Lingüística

Un viaje por la Tierra Media: la invención lingüística en El señor de los anillos

A Journey Into Middle Earth: The Linguistic Invention in The Lord of the Rings

Leticia Gándara Fernández
Universidad de Extremadura, España

Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica

Universidad de Costa Rica, Costa Rica

ISSN: 0377-628X

ISSN-e: 2215-2628

Periodicidad: Semestral

vol. 46, núm. 1, 2020

filyling@gmail.com

Recepción: 12 Marzo 2019

Aprobación: 28 Mayo 2019



DOI: https://doi.org/10.15517/rfl.v46i1.41113

Resumen: El universo mitológico que J. R. R. Tolkien recrea en El señor de los anillos (1954-5) tuvo su origen en su deseo de otorgar a sus lenguas un hogar y criaturas que las hablasen. Las historias se escribieron más bien para procurar un mundo a sus lenguas que a la inversa. El lenguaje constituye así el punto de partida de todo su legendarium. Sin embargo, aunque la obra de Tolkien ha sido objeto de estudio por parte de disciplinas dispares, tales como la filosofía, la psicología o la literatura, hasta hace unos años apenas existían estudios semióticos sobre sus creaciones lingüísticas. Un hecho sorprendente si tenemos en cuenta la importancia que estas tienen en la vida y obra del filólogo. Esta es la razón por la que hemos decidido centrar nuestro trabajo en la importancia que tienen dichas lenguas inventadas en la obra literaria de Tolkien. Como si de un apasionante viaje por la Tierra Media se tratase, trazamos un recorrido por las diferentes lenguas que constituyen la esencia de El señor de los anillos. Todo ello con el fin de analizar, finalmente, los principales rasgos fonéticos, morfológicos y sintácticos de sus creaciones lingüísticas más importantes, el quenya y el sindarin.

Palabras clave: J. R. R. Tolkien, El señor de los anillos, lenguas artificiales, quenya, sindarin.

Abstract: The mythological universe that J. R. R. Tolkien recreates in The Lord of the Rings (1954-5) had its origin by his desire to give their languages a home and creatures who spoke them. His stories were written to procure a world to their languages, rather than languages to those stories. Language constitutes the starting point of all its legendarium. However, although Tolkien's work has been the focus of study by disciplines, such as philosophy, psychology or literature, there were hardly any semiotic studies about his linguistic creations up until a few years ago. That's a surprising fact if we take into account the importance they have in life and works of the philologist. This is why we have decided to focus our work on the importance of these invented languages in Tolkien's literary work. As if it were an exciting trip into Middle-earth, we trace a journey into the different languages that represent the essence of The Lord of the Rings. Finally, we analyze the main phonetic, morphological and syntactic features of its most important linguistic creations, Quenya and Sindarin.

Keywords: J. R. R. Tolkien, The Lord of the Rings, artificial languages, quenya, sindarin.

1. J. R. R. Tolkien y la creación de lenguas

John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973), reconocido filólogo y lingüista, demuestra en sus obras poseer una gran imaginación y un verdadero arte narrativo, casi élfico, para describir con detalle todo un universo mitológico plagado de criaturas sobrenaturales y lugares extraordinarios. En palabras de Kulermann (2012, p. 567), “su extraordinaria formación filológica le permite manejar el lenguaje de tal manera que el lector pueda visualizar el mundo creado por él y quedarse absorbido y cautivado en la Tierra Media”. Precisamente, esa fascinación de Tolkien por el lenguaje es la que nos invita a dar un paso más allá y a observar qué hay detrás de ese atractivo mundo que aparece en sus obras. Debemos, por tanto, situarnos en el contexto literario de la Tierra Media para comprender qué se esconde bajo ese universo mitológico que el filólogo elaboró con la intención de dotar a Inglaterra de una mitología, y que a su vez encubre un verdadero imaginario lingüístico al que este dedicó toda su vida. De este modo, el análisis de los diseños lingüísticos de Tolkien debe realizarse teniendo en cuenta el marco de ficción en el que se incluyen; pues para comprender estas lenguas inventadas es necesario entender los mundos ficticios en los que se desarrollan (Baker, Wilcox, Brown, Hoskisson y Rodio, 2014, p. 8).

Afirma Noel (1980, p. 6) que “la historia de la evolución de las lenguas de la Tierra Media es la historia del emocionante pasatiempo de un genio lingüístico”. Muestra de ello son los términos o palabras pertenecientes a las más de catorce lenguas inventadas o a idiomas y dialectos europeos de varios periodos que encontramos en El señor de los anillos (1954-5). Pues, aunque el escenario que Tolkien recrea en sus obras resulta atractivo para sus lectores, este también presenta una gran complejidad lingüística; ya que las lenguas que hablan los habitantes de la Tierra Media constituyen las bases de todo su ciclo mitológico1.

En El Hobbit (1937) se evidencia la labor lingüística de Tolkien, especialmente en nombres de lugares y personajes. Sin embargo, la mayor parte de los ejemplos que reflejan la creatividad de este autor se albergan en El señor de los anillos, ya sea en palabras o expresiones, ya en fragmentos de discurso o versos en lenguas que no son conocidas para sus lectores, independientemente de su lengua materna. Algunos de estos términos pertenecen a las lenguas naturales, como el inglés antiguo, aunque en su mayoría provienen de sus invenciones lingüísticas. En consecuencia, se hace necesario poseer una sólida formación filológica para distinguir qué vocablos son propios de las lenguas naturales, cuáles pertenecen a leyendas o mitos nórdicos y qué términos forman parte de los sistemas lingüísticos inventados por el autor2. Por ejemplo, no resulta fácil saber si el origen de términos como Gandalf y Nindalf es idéntico. Mientras el primero proviene de la forma del nórdico antiguo Gandálfr (de gand ‘varita’ y álfr ‘elfo’), el segundo pertenece al élfico sindarin nîn ‘wet’ ‘mojado’ y talf ‘flat field’ ‘campo llano’. Otro caso aparece en los nombres élficos de las flores elanor y niphredil en contraposición al término simbelmynë ‘evermind’ ‘siempre-viva’, correspondiente al inglés antiguo.

En El señor de los anillos, solo algunas palabras y expresiones están glosadas o presentan una breve explicación. En el contexto literario de la obra, esta ocultación parcial de la información es esencial. Marshall y Weimer (2011, p. 80) afirman que el lector está “in the position of the uninitiated hobbits, picking up the odd word and phrase here and there, and shares their bewilderment and curiosity”3. Estos elementos lingüísticos desempeñan una función elemental en el desarrollo de la novela, dotándola de un efecto literario difícilmente observable en otras obras propias del género fantástico. En concreto, en El señor de los anillos aparecen breves fragmentos en quenya en: el saludo a Gildor (Tolkien, 1977, I, iii, p. 120); el adiós a Lorién (Tolkien, 1977, II, viii, p. 536); las descripciones de Lorién y el bosque Fangorn (Tolkien, 2002, III, vi, p. 74); la exclamación de Frodo en el Antro de Ella-Laraña (Tolkien, 2002, IV, ix, p. 379); algunas de las alabanzas en el campo de Cormallen (Tolkien, 1977, VI, iv, p. 296); el juramento de coronación del Rey Elessar (Tolkien, 1997, VI, v, p. 316); la exclamación de Elessar al encontrar el retoño del Árbol Blanco (Tolkien, 1997, VI, v, p. 321); y la despedida de Bárbol a Galadriel (Tolkien, 1997, VI, vi, p. 334). El pasaje más extenso en quenya es el poema «Namárië», también conocido como «Lamento de Galadriel» (Tolkien, 1977, II, viii, p. 536)4. Por su parte, el sindarin se manifiesta en: el saludo de Glorfindel a Trancos y su grito (Tolkien, 1977, I, xii, pp. 300 y 305); los hechizos de Gandalf en Caradhras y en la Puerta Oeste de Moria (Tolkien, 1977, II, iv pp. 425, 433 y 436); la invocación de Sam a Elbereth (Tolkien, 2002, IV, x, p. 390); algunas de las alabanzas en el Campo de Cornmallen; el linnod de Gilraen (Tolkien, 1997, Apéndice A, p. 467); y especialmente el himno a Elbereth en Rivendel, “A Elbereth Gilthoniel” (Tolkien, 1977, II, i, p. 337) (nombres traducidos al español por Hornes y Domènech para El señor de los anillos y por Masera para Apéndices).

Aunque es posible encontrar palabras y expresiones aisladas en ambas lenguas, en lamentos, hechizos o saludos, bien es cierto que no hay ningún diálogo en élfico en la novela. Una cuestión que nos permite plantearnos por qué Tolkien hizo tan poco uso de las lenguas en su obra si estas eran realmente el germen de toda su narrativa. Si cada pueblo posee su propio sistema lingüístico en su imaginario, ¿por qué no incluye muestras de conversaciones en dichas lenguas? Puede que la respuesta a esta cuestión esté relacionada con el escaso valor académico que tenían las lenguas artificiales en esta época y, en consecuencia, porque el autor desconocía qué reacción tendrían los lectores al encontrar en sus escritos una cantidad ingente de material lingüístico. En este sentido, Hostetter afirma lo siguiente:

[...] that his readers could hardly have been expected to stomach long passages in an utterly foreign language, and that as a consequence at least some of the language element had been edited out. But in connection with this explanation it must be noted that, judging from the surviving manuscripts and typescripts, there is no evidence of substantial amounts of Elvish ever having been edited from the book: in fact, we see that more Elvish was put into the book in the course of rewriting than had originally been in it. It may likewise be noted that if Tolkien ever made any attempt at composing elvish narrative for his novel, it has apparently not survived (Hostetter, 2006, p. 233)5.

