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Perspectivas de investigación, retórica y contabilidad: una invitación
LÚMINA, núm. 12, 2011
Universidad de Manizales



Recepción: 01 Agosto 2011

Aprobación: 01 Noviembre 2011

Resumen: La retórica, comúnmente, es vista como la forma de manipular los argumentos con el fin de engañar diferentes audiencias. Contrario a esto, las miradas académicas, históricamente, han mostrado a la retórica como una manera sistemática de argumentar con el fin de promover diversas acciones y actitudes entre un público específico. Sin embargo, la mirada tradicional ha visto a la ciencia como objetiva y no usuaria de la retórica. La contabilidad ha entrado en esta mirada y se ha visto como una forma objetiva y neutral de ‘reflejar’ la realidad. El presente texto hace énfasis en los contemporáneos estudios sociales de la ciencia y la tecnología para mostrar que la contabilidad, así como la ciencia, posee una retórica especial que lleva a que sea legitimada actualmente como representativa de la realidad.

Palabras clave: Retórica, contabilidad, investigación contable .

Abstract: Commonly, rhetoric is considered as the way of manipulating arguments in order to deceive different audiences. Contrariwise, the academic view, historically, has defined “rhetoric” like a systematic way of argumentation in order to promote different actions and attitudes among a specific public. However, the traditional view has seen science as objective and severed it from rhetoric. Accounting has been considered in this line and has been seen as an objective and neutral way of “reflecting” reality. This paper emphasizes in the contemporary social studies of science and technology to show that Accounting, like Science, has a special rhetoric which leads to be legitimated as representative of reality.

Keywords: Rhetoric, accounting, accounting research.

1. Introducción: perspectivas de investigación contable

Por largo tiempo la contabilidad ha sido vista como un sistema de información que representa ‘fielmente’ la realidad. Las versiones tradicionales de la contabilidad, además, le otorgan un carácter objetivo a la información que ella produce. Así, la contabilidad, se dice también, es una disciplina neutral, sin intereses algunos, debido a que representa la realidad tal cual es. Estas miradas acerca de la contabilidad se alimentan de las versiones tradicionales de la ciencia, para las cuales esta última es el producto más avanzado de la humanidad y, a través de la investigación y de la publicación, logra mostrar la realidad en toda su extensión (Chua, 1986; Larrinaga González, 1999; Ryan, Scapens, & Theobald, 2004).

Desde la década de los setenta, los estudios sociales de la ciencia y la tecnología (ESCT), entre muchos estudios más, han logrado mostrar la debilidad de estos argumentos. La ciencia, desde esta perspectiva, es solamente una forma de conocimiento que tiene aceptación en un tipo particular de cultura, en nuestro caso: la cultura capitalista, moderna, occidental. La ciencia es vista por los ESCT como una práctica social, interactuante con todas las esferas de la sociedad: lo político, lo económico, lo psicológico, lo religioso, etc. Por lo tanto, lejos de ser un conocimiento que hable sobre la verdad de la realidad, es un conjunto de creencias acerca de lo que es o debería ser el mundo; un conjunto de creencias fuertemente legitimado, otorgando poder de intervención de quien es dueño de ese mismo conocimiento (Miller & O’leary, 1987; Miller & Rose, 2008; Latour, 1991; 1994; 2001). En consecuencia con esto, y desde perspectivas mucho más interpretativas y críticas que positivistas (Chua, 1986), se puede argumentar que la ciencia tiene un conjunto de discursos socialmente aceptados que otorgan poder a quien emita tal discurso llevando a que otros cambien sus modos de actuar.

Estas perspectivas han alimentado a la investigación contable. Las miradas tradicionales de la ciencia han llevado a la consolidación de una perspectiva amplia de investigación que en varios contextos ha sido analizada y ha llegado a ser denominada: corriente principal, positivismo, estructural-funcionalismo, esencialismo, entre otras (Chua, 1986; Hopper & Powell, 1985; Larrinaga González, 1999; Ryan et al., 2004). Esta perspectiva considera a la realidad como algo objetivo, externa al ser humano y, por lo tanto, imposible de ser modificada. Las metodologías más usadas por este tipo de investigación son las cuantitativas, las cuales buscan ‘descubrir’ y describir las ‘leyes’ y las ‘esencias’ por las cuales la realidad está determinada. El ser humano y la sociedad se ven como determinados por su contexto y por ende su voluntad está seriamente limitada, pues la realidad tiene un orden específico regido por leyes universales. La investigación contable desarrollada a partir de estas proposiciones es, sin embargo, heterogénea, yendo desde el diseño de prácticas ‘precisas’ de valoración de activos, hasta el análisis estadístico (econométrico) del comportamiento de derivados financieros en los mercados de capitales. Este tipo de investigación está altamente influenciado por la mirada de la economía neoclásica, la cual ha llevado a mostrar a la economía como ‘la más exacta de las ciencias sociales’.

Como miradas alternas a la corriente principal, se pueden ver dos o tres perspectivas diferentes: la primera, denominada por algunos como la corriente interpretativa; en segundo lugar, se puede encontrar la perspectiva crítica radical; y, por último, hay un grupo de investigación preocupada por las relaciones de poder. Estas dos últimas son reunidas por algunos autores en una sola perspectiva denominada crítica.

La corriente interpretativa surge de la investigación cultural en las ciencias sociales. La relación, aquí, con disciplinas como la antropología, la sociología, la lingüística, entre otras, es fuerte. Se parte de considerar a la realidad como producto, construcción, de las interacciones sociales. No se ve a la realidad con una esencia única, sino, por el contrario, como el resultado de un proceso intersubjetivo de otorgamiento de significados a los fenómenos que podemos percibir de la realidad. Para comprender esa realidad, no habría que buscar sus leyes o esencias, sino los significados que las diversas interacciones le otorgan. En este sentido, las metodologías preferidas por este tipo de investigación son las cualitativas, que irían hacia la profundidad de un fenómeno hasta comprender los significados, los discursos y las interacciones propias de un contexto social. La investigación contable orientada desde esta perspectiva ha buscado comprender el papel que juega la contabilidad y los contadores en la construcción de realidades sociales. Se entiende que la contabilidad, a través de su lenguaje, construye un tipo particular de realidad, que lleva a que las interacciones se den de cierto modo y no de otro. La contabilidad, a través de la representación que hace de algunos elementos de la realidad, limita la posibilidad de que otros elementos sean vistos. La sociedad es vista como ordenada, pero al contrario de la corriente principal, este orden está dado por las interacciones sociales y por los significados que son institucionalizados por los actores. El ser humano, y por ende el contador, adquieren un papel activo en la construcción de órdenes sociales.

