Retorno a la idea. Elementos metodológicos para la construcción de conceptos propedéuticos de investigación contable
Retorno a la idea. Elementos metodológicos para la construcción de conceptos propedéuticos de investigación contable
LÚMINA, núm. 08, 2007
Universidad de Manizales
Recepción: 10 Junio 2007
Aprobación: 15 Agosto 2007
Resumen:
La conceptualización, como proceso cognitivo, es un mecanismo de articulación entre los objetos del mundo real y la idea que de ellos se construye en el cerebro, por lo tanto, existe la necesidad de que tal articulación se construya con los mejores elementos teóricos, de tal manera, que se manifieste con la mayor calidad posible en su resultado final: la Producción Investigativa. Para atacar las falencias detectadas, este trabajo propone una metodología que parte del examen de la evolución histórica de los conceptos, revisa la composición etimológica y semántica de los mismos, y termina formulando una estructura constructiva que establece claramente los elementos necesarios para asegurar la racionalidad epistémica de algunos conceptos generales referidos a la investigación contable, con la intención de que pueda constituirse en un modelo de fácil aplicación para la construcción de múltiples conceptos de la contabilidad y de otras disciplinas, en cualquier contexto universitario.
Palabras clave: Investigación contable, conceptos disciplinares, objeto de estudio, sistema, ciencia, conocimiento.
Abstract:
Conceptualization, as a cognitive process, is a mechanism of articulation between the objects of real world and their idea as constructed in the brain. Therefore, it is necessary to build such articulation with the best theoretical elements, in such a way that can appear at its best in the final result: research production. This paper proposes a methodology that starts with the examination of the historical evolution of the concepts, revises their etymological and semantic composition, and formulates a constructive structure that establishes clearly the necessary elements to guarantee the epistemic rationality of some general concepts about accounting research, with the purpose of integrating a model easily applicable for the task of building several concepts of Accounting and other disciplines in any university context.
Keywords: Accounting research, disciplinary concepts, object of study, system, science, knowledge.
No hay concepto sin objeto. Sin embargo, tampoco se puede prescindir, al modo del nominalismo, del núcleo histórico de los términos, de la historia acumulada en ellos. Se trata de reavivar la vida coagulada en las palabras, no de inventar neologismos; se trata de comprenderlas, como cicatrices históricas. TheodorAdorno
El mundo actual, dominado por los caprichos de la tecnología hegemónica y esclavizado por la avasallante tiranía del capital internacional, ha decretado la muerte de las ideologías -y por lo tanto de la libertad- para concentrar sus fuerzas en la consolidación de una nueva sociedad, globalizada y desunida, tecnificada e inepta, enajenada y feliz. Las tecnologías de la información, la estandarización normativa y los organismos multilaterales de comercio se han confabulado para imponer un régimen mediante el cual miles de empresas y millones de personas se contactan, intercambian información, y aunque no logren comunicarse realmente, aprenden a utilizar con notoria agilidad complejas herramientas que les simplifican las más elementales tareas y les evitan oportunamente la angustia de pensar.
Pocas veces -y casi nunca desde el espacio de la profesión contable- las disciplinas, tecnologías y normas que alimentan esta práctica social, han sido cuestionadas como agentes de dominación y sometimiento en el nuevo orden económico internacional. Para evitar este riesgo, se han dispuesto la productividad y la competitividad como factores de distracción sobre cualquier posible preocupación acerca del papel político de la normatividad contable y de los riesgos que supone para el mundo, el reconcentrado poder que de ella emana. La rapidez que exigen los procesos comunicacionales y los intocables intereses mercantiles del mundo «postmoderno», no permiten racionalización alguna acerca de los fundamentos del modelo, ni abren ningún espacio para la confrontación de algunas «teorías», que incursionan en el mundo presumiendo categorizaciones y validaciones científicas ni siquiera discutidas, lo cual abona el terreno para la implantación de una tendencia global de acción en la inmediatez, la sinrazón y la idiotez.