A estas razones debemos sumar otras menos prácticas. Primeramente, es importante destacar el hecho de que Tolkien no hablaba ninguna de sus lenguas principales, ni el quenya ni el sindarin, pero tampoco pretendía que otros se comunicasen con ellas. Sus esquemas lingüísticos no tenían en absoluto un fin comunicativo fuera de la ficción literaria. En segundo lugar, la actividad de escribir auténticas narrativas élficas supone un esfuerzo mucho mayor en el desarrollo de sus lenguas. Incluso cuando el autor lograse el grado de plenitud en la elaboración de sus bocetos lingüísticos, este se mostraría incapaz de determinar un “élfico normativo” que utilizar en sus escritos. Pues cada uno de los poemas o fragmentos que incluía en cartas y ensayos, compuestos a lo largo de su vida, generaban nuevos cambios e inesperadas invenciones en sus creaciones lingüísticas. De modo que, como afirma Hostetter (2006, p. 233), cualquier tentativa llevada a cabo por su autor para “utilizar” las lenguas élficas topaba, no solo con sus insuficiencias y lagunas, sino también con la propia inquietud en su estética lingüística.

El complejo imaginario lingüístico del mundo ficcional de Tolkien ha sido objeto de estudio en las obras de Shippey (2000, 2005[1982]) y Flieger (2002[1983]), y su postura en la invención lingüística en trabajos más recientes como los de Fimi y Higgins (2016) y Fimi (2018). De obligada referencia para el análisis de las lenguas diseñadas por Tolkien son también los Apéndices que el filólogo incorporó en el tercer tomo de El señor de los anillos. En concreto, resultan de especial interés los Apéndices E y F, en los que se aporta una información detallada del frondoso árbol lingüístico que vertebra la Tierra Media y de los pueblos que la habitan. Su importancia es tal que en el artículo “Reasons for liking Tolkien”, Turner lo describe de la siguiente forma:

You can’t be a Tolkien fan without liking the look of these fake languages, and I still find them aesthetically pleasing, even now. There is something wonderful about looking at a new language, noticing something of its structure, sensing its power to communicate and hold things. And I remember feeling the ground had opened up in front of me when I got to Appendix F (2001, párr. 29)6.

Precisamente, esa misma sensación que Tuner sintió cuando encontró dicho apéndice es la que nos ha llevado a elaborar el siguiente apartado de este trabajo, en el que esperamos suscitar una reacción semejante en los lectores.

2. Un viaje por la Tierra Media: la invención lingüística en El señor de los anillos

Aseguraba Tolkien que el inglés no podría haber sido la lengua de ninguno de los pueblos de la Tierra Media, especialmente si tenemos en cuenta el espacio temporal en el que transcurren sus historias (Tolkien, 1993[1981], p. 273). La necesidad de dotar a los personajes de El señor de los anillos de una lengua común, que representase la lengua inglesa, es lo que lleva a este autor a inventar uno de los sistemas lingüísticos –el westron– del que apenas se conserva información. En este sentido, en la carta 144 a Naomi Mitchison, el filólogo afirma:

[...] lo que de hecho hice en realidad fue el Westron o lengua común ampliamente difundido de la tercera edad, coincidiera con el inglés; y traducirlo todo, con inclusión de los nombres tales como La Comarca, que estaban en Westron, términos ingleses, con alguna diferenciación de estilo para representar las diferencias dialectales (Tolkien, 1993[1981], p. 273).

El westron, lengua común u oestron (en su traducción al español por Masera) es la lengua nativa de casi todos los pueblos de la Tierra Media, a excepción de los elfos, lo cual no implica que no utilizasen igualmente este sistema:

Pero el Oestron [Westron] era utilizado como segunda lengua por todos los que conservaban un idioma propio, aun por los Elfos, no solo en Amor y Gondor, sino en todos los valles del Anduin y hacia el este hasta los límites del Bosque Negro. Aun entre los Hombres Salvajes y los Dunlendinos, que evitaban a los extraños, había algunos que eran capaces de hablarlo, aunque de manera entrecortada (Tolkien, 1987, pp. 154-155).

El oestron deriva del adunaico (o adûnaico). Esta última es la lengua de los habitantes de la isla de Númenor, ubicada al oeste de la Tierra Media7. En los Apéndices, Tolkien la define como una “lengua humana, aunque enriquecida y dulcificada por la influencia élfica”8 (1987, p. 156). Mientras que su léxico contenía numerosos préstamos de las lenguas élficas, su gramática se asemejaba a la del khuzdul, la lengua de los enanos9. Y aunque Tolkien incluye en su novela solo unas cuantas palabras y frases cortas en adunaico, desarrolló ampliamente su gramática en El informe Lowdham; esta conforma una parte de la obra Los papeles del Notion Club, publicada póstumamente en 1992 por su hijo Christopher10. Por otra parte, las lenguas relacionadas con el oestron planteaban un problema esencial para Tolkien, pues debía convertirlas en formas directa o indirectamente vinculadas con el inglés. En la carta 144, lo explica de la siguiente forma:

Como los Rohirrim se representan como recién llegados del Norte y emplean una lengua humana arcaica relativamente intacta por la influencia del Eldarin, he dado a sus nombres formas semejantes (pero no idénticas) a las del inglés antiguo. La lengua del Valle o el Lago Largo, si apareciera, sería representada por una forma de carácter más o menos escandinavo; pero solo está representada por unos pocos nombres, especialmente los de los Enanos que vienen desde esa región. Estos son todos nombres de Enanos en noruego antiguo (Tolkien, 1993[1981], p. 273).

Por tanto, la lengua de los Rohirrim, denominada rohírrico (término en sindarin), estaba relacionada con el adunaico. Al igual que Tolkien vincula esta última con el inglés para representar una lengua común en la Tierra Media, también utiliza el anglosajón o inglés antiguo para representar el rohírrico. Ambas lenguas se encuentran, en consecuencia, emparentadas, pero no se asemejan en absoluto.

Por otro lado, la evolución de las lenguas se encuentra estrechamente unida al desarrollo de su mitología (Tolkien, 1998, p. 251); por lo que, para entender el origen de las lenguas élficas, tenemos que remitirnos necesariamente a esta. En su obra, el lingüista destaca la importancia de un antiguo pueblo denominado los Valar11, que originaron otros dos grupos distintos: los elfos del Oeste y del Este12. Tolkien asignó el quenya a los primeros mientras que los segundos tendrían el sindarin como lengua materna. Ambas constituyen sus creaciones lingüísticas más complejas e importantes13; en ellas, el filólogo pretendía “a) que su estilo y su estructura (no su detalle) fueran decididamente europeos, y b) que fueran especialmente agradables” (Tolkien, 1993[1981], p. 274). Para lograr el primero de estos objetivos, bastaba con basar las raíces de sus sistemas lingüísticos en las propias lenguas europeas. Por el contrario, el segundo presentaba una dificultad añadida, ya que dependía de “las predilecciones personales de los distintos individuos, especialmente en cuanto se refieren a la estructura fonética de las lenguas” (Tolkien, 1993[1981], p. 274). No obstante, pese a que en su ensayo “Un vicio secreto”, Tolkien advierte que la eficacia de estas lenguas no se evalúa fácilmente respecto a criterios objetivos, modestamente reconoce que su elección corresponde a un criterio puramente subjetivo:

De al menos un idioma que, en la opinión de su constructor -o más bien en su sentir, ha alcanzado un elevado nivel, tanto de belleza formal, considerada en abstracto, como de ingenuidad en las relaciones de símbolo y sentido, por no mencionar su elaborada estructura gramatical, ni su hipotético pasado histórico (un elemento necesario, como llega a entender finalmente el constructor, tanto para la forma de las palabras como para crear una sensación de coherencia y unidad de conjunto) (Tolkien, 1998, p. 251).

Un alegato que, en cierto modo, resulta fácilmente entendible si tenemos en cuenta que Tolkien consideraba su labor de constructor de lenguas como una actividad privada, destinada a satisfacer sus gustos en materia lingüística. En este sentido, el quenya es la única lengua que le llenaba profundamente, algo a lo que el resto de invenciones no podía ni tan siquiera aspirar. Este hecho se observa en las siguientes líneas:

La lengua arcaica del folklore tiene la intención de ser una especie de «latín élfico», y transcribiéndolo en una ortografía estrechamente semejante a la del latín (excepto que la y solo se utiliza como consonante, como la y en el inglés yes o el o el español yo), la similitud con el latín ha sido incrementada ocularmente. En realidad, podría decirse que, sobre la base del latín, se la ha compuesto con otros dos ingredientes (principales) que me producen placer «fonoestético»: p. el finlandés y el griego. Sin embargo, es menos consonántica que cualquiera de las tres. La lengua es el alto élfico o, en sus propios términos, el quenya (élfico) (Tolkien, 1993[1981], p. 274).