Por su parte, la corriente crítica radical considera que la sociedad está constituida fundamentalmente por el conflicto. El conflicto principal es aquel que se da entre las clases propietarias de los medios de producción y todos aquellos que son dueños sólo de su propio ser. El análisis está centrado en la explotación y dominación que hacen las clases propietarias sobre las clases desposeídas. Esta explotación y dominación tiene dos expresiones: una, desde lo económico, en la cual las clases desposeídas se ven obligadas a satisfacer sus necesidades básicas a través de la subordinación a los intereses productivos de las clases propietarias; otra, desde lo ideológico, por medio de la cual las clases desposeídas asumen como propios los valores y discursos de las clases propietarias, pero que no benefician a las clases desposeídas sino que mantienen el poder en manos de las clases propietarias. La contabilidad, desde esta perspectiva, es vista como un actor fundamental en la legitimación de la explotación de las clases hegemónicas sobre las clases desposeídas. La contabilidad actúa en las dos expresiones de explotación: por un lado, otorga la imagen de justa a la relación entre ‘iguales’ que se da entre las clases propietarias y las clases desposeídas; por otro lado, el lenguaje de la contabilidad sirve como mecanismo ideológico que da un significado parcializado de la realidad a favor de los intereses hegemónicos. La investigación contable ha buscado analizar la explotación legitimada por la contabilidad en diferentes ámbitos: laboral, de género, ambiental, etc.

La corriente preocupada por las relaciones de poder se alimenta del trabajo de la filosofía posmoderna, principalmente. En esta perspectiva se hace, al igual que en la anterior, una crítica al orden social existente. Se considera que hay una estrecha relación entre el saber y el poder en la sociedad. Aquel que tiene el conocimiento tiene el poder de definir la sociedad y aquel que tiene el poder define qué conocimiento es considerado como válido. El conocimiento, desde esta perspectiva, es el que define qué es importante y qué no es, qué se excluye y qué se incluye, qué relaciones son permitidas y cuáles prohibidas. La verdad, entonces, es relativa y dependerá del contexto histórico y espacial en el que se produzca, además de los mecanismos por los cuales esa verdad es legitimada y asumida como cierta. Esta perspectiva usa metodologías como la arqueología y la genealogía. Ambas metodologías buscan reconocer e interpretar las verdades relativas dentro de su contexto. En el caso de la arqueología se busca comprender el concepto definido como verdadero en medio de un conjunto complejo y contextual de significados y relaciones. Por el lado de la genealogía se intenta reconocer los puntos de inflexión en los significados de las cosas (de las verdades), haciendo énfasis en los cambios que sufren los significados, y con ellos, las relaciones y la sociedad en general. La investigación en contabilidad rechaza, asumiendo esta perspectiva, un concepto único de contabilidad, mostrando en sus diversas indagaciones que la contabilidad es (tautológicamente) lo que los miembros de una comunidad digan que es la contabilidad. El lenguaje de la contabilidad es contextual, es definitorio de lo que es verdad o no y es producto, y reproduce ciertos tipos de relaciones sociales que son, al mismo tiempo, relaciones de poder.

El presente texto se ubica en medio de las tres últimas perspectivas. Las tres perspectivas comparten una evaluación constante a los discursos que son emitidos en la sociedad. Intenta recuperar una tradición que viene desde la antigüedad y que en el último siglo ha tenido una fuerte renovación. La retórica o aquella disciplina dedicada a la construcción de argumentos convincentes (que es muy diferente a decir que son mentirosos) tiene, desde las miradas renovadoras del siglo XX, presencia en todos los discursos de la sociedad, sean estos académicos, religiosos, políticos, sentimentales, deportivos, etc. La contabilidad, como uno de esos discursos de la sociedad, tiene también una retórica particular.

El artículo sigue con una breve revisión a las miradas que históricamente se han presentado acerca de la retórica, haciendo especial énfasis en las miradas contemporáneas acerca de la retórica en la ciencia. Posteriormente, se hará un recorrido por los elementos tradicionales de la retórica y de la investigación retórica. En tercer lugar, se hace una evaluación de la contabilidad y de su carácter retórico. Por último, a manera de conclusiones, a la par que se revisa la investigación que ha sido desarrollada sobre la retórica de la contabilidad se establecen los potenciales que para nuestro contexto tiene este tipo de investigación.

2. Retórica: perspectivas contemporáneas

Según Gill y Whedbee (2000) la retórica tiene múltiples significados “mientras que algunas […] definiciones comparan la retórica con la persuasión, otras la caracterizan de manera más amplia, como tratándose de cualquier tipo de expresión instrumental. Una definición identifica la retórica con la argumentación; otra, con el lenguaje elocuente. Por último, mientras que algunas definiciones asocian la retórica exclusivamente con el discurso, al menos una de ellas deja abierta la posibilidad de que pueda incluir actividades y objetos no discursivos” (2000). Para ellas, “la retórica es el discurso calculado para influir sobre un auditorio hacia cierto fin en particular. […] Aunque las descripciones de los fines de la retórica discrepan bastante, el tema invariable es que se trata de un tipo de discurso instrumental. De un modo u otro, es un vehículo para reforzar, alterar o responder a las opiniones de un público determinado” (2000).

La crítica retórica tiene entre sus objetivos “determinar el modo por el cual la retórica invita a la construcción o reconstrucción de sucesos y fenómenos. Su método consiste en identificar las estructuras textuales, discutirlas y, en algunos casos, desarmarlas, a fin de establecer cómo operan para crear opiniones, sancionar ciertas maneras de mirar el mundo, o silenciar a determinadas personas o puntos de vista” (2000).

Para Gill y Whedbee la crítica retórica analiza los discursos a partir de tres preguntas básicas: ¿Qué expectativas genera el contexto? ¿Qué es lo que el texto le presenta al público? y ¿Cuáles son los rasgos significativos del texto? A partir de estas preguntas, las autoras consideran que son varios los elementos que se pueden analizar desde la crítica retórica. Dentro de los elementos que responden a la pregunta inicial acerca de las expectativas que genera el contexto se encuentran: la exigencia (el problema o asunto a que se refiere el texto), la audiencia (las personas concretas a las que se dirige el orador), el género (la naturaleza misma del texto) y la credibilidad del orador (la posición social del orador en relación con el auditorio al que se dirige). Para responder a la pregunta por lo que presenta el texto al público, Gill y Whedbee enumeran: la persona retórica (la persona ficticia del autor creada en el texto), el auditorio implícito (o la audiencia ficticia simbolizada en el texto mismo), la percepción del contexto (la mención que se hace del contexto en el que opera el texto y/o la re-definición que el texto hace del contexto) y la ausencia (aquello que está ausente o que ha sido silenciado por el texto). Por último, para responder a la pregunta por las características del texto señalan: la estructura y temporalidad, la argumentación, la metáfora, y la iconicidad.

