Estructuras sociales de poder, violencia y esclavitud en Filigrana.

Social structures of power, violence and slavery in Filigrana.

C. Ana Vilorio Iglesias
Universidad de Oriente, Cuba
Ana María Guerra Casanellas
Universidad de Oriente, Cuba

Innovación tecnológica (Las Tunas)

Centro de Información y Gestión Tecnológica y Ambiental de Las Tunas, Cuba

ISSN-e: 1025-6504

Periodicidad: Trimestral

vol. 26, núm. Esp.3, 2020

yanna@ciget.lastunas.cu

Recepción: 28 Mayo 2020

Aprobación: 10 Junio 2020



Resumen: El presente trabajo que forma parte de un texto mayor y más complejo, tiene como propósito exponer y ejemplificar el entramado de relaciones que dan cuenta de los nexos de la ficción con condicionantes externas que emergen en Filigrana de Emilio Bacardí Moreau (1844 - 1922). Afiliado a los postulados de la novela histórica, este prosista sintetizó episodios de inicios del siglo XIX en Santiago de Cuba. El estudio se asentó en la observación del comportamiento de personajes y sus descripciones bajo presupuestos del análisis del discurso que permitieron, desde un cotejo lingüístico literario, acreditar el vínculo con la sociedad característico de la escritura literaria de este insigne santiaguero. La lengua, en tanto vehículo de comunicación, expone y concreta la forma de pensar y la cultura de los pueblos. Esta novela, como el resto de su obra constituye una representación bien cercana de las circunstancias que rodearon al autor inspirado por la particular herencia de su ciudad natal. El análisis realizado consiguió probarlo.

Palabras clave: Santiago de Cuba, literatura, estructuras sociales, Filigrana, poder, violencia, Encarnación, esclavitud.

Abstract: This article, which is part of a larger and more complex text, aims to expose and exemplify the web of relationships accounted for the links of fiction with external conditions emerging in Filigrana by Emilio Bacardí Moreau (1844 - 1922). Affiliated with the historical novel postulates, the writer synthesized episodes of

the early Santiago de Cuba’s 19th century. The study was based on the observation of characters’ behavior and their descriptions under budgets of the discourse analysis that allowed, from a literary linguistic comparison, to prove the link with society, a common characteristic of the literary writing of this distinguished santiaguero. Language, as a vehicle for communication, sets out and concretes the way of thinking and people’s culture. This novel, like the rest of his work, is a very close representation of the circumstances surrounding the author, inspired by the particular heritage of his hometown. The analysis carried out was able to prove it.

Keywords: Santiago de Cuba, literature, social structures, Filigrana, power, violence, incarnation, slavery.

INTRODUCCIÓN

La obra literaria asentada en un texto de la misma naturaleza suele ser plural. Esta pluralidad se ampara en la mixtura de la lengua, la ideología y las experiencias culturales. Tal alianza expone la cercanía de la escritura ficcional con la sociedad en general. El carácter social de la literatura se manifiesta en los materiales y en el proceso que la constituye (Altamirano y Sarlo, 2001, p. 12).

Por otra parte, las realizaciones lingüísticas de los personajes ficcionales son traídas a la caracterización de los mismos toda vez que también exponen su edad, posición social, recursos económicos, entre otros. Asimismo, permite observar acontecimientos y formas de hacer básicamente temporales y culturales.

El crecimiento de las perspectivas que sobre cuestiones relativas a los estudios sobre la lengua se realizan cada vez con más frecuencia ha ampliado su espectro en nuestros días. El paso del análisis del sistema lingüístico hacia los estudios de la lengua en uso ha venido a beneficiar y a enriquecer, sin duda alguna, la percepción y el conocimiento de ese vehículo indispensable para la comunicación. El discernimiento de los mecanismos del discurso relativos a cada campo de especialidad pone en práctica la adquisición y dominio del sistema lingüístico, por un lado y la dimensión pragmática, por otro. El resultado tiende a la aprehensión y empleo de formas precisas de comportamiento comunicativo en campos específicos.