El quenya, denominado también alto élfico, es la lengua antigua de Eldamar (cuyo significado es ‘Hogar de los Elfos’), la primera en la que aparecen documentos escritos. Esta dejó de ser la lengua nativa de los elfos para convertirse en una especie de “latín élfico”. Tolkien precisa que “los Altos Elfos, que habían vuelto a la Tierra Media al término de la Primera Edad, lo utilizaban todavía en las ceremonias y en los elevados asuntos de la ciencia y el canto” (1987, p. 155) En contraposición, el sindarin o élfico gris es la lengua viva de los Elfos Occidentales. La mayor parte de los nombres propios élficos que encontramos en El señor de los anillos pertenecen a esta lengua: Baranduin, Elbereth ‘hacedora de las estrellas’, Gondolin ‘la Roca Escondida’, Nevrast ‘Costa de Aquende’, etc. (véanse otros ejemplos y sus traducciones en Tolkien, 2009).

En su historia lingüística imaginaria, el quenya desciende de una lengua más antigua, denominada qenya, mientras que el germen del sindarin se encuentra en el goldogrin o gnomish (gnómico), llamado en su versión más tardía noldorin. Ambas poseen un origen común al proceder de una lengua más antigua denominada eldarin14. En este sentido, los cambios que Tolkien introduce en ambas lenguas han sido deliberadamente inventados para darles “un carácter lingüístico muy semejante (aunque no idéntico) al británico-galés” (Tolkien, 1993[1981], p. 274). En la carta 144, Tolkien refiere cómo dichas modificaciones obedecen a dos razones: “porque encuentro ese carácter muy atractivo en algunos temples lingüísticos, y porque parece adecuarse al tipo de leyendas e historias más bien “célticas” que cuentan sus hablantes” (Tolkien, 1993[1981], p. 274).

Sea como fuere, aunque las lenguas élficas fueron sus creaciones lingüísticas más completas, Tolkien también elaboró otros proyectos para las diferentes criaturas que habitan en su universo mitológico. Por ejemplo, como contrapunto al élfico, el filólogo construyó la Lengua Negra. En su legendarium, su origen se atribuye a la necesidad de Sauron de crear una lengua común a todos los que le servían en los Años Oscuros. Sin embargo, este no consiguió su objetivo y la lengua fue olvidada por todos sus hablantes, excepto por los Nazgül. Con el resurgimiento del Señor Oscuro, esta se convirtió de nuevo en la lengua de Barad-dur y de los capitanes de Mordor. Aparece exclusivamente en la inscripción del Anillo, en una frase pronunciada por los orcos de Barad-dur (Tolkien, 2002, I, iii, p. 53) y en la palabra Nazgül (‘nazg’ en la inscripción del Anillo)15. Tolkien asevera que “nunca fue utilizada voluntariamente por ningún otro pueblo y, en consecuencia, aun los nombres de los lugares de Mordor están en inglés (para el L.C.) o en élfico” (Tolkien, 1993[1981], p. 276). Algunos ejemplos en élfico de estos lugares son: Morannon, ‘Puerta Negra’; Mordor, ‘Tierra Negra’; Moria, ‘Abismo Negro’; Morthond, ‘Raíz Negra’; entre otros. En cambio, de la Lengua Negra derivan algunas de las palabras ampliamente difundidas entre los orcos durante la Tercera Edad, tales como ghâsh, cuyo significado es ‘fuego’16. Además, Tolkien señala que:

La inscripción del Anillo estaba en la antigua forma de la Lengua Negra, mientras que la maldición de los Orcos de Mordor (que aparece al comienzo del capítulo Los Uruk-Hai de Las Dos Torres) era una forma más corrupta utilizada por los soldados de la Torre Oscura, de quienes era capitán Grishnâkh (Tolkien, 1987, p. 162).

Por tanto, los orcos guardan cierta relación con la Lengua Negra de Sauron. Además, orco es el nombre que otras criaturas dieron a este pueblo inmundo en la lengua de Rohan (Tolkien, 1987, p. 161). El nombre tiene la forma orch (pl. yrch) en sindarin y Uruk en la Lengua Negra17. No obstante, en la carta 144, Tolkien señala que la palabra deriva del inglés antiguo orc, ‘demonio’ por su adecuación fonética, a lo que añade:

En ningún sitio se dice nunca claramente que los Orcos [...] tengan un origen particular. Pero puesto que son servidores del Poder Oscuro y luego de Sauron, ninguno de los cuales podía ni quería crear seres vivos, por fuerza deben ser «corrupciones» (Tolkien, 1993[1981], p. 276).

Con el objetivo de configurar negativamente la caracterización de estos personajes, Tolkien describe sus costumbres de la siguiente forma:

Los Orcos fueron criados por primera vez por el Poder Oscuro en los Días Antiguos. Se dice que no tenían lengua propia, pero tomaban lo que podían de otras y lo pervertían a su antojo; no obstante, solo conseguían jergas brutales, apenas suficientes para sus propias necesidades, a no ser que se tratara de maldiciones e insultos. Y estas criaturas, colmadas de malicia y que odiaban aun a los de su propia especie, no tardaron en desarrollar tantos bárbaros dialectos como grupos o colonias había de esta raza, de modo que la lengua orca les era de poca utilidad para comunicarse entre las tribus (Tolkien, 1987, pp. 161-162).

Precisamente, esa variedad de dialectos ocasiona que en la Tercera Edad los orcos utilicen la lengua oestron, descuidándola mediante la deformación de palabras y expresiones, como en el siguiente ejemplo:

En su jerga, tark [tarco], hombre de Gondor, era una forma corrompida de tarkil, palabra Quenya utilizada en Oestron para designar a quien tuviera ascendencia Númenóreana18 (Tolkien, 1987, p. 162).

Los hobbits, por su parte, no tienen una lengua propia, sino que suelen utilizar las lenguas de los humanos que habitan en zonas cercanas a La Comarca y a Bree19. Sin embargo, algunos de los hobbits más instruidos, como Frodo Bolsón, conocen las lenguas élficas, algo que resulta fundamental en el desarrollo de la trama argumental, pues los elfos valoran positivamente el hecho de que un hobbit hable su lengua. Tolkien explica la situación lingüística de estas criaturas en los Apéndices:

Los Hobbits de la Comarca y de Bree habían adoptado la Lengua Común desde hacía ya probablemente unos mil años. La empleaban a su propio modo con espontaneidad y descuido; aunque los más instruidos de entre ellos dominaban aún un lenguaje más formal cuando la ocasión lo requería (Tolkien, 1987, p. 159).

En El señor de los anillos aparecen también otros pueblos como los enanos y los ents, lo que conlleva a que el filólogo tenga que asignar otras lenguas a estas criaturas. Los primeros utilizan la lengua de los hombres, pero tienen su propia lengua que intentan mantener oculta. Por ello, Tolkien revela escasa información sobre este sistema lingüístico. Tan solo descubre que habría cambiado poco con los años, pues se trataba una lengua de sabiduría, que sus hablantes atendían y guardaban como un tesoro del pasado. De hecho, tan solo era conocida por los enanos, que ni tan siquiera se la mostraban a sus amigos, ni la inscribían en sus tumbas. El khuzdul, como se denomina la lengua, solo se observa en los nombres de los lugares que el personaje de Gimli reveló a sus compañeros y en el grito de guerra pronunciado en Cuernavilla: Baruk Khazâd! Khazâd aimênu!, “¡Hachas de los enanos! ¡Los enanos están sobre vosotros!”. Con el fin de mantener dicho secretismo, no se aporta más información sobre esta lengua. No obstante, Tolkien podría haberse inspirado en las lenguas semíticas para su creación, ya que consideraba que los enanos se parecían mucho a los judíos de mediados del siglo XX, pues se trataba de pueblos que habían sido fuertemente perseguidos (Drout, 2006, p. 135)20. Por otra parte, el segundo de los pueblos mencionados, los ents (también denominados onodrim y Enyd), constituían la especie más antigua que aún sobrevivía en la Tercera Edad. De su contacto con los Eldar en los días antiguos, no solo tomaron una lengua, sino su deseo de hablar. Con este fin, forjaron su propia lengua, radicalmente diferente de los idiomas del resto de los pueblos. Como escribe Tolkien en los Apéndices, esta era:

[...] lenta, sonora, acumulativa, repetitiva, de largo aliento por cierto; formada por una multiplicidad de matices vocálicos y distinciones de tono y cantidad que ni siquiera los más eruditos de entre los Elfos intentaron representar. La empleaban solo entre ellos; pero no les hacía falta mantenerla en secreto, pues nadie era capaz de aprenderla (Tolkien, 1987, p. 161).