Desde el énfasis en la interacción, Jonathan Potter (1998) define la retórica como el “discurso utilizado para reforzar versiones particulares del mundo y para proteger estas versiones de la crítica”. Potter (1998) considera que “la retórica no se debería limitar a expresiones manifiestamente argumentativas o explícitamente persuasivas y debería verse como un aspecto fundamental de la manera en que las personas interactúan y llevan a la comprensión”. Así, las actitudes pueden llegar a ser vistas como posturas públicas inseparables de las controversias del momento. Posteriormente, Potter identifica dos tipos de retórica: una retórica ofensiva, encargada de socavar las descripciones alternativas, elaborada para reelaborar, dañar o reenmarcar una descripción; y una retórica defensiva, que resiste a la anterior y que protege las descripciones empleando diversas técnicas (Potter, 1998). El análisis retórico debe tener en cuenta qué tipo de retórica se está analizando con el fin de identificar los procedimientos a través de los cuales se construyen hechos o versiones factuales o se busca socavar dichas versiones. Potter denominará a estas retóricas, en términos generales, discursos cosificadores y discursos ironizadores.

Bazerman (1988) define la retórica como “el más amplio estudio de cómo la gente usa el lenguaje y otros símbolos para lograr objetivos humanos y llevar a cabo actividades humanas (…) un estudio práctico que ofrece a la gente un mayor control sobre su actividad simbólica”. Para él, “la persuasión está en el corazón de la ciencia, no en el margen irrespetable. Una retórica inteligente practicada dentro de una comunidad de investigación seria, reconocible y comprometida es un método serio de búsqueda de la verdad. La comunicación científica más seria no es la que deja de lado la persuasión, sino la que persuade de la manera más profunda, más irresistible y, por lo tanto, arrasa con los argumentos más superficiales” (Bazerman, 1988).

Según Bazerman et al. (2005) a partir de la década de los ochenta se origina un movimiento denominado Retórica de la Indagación (Rhetoric of Inquiry), encabezado por autores como John Nelson, John Campbell, Arjo Klamer, Allan Megill, Donald McCloskey, entre otros. La publicación más importante de este movimiento es la compilación The rhetoric of human sciences (Nelson, Megill, & McCloskey, 1987b). Para Nelson et al. (1987a) “la investigación usa argumentos, y los argumentos usan retórica. La ‘retórica’ no es el mero ornamento o la mera superchería. Es retórica en el antiguo sentido de discurso persuasivo. En materias desde la prueba matemática hasta la crítica literaria, los investigadores escriben retóricamente”. Dentro de este grupo se encontraban historiadores, sociólogos, filósofos, economistas, matemáticos, entre otros. “La retórica de la investigación toma como punto de partida que toda investigación –desde la biología hasta la teología– es argumento. Ni los hechos de la historia ni las pruebas matemáticas hablan por sí mismas” (Bazerman et al., 2005).

Bazerman et al. también reconocen el papel en el fortalecimiento de los estudios retóricos de autores como Bruno Latour (1992) y Steve Woolgar (Latour & Woolgar, 1995). Para Latour (1992) “la retórica es una disciplina fascinante aunque despreciada, pero se hace aún más importante cuando los debates son tan exacerbados que se convierten en científicos y técnicos (…). Los textos científicos o técnicos no se escriben de forma distinta por diferentes razas de escritores. Cuando llegas a ellos no significa que hayas dejado la retórica por el reino más tranquilo de la razón pura. Significa que la retórica se ha vuelto lo suficientemente acalorada, o que es todavía tan activa, como para que se tengan que incluir muchos más recursos para mantener en pie los debates”. Así, es en las controversias donde con mayor fuerza se verá el uso de la retórica, en especial para provocar cierres de las mismas. Pero que una controversia se cierre no quiere decir que deje de haber retórica, al contrario, la retórica es más fuerte para que el cierre se mantenga. De acuerdo con Latour y Woolgar (1995), “las materias primas dentro del laboratorio son rápidamente transformadas en moneda simbólica por los científicos a través de las actividades rutinarias de etiquetado, codificación, y clasificación” (Ver también Bazerman et al., 2005).

Un campo cercano a la contabilidad en el que ha habido un movimiento importante desde los análisis retóricos es el de la economía. Su principal representante, Donald McCloskey (hoy Deirdre McCloskey) ha hecho un análisis profundo de la retórica que usa la economía, especialmente la economía neoclásica. Para McCloskey (1994), “la ciencia es escrita con intención, la intención de persuadir a otros científicos, tales como los científicos económicos”. En un texto anterior (McCloskey, 1983) comenta que los economistas tienen dos actitudes ante los discursos: una actitud oficial por la cual los economistas se reconocen a sí mismos como científicos en el moderno sentido de la palabra; estos científicos reconocen como propios y adecuados los requerimientos del método científico (hipotético-deductivo). La segunda actitud de los economistas, de carácter implícito, tiene que ver con el trabajo real de investigación, en donde los economistas hacen uso de una fuerte retórica para elaborar sus argumentos. “Aún en las materias estrechamente más técnicas de la discusión científica, los economistas tienen un conjunto compartido de convicciones sobre lo que hace un argumento fuerte, pero un conjunto que aún no ha sido examinado, que pueden comunicar a los estudiantes sólo tácitamente, y que contiene muchos elementos embarazosos para la retórica oficial” (1983). Para McCloskey, la economía utiliza, principalmente, figuras como la metáfora que se muestra con claridad en la utilización de modelos (McCloskey, 1983; 1990; 1994). Incluso, afirma que las principales metáforas de la economía provienen de la contabilidad (Klamer & McCloskey, 1992; McCloskey, 1993).

3. Elementos de retórica

Los elementos que históricamente se han considerado como fundamentales en la construcción de argumentos desde la retórica, son elementos que sirven, igualmente, para un análisis de los argumentos que otros dan. A continuación se hará énfasis en algunos de los términos y elementos más importantes en el análisis retórico de la ciencia.

