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PARTIDO COLORADO LUCHANDO POR EL PODER EN PARAGUAY DEL SIGLO XXI: CONTINUIDADES Y CAMBIOS
Kseniya Konovalova
Kseniya Konovalova
PARTIDO COLORADO LUCHANDO POR EL PODER EN PARAGUAY DEL SIGLO XXI: CONTINUIDADES Y CAMBIOS
Revista Estudios Paraguayos, núm. 1, 2020
Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción"
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Resumen: El presente artículo analiza los recursos y estrategias que mantienen en el poder en Paraguay contemporaneo a uno de los mas antiguos partidos de derecha de la region latinoamericana – Asociación Nacional Republicana – Partido Colorado. A la luz del mainstream regional de hoy, el Partido Colorado es, en primer lugar, un jugador influyente tradicional de la escena política de Paraguay y no un "novato" del sector populista; en segundo lugar, puede considerarse originalmente como conservador de derecha – tanto en lo económico como en lo político en la escala del mundo occidental - y esto no impide que sea la mas durable fuerza gobernante en su país. Este estudio, basandose sobre los métodos histórico-descriptivo, histórico-sistémico, problematico-cronológico, tiene como hypotesis la idea de que entre los factores internos y externos contribuyentes al monopolio del poder de Colorado, el rol crucial juegan las reconfiguraciones oportunas de su proyecto ideológico, asociados con nuevos líderes y corrientes interiores.

Palabras clave: Paraguay, Asociación Nacional Republicana, Partido Colorado, partidos de derecha, faccionalismo, proyecto ideológico.

Abstract: The article considers the resources and strategies thanks to which the National Republican Association - Colorado Party – one of the eldest right-wing parties in the Latin American region – stays in power in the modern Paraguay. Against the regional background of today, the Colorado Party is, firstly, a traditional influencer and not a “newcomer” from the populist sector; secondly, it can be considered as an original right conservative one – both in economic and political spheres from the perspective of the West – and this fact actually does not hinder it to be the most long-lasting ruling political force in its country. This study, based on the historical-descriptive, historical-systemic, problematic-chronological approaches, as its hypothesis has the idea that, among the internal and external factors contributing to the Colorado’s monopoly, the well-timed reconfigurations of its ideological project, associated with some new leaders and internal factions, do play the crucial role.

Keywords: Paraguay, National Republican Association, Colorado Party, right-wing parties, factionalism, ideological project.

Carátula del artículo

PARTIDO COLORADO LUCHANDO POR EL PODER EN PARAGUAY DEL SIGLO XXI: CONTINUIDADES Y CAMBIOS

Kseniya Konovalova
Revista Estudios Paraguayos, núm. 1, 2020
Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción"
PARTIDO COLORADO LUCHANDO POR EL PODER EN PARAGUAY DEL SIGLO XXI: CONTINUIDADES Y CAMBIOS

1. Introducción:

Los recientes cambios en el panorama político e ideológico de América Latina acrecentan la atención académica al fenómeno de los partidos de derecha en la región. En este contexto, la especificidad de la Asociación Nacional Republicana - el Partido Colorado (PC en adelante) en Paraguay consiste, en primer lugar, en que es uno de los partidos políticos más antiguos de este tipo en la región, que mantiene su posición dominante en la política nacional hasta el día de hoy. El Partido Colorado se fundó a fines del siglo XIX y, con el andar de historia, acumuló el gran peso político. Ha sido el monopolista absoluto del sistema político paraguayo varias veces, y el último de tales períodos fue durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).

En la era post-stroessnerista, a pesar del surgimiento del multipartidismo, se puede decir que el PC es invariablemente un actor que ejerce su influencia sobre las tres ramas de gobierno. En segundo lugar, el tradicionalista PC es una fuerza conservadora tanto en lo económico como en lo político. Y la preservación del liderazgo del PC en Paraguay, teoreticamente, no se correlaciona con las circunstancias que complican la supervivencia política de tales fuerzas en la región en las últimas décadas: son la desacreditación del modelo conservador de modernización, la necesidad de superar el legado de las dictaduras militares (que, como se sabe, normalmente estaban orientadas hacia la derecha) y, finalmente, el "experimento de la nueva izquierda" de los años 2000s, que no solo ofreció un camino de desarrollo alternativo a los países de la región, sino que también afectó de manera dramática el equilibrio de poder en América Latina como un subsistema de relaciones internacionales en general. En este sentido, el propósito de este artículo es considerar las características del funcionamiento del proyecto coloradista en el siglo XXI, mostrando las causas y fuentes de su alta estabilidad.

