Tema Central

LOS EFECTOS DE LA PANDEMIA SOBRE LA METODOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Adriana Cuenca
Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, Argentina
Patricia Schettini
Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina, Argentina

Escenarios. Revista de Trabajo Social y Ciencias Sociales

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 2683-7684

Periodicidad: Semestral

núm. 32, 2020

comunicacionftsunlp@gmail.com

Recepción: 23 Julio 2020

Aprobación: 25 Septiembre 2020



Resumen: Es objeto de este artículo reflexionar sobre los efectos de la pandemia del Covid-19 en la metodología de las ciencias sociales, que es pensar sobre lo que hacemos. La pandemia y su consecuente aislamiento social, preventivo y obligatorio modificaron las actividades de investigación en ciencias sociales que pasaron por diferentes momentos: el primero, la suspensión de todas las actividades denominadas de trabajo de campo y de investigación in situ; el segundo, con el fin de relevar información significativa sobre la situación social relacionada con las dificultades de cumplimiento del aislamiento en diversos territorios y grupos vulnerables, y utilizando la inserción de los equipos de investigación consolidados, nos encontramos con diferentes tipos de relevamientos. La tecnología fue un soporte imprescindible: teléfonos móviles, whatsapp, google forms, plataformas como Skype, Zoom, Teams, inauguraron una modalidad en la que reconocemos el condicionante de la emergencia pero también fueron eficaces e importantes para contar con un gran volumen de información en corto tiempo.

Palabras clave: Pandemia coronavirus, Ciencias sociales, Metodología, Trabajo de campo, Encuestas.

Abstract: The object of this article is to reflect on the effects of the Covid-19 pandemic on the methodology of social sciences, which is to think about what we do. The pandemic and its consequent social, preventive and compulsory isolation modified the research activities in the social sciences that went through different moments: the first, the suspension of all so-called field work and in situ research activities; the second, in order to collect significant information on the social situation related to the difficulties of compliance with isolation in various territories and vulnerable groups, and using the insertion of consolidated research teams, we find different types of surveys. Technology was an essential support: mobile phones, whatsapp, google forms, platforms such as Skype, Zoom, Teams, inaugurated a modality in which we recognize the determining factor of the emergency but they were also effective and important to have a large volume of information in short time.

Keywords: Coronavirus pandemic, Social sciences, Methodology, Fieldwork, Survey.

Introducción

Son muchas y muy potentes las voces que se levantan sobre los efectos inesperados de la pandemia en diferentes ámbitos de la sociedad que giran en torno a viejas o nuevas normalidades sin muchas precisiones debido al acontecimiento y la carga de incertidumbre que conlleva el transitarlo. En nuestro oficio de profesoras de investigación social e investigadoras advertimos un efecto impensado sobre nuestro campo de estudio, de atención y del ejercicio de la enseñanza en universidades. Este artículo tiene como objeto develar algunas consideraciones –a manera de sistematizar nuestras primeras reflexiones- de los efectos menos pensados de la pandemia sobre la metodología de las ciencias sociales en el ámbito en el que trabajamos.

En el marco de la pandemia del Covid-19 y su consecuente aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO), las actividades de investigación en ciencias sociales pasaron por diferentes momentos: el primero, fue la suspensión de las actividades denominadas de trabajo de campo y de investigación in situ, en parte para enfocar el esfuerzo a las tareas de docencia en su modalidad virtual que se reorganizaron intempestivamente; en un segundo momento, se nos convocó desde el MINCYT (Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación) para recabar información significativa sobre la situación social relacionada con las dificultades de cumplimiento del aislamiento en diversos territorios y grupos vulnerables. Lo inédito de la circunstancia, el poco tiempo para llevar a cabo los relevamientos y la necesidad de dar cuenta de lo que sucedía, en tiempo real y en diferentes territorios, estimuló a los equipos universitarios de investigación a recrear el uso de diferentes modalidades para recabar la información.

Nos encontramos con diversos tipos de relevamientos en los que se utilizaron TICs, en variados soportes (teléfonos móviles, whatsapp, google forms, plataformas como Skype, Zoom, teams) que inauguran una modalidad inédita en la que reconocemos el condicionante de la emergencia y la urgencia. Pero también reconocemos una capacidad instalada propia de estos equipos de investigación consolidados que contaban con contactos anteriores y relaciones con la población en diversos territorios, producto de los años de trabajo. Claramente se recogió información importante en volumen con mucha rapidez.