3.1. Géneros

Desde Aristóteles, han sido diferenciados tres tipos de géneros discursivos: deliberativo, judicial y epidíctico. En palabras de Perelman (1997) “en el género deliberativo el orador aconseja o desaconseja y su opinión concluye en lo que parece más útil; en el género judicial acusa o defiende para decidir lo justo; en el género epidíctico alaba o critica y su discurso tiene que ver con lo bello y lo feo”. Para Gross (2006) “los textos científicos participan en cada uno de estos géneros. Un informe es judicial porque reconstruye la ciencia pasada en una forma que apoye sus proposiciones; es deliberativo porque pretende dirigir la investigación futura; es epidíctico porque es una celebración de los métodos apropiados”. En otras palabras, el género deliberativo expone y propone caminos a seguir, decisiones a tomar, etc. Por su parte el género judicial evalúa los hechos pasados con el fin de decidir si fueron realizados o no correctamente. Por último, el género epidíctico se concentra en adjudicar virtudes a un objeto o sujeto del que trata el discurso.

3.2. Construcción del discurso

Es necesario nombrar los cinco elementos de la composición o construcción de un discurso que desde la retórica clásica son reconocidos. El primero de ellos es la inventio o invención (también hallazgo), por medio de la cual el orador escoge, descubre, construye los argumentos por los cuales dará apoyo o demostrará sus tesis. Al escoger aquellos argumentos a utilizar, el orador realiza una dispositio, ordenamiento, con el fin de presentar los argumentos de una manera coherente dentro del discurso. Al presentar el discurso, el orador debe hacerlo de un modo claro, vívido, adecuado al público al que se dirige, acto que se denomina elocutio. Por último, se encuentran la memne (o memoria), necesaria para recordar los argumentos y la disposición de los mismos, y la actio (o pronunciación), que implica las estrategias propias de entonación del discurso. Estos dos últimos elementos han perdido importancia en la medida en que el análisis retórico actual se hace principalmente sobre los textos escritos.

3.3. Tipos de argumentos

Dentro de los elementos tradicionalmente utilizados en la retórica se encuentran los tipos o especies de argumentos. Entre ellos encontramos el ethos, el pathos, y el logos.

Logos: este recurso estilístico es utilizado apelando a la ‘razón’, a la lógica del argumento. Se podría decir que es el recurso más utilizado por la ciencia. La utilización de un método de investigación, la búsqueda de causalidades, la presentación de los argumentos dentro de un artículo, la presentación de gráficas y cuadros explicativos y, sobretodo, el estilo impersonal de escritura, son apelaciones a la razón, al conocimiento. Sin embargo, este no es el único de los recursos que se utilizan en la ciencia.

Ethos: con este recurso se apela a la credibilidad del orador. Dentro de la retórica de la ciencia esta credibilidad se apoya en recursos como los argumentos de autoridad, la apelación a la objetividad de la ciencia, etc. Parte de la credibilidad del científico está en la capacidad de innovación, innovación que debe estar hecha de acuerdo con el método científico, lo que le entrega mayor credibilidad al científico. Gross (2006) considera que por sí mismos “todos los artículos científicos (…) están en medio de una red de relaciones de autoridad: la publicación en un journal respetado; detrás de tal publicación, una serie de garantías dadas a los científicos conectadas con una institución de investigación bien respetada; dentro del texto, un conjunto de citaciones ilustrando el artículo como el último resultado de un programa de investigación vital y en marcha”.

Pathos: este recurso estilístico apelará a los sentimientos del auditorio, del público. En momentos de controversias científicas los sentimientos, las emociones, se harán claramente presentes al argumentar en contra del otro o al defender la posición propia. Más prominentemente, la principal emoción presente en la ciencia es la falta de emociones. Como plantea Gross (2006) “la objetividad de la prosa científica es una invención retórica cuidadosamente trabajada, una apelación no racional a la autoridad de la razón: los informes científicos son el producto de elecciones verbales diseñadas para capitalizar la atractividad de una empresa que implica un mito conveniente, un mito en el que, aparentemente, la razón ha subyugado a las pasiones. Pero la negación disciplinada de la emoción en la ciencia es sólo un atributo para nuestra inversión apasionada en sus métodos y objetivos”.

El estilo de la ciencia: como ya se ha enunciado, el estilo de la ciencia busca ser impersonal. Además de esto, se ha buscado que el estilo de la ciencia sea breve y claro. Para Gross (2006) el estilo de la ciencia es paradójico, un oxímoron: por un lado se quiere que sea modesto, claro, sin muchos ornamentos, en términos estilísticos; sin embargo, por otro, se quiere que el discurso científico lo abarque todo, sea heroico y solucione todo tipo de problemas.

3.4. Figuras retóricas

Según McCloskey, (1994) cuatro son las principales figuras utilizadas en la ciencia. La primera de ellas es la metáfora, para algunos, la figura más utilizada y la figura sine qua non de la ciencia. “La forma fundamental del entendimiento humano es un proceso metafórico; la mente comprende una idea desconocida sólo por comparación con o en términos de algo que ya conoce. De este modo, el lenguaje metafórico de un texto presenta una perspectiva particular de la realidad que estructura la comprensión de una idea en términos de algo que ya comprendió previamente. Desde este punto de vista la metáfora modela la experiencia humana” (Gill & Whedbee, 2000). Para McCloskey (1983; 1990; 1994) y Klamer (Klamer & McCloskey, 1992) las metáforas hacen parte inherente de la ciencia, tanto que tratar de hablar científicamente sin metáfora alguna, sería una contradicción. “Quizá el pensamiento es metafórico. Quizá remover la metáfora es remover el pensamiento” (1983).

La segunda figura es la sinécdoque, mediante la cual se refiere a un todo a través de un elemento parte del todo: hacer rodar la pecosa (el balón), la industria (el sector industrial) creció al X%, etc. Una tercera figura puede ser la metonimia o la iconicidad, mediante las cuales un término es utilizado como símbolo de representación del referente: la niña de sus ojos (su novia; su hija), se enfrentó a tres espadas, etc. En cuarto lugar, la figura de la ironía se vuelve importante en la retórica científica. La ironía es el uso de argumentos de otros con el fin de refutarlos. Para McCloskey, la ironía puede ser usada luego de años de preparación.

3.5. El yo y el otro en contexto

Para Gill y Whedbee (2000), todo discurso responde a la pregunta por ¿qué es lo que presenta al público? Ellas argumentan que los principales elementos que son presentados por un discurso son: la persona retórica, el auditorio implícito, la percepción del contexto y las ausencias. Por persona retórica se entiende la manera en la que el orador o emisor del discurso se define a sí mismo, que sería distinto al orador mismo (es decir, el orador es diferente de la representación que hace de sí mismo). McCloskey llama a este elemento el ‘autor implicado’, quien tiene un punto de vista particular, que en el caso de la ciencia se trata de desaparecer al autor con el estilo impersonal de escritura (McCloskey, 1994).