2. Los pilares de la influencia del PC en el contexto paraguayo

En nuestra opinión, se puede distinguir tres características más importantes contribuyentes a la alta resilencia del partido estudiado ante los diversos cambios en el orden institucional y preferencias electorales en Paraguay.

Primero, el Partido Colorado es un auténtico partido de masas. Su tal carácter ha sido predeterminado históricamente. Abente (1996: pp. 245-249) y Martínez Escobar (2013: pp. 5-9) señalan el gran papel que jugaron las actividades e identidad coloradista, así como las de su rival, el Partido Liberal (actualmente – Partido Liberal Radical Auténtico, PLRA), en la formación de la conciencia política popular en Paraguay a fines del siglo XIX y principios del XX.

La piedra angular de su estatus como el partido de masas, mientras tanto, parece haber sido el fenómeno del stroessnerismo, que hizo que el apoyo al Colorado fue la única “norma” de preferencias electorales y uno de los más importantes elevadores sociales. En las condiciones modernas, Colorado también se distingue por su membresía extremadamente amplia: tiene más de 2.3 millones de afiliados (Ultima Hora, 2019) que equivale en mas de 30% de la población total de Paraguay, y una extensa red de oficinas de representación a nivel nacional y departamental (López, 2018). Además, el dicho partido constantemente desarrolla las nuevas formas para interactuar y atraer a los ciudadanos, por ejemplo, via el Internet. Es decir, siendo comparada con otros principales partidos políticos de Paraguay, el PC posee el mayor número de diputados con cuentas en Twitter y Facebook, como lo demuestran Welp y Maruzca (2016: p. 217).

Segundo, el PC se puede considerar “el partido de Estado", o más bien, el partido que ha atribuido al estado. Aquí nos referimos a dos aspectos: normativo y práctico. Desde un punto de vista normativo, es importante tener en cuenta que la cosmovisión de Colorado resultó estar estrechamente relacionada con la mitología estadista paraguaya, de naturaleza suprapartidaria e incluso suprapolítica.

Hay varios mitos centrales, cuya existencia y cambio coincidieron con la evolución histórica del PC en el poder: el mito lopezista (Brezzo, 2004; Pérez Talia, 2017) con su victimización patriótica y las llamadas a la resurrección de la Patria después de la catástrofe de 1870; el mito stroessnerista de un estado patriarcal de orden y justicia social, y finalmente, el mito sobre la joven democracia "normal" en Paraguay de los años noventa. Además, fue el Partido Colorado el que generó el nacionalismo cívico paraguayo (Makarán, 2014: pp. 91-101), que sirve como un factor integralizador social y una especie de "sustituto" de la inclusividad fallida del estado paraguayo. Уs menester adjuntar que, según los datos sociológicos, la cultura política paraguaya más bien apoya y no margina el nacionalismo (Latinobarómetro, 2008-2018)[2] no obstante las tendencias ideológicas que han sido predominantes en el mundo occidental hasta ahora.

Con el componente práctico, nos referimos a suma de prácticas de gestión legales e ilegales, tradiciones sociales y circunstancias legales que contribuyen a la hegemonía del PC en toda la vida del estado paraguayo. En la etapa actual, el estado en Paraguay conserva características patrimoniales asociadas precisamente con las actividades del coloradismo.

En primer lugar, a pesar de los cambios en la legislación sobre el servicio público en los últimos años, diseñados para dar un carácter no ideológico y meritocrático a este instituto (Boidi, Zechmeister, 2018: pp. 79-89), por la inercia del stronato, los afiliados del Colorado continuan monopolizando los puestos más importantes en el poder ejecutivo, ejército y la justicia.