MATERIALES Y MÉTODOS

En el caso de este trabajo, el análisis se realiza desde lo lingüístico-descriptivo y pone énfasis especial en el prisma de la construcción discursiva de lo social, por cuanto el fenómeno de la esclavitud es un acto determinado por factores sociales e históricos. En el estudio de este texto literario también se ha tenido en cuenta la cognición toda vez que los personajes de ficción se ubican en una época y en un espacio de terminados cuyos constructos reflejan sus ideologías

La ubicación de los personajes, las historias y el ambiente que rodea y en el que desenvuelve el argumento se apega de manera estrecha a las circunstancias en las que se inscribe la obra. “La literatura, dice Bachtin (sic);

se asegura un espacio en la vida social por la conformación discursiva de las ideologías. El hecho literario es una forma ideológica: reflejo lingüístico de las ideologías sociales” (Altamirano y Sarlo, 2001, p. 50).

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Así sucede en el caso que nos ocupa. Es Filigrana una recreación del Santiago de Cuba de la época de Bacardí. Su producto literario enraiza en las más detalladas representaciones del Santiago colonial en el que el sistema político insistía en patentar la esclavitud, discriminación y la represión hacia todo lo contrario a lo español y a su dependencia y, desde luego, a las normas que exigía y fomentaba el coloniaje.

En la narrativa de Emilio Bacardí la presencia del personaje negro es una representación constante. Desde la referencia a los esclavos hasta el sujeto independiente y sin amo, estos seres integran el conglomerado humano ficcional del texto y son diseñados, en algunas ocasiones, en su individualidad. Filigrana articula en su enunciado diegético ese registro consustancial en nuestra ontología nacional (Vilorio, 2004).

Tal vez la lectura lineal de la obra persuade al receptor a considerar al narrador de la diégesis como un ente racista, y es pertinente ese juicio en ciertos momentos del texto. Los personajes de piel oscura creados por este escritor “no son copias de carbón de un mismo tipo, tradicionalmente manso y sumiso” (Repilado, 1985, p. 132); sino que algunos se enfrentan a las atrocidades de la raza “superior” que los excluye de una manera poco convencional. Su existencia en la narración es un pretexto para comunicar ideas y críticas muchas veces veladas.

La recurrencia de esta tipología personológica no precisa, de acuerdo con el juicio de las autoras de este artículo, una intención discriminatoria a priori; más bien el enfoque se corresponde con la perspectiva de época que Emilio Bacardí asume también en otras novelas. De manera que, aunque se ha dicho que el autor no demuestra una posición esclavista, el narrador por él utilizado denota el tratamiento del negro como un ser inferior (Vilorio y Durán, 2003).

La esclavitud en Filigrana no es la de los cañaverales, los barracones y el cepo; los esclavos son domésticos, trabajan en las casas señoriales de la ciudad y aunque se esboza una relación condescendiente entre los amos y estos, se les sigue considerando miembros de una raza subalterna; consecuentemente la discriminación es encubierta pero omnipresente.

El hecho de calificar al negro como raza débil e insignificante alcanza también a los libertos, con una mayor predisposición resultante de la manera independiente y desprejuiciada de vivir. Este menosprecio se torna violento y hostil como ocurre con la paliza de Carlos a Ma Cecilia, o las recriminaciones del gobernador Urbina a Encarnación.

Bacardí despojó a sus personajes blancos de benevolencia y pretensiones humanitarias e incorporó la total indiferencia hacia el sector social fuente de sus riquezas. Esta indolencia se encubrió tras una relación de reciprocidad afectiva entre dueños y esclavos. Algunos sujetos poseían el “privilegio” de la

confianza de sus amos, pero esa nombrada “confraternidad” no los libró de su condición como mercancía, y la relación de compañerismo se concretó a la obediencia y el respeto de los subyugados (Proenza, 2002).

