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La Alianza del Pacífico y la hegemonía de China y Estados Unidos[1]
Flavio Rafael González Ayala
Flavio Rafael González Ayala
La Alianza del Pacífico y la hegemonía de China y Estados Unidos[1]
The Pacific Alliance and the hegemony of China and the United States
Política, Globalidad y Ciudadanía, vol. 6, núm. 12, 2020
Universidad Autónoma de Nuevo León
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Resumen: El presente artículo tiene como objetivo explorar la relación de los cuatro países miembros de la Alianza del Pacífico (AP) con la República Popular China (China). La investigación de este artículo se hizo desde un enfoque y metodología cualitativa de tipo analítica. Se encontró que uno de los objetivos de la Alianza del Pacífico es convertirse en una plataforma de articulación política, integración económica y comercial, y proyección al mundo, con énfasis en la región Asia-Pacífico. China es el principal mercado de Asia Pacífico y el segundo a nivel mundial. Sin embargo, la Alianza tiene vínculos importantes con Estados Unidos, tanto por su modelo económico como por los tratados de libre comercio (TLC) que cada miembro tiene con dicho país. Estados Unidos y China se encuentran en una guerra comercial, y ambos compiten por el comercio regional e internacional. El déficit comercial de los miembros de la Alianza del Pacífico con China, el cual también Estados Unidos comparte, se debe al dominio comercial del dragón asiático en el mundo. La forma en que la Alianza del Pacífico está enfrentando dicho déficit es cerrándose al mercado chino y estableciendo alianzas con Estados Unidos. Dicha situación genera cuestionamientos como la forma en que afrontan los países de la Alianza del Pacífico la llamada “guerra comercial entre Estados Unidos y China” y de qué manera enfrentan la dicotomía entre la importancia del creciente mercado asiático lidereado por China frente a ser parte de la zona de influencia de Estados Unidos. Este artículo explora las relaciones entre los países de la Alianza del Pacífico y China de lo que se puede concluir que la nueva Ruta de la Seda es una alternativa para la diversificación de la Alianza del Pacífico.

Palabras clave: Alianza del Pacífico, China, Comercio Internacional, Estados Unidos, Guerra Comercial.

Abstract: This article aims to show the relationship of the four member countries of the Pacific Alliance (AP) and the People’s Republic of China. The third objective of the Pacific Alliance is to become a platform for political articulation, economic and commercial integration, and projection to the world, with emphasis on the Asia-Pacific region (Alianza del Pacífico, 2015). China is the main market in Asia Pacific market and the second in the world, however, the Alliance has important links with the United States, both for its economic model and for the free trade agreements that each member country has with that country. The United States and China are in a trade war, and both compete for regional and international trade. The trade deficit with China, which the United States also shares, is due to Chinese commercial dominance with the world. The way the PA is facing this déficit is by closing the Chinese market and establishing alliances with the United States. This situation generates questions such as the way in which the countries of the Pacific Alliance face the so-called “trade war between the United States and China” and how they face the dichotomy between the importance of the growing Asian market led by China versus being part of the influence zone of the United States. This article explores the relations between the countries of the Pacific Alliance and China, form which it can be concluded that the new Silk Road is an alternative for the diversification of the Pacific Alliance.

Keywords: Pacific Alliance, China, International Trade, United States, Trade War.

Carátula del artículo

Articulos

La Alianza del Pacífico y la hegemonía de China y Estados Unidos[1]

The Pacific Alliance and the hegemony of China and the United States

Flavio Rafael González Ayala **
Universidad Autónoma de San Luis Potosí,, México
Política, Globalidad y Ciudadanía
Universidad Autónoma de Nuevo León, México
ISSN: 2395-8448
Periodicidad: Semestral
vol. 6, núm. 12, 2020

Recepción: 14 Diciembre 2019

Aprobación: 27 Marzo 2020


INTRODUCCIÓN

El objetivo de este artículo es indagar la relación y posibilidades de los cuatro miembros de la AP con la República Popular China. El argumento central de este ensayo es que la AP no tiene una estrategia estructurada como organismo para relacionarse con Asia Pacífico y menos con China. Aunque uno de los objetivos de la Alianza es convertirse en una plataforma de articulación política, integración económica y comercial y proyección al mundo con énfasis en la región Asia-Pacífico. Las relaciones políticas, económicas y comerciales se han dado en un contexto bilateral. Dicho contexto genera diferentes escenarios, uno con estrecha vinculación y otro con relación lejana.

Este texto muestra la situación de dicha relación, se divide en cuatro partes. La primera analiza el contexto global y los mega acuerdos en la región Asia Pacífico. La segunda explora el antecedente histórico de la ruta de la seda y los vínculos con América Latina. La tercera examina la relación de la AP y de cada integrante con China. Finalmente se concluye observando las diferentes opciones posibles en la relación con el dragón asiático.

