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Cartografiar lo cultural del ocio en el Centro Histórico de Guanajuato
José de Jesús Cordero Domínguez; Cristina Aguilar Luna
José de Jesús Cordero Domínguez; Cristina Aguilar Luna
Cartografiar lo cultural del ocio en el Centro Histórico de Guanajuato
Mapping cultural leisure in the historic center of Guanajuato
Revista Ciudades, Estados y Política, vol. 2, núm. 1, 2015
Universidad Nacional de Colombia
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Resumen: El Centro Histórico de Guanajuato es identificado como “El destino cultural de México”, de acuerdo a la difusión que utiliza el Gobierno del Estado, para atraer a visitantes y turistas. Así, se muestra el escenario de una ciudad tradicional, provista de una zona de monumentos de valor histórico habitacional que, paulatinamente, ha cambiado y mezclado los usos comerciales y de servicios; es la tercerización de la economía local, que antaño se enraizaba en el sector industrial minero de la extracción de plata y oro.

En los inmuebles emblemáticos se realizan actividades culturales como la exposición de obras de artes visuales, artes escénicas, filmes clásicos y de autor, así como veladas nocturnas amenizadas por la música de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato y por música contemporánea. Quienes asisten a estos eventos son residentes, visitantes y turistas en la impronta del ocio cultural, cuyos flujos y desplazamientos han sido cartografiados; proveyendo a la espacialidad, aún en construcción, con otra veta en la investigación del Centro Histórico de Guanajuato.

Palabras clave: Cartografía,Espacios culturales, Centro histórico, Ocio, Guanajuato.

Abstract: The historic center of Guanajuato is identified as the cultural destination of Mexico, the slogan of the State Government of Guanajuato to attract visitors and tourists. This is the scene of a historic town provided of a monuments zone of residential historic value that gradually have changed and mixed commercial and service uses; it is the outsourcing of the local economy rooted in the sector of the mining industry in the extraction of silver and gold.

In the emblematic buildings cultural activities take place, like the exhibition of visual arts, performing arts, classic and author films and social evenings to enjoy contemporary and classical music with the Symphony Orchestra of the University of Guanajuato. Those who attend these events are residents, visitors and tourists in the imprint of cultural leisure, whose practices and displacements have been mapped; providing to spatiality that is still in construction, another vein in research of the historical center of Guanajuato.

Keywords: Cartography, Cultural Sites, Historic Center, Leisure, Guanajuato.

Carátula del artículo

Editorial

Cartografiar lo cultural del ocio en el Centro Histórico de Guanajuato

Mapping cultural leisure in the historic center of Guanajuato

José de Jesús Cordero Domínguez
Universidad de Guanajuato, México
Cristina Aguilar Luna
Universidad de Guanajuato, México
Revista Ciudades, Estados y Política
Universidad Nacional de Colombia, Colombia
ISSN: 2462-9103
ISSN-e: 2389-8437
Periodicidad: Cuatrimestral
vol. 2, núm. 1, 2015

Recepción: 13 Marzo 2015

Aprobación: 18 Marzo 2015


Introducción

El objetivo de este trabajo es abordar la cartografía como una estrategia para visibilizar los flujos y los encuentros del ocio cultural, en el Centro Histórico de la ciudad Guanajuato. Se busca enfatizar en la vinculación entre las personas y los espacios de la ciudad, mediante la cartografía de aquellos recorridos que llevan a la gente a coincidir en las zonas culturales; un tema que pertenece al apartado Espacialidad del ocio cultural de la tesis de maestría Cartografiar lo cultural del ocio: Lugares, prácticas y desplazamientos del ocio cultural en el centro histórico de Guanajuato, actualmente en desarrollo.

El presente texto se ha estructurado en tres partes: en primera instancia, se abordan los conceptos de cartografía, de cultural y de ocio, los cuales conducirán a la reflexión sobre aquellas formas y significados que develan la esencia de las prácticas de ocio cultural, es decir, aquellos recorridos y espacios de encuentro de los actores.