En segundo lugar, el PC sigue siendo un poderoso motor del clientelismo e informalidad de la economía paraguaya, incluidas prácticas ilegales como la corrupción o, como se indica por algunos, el tráfico de drogas (ver, por ejemplo, Puerta, 2018). Al no ser suficientemente fuertes e independientes, las instituciones estatales en Paraguay a menudo son “rehenes” de poderosas estructuras oligárquicas, que el PC activamente utiliza. Habiendo acumulados tanta influencia en el aparato estatal y enormes recursos materiales, el PC también puede reproducir constantemente el ciclo que le otorga estas ventajas. La opinión de los colorados sobre las reformas pendientes de la legislación electoral del país ocupa un lugar importante en dicha estrategia, ya que en su forma actual esta legislación no estimula la expansión política de partidos minoritarios y/o nuevos (Filártiga Callizo, 2018).

Tercero, el proyecto ideológico del PC es extremadamente adaptable a la dinámica de la vida del estado y las preferencias del electorado. La orientación ideológica de este partido en la etapa actual es un punto controvertido. Si bien normalmente los analistas lo marcan como “derecha” (López, 2019, Martínez Escobar, 2013, Кудеярова, 2018), sus propios afiliados definen su credo ideológico de manera amplia y heterogénea, referiendo incluso al “socialismo humanista" (una idea del estado socialmente armonioso dotado del capitalismo “solidario” y “que garantice la evolución hacia una sociedad igualitaria, sin privilegios ni clases explotadas” (ANR…, página web oficial). En general, se puede observar que el Partido Colorado promueve para sus seguidores una amplia agenda, que se basa en el conservadurismo político y social (promoción de los valores tradicionales, o sea, la religión católica, pareja heterosexual, institución de la familia fuerte etc.) y la economía de libre mercado. Además, el PC se caracteriza por su retórica a favor del nacionalismo cívico y apelaciones al estatismo, promoviendo la imágen del estado fuerte y responsable.

La heterogeneidad de los valores del credo coloradista determina la disposición de este partido para “interceptar”, adaptar las ideas de sus oponentes ideológicos, o sea “mimetizar” a otras fuerzas políticas que tengan potencial para ganar popularidad electoral, desde la extrema derecha hasta la centroizquierda. Este rasgo adaptativo es fruta tanto de las habilidades del PC para la reconfiguración ideológica interna debido al gran faccionalismo innato, como de las características del sistema político de Paraguay. Básicamente, el sistema político paraguayo no posee una experiencia de la democracia competitiva madura y estable. Esto lleva a un escepticismo popular sobre la importancia de la democracia como valor y práctica (ver por ejemplo Latinobarómetro, 2018: p.16), baja las expectativas del electorado sobre la calidad de la política nacional, devalúa los proyectos ideológicos no tradicionales que empezaron a desarollarse en los inicios del siglo XXI.

Para confirmar la tesis sobre la adaptabilidad ideológica del Partido Colorado uno puede observar la base social de este partido. El punto clave aquí es que su base social no corresponde a diversos clichés sobre la identidad del PC, como “una fuerza conservadora y proponente de las dictaduras, atractiva para los ciudadanos que quieren estabilidad y orden por la mano dura” o “un partido de los ricos” o “un partido de los latifundistas”. La base social del PC, en realidad, es muy difusa y representa, en general, a todas las capas de la sociedad paraguaya en cierto grado. Aunque podemos hacer algunas reservas:

(1) Los hombres son más proclives a votar por el PC que las mujeres, las personas de mediana edad y los mayores lo prefieren más que los jóvenes;

(2) Un gran estrato de personas con poca estabilidad social y económica está constantemente presente en su electorado: los analfabetos, desocupados y los que trabajan en el sector informal;

(3) Entre los años 2000 y 2010, el núcleo del electorado del PC dejó de ser los empresaios y gerentes seniores e intermedios (a los cuales se puede identificar como "ricos") y llegaron a ser este núcleo un gran grupo de los cuentapropistas y profesionales asalariados con nivel de educación no inferior a la secundaria técnica (o sea, "clase media"). Pero al mismo tiempo, los que trabajan en el sector agropecuario sistemáticamente constituyen un elemento importante del electorado pro-coloradista (Latinobarómetro, 2003-2018).

