Reseñas

MÁS ALLÁ DEL CÓDIGO. RESEÑA DE DELEUZE, G. (2017). DERRAMES II: APARATOS DE ESTADO Y AXIOMÁTICA CAPITALISTA. BUENOS AIRES: CACTUS.

MARTÍN PASZTETNIK

MÁS ALLÁ DEL CÓDIGO. RESEÑA DE DELEUZE, G. (2017). DERRAMES II: APARATOS DE ESTADO Y AXIOMÁTICA CAPITALISTA. BUENOS AIRES: CACTUS.

Diferencias. Revista de Teoría Social Contemporánea, vol. 1, núm. 6, 2018

Universidad de Buenos Aires

DELEUZE G.. DERRAMES II: APARATOS DE ESTADO Y AXIOMÁTICA CAPITALISTA. . 2017. BUENOS AIRES. CACTUS

Recepción: 02 Febrero 2018

Aprobación: 07 Abril 2018

Donde el Estado acaba, allí comienza el hombre que no es superfluo: allí comienza la canción de quiénes son necesarios, la melodía única e insustituible.

Friedrich Nietzsche

Así habló Zarathustra

La pregunta por el origen y desarrollo del Estado fue siempre una temática de interés central en la historia de las ciencias sociales, humanas y filosóficas. Han emergido sobre la cuestión un sinfín de elaboraciones teóricas que, poniendo el acento en diferentes elementos y puntos de apoyo, no dejan de remitir en la importancia que éste tiene en la constitución del orden político y su compleja relación con el capitalismo. Estos cursos dictados por Gilles Deleuze presentados en la Universidad de Vincennes entre 1979 y 1980, no escapan de dicha problemática.

Integrando en la lectura novedosos y originales conceptos que ya aparecen reflejados en la serie de Capitalismo y Esquizofrenia¹, la propuesta² que ensaya y desarrolla Deleuze en sus trece clases tiene dos momentos. En un primer lugar, se trata en pensar la “megamáquina” del Estado como un complejo aparato de sobrecodificación de flujos de deseo porque, como ya se había anticipado previamente, sobre el cuerpo de la sociedad pasan “flujos, siempre flujos”. (Deleuze, 2005: 19) Este movimiento supone una nueva forma de inscripción que se apoya sobre elementos primitivos, forzandolos a alinearse a una nueva alianza entre un déspota y el pueblo, y más aún, entre la filiación directa del déspota y la deidad. Como menciona el mismo Deleuze: “Digo que hay sobrecodificación cuando los códigos subsisten, pero son remitidos por otra parte y al mismo tiempo a una unidad formal superior que entonces, literalmente, va a sobrecodificarlos.” (Deleuze, 2017: 57) No se trata de destruir las filiaciones y las alianzas de la máquina territorial primitiva, sino de redistribuirlas a partir de la nueva unidad trascendente, el Estado, que se las ha apropiado. En segundo lugar, Deleuze propone articular la noción de Estado con el capitalismo que, como máquina social, se define por la descodificación generalizada de flujos cuyo funcionamiento se da a través de la realización de una axiomática inmanente, de la cual su característica principal es la de determinar relaciones funcionales entre elementos cualesquiera en cuanto tales, o dicho de otra manera, elementos no cualificados. Ya no se trata de un esquema de formalización (Estado) que se va acoplando según variados tipos de proposiciones o conjunciones tópicas, sino que la axiomática “asegura una especie de puesta en contacto de relaciones universales en cuanto tales entre elementos cualesquiera, relaciones universales con campos, con dominios de realización de lo más heterogéneos.” (Deleuze, 2017: 293)

Sobre estos temas el autor no cesa de plantear diversos interrogantes. ¿Cuáles fueron las condiciones de posibilidad de formación de los Estados? ¿Sobre qué superficies se inscriben? ¿A qué se oponen estas formaciones? ¿Qué tipos de Estados persisten? ¿Cómo pudo surgir la propiedad privada? ¿Cuál es la articulación entre Estado y capitalismo? El despliegue conceptual que desarrolla Deleuze, gira en torno a tratar de formular diversas ficciones, experimentos e hipótesis con el fin de esclarecer, y algunas veces no tanto, esta multiplicidad de cuestionamientos. Porque de eso se tratan sus clases, ensayar, experimentar, dramatizar, postular y probar qué elementos pueden dialogar con sus formulaciones y cuáles no. Y para ello no cesa de integrar en sus planteos una gran diversidad de áreas de conocimiento: desde antropología, filosofía, literatura, economía, historia, física, matemática, música, biología, y la lista continúa.