Sumamos a estas observaciones una más apremiante y determinante de este artículo, comenzaron a llegar una variedad de formularios de encuestas autoadministradas (en general bajo el formato de google forms) para relevar todo tipo de información; y nos comenzamos a preguntar sobre la eficiencia y eficacia de esos instrumentos, en función del rigor metodológico que en algunos casos parecieran abandonar. Sobre la idea de que la cuestión no es hacer “unas preguntas que envío por teléfono”, tal como afirmara un integrante de nuestro equipo, al referirse a su teléfono móvil. Allí surgen estas reflexiones.

¿Qué tipo de información es la que recogemos con estos soportes? ¿Qué nuevos desafíos nos plantea este cambio de estrategias metodológicas y su relación con las TICs? ¿Qué nuevos y viejos debates epistemológicos y metodológicos actualiza esta realidad? ¿Cuáles serán las nuevas prácticas investigativas en las ciencias sociales? Estas son las preguntas que motivaron este escrito y nos permiten estas primeras reflexiones. Para profundizar estas cuestiones, nos encontramos revisando el contexto en que la pandemia encuentra a las ciencias sociales, caracterizado por el auge de los estudios cualitativos, ligados a estrategias de estudio de caso y, en algunos casos, con características participantes. Profundizamos estas ideas más adelante en el cuerpo del trabajo. Por otro lado, este punto generó un debate que interpela al producto de las ciencias sociales en tanto escasa producción de estudios macro sociales sobre la realidad argentina y como consecuencia de ese debate se promueve la creación del Consejo de Decanos de Facultades de Ciencias Sociales y Humanas (CODESOC) en el año 2012, que a su vez genera el Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC) que diera información sobre la estructura social del territorio nacional a partir de la articulación con equipos de investigación de las universidad nacionales. Pensar sobre la actividad de investigación que se realiza es parte misma de esa actividad; decidir la estrategia metodológica más apropiada es también preguntarse sobre la teoría que comprende el caso o que será necesario crear. Es por lo que entendemos con Bourdieu (2008) la importancia de la vigilancia epistemológica constante en la práctica de la investigación social.

En este sentido, podríamos afirmar que la aplicación de estrategias metodológicas en el proceso de investigación, indicaría no sólo la elección de técnicas sino un conjunto de tecnologías aplicadas a la producción de conocimiento, es decir, técnicas que contienen teorías propias o, mejor, que son teorías definidas en la relación teórico-práctica. Entendemos la práctica como un conjunto de relevos de un punto teórico a otro, y la teoría, un relevo de una práctica a otra (Foucault, 1990, p. 8).

A los fines de desarrollar esta temática y dar respuesta a nuestras preguntas proponemos, en primer lugar, realizar un recorrido sobre las observaciones que realizamos al respecto, a modo de delimitar lo que se transformó en objeto de esta reflexión. Para luego presentar la discusión sobre el tipo de información y los nuevos desafíos a los que nos enfrentamos con estas estrategias, específicamente entramos en las características del trabajo de campo, porque creemos que es el cambio sustancial que han experimentado nuestras prácticas investigativas desde el decreto del ASPO. Dentro de este punto, y con el objeto de no caer en cuestiones muy trabajadas y largamente debatidas en innumerables manuales de investigación social, puntualizamos algunas cuestiones que queremos resaltar sobre la encuesta. Entendemos que esta estrategia es la que se ha utilizado (y se sigue utilizando) extensamente en el contexto actual y observamos que no siempre se han desarrollado bajo los criterios y recomendaciones metodológicas clásicas establecidas en las ciencias sociales. Por otro lado, a manera de contextualizar el análisis, presentamos un recorrido histórico de las ciencias sociales argentinas de las últimas décadas, para de este modo comprender el contexto de algunos debates epistemológicos que dan marco a esta presentación.

Finalmente, en las conclusiones reflexionamos sobre las que creemos serán las novedades en nuestras prácticas en ciencias sociales, las cosas que vinieron para quedarse.

1. Materiales y observaciones

En este apartado desplegamos algunos relevamientos realizados que llamaron nuestra atención, a los que tuvimos acceso o que fueran ejecutados por parte de nuestros equipos de investigación, desde el decreto del ASPO.

Indicamos a continuación cuatro experiencias diferentes a las que accedimos.