FUNDAMENTO TEÓRICO
El contexto global

La Asociación Económica Integral Regional (Regional Comprehensive Economic Partnership, RCEP) es un proyecto chino, el cual pretende crear el TLC más grande del mundo. El acuerdo está integrado por quince paises que son: Australia, Brunei Darussalam, Camboya, Corea del Sur, China, Filipinas, Indonesia, Japón, Laos, Malasia, Myanmar, Nueva Zelanda, Singapur, Tailandia y Vietnam (ASEAN, 2019). La RCEP abarcará 47% de la población mundial, 32.2% del PIB mundial, 32.5% de la inversión global y el 29% del comercio del planeta (Vidal Liy, 2019).

La RCEP consolida la influencia de China en Asia, mostrando su éxito político y económico, que de concretarse mostrará a dicho país como líder global y su capacidad negociadora en un contexto multilateral del cual Estados Unidos con el gobierno de Trump se ha alejado, prefiriendo negociaciones bilaterales como en el caso del T-MEC cuyas negociaciones fueron en principio entre los tres países y más tarde realizó negociaciones con México y para el cierre de las mismas, pidió a Canadá que las aceptará. Frente a la guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China, la RCEP busca fortalecer la economía china, en un periodo en que su crecimiento se hace más lento.

Por otro lado, Estados Unidos optó por su salida del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), un ambicioso tratado de libre comercio cuyo objetivo era apuntalar la influencia de Washington en la zona Asia Pacífico; mientras que mantenía negociaciones con México y Canadá por el otrora Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ahora llamado T-MEC.

Es decir, RCEP y TPP tienen como zona objetivo a Asia Pacífico y en ello coinciden con la AP, que busca “convertirse en una plataforma de articulación política, integración económica y comercial, y proyección al mundo, con énfasis en Asia Pacífico”. Dicho principio pretende generar vínculos a través del Pacífico y ser la base del desarrollo de acuerdos comerciales y procesos de integración económica comerciales y procesos de integración económica en la región (Perez Restrepo, y otros, 2018).

La AP está integrada por Colombia, Chile, México y Perú y se formó en 2011; esta alianza pretende ser una plataforma crucial para el comercio internacional de sus miembros con el mundo bajo los principios de liberalización comercial, viabilidad mercantil y cooperación económica. De modo que la AP es un acuerdo megaregional, que a pesar de estar integrada por cuatro naciones, cuenta con la observación de 57 países , además de ser una alianza en potencial crecimiento ya que distintas naciones tienen la intención de integrarse, algunos de ellos son Costa Rica, Ecuador y Panamá, y otros se encuentran en proceso de incorporación como son Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Singapur (Alianza del Pacifico, 2019).

En el siglo XXI, la región Asia-Pacífico es protagonista del nuevo centro de desarrollo del comercio mundial. El comercio en esta región se fomenta por un regionalismo abierto que en un principio contaba con acuerdos entre economías vecinas (intrarregionales) para más adelante ampliarse y realizar lazos transpacíficos, uno de ellos el RCEP impulsado por China. El antecedente directo al RCEP es el Área de Libre Comercio de Asociación de Naciones del Sureste de Asia (AFTA por sus silgas en inglés) cuya creación se hizo en 1992, pero fue vigente hasta 2002.

El TPP está integrado por Australia, Brunéi Darussalam, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Su antecedente es el Pacífico Cuatro (P4) que se formó en 2006 dentro del marco del Foro Económico Asia Pacífico (APEC), y es una zona de libre comercio entre Brunéi Darussalam, Chile, Nueva Zelanda y Singapur, el cual, se transformó en 2008 en el TPP, al cual se incorpora Estados Unidos y se retira del acuerdo en 2016. Sin embargo, los demás siguen con la intención de continuar con el pacto.

La salida de Estados Unidos del TPP deja el camino abierto a China para liderear el comercio en Asia Pacífico. El TPP se concebía como el pilar económico para apuntalar la influencia de Washington en Asia-Pacífico. Con dicho abandono del acuerdo se dio vitalidad al RCEP, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, uno de los principales impulsores del acuerdo transpacífico afirmó “No cabe duda de que daremos un giro hacia la RCEP si el TPP no avanza”. (Domínguez Ibarra, 2018).

La guerra comercial entre Estados Unidos y China genera un creciente proteccionismo, cabe destacar el papel asumido por este último como promotor del libre comercio y las inversiones internacionales como el RCEP. A diferencia del presidente de Estados Unidos que se enfrenta a sus socios, que amenaza y cuyo único proyecto es el de “America First” (America Primero), el presidente chino Xi Jinping desde el 2013 desarrollo el proyecto más ambicioso en su historia el llamado “One Belt, One Road” (OBOR) también conocido como la nueva Ruta de la Seda, prevé la construcción de importantes obras de infraestructura para enlazar Asia con el norte de África y Europa.

El OBOR involucra la participación de 68 naciones y contempla dos grandes desarrollos de infraestructura. El One Belt (un cinturón) se enfoca a la construcción de vías de comunicación terrestre de China con Europa, cruzando Asia Central, y Rusia (aliado estratégico de China)[2], así como las diversas conexiones al Golfo Pérsico y la Península de Indochina. Por otro lado, el One Road (una ruta) se refiere a la modernización o incluso creación de puertos marítimos en los mares que conectan la misma ruta, que comprende el Mar del Sur de China, el Océano Índico, el Mar Rojo y el Mediterráneo (Domínguez Ibarra, 2018).