Es el caso de ña Paula, vieja esclava con autoridad en la servidumbre, “derechos y facultades de persona libre, y hasta con los respetos de madre abuela” (Bacardí, 1999, p. 13). Paula se había convertido en la “madre de leche” de Filigrana. El atrevimiento y desobediencia de aquella nana, fue la salvación de la niña; sin embargo, no podría dar “su parecer, que seguramente le sería desatendido por doña Carmen” (Bacardí, 1999, p. 50). A pesar de todo, ña Paula siguió siendo esclava, aunque de mayor autoridad en la servidumbre; era una especie de ama de llaves de lenguaje depurado muy diferente al habla común de los demás negros.

Este no es el único ejemplo de “amistad”, también en la casa de don Pedro de Asanza había “dos negras viejas, sirvientas esclavas pasadas a ser familia de la casa por su fidelidad y cariño” (Bacardí, 1999, p. 295); o el negro Basilio, conocedor de todas las correrías del señorito Carlos y capaz de mentirle a los padres de este sobre el concubinato con Encarnación. Este tratamiento era usual desde la infancia; en ese sentido, véase la relación Pedrito y el hijo de su nodriza. Andaba la esclava “con el niño cargado [...] y agarrado a su falda, les seguía el negrito, su hijo, [...] y Martín iba muy satisfecho detrás del amito, cual un perrito retozón habituado a ese juego” (Bacardí, 1999, p. 229). La crianza de los niños esclavos estaba condicionada por una resignación servil, como si su papel histórico fuera la servidumbre y la obediencia.

¿Realmente existía una hermandad? Así se declaró en la novela, propiciado por la moral y educación religiosas: “[...] la santa religión de nuestros padres supieron [sic] grabar en el alma del amo y del esclavo una fraternidad incomprensible” (Bacardí, 1999, p. 307); pero en otros momentos se utiliza la misma referencia religiosa para caracterizar negativamente, ya sea por alusiones bíblicas, “[...] y como el Señor, en sus altos designios, había condenado al África a esos descendientes de la desobediencia y del pecado” (Bacardí, 1999, p. 272) o mediante la supuesta decadencia moral de sus integrantes, “(...) el dominio de la raza de Sem sobre la Cham traía consigo, con la esclavitud, múltiples desvaríos y abominaciones” (Bacardí, 1999, p. 268).

La “benevolencia” de los blancos con sus esclavos se basaba en un sentimiento de quimérica magnanimidad. Hacían regalos caritativos para después burlarse de la miseria e ingenuidad de estos. En otros casos el trato piadoso era exigencia de la profesión, como fue la asistencia del doctor de Beaulieu a la moribunda Encarnación.

En la diégesis se justificó el trato violento con los negros, como el medio más eficaz para dominar su “naturaleza embrutecida”, “el descendiente de esa raza bestializada, no siente el látigo como el hombre superior y libre, el látigo es arrullo en su piel bajo cualquier forma que se aplique” (Bacardí, 1999, p. 239). Otra posición fue la de los propios negros, no solo los esclavos sino también los libres. Si Encarna no se consolaba por el abandono de Carlos, su compañera Piedad, negra también, le decía: “¡conformarte! [...] Nosotros somo, lo negro, así; ello cuchillo, y nosotros la carne” (Bacardí, 1999, p. 232).

Este enunciado es, quizás, uno de los que con mayor fuerza argumentativa presenta las ideas que, a la postre, determinan el propósito bajo la cual se teje

el entramado de relaciones sobre la que se sustenta la narración. Es así como al contar la historia de los amores de un joven blanco de alta posición económica y social con dos mujeres totalmente diferentes en su físico, estratos social y racial avanza la historia cuyo telón de fondo es la ciudad y las relaciones sociales e interpersonales que en ella habitan: “ello cuchillo, y nosotros la carne” son expresiones sintácticamente equivalentes en las que las formas verbales en elipsis (son-somos) dan cuenta no solo de una relación entre dos sustantivos unidos por la conjunción “y”. Expresa, sobre todo, la declaración del estado de personajes con diferencias insalvables. Entiéndase que se están citando a Filigrana y a Encarnación.