La primera, fue una encuesta que llegó a nuestras manos y fue una fuente importante para el análisis inicial sobre la situación de aislamiento, se trata de un estudio llevado a cabo por el CEDES–CONICET y que tuvo como objetivo relevar el impacto psicosocial del Covid-19 y del aislamiento social y preventivo en su primera fase. El relevamiento fue realizado mediante una encuesta diseñada para recabar información sobre la situación del ASPO, las estrategias y percepciones de la población. La encuesta se aplicó en 12 días (durante el mes de abril de 2020) fue realizada en modalidad online, de tipo encuesta autoadministrada, anónima y difundida por las redes sociales. Fue muy interesante la capacidad de respuesta obtenida, lograron 30. 269 encuestados y encuestadas, un importante volumen de información en corto tiempo sobre la vida cotidiana, los cuidados y las estrategias desarrolladas frente a la inesperada situación de pandemia y aislamiento. Un estudio muy cuidado en sus formas, específico y claro en sus objetivos. Resaltamos dos aspectos importantes, por un lado, la realización de una cantidad de preguntas que permiten la caracterización socio-económica de la población y las situaciones de vulnerabilidad diferencial de acuerdo a la edad y género; por otro lado, muestra también un enorme desbalance entre la cantidad de respuesta de mujeres de hombres; dado el carácter autoadministrado, las mujeres se prestaron a responder más que los hombres.

Esto que en el estudio es señalado como una fortaleza, es también una falencia en la ausencia de estrategia de muestreo lo cual importa al momento de ponderar las respuestas. Lo interesante es que muestra un quiebre con una de las características propias de los formularios autoadministrados, ya que históricamente se advertía sobre lo difícil que era que las personas lo respondieran. Aquí la efectividad declarada en el informe fue muy importante (Arrossi et al, 2020).

La segunda situación que queremos destacar es la que mencionamos en la introducción y fue el relevamiento que realizamos los y las investigadores/as de las universidades nacionales sobre la situación social de aislamiento preventivo y obligatorio reciente (a dos días del decreto). Acá la situación fue diversa cada investigador o equipo de investigación recolectó la información desde diferentes soportes, de acuerdo a las capacidades instaladas y acorde a los recursos de cada entrevistado. Se trató de un relevamiento de relatos de referentes barriales, instituciones u organizaciones territoriales que permitieron completar un cuestionario semiestructurado. Nuevamente el sistema fue on line y se realizó en tiempo record, con una cobertura nacional. Asimismo, la información recabada sería destinada a identificar problemas que cada territorio para diseñar política específica territorial (Kessler, 2020). En este caso, resaltamos la cobertura nacional, la velocidad de la recolección de la información y la tarea realizada sobre las capacidades instaladas de los equipos de investigación de las universidades nacionales.

La tercera observación fue una experiencia personal, hace pocos días una de nosotras completó junto a un colega, una entrevista para una investigación sobre medio ambiente, al momento de hacer contacto con el entrevistado nos informa que vive en el campo sin conectividad, con lo cual debíamos hacer la entrevista con una llamada al teléfono fijo. El requerimiento del estudio exigía la transcripción de la entrevista con características semiestructurada para optimizar el análisis. Frente a esta dificultad, se trianguló una reunión por zoom con un llamado por celular en alta voz por parte nuestra al teléfono fijo del entrevistado. La información obtenida fue muy interesante, pero nos despertó varios interrogantes que tensan la manera en que se vienen protocolizando los instrumentos. Para este caso, el entrevistado conocía muy bien el tema, estaba muy interesado en que recogiéramos su relato y era parte de problema de la investigación así como de la solución.

Finalmente, la última de nuestras observaciones se refiere a un número importante de formularios google forms que llegan a nuestras manos. Es que aparecen un sinnúmero de propuestas de herramientas destinadas a la construcción de encuestas que se ofrecen on line de manera gratuita, que procuran “crear encuestas asombrosas” en sitios donde se afirma

“Puedes elegir entre 15 tipos de preguntas diferentes, incluidas las de opción múltiple, cuadro de texto, índice Net Promoter Score® y comparaciones A/B. ¿No sabes qué tipo de preguntas hacer? Ahorra tiempo y crea encuestas más efectivas eligiendo entre las 1600 preguntas elaboradas por nuestros expertos en encuestas” (Extraído de https://es.surveymonkey.com/).

Estas plataformas ofrecen además plantillas pre-elaboradas de tipos de preguntas y más adelante te indican las formas más eficientes para compartir estas encuestas y te proveen de herramientas para analizar esta información y generar el informe ¿Qué más pedir? Toda la complejidad del trabajo de campo resuelto en nuestra PC.

Fue a partir de esto es que nos preguntamos ¿Qué tipo de información es la que recogemos con estos soportes? ¿Qué nuevos desafíos nos plantea este cambio de estrategias metodológicas y su relación con las TICs? ¿Qué nuevos y viejos debates epistemológicos y metodológicos actualiza esta realidad? ¿Cuáles serán las nuevas prácticas investigativas en las ciencias sociales?