La ruta del tren de carga Yiwu-Madrid ya está en marcha, comprende 13 mil kilómetros que cruzan 8 países, conectará el Océano Pacífico con el Atlántico. El proyecto es respaldado por 40 mil millones de dólares provenientes del gobierno chino y del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII o AIIB, por sus siglas en inglés). Este proyecto hace que China persuada a otros países sin hacer uso de la fuerza para lograr una relevancia geoestratégica. Con el OBOR Beijing tendrá mayor control en la operación de la infraestructura y, por lo tanto, del tráfico comercial regional (Mapa 1) (Domínguez Ibarra, 2018).

China es el país más poblado del planeta, la segunda economía del mundo, lo cual le permite tener influencia mundial y dominio en las cadenas de suministro globales. Los proyectos del OBOR, que financiará en parte el AIIB, garantizarán la superioridad económica de China. Los propósitos la nueva ruta de la seda son obtener una ventaja china en mercados, financiamiento, tecnología, capacidad de producción, influencia y liderazgo comercial, así como, bases de producción en el extranjero (Kroeber, 2016).


Ilustración 1
La nueva Ruta de la Seda
(Domínguez Ibarra, 2018), p. 24.

La ruta de la seda y América Latina

La antigua Ruta Marítima de la Seda, conocida como Ruta de las Especies, conectaba a los puertos chinos con el Mediterráneo, pasando por el Sur y Sureste de Asia, Medio Oriente y la costa este de África. Con el viaje de Magallanes-El Cano emerge una nueva ruta a las islas de las especies. En principio son dos pequeñas islas, Térnate y Tidore, que se encuentran actualmente en el territorio indonesio de Molucas. En estas islas se obtenían el clavo y la canela. Dicha ruta pasaba por América y da fin al monopolio portugués que lo recorría por África, India y Sureste de Asia. El tratado de Tordesillas entre España y Portugal de 1494 delimitó sus áreas de navegación quedando del lado español la ruta directa del Pacífico.

Los vínculos entre America Latina y la región Asia-Pacífico se remontan a 1565, con el viaje de Legazpi- Urdaneta a las Filipinas. A partir de 1571 se instaura la ruta de Acapulco-Manila con el Galeón de Manila o Nao de China, permitiendo el intercambio de mercancías que partía cada año, involucrando a ambas naciones en una relación comercial de más de 200 años. El último viaje se realizó en 1815, fecha en que se suspendió debido a que en México se libraba la lucha de Independencia (González Ayala & Almendaréz Santillán, 2016)

La trascendencia de la Nao de China fue importante para México, Centroamérica y las regiones del pacífico de Sudamérica, sobre todo Chile y Perú, no obstante, tuvo menor influencia en los países de la costa Atlántica de América del Sur, excepto Brasil, ya que, estaba conectado con Macao por medio de barcos portugueses[3].

Con las independencias de los países latinoamericanos en el siglo XIX disminuye de forma drástica el vínculo con Asia, en la segunda mitad de dicho siglo el vínculo fue por la búsqueda de mano de obra. En el siglo XX se establecen vínculos y relaciones con la independencia de las naciones asiáticas.

Los anterior, muestra que América Latina no es una extensión natural de la Ruta Marítima de la Seda y su posible inclusión parte del gobierno chino, cuando se planteó la posibilidad de conectar a Oceanía. Xi Jinping en una reunión con el expresidente de Argentina, Mauricio Macri en Beijing manifestó su visión de América Latina como una “extensión natural” de la Nueva Ruta de la Seda. Su canciller Wang Yi enfatizó “China no tiene la intención de establecer un límite geográfico para la Franja y la Ruta, y está abierta a todos los países y todas las regiones con ideas afines” (Oviedo, 2018).

Los alcances del OBOR son la construcción de una plataforma de cooperación, capaz de defender y ampliar la libre circulación de bienes, servicios y capitales a nivel mundial. La apertura china contempla Latinoamérica. El comercio entre América Latina y Asia ha crecido en las últimas décadas. La Ruta de la Seda puede convertirse en una opción para ampliar los intercambios comerciales entre ambas regiones. La AP es el mecanismo de cooperación adecuado con el proyecto chino. Además, Chile, México, Perú y China son integrantes del APEC (Domínguez Ibarra, 2018).

Como se observa América Latina no es una región natural de la ruta de la seda. Sin embargo, China no tiene límites geográficos al tema y está abierta a incluir a cualquier país que quiera participar en los proyectos del OBOR. Además, se disputa con Estados Unidos los primeros lugares como socio comercial de la región. No obstante, la creciente presencia China y sus volúmenes de inversión extranjera debilitaron la capacidad unilateral de decisiones de Estados Unidos, que los llevo al enfrentamiento comercial entre ellos y por ende a que algunos países latinoamericanos estrechen más sus vínculos con el dragón asiático, incluidos algunos miembros de la AP.