Esta argumentación preliminar -que algunos encontrarán abiertamente panfletaria- es importante y necesaria, pero inoportuna e inútil, pues aunque cuestiona la racionalidad técnico-instrumental que soporta la contabilidad, desnuda su pobreza conceptual y advierte sobre los vacíos teóricos de esta disciplina; también distrae la atención de la urgencia pragmática que la envuelve y, en últimas, no satisface ninguna necesidad práctica de la convulsionada y cada vez más dividida aldea global. No obstante, subyace en el texto la importancia de la epistemología, «ese conocimiento inútil», que desde siempre ha permitido entender y comprender el mundo, el hombre, la ciencia y la cultura; aunque ciertamente no elimine el hambre, la pobreza, ni la guerra.
Por cierto, las leyes y los tratados internacionales tampoco lo han logrado; por el contrario, los estimulan descaradamente.
A la luz de la causa discursiva, procede abrir una discusión acerca de la contabilidad como cuerpo de conocimiento, su posible estructura teórica, los conceptos que la fundamentan, su lenguaje y la forma como éste afecta el lenguaje de la ciencia, y las implicaciones de estos factores en los procesos de investigación científica, con el propósito de dimensionar -en su justa medida- un saber tan antiguo como la misma civilización y que ha invadido la vida moderna, pero que aún no madura como ciencia, pues ni siquiera ha logrado sustentar un objeto de estudio1 en torno al cual se constituya como tal.
En este último aspecto, conviene dejar planteada la inquietud acerca de la naturaleza de las disciplinas, lo cual, a su paso, abre la posibilidad de una discusión sobre el tipo de conocimiento que es la contabilidad y la necesidad de diferenciar entre el saber y el hacer, pues esta ruptura conceptual debe dejar en claro que la contabilidad como cuerpo de conocimiento (saber) no puede ser confundida con la contaduría, como práctica social (hacer) emanada de ese saber, por cuanto esta frecuente confusión resta a la hora de construir un discurso reflexivo y riguroso acerca de las profesiones y las disciplinas,2 los textos y los contextos, y la investigación y la práctica.
Naturalmente que la discusión teórica planteada en este texto es vital y necesaria, pero no puede llevarse a cabo sin la debida autoridad y competencia disciplinal de los interlocutores, pues sólo el dominio del feudo cognitivo de la contabilidad garantiza que cualquier conclusión -por temporal que sea- tenga el mínimo respeto de una comunidad académica a la que se someta con fines de validación o de simple exploración. Lo anterior no implica que sea necesario –por ejemplo- definir y validar un objeto de estudio para la contabilidad, como una idea urgente, final y concreta, pues ello marcaría la disciplina como un saber acabado e introduciría la idea de la inercia conceptual en un saber que es, sin duda, de gran movilidad en el sentido contemporáneo de ciencia. Lo que tampoco admite duda es que esa es una discusión de largo aliento y que cualquier alusión a ella en este espacio, no pasa de ser una comedida invitación para que los académicos de la disciplina se den a la tarea de buscar los espacios, los medios y los referentes para emprender la ardua tarea de construir -¿o reconstruir?- una arquitectura conceptual para la contabilidad, que la postule como una verdadera ciencia y la sustente como tal.
No obstante la importancia de esta temática, debe entenderse que este trabajo no intenta solucionar problemas epistemológicos de la contabilidad, pues ello implicaría un ejercicio de mucha mayor complejidad, denodado esfuerzo intelectual y una considerable extensión, pero sí es su intención atacar un problema conexo a la teoría contable, como es el proceso de conceptualización, el cual resulta de vital importancia para cualificar las prácticas investigativas e introducir a los estudiantes en la rigurosidad propia de esos procesos. En esa perspectiva, este documento plantea como foco problemático la necesidad de establecer algunos elementos metodológicos que actúen como parámetros didácticos para orientar la construcción de conceptos propios de la investigación y la teoría contable y, para tal efecto, se abordarán algunos de ellos a manera de ejercicio propedéutico, con el ánimo de señalar una manera más sencilla de abordar los conceptos y las ideas, sin faltar a la debida rigurosidad de los términos que acompañan la exploración teórica de la disciplina contable. Este documento pretende, entonces:
* Reflexionar críticamente sobre la racionalidad de los conceptos que orientan la investigación contable, a fin de evidenciar las falencias de construcción que han determinado su inoperancia en los procesos educativos.
* Proponer una metodología para la construcción de conceptos propedéuticos de investigación contable, a partir de la decantación semántica de las ideas representadas en los conceptos, con el propósito de aportar a la reconstrucción del lenguaje académico de las prácticas investigativas y, por esta vía, a la consolidación de una cultura investigativa contable en América Latina.