2. Trabajo de campo

Todo esto nos llevó a (re)pensar en el trabajo campo que es ese momento en el que investigador dispone de varios métodos, técnicas y estrategias para recolectar diferentes materiales empíricos que conforman el volumen de información del que se va a disponer para elaborar los datos; y es el que se vio más afectado por el ASPO. Si bien el trabajo de campo se considera el momento empírico de una investigación y, por lo tanto, el que está más alejado de los avatares de la coyuntura política, hace mucho tiempo que enseñamos y decimos que en investigación nada es neutral. Lo que quiere decir que todo el proceso de investigación comparte la episteme que caracteriza un momento histórico particular; como todas las prácticas discursivas, la investigación también está determinada históricamente (Foucault, 1987).

En términos generales, y de acuerdo con el diseño que se proponga, el abanico de técnicas y estrategias siempre es amplio. Así, este proceso merece una serie de decisiones que un investigador (o grupo de investigación) debe tomar. Ese investigador es parte del mundo que investiga y opera en un contexto histórico que es también un contexto académico

“(…) en el que (. . . ) se hacen manifiestas múltiples tensiones, exigencias, presiones que lo sitúan frente a una opción: reproducir las legitimidades en las que se asienta el conocimiento científico o cuestionarlas incorporando, creando, otras legitimidades tanto las surgidas de los reclamos, conflictos, acciones individuales y colectivas con las que se enfrentan las distintas formas de ser de la injusticia, como las emanadas de sus propios y cambiantes problemas de investigación y de los recursos cognitivos con los que cuenta para resolverlos” (Vasilachis de Gialdino, 2013, p. 11).

No es azaroso que Denzin y Lincoln (2013) en el volumen III de su manual de investigación que está dedicado a las Estrategias de investigación cualitativa le dediquen el primer capítulo a la relación entre la práctica de investigación y la política, dándole a Julianne Cheek (2013) la posibilidad de escribir La práctica y la política de la investigación cualitativa financiada, donde se refiere a esta conexión advirtiendo que tampoco estas prácticas eludirán las redes del mercado en contextos capitalistas. En este capítulo Cheek (2013) se centra en las ideas económicas que rigen las acciones y, entonces, los debates de la investigación social desde un instrumento tan material como lo son las líneas de financiamiento. Pero no olvida mencionar la importancia del clima político contemporáneo reinante al momento de escribir el capítulo del libro. Es esta relación entre prácticas y políticas las que nos mueve a pensar lo sucedido en momentos de pandemia.

Mucho nos veníamos ocupando –nos referimos a las ciencias sociales en Argentina en los últimos años- en la incidencia de la investigación para crear prácticas útiles para la acción social, lo que denominamos investigación aplicada. Esto es, pensar la influencia de la investigación en la acción social. Aquí nos referiremos a la influencia de la acción social en la investigación (Cheek, 2013). Centrarse solamente en la incidencia de la investigación en las prácticas sociales es comprenderlo desde un solo lado, como si el poder se ejerciera desde un lugar, claramente como propiedad del discurso académico y desde esa lógica piramidal se moldeara la sociedad. Desde Foucault (1987) sabemos que el poder circula, está distribuido, en movimiento a modo de red. Estas lógicas del poder se ponen en juego en un trabajo de campo y moldean la tarea misma de la investigación.

Quisimos comenzar este análisis desde el trabajo de campo porque entendemos es el momento que cambió a partir de la cuarentena del Covid-19. Estamos pensando en ese momento en el que recolectamos la información, frente a la imposibilidad de hacerlo de manera presencial. Entonces ¿qué tipo de información es esta? Comenzaron a generalizarse la utilización de los cuestionarios autoadministrados, aquellos que los encuestados responden por correo (hoy por email o por tantas otras maneras gracias a las TICs). Si bien, es una herramienta muy potente en las ciencias sociales, en el contexto actual recobraron fuerza y nueva relevancia, se reeditaron.

Precisamente, con la pandemia el trabajo de campo cambió y esto nos empujó a prestarle atención a este tipo de instrumentos que requieren de un cuidadoso momento previo que es el de la planificación, ya que el investigador no estará presente en el momento que el encuestado se preste a responderlo; no hay lugar para ninguna maniobra personal de adecuación, de aclaración de lo escrito, de interpretación de lo gestual. El momento de la respuesta, en el cual un encuestado se encuentra con la palabra escrita y debe (si quiere) interpretarla, poner una cruz en opciones, responder por sí o por no, escribir un pequeño párrafo, es un momento perdido para cualquier intervención del investigador. El investigador permanece fuera de la escena sin las riquezas que les da el transitar pasillos, calles, asistir a comedores comunitarios, sin ninguna posibilidad de las conversaciones casuales e informales, sin la posibilidad de la experiencia (Valles, 1997).

Entonces, toda la habilidad del investigador se pondrá en juego en el momento de la planificación que requiere reconocer varias reflexiones desde el diseño de la investigación.