La Alianza del Pacífico y China

La influencia China como superpotencia fue evidente en Latinoamérica en las décadas de 1990 y 2000. Las empresas chinas invirtieron en diversos sectores de la economía; en Chile participaron en la minería, en el Caribe en la agricultura, en Ecuador y Argentina en las infraestructuras de energía y de transporte, en México y Brasil en la industria. Economías como la venezolana y la ecuatoriana del periodo del presidente Rafael Correa se sostuvieron de créditos chinos. El gobierno chino contribuyó con alrededor de 60,000 millones de dólares entre 2005 y 2015 (Myers, 2016).

La posición política en América Latina respecto al éxito económico de China y a su presencia en la región han tenido diversas respuestas. En Brasil y Argentina, en la década de 2000, se crearon diversas coaliciones de empresarios anti chinas frente a los grandes flujos de importaciones e inversiones chinas.

China ha hecho esfuerzos diplomáticos para vincularse con América Latina. En 2004, se unió como país observador a la Organización de Estados Americanos (OEA) y en 2009 al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 2005 creó el Foro de Cooperación Económica y Comercial China-Caribe y en 2015 el Foro China- Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el cual, tiene como modelo el Foro para la Cooperación entre China y África (FOCAC por sus siglas en inglés) (Myers, 2016). También tiene relaciones formales con el Grupo de Río desde 1990, y crea mecanismos de cooperación con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) desde el año 2000 (Buzo de la Peña, 2013). Lo anterior para promover la cooperación y los intereses de China en la región.

Las necesidades de abastecimiento de energéticos y materias primas provocaron que el gobierno chino buscará un mayor acercamiento con Latinoamérica. Los intereses chinos en los foros latinoamericanos, ya mencionados, se rigen por esos motivos, sin importar que sea zona de influencia de Estados Unidos. El pragmatismo chino hace que sus intereses sean el vínculo y no la ideología e identidad con los gobiernos comunistas y la lucha revolucionará, razón por la cual, mantiene relaciones tanto con gobiernos de izquierda y populistas, como con los autoritarios y conservadores de la región (Buzo de la Peña, 2013).

Los miembros de la AP tienen lazos políticos, económicos, comerciales y culturales con China. Los cuatro son mercado para las exportaciones chinas, Chile y Perú pueden abastecer de recursos naturales, mientras que México y Colombia son estratégicos para equilibrar la presencia estadounidense.

Como ya se ha comentado, el tercer objetivo de la AP es ser una plataforma mundial con énfasis en Asia Pacífico, pero sigue sin estar clara dicha plataforma y si la AP ha reforzado realmente los vínculos comerciales y de inversión con China. Los avances con otros países asiáticos parecen tener más claridad en lo formal, ejemplo de ello es el plan de trabajo entre la Asociación de Naciones del Sureste de Asia (ANSEA) y la AP. Sin embargo, en el tema comercial China es de los principales socios comerciales con cada uno de los integrantes de la Alianza, se tiene un gran déficit con el país asiático y en las cadenas de valor chinas los países de la AP ocupan los lugares más bajos. La principal atracción para las empresas chinas en los cuatro miembros de la AP sigue siendo las materias primas.

Los países de la Alianza están funcionando en diferentes niveles, Chile y Perú son productores de materias primas o de productos agropecuarios; mientras que; Colombia y México son productores de manufacturas y el actual reto es vincular sus cadenas de producción para poder enfrentar las dificultades que ambos tendrán con América del Norte. No existe integración productiva de las materias primas con manufacturas dentro de la Alianza (Ramirez Bonilla, 2018).

Chile y Perú tienen relaciones estrechas de ida y vuelta, exportaciones e importaciones diversificadas y hacen al Asia Pacífico un lugar de primer orden, sin que represente una dependencia total de esa región o de China. En cambio, para Colombia y México, el mercado de América del Norte sigue siendo extremadamente importante y no se observa que estos países puedan sustituir el mercado de exportación chino como el sustituto del de Estados Unidos (Ramirez Bonilla, 2018).

La relación de China con México y Colombia podría utilizarse en la medida en que sus cadenas productivas de manufactura se vinculen, ya que, son competidores, aunque con diferencia salarial lo que puede explicar el creciente déficit comercial de estos países latinoamericanos con China (Correa Serrano, Impacto del crecimiento económico de China en América Latina, 2013).

Relaciones México-China

México cuenta con 12 Tratados de Libre Comercio con 46 países, en 2018 concluye exitosamente la renegociación del TLC con la Unión Europea (UE), fue el primero en ratificar el TPP 11, también renegoció y fue el primero en ratificar el nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)(Secretaría de Economía, 2019). El país quiere diversificar los destinos de sus exportaciones, ya que, su principal socio comercial es Estados Unidos, de cuya dependencia en exportaciones es del 73%, y en importaciones del 51% encontrando una diferencia abismal con el segundo lugar como proveedor, ocupado por Canadá con un 5.2% y como abastecedor China con un 15% (The Observatory of Economic Complexity, 2019).