De manera particular, este texto pretende hacer un pequeño aporte al entendimiento, explicación y comprensión de algunos conceptos fundamentales de la investigación contable, cuyo manejo inadecuado viene generando obstáculos epistemológicos para el desarrollo teórico de la misma. Este aporte se materializa en una metodología diseñada por el autor para apoyar la construcción de conceptos y la aplicación de ésta a algunos de ellos, que por su importancia en la investigación contable ameritan una urgente reconstrucción, pues la influencia de ciertas tendencias «modernas» de la disciplina contable ha desdibujado algunos conceptos hasta convertirlos en representaciones semánticas de ideas totalmente diferentes.
Este ejercicio está diseñado como una investigación de corte histórico- hermenéutico, afincada en el campo de la lingüística y la epistemología y se conduce a través de un modelo deductivo de construcción conceptual. La metodología propuesta, parte del examen de la evolución histórica de los conceptos, revisa la composición etimológica y semántica de los mismos, para terminar formulando una estructura constructiva que establece claramente los elementos necesarios para asegurar la racionalidad epistémica de algunos conceptos universales referidos a la investigación contable, con la intención de que pueda constituirse en un modelo de fácil aplicación en cualquier contexto universitario.
Retorno a la idea
Aunque podría pensarse que el autor invita, desde su condición de profano, a una discusión disciplinal semiótica en los campos de la lingüística y la semántica, es menester aclarar que los planteamientos que a continuación se hacen en este texto, son conceptos y nociones universales, que precisamente por serlo, tienen asiento en la mesa de discusión de la disciplina contable y por tanto, no están sujetos a la autoridad feudal de otros saberes. Así pues, los argumentos que aquí se expongan están orientados, en primera instancia, a discutir acerca de los conceptos básicos de la disciplina y la forma como han sido construidos, y si bien tienen un carácter propio del autor, toman elementos de la epistemología para construir una identidad que puede ser confrontada con autores universales y que en función de ello, resultan pertinentes para reconstruir el lenguaje disciplinal de la investigación contable, deteriorado por la precariedad semántica de las normas, el abuso de los textos emergentes y las traducciones seriadas.
A la precaria situación de conceptos como el de sistema, frecuentemente confundido con metodología y técnica y hasta con la disciplina informática, se suma la de los conceptos de objeto, asumido como sinónimo de objetivo; el de método, que con inusitada frecuencia es confundido con metodología e incluso con técnica y procedimiento, y en esa misma vía aparece el concepto de paradigma, cuya situación es aún más grave, por cuanto su popularidad ha conllevado a que se utilice el concepto kuhniano con total irresponsabilidad, para representar cualquier situación que pueda ser asumida mínimamente como un modelo de acción susceptible de cambio.
La idea misma de concepto debe ser entendida como una noción lingüística determinante, que asume las funciones de definir, describir o explicar un fenómeno, objeto o situación, a fin de dotarlo de identidad como una unidad expresiva del lenguaje.
Entrando en la metodología propuesta,3 debe asumirse que un concepto considera para sí mismo una estructura de sustratos que garantizan la particularización del objeto que es «sujeto» de dicha conceptualización. Tales sustratos son:
* Esencialidad: Determina la substancialidad del objeto a través de una expresión nominativa que lo identifica, aunque no logra aislarlo del conjunto de objetos que puedan tener características genéricas similares.
* Taxonomía: Actúa como un factor de clasificación del objeto, a fin de aislar su naturaleza y de ubicarlo en una categoría, especie o nivel tipológico, en el cual se agrupan los objetos que poseen características de índole similar. Aquí es posible encontrar múltiples categorías4 en las cuales se ubica o deba ser ubicado el objeto a fin de perfeccionar su identificación. Dicha clasificación también puede hacerse a través de una característica particular del objeto o un grupo de ellas.
* Funcionalidad: Este sustrato contextual no se limita a expresar la intencionalidad o el propósito para el cual existe el objeto, sino que también incluye consideraciones acerca de la forma como se manifiesta el objeto en la realidad, la manera como ha surgido o la utilidad que puede tener en un contexto determinado. No es extraño que un concepto no se adapte como una sola idea a la estructura y que adicionalmente requiera un módulo explicativo (adendum) que afiance la determinación del concepto; en estos casos será válido separar este último a fin de dimensionar el papel que cumple dentro del concepto mismo.