El concepto de diseño hace referencia a una porción del proceso de investigación que es decisiva, dado que establece un nexo entre las ideas, especulaciones, conjeturas respecto de determinado fenómeno, cuestión a estudiar en un dispositivo de conexión entre el conocimiento disponible y el que se encuentra fuera, en el mundo empírico, la realidad observada (Samaja, 2006, p. 207). En un sentido amplio, el diseño de investigación empírica, incluye las principales decisiones teóricas y metodológicas, y es una construcción que articula lógica y coherentemente los componentes fundamentales de la investigación: justificación o propósitos, teoría, preguntas de investigación, métodos y criterios utilizados para garantizar la calidad del estudio (Cuenca, 2015).

Esto quiere decir que no hay metodología sin esta relación de los componentes del diseño. Nos centraremos en la técnica de recolección de la información que venimos utilizando los equipos de investigación en pandemia para realizar diferentes relevamientos de la información: la encuesta. Entendemos que esta reedición a partir de las TICs presenta nuevos desafíos; es a lo que nos dedicamos a continuación.

2.1. La encuesta

Nos referirnos a la encuesta, en general, como todo procedimiento para la reunión de testimonios individuales, información, con el objeto de obtener datos agregados. Aunque se interroga a individuos, lo que interesa es la consideración conjunta de los datos, agrupados según clases, grupo o tipos de individuos. El objeto no es sólo la descripción sino también el descubrimiento o comprobación de relaciones. Se trata de una técnica que permite construir datos en grandes poblaciones, adecuándose para relevar muchas propiedades referidas a muchos individuos.

La base estadística de la encuesta convirtió a esta técnica en una de las más potentes para establecer ciertas predicciones basadas en datos empíricos, al demostrar que pequeñas muestras probabilísticas correctamente seleccionadas podían proporcionar algún grado de representatividad respecto de grandes poblaciones. El principal atractivo de la encuesta reside en su potencial predictivo, al permitir el registro de alguna propiedad de una población estudiada, con un margen de error calculable, a partir del análisis de un fragmento de ésta. Sin embargo, los resultados que se obtienen a través de encuestas son estimaciones y no certezas. Su popularidad ha sido la aplicación en diversos ámbitos tales como los estudios de mercado, académicos y políticos.

Al respecto son interesante los señalamientos que realiza Bourdieu (1973) en relación a los supuestos que constituyen la técnica de la entrevista que podrían aplicarse también a todo tipo de encuestas, a saber: la idea de que todos los sujetos tienen una opinión, se interroga a los sujetos sobre los temas que se les consulta y todas las opiniones tienen el mismo valor y así podríamos ir sumando que los sujetos hacen lo que dicen o dicen lo que hacen en el caso de las preguntas referidas a acciones; los problemas éticos; la confidencialidad; la inconveniencia de abordar determinados temas; la accesibilidad lingüística (Mayntz, 1985).

Por todo lo dicho, es que creemos que es muy importante concentrarse en el diseño de este tipo de instrumentos; como dice Corral (2010), para la construcción de un instrumento del tipo cuestionario hay que considerar los siguientes pasos o fases:

1. Determinar el propósito del instrumento, tomar decisiones sobre la finalidad del instrumento, para qué lo queremos.

2. Decidir sobre el tipo de instrumento, es la segunda decisión en el proceso de diseño y elaboración del instrumento de medición.

3. Conceptualizar el constructo, es indispensable para ello realizar una revisión detallada y cuidadosa de la literatura especializada a fin de definir el constructo.

4. Operacionalizar el constructo, en esta fase se conceptualiza el constructo en procedimientos concretos a través de un conjunto de tareas, reactivos, preguntas o ítems, que permitan validar de manera empírica el constructo.

Para la operacionalización del constructo, Ruiz (2002. En Corral, 2010) señala cinco (5) pasos a seguir:

1. Definir el propósito del instrumento.

2. Definir el constructo.

3. Establecer las dimensiones del constructo.

4. Construir los indicadores de cada dimensión.

5. Elaborar los ítems, reactivos, preguntas y tareas.

No hay autor que se aparte de recomendaciones semejantes a las que mencionamos; pero queremos subrayar estas características. Sin objetivos claros del instrumento no se puede identificar el tipo de información que se necesita y eso determina lo que se vaya a incluir en la pregunta y no puede separarse de la construcción semántica y sintáctica de las preguntas (su estructura) para luego definir el lugar que va a ocupar cada pregunta en la estructura final del instrumento.