De todo esto se puede deducir que, mantenindo su básica idea conservadora, en sus estrategias políticas el PC parte de la necesidad de presentarse como el “partido de todos”, “de estado”, y se basa en el máximo pragmatismo teniendo en cuenta:

- la estratificación social del Paraguay (la clase media, aunque muy heterogénea, se expande poco a poco (Banco Mundial, 2020) pero la capa baja representa la mayoría absoluta (aproximadamente 60% en el año 2019) de la población) (ABC Color, 2019a);

- el modelo económico paraguayo que todavía se nutre del sector agropecuario como su núcleo y busca acelerar la productividad en el sector terciario – él que exactamente da trabajo a la clase media urbana.

3. El Partido Colorado y los “autores” de la democracia

Una condición indispensable para la legitimidad del PC en las condiciones actuales era el papel que el partido logró jugar en los eventos de los primeros años de democracia en Paraguay. El punto principal fue que el PC actuó directamente como “el autor” de la transición democrática, y esto le permitió transferir el estatus ventajoso del "partido del estado" del tiempo stroessnerista a la realidad post-dictatorial.

Una parte del capital reputacional, que permitió que esta fuerza, marcada con los abusos de la dictadura en la percepción pública, salvase su cara en el régimen democrático, estaba históricamente contenido en él, debido al ala disidente que existía desde el 1959 (cuando el MOPOCO se fundó) (Кораблева, 2004). Su otra parte fue creada por la presidencia de Andrés Rodríguez (1989-1993), cuando Paraguay recibió su constitución contemporánea con garantías del estado de derecho, cuando la oposición fue legalizada y los mecanismos electorales legalmente "limpios" comenzaron a funcionar. Finalmente, para que el PC acumulase su primer capital de legitimidad en los tiempos democráticos el rol importantísimo jugó la capacidad de los gobiernos civiles colorados de preservar el equilibrio cívico-militar no obstante los intentos golpistas del general Lino Oviedo en 1996 y 2000 (Клеченов, 2003).

El punto de inflexión en términos de incorporación del Colorado en el nuevo juego con las reglas del multipartidismo es la grave crisis sociopolítica de 1999, los eventos del “Marzo Paraguayo". Como se sabe, estos eventos dramáicos se asocian con el descrédito del presidente Raúl Cubas (1998-1999) por su apoyo a Oviedo y el asesinato de Luis María Argaña, el vicepresidente, uno de los líderes más destacados del PC y opositor de Oviedo, que presumablemente fue cometido con la sanción de propio Cubas. Después, buscando estabilizar el país, el PC formó el primer gobierno multipartidista en la historia de Paraguay donde participaron no solo los liberales (PLRA), sino también los socialdemócratas del recién creado Partido del Encuentro Nacional (PEN). El Gobierno de Acuerdo Nacional y su programa anticrisis comenzaron a funcionar con un serio apoyo de la población, y, aunque no duraron mucho (la coalición tripartidista se destruyó en el contexto de los shocks económicos en Paraguay en 2000-2002), en el momento crítico, esto permitió que los colorados controlasen el caos político y, como resultado, se mantuviesen en el poder (Palau, Yore, 2000).

En el sentido general, la década de 1990 y los principios de 2000s revelaron dos elementos claves para que el liderazgo colorado continuase en la turbulenta transición democrática. Por un lado, como ya hemos mencionado, al ser el creador de los primeros fundamentos legales para el desarrollo democrático del país, el PC tuvo la oportunidad de formar y controlar la visión pública sobre el andar adecuado de los procesos de democratización. Las crisis de 1996, 1999 y 2000 sacudieron el liderazgo coloradista, pero no lo destryeron, fortaleciendo las habilidades de adaptación del antiguo coloso. Por otro lado, la apertura democratica paraguaya como tal tuvo lugar en el marco de la dinámica interna del PC. Algunas ilustraciones:

- al nacer la democracia en Paraguay, Rodríguez – el caudillo y general colorado - derrocó a Stroessner,

- la confrontación entre los diversos colorados – Argaña, por un lado, Cubas y Oviedo, por otro, - desencadenó una crisis política sistémica, el “Marzo Paraguayo",

- para preservar la estabilidad política, el mainstream del Partido Colorado tuvo que marginar al ex-colorado Lino Oviedo en el sentido político y de la ley[3].