Esta estructura de los conceptos cobra especial importancia en el lenguaje de las ciencias, pues éstas requieren de un rigor enunciativo que sólo se puede alcanzar por la vía de acogerse a las reglas metodológicas de la epistemología, lo cual garantiza que toda construcción teórica posea la debida racionalidad. Más allá de las consideraciones que puedan derivarse de los discursos de la semiótica y la lingüística, debe evidenciarse la forma como se ha venido empobreciendo el lenguaje «precientífico» de la contabilidad, que por falta de una estructura conceptual adecuada, ha llegado a hacer uso formal de las expresiones más estériles de un idioma («cosa», «algo», «eso», «es como», «aquello», etc.), para definir y explicar muchos de sus elementos y conceptos fundamentales. Esta tendencia, propia de muchos de los libros de texto norteamericanos, ha viajado hasta la educación contable de América Latina para limitar las posibilidades de entendimiento y comprensión de profesores y estudiantes, que en la premura de asimilar y reproducir innovaciones y desarrollos, repiten y eternizan las debilidades de formación conceptual de las fuentes de habla inglesa.
Debe anotarse que los conceptos pueden estar mediados por las afecciones propias de una escuela de pensamiento, las limitantes lexicológicas de un idioma5 o por el carácter individual de un autor, pero en todo caso, la estructura de ellos debe considerarse como una forma de reglar la validación que se haga de los mismos. Un objeto puede tener varios conceptos definitorios en discusión y éstos, incluso, pueden ser contradictorios, pero los conceptos siempre deberán tener una estructura que permita evaluar la racionalidad con que han sido construidos y en ello reside el carácter de validación que pueda aplicarse en cada caso. Finalmente, un concepto se considera correcto, apropiado y pertinente, cuando para un experto o una comunidad científica, los elementos incluidos en su estructura evidencian una capacidad enunciativa que satisface plenamente las características del objeto en cuestión y las exigencias de la teoría que expone.
Una primera aproximación a este tipo de razonamientos deberá asumir la decantación de algunos conceptos nucleares que resultan indispensables en las prácticas investigativas contables o, por lo menos, para racionalizar en la cotidianidad, el discurso explicativo de sus desarrollos. En este sentido, conviene hacer un ejercicio de conceptualización en torno a las ideas medulares de conocimiento, ciencia, disciplina, paradigma, método, metodología, tecnología, técnica, sistema, proceso, procedimiento, contaduría, contabilidad, y naturalmente, investigación contable.
A manera de ejemplo, un concepto de sistema puede ser dispuesto en la estructura de que se hablaba antes, a través de la segmentación gráfica de los sustratos, tal como se ilustra en la tabla 1. El concepto que allí se expresa cumple con los requerimientos de la estructura y presenta, incluso, un adendum que amplía la descripción funcional del objeto (sistema), pero tal ampliación podría obedecer a diferentes intereses, tales como un enfoque teórico, una contextualización sociológica o una revisión histórica.
Objeto | Concepto | ||
Sistema | Esencialidad | Taxonomía | Funcionalidad |
Estructura de elementos | f u n c i o n a l e s interactuantes e interdependientes, | organizados en procesos lógicos y orientados a la consecución de un objetivo predeterminado. | |
Todo sistema describe una dinámica de: entrada - proceso - salida - retroalimentación y, a la vez, se enmarca en el contexto a través de una disposición de niveles concéntricos: suprasistema - sistema - subsistema. |
Aunque no haya un acuerdo sobre la pertinencia de este concepto, sí hay evidencia de la racionalidad de su estructura y de su correspondencia con los argumentos de algunos autores que defienden la versión estructuralista de la idea de sistema. De todas maneras, los conceptos existen para explicar el mundo y tales explicaciones no tienen por qué ser universales y absolutas, y ello implica que este concepto y todos los que aquí se enuncien, estén desde ya en tela de juicio y al servicio del debate académico.
Antes de avanzar en la exposición, es importante señalar que en un trabajo de teorización se establezcan los mecanismos que permitan relacionar unos conceptos con otros, a fin de evitar la usual descontextualización de las ideas, que por falta de un marco conceptual referencial, pueden terminar por confundir, antes que explicar.