En la segunda parte, se da inicio al recuento de algunas movilizaciones y desplazamientos del ocio cultural, producto de las observaciones realizadas en campo, así como la aplicación de encuestas y entrevistas a los actores sociales; cuyos flujos diurnos y nocturnos se cruzan o se separan, por seguir el ritmo de la vida cotidiana o el ritmo del turismo, pero cuyos pasos, en ocasiones, también llegan a coincidir en un museo, una galería, un teatro o un auditorio, compartiendo en ese instante un tiempo y un espacio, pero a la vez, un gusto cultural, una situación económica, una situación social e incluso una zona donde vivir.

Finalmente, en la tercera parte, se reflexiona sobre aquellos desplazamientos y recorridos de los actores del ocio cultural, como formas de escribir y tejer un texto urbano, cuyas huellas son marcas del poder de las decisiones que van tomando dichos actores al caminar, al evadir ciertos callejones, al permanecer en un sitio, al concurrir en una práctica cultural, evidenciando así las formas de apropiación y significación de esas calles y de esos espacios de la ciudad.

Cartografiar lo cultural del ocio: flujos y encuentros

Desde la óptica de los Estudios Culturales Urbanos, el concepto de cartografía va más allá de “trazar mapas geográficos” (RAE, 2001). Marco Valencia (2009) asevera que la cartografía no sólo es la representación de un territorio sino una estrategia de análisis del lugar y de las relaciones socio-culturales que ahí se efectúan.

Este mismo autor señala que, en la esencia de la cartografía “no está la validación o reprobación de una situación sino la posibilidad de hacer visible lo no visible, de habilitar otros posibles escenarios…Como lo no estable, lo móvil, lo eventual, lo frágil, lo simultáneo” (Valencia, 2009, pág. 9). Mientras que Brian Holmes coincide con Luciano Beldin al destacar que la esencia de esta práctica es cartografiar encuentros:

“Es decir, la cartografía como el arte de reunir a la gente, el arte de encontrarse uno mismo en una realidad compartida con otros. Ésa es la parte más interesante del acto de cartografiar, la posibilidad de encontrar terrenos comunes, y la necesidad de pensar las formas materiales y simbólicas que puedan facilitar este encuentro” (Holmes, 2005).

Precisamente estas formas de entender la cartografía como una estrategia para visibilizar y analizar las relaciones y encuentros de las personas, en un territorio determinado, conduce a definir lo que se propone cartografiar: lo cultural del ocio. Lo cultural, de acuerdo con De la Mora, es “la forma, la manera de, el significado, el sentido peculiar de cada cultura existente” (2010, pág. 26), en donde el ocio es un fenómeno que forma parte de la cultura. Por tanto, cartografiar “lo cultural del ocio” se refiere a ese descubrimiento de las formas y significados que adquiere el ocio cultural en el Centro Histórico de la ciudad de Guanajuato. Estas formas y estos significados se evidencian en los flujos y en los encuentros del ocio. Es decir, en las prácticas, los espacios culturales y los recorridos de los actores sociales, enfatizando aquí la trascendencia de estos últimos.

De otra parte, es importante especificar las características del tipo de ocio que se busca identificar y analizar en el Centro Histórico de Guanajuato, el cual, con referencia a varios autores como Martín (1993), Goytia (2007) y Cuenca (2009) hemos denominado ocio cultural.

El sociólogo francés Joffre Dumazedier reconoce que el ocio es una ocupación elegida voluntariamente y realizada en el tiempo libre que posee una persona:

“Un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria, sea para descansar, sea para divertirse, sea para desarrollar su información o su formación desinteresada, su participación social voluntaria, tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales”. (Dumazedier, 1971; citado en Mantecón, 2008)

Sin embargo, Elizalde (2010) considera que esta forma de entender el ocio debe repensarse en varios sentidos. Autores como Ramón Martín (1993) aseveran que el ocio cultural es realizado por los individuos, pero que se practica en grupo, convirtiéndose así en un encuentro colectivo, en un hecho social.

