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PALABRAS CRUZADAS
Alan Laursen
Alan Laursen
PALABRAS CRUZADAS
Intersecciones en Comunicación, vol. 1, núm. 9, 2014
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
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PALABRAS CRUZADAS

Alan Laursen
Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina
Intersecciones en Comunicación
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina
ISSN: 1515-2332
ISSN-e: 2250-4184
Periodicidad: Anual
vol. 1, núm. 9, 2014

Recepción: 16 Julio 2015

Aprobación: 03 Diciembre 2015


“Identidades, lucha simbólica, discursos contrapuestos y estrategias argumentativas, en cartas de lectores y solicitadas en el diario “La Voz del Pueblo” de Tres Arroyos, en torno al conflicto por el cierre del Colegio Argentino Danés entre 2009 y 2010”

El propósito de la presente investigación fue abordar la identidad cultural de los descendientes de daneses de la ciudad de Tres Arroyos y zona, dando cuenta de la misma a través del análisis del discurso de un corpus compuesto por una serie de cartas de lectores aparecidas en La Voz del Pueblo, el diario local. Las mismas tienen origen a partir de un conflicto suscitado dentro de la colectividad por la decisión del cierre en el año 2009 del Colegio Argentino Danés, escuela privada a cargo de la Sociedad Protestante del Sur, entidad centenaria de tipo étnico perteneciente a dicha colectividad.

La decisión en asamblea institucional de cerrarlo provocó la división entre la masa societaria de la Sociedad Protestante, discrepancia que haciéndose pública en los medios también dividió las opiniones en la colectividad en general y dentro de la propia comunidad de la ciudad de Tres Arroyos. Entre los años 2009 y 2010 el diario local fue escenario de una serie de cartas de lectores de actores sociales vinculados a la colectividad representando y defendiendo ambas posturas, constituyendo éstas en reiteradas oportunidades un diálogo. El mismo reflejaba la evidente existencia de discursos contrapuestos

–y un conflicto de intereses– respecto a la propia identidad dano- argentina, maneras divergentes de contemplarla y de hablar desde el lugar de la misma; como así también discordancias en la visión acerca de sus aspectos constituyentes y características diferenciales (tradiciones, función social tradicional, valores, etcétera). Este trabajo constituye un intento por desentrañar dichos discursos a través del análisis no solo de la propia identidad, sino también de las estrategias y recursos comunicacionales, argumentativos y lingüísticos puestos en juego en el corpus.

Sociedad Protestante del Sud – Colegio Argentino Danés: breve historia

La historia de la creación del Colegio Argentino Danés (CAD) es central para comprender el vínculo entre religión y educación, las dos funciones institucionales que actúan como centro de la disputa. El CAD es un establecimiento educativo rural, cercano a la localidad de Micaela Cascallares (partido de Tres Arroyos) que tiene sus orígenes de la mano de la Sociedad Protestante del Sud (SPS) fundada por inmigrantes daneses como entidad de raíces religiosas. El nacimiento de la misma no dista mucho del origen de otras entidades étnicas nacidas a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con la gran afluencia migratoria al país.

La historiadora María Mónica Bjerg en su libro “Entre Sophie y Tovelille” (2001) hace un detallado relato de cómo el inmigrante danés fue adaptándose a un nuevo territorio geográfica y cultural- mente diferente al de su país de origen, cómo fueron las estrategias de adaptación que llevó a cabo en la pampa argentina, y cómo la religión al igual que la educación jugaron un rol central en la historia de la colectividad. Sobre todo, a partir del intento de preservación de sus rasgos étnicos. El luteranismo fue un fuerte puntal en el modo en que las colectividades danesas se organizaron y adaptaron. Para la rama gruntvigiana de esta corriente religiosa profesada por los inmigrantes, “el pasado era un recurso cultural, un puente que unía a los agricultores del siglo XIX con los héroes vikingos de la antigüedad, una fuente de la que abrevaba la identidad nacional danesa” (2001:116). No es de extrañar entonces que el peso del pasado haya tenido un fuerte arraigo en el espíritu de esos pioneros. De hecho el nacimiento de estas instituciones danesas, como la de Tandil (la primera en su tipo) y Tres Arroyos, tiene más que ver con la intención que tenía de convertirse en un espacio para recrear el pasado danés que con la necesidad de tener un espacio de culto de su propia religión que diera respuesta a la negativa de la Iglesia Católica de casar parejas luteranas o permitir la sepultura en el cementerio del pueblo.

A medida que los inmigrantes iban asentándose en estas tierras, afianzándose económicamente sobre todo en el sector agropecuario, la sociabilidad y reproducción del pasado danés tendió a rebasar los límites de lo cotidiano o de las reuniones sociales particulares –con misa incluida–, a fortalecerse mediante una serie de instituciones. La SPS de Tres Arroyos nace el 1º de Mayo de 1901 por el pedido de esta congregación local de contar con pastor propio y no depender más de los viajes del pastor de la ciudad de Tandil. Ese planteo, marca el comienzo de esta institución (la segunda de su tipo en la zona) naciendo así la Iglesia Luterana de Tres Arroyos.