Las relaciones entre México y la República Popular de China iniciaron en 1972, cuando se apoyó la causa de “una sola China” que en su momento permitió tener excelentes relaciones con el país asiático. Aunque no siempre ha sido así. La estrecha relación que México tiene con Estados Unidos es la que define el trato de México con China.

La política exterior de México con el gobierno de China es ambivalente, ya que, existe un sentimiento anti chino en las cúpulas empresariales, debido al gran déficit comercial, que ha permeado en algunos grupos de la sociedad. México fue uno de los países que dificultó la entrada de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC) debido a varias cuestiones de comercio desleal. Con su entrada en 2001, México demandó a China con más de 500 demandas antidumping[4], principalmente en los temas del textil y del calzado. La mayoría de ellas no procedieron.

Un acuerdo comercial entre México y China no se puede dar ya que ambos son competidores en el mercado estadounidense. De acuerdo con un estudio elaborado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), México emerge como uno de los grandes ganadores de la guerra comercial entre EEUU y China, con 3500 millones de euros en sus exportaciones a Estados Unidos en sectores alimentos, equipo de transporte y maquinaria, solo por detrás de Taiwán con 3800 millones de dólares en maquinaria y equipo de comunicaciones (Fariza, 2019). La relación México con China está supeditada a la relación Washington Beijing, el T-MEC en el apartado 10 del Capítulo 32, relativo a los países que no fomentan la libertad de mercado, establece que en caso de que alguno de los tres socios tenga la intención de realizar cualquier acuerdo comercial con un país que no sea promotor del libre comercio, se dará por terminada la relación trilateral y salida del acuerdo (T-MEC, 2019). Este apartado impide a México a realizar algún tipo de negociación con China, lo cual es un obstáculo para que la AP creen la plataforma comercial con énfasis en Asia-Pacífico y es un instrumento de contención para la injerencia China en América Latina.

No obstante, las inversiones chinas en México se dan en el sector textil, electrónica, autopartes entre otros. Ejemplo de la relación de inversiones y comercio chino en México es la empresa china Offshore Oil Corporation E&P, mediante licitación pública, se adjudicó dos áreas marítimas en el Golfo de México para exploración y extracción de petróleo, en mayo de 2017. También la empresa automotriz BAIC abrió su primera planta de ensamble en el estado de Veracruz, con una inversión estimada de 30 millones de dólares, así mismo, ya inició con el establecimiento de distribuidoras en todo el país y ya empiezan a circular sus automóviles en el país. Otra empresa automotriz china JAC estableció su planta de ensamble en el estado de Hidalgo, con una inversión de 4 mil 400 millones de pesos, en colaboración con la mexicana Giant Motors (Domínguez Ibarra, 2018). Las comunicaciones aéreas entre México y China, se realiza por China Southern que opera la ruta Cantón-Ciudad de México con escala en Vancouver, Canadá. La otra opción era el vuelo Ciudad de México-Shangai con escala en Tijuana, sin embargo, Aeroméxico anuncio la cancelación de dicho vuelo en julio de 2019.

Con relación a las inversiones chinas en México, las situaciones más complejas en los últimos años fueron la cancelación del tren México-Querétaro, cuya licitación la ganaron tres empresas chinas y cuatro mexicanas, la cual se pospuso indefinidamente debido a que una de las empresas mexicanas mantuvo conflicto de interés en el gobierno de Enrique Peña Nieto durante su gestión como gobernador del estado de México, ya que esa misma empresa fue la encargada de realizar los trámites de bienes raíces de la propiedad adquirida por la esposa del presidente conocida como la “Casa Blanca”. Como dato adicional en 2017 las empresas chinas demandaron al gobierno mexicano por incumplimiento del contrato y en febrero de 2020 el Ejecutivo autorizó retomar el proyecto El otro proyecto de inversión china que causo controversia fue el megaproyecto comercial en Cancún “Dragon Mart” y que fue cancelado por el impacto socioeconómico y medio ambiental que generaría.

Aunque Canadá al igual que México es parte del T-MEC, ha explorado al igual que Perú el financiamiento alterno o complementario de infraestructura del AIIB, para la realidad mexicana sería prudente buscar esa alternativa (Domínguez Ibarra, 2018).

Las exportaciones mexicanas a China son diversas tanto en bienes manufacturados como en materias primas, el problema es que existe un déficit comercial para México de -75,922,043 (Banco de México, 2020). Aunque la historia entre México y China es amplia y engloba muchos ámbitos, el sustento de la relación bilateral es lo comercial.

Relación Colombia-China

Colombia al igual que México tiene como principal socio comercial a Estados Unidos, pero su dependencia en exportaciones no es tan grande, representa el 28% de sus exportaciones y 26% de sus importaciones. Su segundo socio comercial en exportaciones es Panamá con un 6.6% y en importaciones China con un 19% (The Observatory of Economic Complexity, 2019).