No obstante, aunque los ents eran muy hábiles en el aprendizaje de lenguas, sentían cierta predilección por las lenguas élficas, concretamente por el antiguo alto élfico, como se observa en el siguiente fragmento:

Las palabras y los nombres extraños que los Hobbits registraron (de los empleados por Bárbol y los otros Ents) son, pues, élficos o fragmentos de lenguas élficas entrelazadas a la manera de los Ents. Algunas son Quenya: como Taurelilómëatumbalemorna Tumbaletaurëa Lómëanor, que puede traducirse como: «Bosqueplurisombrío -grovalleprofundo Boscosovalleprofundo Tierralúgubre», con lo que Bárbol quería expresar poco más o menos: «hay una sombra negra en los profundos valles del bosque». Algunas son Sindarin: como Fangorn, «barba-(de)-árbol», o Fimbrethil, «haya esbelta» (Tolkien, 1987, p. 161).

Algunos autores catalogan la lengua de los ents, junto a Lengua Negra y el Orco, como pidgins o una mezcla de otras lenguas diseñadas por Tolkien (Baker et al., 2014, p. 8). Para su elaboración, el filólogo no tomó como base las lenguas indoeuropeas, sino que empleó rasgos propios de otros idiomas. Esto se advierte, por ejemplo, en que la Lengua Negra es una lengua tonal. No obstante, resulta un tanto complejo señalar rasgos gramaticales y léxicos de la misma debido a la escasa información conservada sobre estos sistemas.

En suma, la información que Tolkien aporta en los Apéndices y en sus cartas nos permiten observar que las lenguas de las extraordinarias criaturas que pueblan El señor de los anillos lo convierten en un verdadero imaginario lingüístico, en el que, sin duda alguna, destacan dos diseños lingüísticos de indiscutible importancia, el quenya y el sindarin, a cuyo análisis dedicamos el siguiente apartado de este trabajo.

2.1 Análisis lingüístico del quenya y el sindarin

Tolkien alcanzó un mayor grado de desarrollo en el quenya y en el sindarin. De estas se conserva información en algunas publicaciones del autor (1995, 2003a, 2009, 2010) y en algunos diccionarios como el “Gnomish Lexicon” de 1917 (Tolkien, 1995) y el “Quenya Lexicon” de 1915 (Tolkien, 2003b). Así mismo, uno de los recursos más importantes para el estudio del vocabulario élfico es un diccionario etimológico de finales de 1930, titulado “The Etymologies” que contiene ejemplos de doce lenguas diferentes (Tolkien, 1999)21. Tomando como referencias estas y otras obras, exponemos en el siguiente un apartado unas breves pinceladas sobre los principales rasgos fonéticos, gramaticales y léxicos de las lenguas élficas.

2.1.1 Fonética

El quenya fue el resultado de la admiración que Tolkien sintió por el finlandés en su adolescencia; por lo que es notable su influencia en la construcción de este sistema (Tolkien, 1993[1981], p. 326; Shippey, 2000, p. xiv). Sin embargo, el quenya no es en absoluto una versión retorcida o enmarañada del finlandés, pues Tolkien dejó suficientes pruebas de construcción lingüística en la obra y en los apéndices para mostrar que estas lenguas habían alcanzado un grado de organización bastante alto y que, por tanto, resultaba cuanto menos ocioso establecer comparaciones y semejanzas entre nombres élficos y palabras de lenguas naturales. En este sentido, el autor asegura que “la “fuente”, si la hay, procuró sólo la secuencia sonora (o sugerencia para su estímulo), y su contenido en la fuente carece por completo de pertinencia” (Tolkien, 1993[1981], p. 576).

Por otro lado, la lengua de los elfos presenta un gran influjo del latín y el griego (Tolkien, 1999, p. 274). Al igual que estas, el quenya es una lengua altamente flexiva, que requiere de diversas terminaciones para expresar significados que en inglés se articulan con diferentes términos. Se trata, además, de una lengua aglutinante, ya que las palabras se construyen a través de monemas independientes: hautanyel, ‘yo te detengo’, está formado por hauta, ‘detener’, + -nye, ‘yo’ + -l, ‘te’.

Su inventario fonético bien puede relacionarse con el de las lenguas europeas conocidas por Tolkien. La diferencia más importante se encuentra en la ausencia de schwa (el sonido indeterminado uh- de la primera vocal en again), que, afirman Marshall y Weimer (2011, p. 81), “in English is correlated with low stress and has the effect of dulling or darkening the palette of vocalism”22. Tolkien prescinde de la z y de las palatales ch, j, sh, zh tanto en quenya como en sindarin. Otros rasgos señalados por Barnes y Heerden son:

- C is often used where in English K would be used, and is pronounced as K, for example, köarya (instead of cöarya), meaning “his house” and ruskuite (instead of ruscuite), meaning “foxy”.

- X is often used where in English KS or CS would be used, for example the name of the arctic area known as Helkarakse is spelt Helcaraxë.

- A diaeresis is often used to indicate pronunciation, for example, in the names Eärendil and Eönwë.

- Quenya shares the basic vowels of English, namely a, e, i, o, u. It has six diphthongs, namely ai, oi, ui, au, eu, and iu, and the consonants are c (for both c and k as mentioned above), d, f, g, gw, h, hw, hy, l, ly, m, n, nw, ny, p, qu, r, ry, s, t, ty, v, y and w. The consonants gw, hw, hy, ly, nw, ny, ry, ty, and qu are pronounced as single sounds, although they are written as two letters23 (Barnes y Heerden, 2006, p. 109).

Además, las consonantes b, d y g nunca pueden aparecer solas. La b siempre está precedida de m, la d de n, l o r y la g de n. En algunos casos, la d puede estar seguida de y y la g de w. Por otro lado, también encontramos consonantes dobles que representan una consonante larga con objeto de alargar la pronunciación. Sin embargo, no todas las consonantes pueden ser largas; las únicas que se encuentran en el vocabulario son kk, ll, mm, nn, rr, ss (González, 2002). El quenya posee además diez vocales, cinco cortas y cinco largas: a, e, i, o, u, á, é, í, ó, ú. Como puede observarse, las vocales largas se indican con una marca diacrítica, aunque no tienen por qué ser tónicas. Además, según González (2002, párr. 1), “una vocal es gramaticalmente larga si es fonéticamente larga, forma parte de un diptongo o está seguida por más de una consonante”. En el resto de los casos, es gramaticalmente corta. Por otra parte, también es frecuente la presencia de diptongos, tanto crecientes (marcados con y- o w-) como decrecientes (ai, oi, ui, au, eu y iu). En cuanto a la acentuación, en quenya no se indica gráficamente cuál es la sílaba tónica. Las palabras de dos sílabas son todas llanas (quendi, ‘elfos’ o firë, ‘hombre mortal’). Aquellas que tengan más de dos o tres sílabas son esdrújulas cuando la penúltima vocal es gramaticalmente corta y llanas cuando es gramaticalmente larga24 (avanótë, ‘innumerable’) (González, 2002).

En sindarin, por su parte, es frecuente la presencia de sonidos semejantes a los del galés, sin schwa (representada en galés por y) y con un número más reducido de grupos consonánticos. Además, las consonantes pueden aparecer en posición final de palabra, especialmente th, f, d y s. Asimismo, las oclusivas admiten cualquier posición en la palabra (gil-, aglar, -díriel, -chaered). Hay un mayor número de fricativas que en quenya (th, dh, ch como en loch o cheese) y la sorda lh (comparable al galés ll). Las consonantes se combinan con la semivocal w, pero raramente con el sonido y (escrito i en sindarin). Con todo ello se consigue, tal y como afirman Marshall y Weimer (2011, p. 82), que el efecto sea “slightly harsher and heavier, more consonantal”25. Sin embargo, el sindarin comparte dos rasgos con el quenya: una abundante presencia de líquidas y nasales, como Fanuilos o le linnathon, y la concatenación de vocales, como en aearon (Marshall y Weimer, 2011, p. 82).

Los sonidos de las lenguas élficas están rigurosamente elegidos con el fin de proporcionar a estas creaciones lingüísticas una sonoridad familiar para un hablante europeo. De hecho, como hemos mencionado en líneas anteriores, Tolkien afirmó que su intención era que estos sistemas fuesen pretendidamente europeos, tanto en su estructura como en su estilo. De tal manera, el filólogo podría haber conseguido un efecto diferente en sus lenguas si hubiese utilizado un inventario completamente distinto al de los idiomas europeos, como han hecho posteriormente los autores del klingon (Okrand, 1992) o el dothraki (Peterson, 2014). Pero el élfico no era una lengua alienígena, ni tampoco estaba pensada para transmitir extrañeza, sino armonía y esplendor, pues los elfos son criaturas idealizadas, asociadas a la belleza, la gracia, la música y el bosque (Shippey, 2000, p. 229). Sin embargo, con idénticos sonidos a los europeos, Tolkien logró un efecto totalmente diferente. El filólogo logró establecer una serie reglas fonéticas dispares, capaces de aportarle una mayor autonomía en la combinación y posición de los sonidos, cuya esencia pretendía conservar:

Con respeto al sistema fonético se puede decir en un aparte que la ausencia de elementos extranjeros no es de importancia capital; se podría construir vocablos con una forma completamente ajena al propio idioma a partir de elementos puramente ingleses, puesto que es tanto en las sucesiones y en las combinaciones habituales como en los fonemas individuales o unidades sonoras donde un idioma, o quien compone un idioma, alcanza la individualidad, un hecho que se puede comprobar fácilmente por medio del artificio de volver el inglés del revés –desde el punto de vista fonético, no ortográfico– (Tolkien, 1998, p. 249).

