Reseñas

Uribe de Estrada, M. H. “Fernando González. El viajero que iba viendo más y más"

Hernán Alejandro Olano García [*]
Universidad de La Sabana, Colombia

Revista Filosofía UIS

Universidad Industrial de Santander, Colombia

ISSN: 1692-2484

ISSN-e: 2145-8529

Periodicidad: Semestral

vol. 16, núm. 1, 2017

revistafilosofia@uis.edu.co

Recepción: 28 Agosto 2016

Aprobación: 01 Diciembre 2016



En 396 páginas y doce capítulos, María Helena Uribe de Estrada, fallecida en 2015, una de las escritoras más interesantes de la literatura colombiana de las últimas décadas del siglo XX debido al alcance estético de su obra, entre las cuales está la novela “Reptil en el tiempo”, así como del libro de cuentos “Polvo y ceniza”, ha tratado en voz alta temas que antes estaban reservados a la intimidad de las mujeres, tanto en su propia obra, como en el análisis filosófico que efectúa de la complejidad de González, del que “casi nadie considera la posibilidad de estudiarlo, aprenderlo, definirlo. Se le acercan con terror de perturbar su imagen, o de trastornar la propia, como si quisieran dejarlo detenido dentro de su tiempo” (Uribe de Estrada, 2016, p. 13).

María Helena Uribe de Estrada, quien estuvo casada con el curador de arte y reconocido crítico Leonel Estrada y, los dos, cercanos desde siempre al mundo de la cultura, tuvieron, y, particularmente, ella, la oportunidad de interactuar con el filósofo Fernando González, quien le dejó tantas reflexiones y temas en su mente, que decidió mucho tiempo después darlos a conocer en este libro. Así fue como la autora, hasta 1964, meses después del fallecimiento del que consideraba su amigo y maestro, que la escritora Uribe de Estrada se animó a leer sus obras.

Uribe de Estrada describió así el impacto que le causó: “En realidad no bastaba conocer a Fernando. Era necesario leerlo. Mi admiración por él se redobló con su lectura” (15). La fascinación por “el Viajero de Envigado”, la llevó a repasar sus veinte libros, y docenas de artículos una y otra vez. Aquí también nos muestra a un hombre que no se satisfizo nunca, que todo lo puso en jaque, incluyendo cada una de sus palabras, que han sido, para muchos, estímulo para ascender en conciencia y sentirse más vivos.

Alberto Aguirre, en 1999, calificó esta obra como una biografía filosófica, una biografía del pensamiento o de las visiones de González, que vio su primera edición en Medellín, Editorial Molino de Papel, 1999 y, la segunda, que aquí se reseña, en 2016 por el Grupo Planeta Colombia.

González, el “Filósofo de Otraparte”, como fue conocido en vida alusión al nombre de su finca en Envigado, es retratado en esta obra, con la cual Uribe de Estrada refiere que en las enseñanzas y en los libros del filósofo de Envigado, del “Jardinero”, el “Virgilio envigadeño”, quien también fue conocido como Maestro de gallardía, de autenticidad, de búsqueda; o báculo, en el cual encontró una constante: casi nadie considera la posibilidad de estudiarlo, aprehenderlo, definirlo. Se le acercan con terror de perturbar su imagen, o de trastornar la propia, como si quisieran dejarlo detenido dentro de su tiempo.

María Helena retrata a González como un viajero que nos abre su cuaderno de bitácora, desde donde señala su norte; alguien que dijo: “Busco a Dios, como mi mamá buscaba las agujas, en Envigado... y todos los seres, los pescadores, los ojos de las muchachas, las piedras y mi gatica “Salomé” me están diciendo ya que por aquí humea; pero si encuentro, si es verdad, quiero que sea para todos nosotros […]” (19).

Este hombrecillo, con alma de viajero, arriero del camino mismo de la vida, se adentra en incomprensiones, tristezas y alegrías, que son la fuente de su filosofía, nos deja en su libro y, en el análisis de Uribe de Estrada, irresistiblemente llevados a dejar todas las puertas abiertas, para que alguien entre, en felicidad.

La autora expresa que ser fiel a González era olvidar sus libros, aunque no su recuerdo y aquí, en esta obra, María Helena Uribe de Estrada nos acerca a una meditación reflexiva, que revive a quien, según él, nadie quería: “Nadie, ni Dios me quiere como soldado […]”, a quien poseía una inteligencia indagadora que lo llevaría a ser expulsado del colegio: “Señor González, venga por el pupitre de su hijo”; a quien hizo “curar al fracasado haciéndole creer en su importancia”; a quien blasfemó de la vida hasta que sus blasfemias se volvieran alegría y, a quien se preguntó un amargo día: “¡Bendito el día en que logre entristecer a los hombres!”.

Referencias

Uribe de Estrada, M. H. (2016). Fernando González el viajero que iba viendo más y más. Bogotá: Planeta.

Notas de autor

[*] colombiano. Doctor en derecho canónico, posdoctorados en historia y derecho constitucional. Profesor Universidad de La Sabana.
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