Deteniéndonos, entonces, en este apartado relativo a las características de estas dos mujeres y tomando en cuenta la redundancia o repetición, en tanto uno de los rasgos naturales del mensaje estético, se aprecia una constante referida al color de la piel de los personajes. Esta noción direcciona la invariable racial al espacio de los acontecimientos narrados y, en principio, a las cualidades de estas dos mujeres. Existen otros espacios como el económico, el social y el político.

Apoyarse en los presupuestos del análisis del discurso permite establecer una relación directa con la interpretación que conduce al sentido del o de los enunciados. Es así que tomando en cuenta la concordancia igual y diferente de estas dos mujeres se intenta realizar una caracterización semántica de estos personajes.

Sobre ello y para A. J. Greimas (1971), el concepto de isotopía y su tratamiento como elementos de coherencia y cohesión se basa en la existencia de redundancias, reiteraciones o de repeticiones, de manera que ha designado la iteratividad a lo largo de la cadena sintagmática de unidades de contenido que aseguran la homogeneidad del discurso lo que funcionaría sobre la base de una isotopía semántica.

Se declara, primero que la relación es igual en tanto ambas mujeres aman al mismo hombre; el resto de las cualidades que las distinguen es totalmente diferente y eso lo se expone por medio de un análisis isotópico. Dicho razonamiento comienza por el estudio etimológico de los nombres de estos personajes: Filigrana y Encarnación.

La primera definición de filigrana en el Diccionario de la Real Academia de la lengua española es “obra formada de hilos de oro y plata, unidos y soldados con mucha perfección y delicadeza”. Otro significado de filigrana en el diccionario es “señal o marca transparente hecha en el papel al tiempo de fabricarlo. Filigrana es también cosa delicada y pulida” (RAE: 2019) en https://dle.rae.es/filigrana.). La acepción que más se aviene a nuestro análisis es la tercera, esto es: cosa delicada y pulida.

Encarnación es un nombre propio ambiguo (tanto de hombre como de mujer) de origen latino en su variante en español. Procede del latino Incarnatio, de in (dentro) y caro, carnis (carne), por lo que significa “dentro de la carne”.(RAE: 2019) en https://dle.rae.es/encarnaci%C3%B3n?m=form )

Y es, precisamente, la etimología de los nombres la que nos proporciona la primera oposición binaria: belleza / pasión amor / deseo. El resto de las diferencias las podemos construir sobre la base de la oposición de unidades

semánticas caracterizadoras de estos dos personajes y que hemos segmentado en las siguientes categorías (tabla 1).

Tabla 1
Oposición de unidades semánticas
Categoría Filigrana Encarnación
Oposición binaria global belleza, amor pasión, deseo
Unidad semántica racial blanca negra
Unidad semántica física Rubia, linda, apariencia de finísimo cristal “de timbre”, cuerpo de envidia, admirable cuerpo
Unidad semántica conductual Alma hermosa, alma dispuesta para el bien, energía, valor, pensar claro, niña mimada Facistora, presuntuosa, insolente, criatura inexplicable, prodigio de labores femeninas
Unidad semántica percepción por la sociedad Corazón bondadoso, amada por todos, alma dispuesta para el bien. Repugnada por la gente de su misma clase, condición decente (perjuicio)
Elaboración de las autoras

Estos dos personajes son descritos a lo largo del relato con cualidades bien definidas, y el conjunto redundante de categorías semánticas hace posible la lectura uniforme del texto. Es así que el empleo del instrumento conceptual de isotopía semántica permite una lectura que tiene en cuenta las connotaciones, de modo que va más allá del sentido denotativo de la obra.

No existen objeciones al plantear que un texto sometido a un contexto sociocultural posee varias lecturas, sin embargo, y a pesar de ello, puede también observarse como invariante a partir precisamente de sus isotopías. No es ocioso plantear que los lectores coligen de manera muy personal los sentidos de los personajes y del relato en general, toda vez que la obra literaria en tanto creación artística admite diversas interpretaciones. No obstante, es cierto que las distintas estrategias o recursos de la lengua se disponen intencionalmente para direccionar la inferencia de los lectores.