Este tipo de instituciones, religiosas y sociales a la vez, resol- vieron el problema de la adaptación de esa primera generación de daneses. Pero para que tanto esfuerzo no fuera en vano, para las segundas generaciones -ya argentinas- “era necesario reproducir los valores culturales y sociales daneses en la educación de las generaciones nacidas en Argentina. Sin ellas no existiría reaseguro a la permanencia de las formas culturales danesas más allá de la vida de los inmigrantes” (Bjerg, 2001). Para esto nace la escuela en 1917 (luego Colegio Argentino Danés), a partir de la iglesia, con la intención de escolarizar pero también para que cumpla una función puntual y vital para la colectividad en su momento: asegurarse la conservación del idioma danés y las tradiciones del país de origen que aquellas generaciones nacidas en Argentina muy probablemente no llegarían a conocer.

Podemos decir entonces, que las necesidades espirituales y educativas despertaron el interés de crear estos establecimientos. Pero detrás de esas necesidades había una más importante: la de conservar la identidad y sus rasgos constituyentes, frente a una comunidad que se presentaba como una otredad y que amenazaba con “destruirlos” asimilándolos, desde lo cotidiano y desde los intentos de homogeneización desde el Poder. Por eso, por momentos armónicamente y por momentos tensamente, convivieron en estos establecimientos las dos “patrias” y sus símbolos; pero en aquellos principios siempre preponderando “lo danés” y el sentido de pertenencia al grupo.

Análisis discursivo de las estrategias y elementos lingüísticos

El presente artículo se enmarca en la tesina de grado para la carrera de Licenciatura en Comunicación Social (orientación mediática) entre los años 2012 y 2014 en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, dirigida por la Dra. María Teresa Sansèau y co-dirigida por la Lic. Belén Fernández.

El objetivo de la misma fue analizar las huellas discursivas res- pecto a la identidad cultural danoargentina, presentes en el corpus conformado por 16 cartas de lectores, la totalidad de las publicadas durante el conflicto por el Colegio Argentino Danés de Cascallares, partido de Tres Arroyos desde el 22 de marzo de 2009 hasta el 6 de abril de 2010, en el diario La Voz del Pueblo de Tres Arroyos. Resultó necesario contextualizar históricamente el surgimiento y los cambios de las instituciones danesas en pugna, las funciones y valores que encarnan (o encarnaron), su influencia y vigencia actual, dando marco simbólico al conflicto de intereses en torno a ellas, como así también ubicar el conflicto en el marco de la agenda mediática del diario local La Voz del Pueblo. Detectar, además, las estrategias argumentativas puestas en juego por cada postura y por cada autor en particular, en las cartas de lectores del diario La Voz del Pueblo en el período mencionado y establecer la relación entre identidad cultural danoargentina y comunidad, desde una mirada comunicacional e interdisciplinaria, que diera cuenta de su interacción permanente, en relación a las estrategias discursivas de sus actores.

Entendemos que al hablar de cartas de lectores nos referimos a ellas como un discurso, cuya situación de enunciación escrita –en el caso que nos ocupa– se caracteriza por la actuación independiente y autónoma de las personas que se comunican mediante dicho texto: escritores y lectores. Es una comunicación donde los involucrados no comparten el mismo tiempo y espacio (comunicación in absentia) y en consecuencia el espacio-tiempo de escritura y de lectura no es inmediato. En ese caso, es el texto el que debe aportar las instrucciones necesarias para que el lector pueda interpretarlo y construir su sentido activando conocimientos previos. En tanto discurso producido bajo determinada situación de comunicación, es también una práctica social que tiene –explícitamente o no– una intencionalidad concreta que está influenciada por las cosmovisiones propias del emisor y que activa el uso de determinadas estrategias para lograr dicho fin (lo que John Austin (1982) plantea en su noción de acto de habla como acto locutivo, aquel que un emisor realiza “al decir algo” y como acto ilocutivo que está ligado al modo en que se enuncia y la intención que se tiene al hacerlo). Dado que todo discurso es parte de un contexto de enunciación y el análisis del discurso puede ser definido como “el estudio del uso lingüístico contextualizado” (Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls, 1999:101) podemos enmarcar este conflicto suscitado a partir de una decisión interna de una institución en un contexto extradiscursivo inmediato caracterizado por la difusión de las demás cartas de lectores y la amplia cobertura mediática del tema. Debemos pensar también el conflicto desde un contexto nacional/global que tiene que ver con los cambios socioeconómicos que influyen en todos los aspectos de la cotidianeidad humana, siendo el Colegio Argentino Danés y la Sociedad Protestante, como así también sus valores y funciones, entidades que no escapan a ser interpeladas por dichos cambios.