La tradición en las investigaciones empíricas y el crecimiento del empirismo en las investigaciones científicas sustentaron el desarrollo de sofisticados mecanismos de medición de los fenómenos, el tratamiento de los datos agregados y la explicación como producto objetivo se fue afianzando en las ciencias sociales durante la segunda mitad del siglo XX a través de la difusión de la técnica del sondeo. Las investigaciones desarrolladas en la Universidad de Columbia en ciencia política basadas en el estudio de las conductas, opiniones y comportamientos humanos desarrollados por Merton y Lazarsfeld entre otros, consagran una visión heredera de la tradición positivista, que ejerció un predominio indiscutido en la epistemología de mediados del siglo XX, especialmente en el mundo anglosajón (Marradi y otros, 2007). Esta posición se puede encuadrar en lo que se conoce como neopositivismo y falsacionismo y ligar a la obra de Carnap, Hempel, Nagel, Popper.

De acuerdo con esto, Cohen y Gómez Rojas (2019, p. 15) se preguntan, al comenzar su libro ¿Es posible medir en ciencias sociales?; y entienden que hacerse esa pregunta es un desafío en las ciencias sociales hoy, pero sobre todo porque es un tema con bajo nivel de debate y cuestionamiento. Y, afirman, que la medición no es mala en sí misma, pero hay que saber cómo hacerla; su complejidad es tal que requiere reiteradas explicaciones teóricas y metodológicas para ganar en comprensión (Cohen y Gómez Rojas, 2019, p. 22). Para esto hay que prestar mucha atención en el momento de elaboración de la encuesta.

En las observaciones que realizamos advertimos que las TICs convirtieron a esta herramienta en un arma poderosa para realizar un relevamiento en poco tiempo y conseguir un gran volumen de información. En gran medida esto descansó sobre la capacidad instalada de los equipos de investigación. Hay que reconocer que el Ministerio de Ciencia, Investigación e Innovación (Argentina) comprometió a las universidades en el relevamiento y la organización para procesar el material. En algún sentido, reconocemos la necesidad de fortalecer redes interinstitucionales, grupos e intercambios de equipos que se implementaron en la reedición del PISAC 2020. Entendemos que comprender los avatares de la historia de esta técnica, sus avances y retrocesos, nos dará el marco de significado apropiado para contextualizar lo que está ocurriendo en la actualidad. Es por esto que a continuación realizamos un breve recorrido teórico.

3. Un recorrido histórico sobre los estudios en ciencias sociales

Los recorridos históricos siempre son arbitrarios pero sirven para resaltar hitos importantes desde alguna mirada posible. En este sentido, queremos poner en contexto el momento actual de las ciencias sociales especialmente resaltaremos lo acontecido en la Argentina que es lo que experimentamos y del cual participamos.

Entendemos, tal como explican Denzin y Lincoln (2013), que la investigación social ha sido una de las estrategias eficaces de occidente para reafirmar una idea colonial sobre el otro. Esta estrategia se ha manifestado en el diseño de diferentes agendas de trabajo; y, tal como afirma Carlos Filgueiras (2007), en las ciencias sociales es frecuente que se pierdan los referentes básicos de las temáticas de estudio que nos antecedieron y esto corresponde de igual manera para los debates teóricos, epistemológicos o metodológicos. Conocer qué tipo de preguntas se hacían y qué tipo de problemas sociales procuraban resolver los investigadores, contextualiza y otorga significado histórico a la producción en un momento determinado.

Como afirman Franco, León y Atria (2007) el desarrollo de las encuestas estuvo ligado a los estudios de movilidad social, y dicen que después del auge sobre estos estudios en América latina -de fines de 1950 hasta la década de 1970-, el tema comenzó a perder presencia en la agenda de investigación. Los esfuerzos se concentraron así en el estudio de una porción de la estratificación social –una clase- abandonando los que consideraban la totalidad de la estructura y los cambios que se producen, su movilidad. Comenzaron a incorporarse otras lógicas a los estudios de estructura social, los métodos cualitativos comenzaron a disputar terreno en la investigación social.

Como afirma Filgueiras (2007), los estudios de movilidad social se realizaban con encuestas estructuradas con preguntas cerradas de opción múltiple, con técnicas de muestreo, que fueron señaladas (por el aire de los tiempos) como conservadoras, asimilándolas a una ideología. A esto nosotras agregamos, que sería importante valorar el grado de incidencia de la política de control y represión de los gobiernos militares durante las dictaduras en la interrupción de equipos de investigación, cuando el accionar avanzó sobre las universidades y se cerraron las facultades y se corrieron equipos de investigación con palos.