Es menester decir que el PC hizo poco para la renovación de la élite politica en el Paraguay democrático y, como en los años de la dictadura, continuó siendo el eje sobre la cual todo el proceso político en el país giraba. Sin embargo, encontró la manera de compensar estas deficiencias por medio de demostrar a los electores su compromiso con el institucionalismo, su rechazo de las prácticas autoritarias-subversivas y, como lo demostró el caso del Gobierno de Acuerdo Nacional, su tolerancia ideológica expandida.

4. “La cara progresista” del antiguo partido

A la luz de no solo cambios internos dramáticos, sino también la transformación del contexto regional, o sea, el surgimiento de los gobiernos de la "marea rosa", incorporación de la izquierda del siglo XXI en una nueva “norma” ideológica regional, y al mismo tiempo la entrada de muchos países latinoamericanos en una fase de crecimiento económico sostenible, Paraguay enfrentó en la primera década del siglo XXI dos problemas clave:

- el problema de la elección de un modelo económico adecuado que promovería no solo un buen clima para la inversión, sino también el desarrollo inclusivo, teniendo en cuenta las reformas económicas neoliberales de los años noventa, que, junto con la inestabilidad política, habían aumentado los indices de la pobreza, inflación y habían acrecentado significativamente la deuda externa (González Delvalle, 2013);

- el reto de la consolidación del institucionalismo democrático, que se basaría en el fundamento legal estable y una nueva moral de la élite política, ahora intolerante hacia las prácticas de violencia política, golpismo y otros retrocesos autoritarios.

A estas circunstancias el sistema politico de Paraguay respondió con el desarrollo del multipartidismo y especialmente el aumento del dinamismo del sector izquierda y centroizquierda del espectro político. Una especie de culminación de todo eso fue la victoria en las elecciónes presidenciales de 2008 de Fernando Lugo (2008-2012) quién representaba la Alianza Patriótica para el Cambio, una coalición que incluía el PLRA y varias fuerzas de oposición de izquierda minoritarias (Кудеярова, 2013: сс.8-9).

Dichas tendencias amenazaban la hegemonía del coloradismo. Para "digerirlas", utilizó instrumentos politicos tanto electorales como no electorales (sobre los instrumentos electorales y no electorales de la derecha luchando contra sus rivales ideológicos en America Latina en detalle ver, por ejemplo Rovira Kaltwasser, 2014).

En términos electorales, formuló y popularizó una especie de proyecto progresista. El ala progresista del PC se asocia con el nombre de Nicanor Duarte Frutos (fue el presidente de Paraguay en 2003-2008 y después varias veces buscaba la reelección). Duarte puede ser caracterizado como el promotor de los cambios para un estado más social en Paraguay, desarrollismo y etatismo económico “suavizado”.

Durante la presidencia de Duarte, aunque con desigual éxito, iniciaron las reformas para elaborar la distribución más equitativa de los recursos económicos y mejorar la calidad del capital humano del país. Uno puede recorder en este sentido, por ejemplo, su reforma tributaria, ideas de gravar la exportación de soja, triplicación del presupuesto de los Ministerios de Salud Pública y Bienestar Social, Cultura, Educación, lanzamiento de los programas de transferencia condicionada de recursos (en particular, el programa Tekoporá, gracias a la cual su capital político ya acumuló Fernando Lugo) y de prestación de ayuda a los pequeños propietarios en la zona rural (Duarte Frutos, 2017). Mientras que todo eso se asociaba a los cambios en el modelo economico, en el sentido de la consolidación democratica muy simbólica fue la creacción de la Comisión de Verdad y Justicia para investigación de los crímenes del stroessnerismo. Parece que dicha institución significaba un hito en la estrategia del coloradismo: el antiguo partido, que antes había guardado silencio casi absoluto en lo referente a las violaciones de los derechos humanos por la dictadura, decidió estigmatizar estas prácticas ilegales en el espacio publicо (Хейфец, Коновалова, 2017: с. 41).