Dado que el discurso para existir necesita un contexto socio-histórico que lo produzca, también se comprende que los mismos discursos son los pilares que dan sostén a ese contexto, a lo social, y que influencia las vidas de los actores sociales y sus relaciones mutuas. Al analizar el corpus se hace evidente que el contexto que puede detectarse allí tiene un correlato con el contexto real de la enunciación, el aquí y ahora en donde está parado el enunciador y que influye en sus enunciados, y puede observarse mediante diversas estrategias lingüísticas como el uso de deícticos, modalidades (Maingueneau, 1980), modos verbales, modalizaciones, adverbios, subjetivemas y demás elementos del discurso.

En cuanto a las estrategias más relevantes empleadas por los autores de las cartas de lectores que constituyen el corpus de análisis de nuestro trabajo de investigación, podemos destacar las secuencias textuales explicitadas por J. M. Adam (1992) y las funciones del lenguaje (Jakobson, 1985), que constituyen una de las más marcadas características de las mismas. Siendo las cartas parte del género textual denominado como “de opinión” las ubicamos como textos argumentativos en donde por descontado hay una marcada preponderancia de las funciones argumentativa y la explicativa, en la medida que se espera la adhesión a un punto de vista dando argumentos que son explicitados y justificados por su enunciador. A la vez, la secuencia textual narrativa aparece cuando los autores dan cuenta de una sucesión de hechos en el tiempo que son causa o consecuencia del tema sobre el cual se está argumentando. Por otro lado, la descripción tiene también su lugar en este tipo de textos aportando al marco de justificaciones que rodean a los argumentos, para lograr su pretendido efecto en el receptor. Solo una de las cartas presentó una visible secuencia instruccional -poco común en este tipo de textos- donde su autor plantea una serie de pasos a seguir a aquellos que quieren participar en la salvaguarda del Colegio. Dicho caso da cuenta de la amplia gama de posibilidades que ofrece el lenguaje a la hora de brindar estrategias lingüísticas, incluso ante las limitaciones del género al que tienen que atenerse.

En cuanto a las funciones del lenguaje presentes en las cartas

que son objeto de nuestro análisis, destacamos la presencia de la emotiva, la apelativa, la referencial y la poética. En tanto que los textos argumentativos tienen como finalidad causar efecto en el destinatario, el enunciador toma posición sobre el tema (emotiva) y busca persuadir o convencer a su interlocutor sobre este asunto (referencial) para que adhiera a su misma posición y la tome como suya (apelativa). Respecto a la función poética, se encuentra presente en la forma en la que el texto se estructura, por requerimiento del género y en cómo se adecua al medio. Dicha función es más evidente en textos literarios en donde el lenguaje busca la belleza del texto. Sin embargo consideramos que la armonía de los textos producto de su estructura convencional puede ser clasificada en este tipo de función del lenguaje. La función estética está en todo el texto porque involucra su composición léxico-sintáctica (términos, construcciones), y está orientada a llamar la atención e interpelar al destinatario. El uso de metáforas y frases con valor emotivo que pueden leerse en algunas cartas dotan al mensaje de cierta dimensión poética.

El análisis discursivo, entonces, permite identificar todas aquellas estrategias utilizadas por los enunciadores de las cartas para lograr el efecto deseado, de acuerdo a las características del género, y las secuencias textuales y las funciones del lenguaje que operan en ellas. Es preciso señalar que, tal como lo plantea Umberto Eco (1979), cada enunciador prevé un tipo de Lector Modelo que tenga la capacidad para actualizar el texto del modo previsto. Por otro lado, también agrega Eco la figura del Autor Modelo, al que concibe como “una hipótesis interpretativa cuando estamos frente al sujeto de una estrategia textual tal como el texto mismo lo presenta” (1979:93). Considera Eco que las circunstancias de enunciación también de- terminan al Autor Modelo. En el caso del corpus seleccionado, el lector empírico de las cartas se plantea para sí una hipótesis de Autor Modelo mucho más claramente que la construcción de Lector Modelo que se imagina el autor de las cartas. La imagen de Autor Modelo que en este caso hicieron los lectores consideramos que coincide con el Autor Empírico, dado que el autor se está haciendo cargo de su postura y está dando sus razones desde el punto de vista de sus convicciones. Al estar los autores involucrados en el conflicto de algún modo, dichas convicciones no estarían en general puestas en duda por el lector al construir su Autor Modelo.

Por otro lado, el lector tiene la oportunidad de contrastar lo expuesto por cada autor con el contexto de enunciación. Este ha sido expuesto de modo informativo, complementado con testimonios y notas especiales en las páginas del diario y también en otros medios de comunicación. Estas informaciones han sido publicadas durante el transcurrir de la aparición de las cartas y han brindado motivos para la aparición de las mismas, a la vez que contribuyeron a darle a los lectores de las cartas y por ende del diario, una herramienta más de comprensión –favorable o crítica– respecto a la posición de cada autor.