Tolkien ejemplifica su teoría con el cambio de la forma scratch a ˇstærks, en la que

siendo cada fonema absolutamente nativo, el carácter foráneo se debe al hecho de que el inglés rara vez ofrece la secuencia ˇst, solo cuando es claramente analizable como ˇs + sufijo (crushed), y nunca en posición inicial; y no admite en ningún caso la combinación ær + consonante (Tolkien, 1998, p. 249).

Este hecho es lo que le proporciona un aspecto totalmente extraño a la lengua pese a utilizar fonemas ingleses. Además, dichas combinaciones de sonidos le permitían destacar importantes contrastes entre sus creaciones lingüísticas. De este modo, frente al bello sonido del élfico, en el khuzdul, por ejemplo, aparecen sonidos más “duros” para el oído del anglófono, aunque estos siguen siendo particularmente familiares en su lengua. Como ejemplo, destacamos la presencia de palatales como sh y la consonante aspirada kh en khazâd (khuzdul). No obstante, el prototipo de fealdad lingüística para Tolkien se expone en la Lengua Negra de Mordor. Shippey (2000, p. xiv) apunta que esta es intrínsecamente desagradable. Aparece en la inscripción del anillo (ash nazg thrakatulûk agh burzum-ishi krimpatul) y en el discurso de los orcos (Uglúk u bagronk sha pushdug Saruman-glob búbhosh skai). Según Marshall y Weimer (2011, p. 83), dicho sistema está compuesto por sonidos guturales y palatales, además de incluir “the un-English “back spirant” gh” (como en ghâsh, ‘fuego’), y la eliminación de la vocal e. Este último rasgo es muy significativo, debido a que dos de las palabras más importantes de sus mitos contienen dicho elemento vocálico: Ëa, en élfico ‘es’ o ‘sea’; fue la palabra pronunciada por Ilúvatar cuando el mundo empezó su existencia (Tolkien, 2009, p. 191); y la exclamación primitiva ele! cuyo significado es ‘¡mirad!’, “emitida por los Elfos cuando vieron las estrellas por primera vez” (Tolkien, 2009, p. 207). De esta última, derivaron múltiples palabras êl y elen, que significaban ‘estrella’, y los adjetivos elda y elena, ‘de las estrellas’.

2.1.2 Morfosintaxis

El quenya es una lengua flexiva que requiere de una serie de afijos para expresar la función gramatical de las palabras en una oración. Marshall y Weimer (2011, p. 84) señalan los siguientes ejemplos: Endore-nna, ‘a la Tierra Media’; súri-nen, ‘en el viento’; alda-r-on, ‘de árboles’; miruvóre-va, ‘de néctar’ o ya-ssen, ‘en cual’; líri-nen, ‘voz en’; ni-n, ‘para mí’; y Oiolossë-o, ‘de Siempre Blanco’ (traducción propia).

Esta lengua élfica presenta un sistema de diez casos: nominativo, acusativo, genitivo, dativo, instrumental, posesivo, locativo, alativo, ablativo y adesivo (este último denominado “caso misterioso” por la escasa información que se conserva). El caso nominativo, por ejemplo, se observa claramente en “El Lamento de Galadriel”, en la primera línea marcado por la letra -i­ en lassi (quenya), cuando Galadriel dice: “Ai! laurië lantar lassi súrinen”, cuyo significado es “¡Ah! ¡Como el oro caen las hojas en el viento!”. Por su parte, el genitivo singular se forma con el sufijo -o y aparece, por ejemplo, en el verso “Andúne pella Vardo tellumar”, cuya traducción es “de más allá del Oeste, bajo las bóvedas azules de Varda”.

Los pronombres pueden aparecer aislados –como en laita te, ‘alabadles’– y distinguen entre el uso familiar y el formal en la segunda persona del singular. Como en finlandés, los posesivos son agregados como sufijos al nombre después de la inflexión preposicional: atari-nya, ‘mi padre’. Los nombres en quenya concuerdan con el número. Este último presenta cuatro formas: singular, dual, plural y partitivo plural26. Los verbos, por su parte, tienen tan solo dos números posibles: singular y plural. De tal forma, si el sujeto es un nombre plural o un pronombre en singular, el verbo debe estar en singular, mientras que si el sujeto es un nombre en plural simple, plural partitivo, plural dual o un pronombre en plural, el verbo debe estar en plural. En quenya existen verbos de dos tipos: a) verbos elementales (provienen de una raíz protoélfica sin ningún añadido –aunque pueden sufrir alguna adaptación fonética– y se caracterizan por tener la forma completa terminada en consonante) y b) verbos derivativos (están compuestos por una raíz más algún añadido terminado en vocal). En quenya existen evidencias de tres modos verbales: el indicativo (expresa la acción sin que aparezca reflejada la actitud del hablante con respecto a ella), el imperativo (indica orden o mandato) y el subjuntivo (expresa duda, deseo o esperanza). Destaca González (2002), que en finés existe además un modo potencial; sin embargo, no se puede demostrar que este también aparezca en dicho sistema. Como parte del indicativo, distinguimos varios tiempos verbales: presente, futuro, pasado simple y pasado perfecto. Otros tiempos que también se han postulado, sin mostrar evidencias de que existan, son el futuro perfecto, el condicional y el condicional perfecto (González, 2002). En el caso de los verbos, es importante destacar el uso que hacía Tolkien de la denominada “afección nasal” como exponente de funciones gramaticales. Se trata de un fenómeno que se manifiesta en el tiempo futuro y en el pasado, pero también afecta a la formación de palabras, como señalan Marshall y Weimer en la siguiente cita:

In Elvish, nasal infixion is a frequent means of forming derivatives from roots. So the root LAB- gives in Quenya both lavin «I lick» and lambe «tongue». It is also used in past tense formation: hence in Sindarin from the root of dagor “battle” comes dangen «slain» (The reverse pattern appears in Indo-European, and survives vestigially in English: present tense stand beside past tense stood). In this context, irregularities in conjugation can arise as a result of regular sound changes, just as in real world languages: the past of Quenya rer- «to sow» is rendë. The root was originally red-: postvocalic d regularly became r but remained when «protected» by proceeding in27 (Weimer y Marshall, 2011, p. 86)28.

En cuanto al pasado, su construcción no está del todo clara. De “El Lamento de Galadriel” se deduce que hay un pasado simple y un pasado perfecto. En Las Etimologías (editadas por Christopher Tolkien en 1999), podría aparecer algún otro pasado más o ser este una versión reformada de los anteriores. Con todo, existen diferentes interpretaciones sobre los tiempos verbales en quenya. Por este motivo, remitimos a la obra de González (2002), en la que se realiza un profundo estudio de los tiempos verbales.

Como el finés, el quenya posee tanto preposiciones como posposiciones. El uso de estas últimas es casi similar al de las preposiciones, pero se sitúan detrás del nombre. El único ejemplo de posposición que aparece es pella ‘más allá de’. En el caso de las preposiciones, algunas de ellas se indican mediante casos; otras, en cambio, tienen forma propia y suelen ir seguidas de un acusativo. También se pueden combinar dos preposiciones, una con forma propia y la otra mediante una terminación de caso (Et Earello, ‘desde fuera del Gran Mar’) (González, 2002). Algunas de estas preposiciones son: imbe, ‘entre’; mí, ‘en’; tenna, ‘hasta’; etc. Además, encontramos un sistema perfectamente establecido de sufijos y prefijos que desempeñan diversas funciones: en quenya, el prefijo an- marca el superlativo (ancalima, ‘más bonito’) y el prefijo lin- indica ‘muy’, ‘muchos’ (lintyulussea, ‘con muchos álamos’). En sindarin, el sufijo privativo ar- (arnoediad, ‘sin contar’) y el sufijo colectivo go- (como en Legolas de laeg, ‘verde’ + golass, ‘colección de hojas’, de lass-, ‘hoja’) (Marshall y Weimer, 2011, p. 88). No obstante, en cuanto a la formación de palabras, Tolkien afirma que:

se puede construir un telón de fondo seudo-histórico y, a partir de la forma actual de las palabras que forman nuestro lenguaje particular, deducir las formas de las que teóricamente han derivado (concebidas en esbozo); o se pueden proponer ciertas tendencias de evolución y ve qué tipo de formas darán en el futuro. En el primer caso se descubre qué clase de tendencias generales produce un carácter dado; en el segundo se descubre el carácter producido por unas tendencias dadas (Tolkien, 1998, p. 253).