Además, Elizalde sostiene que el ocio requiere de ser un tiempo/espacio optado y elegido libremente, “caracterizado por una actitud crítica, creativa y realmente liberadora” (2010, pág. 451) y hace hincapié en los elementos que constituyen la vivencia del ocio:

“a) un tiempo vivido en el momento presente… b) un espacio/lugar del cual los sujetos se apropian, en el sentido de transformarlo en punto de encuentro… consigo mismos, con otros, con el mundo…y de convivencia social; c) manifestaciones culturales con actividades o contenidos vivenciados como disfrute y goce de la cultura, sea como posibilidad de diversión, de descanso o de desarrollo; d) una actitud fundamentada en lo lúdico...” (Elizalde, 2010, pág.448).

Esto permite entender el ocio cultural como un tiempo/espacio elegido libremente por los actores sociales, el cual se caracteriza por la realización de prácticas culturales que permiten el desarrollo intelectual, la reflexión, la educación permanente, la contemplación artística y que fomentan el encuentro de los actores, consigo mismo y con los otros.

Así, se determina que cartografiar el ocio cultural es descubrir las relaciones y los encuentros de los actores sociales; refiriéndonos con ello a las prácticas, a los espacios y a los desplazamientos, elementos que guardan en sí mismos lo cultural del ocio y que, en palabras de De la Mora (2010), expresan las formas y los significados que adquiere este fenómeno en el Centro Histórico de la ciudad de Guanajuato (Ver Gráfico 1).


Gráfico 1.
Diagrama de las relaciones y encuentros del ocio cultural
Fuente: Elaboración propia J.C. & C.A. (2014).

Movilización por el espacio patrimonial: flujos hacia los puntos de encuentro

Cartografiar los espacios de encuentro del ocio cultural nos lleva a emprender un recorrido por los espacios culturales, varios de ellos situados en antiguas casonas del siglo XIX e incluso en otras edificaciones del siglo XVIII que, a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado, fueron adaptadas como museos, teatros, galerías y auditorios, a partir de los cuales se creó una dinámica distinta y una renovación de usuarios dentro del Centro Histórico de la ciudad de Guanajuato.

Así, hoy podemos observar el Museo Iconográfico del Quijote, MIQ, como un atractivo turístico en el cual confluyen los desplazamientos diurnos de turistas y visitantes para conocer, por iniciativa propia o por obligación académica, las salas de exposición pictórica y escultórica. También, porque ven en este sitio una escala en su itinerario, para tomarse fotografías con la escultura de El Quijote, que se ubica en la entrada, como así sucede reiteradamente en las escalinatas del Teatro Juárez y en la puerta de acceso al Museo Regional de la Alhóndiga de Granaditas.

No obstante, a través de la programación cultural nocturna, este mismo museo se transforma en un sitio donde confluyen, de manera significativa, los habitantes de esta ciudad, cuyo tiempo/espacio elegido coincide, por sus gustos culturales compartidos; lo cual ha ido convirtiendo al museo en un espacio que se ve y se vive como propio; para algunos, es su lugar del cine los días lunes; y un espacio para aprender sobre la música y las artes, los días martes. Para otros, es un lugar de encuentro para charlar sobre literatura, las noches de los miércoles; un espacio propio, donde se escucha música de cámara los jueves; y el lugar para disfrutar de las artes escénicas, durante los fines de semana (ver Cuadro 1).


Cuadro 1.
Actores y prácticas de ocio cultural
Fuente: Elaboración propia J.C. & C.A. (2014).

Se observa que al adaptar estos espacios, de distintas actividades, a nuevos usos y funciones, se proporciona una nueva significación, como lo destaca la geógrafa Perla Zusman: “Los nuevos contenidos llevan a una resignificación de las formas [por parte de sus usuarios]” (2002, pág.211).