Al regreso de la democracia y en el convencimiento de que las metodologías cuantitativas eran un componente que se correspondía en Argentina a un enfoque hegemónico, se comienza a interpelar –primero muy marginalmente- a partir de la utilización de otros modos de investigar y otras metodologías. Constituimos equipos de investigación, con quienes realizamos proyectos ligados a técnicas cualitativas para captar la agregación de actores colectivos, la heterogeneidad de la informalidad frente a los cambios en el empleo y las poblaciones que perciben planes sociales. Así, con este tipo de investigaciones cualitativas entramos en el estudio de procesos, no considerados hasta el momento, como los estudios de trayectorias. Fue la incorporación de una metodología ligada a la entrevista en profundidad y al desarrollo de las historias de vida, propias de prácticas y estilos de investigación biográfica, la que nos condujo a la construcción de trayectorias primero ligadas al trabajo (o empleo, si existía) y luego a la vida misma, en término de condiciones de vida.

El crecimiento de la metodología cualitativa permitió entrar en la particularidad de los cambios y profundizar la perspectiva de los propios actores sociales desde un cuerpo de reflexiones teóricas que, necesariamente, arrastran ideas sobre instrumentos técnicos, que desbordan su mera consideración de técnicas (Valles, 1997).

En una reciente publicación Calvo, Elverdín, Kessler y Murillo (2019) donde estudian las influencias internacionales en las ciencias sociales argentinas, afirman existe un recurrente predominio de las técnicas cualitativas en la sociología y la ciencia política. Lo mismo afirma el estudio de Piovani (2018) donde también encuentra un predominio de los artículos empíricos y de la metodología cualitativa (46 %) respecto a la cuantitativa (26 %) y los métodos mixtos (28 %).

Antes de estas publicaciones, Denzin (2011) hablaba de una revolución silenciosa en referencia a la revolución cualitativa como un fenómeno asombroso en las ciencias sociales e identificaba a los paradigmas críticos e interpretativos como centrales en este movimiento.

Aquella metodología que por mucho tiempo fue marginal en las ciencias sociales finalizando el siglo XX cobraba centralidad. Son muchas las voces especializadas que afirman que las diputas entre investigaciones cuantitativas y cualitativas son falsas e improductivas. Por esto, creemos que el gran desafío de nuestra tarea está en encontrar el camino para lograr una investigación que se atenga a su propia intención y no someter la práctica de la investigación a los principios abstractos que rigen la construcción deductiva (Habermas, 1989).

En el texto de King et al (2000) se afirmaba que las metodologías cuantitativas y cualitativas refieren a dos formas de investigar pero a una misma lógica inferencial que utilizan diferentes estrategias, parte del contenido de la investigación es el método.

Así, es pertinente remarcar que todo proceso de investigación tiene como objetivo la búsqueda de un producto que es el conocimiento. A partir de los años ‘80 de las ciencias sociales hay un acuerdo en resaltar el desarrollo creativo y reflexivo puesto en el abordaje de problemas complejos y variados a través de la creación de nuevas metodologías. Algunos de estos métodos se apoyan en metodologías denominadas cuantitativas y otros, en sofisticados métodos denominados cualitativos (Sautu, 2006). Ese esfuerzo se condice con la expansión de la metodología como un campo de análisis, evaluación y de reflexividad dentro de los ámbitos académicos y de la propia enseñanza o formación en el oficio de investigar.

Claramente reconocemos en el contexto actual un momento epistemológico interesante para repensar las prácticas investigativas que están siendo desafiadas por la tecnología.

A modo de conclusión

No es una novedad decir que el acontecimiento de la pandemia por Covid-19 y las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio nos está poniendo a prueba en muchos aspectos de nuestras vidas. Ni que son las tecnologías de la comunicación las que se destacan en ofrecer las soluciones a casi todos nuestros problemas, en casi todos los ámbitos: en la salud, en la educación, en el trabajo (por plataformas o el teletrabajo), en el comercio (e-commerce) o en todos los sistemas de control social. Las ciencias sociales no quedaron al margen de esto. Las tecnologías se incorporaron a todas las tareas de investigación en todas sus versiones. Y como en otros tantos ámbitos sabemos que muchas de estas incorporaciones vinieron para quedarse. Como dice Lo Vuolo (2020) estas tendencias observadas desde el presente, claramente nos invitan a proyectarnos al futuro no solo mirando el pasado.

La relación entre el cambio tecnológico y el aumento de la productividad del trabajo, así como sus efectos sociales y técnicos, ha sido investigada desde la primera revolución industrial por pensadores, ingenieros, historiadores y economistas como Ure, Babbage, Ricardo, Marx y Schumpeter, para mencionar los más reconocidos. A su vez, el avance del proceso de acumulación capitalista y de la innovación, con el consecuente reemplazo de trabajadores por máquinas y su efecto sobre el empleo, siempre ha generado fuertes resistencias, desde el movimiento luddista en el siglo XIX hasta la resistencia sindical en el siglo XX. En el siglo XXI debemos considerar un elemento adicional para evaluar el impacto del desempleo tecnológico: el efecto de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) y las plataformas, propias de un capitalismo que se basa en la valorización del conocimiento como eje del aumento de la productividad y las ganancias.