Colombia a diferencia de los otros socios de la AP, que reconocieron a la República Popular China en la década de los setenta, lo hace hasta febrero de 1980. La relación se intensifica en 2008 con la intención mutua de promover entre los dos países el comercio, la inversión, la educación y el turismo. En 2009 se firma el Acuerdo de Protección a las Inversiones. El resultado a 10 años de distancia es que China es el segundo socio comercial en importaciones, solo por debajo de Estados Unidos. Sin embargo, el comercio es desigual con un déficit comercial, pues el crecimiento de las exportaciones de minerales y de energéticos colombianos no compensa el incremento de las importaciones manufactureras chinas (Correa Serrano & Catalán Salgado, La Alianza del Pacífico: Entre la Geopolítica de China y Estados Unidos., 2015).

La inversión china en Colombia entre 2002 y 2019 fue de 240 millones de dólares. El gobierno chino se comprometió durante la visita del presidente Duque a China en 2019 a apoyar con 1000 millones de dólares en proyectos energéticos y 400 millones para la construcción de una carretera en el departamento de Antioquia (Miranda, 2019).

La relación diplomática de Colombia con China está motivada por las expectativas de incrementar sus exportaciones y de que las inversiones chinas aporten al crecimiento económico, principalmente en el sector agrícola, área en la que se han firmado diversos acuerdos enfocados en la transferencia de tecnología y generación de infraestructura, con la finalidad de desarrollar el sector y tener la capacidad de exportar a China (Correa Serrano, Impacto del crecimiento económico de China en América Latina, 2013). En 2019, se hicieron acuerdos para la importación de aguacate y banano, convirtiéndose en el segundo proveedor de plátano a China, solo por detrás de Ecuador.

Las exportaciones colombianas se concentran en las materias primas y han tenido dificultad para diversificarse y desarrollar infraestructura industrial. Colombia es el segundo país en Sudamérica con reservas de carbón, solo después de Brasil y China es el importador neto de carbón, lo cual, coloca a Colombia como uno de sus principales proveedores. La relación bilateral está limitada a lo comercial.

Relación Chile-China

China es el principal socio comercial de Chile, las exportaciones chilenas a ese país representan el 27%, y sus importaciones del 25%, situándose en segundo lugar Estados Unidos con exportaciones del 15% e importaciones del 18%. El comercio chileno es más equilibrado comparado con el mexicano (The Observatory of Economic Complexity, 2019).

Chile fue el primer país en Sudamérica que estableció relaciones diplomáticas con China, sucedió en el gobierno de Salvador Allende en 1970, previo a que China entrara como miembro permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En el régimen de Pinochet, la relación dependió de los intereses políticos, China necesitaba el reconocimiento de su gobierno y temía que Chile estrechara sus vínculos con Taiwán. Mientras que, Chile necesitaba apoyo para sus reclamos de soberanía sobre los territorios disputados de la Antártida, lo que generó un reconocimiento mutuo, que continua vigente en la diplomacia entre ambos países. Chile, ha sido, el primer país latinoamericano en apoyar la entrada de China a la OMC (2001), el primero en reconocer a China como economía de mercado en 2004, y el primero en firmar un TLC con China en 2005. El segundo foro China-CELAC se realizó en Santiago en 2018. Lo anterior, muestra la prioridad de la relación para ambos países (Errázuriz Guilisasti, 2006). Además, Chile es considerado dentro del proyecto OBOR.

La razón por la que el principal socio comercial de Chile es China, tiene su sustento en el Tratado de Libre Comercio que firmaron en 2005, y que ha sido la base del impulso comercial desde entonces (Correa Serrano & Catalán Salgado, 2015). No obstante, el acuerdo comercial y que Chile es parte del OBOR, hacen que las relaciones comerciales sean más intensas que las que tienen México o Colombia con China. Las exportaciones chilenas siguen siendo las materias primas.

Relación Perú-China

Desde 2014 China es el principal socio comercial del Perú, las exportaciones peruanas a ese país representan el 26%, y sus importaciones el 23%, situándose en segundo lugar Estados Unidos con exportaciones del 15% e importaciones del 20%. El comercio peruano es más equilibrado comparado con el mexicano (The Observatory of Economic Complexity, 2019). La razón por la que el principal socio comercial de Perú es China, tiene su sustento en el TLC que firmaron en 2009 y que entró en vigor el 1 de marzo de 2010. El cual ha sido la base del impulso comercial.

Se establecieron relaciones diplomáticas en 1971, la relación se basa en principios de derecho internacional, de respeto de la soberanía, convivencia pacífica y no intervención en asuntos internos y el reconocimiento de que la República Popular China es el único representante legal del pueblo chino (Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 2016). Los principios del derecho internacional rigen la diplomacia entre ambos gobiernos, incluso en el periodo del presidente Alberto Fujimori se ratificó el reconocimiento con el gobierno de Beijing. La relación bilateral en el nuevo milenio se basa en la convergencia de intereses en aspectos económicos y políticos. Uno de ellos es la búsqueda peruana de nuevos mercados para las exportaciones.