Hablando sobre el fortalecimiento de la democracia, una otra cosa también parece importante: la nominación en las elecciones presidenciales de 2008 por parte del PC y con apoyo de Duarte de la primera candidata femenina, Blanca Ovelar. Según los expertos, Ovelar se presentó como una dama de virtudes patriarcales-conservadoras y eso no satisfizo los deseos del público de verla como una líder innovadora y carismática. Por eso, el proyecto de Ovelar fracasó (López, 2018: pp. 188-190). No obstante el mensaje que transmitía fue importante como el intento de restart reputacional para el PC, ya que la nominación de una mujer candidata por el partido tradicionalmente asociado al machismo y dictadura podría indicar que este partido sabe trabajar sobre sus errores y evolucionar (Senado TV, 2008).

Es necesario añadir que la figura de Duarte misma fue un ejemplo sorprendente de alta adaptabilidad y agilidad ideológica del PC en aras de las victorias políticas. Este líder comenzó su carrera como adherente a los programas conservadores-populistas cercanos al stroessnerismo, pero más tarde se convirtió en un reformador progresista que criticaba a los "ultraconservadores del Colorado" (Duarte Frutos, 2017). Hasta ahora encabeza el ala progresista del PC, inspirando a otras figuras de diversos corrientes dentro del partido que buscan presentarse como los promotores de la filosofía del mercado libre que al mismo tiempo velan por el bienestar de la gente humilde. Hasta Horacio Cartes (2013-2018) con su concepto conservador-oligárquico, incorporó el simbolismo social en su programa de «Nuevo rumbo» (Lachi, Rojas Scheffer, 2015: pp. 86-90).

El impeachment contra Lugo, líder antisistémico, fue el instrumento de tipo no electoral. Como explica Kudeyárova (2013: cc.12-15), el PC y sus aliados habían organizado el juicio politico de tal manera que desde el punto formal se veía como el proceso legítivo y multipartidista, sin violencia ni emergencias, especialmente si tenemos en cuenta el hecho que al irse Lugo, un liberal (Federico Franco) y no un representante del partido hegemón ascendió al cargo más alto de la nación. L

a reacción al impeachment del junio de 2012 fue en gran medida negativa, tanto en el nivel doméstico como en el nivel internacional, aunque desde la perspectiva del capital político añadido para el PC dicho acto representaba cierta ventaja. Dado que los planes para una reforma agraria revolucionaria que la gente tanto esperaba de Lugo fracasaron y la situación de seguridad en el país empeoró dramáticamente, el coloradismo obtuvo la oportunidad de aparentar la "victoria" del institucionalismo sobre el populismo y el voluntarismo que engañaron las esperanzas del electorado. Por medio de esto, el antiguo partido realizó su capacidad para determinar el campo del multipartidismo paraguayo y la tolerancia ideológica esta vez de manera restrictiva.

5. Reconfiguraciones recientes

El faccionalismo es otra característica típica del PC. Numerosas divisiones internas, por un lado, reducen la fuerza del partido como organismo integral y, según lo muestra la historia paraguaya, pueden perjudicar el funcionamiento normal del estado. Por ejemplo, se sabe que el papel importante para que el coloradismo en su tiempo aceptase las ideas dictatoriales, jugó en los años 1930-40s el activismo de una de sus corrientes encabezada por Juan Natalicio González, el nacionalista militante que simpatizaba con los regímenes totalitarios en Alemania e Italia (Abente, 1996: p. 251). Pero, por otro lado, la fragmentación interna asegura la adaptabilidad del partido en el sistema político paraguayo y lo hace productivo en términos de creatividad ideológica. Normalmente la polarización provoca que los líderes de las facciones y corrientes recien nacidas intenten distanciarse lo más posible de su "sustrato" político anterior con todas sus deficiencias reputacionales.

Esto, al menos durante las campañas electorales, les da un cierto nivel de confianza de la gente, aparentemente cansada de la hegemonía coloradista corrupta, ideologicamente y moralmente obsoleta. Como resultado, en manos del PC siempre se queda cierta parte de los votantes que, de otro modo, seguirían a unas nuevas fuerzas políticas no sistemáticas y podrían proporcionarles el apoyo suficiente para volcar el “casi bipartidismo” paraguayo que se ha desarrollado a lo largo de los siglos.