Por otra parte, es posible observar cómo, durante cada día, los caminos de los habitantes, de los turistas y de los visitantes se cruzan, se separan y, en ocasiones, se unen. Sucede con los trayectos diurnos de los habitantes que, al ser trabajadores, amas de casa y estudiantes, tienen como dirección el trabajo, las actividades domésticas, los trámites administrativos y las clases escolares. Tales flujos se cruzan con los desplazamientos de los turistas y de los “visitantes de día”, quienes por la mañana acuden a los museos, los teatros y los monumentos.

Sin embargo, en un horario que va de las seis de la tarde a las diez de la noche, cuando “los visitantes de día” ya han dejado la ciudad, los turistas descansan en su hotel, realizan el recorrido de las callejoneadas (serenatas ambulantes), junto a las “tunas y estudiantinas”, o buscan dónde cenar; parte de los habitantes, en cambio, continúan con su vida cotidiana: salen del trabajo, terminan las clases escolares; algunas amas de casa y ciertos adultos mayores, jubilados y no jubilados, dejan sus ocupaciones en el hogar, para iniciar otros recorridos, dirigiéndose a sus prácticas de ocio cultural, en museos, teatros y auditorios del Centro Histórico (ver Gráfico 2).


Gráfico 2.
Mapa de flujos diurnos y nocturnos del ocio cultural
Fuente: Elaboración propia, con base en observaciones de campo (J.C. & C.A., 2014)


Gráfico 3.
Mapa de la movilidad de los actores hacia los espacios culturales
Fuente: Elaboración propia, con base en entrevistas (J.C. & C.A., 2014).

Algunos emprenden los recorridos caminando desde su casa, ubicada en algún callejón del Centro Histórico. Otros, lo hacen partiendo desde los barrios antiguos, como San Javier, Pastita, Valenciana y San Luisito; mientras que quienes viven en las colonias más lejanas del Centro Histórico, utilizan el automóvil para desplazarse desde Valenciana, Marfil y Cerro de los Leones, por poner algunos ejemplos. Sin embargo, también hay usuarios de los espacios culturales que deben tomar el transporte urbano o manejar el automóvil desde las nuevas colonias y fraccionamientos, ubicados fuera de la zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como Los Alcaldes, Yerbabuena, Puentecillas, Las Teresas y San José de Cervera (ver Gráfico 3).

La permanencia en el Centro Histórico tiene un horario límite para quienes viven fuera del mismo. Por esta razón, son en cierta manera “obligados” a abandonar esta zona de la ciudad antes de las diez de la noche, la hora en que salen las últimas corridas de los camiones urbanos, ya que en caso de no hacerlo, deberán invertir en una carrera de taxi para regresar a la casa.

A partir de una cartografía que da cuenta de los recorridos que realizan los integrantes de algunos actores sociales, es cómo se empieza a notar que quienes viven dentro del Centro Histórico, o en los barrios antiguos y las zonas aledañas, son aquellos que tienen mayor posibilidad de acceder a las actividades culturales, las cuales están concentradas en el Centro Histórico; sin embargo, para quienes habitan en la periferia, tales actividades resultan limitadas. De esta manera, se observa que aquellos actores que comparten gustos culturales, también coinciden en la idea de habitar cerca del Centro Histórico, ya que han permanecido o se han mudado a las zonas aledañas, para tener un mejor acceso a las prácticas culturales.

Apropiación social del Centro Histórico: desplazamientos y prácticas de ocio

Una de las prácticas culturales frecuentes en esta ciudad es la de los conciertos de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, OSUG, la cual convoca a habitantes y turistas, para reunirse cada fin de semana en el Teatro Principal de la ciudad. Cada viernes, a las ocho treinta de la noche, algunos estudiantes de música, así como varios jóvenes, adultos y adultos mayores acuden solos, en familia, con la pareja o con los amigos, a los conciertos.