Marshall y Weimer (2011, p. 89) establecen el siguiente ejemplo:

Given the root word for ‘swan’, *alkwâ (> Quenya alqua), a corresponding Sindarin form alph is generated by the following sound changes: (1) primitive kw becomes p (*alkwâ > *alpa); (2) after a sonorant (e.g., l), -p- becomes -ph- (*alpa > alpha); (3) final unstressed vowels are lost (*alpha > *alph)29.

En este sentido, la originalidad de Tolkien consiste en dos aspectos: primero, en elegir un significado muy básico para la raíz, de modo que se prevean las diferenciaciones semánticas que surgirían en un desarrollo posterior de dicha raíz; segundo, en el despliegue de una gama convincente de afijos formativos y combinaciones mediante las cuales se llevaría a cabo esta diferenciación (Marshall y Weimer, 2001, p. 89). Por otro lado, Tolkien sentía una gran admiración por la belleza de la forma de las palabras. Esto le llevó a seleccionar ciertas combinaciones de sonido por eufonía (a veces se trataba de nombres de las lenguas naturales) y a proveerlas de una etimología propia. Por ejemplo, en la carta 297, el filólogo describe cómo Rohan es una forma derivada del élfico *rokkö, ‘caballo veloz para cabalgar’, + un sufijo frecuente en los nombres de tierras (Tolkien, 1993[1981], p. 277). Marshall y Weimer (2011, p. 89) señalan que “a key instance is the name Eärendil, which he adapted from the Old English name Éarendel, of uncertain meaning, subsequently reanalyzing it as Eäre+ndil and generating the two roots *AYAR “sea” and *(N)DIL “to love””30.

El quenya posee una sintaxis flexible, puesto que se admite cierta variedad en el orden de palabras. Pueden aparecer los siguientes: Sujeto Verbo Objeto (SVO); Objeto Verbo Sujeto (OVS); y Objeto Sujeto Verbo (OSV). La última construcción es similar a la estructura del latín y aparece en otras lenguas posteriores como el na’vi (diseñado por Frommer en 2009). Como ejemplo, citamos unos de los versos de “Lamento de Galadriel”: máryat Elentari ortanë. Este equivale a ‘desde el Monte Siempre Blanco ha elevado sus manos’. El sindarin, por su parte, presenta una estructura más fija. Esta es conocida como head-left, lo que implica que en una oración siempre aparece una palabra principal y otro término u oración que la modifica; dicha palabra principal siempre aparece a la izquierda (Salo, 2004, p. 194). Coker ejemplifica esta teoría de la siguiente forma:

A common example is found in a genitive phrase of «The King’s Letters», stating «aran Gondor ar Arnor» or «King of Gondor and Arnor» where the main word, «King» is on the left and the modifiers, «Gondor and «Arnor»31 (Coker, 2016, p. 1245).

El sindarin es una lengua paratáctica con pocas inflexiones, semejante al galés; de hecho, la influencia del galés en esta creación lingüística es evidente en un fenómeno como la lenición o “mutación suave”. En galés, dicho cambio se produce cuando una consonante se encuentra en posición intervocálica (Hostetter, 2007, p. 6). Coker (2016, p. 1246) señala que “In Welsh, -señala Coker (2016, p. 1246)- lenition occurring in the intervocalic position weakened consonants to such an extent that they often disappeared”. Y añade: “when analyzing Sindarin more extensively, philologists discovered that Tolkien replicated, though not exactly, the lenition patterns of the initial consonant mutation in Sindarin after those grammatical and phonological patterns specifically found in Welsh” (Coker, 2016, p. 1246)32. Por tanto, es posible encontrar lenición en el uso del artículo definido singular i, que equivale a ‘el’ o ‘la’. Uno de los ejemplos más destacados se encuentra en el fragmento más extenso de sindarin conservado, conocido como “La Carta del Rey”, en la que Aragorn informa a Sam sobre sus planes de visitar la Comarca. En su carta, Aragorn escribe: Aragorn Arathornion Edhelham anglenneatha I Varanduiniant erin dolothen Ethuil (Aragorn, hijo de Arathorn, Piedra de Elfo, se aproximará al puente del Baranduin el octavo día de la Primavera). La lenición es provocada por i en la palabra Varanduinaiant donde v se suaviza en b dando lugar al término Baranduiniant –cuya traducción es ‘sobre el río Baranduin (Brandivino)’– (Salo, 2004, pp. 225-226).

Otra de las características fundamentales del sindarin es su estructura paratáctica. Esta se observa claramente en “La Carta del Rey” en la conjunción ar: ennas aníra i-aran Gondor ar Arnor ar hîr i Mbair Annui, cuya traducción es “Y allí el Rey de Gondor y Arnor y Señor de las Tierras Occidentales”. De igual modo, encontramos la misma estructura en las palabras de Aragorn: Edregol e aníra tírad i Cherdir Perhael... Condir i Drann; ar Meril bess dîn; ar Elanor, Meril, Glorfinniel, Eiren, sellath dîn ar Iorhael [...], traducido como “Alcalde de la Comarca, y a Rosa su esposa; y a Elanor, Rosa, Rizos de Oro y Margarita, sus hijas; y a Frodo, Merry, Pippin y Hamfast sus hijos”33. En dicho ejemplo, las oraciones están conectadas por la conjunción coordinada ar que proporciona al texto una mayor extensión, en lugar de utilizar la subordinación para formar oraciones más cortas. Según Coker (2016, p. 1246), la parataxis es uno de los elementos que contribuye a que el sindarin sea más simple que el quenya y, por tanto, más fácil de aprender.

3. Conclusión

El análisis lingüístico llevado a cabo en este trabajo nos permite afirmar que los diseños lingüísticos de Tolkien constituyen una amalgama de principios filológicos, derivados de su estudio y pasión por las lenguas naturales. Primeramente, conviene señalar que el filólogo fue pionero en incorporar las ideas lingüísticas del momento a la construcción de lenguas artificiales. El verdadero placer por el sonido junto a la contemplación de la relación entre la forma y su significado llevó a este autor a prestar especial atención a la configuración de la fonética, la gramática y el léxico de sus lenguas (Tolkien, 1998, p. 246). En segundo lugar, cabe mencionar que Tolkien no elaboró lenguas aisladas y estáticas, sino que establece relaciones entre sus sistemas mediante la inclusión de cambios fonológicos y otros procedimientos de evolución histórica de las lenguas naturales (véase Hostetter, 2006). La mayoría de sus sistemas presentaban una gramática y un vocabulario propios; de ellos, el quenya y el sindarin alcanzaron un mayor perfeccionamiento. Muestra de ello son los textos que Tolkien incluye en sus obras literarias, mencionadas anteriormente en este trabajo. En el contexto de ficción, el filólogo dotó a sus lenguas de criaturas que las hablasen; un hecho sumamente importante pues Tolkien consiguió así que la construcción de lenguas se considerase una pieza clave para la invención de mundos imaginarios en la literatura fantástica y de ciencia ficción y en el cine.

La aparición de diseños lingüísticos en la adaptación cinematográfica de El señor de los anillos (Jackson, 2001-03) inaugura una nueva etapa en la historia de las lenguas diseñadas para el cine. Las lenguas élficas captaron la atención de cuantos espectadores presenciaron estos filmes, pero también de aquellos productores que vieron en ellas un modo de aportar autenticidad y expectación a sus películas y series. A esto se debe que en Harry Potter y la cámara secreta, estrenada un año más tarde, el joven Potter posea un código lingüístico propio para comunicarse con las serpientes, el pársel (elaborado por Nolan en 2002). De hecho, a partir de este momento la invención de lenguas artificiales quedó relegada al terreno de lo estético y al ámbito de los mundos ficticios llevados al cine (Galán, 2018, p. 13). El na’vi de Frommer (en 2009) para la película Avatar y el dothraki y el valyrio de Peterson (2014) para la adaptación Juego de tronos son solo algunos ejemplos. Para estos constructores de lenguas, los diseños lingüísticos de Tolkien se han convertido en una auténtica fuente de inspiración; pues no solo han tomado de estos algunos de sus rasgos gramaticales y léxicos, sino también el modo en el que el profesor elaboró todo su imaginario lingüístico. Como ejemplo, destacamos la semejanza entre el quenya y el alto valyrio de Juego de tronos. Esta última se presenta como una especie de alto élfico, una lengua muerta conservada en manuscritos, que da origen a una extendida familia de lenguas, basada en las lenguas indoeuropeas, que recuerda al árbol lingüístico que Tolkien desarrolló en sus obras. Ahora bien, mientras las lenguas de Tolkien obedecían a razones artísticas solo en segundo lugar, pues su motivación era fundamentalmente lingüística, estos últimos proyectos constituyen soluciones a problemas artísticos, no lingüísticos. Por ello, conviene establecer una diferenciación en el estudio de estos diseños, no solo por su método de construcción, sino también por su capacidad para generar o adaptarse a una cultura. Si bien las invenciones lingüísticas de Tolkien crean todo un ciclo mitológico en su obra literaria, las lenguas puramente artísticas están pensadas para proporcionar un efecto diferente a una cultura impuesta. No obstante, ambos proyectos, considerados a menudo meras curiosidades lingüísticas, constituyen una oportunidad inmejorable para explorar los límites del lenguaje y de la creatividad humana.