Los proyectos de dos últimos presidentes de Paraguay por el PC, Horacio Cartes y Mario Abdo Benítez (electo en 2018), ilustran el fenómeno de "nuevas figuras en el viejo partido", aunque en sentidos muy diferentes. Cartes era un hombre de negocios y se unió al Partido Colorado solo en 2009, cuando ya era conocido por sus problemas con la ley y la visión del tycoon.

Esto irritaba a los colorados tradicionalistas y lo consideraban un advenedizo (Turner, 2014). Abdo, un colorado de carrera, puede, por el contrario, decirse tradicionalista en tal sentido que se opone (si comparado con Cartes) a los tecnócratas en el curso económico y se posiciona como conservador político nacionalista. No obstante a él tambien se puede denominar un outsider (López, 2018), dado que, siendo el hijo del secretario personal de Alfredo Stroessner, es visto como un actor contemporáneo de la antigua aristocracia colorada stroessnerista, cuyos representanes ya no parecen eligibles para la presidencia en el siglo XXI. Ambos líderes – y Cartes y Abdo - son de corrientes rivales – Honor Colorado y Colorado Añetete – que, depende del momento, critican uno a otro o se unen en lucha contra los opositores.

El contexto para la presidencia actual de Mario Abdo Benitez parece complicado. Los años del gobierno de su predecesor se fueron marcados no solamente con protesta social y numerosos escándalos de corrupción, sino tambien una crisis institucional, desencadenado por la potencial reforma de la Constitución que pemitiría la reelección presidencial. El agenda reeleccionista resultó atractiva para dos líderes colorados – expresidente Nicanor Duarte y presidente saliente Horacio Cartes, y estos políticos alcanzaron las combinaciones necesarias en el Senado para promover la reforma. Dichos pasos provocaron terrible indignación popular; los participantes de las protestas callejeras irrumpieron en el Senado donde los reeleccionistas se reunían a esas horas y lo quemaron. El conflicto entre los reeleccionistas y sus opositores en la primavera de 2017 causó muertes y heridos: el asesinato por parte de la policía del líder juvenil del PLRA – fuerza que se opuso a los reeleccionistas, - tuvo mucha resonancia (González Bozzolasco, 2017).

A pesar de que la cuestión de la reelección finalmente se quedó congelada y la situación en el país más bien se estabilizó, los acontecimientos de 2017 afectaron los resultados de las últimas elecciones presidenciales, cuando el PC venció a sus rivales de la alianza de liberales e izquierda “Ganar" por un margen más ajustado en la historia democrática del país (ABC Color, 2019b).

Para evitar que su partido sea desacreditado y preservar su propio liderazgo, Abdo ha recurrido a las siguientes herramientas. Por un lado, al ser electo siempre enfatizaba su actitud negativa hacia el reeleccionismo, que se formó cuando Abdo era un senador. Сomo presidente, Abdo promueve la solución institucional del problema de la reelección mediante la convocatoria de una asamblea constitucional multipartidista que abordaría no solo esta cuestión, sino también unas posibles mejoras en la ley electoral y el sistema judicial del país (El Espectador, 2018), cuya reputación ha sido salpicada con los escándalos de corrupción de los años anteriores (Gómez Daza, Brito, 2018). Por otro lado, apela a ciertos elementos del proyecto progresista de derecha. En este sentido, parece muy emblemática la iniciativa “Vamos!” de su gobierno que presupone crear en Paraguay el sistema de la protección social universal contributiva (OECD, 2019: pp. 83-107), que sería una médida de “socialización” del estado en Paraguay sin precedentes en su história.

En lo referente al tema de su herencia stroessnerista personal, Abdo intenta mover el foco de la negativa memoria sobre su relativo a sus propias convicciones democráticas y su deseo de unir a la gente y «cicatrizar las heridas para la reconciliación entre los paraguayos» (France 24, 2018). El nacionalismo cívico específico de los colorados también se puede encontrar en la retórica del presidente actual, pero más bien en los comentarios sobre la política exterior. En particular, Abdo Benítez tomó una decisión resonante de devolver la embajada paraguaya en Israel de Jerusalén a Tel Aviv[4] – un paso muy contrario a la tradición de las relaciones amistosas entre Paraguay y los EE. UU., que, no obstante, podría ser justificado por las normas del derecho internacional. Al comentar sobre la hipotética presión sobre Paraguay por parte de Washitgton esos días, Mario Abdo Benítez señaló que «Paraguay no se va a dejar presionar por nadie… No…nos sentimos inferiores a nadie. Paraguay es una gran nación» (RT, 2018).