Quizás en atención al planteamiento anterior, sea importante identificar conceptos nucleares o medulares (esenciales como núcleo de una disciplina o de la investigación que la desarrolla) en los que resulte apropiado ampliar el sustrato taxonómico a fin de detallar características identificatorias que guíen la construcción de los conceptos periféricos, los cuales orbitan en torno a los conceptos medulares, de los cuales se derivan. Tal es el caso del concepto de ciencia (episteme) al cual se dilatará el sustrato taxonómico (ver tabla 2) con el fin antes propuesto.
Objeto | Concepto | ||
Ciencia | Esencialidad | Taxonomía | Funcionalidad |
Cuerpo de conocimiento | objetivo, sistemático, lógico, metódico, general, universal, evolutivo, falible y temporal, | surgido de la investigación y alimentado por ella, que permite describir, explicar y comprender la realidad. | |
La clasificación de las ciencias obedece a los criterios de diferentes escuelas de pensamiento, entre las que se destacan la Escuela Clásica (centrada en el concepto de objeto de estudio) y la Escuela Crítica o de Frankfurt (orientada por la triada de trabajo, lenguaje e interacción social) |
Si se atiende a la propuesta de establecer vínculos y conexiones entre los conceptos construidos, es inevitable acompañar el concepto de ciencia con el de conocimiento, pues como se observa desde el primero, la idea de conocimiento es inherente a él y por tal razón, amerita una mirada en igualdad de condiciones. (Ver tabla 3).
Objeto | Concepto | ||
Conocimiento | Esencialidad | Taxonomía | Funcionalidad |
Proceso | de aprehensión intelectual de la realidad por parte del sujeto, | como una manifestación progresiva e ilimitada del entendimiento para entrar en contacto racional con el medio. |
Una primera revisión del concepto de conocimiento, induce a examinar los tipos de interacciones que puede establecer el sujeto con el entorno, lo que a renglón seguido ofrecería posibilidades con distintos niveles de complejidad, confluyendo, entonces, en diferentes tipos de conocimiento. Aquí aparecerían nociones como conocimiento intuitivo, conocimiento empírico, conocimiento científico o conocimiento filosófico, los cuales dan cuenta de un contacto con la realidad desde diferentes y cada vez más elaborados niveles de racionalidad e intelección y que a su vez darían origen a nuevos conceptos que son materia de discusión obligada en el contexto de esta exposición.
No debe olvidarse que algunas tendencias del pensamiento postmoderno consideran que conocimiento (trasladado del griego gnvsiz al latín cognoscere) es un concepto del cual deben desterrarse las ideas unidireccionales de sujeto cognoscente y objeto cognoscible, aunque en estricto rigor es evidente que el desarrollo actual de la contabilidad no resiste la complejidad de este enfoque.
La discusión acerca de la cientificidad de determinado cuerpo de conocimiento, introduce la idea de un estadio intermedio entre las ciencias propiamente dichas (consolidadas y reconocidas como tal por una comunidad científica) y los saberes en proceso de cientificidad. El concepto de disciplina (de lejano origen en el griego disnoia) asume en algunos enfoques estas características, aunque en otros es visto como una rama o subdivisión de una ciencia; pero en cualquiera de los casos, las disciplinas actúan como base teórica de las prácticas sociales, es decir, de las profesiones, y como concepto, tienen la gracia de establecer puntos de encuentro entre las posiciones cientifistas radicales y las que abogan por la flexibilización semántica. Podría entonces intentarse un concepto de disciplina en términos de un saber teórico específico de una ciencia o una rama de ella, cuya estructura está en construcción o en proceso de validación científica, y que se ocupa del estudio de un objeto específico de dicha ciencia, desde donde establece las bases intelectuales de una profesión o práctica social.