Hablar del auditorio implícito es hablar de los mecanismos que utiliza el orador o emisor del discurso con el fin de presentar a su audiencia. Se trata de los mecanismos por los cuales el autor construye al otro, que es muy diferente de aquel que está leyendo u oyendo el discurso. “El ‘auditorio implícito’ es ficticio, porque se crea a partir del contexto y sólo existe dentro del mundo simbólico que este propone” (Gill & Whedbee, 2000).

Cuando nos referimos a la percepción del contexto hablamos de los dispositivos que son usados por un orador para presentar ‘su’ percepción acerca del contexto. En este tipo de argumentos o dispositivos, se construye a través de la argumentación, la lógica del entorno del discurso, otorgando nuevos valores, nuevos roles, nuevos significados a los elementos constitutivos del entorno.

En la medida en que todo discurso tiene como intención construir los límites de la realidad y lograr con ello la persuasión de otros, este proceso deja por fuera múltiples objetos, personas, etc., que no llegan a ser nombrados en el discurso explícitamente y que se convierten en inaceptables o insignificantes. Este elemento puede ser conocido como la construcción de la ausencia.

La retórica de la ciencia acude continuamente a las autoridades, que pueden ser de diversa clase. La forma principal de acudir a las autoridades es la citación de lo que han dicho en sus obras. Esto se expresa a través de citas tomadas textualmente, la referenciación de textos y la puesta o no de la referencia en la bibliografía de los artículos. Sin embargo, la autoridad principal en la ciencia es la naturaleza misma, invocada gracias al estilo impersonal que poseen los artículos científicos. Las publicaciones científicas se encuentran escritas de tal manera que la observación, lejos de ser mostrada como parte de la percepción del científico y la discusión con sus colegas, se muestra como un proceso propio del fenómeno en el cual el autor no tiene ninguna incidencia.

Por último, y sin querer agotar los elementos o categorías del análisis retórico, se puede hablar de la capacidad que tienen los textos de elaborar relatos (o historias). Los textos científicos generan relatos cuando a partir de la aplicación de un método científico a una realidad concreta, pueden llegar a solucionar, interpretar, cuestionar, un problema específico. Para Gill y Whedbee “la preocupación por la estructura del texto en la forma de, por ejemplo, introducción, cuerpo y conclusión de un discurso es tan antigua como el mismo arte de la retórica. La preocupación contemporánea por la estructura de los textos está relacionada con la tesis de Saussure (1986) de que experimentamos el discurso en forma lineal. De este modo, la estructura de un texto se entrelaza con el tiempo” (2000). De manera que como plantea McCloskey, esta interrelación estructura-tiempo genera relatos lineales (1990; 1994). Según Clower (1988), “contrario a la opinión popular y a las pretensiones de algunos científicos, la cantidad de todo el conocimiento comúnmente visto como ‘científico’ está expresado en términos de historias que difieren poco de las historias contadas por los escritores de novelas serias. La semblanza no es accidental”.

Si bien en este acápite se han mostrado algunos de los principales elementos que están inmersos en el discurso retórico, no se trata solamente de tratar de hacer uso de ellos para mejorar nuestra elaboración argumentativa, sino hacer de ellos nuestras herramientas metodológicas para el análisis de los discursos.

4. Retórica y contabilidad

Tal como ha pasado con la ciencia, se dice de la contabilidad que no posee retórica; que su discurso está libre de juicios, libre de decoraciones retóricas que evitan o promuevan acciones en los usuarios de la información que ella produce; que ella representa fielmente la realidad, sin tomar partido, apegándose a los hechos. Esto está lejos de ser cierto. La contabilidad, al igual que la ciencia y al igual que la mayoría de discursos expresados en la sociedad, es retórica. Es retórica por varias razones: es un discurso emitido por una comunidad, con un mensaje especial y dirigido a otros con el fin de influir sus decisiones. Con una pequeña revisión a los elementos retóricos presentes en la contabilidad se busca en esta sección argumentar esta proposición. Se ofrecerán diversos ejemplos, aunque no de todos los elementos comentados en la sección anterior.

De lo primero que tenemos que hablar, entonces, es de los diferentes géneros en contabilidad. Se puede llegar a argumentar que los tres tipos de géneros discursivos (deliberativo, judicial, epidíctico) están presentes en la contabilidad, incluso, los tres géneros se presentan al mismo tiempo en los informes contables. Los informes contables son una forma de género deliberativo en cuanto son usados para analizar las opciones de acción futura en una organización, en particular, podemos ver que en campos como la evaluación de proyectos de inversión, los presupuestos, entre otros, es necesaria la evaluación de las posibles repercusiones de las decisiones actuales con el fin de tomar las más ‘adecuada’ al futuro de la organización.

Por otro lado, el género judicial se encuentra presente en todas las formas de información contable en cuanto ella se refiere a hechos pasados que son evaluados en el presente y definen si lo llevado a cabo fue bueno o no. Por último, el género epidíctico se encuentra presente en la valoración que se hace de las organizaciones en sus propios informes; los informes anuales, los informes de sostenibilidad y otros por el estilo, proveen una gran cantidad de juicios de valor acerca de las acciones positivas que hacen las empresas mismas.

Siguiendo el mismo orden de la sección anterior, es el turno de hablar de la construcción de los argumentos en contabilidad. Si nos detenemos a considerar el método contable, tal como los exponen Mattessich (2002) y (nos llega por) Cañibano (1988), él mismo es un proceso retórico. El momento de invención de los argumentos (o inventio) estaría representado por los momentos que conocemos como el principio de dualidad y la medición y valoración de los hechos económicos: en estos momentos del método contable lo que tenemos es un proceso de abstracción en el cual escogemos (inventamos) las características ‘importantes’ de los hechos económicos con el fin de (re)presentarlos a un público. Por otro lado, la dispositio estaría presente en el momento de definir las formas de representación, pues son las que nos permiten definir qué tipo de información vamos a presentar y en qué orden; es este el momento en el que, hablando de estados financieros, definimos cómo representar los activos, los pasivos, los ingresos, etc. Por último, la elocutio, la presentación, estaría dada en el momento de agregación de la información contable, momento en el que la información deja de estar en manos de los contables (los científicos de la contabilidad) para ser pública, para ser manejada por otros, para tomar decisiones, etc.

