociales pueden ser canalizados en iniciativas que en realidad corroe el potencial para la liberación y la respuesta colectiva. (p. 98)
Cuando esto se une al hecho de que tales políticas neoliberales en la práctica pueden reproducir las jerarquías tradicionales de clase, raza y género esto debería preocuparnos seriamente. Existe una segunda variante del neoliberalismo, que está dispuesta a gastar más dinero privado y del Estado en las escuelas, si y sólo si las escuelas hacen frente a las necesidades expresadas por el capital. De esta forma, los recursos están disponibles para la reforma y las políticas que enlazan el sistema educación al proyecto de hacer las economías más competitivas. Dos ejemplos pueden iluminar esta posición; en un grupo de estados se ha aprobado una legislación que establece que la escuela de universidad establezca vínculo estrecho entre la educación y los negocios de la comunidad.
Por ejemplo, todos los programas de superación de los profesores deben incluir experiencias identificables sobre la educación para el empleo para todos estos futuros profesores; y toda la enseñanza de las escuelas públicas elementales, media y secundaria del Estado deben incluir elementos de educación para el empleo de un plan de estudio oficial.
Como se ha señalado, lo atractivo de las políticas de restauración conservadora en la educación descansan gran parte sobre cambios importantes en nuestro sentido común: acerca de lo que es la democracia, de si nos vemos a nosotros mismos como individuos posesivos (consumidores), y últimamente acerca de cómo vemos el funcionamiento del mercado.
A consecuencia de esto, por supuesto, se debe preguntar cómo funciona la economía que reina de forma suprema en las posiciones neoliberales. No obstante, lejos de la imagen positiva dada por los neoliberales en la que los empleos tecnológicamente avanzados sustituirán a los trabajos penosos, al subempleo y el desempleo que tantas personas experimentan actualmente, la realidad va más allá.
Aún con el crecimiento proporcional en relación con los trabajos relacionados con la alta tecnología, el tipo de empleo que está y que estará cada vez más disponible a un gran segmento de la población no será altamente habilidoso, ni de posiciones técnicamente elevadas. Sera todo lo contrario, el pago en el mercado laboral estará cada vez más dominado por los bajos salarios, el trabajo repetitivo en el almacenamiento, en el comercio y en el sector de los servicios.
Por otra parte, Segel, (2013), manifiesta que:
Ocho de cada diez ocupaciones individuales principales que son consideradas como los empleos de mayor crecimiento en los próximos diez años son: vendedores al por menor, cajeros, empleados de oficinas, conductores de camiones, meseros, trabajadores en la elaboración de alimentos y conserjes. Es obvio que la mayoría de estas posiciones no requieren de altos niveles de educación. Muchos de ellos son mal pagados, no están sindicalizados y son a tiempo parcial, con pocos o nulos beneficios. Muchas veces tan dramáticamente marcados y a menudo exacerbados, por las divisiones del trabajo que existen entre razas, géneros y clases, nacional y globalmente. (p. 253)
A partir de este pronunciamiento, se puede determinar que la economía que surge es la que nos enfrentamos, no a la imagen excesivamente romántica dibujada por los neoliberales, quienes nos estimulan a confiar en el mercado.
En conclusión, se puede decir, que detrás de todo subyace un claro sentimiento de pérdida: una pérdida de fe, de las comunidades imaginadas, una visión cercana a la ideada por las personas quienes compartieron normas y valores que predominan en la tradición occidental. Las consecuencias de tales proposiciones no sólo se encuentran en las políticas educativas sino también en la intersección de tales políticas con otras de mayor alcance económico y social. Dónde está ha sido muy influyentes. Aquí también podemos encontrar reclamos de que la carencia de los pobres no es de dinero sino de una apropiada herencia biológica y una falta definitiva de valores con respecto a la disciplina, el trabajo duro y la moralidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Apple, M (1993). El conocimiento oficial. La educación democrática en una era conservadora. Editorial. España: Paidos.
Apple, M (1994). Ideología y Currículo. Sao Pablo, Cotes.
Moe, T. (2015). La política de la estructura burocrática. En: El Valor Estratégico de la Gestión Pública. Trece textos para entenderlo. Banco de Desarrollo para América Latina. Mariana Chudnovsky (Coord.) Argentina: CAF. 439-512.
Henig, J. (1994) Rethinking school choice: Limits of the market metaphor. Princeton, NJ, Princeton University Press.