Por haber surgido como un saber tributario de la racionalidad técnico-instrumental, la contabilidad está firmemente apuntalada en los conceptos de tecnología y técnica, los cuales han sido inmemorialmente confundidos y homologados a raíz de su origen común en la idea griega de tekhné (tecnh) o saber hacer, al extremo de haber generado muchas de las discusiones académicas con las que se ha construido la epistemología moderna. No obstante, debe entenderse que la tecnología es un conocimiento científico específico, que posibilita la transformación del entorno físico del hombre y permite generar aplicaciones a la solución de problemas de la vida real, a partir de los objetos y las técnicas, lo cual deja claro que éste es un concepto que da cuenta de una idea teórica (logos) que se conecta con la realidad objetiva, a partir de un criterio de aplicabilidad de dicho conocimiento en el contexto. Visto así, la tecnología conecta la realidad natural con la realidad artificial, actúa como un puente conceptual que vincula el saber con el hacer y establece las reglas mediante las cuales este vínculo permanece como un tránsito y no como una fusión definitiva. Más allá de estas consideraciones, la técnica (tecnh) reside en el perímetro conceptual del hacer y la experiencia, lo cual determina que buena parte del interés que despierta como concepto, se deba a la utilidad que presupone su presencia en todas las esferas de la actividad humana, donde se le considera como la habilidad práctica adquirida para ejecutar procesos y procedimientos derivados de un conocimiento científico, tecnológico o empírico, que permiten objetivar (materializar) los desarrollos de una ciencia, un oficio o un arte, para aprovechar los elementos que rodean un fenómeno u objeto y satisfacer necesidades materiales del hombre. La experiencia y su prolongación consuetudinaria a través de las prácticas, posibilitan el perfeccionamiento de las mismas hasta convertirse en técnicas, que alcanzan el reconocimiento social necesario para lograr cierto grado de autonomía frente a otras acepciones del contexto pragmático, e incluso para construir un discurso teórico propio. Este proceso con frecuencia es asimilado a producción de tecnología, aunque en realidad no corresponde con la generación de la misma, al menos desde la visión moderna del concepto.
Otra discusión de gran interés -y largo aliento- es la relación método-metodología, la cual también es motivo de permanente disputa por cuanto en su origen, el concepto de método (methodos) prefijó su naturaleza abstracta como el proceso que permite alcanzar el saber, y luego, con Descartes, se afianzó tal idea cuando propuso el método como objeto de conocimiento y un fin en sí mismo. Esto permite afirmar que el método es un proceso racional, abstracto y sistemático, que actúa como modelo general de acercamiento del hombre a la realidad, para producir y reproducir el conocimiento. El desconocimiento de las particularidades de los conceptos (expresadas en el sustrato taxonómico de los mismos) ha provocado que en algunos contextos disciplinales poco ortodoxos, el concepto de método sea despojado de su naturaleza racional abstracta para ser revestido con un matiz pragmático que lo acerca a la idea de tekhné de que se hablaba antes y que, naturalmente, lo confunde con técnica o lo reduce a la esencia misma de cualquier proceso.
Algunas disciplinas contemporáneas, surgidas como teorizaciones de la sistematización de técnicas y prácticas, han ubicado la urgencia y la exigencia por encima de la ciencia y al evitar la debida racionalización de los conceptos que las sustentan, han contribuído a desgastar las ideas originales, acuñando neologismos que desconocen su propia esencia y aplicaciones de conceptos a realidades que no corresponden con tales ideas. Un ejemplo clásico de este problema es la contabilidad,6 donde algunos procedimientos empíricos de su dinámica son elevados a la categoría conceptual de método, sin ningún argumento y bajo la sana intención de mejorar un discurso que de hecho no requiere ser mejor, sino conciso y congruente. Si bien el método es un concepto «de vieja data», la metodología es más reciente y debe su aparición a los estudios realizados para develar en detalle la esencia del concepto medular -método- y, sobre todo, los mecanismos mediante los cuales se hace realidad en el contexto de la praxis. Esta teorización (logos) hizo que rápidamente se desarrollara en cada disciplina, o al menos en muchas de ellas, una metodología como un proceso fáctico de análisis y ejecución de acciones orientadas por uno o varios métodos, hacia el logro de un propósito definido, y de este fenómeno surgió la idea de metodología, más como un estudio o una teoría de los métodos, que como una guía conceptual y explicativa de las acciones prácticas que permiten la aplicación de un método al desarrollo fáctico de un saber que es, en últimas, la idea original.