Los tipos de argumentos no dejan de estar presentes en la contabilidad. Aquí es donde la contabilidad puede llegar a ser vista como una disciplina no neutral y llena de juicios de valor, pues tanto el pathos como el ethos, argumentos de los que se ha querido alejar la ciencia (y la contabilidad), son fundamentales en la elaboración de informes contables o de reportes científicos. Para hablar con ejemplos, veamos el caso de un informe de estados financieros. A simple vista estaríamos hablando de una especie de logos, un conjunto de argumentos que no apelan a los sentimientos ni las valoraciones sino que se basan en hechos reales, comprobables, demostrables, etc.; hasta este punto, entonces, toda información contable representa un logos. Sin embargo, en medio de este logos contable se apela constantemente a los sentimientos y a los juicios de valor, los que nos llevan a decir que el pathos y el ethos se encuentran en la contabilidad. Dentro del balance de Bavaria (segundo semestre de 2008) encontramos la siguiente expresión:

…la utilidad bruta fue de $1,279,491 millones, representando un incremento del 11.9% respecto al primer semestre del mismo año.

El margen bruto fue de 66.2% en el segundo semestre del 2008, mayor en 0.3% con respecto al semestre anterior cuando representó el 65.9% (Bavaria, 2008).

De entrada parecen sólo datos, sin ningún juicio de valor, sólo representaciones del desempeño de la organización durante un periodo de tiempo especial. Sin embargo, hacer énfasis en que la utilidad de este periodo incrementó o fue mayor que la utilidad del periodo anterior habla muy bien de la organización, de su crecimiento, de su buen desempeño (ethos) y al mismo tiempo apela a las expectativas de los inversores externos (actuales y/o potenciales) quienes al ver que la utilidad de la organización está creciendo, tendrán motivos para decidir invertir o mantener su inversión en la organización (pathos). Ejemplos como estos los podemos encontrar en todos los informes contables e incluso en técnicas contables como las del análisis financiero.

Como ya se ha dicho, a pesar de querer mostrarse como alejada de la literatura y de las artes retóricas, gracias a su jerga especializada, es innegable la presencia de figuras retóricas en la ciencia. La contabilidad no está lejana de ello. Para hablar solamente de la metáfora, la contabilidad usa en su lenguaje un conjunto infinito de metáforas para referirse a la realidad, a los hechos económicos. Baste con preguntarnos el significado de palabras como activo, pasivo o ingresos. Los tres términos son metáforas. Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua - RAE, éstos significan (obviando el hecho de que los significados contables ya son aceptados en la RAE): “que obra o tiene virtud de obrar”; “se dice del sujeto que recibe la acción del agente, sin cooperar con ella”; y, “acción de ingresar” (ingresar: entrar en un lugar). Mirando estos tres significados detenidamente podríamos decir que no hay cosa más activa que un pasivo, no hay cosa más pasiva que un activo y que los ingresos no son realmente ingresos. Para nosotros, estas tres palabras no son literales, son metafóricas. Un activo lo es, no porque tenga la capacidad de obrar, sino porque representa los bienes de la empresa, con los cuales ella cumple su objeto social; un pasivo lo es, no por su falta de actividad, sino por la capacidad de acción que tiene un tercero sobre la organización; un ingreso no lo es porque entren los recursos a la empresa, sino porque se generan derechos para la organización en virtud de sus actividades cotidianas, que aumentarán los activos de la misma. Las demás figuras retóricas, según Lakoff & Johnson (1986) son formas diversas de metáfora, por lo cual, con el presente ejemplo, es suficiente.

Para cerrar esta sección, consideremos el caso de las audiencias, las ausencias y las autoridades en el discurso contable. Mucho se ha hablado acerca de quiénes son los usuarios de la información contable. Se ha llegado a plantear que todos los que estén interesados en una empresa son usuarios de su información contable. Sin embargo, la información contable está lejos de ser dirigida a cualquier usuario. Las audiencias a las que se dirige el discurso contable son pocas: en ejemplos como el que vimos de Bavaria se puede argumentar que la audiencia preferente son los inversores de capital, aquellos a quienes las utilidades de una empresa pueden ser importantes; un estado de costos, en el que se expresa el valor dedicado a la mano de obra, no está dirigido a la comunidad de trabajadores de la organización, se dirige a los administrativos y tomadores de decisiones quienes definirán los rumbos a seguir en su relación con los trabajadores actuales y potenciales. Por otro lado, las ausencias se evidencian en el lenguaje ampliamente monetario de la contabilidad: el valor monetario de un bien es solamente una de las características que posee el bien mismo; ésta no nos habla acerca del estado en el que se encuentra, del nivel de intervención del hombre sobre él, o del valor cultural que posee para una comunidad específica; muchas críticas se han hecho a la contabilidad en relación con lo que deja de representar: el deterioro ambiental, el aporte o perjuicio social, etc., todos ellos ausencias en la contabilidad. En última instancia, las autoridades usadas en contabilidad son de diferente tipo: una primera autoridad la encontramos en la firma que es impuesta por el contador sobre los estados financieros, apoyada por su número de tarjeta profesional o, en otras palabras, el hecho de que el que (se dice que) elabora los estados financieros posea una tarjeta profesional es la muestra de que toda una profesión está apoyando la bondad de los estados financieros firmados por tal contador; una segunda autoridad se encuentra en la apelación constante a normas y principios de contabilidad que agregan valor a la información producida, en cuanto ésta está elaborada de acuerdo con una tradición o una legalidad; otra forma de autoridad en contabilidad es la revisión de los estados financieros por parte de un auditor o un revisor fiscal, quienes dan fe de la veracidad de la información presentada al público.

Todos estos elementos, vistos de manera general, nos ayudan para mostrar (o para inventarnos el cuento de) que la contabilidad, al igual que la ciencia o que todo discurso producido en la sociedad, es altamente retórica.

5. A guisa de conclusiones: los potenciales de investigación retórica en contabilidad

La investigación retórica en contabilidad, lejos de ser una novedad, ha tenido un amplio desarrollo desde la década de los ochenta del siglo pasado. En esta sección se explorará la retórica en contabilidad desde seis ámbitos especiales. Estos ámbitos expresan, a través de ejemplos, por un lado, los avances que la investigación retórica ha tenido en la investigación contable internacional y, por otro, los potenciales de investigación que en nuestro país puede llegar a tener. El primer ámbito dará cuenta de la investigación que se ha centrado en analizar el uso de la retórica de la ciencia en la disciplina contable, tratando de mostrar, así, a la contabilidad como una disciplina científica. En el segundo, se explorarán algunas indagaciones acerca de la retórica que es utilizada en los procesos de normalización contable y en las normas de contabilidad. Un tercer ámbito explorado se relaciona con la retórica que es usada en diferentes teorías contables. En cuarto lugar, se presentan investigaciones que se han concentrado en la retórica usada en diferentes procesos de formación contable. Luego, se hace un recorrido por indagaciones que han sido realizadas en pro de un análisis de la retórica usada en la práctica contable, como, por ejemplo, en los informes anuales. El último ámbito explora miradas acerca de la contabilidad como un dispositivo discursivo o retórico utilizado por otras disciplinas o personas ‘ajenas’ a la disciplina contable.