Ciertas personas llegan en automóvil al Teatro, unos cuantos, en el transporte urbano y la gran mayoría, lo hacen caminando desde el jardín de la Unión, la plaza del Baratillo y el estacionamiento de las Huertas, donde habitantes como Adriana, de 46 años, que vive en la zona de Valenciana, dejan estacionado su auto mientras asiste al concierto.

El Teatro Principal, incluyendo la escalera exterior, el vestíbulo y l sala de espectáculo, es sitio de encuentros sociales, de unión, por una necesidad cultural que se ha aprehendido de otros; un hábito que se educa, como así define el ocio Csikszentmihalyi (1998) y que además se comparte con otros, de acuerdo con Martin (1993). Sin embargo, no solo se comparte una práctica ligada al nivel de instrucción, familiar y escolar, al que hace referencia Bourdieu (2010), sino que también se comparte una situación económica y social que permite adquirir un boleto y disfrutar del evento, ya que, como lo reconoce Mantecón:

El acceso al ocio viene determinado por la posesión del capital. Bourdieu distingue entre el capital cultural (que se obtiene a través de la familia y las instituciones escolares), el capital económico (esencialmente, la disponibilidad de recursos pecuniarios), el capital social (se vincula con el sistema personal de relaciones de poder, prestigio y estatus) y el capital simbólico (la capacidad para imponer una determinada visión de la realidad, anulando el carácter arbitrario de la imposición) (2008, pág.46).

Sin embargo, no se puede obviar que el ocio no es vivido por todos los habitantes de la ciudad, pues debido a los dobles turnos de trabajo, y a las actividades extra laborales y escolares, no todas las personas tienen tiempo disponible, ni recursos para disfrutar del mismo. Es decir, no existe el mismo interés y conocimiento sobre cómo vivir el ocio. Por lo tanto, una parte de las personas busca, en algunos casos, el reposo en casa; y en otros casos, distraerse mediante un tiempo libre aprovechado como diversión, a través del espectáculo efímero, contradictoriamente cada vez más institucionalizado en Guanajuato, el cual sorprende por un momento y luego se extingue, sin dejar huella en las personas, en el espacio, ni en el tiempo.

Es necesario reconocer, por otra parte, que las prácticas de ocio cultural no están delimitadas por los muros de un teatro, de un museo o de una galería, ya que éstos forman parte de los flujos de ocio de diferentes actores sociales, en distintos momentos del día, los cuales tienen como puntos de partida la casa, el trabajo o la escuela. Se trata, entonces, de un desplazamiento a través del cual los actores se apropian del espacio que recorren, significándolo socialmente, como lo expresa el itinerario de uno de los entrevistados de nuestra investigación:

“Salimos de la casa, tenemos que cruzar el estacionamiento del conjunto habitacional… donde hay un árbol de Eucalipto gigante… Seguramente fue sembrado por Sóstenes Rocha… Ya de ahí, tomamos la calle de Pastita hacia abajo y vamos hacia el lado del famoso “Cambio”. De ahí es necesario pasar por un lado del Parque de Embajadoras… Y regularmente tomamos la Subterránea, porque nos parece mucho más cómoda por su banqueta ancha… Disfrutamos mucho ese camino de Belauzarán, con su frescura y sus paredes de roca… [Hasta que] llegamos al estacionamiento de San Pedro, recuerdo que me tocó conocerlo en los años 70’s. Estar dentro del conjunto habitacional que había allí, con jardines, tiendas adentro, muy agradable también… Cruzamos por él y pasamos por el “Campanero”; caminamos hasta “El queso” [jardín de la Unión], con su rutinaria vuelta alrededor, para agarrar oxígeno de los árboles y de ahí a [la calle de] Cantarranas y al Teatro Principal, cuando vamos a la Orquesta, por ejemplo” (Manuel, de 62 años).