Según lo plantea Umberto Eco, “un texto no sólo se apoya sobre una competencia: también contribuye a producirla” (1979:81), de modo que cada carta, además de las informaciones en los medios, contribuye a agregar una competencia al lector para interpretar la siguiente.

La argumentación

Al igual que el análisis lingüístico, el análisis argumentativo se realizó para cada una de las cartas, haciendo hincapié especialmente en las más ricas a las que abordamos de modo individual y no general. Como metafóricamente expresamos en nuestro trabajo, el diario local fue “el campo de batalla” en la que se dirimió esta lucha simbólica entre dos posturas, y los argumentos fueron la principal arma de dicha contienda, no principalmente como ataque al oponente sino como intento de ir más allá e imponer su visión en la opinión pública. Son los argumentos entonces, una herramienta de influencia sobre los valores y creencias de otros para modificarlos de acuerdo a lo que adhiere el proponente. Dicho conceptualmente:

La argumentación es la operación por la cual un enunciador busca transformar por medios lingüísticos el sistema de creencias y de representaciones de su interlocutor. (Plantin, C: 1996)

Específicamente, la idea de la argumentación es dar vuelta un discurso utilizando otro discurso opuesto, y ésta puede distinguirse no solo en debates y conversaciones (situaciones dialógicas) sino también puede analizarse sobre discursos monológicos, como las cartas de lectores, aunque reconocemos que la argumentación tiene una dimensión dialógica en la medida que presupone un destinatario y además, en casos como las cartas de opinión, recibe una respuesta o se la referencia. Por supuesto siempre considerando –como ya dijimos– que tanto la carta A como su respuesta en una carta B no se producen simultáneamente, sino que, dadas las características de los textos escritos, su escritura y lectura no comparten la misma situación de espacio y tiempo. Sea cual sea el caso en el que se presente una situación de argumentación, el objetivo primordial de la misma es el logro de consenso sobre determinada polémica, con el propósito de resolver las diferencias de opinión y activar y profundizar el disenso como condición necesaria para la renovación del pensamiento.

Los argumentos en el caso del corpus en cuestión fueron abordados desde la retórica aristotélica (a través del análisis de una de sus cinco operaciones principales: la dispositio) y la Nueva Retórica de Chaim Perelman. La retórica aristotélica se analizó desde sus cuatro grandes componentes: exordio (primera parte de un discurso, su comienzo y su anuncio), narratio (el relato de los hechos que conforman la causa, compuesto no solo por el punto de vista de la prueba sino también los hechos y descripciones), confirmatio (o demostración, es la exposición de los argumentos. Se enuncian las pruebas elaboradas a lo largo de la inventio) y epílogo (parte final del discurso. Es lo que determina que el oyente/lector se ubique a favor o en contra de lo que se ha expuesto). El resultado del análisis arrojó que fueron pocas las cartas que respetaban la estructura total de la dispositio, hallándose en general la ausencia de uno o dos de estos componentes.

Sobre la Nueva Retórica, establecimos que esta teoría argumentativa no se fundamenta sobre verdades únicas e inamovibles sino que parte de pensar que los actores sociales adhieren a diferentes opiniones de modo variable, que las ideas están subyacentes, implícitas, y que solo surgen a partir del desacuerdo; lo que hace necesario precisarlas y formularlas. En la noción de desacuerdo, se plantea que el conflicto es el marco de la situación argumentativa (y no las situaciones neutrales que planteaban los lógicos) porque genera argumentos para convencer a otros sobre el punto de vista que se defiende. En el caso del conflicto del CAD, nos encontramos ante un desacuerdo entre dos visiones opuestas dentro de un mismo grupo humano que conforma una institución, y los argumentos al respecto entre estas dos partes primero tuvieron lugar a puertas cerradas en asamblea, pero luego se introdujo a un tercero en la discusión al hacerla pública mediante las cartas: el público/comunidad de lectores (en palabras de la Nueva Retórica, el auditorio, para la lingüística, los enunciatarios). La llegada del tema del CAD al ámbito público actuó como una estrategia para lograr adhesión comunitaria apelando al sentido de justicia y así mover el engranaje institucional público que, representado en el poder político-judicial, fue moviéndose hacia el fin de la discusión.

Pero la importancia fundamental al analizar las cartas, para esta teoría, son las bases de acuerdo, es decir, los puntos de partida sobre los cuales el orador construye su argumentación, y son múltiples. Se puede acordar sobre hechos, verdades, presunciones (pertenecientes a “lo real”) y valores, lugares de preferencia y jerarquías (“lo preferible”). En el caso del corpus analizado las bases de acuerdo fundamentales son el prestigio educativo y el legado de los pioneros, pero son planteados de modos diversos en las cartas de ambas partes, para justificar sus argumentos respecto al tema central: el potencial cierre del CAD por razones económicas.