Uno de los puntos de partida sobre el cual Deleuze inscribe el problema, consiste en establecer la forma general de Estado como un aparato de captura que mantiene una oposición abstracta con la máquina de guerra. Brevemente, la máquina de guerra remite a la invención de la organización nómada, cuya composición no territorial se extiende en un espacio de ubicuidad frente a la organización y composición territorial de la máquina de Estado, la cual desterritorializa y reinscribe a la tierra, deviniendo en un límite, como objeto de producción y circulación codificada de flujos. Ahora bien, la formulación de Deleuze no consiste en pensar la derivación del Estado, y por lo tanto su devenir, por la máquina de guerra. Más bien, el Estado debe hacer todo lo posible para apropiarsela, por territoriailizarla, concediendo tierras o estableciendo colonias, de lo contrario, correría con el riesgo de su disolución. Inmediatamente, Deleuze descarta tres tipos de tesis sobre la conformación del Estado, ya que las considera tautológicas, esto es, presuponen el objeto que identifican o quieren explicar. Las primeras de índole exógenas tratan de dar cuenta del advenimiento del Estado a través de la guerra, a través de la máquina de guerra. El problema es que la condición para que esto suceda es que previamente exista uno, una máquina de guerra solo puede devenir en una forma Estado siempre y cuando haya existido uno. Las tesis endógenas invocan fenómenos interiores al desarrollo económico y político para dar cuenta de la formación de un aparato de Estado, esta inclinación es conocida dentro de las tesis marxistas y sobre todo, porque es invocada por Engels³. El desarrollo de la propiedad privada y la economía monetaria mercantil habría derivado en la formación de los aparatos de Estado. El problema, según Deleuze, radica en suponer que la propiedad privada pudo fundarse consecuentemente sobre la comuna primitiva. La privatización de la propiedad implica, como marco que la vuelve posible, la propiedad pública del imperio arcaico. Y aún en este tipo de conformación, la propiedad privada no encuentra posibilidad de existencia. No se desprende necesariamente la aparición de lo privado ya que todas las propiedades territoriales y funciones públicas son comunales, remitiendo a la figura del déspota. El tercer tipo de tesis invoca factores específicos, como la emergencia progresiva de funciones públicas seguidas del desarrollo de cierto nivel de tecnología en agricultura y la moneda. Nuevamente, esto presupone un aparato de Estado, ya que éste cuenta con tres polos, aparato de captura de tres cabezas: la renta, la ganancia y el impuesto. ¿Qué quiere decir esto? En primer lugar, que la unidad despótica será propietaria del suelo, y por lo tanto podrá usufructuar a la comunidad a través de la renta. En segundo lugar, será el amo de los grandes trabajos, tendrá la propiedad del sobretrabajo, por la cual articulará a la sociedad a través del trabajo y, finalmente, será el propietario de los tributos, es decir, tendrá el monopolio del impuesto. El Estado arcaico realiza la unidad de los tres elementos, es el propietario, el empresario y el banquero. La finalidad de Deleuze, frente a estas tesis, es manifestar un quiebre en cierto tipo de concepción evolucionista sobre el Estado.

Si la hipótesis consiste en elaborar una nueva forma de pensar la emergencia del Estado, tendrá que ser bajo lo que el autor denomina un campo de coexistencia, en el cual todo se da a la misma vez desde el punto de vista de las formaciones sociales, donde las sociedades primitivas, los aparatos de Estado de los imperios arcaicos, las máquinas de guerra, el campo, la ciudad, preexisten y coexisten conformando una tipología social. Sobre este aspecto, Deleuze sostiene: “mi manera de llegar a definir un campo de coexistencia de todas las formaciones sociales depende si puedo definir las formaciones sociales ya no de una manera evolucionista, sino a través de especies de procesos, que podríamos llamar “procesos maquínicos”, que les corresponden. (...) Podrá decirse que hay formaciones sociales que están construidas, no exclusivamente, pero eminentemente, sobre mecanismos de anticipación-conjuración”. (Deleuze, 2017: 94) Aparecen de esta manera, todas las formaciones sociales a la vez, despojando de sentido a las manifestaciones que remiten a la Historia como una sucesiva etapa de evoluciones o progresos por la que se jerarquizan diferentes formaciones sociales en series consecuentes y lógicas. Los mecanismos de conjuración de las sociedades primitivas no niegan al Estado, sino que por el contrario, descansan sobre este y anticipan de forma colectiva lo que es conjurado.