Otro ejemplo de apelar al nacionalismo en situaciones de riesgo para el liderazgo del PC se puede ver en la crisis que sufrió el gobierno actual por causa de su controvertido acuerdo con Brasil sobre la energía producida por la central hidroelérica “Itaipú” en julio de 2019. Dicho acuerdo entre los gobiernos de Paraguay y Brasil se formó sin suficiente discusión pública. Se refería a la distribución y venta del exceso de la electroenergía producida por la binacional para ambos países fundadores. Cuando el contenido de este documento se filtró por casualidad al espacio público y mediátco, se abrió que la ganancia comercial reservada para Paraguay era insatisfactoria. Como resultado, los críticos bautizaron este paso del gobierno de Abdo una "compra" de la buena voluntad del gigante país vecino y el gobierno ultraderecha de Jair Bolsonaro.

El caso de “Itaipú” provocó, nuevamente, la indignación de la oposición y una ola de protestas masivas. Todo el scenario amenazaba a Abdo con el juicio político, pero el colorado logró resistir, habiendo cancelado rápidamente el acuerdo, llevada a cabo una purga en el gabinete de ministros y despedido el embajador de Paraguay en Brasil. En su retórica Abdo representó la arriesgada situación de tal manera como si él no supiese de lo injusto que era el acuerdo, y, razonando sobre la necesidad de sustituirlo por un otro, mutuamente beneficioso, resaltó que “es el momento para… volver a recuperar la bandera» (El País, 2019).

Pero parece que el destino del gobierno de Abdo fue, sin embargo, decisivamente determinado por el factor ya mencionado de la alta flexibilidad interna del PC y la capacidad de sus facciones no solo de galvanizar la confrontación, sino también de unirse en un momento crítico. El hecho es que los correligionarios de Abdo lograron la unidad con sus oponentes del bloque cartista cuando la perspectiva de impeachment ya parecía muy cercana. Las corrientes rivales, uniéndose ad hoc, proporcionaron a Abdo su apoyo y obstaculizaron el juicio político por el Congreso (El Diario, 2019).

6. Reflexiones finales

Con el fin de la dictadura, en el siglo XXI la Asociación Nacional Republicana – Partido Colorado sigue siendo una fuerza extremadamente poderosa en la escena política paraguaya. Este hecho está predeterminado, por un lado, por sus propiedades internas, como el espíritu de partido de masas, acceso a recursos colosales materiales, mediáticos y otros, la capacidad de automodificación constante de su proyecto ideológico.

Esto último le permite adaptarse a los cambios en las preferencias electorales, “interceptando” a los votantes que, de otro modo, simpatizarían con la oposición. La capacidad del Colorado de utilizar la agenda progresista y nacionalista parece particularmente efectiva. Por otro lado, la predominancia colorada se explica por las deficiencias del sistema político en Paraguay: legislación electoral imperfecta, debilidad de las estructuras estatales, que no les da recursos para proporcionar la competencia multipartidista completa, y la visión política de los ciudadanos, caracterizada por las expectativas más bien bajas de la calidad de la democracia.

Sin duda, el PC no es inmune a diversos factores negativos. En el siglo XXI ha pasado por una serie de crisis domésticas complejas y está bajo la amenaza constante de la pérdida de confianza popular debido a su pasado dictatorial, lazos con los actores informales y escándalos de corrupción, y, en suma, su imagen del partido moralmente obsoleto que impide la consolidación democrática en Paraguay. Sin embargo, hasta ahora el antiguo coloso ha superado con éxito estos desafíos, apoyándose en su flexibilidad ideológica y alta dinámica interna, producto de su faccionalismo innato.

Se puede resumir que hay tres herramientas principales del Partido Colorado de hoy que le permiten sobrevivir y dominar en el contexto político paraguayo: su capacidad de no salir del campo del institucionalismo visible, la adaptación activa de las ideas competidoras y las promesas de cambios sociales positivos.

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