Es por esto que quisimos advertir, a modo de resaltar o llamar la atención, sobre cómo estos cambios nos impulsaron a reflexionar sobre las nuevas prácticas investigativas, en la forma en que la política y el contexto histórico entraron en las prácticas científicas y metodológicas. Y, por otro lado, sobre cómo éstas nuevas herramientas que nos provee la tecnología (en particular los formularios tipo google forms) están vacías y son peligrosas si no las usamos a partir de reflexiones epistemológicas, teóricas y metodológicas, que esclarezcan el rol del investigador, el tipo de información que recogemos y que queremos recoger, el camino elegido para la producción de datos y el sentido que le queremos dar a toda esta práctica.

En este escenario, es que cobra nueva fuerza, se redimensiona, la necesidad de pensar en el sentido de nuestros supuestos teóricos pero también epistemológicos a fin de ofrecer resistencia a la naturalización del mundo social que debería ser captado como una construcción de sujetos activos (Giddens, 1993) y a la dominación de los viejos principios metodológicos como la estandarización de los procedimientos (Bourdieu, 1999). Para lo cual nos parece imprescindible hacer explícitas las intenciones y los principios de los procedimientos que una investigación pone en marcha. Tal como afirma Bourdieu (1999) más adelante,

No hay duda de que el interrogatorio científico por definición excluye la intención de ejercer cualquier forma de violencia simbólica capaz de afectar las respuestas; lo cierto es que, en esa materia, no es posible confiar exclusivamente a la buena voluntad, porque en la naturaleza misma de la relación de encuesta están inscriptas todo tipo de distorsiones. Distorsiones que se trata de conocer y dominar, y ello en la concreción misma de una práctica que pueda ser reflexiva y metódica, sin ser la aplicación de un método o la puesta en acción de una reflexión teórica (Bourdieu, 1999, p. 528).

Es a partir de estas afirmaciones que entendemos que la manera de luchar contra esas distorsiones propias de la situación de encuesta está en las relaciones que construimos con los encuestados. Esas relaciones que no se establecen con cuestionarios autoadministrados. Por otro lado, claramente comprendimos la potencia que tiene este tipo de estrategias metodológicas: son eficaces en la recolección de información en términos de tiempo, velocidad y volumen. Pero, para ser realmente eficaces deben atenderse las características propias de su construcción. Todo un mundo que se abre para ser repensado a partir de los desafíos que propone la tecnología.

Finalmente, frente a la cantidad de google forms que nos llegan casi a diario, como un nuevo bombardeo de requerimientos de información, nos preguntábamos si existe una reflexión sobre los retos que comprende este tipo de estrategias metodológicas; muchas veces es difícil identificar la información que se requiere o simplemente se dificulta la interpretación por problemas de sintaxis. En muchas oportunidades estos formularios pusieron en evidencia las habilidades de los investigadores y su transparencia metodológica. Tal como afirman Cohen y Gómez Rojas el gran desafío del camino hacia el conocimiento

“Consiste en continuar reflexionando en torno a cómo producir datos, sean cualitativos o cuantitativos, asumiendo una perspectiva constructiva, entendiendo por tal la sinergia entre la interpelación de la realidad en la que trabajamos y la representación de la información en dato. Hablamos del tránsito de los hechos a los datos” (2019, p. 32).

Entendemos que en este camino hay aciertos que vinieron para quedarse como la inauguración de la modalidad de estudios asociados en redes inter o transdisciplinarias. Lo cierto que este momento tan particular requiere de información social desde diversos ámbitos: desde lo sanitario, los comités de crisis locales, el Consejo Social de la UNLP o las brigadas que realizan la detección de casos, todos aspectos que inaugura una nueva etapa de trabajo.

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Notas

[1] Lic. en Trabajo Social UNLP. Vicedecana de la Facultad de Trabajo Social UNLP. Vice directora del Instituto de Estudios de Trabajo Social y Sociedad IESTyS- UNLP. Profesora Titular Ordinaria de la cátedra Investigación Social I de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. cuencadriana59@gmail.com
[2] Dra. en Ciencias Sociales UBA, Lic. y Mg. en Ciencias Políticas. Directora del LIMSyC-FTS-UNLP (Laboratorio de Investigación Movimientos Sociales y Condiciones de Vida) y Profesora Titular Ordinaria de Investigación Social II de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina. patricia.schettini@gmail.com
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