5.1. La retórica de la ciencia y de la investigación en contabilidad

En primer lugar, podremos dirigir nuestra mirada a las construcciones académicas que sobre la contabilidad se han hecho de manera que podamos analizar, a la luz de la retórica de la ciencia y de la investigación, el proceso de construcción de la contabilidad, como disciplina de conocimiento. Un ejercicio que han asumido trabajos como el de Mouck (1992) en su análisis de la retórica del texto de la Positive accounting theory de Watts y Zimmerman; el de Amernic (1997) con su revisión a la retórica de la investigación utilizada en un artículo científico; o el de Reiter y Williams (1997) al evaluar la retórica científica utilizada en una conferencia sobre Economía Financiera.

El texto de Mouck (1992) inicia considerando el texto de Positive accounting theory como un relato, una narrativa literaria que puede ser analizada a través de la crítica retórica. Después de mostrar las principales tesis y argumentos del libro, Mouck analiza las características retóricas del mismo. Él considera que este libro ha sido tan ‘exitoso’ entre los investigadores contables, en particular, gracias a la retórica científica y a la retórica rebelde usadas por los autores. Con respecto a la retórica científica, Mouck enuncia los elementos presentes en el texto: interés por mostrar a los científicos o los teóricos como neutrales; asume como científica toda investigación de carácter empírico (descriptivo) dejando de lado los estudios normativos; utiliza un lenguaje naturalizador por el cual establece que la realidad se comporta de acuerdo con leyes inalterables; el uso de metáforas y alegorías, expresadas en particular en los ‘modelos’ usados por Watts y Zimmerman y en su presentación de las empresas como ‘nexos de contratos’; apelaciones a la economía (neoclásica) como autoridad académica; entre otras. De la retórica de la rebelión se puede decir que el éxito de la teoría positiva empalma con el momento histórico en el que se consideraba cualquier intervención regulativa como un limitante del mercado y sus fuerzas ‘naturales’; la teoría positiva niega la capacidad de la regulación contable para coordinar la presentación de informes contables.

Este tipo de investigación es útil para evaluar todo tipo de enunciaciones teóricas que sobre la contabilidad nos lleguen de otros contextos o se produzcan en el nuestro. No se trata de limitar o negar el carácter científico que puede tener la contabilidad, sino, por el contrario, reconocer que a pesar de ser un trabajo riguroso, ‘científico’, la academia contable no está lejos de ser una práctica productora de textos, narrativas, relatos, socialmente construidos y susceptibles de ser evaluados.

5.2. Retórica y regulación contable

Como se había enunciado, un segundo ámbito podría dirigir nuestra investigación hacia los procesos de formulación de normatividad contable, nacional o internacional, de modo que nos lleve a comprender la dinámica de dichos procesos y el papel de las estrategias retóricas en la estabilización de una u otra normatividad o normalizador. Análisis de este tipo se puede observar en el trabajo Jupe (2000) que analiza la retórica auto-referencial usada por los actores negociantes en la definición de estándares contables con el fin de legitimar las prácticas contables de las grandes corporaciones; o de Young (2003), quien analizó la retórica del buen emisor de estándares, presente en los estándares de contabilidad del FASB de Estados Unidos.

Young (2003) argumenta que las estrategias retóricas empleadas por el FASB construyen la imagen de que un estándar contable específico es ‘bueno’, silenciando las alternativas y las posibles críticas y mostrando al FASB como un ‘buen’ emisor de estándares. Así, estas estrategias, ayudan a mostrar al estándar como un producto técnico, fortaleciendo el valor aceptado de la objetividad en la contabilidad y en los estándares que la regulan.

Reconocer el carácter retórico de la normatividad contable y de los emisores de estándares puede ayudar a la evaluación crítica de la normatividad existente, de la normatividad emergente y de los mismos emisores de normas. En particular, evaluaciones de este tipo son necesarias al momento de evaluar la posible adopción (adaptación, convergencia, etc.) de estándares internacionales de contabilidad.

5.3. Retórica de las teorías contables

Otro de los ámbitos que pueden ser abordados dentro de la investigación retórica son las teorías contables o, en otras palabras, todo aquel conjunto de ideas acerca de lo que se hace o puede hacerse con la contabilidad, su sistematización y argumentación como modelo a seguir. Es el caso de la partida doble, como una de las herramientas básicas de la contabilidad moderna; o el balanced scorecard, una contemporánea herramienta de gestión.

Dentro del primer caso, podemos encontrar el trabajo de Aho (1985) en el que argumenta que lejos de ser parte de la racionalidad capitalista, tal y como llegaron a considerar Weber y Sombart, la partida doble podría ser analizada como un ejercicio retórico para justificar la existencia del comercio en el medioevo tardío. Aho, apoyándose en el texto de Paciolo, De computis et scripturis, considera que el proceso de elaboración del Libro Mayor de un mercader es similar al proceso de construcción de un argumento. La contabilidad por partida doble poseería los tres momentos básicos de la construcción de argumentos: inventio, dispositio y elocutio. Para Aho, el origen de la partida doble está sumamente vinculado a las prácticas religiosas como la confesión, a la enseñanza de la retórica en los círculos académicos e, incluso, a las consideraciones estéticas del Renacimiento.

En el mismo orden, por otra parte, Carruthers y Espeland (1991) muestran que la naturaleza balanceada de la partida doble documenta la naturaleza balanceada de las firmas, lo que le otorga una legitimidad y equidad a los negocios. En el mismo tema, Thompson (1994) muestra que la partida doble crea una apariencia de control sobre los flujos de bienes y servicios al establecer una medida de ellos.