Los acuerdos de cooperación fueron sustento de lo comercial, en 1988 se firma el Acuerdo Básico de Cooperación Científica y Tecnológica, también se cuenta con un Convenio de Intercambio y Cooperación Académica entre el CONCYTEC y la Academia de Ciencias de China que data del año 2005 para el intercambio de expertos y programas de becas para estudios de posgrado (Correa Serrano & Catalán Salgado, 2015).

La ubicación geográfica del Perú, lo posicionan como un posible puente entre Asia nororiental y Sudamérica, ya que cuenta con conexión con el Océano Atlántico a través de corredores bioceánicos. El tren bioceánico pretendía unir las costas de Perú y Brasil y pretendía ser un proyecto con apoyo chino, el cual fue suspendido.

Al igual que las exportaciones colombianas y chilenas, las peruanas se concentran en las materias primas y han tenido dificultad para diversificarse y desarrollar infraestructura industrial. Sin embargo, a diferencia de México y Colombia, Perú al igual que Chile se incorpora al OBOR, lo cual le dará acceso a los recursos de infraestructura e inversión que China destina a dicho proyecto.

MÉTODO
Diseño

El presente es un estudio de caso: el caso de la AP y la hegemonía de China y Estados Unidos, en el cual el objeto de estudio es la AP. La investigación en la que se origina este artículo se realizó desde un enfoque cualitativo, con una metodología cualitativa de tipo analítica como la revisión documental. Las variables trabajadas son la Alianza del Pacífico en medio de la confrontación hegemónica entre China y Estados Unidos, cuyo análisis se hace desde medios documentales. Las variables nacen de la investigación de diversos artículos revisados en los diversos temas implicados.

Las Estrategias alternativas de indagación en el enfoque de la presente investigación es cualitativo en el cual se realiza un estudio de gabinete para el estudio de casos. Las técnicas del método cualitativo son diversas, para este estudio es narrativa, de teoría fundamentada y estudios de caso (Creswell, 2009). Además, deben ser abiertos, expansivos, que paulatinamente se van enfocando en conceptos relevantes de acuerdo con la evolución del estudio, no direccionados en su inicio, fundamentados en la revisión de la literatura, pero igualmente en la experiencia en el contexto y la intuición, se aplican a un menor número de casos con que se pueda trabajar hasta comprender el fenómeno o responder al planteamiento, el entendimiento del fenómeno es en todas sus dimensiones, internas y externas, pasadas y presentes, se orientan a aprender de experiencias y puntos de vista de los individuos, valorar procesos y generar teorías fundamentadas en las perspectivas de los participantes (Hernández Sampieri, Fernández Collado, & Baptista Lucio, 2014).

De acuerdo con Sampieri, del muestreo cualitativo debe tener un objetivo central en el cual se deben seleccionar ambientes y casos o unidades que nos ayuden a entender con mayor profundidad un fenómeno y aprender de éste, razón por la cual se eligió la Alianza del Pacífico y su relación con China.

Participantes

Este análisis considera a los integrantes de la Alianza del Pacífico que son Chile, Colombia, México y Perú y a China.

Instrumentos

Se revisaron fichas bibliográficas de artículos que abordaban el tema, así como, datos de los ministerios de relaciones exteriores de los países ya mencionados.

Procedimiento

Para entender el problema se realiza una recopilación de fuentes secundarias principalmente de artículos y de información proveniente de los ministerios de relaciones exteriores de los países involucrados en este artículo. Una vez compilada la información se construye el artículo. Finalmente se, realizaron las recomendaciones y conclusiones a la luz de los objetivos trazados. Concluida esta fase, se procedió a la elaboración del informe final, así como del artículo producto del trabajo realizado (El Kadi, Pelekais, Robles y Leal, 2014, p. 79).

CONCLUSIONES

La AP es una apuesta ambiciosa de integración en un contexto de mayor proteccionismo. La forma en que resuelva su objetivo de crear esa plataforma comercial con Asia Pacífico y responda a los cambios que acontezcan en dicha región será trascendente para que logre su cometido.

El futuro de la AP está en manos de los gobiernos y de la inyección de inversión de las empresas de los cuatro países, ya que se requiere mayor inversión y economías de escala de sus integrantes. La AP requiere de liderazgo y aunque México es el país más industrializado de los 4, todavía no asume dicho papel, quizás se espere a la entrada de algún integrante que lo asuma, otras asociaciones han pasado por la misma problemática, ejemplo de ello fue la ANSEA, la cual, no tenía definido ningún liderazgo y en la década de los noventa pedía el liderazgo japones que no fue asumido, décadas después vemos que se crea la RCEP con sustento en el AFTA y con el visible liderazgo chino. Las alianzas entre los integrantes de la AP serán la fuerza que lleve al éxito de sus proyectos.