Una de las cuestiones que se pone en evidencia cuando se trata de articular la noción de Estado con la de capitalismo es su contradicción inmanente. Sobre este tópico Deleuze no cesa de preguntarse “¿Cómo es qué sucedió que el desarrollo del capitalismo pase por el polo-Estado, cuando hay en el capitalismo tantas cosas que van en contra del Estado, que marchan incluso en función de una abolición de los Estados? ¿Cómo es que sucedió que el capitalismo triunfe por intermedio de los aparatos de Estado?” (Deleuze, 2014: 33) Al respecto, también la cuestión puede plantearse aún en relación con lo que se supone en otra escala respecto al Estado, la conformación del polo-ciudad. Sobre estas cuestiones, Deleuze va a sostener que el capitalismo surge, efectivamente, cuando flujos descodificados son reunidos en un nuevo sistema económico y social que produce una conjunción de flujos desterritorializados. ¿Qué clase de flujos descodificados pudieron producir tal cosa? El sistema que sobrecodifica flujos del campo social, es decir, que en lugar de codificar territorios, sobrecodifica conjuntos, va a hacer nacer flujos descodificados que ella misma va a provocar en ciertos puntos. Flujos descodificados que escapan a los códigos primitivos y al mismo tiempo a la sobrecodificación imperial, a la sobrecodificación de Estado. “Es el acto mismo de la sobrecodificación de flujos lo que va a hacer correr en el campo social flujos que están ellos mismos descodificados, que tienden por ende a escapársele, puesto que una vez más, para nosotros “descodificados” no quiere decir “cuyo código es comprendido”, quiere decir flujos que escapan a los códigos, a sus códigos.” (Deleuze: 2017: 212) Se trata, siguiendo muy de cerca el despliegue que realiza Marx en El Capital, de la conjugación de dos flujos muy particulares descodificados al máximo. “Al nivel de la conjugación generalizada es preciso que el flujo del trabajo desborde todas las conjugaciones tópicas para desembocar en esta especie de monstruo: el trabajador desnudo; y es preciso que la riqueza, el flujo de la riqueza, desborde todas las conjunciones tópicas para llegar a la formación de esta especie de monstruo: el capital.” (Deleuze, 2017: 262) Ni el trabajador libre asalariado y ni el capital privado, tomados separadamente, pudieron haber dado nacimiento al capitalismo, es su conjunción en una realización diferencial la que permite la concretización permanente de éste.

El origen de la propiedad privada tiene un recorrido lógicamente similar. Cuando la propiedad pública del déspota llega a sobrecodificar la posesión comunitaria o territorial, van a formarse por todas partes, de forma incontrolada, flujos de propiedad privada. Se manifiesta una tendencia de escape de los códigos y sobrecodificación del Estado, pero al tiempo, éste debe transformarse para volver a capturarlos, para bloquearlos, para inhibirlos, para impedirlos o para controlarlos. La figura mítica que inaugura el origen de la propiedad privada, según Deleuze, es el liberto, un ex esclavo. Sucede una cuestión de índole muy curiosa al respecto, el liberto como esclavo liberado está en situación particular de descodificación, mientras que el esclavo todavía está sobrecodificado (por el Estado) o codificado (por la comuna primitiva). El esclavo liberado es un excluido, pero un excluido del adentro. Al no tener ningún tipo de estatuto, no tiene derecho público, ya no tiene derechos públicos. Ya no es esclavo, ya no es funcionario, ya no es nada, está completamente excluido, deviniendo en un acontecimiento excepcional, pequeño dueño apto para el ejercicio de la propiedad privada.