En Filigrana aparecen expresiones despectivas y discriminatorias que pueden concentrarse en una sola palabra con todo el sentido peyorativo explícito o implícito: “En las ventanas de las iglesias, […] agarrados a las rejas, hombres y muchachos de color se aferraban y se sostenían, cual parásitos asidos a los troncos de los árboles, sufriendo impasibles los rayos abrazantes del sol” (Bacardí, 1999, p. 19).

El ejemplo anterior conmina a una reflexión teórica y práctica. La teórica, parte de considerar que los constituyentes semánticos de determinados procesos discursivos se sostienen sobre un lenguaje natural apropiado para la expresión social del discurso y ello le permite la interpretación textual a partir de los “sentidos” que se otorguen al texto.

El sentido es el uso. Este es un postulado del Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas (1953). Este autor propone una perspectiva marcadamente contextual y ello apunta a que los sentidos no dependen de una

estructura especial; antes más bien, precisan de un estudio contextual de acuerdo con sus condiciones de uso y con ello presenta una visión variopinta de las ideas expuestas en el texto.

La reflexión práctica, por su parte, enraíza en el texto, y en el caso del ejemplo de marras, “agarrados a las rejas, hombres y muchachos de color se aferraban y se sostenían, cual parásitos asidos a los troncos de los árboles” (Bacardí, 1999, p. 19; el sintagma cual parásitos establece un tratamiento marcadamente peyorativo de a los de raza negra. Aquí el sentido del pasaje da cuenta del profundo desprecio social al cual estaban sometidos.

Hasta un piropo, expresión de halago a la belleza, no podía sustraerse de la reticencia igualitaria cuando de la raza negra se trata: “que toda flor es flor y es bella, aunque silvestre sea” (Bacardí, 1999, p. 71).

En la misma línea de análisis de las reflexiones anteriores se analiza este otro ejemplo. Hay que apuntar, primero que todo, que el enunciado es proferido por el más liberal de los personajes, sin embargo, como el hombre no puede escapar a la sociedad ni a la época, puede observarse aquí también cierto elemento que permite observar cómo se direcciona el sentido que sigue siendo peyorativo como en el caso antes visto.

Esta vez no se trata solo de la clase estructural sustantivo, sino de un sintagma formado por la conjunción aunque y el sustantivo silvestre. En lenguaje ordinario se trata de un enunciado que, a primera vista, resulta más apegado a la denotación que a la connotación, en donde la conjunción adversativa, por cierto, viene a desdecir lo afirmado en la primera parte del enunciado. Sin embargo, una aproximación pragmática ofrece un sentido no tan literal.

Valga expresar que a los blancos todo les era perdonado siempre que no desafiaran con actitudes “inmorales” los preceptos religiosos dominantes en la vida cotidiana de las familias adineradas de la ciudad. Los jóvenes de posición podían tener amoríos y flirteos con mujeres de color o no, porque “los señoritos, con el derecho que dan la riqueza y la nobleza, podían hacer y deshacer a su antojo” (Bacardí, 1999, p. 72). Las aventuras de blancos con negras, eran justificadas por las malas artes de la raza inferior. “¡Ese temor había llenado el alma de Carlos, al tiempo que lo enfurecía y le hacía odiar a Encarnación “Perra negra! ¡Cochina! ¡Corrompida! ¡Quedad con vuestras brujerías! ¡No volveréis a verme, miserable!” (Bacardí, 1999, p. 183).

En el presente caso, además de los términos que desde el punto de vista semántico resultan muy ofensivos, ha de destacarse otro asunto no menos interesante. Los improperios proferidos por el personaje Carlos respecto a su concubina negra Encarnación se erigen en una unidad semántica altamente despectiva y discriminatoria. La connotación que alcanzan las expresiones perras negra, corrompida, ¡brujerías!, ¡no volveréis a verme, miserable!, se amparan bajo el fonosimbolismo que se pone en función de reforzar las ideas, puesto que el uso de la consonante vibrante tanto simple como múltiple /-r/ explicita, determina y endurece la exposición de sentimiento de rabia del personaje y ello permite connotar un desprecio aún mayor.