De esta manera, los itinerarios como prácticas espaciales ponen de manifiesto las formas de percibir, apropiarse y sentir los espacios de la ciudad, así como una manera de “recuperar el sentido de pertenencia de los habitantes urbanos a través de una reconquista del sentido de lugar” (Valencia, 2009, pág.3).Mediante el reconocimiento de los elementos configuradores de la imagen de la ciudad, que señala Kevin Lynch, como son las sendas, los bordes, los barrios, los nodos y los hitos, “los ciudadanos construimos nuestra memoria urbana [mapas mentales], recordando partes selectivas de la ciudad, estableciendo referentes, valores, significados, categorías” (Chaves, 2013, pág. 219). Entonces, es claroque:

El caminante transforma en otra cosa cada significante espacial…hace efectivas algunas posibilidades fijadas por el orden construido (va solamente por ahí, pero no por allá); por otro lado, aumenta el número de posibilidades (por ejemplo, al crear atajos o rodeos) y el de las prohibiciones (por ejemplo, se prohíbe seguir caminos considerados lícitos u obligatorios)… (De Certeau, 2008, pág.7).

Así, resulta posible comprender que, al andar por ciertas calles, cruzar ciertas plazas y evadir ciertos callejones de la ciudad de Guanajuato, la gente afirma, respeta y transgrede lo establecido; escribe con sus pies un texto urbano y, de esta manera, se dota a sí misma de poder para usar los espacios y para darle nuevos sentidos a los caminos cotidianos. Uno de esos textos urbanos, que devela los límites de las prácticas de ocio acostumbradas, es el de la siguiente persona entrevistada:

“Sé que hay otros pequeños esfuerzos de galerías de ‘chavos’ jóvenes, pero a esos sí, de plano, no voy porque están en lugares donde solamente puedes llegar caminando, y como regularmente, solamente vengo en mi auto a las actividades de los conciertos, no me daría tiempo suficiente de cambiar las rutas, como para ir a esos otros lugares, aunque sí he ido” (Adriana, 46 años).En otro caso, una de las asistentes a las proyecciones del Cineclub de la Universidad de Guanajuato describe cómo crea un atajo, no por las calles sino entre los callejones laberínticos que suben hacia los cerros que rodean la cañada y que se conectan unos con otros, por encima de los límites del Centro Histórico:

“Salgo de mi casa, bajo el callejón, atravieso la Plaza de los Ángeles… ¡No!, sabes qué, no atravieso los Ángeles porque me voy por arriba, tomo por un callejón, luego por la Barranca [otro callejón], que desemboca en la calle de Alonso y luego subo por el callejón del Estudiante. Así llego fácilmente a la Universidad y al Cineclub” (Liova, de 46 años).

Estas experiencias llevan a recordar la manera en la que el geógrafo brasileño Milton Santos hace hincapié en la relación que, cotidianamente, establecemos con las formas de la ciudad y con la influencia de éstas en nuestras acciones, señalando que “la casa, el lugar, el trabajo, los puntos de encuentro, los caminos que unen entre sí estos puntos, son elementos pasivos que condicionan la actividad de los hombres y comandan su práctica social” (Santos, 1986; citado en Zusman, 2002).

Conclusiones

La iniciativa de emprender una práctica cartográfica, como estrategia para analizar los espacios de relación y de encuentro de los actores del ocio cultural, en Guanajuato, ha llevado a encontrar, a descubrir, a relacionar lo que acontece en los espacios culturales y lo que sucede más allá de ellos, en los caminos que culminan en estos sitios, dentro del Centro Histórico y, claro está, en los puntos de partida de los flujos del ocio, ubicados más allá de éste.

Se ha podido analizar que, en cada recorrido y en cada espacio cultural, las personas no solo utilizan y comparten una zona y un tiempo, sino que también coinciden en un gusto cultural, un hábito, un nivel de instrucción (familiar y escolar), una situación social, económica y hasta en una zona donde habitar, para acceder con mayor facilidad a las prácticas, porque comulgan en la idea de que vale la pena realizar ocio cultural.