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Notas

1 En la obra de Tolkien, mitología y lenguaje se encuentran indisolublemente unidos, hasta el punto de que una simple palabra sirve a este autor para desarrollar toda una historia. Uno de los ejemplos más destacados es el término que da nombre a una de sus obras más conocidas: hobbit. Fue esta palabra, garabateada azarosamente por el profesor en uno de los exámenes que debía corregir una tarde en su estudio del 20 Northmoor Road de Oxford, la que originó la historia narrada en El hobbit (Tolkien, 1993[1981], p. 325). La originalidad de este genio lingüístico reside, pues, en su capacidad para desarrollar un mundo nuevo a través del poder evocador de las palabras. En la carta 144 a Naomi Mitchison, Tolkien afirma que “la lengua es lo más importante, pues la historia tiene que contarse y el diálogo debe mantenerse en una lengua” (Tolkien, 1993[1981], p. 269). Sin embargo, aunque defiende que la invención lingüística es un arte per se, entiende que “la elaboración de una lengua y una mitología son funciones relacionadas”. Dicha relación debe entenderse como “coetánea y congénita, no relacionada como lo están la enfermedad y la salud, o como un derivado respecto de la manufactura principal” (Tolkien, 1998, p. 261). Pues “para la perfecta construcción de un idioma como arte –señala Tolkien– se hace necesario levantar al menos un esbozo de una mitología concomitante” (Tolkien, 1998, p. 251). (Sobre el término hobbit, véase Carpenter, 2002).
2 Para ampliar información, remitimos a Gilliver, Marshall y Weimir (2006) y Baker et al. (2014).
3 “en la posición de un hobbit principiante, recogiendo palabras y frases extrañas aquí y allá y comparte su desconcierto y curiosidad” (traducción propia).
4 Para un análisis detallado de este poema, consúltese Tolkien y Swann (2002, pp. 66-70).
5 [...] Que difícilmente se podría esperar que sus lectores soportaran largos pasajes en un idioma completamente extranjero, y que, en consecuencia, al menos parte del elemento del lenguaje había sido eliminado. Pero en relación con esta explicación, debe tenerse en cuenta que, a juzgar por los manuscritos y mecanoscritos conservados, no hay evidencia de que se hayan editado abundantes cantidades de élfico en el libro: de hecho, vemos que en el curso de la reescritura se puso más élfico en el libro de lo que originalmente había estado en él. También es destacable que si Tolkien alguna vez intentó componer una narrativa élfica para su novela, aparentemente no sobrevivió (Hostetter, 2006, p. 233) (traducción propia).
6 No puedes ser un fanático de Tolkien sin que te guste la apariencia de estos idiomas falsos, y todavía los encuentro estéticamente agradables, incluso ahora. Hay algo maravilloso en mirar un nuevo idioma, notar algo de su estructura, sentir su poder para comunicarse y esperar cosas. Y recuerdo haber sentido que el terreno se había abierto frente a mí cuando llegué al Apéndice F (Turner, 2001, párr. 29) (traducción propia).
7 “The name of the language, Adûnaic, is partly Englished through the suffix -ic commonly used in denoting languages and language families (e.g. Germanic, Celtic, Italic, Slavic, Hebraic, Altaic, Aramaic). But the element adûn- occurs in the royal names Ar-Inziladûn and Ar-Adûnakhôr; the latter is glossed as “Lord of the West”, and accordingly adûn may be taken as word meaning “west” (borrowed from S dûn “west”), so that Adûnaicmay be translated “West-speech” or something of the kind. Tolkien, as mentioned above, calls its principal descendant Westron which supports the hypothesis. Another possibility is that adûn is related to S adan, in which case we would hav to take -khôr or -akhôr as the element meaning “west”, and assign to adûn the meaning “lord”. It is not impossible that the race of the Edain called themselves “The Lords” and that S adan is, in fact, borrowed from Adûnaic. The Quenya form *Atan would show a substitution of t for d because in Quenya d can only occur following n, r, l, and so the closest sound that could occur in other environments was substituted” (Allan, 2003[1978], p. 170).
8 “Era en su origen la lengua de quienes los Eldar llamaron Atani o Edain, los “Padres de los Hombres”, específicamente el pueblo de las Tres Casas de los Amigos de Elfos que, avanzando hacia el oeste, entraron en Beleriand durante la Primera Edad y ayudaron a los Eldar en la Guerra de las Grandes Joyas contra el Poder Oscuro del Norte” (Tolkien, 1987, p. 156).
9 Al igual que las lenguas semíticas, las formas del adunaico derivan de raíces de tres consonantes a las que se le añaden vocales, sufijos, prefijos e infijos. Como ejemplos, citamos: pharas ‘oro’, Ar-Adûnakhôr “Señor del Oeste”, etc. (Allan, 2003[1978], p. 69).
10 El único material conservado sobre la lengua adunaica se encuentra en la novela abandonada de Tolkien Los papeles del Notion Club (The Notion Club Papers, and the Drowning of Anadûnê). Esta fue elaborada durante 1945 y publicada póstumamente en El fin de la Tercera Edad (The End of the Third Age), el noveno volumen de Historia de la Tierra Media. En ella, a través de la revelación del sueño de Alwin Arundel Lowdham, miembro del Notion Club (equivalente a los Inklings, que Tolkien frecuentaba en Oxford), encontramos más información sobre la historia de Númenor y, más concretamente, sobre el adunaico.
11 Tolkien elaboró la lengua de los Valar pero no la incluyó en El señor de los anillos. Aparece al final de un ensayo titulado “Quendi and Eldar”, fechado entre 1959-60, en una nota que lleva por título “Note on the “Language of the Valar”” (Tolkien, 1994, pp. 397-407). A propósito, Pengolodh señala: “Plainly the effect of Valarin upon Elvish ears was not pleasing». It was, he adds, as may be seen or guessed from what survives, filled with many consonants unfamiliar to the Eldar and alien to their system of speech” (Tolkien, 1994, p. 398). Como ejemplo de su supervivencia, Pengolodh ofrece una lista en la que se incluyen: palabras y nombres valarin usados por los Eldar; términos valarin conocidos pero no adoptados por los Eldar; y vocablos en Eldarin que son traducidos a formas en Valarin (Smith, 2014, pp. 207-208). En suma, esta lengua también se conoce con los nombres de Valarin, Valian y Valya o Lambë Valarinwa (en quenya) y es la lengua más antigua de Arda.
12 “Elfos” es una traducción de Quendi. Señala Tolkien que los elfos “representan en realidad a los Hombres con facultades estéticas y creativas muy realzadas, mayor belleza y nobleza, y una vida más larga” (Tolkien, 1993[1981], p. 274).
13 Las lenguas élficas no son solo habladas por los elfos. Los Númenóreanos, los Reyes de los Hombres, a quienes los Elfos llamaron Dúnedain, también conocían la lengua élfica: “Solo los Dúnedain entre todas las razas de los Hombres conocían y hablaban la lengua élfica; sus antepasados habían aprendido la lengua Sindarin, y la transmitieron a sus hijos junto con todo lo que sabían, y cambió muy poco con el paso de los años. Y los sabios de entre ellos aprendieron también el Alto Élfico, Quenya, y lo estimaron por encima de toda otra lengua, y en ella dieron nombre a múltiples sitios de reverencia y fama y a muchos hombres de la realeza y de gran renombre” (Tolkien, 1987, p. 157). De hecho, “Quenya, por ejemplo, son los nombres Númenor (o, completo, Númenórë) y Elendil, Isildur y Anárion, y todos los nombres reales de Gondor, con inclusión de Elessar, “Piedra Élfica”. La mayor parte de los nombres de las otras gentes de los Dúnedain, tales como Aragorn, Denethor, Gilraen tienen forma Sindarin, pues son a menudo los nombres de Elfos u Hombres recordados en los cantos y las historias de la Primera Edad (como Beren, Húrin). Unos pocos tienen formas mezcladas, como Boromir [...] Pero la lengua nativa de los Númenóreanos siguió siendo sobre todo su lengua humana ancestral, el Adûnaic, y a ella volvieron en sus postreros días de orgullo los reyes y señores, abandonando la lengua élfica, salvo sólo unos pocos que conservaban su antigua amistad con los Eldar” (Tolkien, 1987, p. 157).
14 Tolkien explica en los apéndices que “en su origen la lengua de los Elfos Grises estaba emparentada con el Quenya; porque era la lengua de aquellos Eldar que habían llegado a las orillas de la Tierra Media y no habían atravesado el Mar, quedándose un tiempo en las costas del país de Beleriand. Allí Thingol Mantogrís de Doriath era el rey, y en el largo crepúsculo la lengua había cambiado junto con los cambios de las tierras mortales, y se había apartado mucho de la lengua de los Eldar de más allá del Mar” (Tolkien, 1987, p. 125).
15 Nazgul significa “Espectro del Anillo” y el elemento nazg es idéntico al nazg, “anillo”, de la inscripción en fuego en el Anillo Único. Pese a que algunos investigadores se han empeñado en mostrar que este término guarda relación con el anglosajón, Tolkien defiende que “no hay razón concebible por la que una palabra del Lenguaje Negro haya de tener conexión alguna con el a.s.” (1993[1981], p. 579).
16 Jim Allan (2003[1978], p. 166) señala que no hay suficientes ejemplos para establecer la lista de sonidos de la Lengua Negra. Sin embargo, establece un listado de posibles sonidos partiendo del corpus de palabras incluidos por Tolkien en sus obras: a, ai, b, d, g, gh, h, i, k, l, m, n, nk, o, p, r, s, sh, t, th, u, z. A estos añade tres más tomando como referencia los nombres de los orcos: p. au, f, kh. Th, kh y gh se presentan como fricativas y representan a [θ], [x] y [ɣ]. Sh representa un sonido similar a [∫] que se corresponde con sh en inglés. Hay que añadir también el uso de la uvular r, representada como [ʀ], similar a la que aparece en francés y en las lenguas germánicas. Además, Tolkien utilizó tanto el acento agudo como el circunflejo para marcar las vocales largas en palabras y nombres de la Lengua Negra. No obstante, para una mayor información sobre este sistema, remitimos a la obra An Introduction to Elvish de Jim Allan (2003[1978]).
17 El término Uruk de la Lengua Negra se aplicaba generalmente solo a los grandes soldados Orcos que por ese tiempo salían de Mordor e Isengard. Las especies menores eran llamadas, especialmente por los Uruk-hai, snaga, ‘esclavo’ (Tolkien, 1987, p. 129).
18 En el universo mitológico de Tolkien aparecen también otras criaturas horribles denominadas Trolls (troll se utilizó para traducir el término sindarin Torog). Según Tolkien, “en los Días Antiguos, estas eran criaturas de naturaleza torpe y estúpida, y no tenían más lenguaje que las bestias. [...] Los Trolls tomaban el lenguaje que podrían aprender de los Orcos; y en las Tierras Occidentales los Trolls de Piedra hablaban una forma corrompida de la Lengua Común” (Tolkien, 1987, pp. 162-163).
19 “Hobbit era el nombre que habitualmente aplicaba el pueblo de la Comarca a todos los de su especie. Los Hombres los llamaban Medianos y los Elfos Periannath. El origen de la palabra hobbit había sido olvidado por la mayoría. Parece, sin embargo, haber sido al principio un nombre que los Fuertes y los Albos dieron a los Pelosos, y una forma desgastada de una palabra más enteramente preservada en Rohan: holbytla, “cavadores de agujeros”” (Tolkien, 1987, p. 173). Para más información sobre el origen de la palabra hobbit, véase Livingston (2012).
20 El Khuzdul y aduanico son semíticas en inspiración y casi orientales en apariencia. Tolkien reconoció la inspiración semítica del Khuzdul en una entrevista concedida a Denys Gueroult para la BBC el 20 de enero de 1965. (La entrevista puede consultarse en el siguiente enlace: https://www.tolkiendil.com/tolkien/interviews/tolkien_gueroult_bbc_1965).
21 Algunos investigadores sitúan el origen del quenya en 1915 en Qenyaqetsa o Qenya Lexicon, que engloba una lista de unas seiscientas raíces del élfico primitivo, y miles de palabras «qenya» derivadas de estas (véase http://lambenor.free.fr/ardalambion/corpus.html). Sin embargo, Tolkien realizará múltiples cambios en versiones posteriores del quenya. De igual forma, la primera versión del sindarin aparece en I·Lam na·Ngoldathon en 1917. Este proviene de una versión anterior denominado noldorin, que a su vez desciende de su antecesor goldorin. En su revisión para El señor de los anillos, Tolkien renombró dicha lengua con el término sindarin, además de introducir nuevos cambios en la misma. Por este motivo, dadas las diferentes versiones, hemos decidido centrarnos en las formas de las lenguas publicadas en 1954-5 en El señor de los anillos. Para el análisis del resto, véase “Elvish before The Lord of the Rings” (Marshall y Weimer, 2011, pp. 91-93) y “Elvish after The Lord of the Rings” (Marshall y Weimer, 2011, pp. 104-106).
22 “En inglés está correlacionado con un acento bajo y tiene el efecto de opacar u oscurecer el vocalismo” (traducción propia).
23 - Con frecuencia, C equivale a K en inglés, y se pronuncia como K, por ejemplo, köarya (en lugar de cöarya), que significa "su casa" y ruskuite (en lugar de ruscuite), que significa "astuto".