Volviendo a la cuestión del capitalismo, Deleuze sostiene que el mismo funciona a través de un modelo de realización al cual denomina axiomática, y que ésta ya no opera por sobrecodificación de flujos o conjunciones tópicas, sino que más bien, por la conjugación generalizada de flujos descodificados. El problema siguiente que se desprende de esto, es dar cuenta de cuál es la necesidad de que exista un Estado si el capitalismo funciona a través de un modelo axiomático que de alguna forma se le opone. Deleuze va a plantear que el Estado, como se mencionó previamente, se transforma, muta y se adapta a nuevos fines dentro de la axiomatica capitalista, deviniendo mayormente como aparato de regulación. Éste, constantemente reterritorializa los flujos, ligándolos, para impedir que se desprendan en los bordes de la axiomática social. Cada nueva crisis provoca una respuesta que puede adoptar la forma de adición de nuevos axiomas o la eliminación de existentes, de esta manera, el Estado se vuelve inseparable de la axiomática, puesto que codifica las condiciones bajo las cuales ésta puede operar y regular los flujos de capital. Se trata, en todos los casos, de favorecer la expansión del capitalismo, recreando sin cesar las condiciones de su emergencia. Al respecto, Deleuze nos dice que:

Hay que impedir que los flujos se descodifiquen al infinito (...) El Estado es el mecanismo regulador fundamental, (...) va a operar las reterritorializaciones necesarias para impedir que los flujos de capital se descodifiquen demasiado rápido o demasiado radicalmente. (...) Se ve bien aquí la necesidad de una forma-Estado. (Deleuze, 2017: 270).

Promediando sus clases, Deleuze postula que se puede distinguir una primer gran bipolaridad del sistema capitalista, siendo estos dos polos, en primer lugar, una tendencia a agregar axiomas a la axiomática del capital, y por otro lado, una tendencia contraria a retirar y a operar con un mínimo de axiomas. Esta doble marca de la axiomática capitalista será representada por el autor a través de dos modelos de Estado. Si los Estados durante el capitalismo se ven obligados a sufrir mutaciones, es decir, a abandonar su impronta como modelo de integración o como aparato de captura que sobrecodifica flujos de deseo y, a quedar subsumidos por el modelo de realización respecto a una axiomática, entonces se pueden producir en un nivel de tendencia de forma típica e ideal, un polo totalitario y otro socialdemócrata. El polo totalitario se efectúa cuando la axiomática del capital se proyecta en un modelo de realización que sólo tiene un mínimo de axiomas. No se desenvuelve como un Estado “máximo” sino por su contrario, operando de forma mínima. Traducido, en la dimensión de la la estructura económica-política, la impronta de un Estado totalitario será organizar el colapso del mercado interno. Ambas concepciones -Estado totalitario y Estado socialdemócrata- se fundan sobre la relación entre mercado interno y mercado externo. Como sostiene Deleuze, “un Estado totalitario es un Estado que sólo retiene, al nivel de los axiomas, aquellos necesarios para la participación del mercado externo. Por ende organiza la liquidación o el derrumbe del mercado interno, bajo una forma radical o bajo una forma atenuada”. (Deleuze, 2017: 321) Este tipo de Estado opera por promoción exclusiva del sector externo, con el desarrollo de una industria destinada a la exportación. Por otro lado, la tendencia socialdemócrata tiende a afirmarse, a prevalecer, cuando se trata de constituir un mercado interno y de ponerlo en relación con un mercado externo. Hay una regularidad de procesos de adjunción, de invención de axiomas en relación con dominios vinculados a la inversión y fuentes de beneficios locales. Se trata de un problema específico de cómo se controlan los flujos, particularmente, de cómo multiplicando axiomas se controlan los flujos que circulan sobre el cuerpo social. Se puede pensar que la función de este tipo de Estados es de la incluir la mayor cantidad de espacios marginales y minorías posibles al modelo de la axiomática para continuar con el desarrollo del capital de forma mucho más atenuada. No podemos decir que haya certezas al respecto.