En sentido general, se tiende a condenar éticamente a los negros. Las relaciones de estos eran catalogadas de inmorales y livianas: “frente a un bohío, en el cual personas de color, de ambos sexos, bailaban, cantaban,

tomaban agualoja y se enamoraban libremente” (Bacardí, 1999, p. 72). Si alguien resultaba diferente era rechazado o se consideraba su virtud y resuelta negativa a las propuestas lascivas de los blancos como una estrategia para alcanzar mejores proposiciones: “[...] bien se suponía que su resistencia tenaz era para atrapar mejor una buena presa” (Bacardí, 1999, p. 165).

El honor de las mujeres sin alcurnia, y más si eran “de color”, estaba siempre en entredicho. Se suponía que el propósito de estas, al lograr una relación importante era desquitarse: “[...] al que fijaba sus ojos en ellas, sentirse vengadoras y vengadas con la posesión del amito, del caballero” (Bacardí, 1999, pp. 268-269). En general, se les tenía por seres nacidos para el mal y aunque no primaba el odio hacia ellas, sino la lástima y la piedad por su condición supeditada, estos sentimientos cambiaban radicalmente si se conocía de su relación con algún amigo o pariente. La “piadosa” religión de los ricos decía de ellas: “La negra, dice el indio de Indostán en sus libros sagrados, es la serpiente que se enrosca a todo el cuerpo y muerde al corazón, sin que haya fuerza para el hombre para desprenderse de ella” (Bacardí, 1999, p. 194).

Aun así, se deja entrever un pensamiento diferente sobre el tratamiento a la mujer, puesto en boca del caballero don Francisco Oña y Mantilla, personaje de interesantes concepciones religiosas: “¡La mujer es siempre belleza! […] y cualquiera que sea su color, si hay, en la que viste faldas, armonía en el semblante, armonía en el traje y armonía en las formas, es reproducción de la hermosa naturaleza al salir de las manos de Creador” (Bacardí, 1999, p. 212). Pero este criterio es excepcional en la época, la certeza era otra y puede apreciarse con todas sus aristas en un personaje: Encarnación Linares.

En síntesis, la cultura para Emilio Bacardí podía prescindir de ciertas manifestaciones populares de origen negro1, amante como era de expresiones más refinadas, consecuencia de sus vastos conocimientos y posición social de ascendencia francesa, sin embargo, no se limitó como intelectual ilustrado de criticar sociedades hipócritas como el contexto narrado en Filigrana.

La sociedad colonial en Cuba y en Santiago de Cuba específicamente proyecta el perfil y la cotidianeidad de la mujer atadas a las reglas de la pureza de sangre, el honor y la posición social. La observancia de prácticas sociales como el intercambio lingüístico, los análisis de la conversación, entre otras fuentes proveen de una comprensión y de un cotejo de profunda riqueza cualitativa.

La aplicación del análisis del discurso en estudios sobre textos literarios posibilita avanzar en aspectos tales como la construcción de identidades sociales de los personajes y su modificación en el decursar del tiempo; cómo bajo condiciones de desigualdad los grupos sociales se establecen y disocian, entendidos estos como agentes colectivos. Permite indicar una concepción del discurso examinado desde categorías como la de género o raza, puede esclarecer el modo en que se asegura y a su vez se controvierte la hegemonía cultural de los sectores dominantes dentro de la sociedad. Finalmente,

posibilita la comprensión en torno a los procesos de cambio social emancipatorios y sobre la práctica política.

La novela Filigrana exhibe significaciones que la historia de Santiago de Cuba y de su sociedad produjeron. De modo que lo que resulta significativo en el texto parte de la focalización en las estructuras extratextuales que cobran trascendencia por su inserción en determinado código, y este código se cobija en una época, en una cultura de coloniaje y de esclavitud.

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