El desaforado proceso de teorización de las disciplinas y sus metodologías de aplicación, iniciado a partir de la Ilustración y azuzado por las disputas filosóficas del Novecentto, propició que al rayar el siglo pasado hubiese necesidad de sistematizar el conocimiento acumulado de una manera más estructurada, lo cual dio origen a numerosas propuestas de clasificación teórica y ordenamiento conceptual, propias de un nuevo esquema de pensamiento asociado con las estructuras disciplinales (estructuralismo), que hicieron necesaria la presencia de algunos conceptos que hasta la fecha actuaban a manera de comodines en los discursos de los académicos. Sistemas, elementos, relaciones, procesos y procedimientos adquirieron un sentido propio que aún no acaba de ser entendido en su justa medida, pero que se racionaliza fácilmente a partir del concepto nuclear de sistema,7 expuesto anteriormente (ver tabla 1) y que, a su vez, entraña la idea de proceso como un conjunto funcional de actividades dispuestas en fases y etapas, que de manera sistemática posibilitan el logro de un objetivo predeterminado. De esta expresión se colige que los procesos avanzan y se desarrollan a partir de un ordenamiento prescriptivo que señala las acciones y consideraciones necesarias para su funcionamiento. Esta acotación trae a la discusión la idea de procedimiento como una prescripción metodológica de acciones secuenciales que determinan la funcionalidad de un proceso dentro de un sistema dispuesto para un fin, así como la descripción de la forma en que se desarrollan o deben conducirse tales acciones, en obediencia a un orden establecido o a un interés determinado. Más allá de su aparente naturaleza mecanicista, la ambigüedad -o amplitud?- contextual del concepto de procedimiento ha posibilitado que se instale con facilidad en discursos de múltiple procedencia, donde al igual que la noción de proceso, cumple funciones de descripción, explicación y hasta de interpretación y crítica, lo cual hace que transiten fácilmente de los terrenos del estructuralismo y el materialismo, o del pragmatismo y el instrumentalismo, hacia los dominios de la fenomenología y la semiótica.
Uno de los conceptos que mayor polémica han desatado en época reciente es el de paradigma. Propuesto inicialmente por Platón, pero sustentado e instalado por Kuhn en su explicación «sociológica» del crecimiento de las ciencias8 a partir del caso de la física. La idea de paradigma (paradeigma) expresa un modelo estructural de teorías, conceptos, principios y normas que determinan la estabilidad y permanencia de una disciplina o una ciencia, en un contexto de tiempo y espacio considerable. Un cambio de paradigma9 supone una revolución en los conceptos y teorías de una ciencia y una alteración total de la forma de concebir socialmente dicho conocimiento y el mundo en el que se ubica. El indiscutido éxito del concepto kuhniano hizo que fuera «exportado» al discurso epistemológico de muchas otras disciplinas -entre las que destacan la administración y la informática- donde rápidamente fue asimilado, interpretado y acondicionado, hasta terminar vulgarizado en situaciones como la que se describía al inicio de este documento. A esta precariedad teórica de algunas ciencias, contribuyó el hecho de que el mismo Kuhn expusiera de diversas maneras el famoso concepto y que finalmente introdujera en su discurso (después de la famosa diatriba filosófica de la Dra. Mastermann) la idea homóloga de matriz disciplinal, con lo cual la de paradigma pasó a ser incluída en el lenguaje «popular», bajo múltiples acepciones construidas o improvisadas sin el menor decoro y que hoy fluyen por los textos causando una sensación de pena, por la indecencia conceptual que suponen.
Finalmente, el tema de las disciplinas y sus conceptos medulares obliga un retorno a la idea original, es decir, hacia el concepto mismo de disciplina; sólo que ahora es necesario intentar el concepto aplicado al área de interés de este documento: la contabilidad, un saber sobre el cual se cimienta buena parte de la vida moderna, pero del cual poco se sabe en esencia. Por ello resulta conveniente interpretar esta disciplina social, fáctica y aplicada, que estudia el control de la riqueza, a través de sistemas de información referidos a los procesos de medición, valoración y control de los recursos materiales, sociales y naturales, como un conocimiento a partir del cual se han venido transformando incluso conceptos como los de productividad, competitividad, y oportunidad, hasta llegar a considerárseles como valores indiscutidos de la nueva sociedad contemporánea, llamada también «sociedad de la información».10 La contabilidad es, sin lugar a dudas, una de las disciplinas de más rápido crecimiento en los últimos cincuenta años y si bien su teoría no ha sido totalmente construida, discutida y validada, sus desarrollos han tenido un avance vertiginoso de la mano de otras disciplinas como la economía, la administración y de manera especial, la informática, que han contribuido a enriquecerla paralelamente con su práctica social, la contaduría.