La identidad cultural danoargentina como construcción discursiva

El objetivo central de nuestro trabajo fue identificar –a partir del análisis discursivo y argumentativo– la serie de mecanismos sociales que intervienen en la construcción de la identidad cultural particular de un grupo o de una sociedad y el carácter de los mismos, en donde lo único permanente en ellas es el cambio continuo. Fue importante incorporar aquí la postura de Stuart Hall, quien coincide con el postulado que afirma que antes de la modernidad, el sujeto, su identidad y el mundo que habita se concebían como unidos y predecibles. La modernidad, entonces, es la ruptura de esa concepción y el reconocimiento de que las identidades y el proceso de identificación son más abiertos y variables. En estos términos es que se habla de una fragmentación de las identidades.

El análisis que hemos planteado permite contemplar que detrás de la discusión sobre el destino del CAD se da otra discusión: la de la propia identidad danoargentina. Alrededor del CAD y el conflicto respecto a su intento de cierre se plantean múltiples representaciones identitarias de los sujetos en tanto miembros de dicha colectividad. Esto evidencia que no hay una visión unificada en el relato que estos mantienen acerca de la identidad danoargentina, sobre su presente y sobre su constitución histórica y sus protagonistas fundadores.

Hall sostiene que la cultura en la que estamos inmersos es organizadora de las representaciones y significaciones que configuran nuestra identidad como parte de la misma, y que en la modernidad aparece fragmentada. Por ello, se evidencia en nuestro corpus la idea de que la identidad cultural danoargentina viene dada desde el pasado inmigrante. Por lo tanto, la coyuntura socio-histórica de aquella época y su carácter incipiente puede haberse experimentado como “cerrada”. En el presente sigue siendo re-significada, aunque se evidenció que hay discrepancias en cuanto a su concepción histórica. Algunos ven al CAD como un bastión importante de la identidad de la colectividad desde sus inicios; otros, como un engranaje más de la SPS, cuyo salvataje no debe poner en riesgo a la entidad mayor (que sería la representante primigenia de los valores identitarios).

Además se detectó que a la hora de argumentar desde una identidad en particular como la danoargentina, se necesita recurrir inmediatamente a otras figuras para reforzar el peso de los argumentos porque la identidad danoargentina –que fue heredándose como un conjunto de tradiciones y cosmovisiones con cierto arraigo a lo danés– se presenta como un recurso que vale por su peso simbólico y su raigambre con un pasado fundacional, aunque en el contexto actual y con cambios sociales tan profundos se vio transformada. Recordemos que quienes hoy son los herederos de esa identidad son generaciones que se criaron en la Argentina moderna y cuyo vínculo con Dinamarca es mucho más difuso y endeble, al menos comparativamente a las épocas anteriores. Sin embargo, la discusión sobre esa identidad, pese a las transformaciones ocurridas demuestra que sigue teniendo vigencia a través de lo legado.

Las identidades nacionales son una de las bases centrales de la identidad cultural. Por ello, podemos afirmar entonces que una con- fluencia de significados producto de dos identidades nacionales –la argentina y la danesa– que se interrelacionaron a lo largo de más de un siglo, son las que dan forma a lo que entendemos como identidad cultural danoargentina. Las identidades nacionales/culturales se constituyen así en un conjunto de significados, producto de un sistema de representación cultural con funciones homogeneizantes (Hall, 2010). Aquellos inmigrantes daneses que llegaron a la República Argentina trajeron consigo las pautas de una identidad cultural nacional que les fue inculcada en Dinamarca y que en parte intentaron recrear en estas tierras. Sabían que debían convivir allí con otras identidades culturales nacionales, traídas por inmigrantes de otros países y también con la “oficial” impulsada desde el Estado argentino ante las oleadas inmigratorias (que también fueron una política de Estado).

La identidad cultural danoargentina, entonces, ha sido el resultado del intento de la identidad cultural danesa de funcionar, mantenerse y recrearse en otro territorio, y de convivir con las tensiones inherentes al contacto con otros conjuntos significantes, representado como lo “no danés” que engloba no solo la imposición de la cultura oficial y la convivencia con lo criollo, sino también las demás colectividades de inmigrantes que también arribaron al territorio.

Esto justifica el hecho de que no podamos concebir a la identidad cultural como unificada sino que dentro de sí, pese a los intentos homogeneizantes, subyacen las diferencias, contradicciones y divisiones. Así como la globalización, la inmigración puso en contacto las identidades culturales, que terminaron influenciándose –necesaria e inevitablemente–. Lo que se intenta de este modo recuperar es la idea de que no hay nada cerrado en lo social, que todo es abierto y cambiante.