Es necesario hacer énfasis en que el ocio cultural no está delimitado por los muros de un teatro o de un museo, ya que estos espacios culturales son parte de los flujos del ocio, del movimiento de las personas en busca de lugares de encuentro consigo mismas y con los demás; al decidir emprender un viaje por su propia ciudad, los actores se dotan de poder para significar las calles y los recintos que perciben, que recorren y que sienten como propios.

En definitiva, es posible concluir que las reflexiones y las cartografías presentadas en este trabajo constituyen una aproximación inicial frente al análisis del fenómeno del ocio cultural, en el Centro Histórico de Guanajuato, un avance para empezar a comprender la variedad y complejidad de elementos que se interrelacionan y se entretejen, cotidianamente, en la ciudad.

Material suplementario
Referencias
Beldin, L. (s.f.) Cartografías infantiles. Disponible en: http://www2.rosasensat.org/files/ cartografia.pdf [Consultada el 12 de julio 2014]
Bourdieu, P. (2010) El sentido social del gusto. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
Chaves, M. (2013) Estudios Culturales Urbanos: Una aproximación interdisciplinar en Revista de Investigación, núm. 3, junio, 215-224.
Csikszentmihalyi, M. (1998). Riesgos y oportunidades del ocio. Aprender a fluir. Barcelona: Kairós.
Cuenca, M. (2009). Perspectivas actuales de la pedagogía del ocio y el tiempo libre. En Otero, José. La pedagogía del ocio: Nuevos desafíos (pp. 9-23). Galicia: Axac.
De Certeau, M. (2008) Andar la ciudad en bifurcaciones revista de estudios culturales urbanos, Núm. 7, julio 2008.
De la Mora, L. (2010). Planeación para la gestión del desarrollo de las culturas. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Elizalde, R. (2010) Resignificación del ocio: aportes para un aprendizaje transformacional en Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, vol. 9, núm. 25, pp. 437-460.
Gómez, M. (2011) El concepto de cartografía aplicado a la investigación en ciencias sociales, cultura y humanidades en 3ª Jornada “Problemáticas contemporáneas del diseño”, pp. 1-3.
Goytia, A. (2007). La experiencia de ocio y su relación con el envejecimiento activo. Bilbao: Instituto de Estudios de Ocio. Universidad de Deusto.
Holmes, B. (2005) Los mapas como el arte de encontrar algo: de encontrar al otro o de encontrar la utopía. Conferencia dictada durante el taller de Cartografías Tácticas de Fadaiat 2005. Disponible en: http://aparienciapublica.blogspot.mx/2007/08/ap-conferencia-de-brian-holmes-fadaiat.html [Consultada el 22 de julio 2014]
Mantecón, A. (2008). La experiencia del turismo: Un estudio sociológico sobre el proceso turístico-residencial. Barcelona: Icaria.
Martín, R. (1993). La Cultura del Ocio. Revista Alternativas. Cuadernos de Trabajo Social. Universidad de Alicante. No. 2. pp. 73-80.
Real Academia Española (2001). Diccionario de la Lengua Española (22ª ed.). Disponible en http://lema.rae.es/drae/?val=cartografia [Consultada el 10 de septiembre 2013].
Cartografías Urbanas. Imaginarios, huellas, mapas.
Zusman, P. (2002) Milton Santos. Su legado teórico y existencial (1926-2001) en Doc. Anál. Geogr. 40. pp. 205-219.
Notas

Gráfico 1.
Diagrama de las relaciones y encuentros del ocio cultural
Fuente: Elaboración propia J.C. & C.A. (2014).

Cuadro 1.
Actores y prácticas de ocio cultural
Fuente: Elaboración propia J.C. & C.A. (2014).

Gráfico 2.
Mapa de flujos diurnos y nocturnos del ocio cultural
Fuente: Elaboración propia, con base en observaciones de campo (J.C. & C.A., 2014)

Gráfico 3.
Mapa de la movilidad de los actores hacia los espacios culturales
Fuente: Elaboración propia, con base en entrevistas (J.C. & C.A., 2014).
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