La AP debe fortalecer su comercio tanto dentro de la Alianza como fuera de ella, ya que, emerge como un proyecto con interés en otros países, ejemplo de ello son los 57 observadores con los que cuenta, lo que representa grandes oportunidades para sus integrantes. Desafortunadamente, la relación con Estados Unidos es muy fuerte, sobre todo con México, y se contempla una Alianza dividida, cuenta con Chile y Perú que hace esfuerzos por realmente vincularse con el mercado asiático y una estrecha y estructurada relación con China. Colombia hace sus esfuerzos que cada vez son mayores y aún con la influencia estadounidense, la apertura comercial permite la inversión y comercio con China. La relación México China es la más compleja de los cuatro integrantes de la Alianza, pues con la ratificación del T-MEC estará supeditado e imposibilitado con dicho acuerdo para establecer algún tipo de acuerdo con China.

La relación AP-China dependerá de la comprensión y el conocimiento que se tengan mutuamente y de cómo aprendan a desarrollar estrategias de negociación de forma conjunta. Los intereses geopolíticos están en juego en la Alianza. Se deben establecer cadenas de valor global que más allá de los acuerdos existentes o posibles relaciones formales, se vinculen y se cree un mercado intrarregional, ya que, de otro modo será una relación de explotación de materias primas de parte de China.

Los paises de la Alianza están en la encrucijada de seguir sus fuerte vínculos con Estados Unidos o diversificar sus mercados y enfocar sus esfuerzos hacia el mercado asiático y en particular con China. La AP debe explorar oportunidades en su relación con China, sin perder la perspectiva comercial, y abrir las puertas a la inversión china para fomentar su comercio.

La AP es un proyecto con visión a futuro, el cual dependerá de su astucia para aprovechar las sinergias comerciales de Asia Pacífico y la continuidad del comercio con Estados Unidos. Al observar lo realizado por la AP en su relación con China, se observa que México y Colombia continuaran fuertemente su vínculo con su vecino del norte, mientras que Chile y Perú podrían aprovechar sus ventajas con China. La cuestión será el aprovechamiento de los integrantes de la AP de esta situación. El éxito depende de la interacción y conexión de las cadenas de valor de los 4 países y de la creación de la plataforma comercial. De esta forma se aprovecharían las ventajas geoestratégicas de la Alianza impactando en sus economías. Por otro lado, el apoyo económico del AIIB a Chile y Perú mostrará su capacidad en el desarrollo y creación de infraestructura, que, en un momento dado, será considerado tanto por México como Colombia.

La AP debe construir lo que bien sabe hacer que es la formación de capital humano con amplio vinculo cultural, las becas que otorga a estudiantes, docentes e investigadores es la gran riqueza de la AP y el principal vínculo entre sus integrantes, ya que, de las relaciones personales emergen los lazos comerciales, económicos, políticos y culturales que se requieren para fortalecer y construir la integración de la AP. Dicho esquema se debe crear con Asia, ya que, se requiere capital humano conocedor de los mercados asiáticos que rompan los prejuicios y permitan el flujo de mercancías. Lo cultural con Asia será la base de la plataforma comercial, mientras no se creé y estrechen vínculos, la situación continuará “ceteris paribus”.

Material suplementario
Referencias
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Notas
Notas
[1] Articulo resultado del proyecto de Investigación “ELEMENTOS DE LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA DE LOS PAISES EMERGENTES EN ASIA PACÍFICO” financiado por el Programa para el Desarrollo Profesional Docente (PRODEP) iniciado el 22 de enero de 2018.
[2] Las relaciones diplomáticas entre Rusia y China iniciaron en 1949, dichas relaciones fueron de confrontación y rivalidad. A partir del 2014 después que Rusia anexará Crimea y frente a las sanciones de Estados Unidos y la UE para con este país. Los vínculos sino rusos se intensificaron, ya que por otro lado la relación entre Beijing y Washington se deterioraba particularmente con la guerra comercial. El comercio bilateral EN 2019 superó el billón de dólares, colaboración militar muy estrecha, ejemplo de esto las maniobras rusas “Tsentir”. China participo en septiembre de 2018 en las maniobras militares anuales de Rusia. Rusia llama a su relación diplomática con China “asociación estratégica” que es la más alta consideración que se le otorga a un país. Lo cual va desde proyectos para la colaboración en el Ártico, ruta fundamental para el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, apoyo tecnológico principalmente en el desarrollo ruso de sus redes 5G.
[3] Las rutas permitidas por la corona española durante el periodo de la colonia fueron en el Océano Atlántico la ruta Sevilla - Buenos Aires, Sevilla - La Habana y La Habana - Veracruz y en el Océano Pacífico Acapulco – Manila. Brasil por pertenecer a la corona portuguesa participaba de las rutas marítimas de Portugal, que contaba con la conexión Brasil – África y Lisboa – Macao con sus vínculos comerciales.
[4] El término “Dumping” se usa en el comercio internacional y se refiere a vender por debajo del precio de producción.
Notas de autor
** Doctorando en Filosofía con especialidad en Relaciones Internacionales, Negocios y Diplomacia en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Profesor Investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Email: flavio.gonzalez@eco.uaslp.mx Orcid ID: 0000-0001-7317-2485.

Ilustración 1
La nueva Ruta de la Seda
(Domínguez Ibarra, 2018), p. 24.
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