Otra base teórica en la que nos basamos fue la obra de Ernesto Laclau, quien desde la Teoría Política plantea –a partir de conceptos como discurso, articulación, hegemonía y antagonismo– la imposibilidad de concebir a la sociedad como un sistema acabado y cerrado. El carácter abierto y por ende cambiante de toda sociedad está determinado por la articulación de elementos en su interior y su sobredeterminación mutua, el cambio permanente y la presencia de fuerzas antagónicas que subvierten significados y significantes de la totalidad estructurada de una formación discursiva. En una sociedad existe una práctica llamada articulación, la cual “(…) establece una relación tal entre elementos, que la identidad de éstos resulta modificada como resultado de esa práctica” (Laclau, 1987:5). El resultado de toda articulación es una totalidad estructurada deno- minada discurso o formación discursiva, donde conviven a la vez posiciones diferenciales articuladas (momentos) y diferencias inarticulables (elementos). La coherencia de toda formación discursiva está determinada por una regularidad presente en su interior, en donde se encuentran elementos que ocupan una posición diferencial y cuyas identidades son el producto de una relación necesaria con los otros elementos al interior de la misma.

En este caso puntual, entendemos como comunidad fundamentalmente a la población de la ciudad de Tres Arroyos y demás ejidos que constituyen el partido y algunas áreas circundantes al mismo, en donde los descendientes de daneses (la colectividad) se han afincado, dedicándose fundamentalmente a tareas agropecuarias o vinculadas a la actividad en el campo. La colectividad danesa de Tres Arroyos se compone en la actualidad de unos pocos hijos de esos primeros pioneros, y en su mayoría por terceras, cuartas y subsiguientes generaciones de descendientes. Una sociedad como la tresarroyense articula en su interior diversidad de elementos producto de diferentes épocas, grupos étnicos y procesos económicos. Sin duda, la actividad económica agropecuaria al ser una de las principales de la zona tiene una importancia fundamental dentro del discurso local. A esto se añade el rol de los pioneros inmigrantes de diversas nacionalidades –fundamentalmente europeas– que se han inclinado desde sus inicios al trabajo de campo como jornaleros o peones y luego a la posesión de tierras. Sin dudas el vínculo inmigración y actividad agropecuaria es extensamente reconocido al interior de los discursos sociales circulantes.

Por otra parte, la presencia inmigrante también está en la comunidad a través de la labor institucional, con o sin fines de lucro. En el caso de la colectividad danoargentina se representa a través de la Sociedad Protestante del Sud y las instituciones que incluye o incluía. Tenemos por un lado la Iglesia Protestante y su cementerio, y el Colegio Argentino Danés. Y en segundo lugar el Club Danés y una empresa aseguradora de ciertas características cooperativistas, al estilo de las primeras sociedades de socorros mutuos que protegían el capital agropecuario de la tierra.

Retomando el eje central sobre hegemonía que propone Laclau, la misma “supone el carácter incompleto y abierto de lo social, que solo puede constituirse en un campo dominado por prácticas articulatorias” (Laclau, 1987:155). Por otro lado, no solo podemos hablar de hegemonía a partir de la articulación sino que:

“es preciso, además, que la articulación se verifique a través de un enfrentamiento con prácticas articulatorias antagónicas. (…) Las dos condiciones de una articulación hegemónica son, pues, la presencia de fuerzas antagónicas y la inestabilidad de las fronteras que las separan”. (Laclau, 1987: 156-157).

Entonces, entendemos que la idea del antagonismo es válida para comprender el núcleo de nuestro análisis. La hegemonía aquí está representada en el intento y la lucha de hegemonizar sentido. Se libra una lucha simbólica por la imposición de una imagen identitaria dominante. Dentro de la colectividad existen “prácticas hegemónicas suturantes” que plantean una visión privilegiada de la identidad definida por el peso de las tradiciones y valores de los inicios, que traen en su seno cierto carácter mítico.

Como vimos en las cartas de lectores, no hay una visión homogénea respecto a ciertos significantes fundamentales en el universo discursivo del grupo. Educación, fe, tradición, comunidad se evidencian en las cartas como significantes a los que las “fuerzas antagónicas” asignan un significado o rol desde diferentes lugares. Esto quedó explicitado en el análisis discursivo y argumentativo que hemos desarrollado. Dichos significantes pueden ser, desde Laclau, pensados como significantes flotantes ya que cada una en el sentido estricto tiene un significado específico pero a la vez en las cartas se presentan como inestables representando diferentes visiones. Por ejemplo, Tradición puede representar al grupo de saberes y manifestaciones culturales, rituales de una etnia, como así también sus valores, y también puede verse como aquella raíz cultural que define a un sujeto o grupo frente a otros y los distingue como colectividad. Además, podemos considerarlos significantes vacíos dado que la mayoría se desprende de su significado específico y simboliza en cambio otros significados equivalentes. Siguiendo con el mismo ejemplo, la Tradición es concretamente representada como las raí- ces danesas en Argentina y la preocupación por la supervivencia de las mismas, es decir, como el legado de los antepasados pioneros. Pero las cartas de lectores evidencian que mientras para algunos las tradiciones están a salvo si se sacrifica el Colegio, en pos de priorizar la estabilidad de la Sociedad Protestante, otros ven en él uno de los factores más importantes en cuanto a conservar esas tradiciones se refiere. Para otros la idea de solucionar el asunto cediendo el Colegio Argentino Danés para que la Sociedad Protestante sobreviva, parece significar que las tradiciones están a salvo si se mantiene la totalidad del entramado institucional tradicional. Entonces, tradición pasa a ser sinónimo de respeto a los esfuerzos pioneros y a los valores heredados, a la educación y a la fe.