El trabajo de Norreklit (2003) se centra en el análisis retórico de uno de los trabajos más influyentes en la contabilidad de gestión actual: The balanced scorecard (TBSC) de Kaplan y Norton. El texto, según Norreklit, adquiere fuerza sólo con mirar las condiciones en las que aparece: TBSC es un texto producto de dos altos ejecutivos de la consultoría de gestión y de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Por otro lado, al sumergirse en el texto del primer capítulo, Norreklit muestra que es un texto más emotivo que racional: apela a la obsolescencia del modelo contable y a la necesidad de un nuevo modelo, con el fin de ser competitivos en la “nueva era de la información”, que supera la “era industrial” en la que surgió el antiguo modelo. Norreklit evalúa el texto del TBSC como un texto poco científico, confuso y emocional, en el que hay un uso excesivo de metáforas, analogías, con un estilo irónico, antitético, e inmerso en lo que él llama el género de los Gurús del Management. Si bien el texto de Norreklit muestra el carácter retórico de TBSC, posee una versión parcializada del mismo al no considerarlo científico debido al lenguaje utilizado por los autores. Más allá hay una defensa de los paradigmas racionales de la ciencia moderna.

Estos ejemplos nos dan luces acerca de la posibilidad de evaluar el carácter retórico de los diferentes enunciados teóricos que han sido desarrollados acerca de la contabilidad. Enunciados que pueden encontrarse en todos los espacios de la contabilidad: contabilidad financiera, contabilidad de gestión y de costos, auditoría, finanzas, etc.

5.4. Retórica en la educación contable

El cuarto ámbito que podemos tener en cuenta en la investigación retórica se relaciona con las prácticas de educación contable, ya sean éstas de carácter formal o informal. Análisis de este tipo incluyen los trabajos de Amernic y Craig (2000b) que identifican las estrategias retóricas de la Guía para entender las finanzas de la IBM; o el trabajo de McGoun, Bettner y Coyne (2007) que se relaciona con algunas de las metáforas utilizadas en la educación contable.

El texto de Amernic y Craig (2000b) inicia con la evaluación a la preocupación que algunos académicos tienen acerca de la posibilidad de que las grandes corporaciones lleguen a invadir el sector educativo y la imposibilidad que tienen las instituciones de educación de competir con aquellas. Para los autores, además de que ésta sea una posibilidad real, las corporaciones ya se encuentran formando contadores, y ¡gratis!, a través de mecanismos no tradicionales, como las páginas web. Así, toman el caso de la Guía para entender las finanzas disponible en la página web de la IBM (en el año 1998). Esta guía, según los autores, enseña la contabilidad financiera de un modo no-problemático, es decir, dejando de lado las profundas controversias que alrededor de la elaboración de informes contables existen en los medios académicos y regulativos. Por otro lado, muestran las diferentes metáforas presentes en la Guía, tales como: 1.) metáforas verbales: ‘una compañía es una entidad limitada (con fronteras)’; ‘el efectivo es la sangre de los negocios’; ‘una empresa es una persona/un organismo biológico’; ‘los estados financieros son un lenguaje’; ‘los estados financieros son contenedores’; o ‘los estados financieros son fotografías’; o, 2.) metáforas visuales: ‘IBM es un guía’; o ‘una compañía es un equipo deportivo’. Amernic y Craig (2000b) concluyen que IBM enseña contabilidad, pero un tipo de contabilidad que ignora las dimensiones sociales y desproblematiza las numerosas decisiones y estructuras sociales presentes las metáforas enseñadas en la Guía.

Las investigaciones centradas en la retórica de la educación contable puede llevarnos a evaluar los (pre)juicios bajo los cuales los contadores ‘del futuro’ son formados y la manera en que ellos pueden llegar a observar y a actuar en el mundo laboral. Estas investigaciones pueden llevarse a cabo en el aula de clase, en los textos guía, en los instrumentos de enseñanza virtual e, incluso, en los reportes contables de las empresas, dado que estos últimos pueden ser unas importantes herramientas pedagógicas.

5.5. La retórica en las prácticas contables

Un quinto tipo de investigación puede ser llevado a cabo en el marco de las prácticas organizacionales, identificando el papel de la retórica contable en la consolidación de un tipo de organización específico. La retórica puede ser encontrada en momentos como la elección de una práctica contable particular, en los procesos de elaboración de informes contables o en los informes contables entregados al exterior de la organización. Trabajos en esta materia los han realizado investigadores como Hooper y Pratt (1995) quienes analizaron el papel de la contabilidad y su retórica en la New Zealand Native Land Company; Courtis (2004) quien observó las prácticas de producción de informes anuales tomando en cuenta, principalmente, el papel del color en dichos informes; Bourguignon (2005) quien llevó a cabo un análisis crítico acerca del proceso de reificación de la creación de valor empresarial; Crowther, Carter y Cooper (2006) que a la luz de la poética analizaron los informes anuales de diversas compañías de prestación de servicio de acueducto; o Amernic y Craig (2000a) quienes evaluaron el papel de la contabilidad en la primera carta a los accionistas emitida por Walt Disney en 1940.

5.6. La contabilidad como herramienta retórica

Otra posible esfera puede ser la llevada a cabo por investigadores ‘externos’ a la disciplina, como Aho (1985). Carruthers y Espeland (1991), Klamer y McCloskey (1992), o Porter (1992), quienes han indagado en el papel que la contabilidad y su retórica juegan en las relaciones sociales en general y en el desempeño de otras disciplinas en particular (Christensen, 2004; Moerman & van der Laan, 2007; Solli & Jönsson, 1997; Mellemvik, 1997).

La aparente objetividad y neutralidad de la contabilidad sirve como argumento de autoridad, como metáfora, para otras disciplinas. Klamer y McCloskey (1992) muestran cómo la economía se alimenta de los conceptos contables para llevar a cabo sus modelos y sus argumentaciones. “La economía (…) está dominada por ideas contables. Muchos economistas podrían ser sorprendidos por esta proposición pero, en efecto, su campo es reglamentado por poco. Costo y beneficio, racionalidad y cálculo, de- penden de un conjunto de libros como un sistema cerrado, cubriendo por definición cualquier cosa que haya que cubrir. Los inventarios y los flujos, el capital y el ingreso; el producto neto de la depreciación; el gasto igual para todos; el flujo circular; la escasez; la elección bajo constreñimientos” (Klamer & McCloskey, 1992).

Todo lo anterior, nos lleva a plantear que los potenciales de investigación retórica en contabilidad son amplios. Como se dijo inicialmente, este tipo de investigación puede ser de gran utilidad para perspectivas interpretativas y críticas de la contabilidad. Del mismo modo, la investigación retórica puede llevarse a cabo dentro de las organizaciones, en la práctica contable, en la academia contable y en sus productos científicos, y en la sociedad en general que es usuaria del lenguaje contable. La invitación es a promover la investigación interpretativa-crítica y la investigación retórica en contabilidad.

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Notas

. Este artículo es producto de la investigación que se está llevando a cabo en la Universidad la Gran Colombia, titulada “El concepto de control desde la década de los noventa del siglo XX y su incidencia en el saber contable”.


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