Finalmente, si el capitalismo opera sobre un modelo de realización de axiomática. ¿Cuál será entonces su límite? ¿En qué punto se encontrará saturada? Sobre esta observación, Deleuze considera que una axiomática se satura en el momento que no se permiten adicionar nuevos axiomas sin que el conjunto de la axiomática se vuelva contradictorio. En este punto, siguiendo nuevamente a Marx y sus desarrollos sobre la articulación entre capital variable -capital invertido en el trabajo humano- y capital constante -conjunto de materias primas y medios de producción-, el capitalismo encontraría su límite por intermedio del desenvolvimiento de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, en el sentido que la plusvalía, proveniente del trabajo humano, tendería a reflejar una contradicción cada vez mayor y una impronta cada vez menor dentro de un sistema que no cesa de devenir globalizado. Si efectivamente se sucede una baja tendencial, se podría decir que, al tiempo, también se produce una tendencia a la saturación del sistema, tendencia del capital constante a adquirir cada vez más una proporción diferencialmente mayor frente al capital variable. Como dice Deleuze: “La parte del capital constante se vuelve cada vez más esencial en el capitalismo moderno, no siendo el proceso de trabajo más que un proceso -como dice Marx- adyacente a la máquina”. (Deleuze, 2017: 330) Pero es el mismo Marx quien plantea como característica la inmanencia del límite del capital. ¿Qué quiere decir esto? La novedad del planteo radica en que, a diferencia del funcionamiento de la axiomática en relación con los aparatos de Estado, cuya función forma parte de una naturaleza distinta sobre los elementos que sobrecodifica, y que por lo tanto supone como fundamento una posición de relativa exterioridad, un límite por fuera de sí, el capital encuentra sus propios límites dentro de su lógica. Según Deleuze, el capital-dinero se vuelve estrictamente inmanente al campo social. De esta manera, las relaciones económicas pueden aparecer por sí mismas, puesto que ya no existen códigos que puedan contener los nuevos flujos descodificados que parecen provenir del capital, no encuentran otros límites que los producidos dentro del capital mismo, por el capital mismo, un “producir por producir”, cuyas barreras no desembocan en fundamentos que los trascienden o que mantienen una relación de exterioridad con ellos. El capital no supone ninguna finalidad, ninguna meta, sus agentes son guiados de forma involuntaria por la máquina social capitalista. En palabras de Deleuze:

Se trata de un límite muy especial, puesto que la plusvalía y el capital variable aumentan en términos absolutos con el desarrollo del capitalismo pero al mismo tiempo, en la suma total del capital, representan una parte cada vez más pequeña. Lo cual quiere decir que el capitalismo se aproxima constantemente a un límite y que este límite retrocede, no cesa de retroceder a medida que el capitalismo se aproxima a él. (Deleuze, 2017: 336).

Sobre el final del libro, el filósofo francés trata de indagar sobre las posibilidades de lo que se escapa a los aparatos de captura y a la axiomática capitalista. Al respecto, sostiene que el sistema no cesa de engendrar “proposiciones indecibles”, proposiciones que pertenecen a otro sistema completamente distinto, y que por lo tanto, efectúan procesos diferenciales respecto la axiomática del capital. Ésta podrá siempre intentar tratarlas, ya sea integrando nuevos axiomas o llevándolas al exterminio, aplicando una potencia de destrucción para que cesen de existir y sin embargo, nunca lo conseguirá. Las proposiciones aberrantes se encuentran en un perpetuo estado de fuga cuyas conexiones revolucionarias habilitarían la producción de movimientos minoritarios, la aparición de un devenir intenso.

BIBLIOGRAFÍA

Deleuze, G. (2005) Derrames: Entre el capitalismo y la esquizofrenia. Buenos Aires, Cactus.

Deleuze, G. (2017), Derrames II: Aparatos de Estado y axiomática capitalista. Buenos Aires, Cactus.

Notas

1 Serie comprendida por El Anti Edipo (1972) y Mil Mesetas (1980). Ambos escritos conjuntamente por Gilles Deleuze y Felix Guattari.
2 La dirección que sigue esta reseña pretende esbozar de forma generalizada algunos de los lineamientos principales desarrollados en el curso, obviando de forma amplia y premeditada, una innumerable cantidad de ejemplificaciones que no cesan de dar cuerpo a las diversas formulaciones teóricas.
3 Engels, F. (1997) El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Fundamentos, Madrid.
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