Los núcleos significantes de educación, tradición y fe han cambiado en el modo en que se los plantea, respecto a cómo se lo hacía en el pasado. Entendemos que con el paso de casi un siglo los cambios sociales afectan las maneras y los contenidos de dichas concepciones. La identidad –en este caso la danoargentina– es el producto de una articulación de diferencias, y por ende no se la puede entender como fija e inalterable sino que está continuamente en construcción, por lo que existe un “otro” compuesto por personas e identidades diferentes que la influencian y la definen. Relación de sobredeterminación permanente que va cambiando con el tiempo la propia representación identitaria de los actores sociales.

Siguiendo esta línea teórica, afirmamos que las posiciones discursivas de cada sujeto están determinadas desde múltiples discursos dentro de la trama interdiscursiva, y su posición discursiva es el resultado de la sobredeterminación de un otro (discurso/persona/s). Si lo pensamos desde el punto de vista de la articulación y de la apertura de lo social, comprendemos que las identidades nunca son cerradas y establecidas, sino que se sobredeterminan por la presencia de identidades antagónicas -como construcciones discursivas- que las subvierten.

En las cartas de lectores quienes están a favor del cierre y quienes se oponen plantean un “otro” que sobredetermina su posición en el discurso y establecen con él una relación negativa, de antagonismo y oposición, en tanto son sus contrincantes en el conflicto. Aunque ese “otro” sea a la vez un par en tanto miembro de la colectividad que los cobija. A la vez los sujetos de ambas posturas sostienen una relación positiva con un “otro” al que definimos como sociedad/ comunidad, en tanto que se ponen de su lado cuando plantean estar defendiendo a la vez con su causa los intereses comunes del ciudadano. Esta posición manifiesta que se busca convencer al resto de comunidad, en tanto miembros de la opinión pública y potenciales agentes de acción a favor de alguna de las posturas en pugna. Ambos grupos plantean su defensa a la colectividad y su identidad pero lo hacen desde posturas contrarias, observando sus luchas como la única vía posible.

En este punto es interesante retomar las relaciones que pudimos establecer entre las teorías de Laclau y de Eliseo Verón (1984). Los emisores y receptores de los discursos están inmersos en un contexto que determina su discurso, pero Verón no refiere a la idea de un con- texto pensándolo como un momento puntual, en donde transcurre una situación comunicativa sino que incorpora a un discurso los discursos previos, es decir, aquellos que ya han sido reconocidos (gramática de reconocimiento) y que pasan a formar parte de un nuevo discurso (gramática de producción) que también será reconocido y parte de otro nuevo, lo que Verón define como semiosis infinita. Esta idea puede ser tomada en cuenta como un punto en común con Laclau, en la medida en que éste plantea la imposibilidad del discurso de ser concebido como una entidad cerrada e inalterable. Durante la gramática de producción de las cartas de lectores, los autores no solo están influenciados por los discursos inmediatos que circulan (noticias en los medios sobre el tema, cartas previas, etcétera) sino que también ponen en juego discursos anteriores, previos al conflicto, procedentes desde la historia misma de la colectividad, del colegio, etcétera. Recuperando el sentido de todos esos discursos durante su reconocimiento, están produciendo discursos nuevos que serán luego recuperados por otros.

Consideraciones finales

La identidad cultural de los descendientes de daneses en la Argentina que como señalamos está estrechamente ligada a la congregación religiosa protestante ha sido para los inmigrantes y sus descendientes un sistema de valores tradicionales en el que enmarcarse en pos de no perder los rasgos identitarios daneses. Por lo tanto tuvo en la institución del Colegio Argentino Danés uno de los principales pilares de esa conservación, descontando la labor educativa del mismo que debía adscribirse a las reglamentaciones educativas argentinas. Siendo desde su origen en 1917 la educación y la religión dos realidades convivientes y relacionadas, casi un siglo después ambas realidades fueron el motivo simbólico del conflicto, entre quienes priorizaron la religión sobre la labor educativa y quienes desestimaban la supremacía de la una sobre la otra, sosteniendo que podían seguir coexistiendo sin tener que planteársela como una elección entre ambas.

Quedó expuesto así, a través del análisis discursivo y retórico, la existencia de distintos modos de los autores de posicionarse en su discurso respecto al conflicto. Los recursos lingüísticos fueron fundamentales a la hora de sostener su postura por parte de cada autor de las cartas y dotar de sentido a lo que se enunciaba, como así también los recursos retóricos en el que las estrategias argumentativas funcionaron –como metafóricamente sostuvimos- a modo de armas, con las que se pretendía justificar su postura y desestimar la del otro sector en pugna, apelando a los valores tradicionales y los esfuerzos de los pioneros –en consonancia con la invocación a la identidad cultural heredada-. También sosteniendo razonamientos de tipo económico, ético y cívico al posicionarse desde otros lugares, no ya como danoargentino o ligado a la institución afectivamente, sino como ciudadano que requiere justicia y equidad.