Cabe recordar que la contaduría es un hacer social o profesión liberal, surgido de la práctica empírica de la contabilidad y sustentado en los aportes de múltiples saberes, que posibilita el acopio, clasificación, registro, síntesis, análisis y evaluación de información útil para la toma de decisiones orientadas a la protección de un interés determinado. La contaduría es también una de las áreas profesionales de más rápida expansión y amplia acogida desde la segunda mitad del siglo XX, y tal crecimiento puede dimensionarse en la proliferación de programas de carrera en América Latina, que presentan junto con el derecho, las ingenierías y la administración, el más vertiginoso incremento de unidades académicas y población estudiantil de todos los tiempos. Véase, como ejemplo, que en la década de los años cincuenta no se distinguían como profesiones más allá de cinco ingenierías, mientras que en fecha reciente se cuentan por decenas las ramificaciones y especialidades de esta práctica profesional, que al crecer geométricamente, ha colonizado la mayoría de las ciencias y disciplinas, para generar nuevas áreas y campos profesionales.
De igual manera, hacia 1970, los programas de contaduría pública en Colombia no superaban las treinta unidades, dedicadas a fomentar la práctica contable en el campo de las empresas comerciales e industriales, pero ya en 2002 se hallaban en operación casi doscientos de ellos, diferenciados por el privilegio de algunos perfiles profesionales y ocupacionales, entre los que se pueden mencionar la contabilidad financiera, la auditoría, los costos de producción, la gestión tributaria, la revisoría fiscal, la contabilidad administrativa, y hasta la teoría contable. Esta última opción, aparecida recientemente y fortalecida por el impulso de los procesos gremiales de las últimas dos décadas, ha permitido la renovación de algunos contenidos curriculares y la inserción de nuevos desarrollos investigativos disciplinales, como muestra del trabajo de núcleos, grupos, centros y colectivos académicos comprometidos desde diferentes posturas epistémicas e ideológicas con el desarrollo teórico de la contabilidad.
Lo anterior amerita que pueda entenderse la investigación contable como el proceso fáctico, metódico y sistemático que posibilita, mediante el uso de variadas metodologías y técnicas, la exploración, descripción, correlación y evaluación de múltiples fenómenos de la realidad contable, el desarrollo de técnicas e instrumentos de trabajo, y en estados más avanzados, la generación de conceptos y otros componentes teóricos que conducen el desarrollo científico de la disciplina. El avance en este campo ha estado sustentado en un creciente interés de los académicos, las instituciones y el Estado por impulsar el trabajo investigativo de las universidades, donde cada vez con mayor fuerza y frecuencia, surgen nuevos talentos a la par con el trabajo de las líneas y programas de investigación y para lo que cada vez hay más recursos y posibilidades de desarrollo dentro y fuera del país.
A manera de conclusión
Habida cuenta de que la conceptualización -o mejor, la falta de ella- es uno de los aspectos más importantes y neurálgicos en la formación de jóvenes investigadores contables, este ejercicio es un primer esfuerzo para potenciar talentos, competencias, habilidades y destrezas estudiantiles que pueden ser aprovechados para la formulación y desarrollo de proyectos investigativos de cierto nivel cualitativo. En este aspecto resulta urgente visualizar que la conceptualización es un proceso cognitivo que -aunque fundamental- no puede estar aislado de otros procesos similares como la contextualización, la argumentación y la producción intelectual, pues sólo cuando se conjugan estas competencias de desarrollo intelectual, se puede afirmar que la educación contable está en frente de un verdadero proceso de transformación académico-disciplinal.
Es claro, entonces, que la conceptualización no es más que un primer paso en el proceso de teorización y es absolutamente necesario adelantar una amplia discusión disciplinal para avanzar en el camino de la cientificidad; pero quizás ahora, con unos pocos conceptos reconstruidos a la luz de la racionalidad lingüística y semántica de las ciencias, puedan los académicos, docentes y estudiantes de la disciplina contable que lo deseen, utilizar este aporte para expandir el modelo de conceptualización, adentrarse en el examen epistémico de su saber específico, explorar sus crecientes posibilidades de teorización, desarrollar las metodologías pertinentes para su crecimiento y propiciar, por la vía de la investigación, el ascenso de este saber al verdadero terreno de lo científico.
«Las ideas, como las pulgas, saltan de un hombre a otro, pero no pican a todo el mundo.» Stanislaw Lem
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Notas