- X se usa a menudo donde en inglés se usaría KS o CS, por ejemplo, el nombre del área ártica conocida como Helkarakse se deletrea Helcaraxë.

- Una diéresis se usa habitualmente para indicar la pronunciación, por ejemplo, en los nombres Eärendil y Eönwë.

- Quenya comparte las vocales básicas del inglés, a saber, a, e, i, o, u. Tiene seis diptongos, en concreto, ai, oi, ui, au, eu y iu, y las consonantes son c (para c y k como se mencionó anteriormente), d, f, g, gw, h, hw, hy, l , ly, m, n, nw, ny, p, qu, r, ry, s, t, ty, v, y y w. Las consonantes gw, hw, hy, ly, nw, ny, ry, ty y qu se pronuncian como sonidos únicos, aunque están escritas con dos letras (Barnes y Heerden, 2006, p. 109) (traducción propia).

24 Se consideran largas las sílabas con: 1) vocales con tilde como en avanótë (‘imnumberable’) o Endórë (‘Tierra Media’); 2) diptongos (ai, ei, oi, ui, au, eu, iu); 3) vocales cortas seguidas de dos consonantes, como en otornassë (‘hermandad’).
25 “un poco más estridente e intenso, más consonántico” (traducción propia).
26 En quenya, en la primera persona del plural (nosotros) se establece una distinción entre el uso inclusivo, en el hablante incluye al destinatario, y el uso exclusivo, por el que solo el hablante y otra persona están incluidos, pero no la segunda persona (tú o vosotros). Como ejemplo, Marshall y Weimer destacan laituva-lme-t, ‘we (exclusive) shall bless them’, omentielvo = omentie-lv(a)-o, ‘of our (inclusive) meeting’ (2011, p. 85). En este aspecto, Tolkien mostró una gran originalidad pues ninguna lengua europea fuera del Cáucaso hace esta distinción gramatical. El dual también distingue entre inclusivo y exclusivo, por lo que se registran cuatro formas diferentes de decir ‘nosotros’: ‘yo y los otros’, ‘ellos y yo, pero no tú’, ‘tú y yo’, ‘yo y él o ella’.
27 En élfico, la infijación nasal es un medio frecuente de formar derivados de las raíces. En consecuencia, la raíz LAB- genera en quenya tanto lavin «lamo» como lambe «lengua». También se utiliza en la formación del tiempo pasado: por lo tanto, en sindarin de la raíz de la “batalla” de dagor proviene dangen «asesinado» (El patrón inverso aparece en indoeuropeo y sobrevive en inglés: el tiempo presente está al lado del tiempo pasado). En este contexto, pueden surgir irregularidades en la conjugación como resultado de cambios de sonido regulares, al igual que en los idiomas del mundo real: el pasado de Quenya rer- «sembrar» es rendë. La raíz era originalmente red-: la d posvocálica regularmente se convirtió en r, pero se mantuvo cuando estaba “protegida” por el procedimiento (Weimer y Marshall, 2011, p. 86) (traducción propia).
28 La inflexión nasal es también una característica del aduanico. Véase Marshall y Weimer (2011, p. 86).
29 Dada la palabra raíz para ‘cisne’, *alkwâ (> Quenya alqua), se genera la forma sindarin correspondiente alph por los siguientes cambios de sonido: (1) la primitiva kw se convierte en p (*alkwâ > *alpa); (2) después de una sonora (por ejemplo, l), -p- se convierte en -ph- (*alpa > alfa); (3) las vocales finales no acentuadas se pierden (*alpha > *alph) (traducción propia).
30 “un caso clave es el nombre Eärendil, que proviene del nombre en inglés antiguo Éarendel, de significado incierto, posteriormente analizado como Eäre + ndil y que generó las dos raíces *AYAR "mar" y *(N)DIL "amar"” (traducción propia).
31 Un ejemplo común se encuentra en una frase de genitivo «La carta del Rey, que dice “aran Gondor ar Arnor” o “Rey de Gondor y Arnor”, donde la palabra principal, “Rey” está a la izquierda y los modificadores son “Gondor” y “Arnor” (Coker, 2016, p. 1245) (traducción propia).
32 Coker (2016, p. 1246) señala que “en galés, la lenición que ocurre en la posición intervocálica debilita las consonantes hasta tal punto que a menudo desaparecen”. Y añade: “Al analizar profundamente el Sindarin, los filólogos descubrieron que Tolkien repetía, aunque no exactamente, los patrones de lenición en el cambio de la consonante inicial en Sindarin después de los patrones gramaticales y fonológicos específicos del galés” (traducción propia).
33 Traducción de Elías Sarhan para la edición española de The End of the Third Age of «The History of The Lord of the Ring», editada por Christopher Tolkien (2014[1992], p. 85).
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