Desde el punto de vista argumentativo y comunicacional, consideramos que la estrategia del grupo que defendía la permanencia del CAD de llevar el tema por fuera de las discusiones internas y trasladarlo a la opinión pública fue decisiva para la resolución del conflicto. Pero además, creemos en este punto que de haberse mantenido como una cuestión netamente interna de la Sociedad Protestante, la discusión sobre la propia identidad no hubiese alcanzado la profundidad que logró de esta manera. Por tanto, la adopción del (único) diario local como medio privilegiado para escenificar esta disputa, le dio al conflicto una entidad mucho mayor que también posibilitó la lectura y relectura de todo lo que se informaba y se discutía, dando la posibilidad de refutación y contestación de lo dicho previamente (tal como se plantea en muchas cartas que son respuestas a cartas anteriores).

La cuestión argumentativa giró siempre fundamentalmente sobre los valores danoargentinos heredados por los inmigrantes, como así también el rol educativo del colegio para toda la comunidad. Sin embargo no estuvieron ajenas también cuestiones más profundas ligadas a la cuestión de los derechos ciudadanos y la crisis social que atraviesa el país, reflejada principalmente en lo educativo. La estrategia –entonces- era despertar la empatía del lector buscando que se posicionara en el lugar que el autor planteaba. Fundamentalmente se apelaba siempre a la cuestión del ciudadano, ya que era la comunidad en general el auditorio que buscaban convencer, para lograr más apoyo.

El conflicto finalmente culmina en el mes de abril de 2010 cuan- do el Ministerio de Educación interviene el Colegio para decidir el destino de la casi centenaria y tradicional institución educativa. La presencia pública del conflicto generó decisiones y movilizó a actores sociales del ámbito estatal, para lograr un acuerdo que pusiera fin a la disputa, en donde más allá de todas las diferencias interinas respecto a la propia identidad y a la administración de la institución, estaban en el medio las cuestiones inherentes al funcionamiento del Colegio y la aplicación del programa educativo en los estudiantes.

La falta de homogeneidad respecto a la visión sobre la identidad y lo que la representa, fue el punto central por el que decidimos incluir a Ernesto Laclau y su Teoría Política en este trabajo. Su planteo respecto a que los discursos sociales no son cerrados y estáticos sino que son abiertos y que cambian en forma permanente debido a prácticas antagónicas que lo subvierten, nos permite aseverar que SÍ había una visión parcialmente cerrada (suturada) y hegemónica de la identidad, que emanaba de la autoridad institucional. Pero en la práctica, la nutrida colectividad danesa –consciente o inconscientemente- la sentía y consideraba desde otros puntos de vista diferentes. Al instalarse un conflicto interno de tal magnitud, estas cuestiones empezaron a hacerse manifiestas y expresadas tanto por parte de miembros de la institución como de parte de miembros de la colectividad en general, sin participación directa en la Sociedad Protestante del Sud. Por ello –cambios epocales y contextuales de por medio- la idea de una identidad perenne y estática es imposible.

Si bien es cierto que se puede considerar tras de ellas cierto matiz de idealización y también de resistencia al cambio, las identidades son vividas de modo diferente por cada individuo. Y los cambios en la misma también ocurren de modo diferente en cada uno, repercutiendo luego en la visión y experiencia colectiva de dicha identidad. Sin embargo la conservación de la identidad cultural y las tradiciones es algo que sigue siendo una preocupación para los danoar- gentinos tal como lo pudimos ver reflejado en las cartas de lectores desde ópticas distintas según cada una de las posturas, ya que en todas se estaba manifestando la preocupación por la posible pérdida del esfuerzo de los ancestros fundadores, que legaron la identidad y también un sistema institucional que la respalda y sostiene.

Cuando en abril del año 2010 el Ministro de Educación Provincial Mario Oporto intervino la institución y designó a un interventor, se dio lugar a un nuevo marco para que el conflicto tuviera una solución que conformara a ambas partes. En enero de 2011, con una decisión trascendental para la institución, se llegó a un acuerdo entre la SPS y la Provincia y el (ex)CAD pasó al Estado por el término de noventa y nueve años, para funcionar como escuela agraria pública, con primaria y secundaria, hecho que se formaliza en febrero, en la asamblea de la SPS. Algo significativo que debe rescatarse es que parte de las exigencias para el acuerdo entre la SPS y el Estado provincial es que el “nuevo” colegio debía conservar la denominación “Argentino Danés”, para no perder la identidad que vincula la historia del Colegio como símbolo y como edificación, con años de “danidad” impregnados en cada rincón.

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